¡RECUERDEN!
A favor de la Campaña "Con voz y voto", porque agregar a favoritos y no dejar un comentario, es como manosearme la teta y salir corriendo.
Porque eso es de gente muy cochina *lean esto con la voz de Deadpool*
Notas:
Presente
[Pasado]
"Pensamientos"
[Teléfono/Mensajes/Cartas]
Narrador extra
Los personajes de The Abandoned Empress son propiedad de Jeong Yuna
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Prólogo.
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Los cuentos empiezan con un "Había una vez" y terminan con un "Vivieron felices por siempre".
Todos los cuentos, todas las historias…
Siempre tendrán un final feliz, lo que automáticamente origina en el lector la felicidad de que sus personajes favoritos obtengan una buena vida, de paz, tranquilidad y bendiciones completas.
He pensado que eso es solo un sueño bonito que nos vende una esperanza vacía y carente de significado.
El amor prevalece, es fuerte, el mal siempre será derrotado y la verdad y la bondad son las aptitudes que toda persona debe tener para poder ser alguien correcto.
Otra estupidez.
Inherentemente bueno, inherentemente malo.
Solo se juzga en base a lo que se ve, lo que se escucha, la percepción individual de cada uno es lo que termina en una serie de prejuicios que no ciegan. Son esos prejuicios los que establecen quien es el villano y quien el héroe.
Simple y llano, sin un atisbo de humanidad.
Si la vida se rigiera como una novela de romance, o una novela de drama e incluso una novela de venganza, no habría rastro de humanidad ni lógica en los movimientos de los personajes, porque ellos solo siguen un guion, no piensan por sí mismo, las opciones se limitan a solo dos.
Y si existe una reflexión personal para cada uno al final. ¿Deja algún aprendizaje para el resto de personas que leyeron?
Supongo que no.
De la misma manera en que la vida no está diseñada para ser una fantástica novela en la que existe un solo protagonista o un protagonista central. Cada uno es el personaje principal en un escenario que cambia conforme avanzamos.
En este caso, podría decirles, que YO soy el personaje principal de esta historia.
Je, una historia en que me introduje sin siquiera pedirlo.
Para mí, ya existía una definición total de las cosas que tenía planeado por hacer, una perfecta línea recta que solo bastaría seguir apartando de mi camino toda distracción.
Honestamente, si hubiera sabido que su aparición en el cumpleaños del Rey era parte del pináculo de las distracciones, me habría apartado, ignorado totalmente y dejado de insistir porque nos acompañara al restaurante.
Un error, un maldito error.
—Gerard…
Ella pronuncio mi nombre con pena y dolor. Las cristalinas lagrimas no paraban de fluir, su mirada no se apartaba de la mía a pesar de la increíble decepción y traición que sentí dentro de mí.
Bajo su rostro, limpiando los restos salados.
Los sonidos de risas divertidas por una animada platica provenientes del primer piso eclipsaban el lloriqueo contenido.
Se tomo un momento para respirar, intentar controlar su tono de voz roto.
El maquillaje se corrió de sus ojos.
—Te debo una explicación y una disculpa. —dijo ella. Apretando su mano contra el pecho. —Incluso si no me perdonas y me odias…
—No te odio. —La interrumpí. Mis hombros se sentían tensos, ladee el rostro al ver su expresión sorprendida.
Y era verdad, nunca podría odiarla aunque lo intentara, me dieran mil razones más una o tuviera una serie de crímenes cometidos sin resolver.
Ella es la persona a quien más amo.
Exhale por mis fosas nasales, mordiendo la punta de mi lengua en el interior de mi boca, me acerque a ella, eliminando la distancia entre nosotros.
El maquillaje oscuro manchaba las esquinas de sus ojos, deslizándose a sus mejillas, el flequillo recto perfectamente peinado a un lado, estaba vuelto un desastre de cabellos flojos. Extraje el pañuelo del interior de mi saco, pasando la fina tela por los contornos de los ojos, quitando el maquillaje desperdiciado.
Aparte algunos de los mechones plateados y le di una diminuta sonrisa.
—No te odio. —Le repetí. —Pero estoy molesto, me has mentido prácticamente toda mi vida. ¿Cómo esperas que reaccione cuando el hombre que pensé te abandono esta cenando en la misma mesa que yo? —Deje salir una parte de mis reclamos.
El pañuelo ya estaba en su posesión, quitando al azar los restos negros. Encorvo su cuerpo y nuevas lagrimas luchaban por salir al exterior.
Se veía pequeña, frágil y delicada.
Vaya ironía.
Se suponía que yo sería el que la protegería y cuidaría dada su condición de dama soltera.
—"Voy a envejecer más rápido con tanto estrés acumulado" —Exhale.
Le arrebate el pañuelo, limpiando todo lo que quedo del maquillaje, limpiando las lágrimas y que sonara su nariz, después le daría el pañuelo a las sirvientas para que lo lavaran.
¡Oh!, ¡Podría dárselo a la que critico su elección de colores para vestirse!, ¡Ja!, ¡Soy un genio!
—¿Gerard?, ¿Por qué te ríes? —Sorbio su nariz.
—¿¡Eh!?, nada, nada. —Sonreí sutilmente, negando de un lado a otro. —Como sea, ve a tu oficina para que te arregles un poco el maquillaje. Yo me encargare de los invitados.
—Pero-
—Nada de peros. Déjamelo a mí, mamá.
—Hm… bien. —Asintió. —Y sobre lo otro…
—Dejemos ese tema pendiente, tan pronto volvamos a casa, escuchare todo lo que tengas que decirme.
Sus ojos negros brillaron con la belleza de un cielo nocturno, la triste expresión se volvió una sonrisa de ternura infinita. Sus brazos rodearon mi espalda y su cabeza se apoyó contra mi pecho, yo rodee su estrecha cintura y recargue la barbilla en la coronilla de sus cabellos.
—Lo lamento, Gerard.
—Lo sé, mamá.
Ella se apartó y con una última sonrisa, despeino mis cabellos y camino a la tercera planta del edificio, zona exclusiva para clientes VIP y el lugar de su oficina.
Al verla desaparecer por las escaleras, estire mis brazos hacia arriba, dejándolos caer a la vez que exhalaba una gran cantidad de aire acumulado en mis pulmones. La luz del cálido atardecer con sus colores anaranjados, amarillos y rojos se filtraba por las cortinas semi abiertas en la ventanas.
Un espectáculo que he disfrutado desde una edad temprana que me relaja, es incómodo de ver, ahora.
El atardecer que se lleva un día, anuncia la noche y después traer el amanecer del nuevo día.
Así como el hoy termina, lo hacen también mis ayeres de ignorancia y las falsedades de una vida repleta de felicidad.
Me reí de mí mismo. En principio, siempre he vivido una mentira, por ende es el final de todas las mentiras y el inicio de las más crudas verdades.
—Sí esto fuera una novela, ¿Qué clase de género seria?
Uno a uno, bajo los escalones. La segunda planta queda vacía, salvo por la luz del atardecer decorándola con sus cálidos colores.
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¡RECUERDEN!
A favor de la Campaña "Con voz y voto", porque agregar a favoritos y no dejar un comentario, es como manosearme la teta y salir corriendo.
Porque eso es de gente muy cochina *lean esto con la voz de Deadpool*
