Capítulo 3: Raoul
Raoul estaba acostumbrado a ser querido y admirado, a veces temido, pero siempre respetado. Era un líder. Tenía carisma y sabía hacerse valer. Se había hecho un nombre en el mundillo de delincuentes de medio pelo que frecuentaba.
Sabía que su posición era precaria, pero no le importaba. No tenía miedo. Él no dudaba a la hora de tomar decisiones. Quizá si lo hubiera pensado mejor no habría acabado llamando la atención del César y teniendo que huir.
Había sido un error de novato. Se había confiado demasiado y no había medido bien el poder de su oponente. Lo había perdido todo. Sus amigos le dieron la espalda y se encontró sin nadie a quien acudir.
Hasta que Riley se presentó delante de él una noche ofreciéndole una salida, una que lo haría quedar muy por encima del César y los suyos. Sería un dios y Raoul estaba convencido de que había nacido para serlo.
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Raoul tiene el don de hacer que la mayoría de la gente lo siga, por eso lo puse como alguien que en su vida humana era un líder. Quería, eso sí, que fuera un líder metido en problemas porque no se me hace el personaje más inteligente del mundo y lo veía cagándola. Estaba inventándome un nombre para el matón de turno, pero decidí reutilizar al César porque me gusta la idea de que Diego, que despreciaba a Raoul, tenga algo en común con él.
