Trato
Escuchar el sonido de Tanjirou lo calmaba, aunque la situación continuaba siendo desconocida y peligrosa por seguir encerrados en la casa embrujada.
- ¡¿Qué te pasó?! – Gritó entre lágrimas aun aferrado al cuerpo de su amigo. - ¡Eso que salió de la casa no era tú! Y yo…yo estaba… – Sorbió sus mocos con fuerza. - ¡Te extrañé tanto! ¡Tuve tanto miedo!
- Lo siento Zen. – Tanjirou acariciaba su espalda con suavidad y ternura, el dulce sonido del joven inundaba sus oídos y ser. – Nunca quise que esto sucediera. Lo siento mucho.
- ¿Eh? – Levantó la cabeza con confusión, era una extraña forma de expresar algo que no sabías. - ¿Qué quieres decir?
Tanjirou cambió su expresión a una de pesar.
- Esto es mi culpa.
- ¿Cómo va a serlo? – Se soltó rápidamente del joven y negó con la cabeza con fuerza. – Tu serías incapaz de lastimar a una mosca.
- El no, pero yo sí.
Zenitsu se tensó al escuchar aquel horrible sonido justo a su espalda. Tragó saliva con fuerza y lentamente comenzó a girarse. Tal como pensaba, detrás suyo se encontraba el otro Tanjirou, el malvado, el del sonido horrible y sonrisa tétrica.
Estaba tal cual lo había visto por última vez, apoyado en la muralla y observándolos con una horrible sonrisa.
Antes de poder decir algo su Tanjirou lo movió para no quedar frente a tan horrible ser.
Eran dos Tanjirou, pero lucían y se escuchaban completamente distintos. El interior era muy diferente al exterior.
- ¡No dejaré que lo lastimes! – Tanjirou estaba decidido a protegerlo y aquello solo causó que el ser se riera con burla.
- Como si pudieras hacer algo al respecto.
- Sabes que sí.
Ambos se observaron fijamente, retándose con la mirada.
- No entiendo nada. – Susurró con miedo y temblando, Tanjirou lo observó con preocupación.
- Eso de ahí. – Dijo señalando al Tanjirou de sonido tétrico. – Es un demonio Zenitsu.
- ¿Eh?
El ser llamado demonio hizo una reverencia.
- A sus servicios. – Expresó con una sonrisa.
- Yo vivía aquí con mi familia. – Comenzó a explicar su amigo ignorando al susodicho demonio que se sentó en el suelo observándolos. La mirada de Tanjirou estaba perdida en algún recuerdo, pero lo mantenía a su lado para que el otro no lo atacara. – Fuimos asesinados por un desquiciado que quería invocar a este demonio con el propósito de que le cumpliera un deseo.
- ¿Estas? – No podía creerlo. - ¿Estás hablando en serio?
- ¿Por qué habría de mentir Zen, sobre todo a ti? – Tanjirou ahora lo observó con una sonrisa triste.
El joven nunca había sido de esos de mentir y Zenitsu sabía que tampoco iba a empezar ahora. Además, su dulce sonido indicaba claramente que era el verdadero Tanjirou.
- Fue una obra de arte. – El demonio expresó con alegría mientras sus ojos brillaban en completa locura de rojo carmín. – Ese chico hizo una autentica masacre.
- Los mató a todos. – Los ojos del joven se llenaron de lágrimas mientras el demonio reía con gozo ante el recuerdo. – Mis padres, mis hermanos, ni siquiera el menor se salvó de su brutalidad.
- Brutalidad. – De pronto el periódico en su bolsillo cobraba sentido.
¿Y las imágenes que vio? ¿Fueron recuerdos? Si ese era el caso, las muertes de todos ellos fueron horribles.
- Pero tu… tu estas aquí Tanjirou ¿cómo?
- Otro error de cálculo. – Respondió el demonio haciendo un bufido molesto. – Y por culpa de ello seguimos encerrados en este lugar.
- ¡Y seguiremos así sin importar qué! – Tanjirou lo acercó un poco más a su lado. – Así que deja a Zenitsu ir de una buena vez.
- Como siempre un aburrido total. – Se quejó el demonio, sus ojos brillaron de carmín luego de un segundo. - ¿Es ese un deseo?
- No. – Negó con rapidez.
- No entiendo. – Susurró Zenitsu ante aquellas palabras. ¿A qué se regería con deseo?
- Pues te muestro.
El demonio se puso de pie, Tanjirou gritó un no que fue rápidamente ignorado y Zenitsu se congeló cuando aquel rostro tan familiar y desconocido a la vez, de brillantes ojos carmín lo observó fijamente con su sonrisa demente. Escuchó el chasqueo de dedos y perdió el conocimiento.
Flotaba, no sabía en donde estaba, pero flotaba en medio de una suave corriente, intentó abrir los ojos sin resultado.
No entendía lo que había pasado. Estaba junto a Tanjirou y su copia que resultó ser un demonio, pero ahora solo se sentía flotar en un espacio oscuro y silencioso.
- 8 almas, 8 almas, 8 almas, 8 sacrificios, 8 almas, 8 almas…. 8 sacrificios…
Podía escuchar una voz a lo lejos repetir aquello. ¿Almas? ¿Sacrificios? ¿De qué diablos hablaba esa persona?
Las cosas a su alrededor comenzaron a aclararse, entonces nunca tuvo los ojos cerrados, sino que el lugar estaba oscuro.
Pero si flotaba, como si fuera un fantasma. Hubiese gritado y llorado ante la revelación si no fuera por el joven que estaba sentado en una habitación viendo foto tras foto con notoria concentración y repitiendo aquellas palabras como si de un mantra se tratara.
¿Qué le pasaba al chico? ¿Qué tanto buscaba? No pareciera que pudiera verlo o escucharlo.
- Los encontré.
Se acercó para ver con atención la foto y se sorprendió al ver a Tanjirou en ella ¿los demás eran su familia?
- Mis maravillosas y hermosas 8 almas.
El chico besó la foto y Zenitsu temió lo peor.
- No.
- O sí. – Saltó al ver al Tanjirou demonio a su lado viendo al joven que ahora comenzaba a preparar un bolso. – Este es el famoso invocador, el dueño de tan hermosa obra sola para invocarme.
- ¿Dónde está Tanjirou? – Preguntó con miedo, no quería estar cerca de este ser, menos cuando lo observaba con aquella horrible sonrisa.
Sus sonidos eran horribles, los mismos que los de este joven que continuaba preparándose sin escucharlos o verlos.
- En casa como siempre, sosteniendo tu cuerpo vacío. – Se acercó a su persona y el rápidamente se alejó ensanchando la sonrisa del demonio con ello. – Pero yo tengo el alma y eso es mucho mejor.
- No soy tuyo.
- No… por ahora.
El lugar cambió y luego se vio dentro de un lugar que ya había visto antes, su cuerpo se tensó. Las herramientas de trabajo, la leña, era el pequeño lugar donde vio los cuerpos de dos de los hermanos de Tanjirou morir. Porque ahora, de alguna forma, sabía que todo lo que vio en esa casa buscando a Tanjirou fue parte de la familia Kamado.
- No quiero ver esto. – Susurró con pesar al ver como el joven se ocultaba entre la madera, esperando.
- Lo verás Zen, sabrás todo y quizás, con suerte, nos ayudes a resolver el problema que tengo con Tanjirou.
Iba a preguntar a qué se refería con eso, pero el demonio ya no se encontraba. El desgraciado había desaparecido.
Su mente regresó al percatarse de la pequeña hermana de Tanjirou entrar al lugar tarareando una melodía desconocida y cargando algunos pedazos de madera. Sintió pesar al ver como la pequeña Hanako, ignorante de todo y sin notar al que sería su asesino se le acercaba con rapidez para tirarla al suelo.
- ¡Hanako! – Gritó desesperado, inconsciente de haber sabido el nombre de la niña. - ¡Déjala! – Trató de hacer algo, pero solo traspasaba a los jóvenes, además era algo que había ocurrido en el pasado. Todo esto ya había sucedido y no había nada que se pudiera hacer para cambiarlo.
- ¡Suéltame! – Gritaba la chica con fuerza y lágrimas luchando con todo lo que tenía por separarse de aquel hombre.
- ¡Cállate! – La golpeó con fuerza, la pequeña quedó en el suelo llorando y temblando de miedo mientras su boca sangraba.
- No… ¡No! – Gritó el rubio nuevamente al ver como el hombre se levantaba para tomar el chuzo. - ¡Noo! – La niña apenas pudo gritar cuando este fue clavado en su estómago con fuerza.
Las lágrimas de la pequeña continuaron cayendo mientras estiraba su mano para pedir ayuda. El asesino, fríamente sacó el chuzo solo para clavárselo nuevamente en el estómago a la pobre niña que apenas emitía sonidos.
- La primera alma. – Susurró con alegría. – El primer escalón.
- ¿Hanako? – Se escuchó la voz de un pequeño a lo lejos, otro hermano de Tanjirou.
Presenciaría otra horrible muerte.
Zenitsu tembló al ver la sonrisa lunática del joven mientras tomaba el martillo y esperaba a que llegara Shigeru.
- Shigeru. – Susurró con pesar el rubio viendo con horror como aquel objeto impactaba en la cabeza del niño botándolo al suelo.
- ¡Eres la segunda alma! – Gritó el lunático mientras golpeaba varias veces la cabeza del pobre chico que apenas pudo reaccionar por aquel ataque tan repentino.
Ya luego de algunos minutos el asesino observó con fascinación a una Hanako y Shigeru inmóviles. La sangre del lugar, los restos de la cabeza del muchacho esparcidos por algunos lados, la macabra escena en si pareciera no importarle al asesino, sino que todo lo contrario ya que, maravillado, seguía contemplando el comienzo de su obra.
- ¡Uf! – Expresó con una sonrisa y limpiándose el sudor de la frente.
- ¡Eres un enfermo! – Gritó Zenitsu con histeria. - ¡Solo eran niños! – Su cuerpo temblaba por la impotencia y el dolor de ver todo esto, lo peor es que aún no terminaba.
Vio al joven caminar y salir del lugar como si nada pasara, como si la sangre en su cuerpo no importara. Este siguió hasta la entrada de la cocina de la casa y entró como si de su propio hogar se tratara. Caminó por el lugar, sacó un cuchillo y continuó su recorrido.
Vio la espalda conocida de Tanjirou en el living, quiso gritar para alertarlo, pero ya era tarde y el objeto fue clavado en el hombro del joven que cayó al suelo por el dolor para luego gritar nuevamente cuando el asesino le clavo el arma en la pierna.
- ¡Huyan! – En las escaleras Nezuko y Takeo observaban con horror lo que le había pasado a su hermano mayor. Otra pierna fue apuñalada, pero Tanjirou se encontraba concentrado gritándole a sus hermanos que huyeran.
El asesino no dudó en seguirlos dejando el cuerpo tirado del mayor sin darle el golpe de gracia. Los ruidos en el segundo piso no se hicieron esperar. Zenitsu no quiso subir, sentía asco, miedo, rabia, pena, tenía una mezcla de emociones que apenas podía controlar.
¿Por qué el demonio le estaba enseñando esto?
El ruido de las escaleras lo hizo reaccionar nuevamente, el pequeño Rokuta se encontraba ahí con lágrimas y mocos corriendo sin control e hipando. Era demasiado para un ser tan pequeño, para cualquier persona.
- Ocu… ocultate… - Expresó Tanjirou envuelto en sangre, pero aun preocupado por su familia. – Que no te encuentre… que no te vea…
El pequeño asintió con la cabeza y corrió hacía donde Zenitsu sabía estaba la biblioteca.
- No. – Susurró con pesar, recordando lo que había visto en ese lugar.
Los gritos arriba continuaron y apenas Zenitsu se dio cuenta ya estaba en una habitación desconocida viendo al asesino justo al frente suyo.
- Me obligará a ver todo. – Derramó lágrimas de frustración y pesar.
- ¿Qué quiere? ¿Por qué esta aquí? – Kie se encontraba abrazando a su esposo con fuerza, observando al hombre del cuchillo ensangrentado con seriedad.
- Sus almas.
- ¿Qué? – La mujer no entendía.
- Váyase de aquí. – Tanjuurou se le veía pálido y sin fuerzas, pero aun así intentaba llevar a su mujer a su espalda para protegerla, aunque por la falta de fuerzas le resultaba imposible.
- Encontré mis almas 3 y 4.
El chico se lanzó contra Tanjuurou, pero Kie gritó interponiéndose en el ataque y empujando al hombre con fuerza.
- ¡Maldita zorra!
El chico se lanzó sobre la mujer con fuerza, Tanjuurou gritó para que dejara a su esposa y Zenitsu lloraba sin control por lo que le obligaban a ver.
Kie cayó al suelo con los ojos abiertos, perdidos y la garganta cortada, Tanjuurou entre lágrimas por la muerte cruel de su mujer observó al joven sin poder hacer nada.
- No debes hacer esto, te arrepentirás. – Trató de razonar con el joven quien con una sonrisa desquiciada se le acercaba. – Al menos deja a los niños en paz.
- Mi cuarta alma.
El hombre sufrió el mismo final que su esposa. Zenitsu gritaba y lloraba por el dolor.
- ¡Enfermo! – Nezuko le lanzó una silla. Lloraba por sus padres, aun inconsciente de lo que les había pasado a sus hermanitos.
- ¡La quinta! – Se lanzó sobre la joven con una sonrisa desquiciada.
Antes de poder tocar a la chica Takeo se lanzó sobre el hombre logrando desestabilizarlo y botarlo al suelo.
- ¡Huye Nezuko! – Gritó el chico desesperado.
Pero el pobre no fue oponente de aquel adulto ya que fue fácilmente empujado y noqueado por este de un golpe.
- ¡Takeo!
La chica intentó hacer algo por su hermanito, pero le tiraron del pelo con fuerza para luego golpearla en el estómago. Tosió al quedarse algunos segundos sin aire y presa del miedo y el dolor fue fácilmente dominada por el hombre.
- Mi quinta y sexta alma.
Tomó del brazo de un inconsciente Takeo y del pelo de Nezuko para llevarlos a rastras por el pasillo hasta llegar a las escaleras donde comenzó a bajar por ellas.
- Queda menos. - Zenitsu podía ver la ilusión en el rostro del asesino. ¿Qué clase de deseo podría tener una persona como esa para llegar a ser capaz de matar a toda una familia? ¿Qué deseo valía 8 almas? ¿8 personas inocentes?
- ¡Ne…zuko! ¡Ta…keo! – Tanjirou se había arrastrado por el suelo del living, pero apenas había llegado a mitad de camino.
Zenitsu vio la preocupación y el horror en el rostro de su ser más querido.
- ¡Hermano! – Gritó Nezuko antes de que el joven la golpeara y dejara inconsciente al igual que Takeo.
- ¡Basta!
Tanjirou lloró, gritó e imploró mientras veía como su pobre hermano era cortado por partes, por suerte el chico no despertó el ningún momento.
- ¡Déjalos! ¡Déjalos! – Gritaba el hermano mayor impotente ahora notando como el asesino se acercaba a su hermana. - ¡Nezuko!
La chica empezaba a recuperar la consciencia solo para ver el cuchillo en su cara antes de que se lo clavaran en el pecho.
Nezuko gritó por el dolor y Tanjirou por lo que estaba observando sin poder hacer algo para detenerlo.
- Mi sexta alma está a punto de irse. – Expresaba el asesino mientras clavaba el cuchillo en el cuerpo de la chica una y otra vez hasta que los sonidos dejaron de oírse y solo quedó la expresión perdida, llena de lágrimas y sangre de Nezuko.
- ¡Noo! – Tanjirou en ese momento se había vuelto a arrastrar logrando alcanzar la pierna del asesino. - ¡Basta! ¡Déjalos!
- Necesito la séptima alma. - El hombre comenzó a ver a su alrededor como si buscara algo.
Al percatarse como lo ignoraban Tanjirou entró en pánico.
- ¡Huyó! ¡No está aquí! – Gritó sabiendo a quien buscaba.
Zenitsu se tapó los oídos con sus manos, pero le resultó imposible omitir los gritos de Tanjirou.
- No, mi alma está aquí.
El asesino caminó suavemente por la casa, Tanjirou continuaba gritando, pero sin darle instrucciones a su hermanito por miedo a que lo encontraran.
Zenitsu seguía al agresor sin poder evitarlo, era como si estuviera unido a donde este iba, obligado a presenciar su masacre. Todo por un maldito deseo.
Takeo no fue difícil de encontrar por el adulto y el chico gritó cuando el hombre lo tomó de la mano con fuerza para tirarlo por las escaleras que daban al sótano.
- ¡Takeo! – Escuchó a lo lejos el grito desesperado de Tanjirou.
Pero al otro hombre no le importaba mucho Tanjirou, al menos no por ahora. Este bajó lentamente las escaleras hasta encontrarse con el rostro lloroso del niño.
- Mi séptima alma. – Sonrió con locura tomando al chico del pelo y llevarlo hasta una tina llena de agua y sabanas que de seguro se estaban limpiando. Tiró al niño ahí y comenzó a asfixiarlo con sus manos a la vez que este se ahogaba por el líquido.
- No más… no quiero ver más… por favor… - Rogaba y lloraba cuando el cuerpo del pequeño se quedó flotando en aquella tina luego de haber batallado con su pequeño cuerpo para sobrevivir.
- Al fin. – El asesino suspiró con alegría, como si hubiera hecho un duro, pero buen trabajo. – Solo falta la invocación junto con mi octava alma.
- ¿Qué?
Apenas se dio cuenta y estaba nuevamente en el living. Era de noche, el lugar estaba iluminado con velas, el cuerpo de Tanjirou, aun sangrante, se encontraba en medio de la sala sobre lo que podría ser una especie de estrella, símbolos y escritos que no entendía para nada.
Los restos de la familia de Tanjirou se encontraban en distintos puntos de la estrella o símbolos con Tanjirou en el centro de todo eso.
- Basta… por favor… detente… - Susurraba el joven con lágrimas y pálido ante la pérdida de sangre. Quien sabe cuánto tiempo llevaba ahí.
El asesino se encontraba susurrando palabras desconocidas mientras rociaba sangre por un lado junto a otras cosas de las que prefería ignorar.
- Ahora mi octava alma. - Se fue acercando a Tanjirou y sin que el otro pudiera defenderse le clavó el cuchillo en el estómago. – Tu muerte hará que el venga y por fin pueda cumplir mi deseo.
Tanjirou se retorció por el dolor, llevó sus manos al arma y con un último grito desesperado lo sacó de su estómago para clavárselo en el cuello del asesino de su familia.
- ¡Se tu esa alma! – Gritó con fuerza clavando aún más el objeto en el cuello del hombre que al no esperarse aquello se fue desangrando rápidamente.
- Mierda… tan… cerca… tan… - Susurró antes de cerrar los ojos para siempre.
El silencio se hizo por algunos segundos hasta que fue roto por los sollozos del único sobreviviente.
- Mamá… papá… Nezuko… Takeo… Hanako… Shigeru… Rokuta… - Susurraba el otro con la respiración entre cortada y lágrimas. – Lo siento… - Zenitsu solo deseaba abrazar a Tanjirou, llevarlo a un hospital y curarlo de todo. No debió haber pasado por eso, nadie se merecía vivir algo tan horrible.
- Pero que sorpresa. – Una profunda voz se escuchó por todo el lugar haciendo temblar tanto a Tanjirou como Zenitsu.
- Ese sonido. – Expresó con miedo reconociendo esa tétrica cacofonía.
Las velas tintineaban y de una gran llama roja apareció un ser con forma de humano, de cabello rubio, piel pálida, ojos rojos y cuernos.
- Vaya, eso sí que no me lo esperaba. – Expresó encantando el demonio viendo toda la masacre y sabiendo lo que había pasado rápidamente. - ¡Maravilloso!
El ser se acercó a Tanjirou hasta tomarle la mano y besarla, rápidamente el cuerpo fue cambiando a ser uno similar al chico.
- Mi pequeño amo es duro de matar ¿Eh? - Tanjirou respiraba con fuerza mientras observaba a su copia hablarle. – Dime tu deseo y lo cumpliré a cambio de estas almas.
Tanjirou siguió observándolo sin responder al comentario de aquel ser, eso provocó que la sonrisa disminuyera un poco y tomara al chico del cabello.
- ¡Tú deseo!
Pero solo obtuvo silencio, los ojos de Tanjirou se fueron cerrando lentamente perdiendo el calor del cuerpo y dejando que la sangre perdida se llevara su vida.
- ¡No! – Gritó el demonio. - ¡Pide el deseo! ¡Pide el maldito deseo o no saldremos de aquí!
La casa se sacudió, los gritos fueron en aumento, pero estos sonaban horribles.
- ¡No!
Los gritos histéricos del demonio fue lo último que escucho antes de que un gran cansancio le hiciera cerrar los ojos.
Zenitsu volvió a sentir que flotaba. Supuso que aquello era el final del recuerdo y ahora regresaba al presente.
- ¿Puedes darte cuenta de lo que pasa? – La voz de una chica le hizo abrir los ojos.
Justo delante suyo se encontraba Nezuko, detrás de ella estaba toda la familia de Tanjirou.
- ¿Nezuko? – La chica asintió con la cabeza. - ¿Cómo? ¿Qué?
- Es por el cuarzo. – Ella señaló su bolsillo. – Ahí están nuestras almas.
- ¿Qué? – Esto era demasiado para entender, apenas estaba procesando las memorias del asesino.
Pero Nezuko solo sonrió ante su confusión con cariño.
- Para invocar al demonio se necesitan de 8 almas más el invocador. – Asintió al comprender aquello. – Pero una vez cumplido el deseo el alma del invocador también se va con el demonio.
- Ni siquiera puede disfrutar del deseo. – Expresó con sorpresa y la chica asintió nuevamente.
- Es lo que no te cuentan los libros o quizás se hacen otros tratos para mantener el alma un tiempo más en la tierra.
Zenitsu sacó el cuarzo notando como este brillaba e iluminaba todo el lugar.
- Logramos huir de las garras del demonio porque mi hermano nunca pidió su deseo, o sea que el trato está incompleto y sin cerrarse el demonio no puede retirarse y llevarse el pago con él.
- Están todos encerrados.
- Así es. – La chica miró el cristal con nostalgia. – Ese ser sacó el alma de mi hermano luego de su muerte sin permitirle descansar en paz, exigiéndole que pida su deseo.
- ¿Qué pasaba si esa cosa no hubiera hecho aquello?
- Entonces tanto nosotros como el demonio estaríamos encerrados en esa casa a la espera de la novena alma, la que pida el deseo y sea consumida por el demonio junto con nosotros.
Todo era tan confuso. Entonces daba igual si invocaban al demonio, al final esa persona igual moriría. Palideció ante la idea. Perder a Tanjirou, si el chico pedía un deseo entonces…
- El demonio, el demonio ha estado intentando hacer que Tanjirou pida un deseo para llevárselo junto con ustedes ¿verdad? – Nezuko asintió con la cabeza, vio como detrás de la chica la familia de Tanjirou se abrazaba con fuerza.
- Nuestro hermano puede salvarse porque él no ha pedido nada.
- Si él se va ustedes se quedan con el demonio en espera de un nuevo invocador.
- Si. – Nezuko lo miró con seriedad. – Y una vez pedido el deseo tanto nosotros como esa novena alma nos iríamos al infierno con el demonio.
- Dios. - ¿Su amigo estaba perdido? ¿No lo volvería a ver? ¿Se quedaría en esa casa para siempre si no pedía un deseo?
- Como el demonio sacó el alma de mi hermano está obligado a esperar por su deseo. – La chica sonrió. – Pero él no se moverá y tampoco pedirá algo sabiendo lo que ocurrirá al hacerlo.
- Por lo que se quedarán en esa casa.
- Nos quedaremos ahí para siempre.
Tenía sentido, tal vez el demonio era poderoso, pero tampoco podía hacerles frente a las reglas que sobrepasaban su poder.
- Pero Tanjirou salió, estuvo conmigo años. – Podía recordar a su amigo estando a su lado por mucho tiempo, creciendo junto a él.
- Fue nuestro regalo. – Hanako era ahora la que estaba a su lado.
- ¿Qué?
- Él te vio y algo lo llamó para estar a tu lado. – La niña tomó su mano, por suerte ninguno de los Kamado tenía las heridas con las que fueron asesinados. – Nosotros siempre estamos a su lado, aunque el demonio nos impide poder hablar con él.
- ¿Llamé la atención de Tanjirou? – Hanako asintió.
- El sacrifica su alma por nosotros y es por eso que nosotros sacrificamos parte de la nuestra para formarle un cuerpo y llevarlo a tu lado.
- ¿Eso se puede?
- Las almas son poderosas. – Ahora era Kie quien le hablaba. No cabía duda que la mamá de Tanjirou era hermosa. – Y nosotros regalamos parte de nosotros por el bienestar de mi niño. – Movió la cabeza con tristeza. – Nosotros estamos juntos, pero él ha estado solo junto a ese demonio por mucho tiempo.
- Tanjirou pudo salir de ese lugar gracias a ustedes y luego, por mi culpa, regresó a esa casa en donde el demonio tomó ventaja.
Takeo asintió con la cabeza y luego golpeó su hombro con fuerza.
- Nos costó mucho crear ese cuerpo y tú vas y se lo das al demonio ese.
- ¡Pero si ni sabía de eso!
- Cierto, pero igual eres culpable.
Había un cuerpo, faltaba un alma para completar el trato.
- ¿Qué pasó con el alma del asesino?
- Está en manos del demonio. – Tanjuurou acarició los cabellos rubios. – Pudimos escapar por la conmoción cuando Tanjirou murió, pero seguimos atrapados, seguimos unidos a ese ser en espera del deseo.
- Entiendo.
- Él te ofrecerá cosas, no lo escuches. – El hombre lo observó con seriedad. – Ten cuidado porque las palabras son fáciles de malinterpretar.
- ¿Qué quiere ese ser de mí?
- Que se cierre el trato. – Nezuko apareció otra vez. – Y no lo dejes.
- Podemos quedarnos aquí por siempre. – Hanako le sonrió.
- Estaremos bien siempre que mi hermano aguante. – Takeo se rascó la nariz.
- Mi niño es fuerte y por eso nosotros también. – Kie le sonrió con cariño.
- Por eso no dejes que te intimide ese ser Zenitsu, no puede lastimarte, no puede tocarte porque nosotros te estamos cuidando. – Tanjuurou acarició su cabeza nuevamente.
- Solo vete de esa casa y todo volverá a la normalidad. – Nezuko le rogó con la mirada. – Estaremos bien, pero tú debes regresar a tu vida.
- ¿Regresar? – Su cuerpo tembló.
Todos asintieron por su pregunta.
- Regresa a tu vida.
Lentamente todos comenzaron a desvanecerse, pero solo unos oscuros pensamiento inundaban la mente de Zenitsu.
- "¿Regresar a mi vida sin Tanjirou?" – Pensó con horror. – "¿Volver a estar solo?"
El no deseaba eso.
Zenitsu abrió los ojos de golpe, el rostro preocupado de Tanjirou fue lo primero que vio.
- ¿Estás bien? – El joven lo ayudó a sentarse mientras le acariciaba la espalda.
- Si… si… - Susurró aun confuso por todo lo que había visto.
- Te dije que regresaría. – El demonio habló con indiferencia mientras observaba a los jóvenes.
- Como si tu palabra valiera algo. – Le recriminó Tanjirou con enfado.
- Ese detalle no es mi problema. – El ser respondió sin interés ya que se concentró en Zenitsu. - ¿Y cómo estuvo el recuerdo? ¿Te divertiste?
La pregunta hizo que la memoria de toda esa masacre regresara a su cabeza, se movió rápidamente para vomitar en una esquina y no manchar a Tanjirou, el joven, por su parte, se acercó rápidamente a su lado para acariciarle la espalda y darle algo de consuelo.
- Ya, tranquilo. – Le susurraba con voz dulce. – Pronto podrás salir de aquí.
- Tanjirou. – Gimió con pesar mientras volvía a vomitar.
- Eso es asqueroso. – Rio el demonio. – El chico es un desastre, me encanta.
- ¡No lo toques! – A Zenitsu le gustaba cuando su amigo sonaba de aquella forma tan protectora.
- Pues si ya lo hice. – Tarareó aquel ser y Zenitsu tembló al recordar lo cierto que era aquello. – De muchas formas.
- ¡Eres un enfermo! – Zenitsu volvió a vomitar ante el recuerdo. – Tranquilo Zenitsu, no volverá a lastimarte, no lo dejaré.
- ¿Acaso escucho un deseo con esas palabras?
- No. – Respondió tajante.
- Nada impide que no toque al chico.
Zenitsu se limpió la boca con un pañuelo que le entregó su amigo. Realmente el demonio mantenía la situación bajo su control, pero no por mucho tiempo.
- Esto sí. – Mostró el cuarzo.
Tanjirou no supo que era y observó el objeto con atención, el demonio miró aquello sin mucho interés, pero Zenitsu pudo ver como la ceja de este se movía ante la molestia que sentía.
- Nada me pasará mientras lo tenga.
- ¡Entonces vamos a la salida! – El chico tomó su mano y tiró de esta.
- No. – Zenitsu la soltó y luego le sonrió a su amigo. – No puedo Tanjirou, no puedo dejarte aquí.
- Hey. – Se acercó al joven y lo abrazo. – Está bien, no pasa nada.
- Sí, sí que lo pasa.
- ¿Zenitsu?
Tanjirou lo observaba sin comprender.
- Hagamos un trato demonio. – Expresó con seriedad mientras extendía la mano para mostrar el cuarzo. – Quieres esto y otra alma, yo quiero a Tanjirou. – Miró la piedra con seriedad sabiendo perfectamente lo que estaba haciendo. – El resto no me importa.
El demonio pestañeó un par de veces y luego comenzó a reír con fuerza, Tanjirou continuaba pidiéndole que se marchara de la casa, que el lugar le estaba haciendo mal, que debía salir mientras pudiera.
Y puede que fuera cierto, puede que la maldad del lugar se le estuviera incrustando en su propia alma, mas no le importaba. Entró a este lugar de mierda por Tanjirou y no volvería a su maldita vida de mierda sin la única luz que iluminaba sus días.
A costa de lo que fuera.
El era suyo.
- Zenitsu, por favor. – Tanjirou miró el cuarzo con preocupación y duda luego una extraña idea se le cruzó por la cabeza. – Si le ofreces eso quiere decir que mi familia… - La voz del chico tembló. – Mi familia está ahí ¿verdad?
Zenitsu miró al joven con seriedad y llevó una mano a la mejilla de este. Tanjirou se veía preocupado, con lágrimas formándose en sus ojos, era hermoso y sonaba tan bello como siempre a pesar de que la preocupación y el miedo se agregaron a aquella maravillosa cacofonía.
- Lo siento Tanjirou. – Sonrió con pesar. – Pero…
- ¡No! – El joven intentó quitarle el cuarzo sin conseguirlo. - ¡Es mi familia! ¡No puedes hacerle eso a mi familia!
- ¿Puedes dormirlo? – Preguntó al demonio mientras esquivaba nuevamente al joven.
- Como desees. – Sonrió haciendo chasquear los dedos.
Las rodillas del joven comenzaron a temblar, su expresión cambió a una de dolor en su clara lucha por no dejarse dominar, pero también se podía ver la traición en aquel hermoso rostro.
- No… Zen… mi fam… - Llegó hasta el rubio por pura voluntad, pero apenas pudo tocar el cuarzo cuando sus ojos se cerraron.
Zenitsu lo tomó para que no se cayera, luego lo dejó en el suelo con cuidado. Lo observó dormir y besó sus labios.
- Lo siento Tan, pero no puedo dejarte ir.
Se dio la vuelta para enfrentarse al demonio. El cuarzo ardía en su mano consciente de la traición del rubio y luchando por alejarse, pero a Zenitsu no le importaba. Nada le importaba mientras tuviera a Tanjirou a su lado.
- Es hora de hablar. – Expresó con seriedad.
- Me parece perfecto. – Tanjirou demonio esbozó una sonrisa ancha y macabra saboreando su libertad tan próxima.
Zenitsu debía admitirlo, los demonios eran astutos, jodidamente astutos, pero no por nada él vivió con una persona igual de astuta.
Su fallecido hermano de seguro se estaría revolcando en su tumba al saber que todo el daño que causó por años no solo le servirían al rubio para liberar a Tanjirou de aquel trato, sino también su propia alma.
- No puede ser. – El demonio observaba el papel mientras lo leía una y otra vez. – Esto es… esto simplemente es… - Luego comenzó a reír con histeria. - ¡Chico! ¡Eres maravilloso!
Trató de acercarse, pero Zenitsu mostró el cuarzo impidiéndole seguir adelante. A pesar de que habían sido traicionados seguía cumpliendo la misión de protegerlo. Zenitsu no deseaba sentir esas manos sobre su cuerpo, las únicas que quería y necesitaba eran las de Tanjirou. Hacía todo esto por el joven.
- Con esto el alma de Tanjirou me pertenece. – Expresó con seriedad. – Y tampoco serás dueño de mi alma una vez pida ese deseo.
- Oh. – Se lamió los labios. – Pero no sabes las ganas que tengo de hincarles el diente a ambos. – Su expresión cambió a una de burla sabiendo que su comentario sería ignorado. - ¿Tienes idea lo que le pasa a un alma cuando mata?
- No.
- Se pudre. – Respondió sin más. – La tuya se irá pudriendo y cuando ya no pueda más serás uno de nosotros.
- Ya. – Exclamó sin mucho interés y luego le sonrió al demonio. – Mejor, así podré manejar a mi antojo el alma de Tanjirou.
Otra carcajada obtuvo como respuesta.
- ¡Como deseo devorarte mientras estés limpio chico! ¡A ti y mi amo! – La mirada de deseo no le pasó desapercibida y la odió aún más cuando era el rostro de Tanjirou quien hacia una expresión tan asquerosa. El original no pondría esas cosas, nunca.
- Pues te jodes. – Bajó la cabeza para ver al joven durmiente y le acarició los cabellos rojizos, sonrió con cariño.
- Entonces… ¿tenemos un trato?
El demonio levantó la mano, todo terminaría con Zenitsu dándole la mano.
Tomó el papel nuevamente y leyó cada punto, pensando una y otra vez en lo que podría ocurrir su alguna palabra estaba mal escrita o se daba a entender otra cosa. Ya lo había cambiado muchas veces.
Mas todo parecía en orden.
Miró la mano del demonio. Una vez la estrechara junto con la suya, el alma de Tanjirou sería suya, ese era su deseo. Pero debía hacer algo para no entregar su alma luego de pedir aquel deseo, así que llegaron a un acuerdo, la casa llamaría la atención de cierto tipo de personas quienes irían a ella y morirían en manos de aquel ser de forma horrible. Cada muerte pesaría en el alma de Zenitsu, pero le pertenecerían al demonio. Tal vez eran muchas almas a cambio de la suya, pero no le importaba siempre y cuando él y Tanjirou pudieran estar libre de las garras del demonio.
También necesitaba un último sacrificio, aún faltaba la novena alma para completar el trato.
- Aún no. – Rechazó la mano del demonio quien solo se dedicó a levantar los hombros con indiferencia. El silencio reinó entre ellos mientras esperaban. Tanjirou continuaba durmiendo e ignorante de todo.
Hace poco había llamado a quien sería su novena alma, solo quedaba esperar a que se apareciera.
- Tanjirou no recordará esto ¿verdad? – Preguntó dejándose llevar por la duda.
- Mi niño, Tanjirou será tuyo para hacer lo que desees con él. – Levantó la mano. – Un solo chasquido y tus deseos serán los suyos.
- No es lo que pregunté.
- Es la respuesta que te doy. – Le guiñó el ojo y él lo odió por eso.
Miró a Tanjirou, si lo que ese ser decía era cierto, entonces solo con desear que el joven olvidara todo sería suficiente para mantenerlo tranquilo.
Dentro de poco tendría el poder sobre la persona que amaba. Un poder absoluto sobre Tanjirou. No evitó sentirse poderoso.
- ¡Monitsu! – Gritó una voz en la entrada. - ¡Monitsu!
- Ya está aquí. – El demonio sonreía de oreja a oreja y le volvió a extender la mano. - ¿Trato?
Zenitsu dudó un momento mientas escuchaba los pasos de Inosuke caminando por el pasillo, ¿valía la pena todo esto? No solo estaba entregando a su amigo como sacrificio, sino que también su alma se pudriría hasta transformarse en un demonio. ¡Un maldito demonio como el que tenía al frente!
¿Qué era lo correcto? ¿Cuál era la mejor opción?
Entre dudas y preguntas miró a Tanjirou, su expresión dormida, su dulce sonido, su bello ser justo enfrente y dispuesto a ser suyo. Se relajó.
Recordó como su vida había sido una mierda y como Tanjirou fue el único de darle aquella felicidad que él se creyó no merecer u obtener.
Solo importaban Tanjirou y el.
Levantó su mano tomando la del otro notando como ahora el cuerpo del demonio cambiaba a su propia imagen.
- Trato. – Expresó con seriedad.
A la mierda lo demás.
Existe la leyenda de una casa que cumple deseos. Por fuera parece algo descuidada, pero una vez dentro un sinfín de maravillas se encuentran ahí.
La condición para que se cumpla el deseo es ir a cierta hora, con ciertos objetos y sin que nadie sepa que iras al lugar. Cumpliendo el primer paso se debe tocar tres veces la puerta y pedir permiso para entrar.
Dependiendo del deseo es el lugar al que debes dirigirte, cada habitación es distinta y cumple diferentes funciones. La cocina es para temas del hogar, la biblioteca para temas profesionales, el cuarto de los padres es por el amor y así sucesivamente.
Entras, das las ofrendas y dices las palabras que te cumplirán el deseo.
Una vez hecho todo das media vuelta y te vas directamente. Si vas a otro cuarto entonces el primer deseo no se cumplirá, si tienes más de uno, te presentas otro día.
Lo importante es el hecho de tener un deseo.
A continuación, se presentarán opiniones de los que fueron al lugar…
Zenitsu terminó de leer su publicación y le dio al botón de enviar.
No era la primera vez y tampoco sería la última en que hacía esto de publicar comentarios anónimos sobre la supuesta casa que cumple deseos. Cada publicación debía hacerla con el cuidado completo de no ser rastreado.
Miró nuevamente el escrito, por muy estúpido que sonara las personas siempre se creían mentiras como estas, tal vez estaban desesperadas, tal vez realmente deseaban una oportunidad de cumplir su deseo.
A esta altura de la vida ya no le importaba mucho el motivo, solo que fueran allá.
Pero le alegraba no tener que hacer mucho para llamar la atención de estas personas. Eran como polillas en busca de la luz, solo que la luz era la boca de un demonio.
Pero bueno, detalles.
- ¿Todo bien Zen?
La cabeza de Tanjirou apareció por el marco de la puerta y luego todo su cuerpo.
- Si, ya terminé con esto. – Cerró las páginas y luego apagó el computador. Se estiró en la silla.
- Qué bueno, porque te extrañaba. – Tanjirou se le acercó con una sonrisa para luego besarlo una vez estuvo a su lado.
Zenitsu respondió el beso con cariño y luego subiendo la intensidad de este.
- ¿Aquí? – Le preguntaron mientras sus manos se metían por la polera del joven y acariciaban aquella morena piel.
- Te lo haría en todos lados Tanjirou.
Vio el sonrojo del joven y las lamió.
No sabía si era por la edad, la confianza o el hecho de que su alma estaba más que podrida que podía hacer todas esas cosas. Tampoco era como si le importara.
Los años habían pasado, Tanjirou era suyo y sus almas estaban seguras gracias al trato que había hecho.
- Eres un caso perdido. – Notó la risa pura del joven ignorante de la verdad y de lo que pasaría con ellos una vez fallecieran. Tampoco le molestaba, amaba Tanjirou.
Volvió a besarlo con deseo. Los gemidos que recibió como respuesta le hicieron alegrarse de su decisión.
Ahora estarían juntos por siempre.
Fin.
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