El Ceniciento
Parte III
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Erwin buscó a Eren toda la noche. En cada casa del reino, por cada muchacho joven, en cada mano debía probarles el guante a cada uno. Él sabía que Levi había perdido la cabeza al pedirle llevarle al primer joven que le quedará el guante, y pensó que sería rápido y desastroso tal idea, pero pronto se halló desconcertado cuando la tela del guante no aflojó cuando debía hacerlo; algunas manos no podían entrar, otras nadaban en la tela blanca, ninguna mano ajustaba correctamente, ninguna tenía el tamaño suficiente como para encajar en él a la perfección. Así que su búsqueda se extendió por horas.
Llegó al palacio poco después de su primera búsqueda. No podía atentar contra su salud, así que las conclusiones del día fueron negativas, pues Eren todavía no aparecía y Levi lucía cada vez más desesperado, arruinado por la preocupación.
El segundo día, Erwin llegó hasta los pueblos lejanos del reino, el lugar donde Eren vivía.
Se plantó en la casa de la familia Fritz, entrada la tarde, suspirando aliviado al pensar que su búsqueda había terminado.
La señora Fritz lo hizo pasar entre alabanzas y atenciones, e hizo que su hijo Jean de inmediato se probará la prenda blanca.
Pero lo que Dina no sabía era que el guante era mágico, hecho a la medida de Eren, y solo él podía usarlo a la perfección, sin nada que le sobrara, solo el justo tamaño de su mano.
Pese a los esfuerzos de Jean de intentar que el guante le quedara, la prueba fracasó.
—¿No hay aquí algún otro joven señora?
—Ciertamente no, alteza — Erwin se desconcertó por la respuesta.
—Pero estoy seguro que aquí vivía el joven Eren Jeager, ¿están seguros que él no vive aquí?
—Ese muchacho ya no vive aquí. Ayer se puso en marcha muy lejos, como sabe él ya tenía la suficiente edad y quería vivir su propia vida, solo mis hijos y yo residimos en esta casa ahora.
Erwin estaba en verdad sorprendido por la noticia, así que se resignó y salió de la casa de la familia. Se montó en el carruaje real en camino al palacio, con clara preocupación de la reacción del príncipe, que seguro quedaría devastado.
Dina sonrió con malicia cuando vio al gran Duque alejarse con la noticia, por lo tanto, ahora debía pensar en enviar en verdad a Eren lejos.
Quizás venderlo y recibir buen dinero por él, con algún socio suyo del exterior.
—¿Y bien?
—Lo siento mucho Levi, no hay rastros de Eren.
—¡Eso no puede ser! ¿Estás seguro que buscaste correctamente?
—En cada casa, hasta la parte más alejada del reino.
—¿Qué hay de la casa de la familia Fritz?
—La señora Fritz me confirmó que Eren ya no vive en esa casa…
—¿Qué?
—Supuestamente Eren dejó la casa, su paradero es incierto.
—Miente, eso no puede ser posible.
—Levi… Quizá debamos pensar en la posibilidad de que Eren se haya ido.
—¡No Erwin! Hay algo raro en todo esto e iré a comprobarlo ahora.
—¿A esta hora? Levi, perdóname, pero como tu amigo y súbdito que soy, no puedo permitirlo, no puedes salir del palacio.
—¡No te atrevas a detenerme! ¿no lo entiendes? Eren no pudo haberme dejado...
Erwin lo miró serio, dudando y temiendo por la seguridad de su amigo, pero al ver la mirada tan determinada en sus ojos, y la expresión mortificada, supo que aunque quisiera, no podría detenerlo. Sin impedirle el paso, Erwin asintió y se hizo a un lado, dejándole a Levi el camino libre.
—Ten cuidado —suplicó.
Levi suspiró sin titubear en sus intenciones y caminó con decisión fuera de la habitación, pasando al lado de Erwin.
El sonido de la puerta cerrándose fue lo último para ambos.
Sin perder más tiempo, Levi corrió por los pasillos, tomó una capa larga de color oscuro, y con la capucha se cubrió la cabeza; también se amarró una espada en el cinturón, saliendo así por una de las puertas traseras del palacio, despistando a los guardias.
La luz del día se despedía para darle paso a la noche. En la quietud de la puesta de sol, Levi se dirigió a los establos, recordó que el último obsequio de su madre había sido un semental negro, un garañón veloz perfecto que usaría para ir a buscar a Eren.
Entró a los establos sigilosamente, se paró frente al animal y alcanzó a tocar su cara, acariciándolo, y luego, tal y como Eren le había enseñado, después de que el caballo estuvo tranquilo, tuvo la confianza y seguridad para montarse en él.
Le resultó difícil montarlo, puesto que el caballo no tenía puesta la silla y estribos, pero no podía perder tiempo, nadie debía verlo, aún así tuvo éxito. El pensamiento de que si no se apresuraba podía dar cabida a la posibilidad de perder a Eren, lo motivaba a actuar por impulso. Ya arriba, sujetándose de los crines largos y negros, golpeó los costados con sus botas y el caballo salió trotando.
Aumentó la velocidad cuando estuvo a campo libre; atravesó los jardines y los senderos hasta la puerta principal; que justo en ese momento, estaba abierta por la entrada de un carruaje de suministros; la puerta de hierro se abrió y Levi apresuró el paso para salir antes de que esta se cerrase. Gracias a que llevaba la cabeza cubierta, nadie pudo reconocerlo. Pero los guardias sí se sorprendieron y luego se alarmaron al reconocer el caballo negro, y pronto alertaron a la reina.
El corcel de Levi salió galopando a gran velocidad, los senderos de piedra hacían que el eco de los cascos resonaran por las calles. Como un héroe, Levi iba a rescatar a su príncipe, y mientras cabalgaba se dio cuenta de algo sumamente importante y que antes no pensó y era que, él no sabía dónde vivía Eren.
Pero, ¿quién no hace locuras por amor? ¿Cosas tan impulsivas como éstas?
El príncipe Levi pensó una y mil formas de resolver su nuevo problema, hasta que una idea loca cruzó por su mente, puesto que ya no podía detenerse y mucho menos retroceder, sólo restaba hacer algo…
¿Hablar con caballos? Levi nunca pensó en hacer algo tan raro y fantástico, pero dada las circunstancias no tenía una mejor opción.
"Son fantásticos, ¿piensas igual?"; casi escuchó la voz de Eren en su mente diciendo esas palabras, entonces nada perdía con intentar, los milagros y la magia existen, después de todo.
—Escúchame amigo, Eren está en peligro, necesito que me lleves hasta él, solo tú sabes el camino —comenzó inclinándose a la oreja del animal mientras este corría —. Llévame con Eren, por favor.
Después de hacer eso, Levi no tenía grandes expectativas de lo que acaba de hacer, pero era su única alternativa ahora. Al haber rogado lo último, sin que Levi acelerara el paso, el mismo caballo negro se apresuró a trotar más rápido de lo que ya hacía, como si la velocidad con la que ahora corría no significara nada. Relinchó y Levi se agarró con fuerza de los crines.
¿Cómo había pasado? Quien sabe. A veces subestimamos la inteligencia de los animales, ignoramos que ellos también pueden sentir y escucharnos. Y exactamente esa había sido la razón por la que el fino corcel había reconocido el nombre de quien por años había cuidado de él. ¿O será porque esta historia es mágica?
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La travesía del príncipe Levi siguió alrededor de media hora más, las casas de un pueblo pequeño comenzaron a ser parte del paisaje nocturno. Casi en los límites del reino, una casa antigua con una torre rodeada de enredaderas verdes, se alzó imponente frente a sus ojos. A simple vista, era una hacienda constituida por dos construcciones; una casa amplia y un establo en la parte de atrás, que solo tenía un corral pequeño para otros animales, como los cerdos, pero que por demás, daba directo al bosque y al campo abierto.
Ya caída la noche, Levi se obligó a ser más sigiloso. Tiró de los crines para detener al caballo y de un salto bajó de él, el caballo se detuvo a unos metros de la casa y Levi salió con paso apresurado directo al jardín, no podía correr el riesgo de que lo descubrieran, no tenía ningún plan y no sabía tampoco si su enemigo tendría otras intenciones.
Llegó caminando hasta los establos; los animales ya se encontraban guardados, entonces escuchó un sonido que lo hizo esconderse tras un muro.
—Connie, debemos hacer algo ¡A este paso se llevarán a Eren!]
—No podemos hacer nada, somos unos simples lacayos Sasha, si intervenimos, nos quedaremos sin trabajo.
—Eres idiota, Eren es nuestro amigo.
A Levi se le sacudió el corazón cuando escuchó el nombre amado, estaba aliviado y de inmediato preocupado porque sus sospechas habían sido ciertas, Eren no lo había dejado pero también estaba en peligro.
—¿Pero qué planea hacer esa vieja loca?
—Planea venderlo como criado a uno de sus socios de un reino lejano; pero he visto a ese hombre, es escalofriante, recuerdo sus visitas en los establos; él miraba a Eren de manera extraña, de manera asquerosa. Supongo que está dispuesto a llevárselo.
—¿Y a qué hora será eso?
—Como dentro de una media hora. Ese gordinflón vendrá a recogerlo en una carreta.
El príncipe escuchó atentamente, indignado ante los terribles planes, salió de su escondite, si quería salvar a Eren de su destino, no podía quedarse ahí sin hacer nada. Los jóvenes mozos al verlo salir de la oscuridad lanzaron un grito de claro susto, entonces Levi se descubrió la cabeza y los miró.
—¡Su-su alteza! —exclamaron a la par al reconocerlo. Ambos habían asistido al baile y nunca olvidarían la imagen de Eren y el príncipe bailando. Y menos la presencia que este tenía.
—¿Dónde está Eren?, exijo que me lo digan.
—E-eren…—tartamudeó Sasha— ¡Tienen a Eren encerrado en el ático desde hace dos días! ¡Planean venderlo y llevárselo lejos!
—Quién pretende esto, dímelo.
—La señora de la casa alteza, por favor, haga algo por él —pidió con lágrimas y claro miedo.
Levi analizó las circunstancias mientras su molestia y dolor le recorrían la cabeza; había dos opciones; una esperar y otra adentrarse en la casa a la fuerza, en ambas los amigos de Eren estuvieron dispuestos a ayudarlo, cosa que agradeció.
Pero al final su decisión más sabia fue esperar rescatar a Eren en el acto, cuando asegurara la escena del sería lo mejor, no le daría tiempo a la malvada mujer para pensar en excusas o incluso huir.
Mientras aguardaban, tratando de no levantar sospechas, Levi preguntó más detalles de la vida de Eren y la relación con su tía.
—Es una mujer horrible, está loca de remate... Connie y yo solo llevamos unos años en esta casa pero de inmediato supimos que algo andaba mal.
—Correcto —interrumpió Connie—, la vieja y sus dos bastardos tratan a Eren como esclavo, lo obligan a hacer todas las tareas de la casa cada día, casi no duerme y es humillado y maltratado por ellos.
—Si, si, así es. El día que llegó tarde, ella lo golpeó en la cara frente a todos —dijo Sasha, con pesar, recordado aquel día.
Escuchando eso Levi apretó los dientes al recordar lo muy apurado que Eren estaba de irse ese día, ahora sabía porqué. Descubrir que la persona que amas ha tenido ese estilo de vida tantos años solo hicieron que Levi se sintiera más ansioso por rescatarlo y acabar con su sufrimiento. Lo lógico para él sería que Eren tuviera la peor de las personalidades o que fuera hostil y amargado por dentro, pero pareciera que su difícil vida le incitó a ser el chico más dulce y amable que hubiera podido conocer.
En ese momento el sonido de las ruedas de una carreta estacionándose en el camino, alertaron a los tres. Con claras indicaciones, Levi le ordenó a Connie ir por su caballo que había dejado a unos cuantos metros de la casa.
—Cuando tenga a Eren, ustedes pueden venir conmigo —dijo, saliendo al encuentro, pero primero se escondió detrás del muro, para asegurarse que Eren estuviera bien.
Y lo vio, el hombre que estaba en la carreta, tenía una expresión detestable que se desfiguró apenas vio salir a Eren, el cual caminaba con pesar, a empujones de un sujeto feo y con cabello cenizo. La mujer que supo, era la tía de Eren, se acercó hasta el hombre y este le entregó una bolsa de tela, seguro era un saco lleno de monedas.
Este acto le indignó, saber que la vida tan preciada del joven valía unas cuantas monedas. Sin poder mirar por más tiempo la escena y al ver a Eren sufrir de ese modo, desenfundó su espada y caminó a la vista de todos.
Carraspeó.
—Detengan sus movimientos —dijo, con tono de ultratumba.
Todos los rostros se voltearon.
La cara de Eren se volvió un poema de emociones, las cuales le hicieron llorar más, pero ahora de alivio y alegría. Levi apuntó la espada al mercader y luego la movió con decisión hasta la mujer.
—¡¿M-majestad?! —preguntó, al notar sus ropas elegantes y su capa negra.
El pánico se leyó en su rostro, es que las circunstancias no le daban ninguna excusa para su maldad.
—Entrégame a Eren —exigió, alzando la voz—¡Rápido!
Dina tragó duro, totalmente quieta, atrapada, no quiso moverse, porque por primera vez estaba acorralada. Jean tuvo miedo de la espada y de la mirada del príncipe, que parecía que en cualquier momento blandiría la espada y les cortaría el cuello a todos, así que, adelantándose a su madre presa del miedo, deshizo el nudo de las muñecas de Eren y éste, sintiéndose libre, corrió al lado de Levi. Apenas llegó a su lado, se aferró a su cuerpo y Levi lo atrapó con su mano libre.
En ese momento Connie llegaba con el caballo de Levi y se puso al lado de ambos, seguido de Sasha.
—Pagarás por todos tus crímenes, Dina Fritz. No admitiré en mi reino a seres tan despreciables como tú y tus hijos —sus palabras en ofensas se contuvieron, pero el odio y severidad en su tono de voz no—. Te ordeno que te vayas lejos, desde este momento...
—Espera Levi —intervino Eren, tomándolo del brazo, haciendo que bajara su espada—. No lo hagas…
—Pero esta malévola mujer te ha hecho mucho daño Eren.
—Lo sé, pero yo… la perdono.
Levi y todos los presentes escucharon atónitos la declaración sincera de Eren. La misma Dina se sorprendió, saber que ni en ese extremo de daño, Eren la odiaría un poco le arrancó una carcajada.
—¿Qué me perdonas? No me hagas reír —dijo, señalándolo—, ya te lo había dicho antes, pero eres idéntico a tu madre. Ahora veo que Grisha gustaba de mujeres débiles de carácter; eso de la bondad e ingenuidad de corazón la llevaron a su destino —pronto enfureció su expresión al hablar—. De que le sirvió todo eso ¿eh? Ambos están muertos, y me alegro por eso.
Eren se hallaba de pie, y aunque las palabras de Dina eran duras y con clara intención de herir, su mirada firme no titubeó.
—Aun después de esto, ¿serás benevolente conmigo?
—Así es —contestó al instante—. A pesar de todo, no tengo ningún rencor, y lamento todo el odio que ha cargado tu corazón roto.
Eso la dejó sin palabras.
La verdad era que hacía tiempo atrás, Dina se había enamorado de Grisha Jeager.
Ella se obsesionó tanto, que juró que él también sentía lo mismo por ella, pero esto no era así, Grisha era un noble, que por méritos propios y confiables se convirtió en un rey de un pequeño reino de un país vecino, y pronto se casó con Carla, una mujer en verdad dulce, hermosa y amable. Y de ese próspero amor, nació Eren. Poco después, al pequeño reino lo azotó una enfermedad incurable, y entre ellos, ambos reyes quedaron enfermos y no pudieron salvarse.
El despecho de Dina, que para entonces ya se hallaba casada con un comerciante de la zona, fue tan depravado y hostil que acogió al pequeño niño, asegurando ser pariente de su madre, pero la realidad era que ella quería vaciar sus frustraciones en Eren. Cuando tuvo la custodia en su poder, ella y su nueva familia se mudaron muy lejos, asentándose en el reino actual, con la confianza de que nunca encontrarían a ningún heredero, y ella por fin tomaría venganza.
Con la decisión tomada, Levi se montó al caballo, luego Eren lo siguió.
El príncipe no mostró intenciones de interponerse con la decisión de su amado, le bastó la humillación de la familia, sabiendo que por su propia voluntad ellos mismos dejarían el pueblo, así que salió cabalgando con Eren a bordo, sin dejar atrás a sus dos amigos que le seguían a bordo de Vainilla, pues Levi les había prometido un mejor lugar para trabajar: en el palacio.
Dina se quedó atónita viendo como la vida le había ganado, otra vez. Salió encolerizada hacia los establos, tirando y rompiendo todo a su paso, asustando a los caballos y cerdos del corral.
Quizá Eren no pensaba necesario el castigo, y eso fue afortunado, porque su corazón puro le permitía un feliz final… Pero así como Eren era un ceniciento especial, su hada madrina lo era también.
En su enojo solitario, Dina alzó la vista al reparar en un observador lejano; me encontró parada, descalza y sombría a lo lejos, ella quizá no se sorprendió lo suficiente porque yo pasaba por cualquier niño pobre del pueblo; así que no pudo decir nada porque rápidamente moví mis dedos y su figura humana pasó a convertirse en un cerdo. Uno grande y gordo, perfecto para el matadero.
Cuando sus hijos corrieron a buscarla poco después, no la pudieron encontrar. El hombre mercader demandó al instante que se le pagara el dinero invertido, y no conforme con eso, convenció a los dos hijos para que le dieran algo en compensación por hacerle perder su tiempo. Él escogió algunos animales, entre ellos, dos caballos y el cerdo más grande y chillón que vió.
El final perfecto.
Levi cabalgó más calmado, llevando a Eren en sus brazos, su joven moreno iba recargado en su pecho y lo abrazaba por la espalda, no dijo nada durante el camino porque aún se hallaba recordando, quizá en silencio le decía adiós a su pasado y a su vida triste.
Cuando llegaron al palacio, varios soldados se hallaban esperándolo, entre ellos Erwin y la reina. Eren se despabiló y bajó junto con Levi del caballo negro. La reina corrió a abrazar a ambos, por su puesto, reprendiendo las acciones imprudentes de su hijo, porque aseguró ella, casi muere de la preocupación.
Ya dentro del palacio, Eren junto con Levi se hallaba vestido con ropas nuevas y elegantes, esperando en el estudio junto con la reina. Aunque todavía se encontraba aturdido, estaba feliz, más dichoso que nunca.
Después de que Kuchel supiera la identidad de los padres de Eren, quiso hablar con él, mostrándole los registros de muy buena fuente que había obtenido. Eren más que ningún otro se quedó sorprendido al saber que él era en realidad un príncipe. Que sus padres habían sido unos reyes bondadosos, y por fin pudo saber la causa de su muerte. Erwin se asombró de su poder deductivo y el príncipe Levi, sin retrasar lo seguro, en ese momento se arrodilló ante Eren y le mostró la gran sortija con la gema verde, igual que sus ojos. Eren no dudó, y la fecha para la boda quedó decidida. Por supuesto, con su clara personalidad alegre y dulce, la reina había dado su consentimiento oficial, solo mirando la expresión de su hijo y la ternura con la que ambos se miraban, por fin, después de tantos años, su corazón quedó tranquilo y en paz.
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La fiesta en el reino se celebró como ninguna otra.
En el altar, Eren lucía el mismo traje blanco y elegante que en el baile, y Levi lo imitó en el color de su uniforme; ambos trajes blancos brillantes, pero él con una banda roja cruzándole el torso.
Todo era demasiado se casaron, y por fin pudieron sentir la dicha de estar juntos.
Cada día, Eren pasaba parte de su tiempo con los caballos, y Levi se dedicaba a mirarlo por la ventana mientras estudiaba, pero al verlo sonreír a lo lejos, no podía evitar la tentación de salir tras él y acompañarlo a cabalgar.
Tras pasar el tiempo, tal y como quería Eren, el cabello le creció, su belleza se incrementó y la felicidad de ambos también. Su imagen era más adorable que antes, y eso solo hacía que Levi nunca quisiera despegarse de su lado.
Ymir, ¿qué pasó con Gabi y los demás? Me preguntarán.
No se preocupen por el final de Jean y Gabi, que como bien le sucede a las personas como ellos, pagaron muy caro su maldad. En primer lugar se quedaron solos, nunca volvieron a ver a su madre pese a sus intentos de búsqueda, también, los caballos les fueron revocados, Connie y Sasha dejaron de trabajar para ellos, y en su lugar tal y como el príncipe les había prometido, vivieron en el palacio y junto con Eren siguieron cuidando a los caballos, quien siguió desempeñándose en el arte de la equitación.
La amabilidad del joven pronto le hizo ser muy querido y adorado dentro y fuera del palacio, con sus súbditos y nuevos amigos.
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Justo en los días soleados como hoy, ambos la pasaban en el jardín.
Eren miraba las rosas mientras paseaba tranquilamente.
La imagen de verlo tan sonriente y bañado por el sol, hacían que Levi lo amara un poco más todos los días. Momento que aprovechó para acercarse por detrás.
—Estaba limpiando algunas cosas y encontré esto, ¿te resulta familiar?
Eren volteó ante el llamado de Levi y localizó en su mano el par de su guante blanco, entonces rió al recordar ese día ahora lejano y luego caminó hasta él.
—Lo creí perdido.
—¿Me permites? —preguntó Levi, haciendo señas de ponérselo.
—Sería un honor…—dijo riendo, extendiendo su mano morena y Levi deslizó la tela de seda blanca a través de ella, la cual se ajustó enseguida al tamaño de su mano. Nada le sobró, nada le faltó. Era como una segunda piel sobre la suya.
—Confío en que no volverás a correr.
—Ten por seguro que no.
—Eren.
—¿Sí alteza?
—Te amo —expresó con ternura, besando su mano como ya se había acostumbrado a hacer.
—También te amo —contestó.
Y luego, Levi tomó a Eren despacio acercándose de a poco para poder besarlo.
En medio de las flores rojas, los dos jóvenes reyes, compartían el más flamante y apasionado beso de todos.
Y así, como lo dicta la tradición de los buenos cuentos… Vivieron felices para siempre.
El FIN.
Adoro los finales felices ;-;
Qué les pareció? Yo amé escribir esto, me reí mucho por mi imaginación -la parte de Levi hablando con el caballo es arte- xD
Fue un poco turbio lo de Dina no? Tuvo mucha concordancia con los gustos de nuestra Ymir fundadora y su sonrisa desde lejos, en fin
Espero les haya gustado como a mí, gracias por pasarse a leer~
