C3: Clavel estriado.

La chica rubia podría con gran lujo de detalle, contar la película de vida que vio pasar frente a sus ojos los instantes que esperó a ser atropellada por el caballo.

Va a doler.

―¡SOOOOOO! ― Se escuchó una potente voz femenina en un tono firme.

Y aunque Emira esperaba un impacto demoledor, en su lugar recibió una ola de hebras de hierba, pertenecientes al pasto arrancado por las pezuñas de King al frenar violentamente apenas a centímetros de donde su cuerpo había caído sin gracia alguna.

Emira retiró los brazos de donde cubrían su rostro, para ver como una joven montada en un caballo gris con el cuello moteado de blanco forcejeaba para mantener quieto a un muy asustado King, que ahora tenía una soga al cuello.

―¡Soooooooo! ― Repitió la jinete en un tono más sosegado y King, finalmente, comenzó a ceder.

Con la cuerda atada a su caballo, la joven retrocedió, obligando al caballo negro a retroceder también y a, por fin, alejarse de Emira.

La Blight liberó un suspiró que ni siquiera se había dado cuenta de que sostenía, y siguió observando la escena que se desarrollaba ante ella.

La chica, con un ágil salto, bajó de su caballo y rápidamente dirigió su atención a King.

― Tranquilo muchacho. ― Le dijo con voz tranquilizadora. ― Estás bien, no hay peligro, ya pasó, ya pasó.

Acariciaba suavemente las mejillas y crines de King, mientras el caballo resoplaba en lo que parecía un esfuerzo por calmarse.

La joven siguió rascando en la mandíbula del animal hasta tocar un punto que…

Hizo que King se recostara sobre el pasto.

Entonces profirió una sonora carcajada.

― ¡No puedo creer que en verdad funcionara! ― Exclamó con una sonrisa.

Emira, que seguía en shock por casi ser arrollada por una bestia de media tonelada, estaba inmóvil y aun aterrada.

Fue entonces que la chica se giró y con pasos calmos se dirigió a ella.

La rubia no podía ni parpadear cuando dos manos grandes y cálidas tomaron las suyas que temblaban incontrolablemente.

― Hey. ― Dijo la chica en un tono tranquilizador. ― Todo está bien, estás a salvo. ¿Puedes escucharme?

Emira, completamente disociada, sólo miraba intensamente las manos que tomaban las suyas, apretando con fuerza, la calidez la hacía sentir estable, era como si al soltarlas fuera a salir volando.

― Hey. ― Dijo la chica de nuevo, intentado levantar una de sus manos.

Emira la sujetó con fuerza y la apretó contra su pecho.

―No, no, tranquila, estoy aquí. ― Siguió hablando suavemente la chica mientras acariciaba sus manos. ― No voy a ningún lado, tranquila.

Emira respiraba entrecortadamente y no dejaba de temblar, parecía que apenas había reconocido el peligro en el que había estado.

Lo cerca que estuvo de morir.

― Hey, hey tranquila. ― Le dijo la joven, al fin logrando soltar una de sus manos para llevarla al mentón de la rubia, alzando su rostro. ― Mírame Em. ¿Puedes escucharme?

Y fue entonces que Emira perdió el aliento por una razón distinta.

La chica estaba arrodillada frente a ella y MUY cerca.

Tenía el cabello castaño atado en un tenso chongo sobre la cabeza, los flequillos caían enmarcando una piel bronceada por el sol y salpicada de pecas, los ojos eran verde oscuro y resplandecían con el sol de la mañana, reflejando motas ambarinas en el iris, los pómulos sobresalían sobre las adorables mejillas a causa de la sonrisa que le estaba dedicando, mostrando unos bonitos dientes blancos, particularmente llamaba la atención el arete en su oreja, era un…

¿Anzuelo?

La respiración de Emira se fue calmando mientras que su corazón se agitaba motivado por un hecho diferente.

― ¿Sabes mi nombre? ― Fue lo único que atinó a decir.

La joven resopló.

― Claro que sé tu nombre, eres la hija del decano. ― Le dijo risueña.

Y ¡Oh! Esa risa era tan encantadora que hizo sonreír a Emira también.

―¿Ya estás más tranquila? ― Le preguntó al parar de reír.

Emira soltó un largo suspiro.

― Creo que-

―¡EMIRA! ― Exclamó una voz masculina, sobresaltando a las chicas y haciendo que la castaña retirara sus manos de las de la rubia al girarse.

No…

Alador Blight llegó a la escena completamente agitado, siendo seguido casi inmediatamente por Amity y un poco más lejos, Luz.

El hombre se inclinó al lado de su hija intentando recuperar el aliento.

― Emira…. ― Repitió entre exhalaciones. ― ¿Estás… Bien?

Amity pasó por un lado de su padre y rápidamente se hincó al lado de Emira.

―¡¿Te golpeó?! ― Preguntó con atropello. ― ¡¿No te golpeó verdad?! ¡¿Estás bien?!

Emira rio suavemente.

― Estoy bien Mittens, es bueno saber que si me quieres.

Amity la golpeó sin fuerza en el hombro con lágrimas en los ojos.

―¡No juegues Emira! ¡Me asusté mucho!

Emira abrazó levemente a Amity con el brazo derecho.

―Estoy bien Amity, King ni siquiera me tocó. ― Miró a la chica que seguía frente a ella. ― Ella me salvó.

La joven se sonrojó levemente y sonrió.

― ¡EMIRA! ― Gritó Luz hincándose al otro lado de la rubia caída, obligando a su padre a retroceder levemente. ― ¡Lo siento muchísimo! ¡Fue un accidente, iba a…!

― Quiero agradecerle señorita Beastorm. ― Interrumpió Alador irguiéndose junto a las jóvenes mientras recuperaba la compostura, alisando su delicado traje y peinando de nuevo su cabello. ―Es bueno saber que la educación equina que ha tenido haya dado tan buenos frutos.

― Gracias Dr. Blight, me alegra haber podido ayudar.

―Ahora, Emira, Señorita Beastorm, por favor retírense, las clases están por comenzar. ― Ordenó con severidad.

La indicación dejaba claro que tenía algo que decirles a Luz y Amity.

Las jóvenes menores se apartaron para dar espacio a que la rubia se levantara.

Emira comenzó a ponerse de pie…

―¡OW! ― Exclamó cayendo de nuevo al suelo.

― ¿Qué pasó? ― La joven castaña se hincó de nuevo junto a ella rápidamente.

― Mi tobillo… ― Explicó Emira. ― Creo que me luxé.

―Oh, fue cuando intentaste correr. ¿Verdad? Tu tobillo debió doblarse antes de que cayeras.

La joven Beastorm tomó el tobillo de Emira con delicadeza, quitándole el zapato y el calcetín sin provocarle dolor.

La chica vio la piel del tobillo e hizo una mueca ante su tonalidad amoratada.

― Sí… Esto no se ve muy bien, creo que es mejor llevarte a la enfermería, vas a necesitar analgésicos.

Beastorm se puso en cuclillas al lado de Emira, puso un brazo bajo sus rodillas, el otro alrededor de los hombros, y sin siquiera jadear, la levantó del suelo.

Emira soltó un leve chillido de asombro y abrazó el cuello de la chica.

― ¡Wow! ¡Que fuerza! ― Dijo la rubia tras la sorpresa.

La castaña soltó una carcajada.

―No detienes a un caballo sin un poco de músculo. ― Entonces se giró hacia el decano. ― Será más rápido si la llevo a caballo, Puddles está bien entrenada…

Alador asintió con solemnidad.

― Haré una excepción esta vez, puedes sacar al caballo del campo.

―¡Bien! ―Susurró la chica tan suave que sólo Emira la pudo escuchar, sacándole una sonrisa.

La joven empezó a caminar hacia su caballo con la rubia en brazos.

―¡Puddles! ― Exclamó dirigiéndose al caballo. ― Lay.

El caballo atendió a la orden de su jinete sentándose sobre sus patas traseras y doblando las delanteras hasta estar recostado sobre el piso.

La joven sentó a la rubia de costado sobre la silla, luego montó tras ella, poniendo su pierna derecha bajo las de Emira.

― Sostente de la silla, y no te asustes. ― Indicó. ― Puddles, up up.

El caballo se levantó, tomando desprevenida a Emira nuevamente, quien, en lugar de sujetar la silla, rodeó la cintura de la castaña con un brazo para estabilizarse.

La joven rio.

― O puedes sostenerte de mí, no me molesta. ― Concedió ante el súbito abrazo de la rubia.

Emira rio suavemente también, y al no sérsele negado, mantuvo su brazo en su lugar.

La castaña tiró suavemente de la cuerda atada a la silla, haciendo que King se levantara del suelo.

― Señorita Beastorm…― Habló nuevamente el decano, llamando la atención de la castaña, que giro la cabeza en su dirección. ― Le agradezco como no se puede imaginar lo acaba de hacer y el que lleve a mi hija a la enfermería… Pero debo recordarle que hay un código de vestimenta que debe seguir durante el horario de clases.

La joven ladeó la cabeza y miró fugazmente a su atuendo de equitación.

―¿Perdón? ― Dijo cuestionando al decano.

El hombre señaló su propia oreja.

― Su… Alhaja, señorita Beastorm.

La chica se ruborizó levemente y llevó las manos a su oreja con rapidez para quitarse el anzuelo.

― Disculpe Dr. Blight, me olvidé de quitármelo esta mañana.

Emira, de forma poco disimulada, fulminó a su padre con una mirada de disgusto.

Detrás de él, al lado de Amity, Luz hizo lo mismo.

― Iremos a dejar a King en su taquilla y luego te llevaré a la enfermería. ― Dijo la chica llamando la atención de la rubia de nuevo.

Emira asintió, relajándose por fin después de tanto alboroto.

No se dio cuenta de la forma en que recargó su cuerpo contra el pecho de la otra joven.

La castaña chasqueó los labios para indicar a King que las siguiera, el caballo obedeció sin rechistar.

― ¿Entonces… Te llamas Beastorm? ― Preguntó Emira con timidez.

La joven resopló.

― No, ese es mi apellido, yo me llamo Viney.

Las dos jóvenes mayores siguieron conversando mientras se alejaban.

―Ahora… ― Dijo Alador en un tono, en palabras de Luz, aterradoramente tranquilo. ― Por favor explíquenme que pasó.

Luz dio un paso al frente con premura.

― ¡Lo siento mucho, fue todo mi culpa! ¡Es sólo que King es muy lindo y quería tomarme una foto con él, entonces abrí la puerta-

― ¡¿Tú abriste la puerta?! ― Exclamó Amity con enojo. ― ¡Luz! ¡Me dijiste que nunca antes habías visto un caballo! ¡¿Cómo se te ocurr-

―Amity. ― Interrumpió el decano con el mismo tono inquietante, la castaña guardó silencio y se encogió sobre sí misma en un movimiento que claramente estaba tatuado en su memoria muscular. ― Deja que termine.

La chica agachó el rostro y Luz la miró con angustia, alargó su mano para tocar su hombro y preguntarle si estaba…

―Señorita Noceda… ¿Verdad? ―Pronunció de nuevo el decano. ― Por favor, termine de explicar lo que pasó.

La voz tan severa hizo que la propia Luz se encogiera con vergüenza.

― Uh… Yo… ― Tomó una respiración profunda. ― Abrí la puerta de la taquilla, y entré, saqué mi teléfono porque quería tomarme una foto con King, el teléfono se me iba a caer y mientras intentaba atraparlo… Le di una… Palmada a King… En el muslo… Y… Salió corriendo. ¡Lo siento mucho!

Alador arqueó una ceja.

― ¿Debo entender que tú permitiste esto, Amity? ― Preguntó el decano a su hija con una mirada impenetrable.

Amity levantó la vista, horrorizada.

― ¡No, no, no! ― Intervino Luz. ― ¡Todo fue mi culpa! ¡Amity ni siquiera estaba conmigo cuando-

― ¿Dejaste sola a una nueva estudiante junto a los establos? ¿A una que te dijo específicamente que nunca había visto un caballo?

― ¡Sólo fue un minuto padre, Amelie me llamó y-

― ¿Estabas usando el teléfono mientras debías cumplir con tus obligaciones?

Amity se mordió el labio y cerró los ojos ahogando algunas lágrimas.

― Sí, padre… ― Concedió finalmente.

Alador paseó la mirada entre las dos chicas de forma reflexiva.

― Señorita Noceda. ― Dijo al fin después de varios segundos. ― En vista de que es su primer día, y que el incidente no tuvo mayores consecuencias, lo dejaré pasar con una advertencia… Particularmente porque fue dejada sin supervisión en un área hostil…

Dirigió una mirada fúrica a Amity.

― Desearía que nos pudiéramos haber conocido en mejores términos, espero que este comportamiento tan irresponsable e impetuoso no se repita. En cuanto a tu irresponsabilidad, Amity, discutiremos este asunto en casa. Ahora, vayan a su edificio.

Amity estaba tan sosegada como en cualquier momento del tour, pero Luz podía notarlo.

Su piel estaba más pálida.

Sus manos arrugaban levemente la impecable falda.

Se mordía levemente el labio inferior.

Una brizna de sudor cubría su frente.

Y…

Sus hermosos ojos brillaban con lágrimas que se esforzaba por no soltar.

― Sí, padre.

―Pero primero… Dame tu teléfono. ― Ordenó a la castaña.

Amity lo miró con ojos suplicantes.

―Pero…

― Ahora. ― Sentenció.

Amity metió la mano en el bolsillo y con manos temblorosas, le entregó el dispositivo al decano.

A su padre.

Alador Blight se dio la vuelta y comenzó a alejarse rumbo a un carrito de golf estacionado junto a los árboles.

Se montó en él y rápidamente se dirigió a un edificio grande tras los árboles.

Con la ausencia del director, el ambiente se tornó aún más tenso.

Luz se rascó la nuca con incomodidad.

―Amity yo…

― Cállate. ― Interrumpió la castaña con severidad.

Luz, anonadada al ver perdido el tono calmo de Amity, guardó silencio.

Amity se giró a mirarla, su entrecejo estaba profundamente fruncido y sus labios se tensaban en una delgada línea.

La piel pálida estaba preocupantemente teñida de rojo.

La castaña cerró los ojos, inhaló profundamente, luego suspiró, recuperando su tono de piel.

―¿Estás herida? ― Le preguntó a Luz con los ojos aun cerrados.

― N-no. ―Respondió la morena, titubeante.

―Bien.

Amity dio un paso al frente, colocándose cerca de Luz.

Miró a ambos lados para asegurarse de que no quedara más gente en el campo.

Luego miró de nuevo a Luz.

― ¡¿Eres estúpida?! ¡¿Cómo se te ocurre meterte al establo sola?! ― Bramó Amity con furia.

Luz retrocedió con sorpresa ante las palabras crueles de Amity.

― Y-yo, no pensé que fuera tan grave…

― ¡¿NO PENSASTE QUE FUERA TAN GRAVE METERTE AL ESPACIO DE UN ANIMAL DE MEDIA TONELADA CON EL QUE NUNCA HAS TRATADO?! ¡CLARAMENTE NO PENSABAS NADA EN LO ABSOLUTO! ¡¿Sabes el problema en el que me acabas de meter?! ¡TE DEJÉ SOLA UN MINUTO LUZ! ¡UN! ¡MINUTO!

― ¡Lo siento! ― Se excusó la morena. ― ¡Fue un ac-!

― ¡NO FUE NINGÚN ACCIDENTE! ¡No tenías porqué entrar ahí! ¡King pudo patearte! ¡Pudiste salir herida! ¡POR POCO MATAS A MI HERMANA!

Luz retrocedía mientras Amity avanzaba hacía ella, aumentando energéticamente el volumen de su voz.

― ¡¿SABES A QUE VELOCIDAD CORREN LOS CABALLOS?! ¡¿CUÁNTO PESAN?! ¡¿CON QUE FUERZA GOLPEAN?! ¡¿SABES CUANTOS ACCIDENTES HEMOS TENIDO POR IDIOTAS DESCUIDADOS CÓMO TÚ?! ¡¿SABES QUE SI KING HUBIERA GOLPEADO A EMIRA LO PODRÍAN HABER SACRIFICADO?!

Los ojos de Luz se ensancharon con asombro.

― ¡PUSISTE A TODOS EN PELIGRO, INCLUIDOS TÚ Y KING! ¡HICISTE QUE MI HERMANA SE LASTIMARA! ¡ME DEJASTE EN RIDÍCULO DELANTE DE MI PADRE! ¡HICISTE QUE ME QUITARAN EL ÚNICO MEDIO QUE TENGO PARA COMUNICARME CON MI HERMANA!

El estómago de Luz se apretó con culpa.

Realmente no pensó antes de actuar.

Su impulsividad la metía en problemas con frecuencia.

―¡¿No tienes nada que decir?!

―¡Lo siento! ― Exclamó Luz con lágrimas en los ojos. ― Perdón, yo… Yo sólo no pensé, fue un impulso… Lo siento… No volverá a pasar.

Amity guardó silencio por unos segundos, mientras su cara enrojecida recuperaba su tono normal.

Al aparentemente haber terminado con su discurso, se sacudió el uniforme, pasó una mano por su cabello para alisarlo, respiró profundamente y recuperando su semblante neutral, comenzó a caminar rumbo al sendero que llevaba a los edificios del campus.

―Vamos, casi comienzan las clases. ― Dijo sin volverse para asegurarse de que Luz la seguía.

Pero la morena obedeció.

Los minutos de regreso al edificio fueron incómodos y silenciosos, contrastando tristemente con el resto de la mañana.

Llegaron al fin al edificio Judas.

Bastantes más alumnos eran visibles ahora.

Amity llevó a Luz a lo largo del pasillo blanco con azulejos marrones, hasta llegar a un tramo particular de los casilleros negros.

La castaña se volvió hacía uno de ellos y rápidamente introdujo una combinación, abriendo la puerta.

Sacó una carpeta blanca y se la entregó a Luz con un pequeño papel por encima.

― Ahí dentro está tu perfil médico, vas a tener que hacer el chequeo después de clases ya que tu incidente nos dejó sin tiempo. ¿Puedes ir sola a la enfermería después de clases? ― Preguntó con severidad.

La morena asintió culposamente.

― Bien. En ese papel viene la combinación del candado de tu casillero, que es este, desafortunadamente. ―Dijo señalando el casillero junto al que parecía ser el suyo. ―Tienes las mismas clases que yo, así que sígueme al terminar cada clase para que sepas donde están las aulas.

Luz asintió de nuevo.

―De acuerdo, una última cosa. ― Amity suspiró frunciendo el ceño. ― No te me acerques, no te sientes a mi lado, no me hables a menos que sea absolutamente necesario, no quiero tener nada que ver contigo.

La castaña cerró la puerta de su casillero con fuerza, y se dio la vuelta para caminar rumbo a la primera aula de clases.

―¡Amity espera! ― Exclamó Luz llamando la atención de la castaña, que se detuvo sin darse la vuelta. ― De verdad lamento mucho lo que pasó, daría cualquier cosa por volver en el tiempo para no haber hecho esa tontería.

Luz dio un paso al frente.

― Gracias por mostrarme el campus, me divertí mucho contigo durante la mañana, eres muy agradable… Esperaba que pudiéramos ser amigas…

La hija del decano titubeó sólo por un instante.

― Te dije que no me hablaras. ― Concluyó para seguir su camino.