Capítulo 3

-Lo que hiciste ayer estuvo mal. Muy mal.

-Sí señor.

-Tanto el Dr. Odgen como yo nos preocupamos mucho por ti cuando nos enteramos de que estabas desaparecido.

-Sí señor.

-Entiendo que quieres buscar a tu madre...

-Yo...

-No me interrumpas -dijo William, exhalando un fuerte suspiro-. Odgen y yo somos responsables de su seguridad.

-Es que...

-Normalmente no repito un pedido dos veces.

-Sí señor.

-Como usted ha visto su decisión estaba totalmente equivocado. Espero que hayas aprendido la lección.

Cuando Murdoch terminó, observó la reacción del chico. A pesar de sus dos pequeñas interrupciones, Harry siguió toda la charla con los ojos abiertos. expectante. Ahora parecía bloqueado por una mano invisible. Sus ojos estaban acompañados por la infinita tristeza que había visto en cualquiera de sus gestos desde que lo conoció hace dos días.

-Él no está aquí.

-¿A qué te refieres?

-Mi madre... tal vez esté muerta desde el principio.

-Harry...

En ese momento Murdoch descubrió un desafío que nunca pensó que tendría que enfrentar. Le costó mucho... Julia sabría qué hacer en esta misma situación. Aunque estaba tratando de contener las lágrimas dentro de sus ojos, el niño estaba a punto de desmoronarse. Darse cuenta, por segunda vez, de que había perdido lo más importante de su vida.

En ese momento William recordó su propia pérdida hace muchos años. No tenía a nadie que le diera ese abrazo. ese gesto amoroso... cuando vivió la misma situación.

-¿Sabes lo que vamos a hacer? -señaló interrumpiendo la caída del primer desgarro con un dedo-. investigar.

-¿Cómo?

-Busquemos en esta casa cualquier indicación que nos dé pistas sobre tu madre. No debemos desmayarnos en la búsqueda.

-Sí señor.

Media hora más tarde las búsquedas fueron infructuosas. No había indicios de la presencia de Anna en esa casa. La casa estaba semi-abandonada. En la cocina el detective decidió servir dos vasos de leche. Tal vez era hora de cambiar de táctica. Sal de ahí rápido.

-¿Has estado alguna vez en esta ciudad?

-Sí señor. Hace dos años. Durante tres meses. En una pensión cerca del río San Lorenzo. Luego vamos a los Estados Unidos.

-¿Recuerdas los lugares más frecuentes donde te mudaste?

Durante dos minutos, mientras bebía su vaso de leche, el niño mantuvo los ojos entrecerrados.

Tiene una excelente habilidad para concentrarse -el detective llamó, sacudiendo la cabeza-. Estoy demasiado cansado.