o-o

¡Bienvenidas al nuevo capítulo!

o-o

Capítulo 3

BPOV

¿Ellos acaban de decir que quieren no sólo mi vientre si no también mis óvulos? Lo único que puedo pensar es que su hijo sería mi hijo, pero no lo sería, sería únicamente suyo. Mierda. Ni siquiera sé cómo me siento al respecto. Esto es otro nivel.

No he dicho ni una sola palabra desde que Jake me ha informado sobre la nueva propuesta que tienen para mí. No sé cuánto tiempo ha pasado.

—¿Isabella? —Edward me inspecciona—. ¿Estás bien? —agita una mano frente a mí.

Vuelvo de mi trance.

—Sabemos que la nueva propuesta implican mayores riesgos y lazos, por eso es por lo que necesitamos de alguien en quien podamos confiar —la voz de Jacob está llena de anhelo. Él espera a que acceda con ello—. También por eso hemos incluido la posibilidad de que puedas verlo después de su nacimiento.

—Oh —no salen más palabras.

Eso también me ha sorprendido, ¿querría yo ver al niño o niña más adelante? Ni siquiera sabía si podía llegar a aceptar las nuevas condiciones. Mi mente divaga, no me permite concentrarme en nada en específico ¿Mis óvulos? ¿Un hijo, mi hijo? ¿Verlo más adelante?

—Yo no sé… —comienzo a decir—. ¿Qué tan diferente sería? Además de lo obvio.

—Tendrían que hacer algunas pruebas extras, como las que se hizo Alice para saber si tus óvulos están en buenas condiciones para poder ser fecundados. Se realizaría una inseminación intrauterina —explica Edward—. Es casi seguro que debas de tomar algunos medicamentos para facilitar la ovulación e incrementar la fertilidad. Es un procedimiento bastante sencillo a comparación de otros.

—¿Los medicamentos podrían tener alguna consecuencia posterior? —pregunto.

—No, pero en caso de que haya algún tipo de consecuencia posterior, nosotros nos haremos cargo de todos los gastos que esto equivalga para ti —dice Jacob de manera pronta—. Sabemos que es mucho lo que pedimos, eres bastante joven, pero prometemos que pondremos ante todo tu salud. Si en algún momento el embarazo pone en peligro tu vida lo suspenderemos. Eso será incluido en el contrato.

—Contrato —murmuro.

—Por supuesto —dice Edward de manera tosca—. Eso nos protege a nosotros por si en un futuro quieres estafarnos o quedarte con el bebé —sus acusaciones y su actitud comienzan a molestarme.

—Y a ti, también te protege a ti, te asegurarás de esa manera de que paguemos y cumplamos con todas tus condiciones —veo cómo Jacob le lanza una mirada de reprensión a Edward y veo que aprieta su pierna por debajo.

—Ajá —le digo, pero después miro de manera directa a Edward—. La verdad es que no sé qué hago aquí si es que dudan tanto, ¿por qué no se encargan de buscar ustedes mismos a alguien de confianza? Buena suerte —empiezo a tomar mis cosas para irme de ahí. Sabía que no debí de haber venido. Todo esto es una verdadera locura.

Sólo doy un par de pasos cuando vuelvo a sentir el calor de su piel tocándome, pero esta vez es en mi brazo. Miro el lugar donde se encuentra su mano y subo hasta su rostro.

—Por favor, no te vayas —me pide, luce un poco apenado, pero sólo un poco—. Yo lamento haberme comportado así —dice a regañadientes—. Esto es demasiado importante para nosotros y quiero asegurarme de que salga bien, sería muy doloroso para Jacob que esto saliera bien.

—Realmente quieren tener un hijo —lo miro a él y después a Jacob, quien nos está observando. Luce preocupado, incluso asustado.

—Regresa a la mesa, hablemos de esto bien ¿sí? —me pide Edward.

Me siento sorprendida por lo que voy a decir, pero la mirada en Jacob termina de convencerme. Ellos realmente quieren formar una familia y sé por Alice que llevan un año organizando todo, sé que no soy la única que puede hacerlo, pero soy a quien ellos han acudido. Pensaré en el bebé como su bebé, no mío. Me concentraré en ellos y su anhelo. Ellos son lo importante en este asunto, yo seré sólo una incubadora.

—Está bien —digo con resignación, pues ya he tomado mi decisión.

En cuanto me siento, veo que en el rostro de Jacob vuelve a mostrare un atisbo de esperanza.

—Nosotros cubriremos todos los gastos de cualquier inconveniente que pueda ocasionarte, pero nos aseguraremos de tomar todas las medidas posibles para evitarlo —Jacob extiende su mano y toma la mía que se encuentra sobre la mesa.

—Está bien, lo haré —asiento hacia él—. Les daré mis óvulos y rentaré mi útero para poder engendrar a su hijo.

—¿En serio? —pregunta Jacob. Tiene una gran sonrisa en su rostro—. Bella, desde ya puedes considerarte parte de la familia ¿no es así, Edward?

Miro con una ceja alzada al susodicho. Disculpen que me muestre un poco escéptica, pero dudo que Edward me mire ya como parte de su familia.

—Por supuesto que sí —dice con vehemencia para mi sorpresa—. Desde ahora cuentas con nuestra protección. Al final es un lazo que nos unirá para siempre a los tres. No queremos que seas sólo una incubadora, queremos que también nos veas como tu familia —vaya, eso es un pequeño atisbo de sonrisa.

—Ahora tenemos que hablar de tus peticiones —la sonrisa de Jacob no desaparece.

—El pago que te ofrecemos por tus óvulos y tu vientre es de noventa mil dólares ¿estás bien con ello? En el contrato, como dijo Jacob, también estará estipulado lo que ye hemos dicho ya, nosotros nos haremos cargo de gastos médicos o afines.

¿Noventa mil dólares? Eso es mucho más de lo que esperaba.

—Sí, por supuesto. Es más de lo que esperaba, para ser sincera —me doy un golpe mentalmente por no tener filtro entre mis pensamientos y lo que digo—. Amm, Alice me comentó sobre algunos aspectos como el mudarme a su casa —digo apenada—. No sé si ella les comentó…

—Sí, descuida, ella nos habló de tu situación —dice Edward. Su actitud a la defensiva ha desaparecido—. Esperábamos que pudieras mudarte en esta semana.

—Ya hemos preparado una habitación para ti —Jacob tiene una enorme sonrisa en su rostro— Como dijo Edward, esperamos que puedas mudarte con nosotros esta semana.

—¿Cuándo empezaría todo el proceso? —cambio de tema porque de pronto me he sentido incómoda.

—Descuida, primero debes de establecerte bien y crear una nueva rutina —me dice Edward—. No queremos que abandones tu trabajo con Alice, así que primero queremos que te organices y a partir de ahí empezar a programas las consultas.

—Gracias, eso es fantástico, eso me permitirá ponerme de acuerdo con Alice para no quedarme sin trabajo —les sonrío.

—Gracias por esto, Bella —Jacob extiende de nuevo su mano y toma la mía—. Nuestro hijo…

—O hija —dice Edward.

—Nuestro bebé será hermoso. Los genes de ambos crearán una maravilla —y aunque creo que lo dice de manera sincera, hay algo en su mirada que me hace pensar en que no llega a disfrutar de esto al cien.

Después de eso nos quedamos en un silencio un tanto incómodo.

—Esperaré hasta el sábado para mudarme, si les parece bien —comento.

—Por supuesto, si necesitas que te ayudemos con algo solo dinos —me ofrece Jacob.

—Amm no, es… solo se trata de mi ropa —me muerdo mi labio. Ellos están siendo mucho más amables de lo que esperaba.

—Entonces te esperamos el sábado. Es perfecto, ambos estaremos.

—O—

Y aquí estoy, una semana después de mi primer encuentro con Edward y Jacob. Echo a la maleta mis últimas prendas. Sólo me queda meter mis cosas del baño y todo estará listo. Rosalie me está ayudando a meter en una caja algunas cosas como mis álbumes de fotos, portarretratos, discos, libros y un par de cosas que pude sacar antes de que Sue me quitara todo.

Me siento lista y no sólo me refiero a mi mudanza; en los últimos días me he convencido de que estoy haciendo lo correcto y que podré lograrlo, no dejo de ser consciente en lo que todo esto puede implicar, pero estoy lista para sobrellevarlo, además de que es de gran ayuda el contar con el apoyo de Edward y Jacob, ambos han estado al pendiente de mí desde nuestro encuentro en la cafetería. Podré darles a Edward y Jacob la familia que ellos quieren. Aunque no he podido evitar que en estos días mi atención se centre únicamente en Edward. Recuerdo sus ojos, sus rasgos angulosos, masculinos y sensuales, pero también pienso en su mirada y actitud hostil, en sus dudas y sí, incluso recuerdo el calor que su tacto despertó en mi cuerpo.

—Todo listo ¿estás segura de que no quieres que te acompañe? —me pregunta Rosalie mientras se sienta a mi lado.

—Sí, descuida. Ellos estarán ahí para ayudarme —la tranquilizo.

—¿Cuándo comenzarás con todo el procedimiento? —me pregunta—. ¿Te han dicho algo?

Niego con la cabeza.

—Ellos quieren que primero encontremos una rutina y yo pueda acoplarme, después me llevarán con una tal doctora Yang para que me revise —comento.

—Todavía estás…

—No, en verdad quiero hacer esto —sonrío—. Experimentaré un embarazo sin tener hijos, es extraño, pero no sé, es difícil de explicar; hay algo que me dice que debo hacerlo. Es como una fuerza que me empuja a ello.

—Estaré aquí para ti ¿de acuerdo? —mi amiga me abraza y yo me apoyo en su hombro.

Rosalie y sus padres son la única familia que me quedó después de que mi padre se casara con Sue y así como había algo que me decía que debía de hacer esto, también hay algo que me dice que la necesitaré, su apoyo y cariño, a lo largo de todo esto.

Subo mis maletas y las dos cajas a mi carro. Me despido de Rosalie y su madre, no sin antes haberles prometido que me comunicaré con ella cuando ya esté instalada. Anne, la madre de Rosalie también me pide que esté en constante comunicación con ella. Las comprendo, al final poco saben ellas de Edward y Jacob, aunque no es como que yo los conozca mucho.

Conduzco hasta Malibú y pienso que tendré que levantarme más temprano para poder llegar al trabajo, pero la vista y el sonido del mar lo compensará a la perfección. Me adentro en un fraccionamiento con aparente tranquilidad, las casas se encuentran separadas, pero sí se alcanzan a ver entre sí, dan la privacidad necesaria. Sigo avanzando hasta llegar a una con estilo mediterráneo, hay amplias ventanas francesas, una puerta de madera blanca, grandes balcones y columnas. Es una casa preciosa.

Bajo de mi auto justo en el momento en que la puerta se abre. Ahí se encuentra parado y recargado en el marco de la puerta Edward Cullen. Lo veo mirándome, me cuesta descifrar en qué humor se encuentra. Siento su escrutinio y un escalofrío extraño me recorre por completo. Me sacudo y abro la cajuela para tomar mis maletas. Él pronto se encuentra a mi lado y antes de que pueda sacarlas, él las toma.

—Déjame a mí —me dice.

—Oh, hola, estoy bien, gracias por preguntar —suelto sin pensar antes. Demonios, Bella—. Lo siento, no…

—Error mío, sólo quería ayudar —dice cortante y avanza por el camino de la entrada con mis maletas en ambas manos.

—No, yo lo siento —cierro la cajuela y corro para alcanzarlo—. Es sólo que me tomaste por sorpresa y en nuestro encuentro en la cafetería tuviste…

No alcanzo a terminar mi frase porque me estampo contra algo firme. Es su espalda. Él se ha detenido de repente. La fuerza del impacto me hace tambalear y doy unos pasos hacia atrás, mis pies se tropiezan entre sí y cierro mis ojos con fuerza esperando sentir el pavimento, pero jamás llego a sentir el piso. Una mano grande y firme se posa en mi espalda impidiendo mi caída. Abro mis ojos y me encuentro a sólo unos centímetros de Edward. Sus ojos están fijos en mí, nuestras miradas conectadas hacen que sienta un hormigueo en mi estómago. El centro de mi pecho se agita, puedo sentir el palpitar mi corazón detrás de mis oídos.

—¿Estás bien? —me pregunta y su voz, su voz se ha vuelto más grave de lo usual.

Percibo su mirada recorriendo mi rostro. Un cosquilleo me recorre las mejillas y… mis labios.

—Yo… lo siento —a penas soy capaz de susurrar.

—¡Ya estás aquí! —escucho a Jacob detrás de mí.

Edward me suelta y me ayuda a enderezarme. Su mirada me sigue por un par de segundos y después mira a su pareja que viene por el mismo camino.

—Acabo de llegar —comento—. Edward me ayudaba con las maletas. Todavía tengo un par de cajas en el asiento trasero de mi carro.

Miro hacia donde tengo estacionado mi viejo sedán negro.

—Yo me encargo de eso —dice Jacob—. Ustedes entren.

Miro a Edward tomar mis maletas y comenzar a andar hacia la casa. Me pide que lo siga. Al entrar echo un vistazo. Toda la casa se encuentra bañada con la luz natural del día, gracias a las múltiples ventanas francesas. Es una casa de espacio abierto, con las paredes blancas; hay vigas en el techo y una chimenea. Los muebles beige con cojines y telas en tonos tierra. Luce bastante bien y confortable.

—Jacob tuvo un imprevisto en el trabajo —me explico Edward—. Llevaré tus cosas a tu habitación, mientras puedes ir a la cocina. He preparado una comida para la ocasión. La cocina está por allá —me señala el muro donde se encuentra la chimenea. Guau, ¿lo que veo es acaso una sonrisa?

—Por cierto, ¿Bella? —me volteo a mirarlo—. Lo siento, por lo del otro día en la cafetería. No era mi intención hacerte sentir mal.

—¿Dónde está? Quiero conocerla, ¿dónde está? —escucho una voz femenina y unos pasos apresurados.

—¿Mamá? —pregunta Edward.

¿Su madre?

—¡Quiero conocer a la madre de mi futuro nieto! —la escucho hablar con una inmensa alegría. De pronto soy consciente de que habla de mí. Soy yo a quien vino a conocer.

Cuando miro hacia la puerta me encuentro con una mujer que ronda los cincuenta. Tiene un hermoso rostro ovalado, pero con rasgos afilados, su cabello color caramelo ilumina a la perfección la palidez de su piel y combina con el tono verde de sus ojos. Noto de inmediato el parecido con Edward.

Sus ojos recorren la estancias hasta que se topan conmigo. Sus ojos se abren de par en par, puedo jurar que ha aparecido algún tipo de brillo en sus ojos, no, no es un brillo, es ternura. Ella me está mirando a mí con ternura, además de una enorme sonrisa que termina de adornar su bello rostro.

—Eres preciosa —se acerca a mí y toma mi rostro entre sus manos—. ¡Me darás un nieto! —lo siguiente que siento son sus brazos apretujando mi cuerpo.

—Claro, mamá, deja al donador de esperma a un lado —escucho a Edward detrás de nosotros—. La estás apretando, además de hacerla sentir incómoda.

—Oh, oh, lo siento querida —la señora se aparta y me mira apenada, pero aún está esa sonrisa en su rostro.

—Déjala en paz, cariño. Ella apenas acaba de llegar —miro al hombre que está detrás de ella. Es rubio, alto y buen parecido—. Soy Carlisle, el padre de Edward y la mujer loca que acaba de avasallarte con uno de sus abrazos es mi esposa, Esme.

Sonrío con timidez. —Soy Isabella, pero pueden llamarme Bella.

—Han elegido bien, chicos. Esta chica es realmente hermosa —Esme rodea mis hombros con uno de sus brazos.

—Yo fui quien la eligió —escucho la voz de Alice—. Así que agradézcanme a mí porque tendrán un hijo y un nieto hermoso —sonríe de oreja a oreja, tal cual Alice. Se acerca adonde estoy y me rescata de los brazos de su madre—. Vine para ayudarte a acomodar tus cosas y ver cómo van las cosas con esta nueva familia.

—Gracias, Alice —le sonrío.

En ese momento escucho mi teléfono timbrar. Lo saco de mi bolsillo trasero y miro el nombre de Rose aparecer. Tuerzo un poco mi boca porque se me ha pasado el avisarles de mi llegada.

—Lo siento, yo debo…

—Claro, claro —me dice Esme. La sonrisa sigue en su rostro ¿no siente que se le duermen las mejillas?

—Rose, lo siento. Se me pasó por completo, la verdad es que ni siquiera he tenido tiempo de instalarme —digo con remordimiento.

—Descuida, sólo quería asegurarme de que hubieras llegado con bien.

—Es hermoso por acá, mi auto desentona por completo —digo mientras miro mi vehículo estacionado entre los dos carros último modelos, lujosos y brillantes—. La casa es bastante grande, pero se siente hogareña. No lo creí posible siendo el hogar de dos hombres.

—Eso es un poco prejuicioso —escucho detrás de mí. Edward me mira y después me sonríe—. Te están esperando dentro —señala con su cabeza.

—Voy en un segundo —le sonrío y él asiente antes de entrar de nuevo.

—¿Ya te llaman? —pregunta Rosalie—. ¿Cómo te han tratado hasta ahora?

—Bien, pero es un poco abrumador. La familia de Edward ha venido a conocerme y no sé, son amables —suspiro—. Sólo no estoy acostumbrada a esta atención.

—Ya sabes que en cualquier momento que decidas volver…

—No, no, estoy bien, sólo debo acostumbrarme. Oye te marco más tarde cuando todo este acabe ¿sí? —le digo—. Te quiero, besos.

—Besos, Bella. Cuídate.

Cuelgo y guardo mi teléfono.

—¿Tu novio? —doy un salto cuando escucho a Jacob detrás de mí—. Lo siento, no quería asustarte —noto diferente su voz. Toda la alegría que me transmitió en mi bienvenida ha desaparecido.

—¿Estás bien? —me acerco a él.

—Sí, no es nada —vuelve a sonreírme—. ¿Entonces hablabas con tu novio?

—No, era mi mejor amiga.

—Cariño, los estamos esperando —sale Edward para avisarnos—. ¿Por qué no entran?

—Corrección, están esperando a Bella, la futura madre de su nieto —dice Jacob de manera soez. Me quedo en blanco. ¿Hice algo mal? ¿Debo decir algo?

Escucho a Edward suspirar y después sale por completo de la casa hasta ponerse frente a Jacob. Se ve que piensa decir algo, pero de pronto es consciente de que estoy aquí y se detiene.

—¿Puedes darnos unos minutos? —pregunta sin mirarme.

—Claro, estaré adentro con tu familia —comienzo a caminar y me meto a la casa.

Sólo escucho susurros de su plática, pero nada en concreto. Me dirijo hacia donde proviene el ruido de platos y cucharan golpeándose. Al pasar por la sala me doy cuenta que mi equipaje ya no está, así que supongo que ya lo han dejado en mi nueva habitación.

En la cocina me encuentro a todos cooperando. Es una típica escena familiar a la hora de comer. Esme le pasa los platos llenos de comida a Alice, quien se encarga de llevarlos a la mesa. Carlisle está destapando una botella de vino. Me doy cuenta que todos son parientes de Edward. ¿Qué sucede con la familia de Jacob? ¿Ellos vendrán también?

—Oh, Bella, anda ve a sentarte a la mesa —me dice Esme. La adrenalina al parecer ha disminuido y se encuentra más serena.

—Puedo ayudar, sólo díganme qué hacer —camino hacia la isla y espero instrucciones.

—Puedes ir sacando las copas para el vino y ayudar a Alice a poner la mesa —me dice Esme—. Las copas se encuentran en el gabinete de ahí —me apunta una que se encuentra al lado de la campana de la cocina.

—¿Les falta mucho a Edward y Jake? Iré por ellos —Alice camina hacia la sala para ir por su hermano y Jacob.

Pasan algunos minutos y ellos regresan. Ya no hay más del enfado de Jacob, parecen haber hecho las pases por lo que sea que le haya molestado, aunque creo saber qué fue lo que le hizo enfadar. Y si mis sospechas son ciertas, tiene que ver con la familia de Edward y la escena cuando recién llegaron. Viéndolo en retrospectiva lo dejaron fuera y yo ocupé su lugar, por decirlo de alguna forma. Debió sentirse excluido.

Todo eso queda atrás y pasamos una linda tarde. Edward y Jacob hablando sobre los planes a seguir, así como la manera en cómo cuadran con los míos. Por ahora no tengo muchos, más que pedir quizá los últimos meses del embarazado de licencia y no perderlo. Afortunadamente Alice es mi jefa y no tendré problemas por los constantes días en que estaré ausente por las citas médicas y demás.

—Cualquier cosa que necesites puedes contar con nosotros —dice Esme—. Aunque sé que estos dos no te dejarán sola —les sonríe a Edward y Jacob.

—Gracias —digo tímida. No estoy acostumbrada a esto y quiero correr a esconderme.

—¿Qué hay de tu familia? —pregunta Carlisle.

Justo el tema del cual no quiero hablar. Agacho la mirada y la necesidad de esconderme aumenta.

—Amm, bueno, no hay mucho que decir —digo con titubeos—. Mi madre murió cuando era pequeña, durante mucho tiempo sólo fuimos mi papá y yo, pero después él se casó y con Sue llegaron Leah y Seth.

—Sue es una perra, junto con su hija Leah. Han echado a Bella de su casa —dice Alice.

El resto de la mesa me miran asombrados. Siento mis mejillas arder, sé que están al rojo vivo de la vergüenza. Trato de escapar de las miradas compasivas de todos. ¿Qué se supone que diga ahora?

—¿Es cierto eso, Bella? —pregunta Jacob.

—Creo que Bella no quiere hablar de ello y debemos respetarlo —dice Carlisle. Le agradezco con la mirada—. Además se ha hecho tarde y debemos irnos.

—La comida quedo deliciosa, cariño —le dice Esme a Edward—. Quizá debería llevarte un día a casa para que me prepares la cena.

—¿Sabes cocinar? —le pregunto sorprendida.

—Bueno, era eso o morirnos de hambre ¿no, Jake? Jacob es un asco dentro de la cocina —le da una palmada en la espalda y Jake sólo sonríe.

—No todo se me puede dar bien, soy humano después de todo —se mofa y todos reímos.

Me siento agradecida de que hayan cambiado de tema y aparentaran que Alice no dijo nada.

—Te veo el lunes en el trabajo —me abraza Alice—. Lo siento, no quise hacerte sentir incómoda.

—Está bien, descuida —le sonrío.

A los pocos minutos de que los Cullen se marchan, Edward me lleva a mi nueva habitación. Es amplia y mantiene el mismo estilo del resto de la casa. Una cama en el centro con múltiples almohadas, un par de ventanas mantienen iluminado el cuarto, las puertas dobles y blancas me hacen pensar que se trata del armario, justo al lado se encuentran las dos cajas con mis cosas que he traído.

—Te dejo para que te instales —Edward sale de la habitación.

Me dejo caer en el colchón. Es bastante mullido. Admiro el espacio en el que dormiré en el próximo año si todo salía bien. Y ya que tengo un momento de paz para mí sola decido marcarle a Rosalie para contarle lo que estaba pasando. Le hablo de la cena que tuvimos con la familia de Edward, Alice y sus padres; del momento en el que me tocó hablar de mi familia y lo avergonzada que me sentí. Durante la media hora en la que conversamos, mi amiga es el medio perfecto para sacar todas las emociones del día. Ella me da consuelo como suele hacerlo desde que mi madre murió.

—Nos vemos el lunes en el trabajo ¿sí?

—Por supuesto, Bella —responde—. Descansa y cualquier cosa llámame.

—Gracias, Rose.

Me pongo a sacar mis y poco después escucho un par de golpes en la puerta. Jacob se asoma y pregunta si puede pasar.

—Claro, adelante —le sonrío y hago a un lado la ropa.

—Quiero disculparme por mi actitud de hace rato —se sienta y me pide que lo haga a su lado.

—Amm, no hay nada por lo que debas disculparte, yo también me hubiera sentido desplazada —maldigo por dentro por mi falta de filtro.

—Descuida, sí me sentí desplazado, pero no es tu culpa, ni la de Edward. No es culpa de nadie de hecho —dice con resignación, veo que está conllevando algo y se está volviendo una carga—. Quería ser yo el padre ¿sabes? Me refiero biológico y no puedo serlo.

—¿Por las pruebas no puedes ser padre de este hijo? —pregunto. Al final lo único que sé es que algo salió mal con sus pruebas.

—Ni de este bebé ni de ninguno —deja caer la cabeza—. Soy estéril.

—Oh, no sabía eso.

¿Qué se supone que debo decir?

—Me alegra que estés aquí —me sonríe reconfortante cuando soy yo quien debería hacerlo con él—. Siéntete como en casa, igual tampoco es mía, pero yo lo hago —comienza a reír.

—Gracias, Jacob.

Me quedo sola y después de recoger mi ropa me quedo mirando el lugar. Este es el primer día de una aventura y cruzo los dedos para salir ilesa de todo esto y mientras pienso es esto último un par de orbes verdes aparecen en mi pensamientos.


Es un hecho que Bella ha quedado prendada de Edward, pero todavía no sabe hasta qué punto. Las cosas como ven no serán fáciles para Jacob... ni para ninguno de los tres, pero vemos que quizá el sueño de Jacob de tener sus propios hijos no esté del todo satisfecho ¿Qué les ha parecido la manera en cómo la familia de Edward ha tratado de Bella? ¿Creen que la reacción de Jacob fue desmedida o lo comprenden?

INFINITAS GRACIAS POR SUS COMENTARIOS: Mar91, jupy, roberouge, Rini chiba, rjnavajas, miss-lissa19, Chiki Garcia, kaja0507, magic love ice 123, Vanenaguilar, Pameva, aliceforever85, Smedina, Olga Javier Hdez, Jade HSos, Ella Rose McCarty,calia19, Maryluna, ClaryFlynn98, Sully YM, Maribel 1925, Melany, Lore562, Car Cullen Stewart Pattinson, Bere B, monse rsls, Andre22-twi y saraipineda44.

Gracias por la paciencia. Espero leerlas pronto nuevamente... No olviden alimentar mi alma con sus reviews ;)

¡Hasta la próxima!

Dai.