Disclaimer: Los personajes pertenecen a Hori y quien corresponda.

¡Hola!

Era obvio, ¿verdad? Pues sí, le toca el turno a Shouto Todoroki jajaja.


Todoroki

Se sentía bien correr en silencio al lado de Midoriya. Este le seguía el ritmo sin dificultad y sólo el sonido de sus zapatillas golpeando el suelo de tierra interrumpía el silencio matinal. Algunos pájaros asustados revoloteaban en la copa de los árboles que se extendían a ambos lados del camino que rodeaba el perímetro del campamento a su paso, alterándose entre cantos y llamadas. Shouto dejó que su cuerpo corriese en modo automático y permitió que sus pensamientos vagaran a lo ocurrido durante la noche cuando Midoriya se había agarrado a su camiseta, enterrando la nariz en su axila como si fuese la almohada más cómoda del mundo. Shouto se había despertado bruscamente por el toque del otro chico, asustado y en guardia, lo que había provocado un resoplido de fastidio dentro del sueño que debía estar teniendo Midoriya.

Había observado que Bakugou no estaba en la tienda antes de centrarse de nuevo en el hecho de que tenía a Midoriya completamente pegado a él, poniendo las piernas encima de su cuerpo y dándole una patada de vez en cuando. Nervioso por su cercanía y el contacto, al principio Shouto había pensado en intentar quitárselo de encima lo más delicadamente posible o incluso hacer algún ruido que le desvelase, turbado por su proximidad, pero no había logrado hacerse el ánimo para intentarlo. La calidez del cuerpo de Midoriya contra su lado izquierdo se había sentido agradable y hacía que el cosquilleo, el mismo que le había mencionado a Midoriya la mañana anterior durante su conversación, se intensificase.

Hasta ese entonces, Shouto sólo había percibido el cosquilleo en el estómago como algo de fondo, más parecido a unos nervios muy leves que a una sensación real, cuando estaba con Midoriya pero, con este agarrado a él, apoyando su frente contra su pecho y moviendo las piernas en golpes bruscos que tan pronto lo golpeaban como lo envolvían, se parecía más a lo que Midoriya había descrito como el sentimiento de que alguien te gustaba. Se había resignado con gusto a dejarle dormir pegado a él, feliz de que le hubiese elegido aunque suponiendo que seguramente la ausencia de Bakugou tenía algo que ver en la elección inconsciente de Midoriya. Intentando no despertarle, había cerrado los ojos antes de depositar suavemente la mano en la espalda de Midoriya y acariciarle por encima de la camiseta de manera tentativa. Shouto se había quedado dormido de aquella manera en un sueño inquieto, desvelado a ratos por las patadas y golpes de Midoriya, sintiendo su propio bóxer demasiado apretado por la simple presencia del otro chico tan cerca de él.

Shouto resopló en un jadeo ahogado por el esfuerzo del último sprint, al que había añadido unos metros más que el día anterior buscando aumentar su resistencia aeróbica, y redujo la velocidad al acercarse al punto donde había parado el día anterior para hablar. No quería llegar todavía a la tienda o a la ducha. Le gustaba disfrutar de momentos a solas con Midoriya y el día anterior su idea de charlar un rato con él de manera más íntima y personal antes de que la vorágine del día comenzase había funcionado. Durante las comidas se habían sentado con Uraraka, Asui e Iida y las conversaciones habían versado sobre las actividades del campamento. En el entrenamiento apenas habían podido hablar y Midoriya había estado toda la tarde durmiendo a intervalos, casi sin poder moverse. Shouto no se había atrevido a quedarse con él en la tienda, temiendo ser pesado, aunque lo había recogido antes de ir a cenar para ir juntos.

—Pareces muy serio hoy, Todoroki-kun —jadeó Midoriya, que se detuvo a la vez que él, poniéndose en cuclillas unos segundos antes de empezar a estirar los músculos de las piernas. Shouto había observado el día anterior que le ponía especial empeño a aquella parte para poder utilizarlas durante el entrenamiento a máximo rendimiento.

—Estaba pensando —reconoció Shouto, empezando a estirar él también.

—¿Puedo preguntarte?

—Somos amigos —constató Shouto, dándose cuenta que realmente no sabía qué podía contestarle. No deseaba decepcionarle diciéndole que no quería contárselo y que Midoriya no volviese a preguntar, pero no sabía si era buena idea sacar el tema—. Sólo pensaba en anoche. Se sintió agradable —atajó cuando vio que Midoriya abría la boca, abochornado, antes de que este se embalase en un murmullo continuo de disculpas.

—Creo que para mí también —admitió Midoriya después de abrir y cerrar la boca un par de veces, buscando las palabras adecuadas, sonrojándose—. ¿Tú crees que te pueden llegar a gustar dos personas, Todoroki-kun?

—¿A la vez? —Midoriya asintió. Shouto se preguntó qué querría decir con eso. Estaba bastante seguro de que a Midoriya le gustaba Bakugou. Incluso a pesar de lo que pudiese parecer por el comportamiento de Bakugou, tenía sospechas de que era recíproco, aunque le había desconcertado verle abandonar la tienda por la noche cuando Midoriya se había acercado a él para dormir. No comprendía por qué, si realmente le gustaba. A diferencia de Bakugou, Shouto no había sido capaz de renunciar a estar así de cerca con Midoriya—. No lo sé. Sigo sin tener claro cómo es que te guste una persona —dijo con voz pensativa, a pesar de que sí empezaba a tener una idea concreta.

—¿De esto habláis cuando estáis solos, imbéciles? —Ambos se volvieron. Bakugou se alzaba tras ellos. Ninguno lo había escuchado llegar, pero este estaba cubierto de una película de sudor que le chorreaba por el cuello y tenía la camiseta empapada. Shouto, asustado por lo que pudiese pensar Bakugou, intercambió una mirada rápida con Midoriya, pero este parecía contento de verlo—. Parecéis dos críos, hablando de quién os gusta y quién no.

—¿Nos espiabas, Bakugou? —preguntó Shouto con ironía sin amilanarse, dándose cuenta de que el chico parecía molesto. Se preguntó por qué.

—Sólo terminaba mi ronda de ejercicio, idiota —gruñó Bakugou—. Habláis demasiado alto, deberíais ser más discretos si no queréis que el resto se entere.

—La verdad es que no hablábamos de nada secreto, Kacchan. ¿Verdad, Todoroki-kun? —intervino Midoriya con una de sus sonrisas amplias que tanto había aprendido a apreciar Shouto. Miró a Bakugou, esperando una de sus explosiones de irascibilidad, pero para su sorpresa esta no se produjo—. ¿Tú qué piensas, Kacchan? ¿Te pueden gustar dos personas a la vez?

Bakugou abrió los ojos, desconcertado, antes de fruncir el ceño con expresión malhumorada.

—¿Te estás burlando de mí, Deku?

—¡No! ¿Por qué iba a hacerlo? Era una pregunta sincera. Realmente estábamos hablando de eso, Kacchan. —Midoriya bajó la cabeza. Shouto le puso la mano en el hombro en un movimiento medido para darle un apretón de apoyo, controlando su respiración cuidadosamente. Bakugou se quedó quieto, mirándolos a ambos con sospecha.

—Supongo que sí —contestó Bakugou al cabo de un rato, refunfuñando. Midoriya se sentó en el suelo, como había hecho el día anterior, mirando con interés a Bakugou antes de volverse hacia él para invitarle con la mirada a sentarse también. Shouto lo hizo, justo a su lado. Bakugou los miró de nuevo con sospecha antes de dejarse caer en el suelo, todavía a una prudencial distancia—. Si te puede gustar el helado de chocolate y el de fresa, pueden gustarte dos personas a la vez. Es un poco lo mismo, ¿no? Nadie decide qué le gusta o no. Simplemente le gusta.

—Pero no comes helado de chocolate y fresa al mismo tiempo, ¿no? —dijo Shouto pensativo, un poco desconcentrado de la conversación porque Midoriya había cruzado las piernas a lo indio, como él, y sus rodillas estaban rozándose—. A veces te apetece uno y otras el otro, pero…

—A Deku le gusta —señaló Bakugou con seriedad, afirmando con la cabeza para reafirmar sus palabras.

—Es cierto —asintió Midoriya, que había bajado la mirada avergonzado y el rubor de esfuerzo de correr se intensificó en sus mejillas—. Me gusta el sabor del chocolate con el de las fresas, la naranja o la menta. Cualquier fruta, en realidad, incluso aunque no sea entera, como los helados.

—Tendré que probarlo, entonces —bromeó Shouto, verdaderamente intrigado por el sabor de la combinación. Miró a Katsuki de reojo, que ya no parecía tan malhumorado, aunque sí serio, decidiendo que durante los últimos meses se habían llevado lo suficientemente bien como para hablar del tema delante de él—. Entonces… ¿cómo sabes si te gustan dos personas en ese caso?

—Igual que sabes si te gusta sólo una, no digas tonterías —gruñó Bakugou en tono de obviedad.

—Sigo sin tener muy claro…

—Ya, te he oído antes —masculló Bakugou arrancando algunos trozos de hierba del suelo y arrojándolos a un lado—. Cuando alguien te gusta, lo sabes y punto.

—Yo tampoco lo tengo tan claro, la verdad —musitó Midoriya, pensativo. Shouto se preguntó qué había cambiado con respecto al día anterior y supuso que no era el único que le había dado vueltas a su conversación de la mañana anterior—. A veces no es tan sencillo.

—Si te lo estás preguntando, seguramente esa persona te gusta —dijo Bakugou, tajante.

—¿Así es como supiste que te gustaba Kirishima? —le preguntó Shouto, poco dispuesto a dar la conversación por concluida, antes de darse cuenta de que quizá era una pregunta indiscreta, ya que el chico no era tan abierto con él como Midoriya, que hablaba con una naturalidad que él era incapaz de mostrar.

—A mí no me gusta Eijiro. Sólo somos amigos —se defendió Bakugou, inmediatamente.

—Está bien, como quieras —concedió Shouto, prefiriendo no insistir e intentando darle una salida digna—. No te molestes por la pregunta, Bakugou, no pretendía...

—No me he molestado —rezongó Bakugou recogiendo las piernas y abrazándolas—. Es sólo que la conversación me parece estúpida.

—Creía que era el tipo de cosas de las que hablan los amigos, ¿no? No sólo de entrenamientos, asignaturas o deberes —dijo Shouto en voz baja e inexpresiva, pensando que quizá había malinterpretado las cosas.

—Yo también lo pienso, Todoroki-kun. No creo que sea una estupidez —murmulló Midoriya, reflexionando unos segundos—. Ya sé que al lado de pelear contra villanos que quieren secuestrar niños puede parecer una tontería, pero a veces me da la sensación de ser un inútil para estas cosas y se siente bien hablarlo con vosotros.

—Midoriya… No creo que nadie aquí sea un inútil —le reprendió suavemente Shouto, temiendo que Bakugou creyese que era una indirecta por el uso que hacía del nombre de Deku. Sin embargo, la explosión no se produjo, aunque Bakugou apartó la mirada a lo lejos con los labios apretados—. Supongo que es el precio a pagar por ser héroes… No saber gestionar ciertas cosas como los chicos normales de nuestra edad —suspiró, pensando en su padre y el extraño concepto del apego que este parecía tener a pesar de su edad.

—Voy a desayunar —decidió Bakugou después de estar los tres un rato en silencio, levantándose y alejándose con las manos en los bolsillos—. No tardéis, os espero a los dos en el campo de entrenamiento para continuar donde lo dejamos ayer.

—Está raro, ¿verdad? —Shouto lo miró alejarse, confundido. No habría esperado una conversación tan civilizada con su compañero, sobre todo una que les involucrara a los tres. Sin embargo, Bakugo había sido no sólo civilizado, sino que la conversación había fluido con tanta comodidad como la mañana anterior, igual que si llevasen toda la vida hablando de eso.

—Creo que lo está intentando de veras. ¿Recuerdas en los entrenamientos, cuando se quedó a ayudarte con la inundación? —preguntó Midoriya, que también miraba cómo Bakugou caminaba hacia el comedor. Shouto asintió, comprendiendo lo que quería decir—. En Nabu, ayer entrenando… creo que se está esforzando, a su manera. Es su forma de decir lo siento, creo. O de recuperar lo que casi se rompió.

—Me gusta —aprobó Shouto con una mueca de aprobación, volviéndose hacia él. Midoriya lo miró con una sonrisa radiante en el rostro que hizo que su estómago diese un vuelco. Se sintió contento de que Midoriya estuviese tan feliz por aquello y deseó que realmente las personas pudiesen ser como los sabores de un helado—. Que se esfuerce, quiero decir —aclaró al ver la mirada pícara y bromista que le dirigió Midoriya, antes de confesar—: Me cae bien.

—A mí también, aunque eso ya lo sabías —confesó Midoriya, desviando la mirada de nuevo con timidez. Shouto se preguntó si él hacía lo mismo—. ¿Entonces no es él quien te gusta? Lo siento si he sido indiscreto, me pareció que te había gustado que se sentase con nosotros a hablar y que le mirabas con mucha atención y… Lo siento, he vuelto a embalarme. Es que ayer se me olvidó preguntarte, pero no tienes por qué decírmelo si no quieres.

Shouto sintió cómo se sonrojaba, pero Midoriya seguía sonriendo de aquella manera tan amplia que hacía que el corazón le bombease con más fuerza. Reflexionando, se dio cuenta de que para ser justo debería ser sincero con él y decírselo. Sospechaba que no estaba bien que Midoriya se acurrucase contra él por la noche sin saber que para él significaba algo diferente. Se mordió el labio, debatiéndose internamente porque aunque no temía que se enfadase, egoístamente temía que si Midoriya se molestaba o incomodaba con su confesión no volviese a repetirse algo como lo de esa noche. Además, seguía sin estar seguro de si lo que sentía por Midoriya era diferente de lo que sentía por Bakugou o si ese cosquilleo era un cosquilleo de gustar.

—Bakugou me cae muy bien, pero no sé si me gusta. Tampoco sé si el otro chico del que hablaba ayer me gusta, aunque creo que sí —le contestó Shouto, pensando que eso se acercaba lo suficiente a la verdad—. ¿Tú ya has decidido si te gusta Bakugou?

—Creo que me gusta alguien también, sí. Pero ahora, después de haber hablado con vosotros puede… —Midoriya se sonrojó más, haciendo que las pecas de sus mejillas se camuflaran en su rostro. Shouto pensó que se veía adorable cuando le pasaba eso—, puede que Kacchan tenga razón y que sea como mezclar fresa y chocolate. Algo que en principio no combina, pero que está rico.

—¿Quieres decir que…?

—Que creo que tienes razón y Kacchan me gusta. Ni siquiera es de ahora, es algo que ha estado ahí siempre. He estado pensándolo desde que hablamos ayer. Pero… creo también me gusta otra persona.

—¿Uraraka? —tanteó Shouto, recordando que Midoriya había estado colado por ella también al mismo tiempo que de Bakugou. Él creía que ya no se quedaba tan embobado en su presencia, pero quizá sólo se había acostumbrado.

—Es otro chico —negó Midoriya con tono cauteloso. Shouto decidió no insistir en averiguar la identidad de ese chico, recordando sus propias razones.

—¿Se lo vas a decir? —Su pecho aleteó con esperanza, a pesar de que Midoriya no le había dado ninguna señal a ese respecto. Recordó que la única persona a la que se había abrazado por la noche aparte de él había sido a Bakugou y pensó que podía permitirse el lujo de hacerse ilusiones.

—¿A Kacchan?

—O al otro chico.

—No lo sé. O no me atrevo. Ni siquiera lo habría pensado si no hubiésemos hablado de ello. Y Kacchan… sigue siendo complicado —suspiró Midoriya, pareciendo frustrado, antes de levantarse del suelo, sacudiéndose los pantalones.

Shouto intuyó que aquello daba por terminada la conversación y se dispuso a seguirle, pero Midoriya había tendido su mano hacia él, ofreciéndosela con una sonrisa. La aceptó, sonriéndole de vuelta y tirando de él para impulsarse y levantarse.

—Gracias, Midoriya.

—Llámame Izuku. O Deku, como Kacchan. ¿Somos amigos, no?

—Prefiero Izuku. Deku… me incomoda. En cierto modo, le pertenece a Bakugou. —Aceptaba que le gustase el otro chico, pero sentía que utilizar su apodo era entrometerse entre ellos—. ¿Tú me llamarás Shouto?

—Shouto me gusta.

Opinando que su nombre sonaba dulce en los labios de Izuku, Shouto caminó a su lado hasta el comedor, sintiendo que flotaba en una nube. Observó la reacción de Bakugou con atención cuando Izuku le llamó Shouto por primera vez tras llegar al campo de entrenamiento. Le vio apretar los labios y bajar la mirada al suelo durante una fracción de segundo y se sintió triste por haber provocado aquellos sentimientos en Bakugou por algo tan tonto, pero comprendiendo que eso significaba que tenía razón y este sentía algo por Izuku. Por el bien de este, deseó que Bakugou siguiera intentando arreglarse con él.

No obstante, Bakugou no dio más muestras de que esto le hubiese afectado. Empezó a organizar el entrenamiento con el mismo aplomo que el día anterior, ladrándoles órdenes concretas e instrucciones durante más de diez minutos que los dos se esforzaron en seguir con atención. Shouto, que admitía ser bastante independiente en sus entrenamientos hasta llegar al campamento y descubrir que podía compartirlos con Izuku, reconoció que Bakugou se había esforzado en planificar una sesión en la que los tres pudiesen forzar todo su potencial.

—La premisa es la misma que ayer —concluyó Bakugou—. Gana el primero que toque la espalda de Todoroki. ¿Entendido?

—Vamos a acabar exhaustos después de esto otra vez —constató Shouto en voz alta, sin ánimo de criticar, sorprendido al oír al otro chico utilizar su apellido por primera vez para referirse a él y no aquel estúpido apodo ridículo que apenas tenía carisma comparado con el de sus compañeros.

—Se trata de forzar los límites un poco más, Todoroki —se reafirmó Bakugou—. Así es como tú y yo hemos fortalecido nuestros dones. Deku tiene que desarrollarlo, es la mejor manera. Y tú necesitas fortalecer tu práctica con el fuego. Hoy tienes que intentar utilizarlo al menos tanto como el hielo.

—Estoy de acuerdo —concordó Shouto, dándose cuenta que ya lo había hecho dos veces, lo cual descartaba una casualidad. Dándole vueltas a si eso significaba que Bakugou lo reconocía como un igual, como un amigo o sólo como señal de respeto, se preparó para hacer lo que este le había indicado, encendiendo su lado izquierdo y utilizando el derecho para estabilizar la temperatura—. Vamos allá.

—Plus ultra —asintió Izuku con expresión retadora.

Bakugou paró el entrenamiento varias horas después, sin que ni Izuku ni él hubiesen conseguido llegar a tocarle la espalda. Extrañado, Shouto contuvo las llamaradas hasta reducirlas, enfriándose con el lado derecho.

—¿Algún problema, Bakugou? —le gritó, jadeando. Sentía el cuerpo cansado, pero no adolorido como el día anterior. Había conseguido forzar el uso de su Don durante varios momentos del combate para utilizar ambas extremidades a la vez, aunque sólo había podido sostenerlo unos pocos segundos, rechazando a Izuku con fuego y a Bakugou con hielo—. No habéis llegado ninguno aún.

—Por hoy es suficiente —contestó Bakugou, que se había acercado caminando hacia él, seguido de Izuku—. Hemos trabajado bien, mañana seguiremos.

—Todavía puedo sostenerlo un poco más —negó Izuku, frunciendo el ceño y concentrándose en mantener su Don activo, brillando con intensidad.

—No.

—Ayer no tuviste tantos miramientos, Bakugou —dijo Shouto dándose cuenta, por la expresión del chico al oírlo, que había vuelto a ser demasiado directo.

—No es necesario que haya que arrastrar a Deku todos los días hasta las duchas —contestó Bakugou, malhumorado. Shouto asintió, mostrándose de acuerdo, contento de que Bakugou hubiese notado eso el día anterior y planificase el entrenamiento en consecuencia—. ¿Qué haces, idiota?

Izuku estaba parado al lado de ellos dos, con ambas piernas separadas y los puños cerrados, con cara de concentración. Su cuerpo brillaba como cuando activaba su Don, pero con más intensidad. Shouto también le miró, intrigado.

—Creo… creo que puedo mantener el 40%, Kacchan. Ayer lo intenté, pero no podía moverme mientras lo hacía. Sin embargo, hoy he podido lanzar varias balas de aire. Si pudiéramos entrenar un poco más…

—¿No puedes moverte cuando activas el Don por encima de tu capacidad? —preguntó Shouto, interesado—. ¿Qué clase de Don funciona así?

—El de Deku —gruñó Bakugou en respuesta.

—Al principio no. Según me voy acostumbrando sí. Con el guantelete fue más sencillo, eso sí — contestó Izuku con la voz estrangulada por el esfuerzo. Miró sus manos de nuevo mientras mascullaba en voz baja una retahíla de cosas que no consiguió entender. Shouto intercambió una mirada con Bakugou, que hizo un gesto de fastidio y asintió. Shouto pensó que Bakugou era incapaz de negarle nada a Izuku, incluso aunque intentase aparentar lo contrario—. Kacchan… una ronda más, por favor. Sólo para probar. Si no consigo mantenerlo, lo dejamos estar.

—Sólo una —accedió este tras unos segundos sosteniéndole la mirada.

Shouto se preparó. Bakugou hizo una cuenta atrás, alejándose de ellos dos, mientras Izuku seguía parado en el mismo sitio, tensando la mandíbula con esfuerzo. Cuando llegó a cero, Shouto escuchó las granadas de Bakugou restallar con fuerza en algún punto fuera de su campo visual, pero no se movió, manteniendo la posición. Cerró los ojos para concentrarse durante un segundo. En algún momento, Bakugou se daría cuenta de que hacía eso y le reprendería, pero hasta entonces pensaba aprovecharlo para levantar un muro de hielo preventivo que protegiese su retaguardia mientras encendía las llamas de su otro brazo.

Se giró deprisa al oír el estallido característico de las manos de Bakugou encendiéndose, a tiempo de lanzarle una llamarada que le obligase a desviarse de su camino. Apretó los dientes, pensando que le había alcanzado en un brazo, provocándole quemaduras, y disminuyó la intensidad del fuego.

—¡Sin piedad, Todoroki! ¡Muere! —aulló Bakugou, aprovechando su momento de debilidad para hacer explotar el suelo bajo sus pies.

Shouto extinguió sus llamas, desconcentrado y se apresuró a levantar un muro de hielo al ver a Izuku, que por fin había empezado a moverse, saltar en el aire y atacarle. Cuando este lo quebró con una bala de aire lanzada a distancia, más potente que las que había utilizado el día anterior, Shouto se apresuró a levantar otro más grueso, atisbando por el rabillo del ojo a Bakugou, que se acercaba volando, pero Izuku lo ayudó involuntariamente al enzarzarse con él durante unos segundos, tratando de apartarle para llegar en primer lugar.

Aquello le dio tiempo a recomponerse y volver a encender el lado izquierdo, enviándoles a los dos una ráfaga de llamaradas de baja intensidad. Su incapacidad para utilizar ambos Dones al mismo tiempo con plena potencia provocó que el muro que levantó para protegerse fuese quebrado fácilmente por Izuku de una patada, utilizando las esquirlas de hielo para acercarse a él a grandes saltos que recordaban a un conejo corriendo por el campo, utilizando tanto las manos como los pies para impulsarse. Esquivó un par de explosiones de Bakugou, que también intentó alcanzar sin éxito a Izuku y pateó el suelo, creando una columna de hielo que consiguió atrapar la pierna de Bakugou, que había tocado tierra para alejarse de sus llamas y correr hacia él impulsado por sus granadas, antes de que se pudiese volver a elevarse lo suficiente para esquivarle.

—¡A la vez, Todoroki, joder!

Bakugou se liberó en menos de medio segundo a la vez que Izuku volvía a romper otro muro de hielo. Incapaz de concentrarse con los dos corriendo a toda velocidad hacia él, siguió creando paredes y pasillos de hielo, intentando contenerlos.

—¡Muere! —bramó Bakugou, destrozando una de ellas y esquivando una bala de aire que Izuku había enviado con el mismo propósito.

Shouto siguió creando paredes de hielo una tras de otra. Aprovechó un segundo de descanso que le dio una excepcionalmente gruesa que Izuku prefirió rodear y Bakugou sobrevolar para volver a encender sus llamas y crear una pantalla delante de él que no pudieran franquear por rápido que volasen, intentando incrementar la temperatura lo más posible.

—¡Mierda! ¡Te he dicho que uses los dos a la vez! —le gritó Bakugou de nuevo con una voz salvaje, extendiendo su mano para enviarle varias explosiones que se sumaron a las balas de aire de Izuku.

Consiguió detener con hielo las dos primeras explosiones, pero luego tuvo que saltar a un lado, levantando otro muro delante de Katsuki, haciéndolo crecer al mismo ritmo que se elevaba para sortearlo y creó una pantalla de llamas frente a Izuku, siguiéndole para impedirle acercarse, intentando contener a uno a cada lado. Pateó de nuevo el suelo, cubriéndolo de hielo y lo utilizó para deslizarse, agachado, justo a tiempo de evitar a Bakugou, que pasó cerca de su espalda, prácticamente rozándole con los dedos. Poniendo la mano en el suelo, Shouto creó un muro de hielo semejante al del festival deportivo, gritando para extraer las escasas fuerzas que le quedaban y jadeando por el esfuerzo y el cansancio que le supuso hacerlo tras toda la mañana utilizando sus Dones, atrapando a Izuku en él, sin pararse a pensar en si se había excedido, mientras con el brazo izquierdo enviaba una llamarada tras otra en dirección a Bakugou.

—¡Así me gusta! —rugió Bakugou, que utilizó las explosiones de su manos para esquivar las llamaradas mientras ganaba terreno.

—¡Full Cowl 45%! —Shouto oyó el grito desesperado de Izuku. La carcajada de Bakugou, que se acercaba inexorable, se amplió dando a su rostro un aspecto de locura desatada.

Shouto se volvió, levantando otro muro de hielo para intentar contener a Bakugou a la vez que procuraba aumentar la temperatura del lado izquierdo para no congelarse a sí mismo como le había ocurrido el día anterior, en lugar de seguir utilizándolas como arma ofensiva, pero Izuku apareció destrozando la pared de hielo que había creado. Shouto abrió los ojos de par en par, mirándolo, y se quedó paralizado por la imagen de la enorme pared de hielo partiéndose en millones de esquirlas que cayeron sobre él tan ligeras como copos de nieve. ,

Reaccionó justo a tiempo de esquivar la bala de aire que Izuku le había disparado, intentando crear otra llamarada que este esquivó con una pirueta, pero al oír el restallido de las granadas de Bakugou detrás de él y ver la pirueta de doble tirabuzón de Izuku saltando por encima de su cabeza, supo con certeza que el entrenamiento había concluido. Apenas medio segundo después, cuando estaba intentando dar otra patada en el suelo que le diese algún tiempo de margen para poder elaborar un plan, dos manos diferentes tocaron su espalda sin lugar a dudas. Con las piernas temblándole, Shouto intentó afianzarse para no perder el equilibrio y continuar de pie. Una mano lo sujetó por el brazo, sosteniéndolo.

—Gracias —susurró Shouto, girándose. Bakugou asintió y se cercioró de que no iba a caerse antes de soltarle.

—Genial —susurró Izuku, que había aterrizado al lado de Bakugou después de la maniobra que le había permitido empatar, se sentó en el suelo, incapaz de controlar el temblor de sus piernas. Después, se tumbó bocarriba y cerró los ojos, jadeando agotado.

—Eres un idiota Deku, te dije que no era necesario arrastrarte hasta la ducha, joder —rugió Bakugou.

—¿Cómo lo has hecho, Izuku? —preguntó Shouto en cambio, desconcertado por la potencia que Izuku había desplegado—. No quisiera pecar de inmodesto, pero ese muro era realmente grande y resistente, muchísimo más que los demás. Es el mismo que utilicé...

—En el festival deportivo… —murmuró Izuku, jadeando y esbozando una sonrisa débil—. Lo reconocí…

—Lo has reducido a polvo… —Shouto estaba impresionado.

—No le atosigues a preguntas ahora —gruñó Bakugou—. Este idiota ha vuelto a sobrepasar sus límites de mierda y se trata de fortalecerse, no de lesionarse, mierda. ¡Si vuelves a sobrepasarte así, te mataré, Deku!

—¿Estás herido, Izuku? —preguntó Shouto, preocupado por la afirmación de Bakugou, agachándose junto a él y ayudándole a sentarse.

—Creo que no —respondió este, moviendo los dedos tentativamente y masajeándose las piernas—. El muro de hielo era muy resistente. Tuve que subir la potencia al 45% para poder partirlo de un golpe y luego sostenerla al 40% para poder acercarme a ti por encima de tu cabeza.

—No debiste forzar, Bakugou tiene razón —le reprendió Shouto.

—¡Claro que tengo razón, lo que pasa es que es un cabezota que no conoce la palabra límites! —ladró Bakugou, que parecía más tranquilo al ver a Izuku sentado y sonriendo.

—Kacchan habría llegado antes —se justificó Izuku, encogiéndose de hombros y sonriendo a Bakugou a modo de felicitación.

—¡He llegado antes! ¡No me has ganado todavía, Deku! ¡Sigo siendo mejor que tú, ¿entiendes!? —le espetó Bakugou, malhumorado y girándose—. Me voy a la ducha. Continuaremos mañana.

—¡Bakugou! —le llamó Shouto, recordando su quemadura. Este se dio media vuelta, pero no contestó—. Tu brazo…

—Está bien —gruñó Bakugou, interrumpiéndole—. Tengo buena resistencia con las quemaduras, Todoroki. Yo también tengo un Don que las provoca. La próxima vez no aflojes si no me ves caer. Una quemadura sana rápido.

—¿Quemadura? ¿Te has quemado, Kacchan? —preguntó Izuku, preocupado, mirándolos a los dos de hito en hito, pero Bakugou no contestó, alejándose en dirección a la zona del campamento—. ¿Qué ha pasado?

—Creo que le he quemado en el brazo. Mis llamas le pasaron rozando en una ocasión, pero supongo que está bien, no me ha parecido que tenga ninguna herida cuando se marchaba. ¿Te ayudo? —le preguntó Shouto, deseando hacerlo pero dudando al ver que intentaba levantarse por sí mismo aunque las piernas le temblasen.

—Por favor —le pidió Izuku. Shouto pasó el brazo de Izuku por sus hombros, levantándole con facilidad y casi llevándole en volandas gracias a lo bajito que era este—. Sólo hasta que me acostumbre a la sensación. A este ritmo, voy a pasarme todo el verano con agujetas —dijo Izuku, riendo entre dientes.

—Estás de buen humor, a pesar de todo —señaló Shouto, contagiándose.

—Sí —admitió Izuku—. 45%, Shouto. Y en movimiento. Eso es algo muy bueno.

—Algún día tendrás que explicarme cómo funciona exactamente tu Don. Venga, ahora vamos a la ducha —le dijo Shouto devolviéndole la sonrisa—. Yo creo que has hecho un buen trabajo, Izuku.

—Tú también, Shouto. Vi lo hiciste con los dos brazos. Kacchan te felicitó.

—Y me llama Todoroki. —No supo por qué había dicho eso. Quizá era sólo que había estado flotando por su cabeza durante toda la mañana—. No me está insultando. Bueno, no más allá de las palabrotas que dice durante el entrenamiento. Y creo que después estaba preocupado porque estabas en el suelo sin poder moverte.

—Se está esforzando, Shouto. Te lo dije. —Izuku sonrió con orgullo y Shouto sintió una pequeña punzada de desilusión y algo que dedujo que debían de ser celos en su pecho—. Esta mañana, en el desayuno, le oí gritar a Sero-kun. Creo que había derramado la leche en la mesa de Kacchan o algo así.

Ambos se pararon en la puerta de la caseta de baños, sin entrar. Bakugou debía estar dentro, duchándose ya, como el día anterior. Shouto dudó, sin saber si debía soltarlo y que entrase por su propia cuenta o si Izuku esperaba que le ayudase de forma similar al día anterior.

—Le dijo algo sobre su torpeza, Kirishima-kun intervino, quitándole importancia y Kacchan los mandó callar a él y a Kaminari-kun —concluyó Izuku.

—Sí, yo también lo he oído. Lo esperable en Bakugou —comprendió Shouto.

—Se está esforzando en ser más amable con nosotros. Por ser nuestro amigo. —Shouto apretó los labios, no muy seguro de que aquello no fuese solamente por Izuku y que él estuviese allí de rebote—. ¿Te importaría ayudarme a desvestirme y llegar a la ducha como ayer, Shouto?

—¿Nuestro amigo? —preguntó Shouto, recalcando la primera palabra, antes de moverse. Izuku asintió, como si no comprendiese por qué lo preguntaba, y Shouto creyó que, dicho de aquella manera y por Izuku, él estaba dispuesto a confiar en que tendría razón. Sobre todo si seguía sonriendo de aquella manera—. Claro que te ayudaré, Izuku. No tienes que pedir permiso.

Se asearon rápidamente, en silencio. Bakugou ya estaba en la ducha, pero no dijo nada cuando entraron. Izuku pareció recuperarse del agotamiento que le había invadido al terminar el entrenamiento con más rapidez que el día anterior y al terminar ya podía caminar por sí solo. Aunque terminó de ducharse y se vistió antes que ellos, Bakugou les esperó de pie con las manos en los bolsillos a que terminasen de ponerse ropa limpia tras haber preparado una colada con los uniformes de entrenamiento sucios de los tres. Izuku le dirigió a Shouto una sonrisa cómplice cuando se dio cuenta de ello, pero ninguno dijo nada. Cuando salieron de la caseta y se dirigieron al comedor para almorzar, Bakugou caminó en silencio a su lado hasta llegar allí.

—Esta tarde podríamos ir al lago a bañarnos —propuso Izuku sin mirar a ninguno de ellos cuando llegaron a la puerta del comedor—. Hace calor y nos vendrá bien relajarnos tras el entrenamiento.

—De acuerdo —dijo Shouto, pensando que era buena idea y alegrándose de que Izuku no se encontrase tan cansado y no fuese a estar toda la tarde dormitando en la tienda de campaña.

Bakugou se encogió de hombros, separándose de ellos para dirigirse hacia la mesa donde le esperaba Kirishima sentado con Ashido, Sero y Kaminari. Shouto e Izuku se sentaron con Iida y Uraraka, que comenzaron a hablar rápidamente poniéndolos al día de sus progresos en los entrenamientos a la vez que preguntaban por los suyos.

—Todoroki-kun, vimos el muro de hielo que creaste. Resonó en todo el campo de entrenamiento con un crujido espeluznante —oyó que decía Uraraka. Shouto parpadeó, intentando concentrarse en lo que la chica estaba diciendo. Al otro lado del comedor, Bakugou había estado mirándole fijamente, muy serio, pero sin rastro de hostilidad en el rostro y ambos se habían sostenido la mirada varios segundos, con curiosidad—. Ha sido impresionante.

—Gracias —dijo Shouto, girándose hacia Izuku, que miraba alternativamente entre Bakugou y él con una sonrisa complacida y comprendió que él también se había dado cuenta de su intercambio de miradas.

—Vendrá —le susurró Izuku cuando Iida empezó a hablar de los cambios que había introducido en su traje y que estaba puliendo en el entrenamiento—. Estoy seguro.