DISCLAIMER: Los personajes de InuYasha no me pertenecen, son propiedad intelectual de Rumiko Takahashi. La obra es mía, escrita sólo con el fin de entretener – a ustedes y a mí. Sin fines de lucro. Este fic es un regalo de cumpleaños atrasado para DAIKRA (L)
— Aves del Sengoku —
— III —
— Del monje y la exterminadora —
—¡Kirara! ¡Shippō!
La voz de Sango buscando a los más pequeños del grupo interrumpió la concentración del monje, que estaba extrañamente perdido en sus pensamientos. Levantó la vista para mirar a la exterminadora, y junto con su visión una bandada de aves sobrevolando encima de sus cabezas llamó su atención. Entrecerró las cejas, presintiendo que algo extraño estaba pasando, mientras comenzaba a buscar con su mirada a sus amigos, sin ver a nadie más que a la castaña en las cercanías.
—Parece que InuYasha y la señorita Kagome tampoco están —comentó cuando Sango llegó a su lado, mostrando preocupación —. Hace poco los vi en la ladera observando las nubes, pero ya no están ahí.
—Qué extraño. Shippō y Kirara jugaban junto a mí a la orilla del río, y de pronto ya no los sentí más —la muchacha frunció el ceño, claramente inquieta.
—¿Crees que les haya pasado algo? —Miroku también se mostró intranquilo, se sentía observado y, con sus amigos desaparecidos, todo era demasiado sospechoso.
—No estoy segura, pero deberíamos buscarlos —respondió, poniéndose a Hiraikotsu en la espalda.
—Concuerdo contigo.
El monje miró alrededor y, antes de seguir los pasos de su compañera, decidió apagar el fuego de la fogata donde preparaba la comida, quería evitar algún accidente y ocasionar un incendio, con la cercanía del bosque eso sería un desastre. Cuando comenzó a caminar, el trinar de las aves cruzó el cielo, la bandada que sobrevolaba cerca de ellos ahora cambió el rumbo y se dirigió al bosque, lugar hacia donde ellos también iban. El hecho encendió sus alarmas, estaba seguro de que algo extraño estaba ocurriendo.
—¿Qué sucede? Se ve un poco pálido, hōshi-sama —Sango lo observó detenidamente, notando la preocupación en su semblante.
—Tengo un mal presentimiento de todo esto —comentó, mirando la entrada al bosque que cada vez estaba más cerca —. Siento como si estuviésemos caminando hacia la boca del lobo.
—Tendremos que estar preparados, entonces —Sango mostró valentía, algo que reconfortó a Miroku, su valor era algo que siempre iba a admirar.
—Sí, ante cualquier peligro —se detuvo y le tomó la mano para que ella hiciera lo mismo, sacando de entre su ropa un nenju corto tipo pulsera y colocándoselo —. Por si las dudas, para que te proteja.
—Muchas gracias —el sonrojo fue ligero pero notable, sin embargo el momento fue interrumpido por un rugido que ambos identificaron como de Kirara, por lo que se apresuraron a entrar en el bosque para buscarla.
En cuanto cruzaron el límite, la bandada de aves que él había visto antes, pasó volando cerca de sus cabezas con apremio, trinando de forma aguda antes de perderse en la espesura. Ambos intercambiaron una mirada y apresuraron el paso, llegando pronto a un claro que Sango reconoció al instante, era el lugar en donde habían tenido la última batalla contra las trampas de Naraku. Miró con detenimiento alrededor, notando pronto el nido destruido en medio del claro. Le indicó con un gesto su hallazgo a Miroku y ambos se acercaron, moviendo los restos del nido y encontrando al polluelo herido en medio.
—Pobre —Sango lo acunó en sus manos para darle calor, mientras lo examinaba con cuidado —. Creo que esa rama fue rota durante nuestro enfrentamiento pasado.
—¿Este es el lugar? —El monje volvió a mirar el claro con atención, reconociéndolo también. —Es verdad, supongo que esto es en parte nuestra responsabilidad…
—Debemos curar sus heridas y buscarle un refugio —la muchacha dejó al ave en su regazo para comenzar a buscar entre sus cosas algunas vendas y ungüentos para atender a la avecilla —. En estas condiciones, es probable que muera si no lo ayudamos.
—Es verdad. ¿Crees que su madre esté cerca? Si reconstruimos el nido, quizá…
De pronto, una carcajada suave interrumpió las palabras de Miroku, llamando su atención. Alzaron la mirada para ver a una imponente ave que los observaba de manera inquisidora, profunda y casi paralizante. Ambos se pusieron de pie, Sango aún acunando al polluelo entre sus brazos.
—Qué graciosos son los humanos… así que, ¿se han dado cuenta de que esto es su responsabilidad? —La voz era suave, casi cantarina, algo que contrastaba con la imagen que tenían frente a ellos. —¿Y qué harán al respecto?
—¿Podemos preguntar quién quiere saberlo? —Miroku fue cauteloso con el tono de voz, observando al ave con precaución.
—Soy el espíritu de este bosque. Ahora es su turno, ¿qué harán?
El monje y la exterminadora intercambiaron una mirada llena de duda, ninguno de los dos estaba seguro de cómo debían responder a esa interrogante.
—Bueno, ayudaremos a este polluelo… incluso podríamos reconstruir su nido…
—También presentaremos nuestros respetos y oraremos por todo lo que se haya visto afectado, pidiendo una pronta recuperación y prosperidad…
—Oh, ese parece un buen plan —la voz ahora se escuchaba animada —. Pero ¿lo harán de corazón o sólo para evitar mi represalia?
No pudieron responder a su interrogante, ambos fueron separados, alejándose del otro para perderse en la inmensidad del bosque.
¡Hola, de nuevo! Ahora, esto se puso interesante (?) Bueno, en realidad la idea fue tomando una forma distinta a la que tenía cuando comencé a escribir xd pero qué puedo decir, me gusta el drama y creo que se me da bien, así que... sólo espero que haya quedado bien. Sayra querida, con todo mi corazón, espero que esto te guste y lo disfrutes, porque de verdad está hecho con mucho cariño.
Por ahora, me despido, intentaré subir pronto lo que falta del fic.
Nos leemos dentro de poco, un abrazo~
Yumi~
