Aunque los resultados de la legión estaban lejos de un nivel espectacular, decidieron hacer una cena para celebrar la terminación de la misión. Esta vez casi todos regresaron vivos lo que era poco común en el cuerpo de la Exploración. En las mesas no había carne, pero aun así era mucho más sabroso que los suministros que los soldados comían en misiones. Además el alcohol les animaba a todos. O sea casi a todos, ya que Mikasa se sentía más y más fuera del lugar mientras los demás estaban divirtiéndose y emborrachándose. No podía compartir su alegría, ya que no se ponía feliz solamente por estar viva, no sentía nada al respecto. No quería comer demasiado ni tomar alcohol. No quería nada. Tal vez fuera peor que cuando estaban en la estancia, allí al menos todos estaban trabajando. Al contrario ahora, cenando en el cuartel, disfrutaban la vida, lo que no era una opción para la azabache. Cuando el grado de diversión aumentó gracias al vino, Mikasa se deslizó del comedor sin que alguien se diera cuenta de ello. Aún era bastante temprano para irse a dormir, así que la azabache subió las escaleras sin objetivo concreto hasta llegar a un desván. En este lugar polvoroso con diversos cachivaches las voces altas del comedor se escuchaban con menos intensidad. Mikasa nunca había subido hasta aquí antes. La luz no estaba, así que tuvo que esperar un poco hasta poder ver a su alrededor antes de adentrarse. Un movimiento ligero del aire le rozó la cara a la azabache causándole cruzar todo el espacio siguiendo el flujo hasta que encontró una salida al techado. Se sorprendió un poco que no estuviera cerrada, pero empujó la puerta y salió al aire libre.
Aquí todo permanecía silencioso y tranquilo, solo una brisa nocturna movía hojas en árboles cercanos haciéndoles susurrar. "Perfecto" − pensó Mikasa, dado que en este sitio nada le recordaba de la cena dos pisos más abajo − "será mi lugar para esta noche". Se aplastó en el tejado extendiendo las manos a ambos lados y miró al cielo poco nublado. La luna creciente casi no daba la luz, pero se veían estrellas numerosas. Al menos aquí no se sentía tan ajena, constató Mikasa aspirando el aire nocturno y fresco y después cerró los ojos.
− Si sigues aquí vestida tan ligeramente como ahora, vas a coger frío − la voz conocida rompió el silencio haciéndole a la azabache abrir los ojos con sorpresa y sentarse de pisa al ver a Levi junto a ella. La chica quiso argumentar que no era así, pero antes de que reaccionara, el moreno se quitó su capa y la entregó a ella.
− Gracias − respondió Mikasa un poco confundida ante tal hecho mientras se envolvía en la capa y cerraba un broche de metal. − ¿Y tú no vas a coger frío? − le preguntó sintiendo el calor que le daba la capa y pensando que obviamente el capitán tenía razón sobre su vestido. − No. Estoy acostumbrado − sinceramente contestó Levi sentándose junto a la azabache. En realidad le gustaba este lugar y solía venir aquí hasta en enero, cuando el viento frío saqueaba el último calor que quedaba. En esta comparación el fin de mayo le parecía al capitán una temporada estupenda.
− ¿Qué estás haciendo aquí? − aunque los ojos de Mikasa se centraron en el moreno, su voz sonó un poco ausente.
− Lo mismo que tú − Levi se encogió de hombros − miro el cielo.
− No estoy mirando el cielo... − la azabache bajó la mirada con un suspiro apenas perceptible − solo trato de escapar de la cena.
− Ya veo. Pero tarde o temprano lo vas a mirar, no hay otra cosa que hacer aquí.
− El problema es que cuando lo miro, no veo nada − la voz de Mikasa tembló por la tristeza que sin éxito trataba de disimular − Como si estas estrellas ya no brillaran para mí, como si la belleza no existiera. Ya no soy capaz de percibirlo.
− Has nacido en la superficie − constató Levi con calma − no aprecies lo que tenías toda tu vida y lo que nadie te va a arrebatar nunca.
− ¿Superficie?
− Sí, las tierras dentro las murallas se llaman superficie. Pero la humanidad es más grande que pueden contener estos territorios. El resto, lo más pobre, vive bajo de la urbe, en la ciudad subterránea. ¿Nunca has escuchado de esto?
− No mucho − tuvo que afirmar la azabache − sé que existe un lugar así, pero la información es tan escasa que parece una leyenda.
− Es porque los que controlan la ciudad subterránea no creen que esta información salga. Tampoco dejan salir de allí a la gente. − ¿Cómo sabes de este lugar?
− Nací en este sitio.
Esta respuesta inesperada le hizo a Mikasa volver a mirar al capitán de inmediato. Una gran sorpresa se reflejaba en su rostro, incluso repitió su pregunta, aunque obviamente no fue necesario:
− ¿Eres de la ciudad subterránea?
− Sí.
− ¿Y cómo es? − ahora los ojos de la azabache estaban clavados en Levi.
− Muy sucio y pobre.
− ¿Qué hay en vez de cielo?
− Las rocas. Y no hay luz del sol, no importa que hora es. Siempre se usa luz artificial.
− Tiene que ser horrible vivir así... − concluyó Mikasa sintiendo una lástima por la gente que podía no ver el sol ni una sola vez en toda su vida. Aún estaba mirando fijamente al moreno, estudiando su cara en la que, a pesar de todo lo mencionado, no se reflejaba nada igual que en su voz cuando él confirmó:
− Lo es.
− ¿Has vivido mucho tiempo en este sitio?
− Sí, la mayor parte de mi vida.
− Tú no pareces a una persona que vivía la mayoría de su vida en pobreza.
− ¿Por qué?
− No lo sé − la azabache se confundió un poco e hizo una pausa tratando de describir la sensación que tenía al respecto − tienes algo, algo como dignidad, pero no en el sentido de buenas intenciones, sino de comportamiento.
− ¿Comportamiento?
− Sí, tal vez algo de modales, aunque tu modo de sostener una taza es muy extraño... ¿Explico muy mal, verdad? − los ojos de Mikasa se volvieron culpables, ya que entendía que no solo no logró expresar su idea, sino la hizo aún menos clara. Por suerte, a pesar de tal explicación de la azabache, Levi pareció intuir el meollo, ya que respondió:
− Mi madre trabajaba en un prostíbulo, pero fue de una buena familia. Exactamente de nuestra familia. Suena absurdo, pero si tengo algo de comportamiento, es gracias a ella.
− ¿Cómo ocurrió que la mujer de una buena familia tuvo que sobrevivir así? − un mal presentimiento voló por la mente de Mikasa. Habría jurado que ya sabía la respuesta antes de que el moreno lo dijera:
− No sé muchos detalles de eso. Allí se escondía para que no la persiguieran por su origen. Creo que era su única opción de sobrevivir. Aun así no lo logró. Murió de hambre.
− Lo siento − la azabache no pudo evitar desviar la mirada. Su propia historia familiar apareció fugazmente enfrente de ella. Entonces, los Ackerman fueron perseguidos por todas partes del país. "Solo quiero que sobrevivas" − las palabras que Levi le había dicho a Mikasa después de la última misión resonaron de repente en su cabeza. El sentido de esta frase tan simple y sincera ahora le parecía a la azabache algo mucho más profundo que había pensado por primera vez cuando la había escuchado.
− ¿Cómo has logrado salir a la superficie? − preguntó por fin Mikasa cortando su flujo de pensamientos, dado que sentía que ya por algún tiempo estaba en sí.
− Es una historia larga.
− ¿Puedo escucharla? − casi sonó como un suplico. La azabache entendía con claridad que obviamente era algo personal y Levi no fue la persona que compartía detalles de su vida. Ya estaba preparada por una negación cuando el capitán le contestó sin expresión alguna:
− Bueno, si quieres. Me contrataron para matar a Erwin Smith.
− Suena como una versión corta − replicó Mikasa con cautela. No parecía estar asombrada o impresionada por lo que acabó de escuchar, solo esperaba más detalles.
− Eramos tres.
Levi no sabía porque exactamente le contaba a la azabache esa historia que nunca había compartido con nadie. Tal vez porque dado a su experiencia parecida, Mikasa no solo pudiera sentir lástima por él, sino comprenderle. Tal vez quisiera que ella supiera que él le comprendía de esa manera. Le sorprendía la facilidad con la cual hablaba con Mikasa, ya que con los demás no era así. Por fin empezó a contar sobre su primera misión. La azabache lo estaba mirando muy atento y por la expresión de su rostro Levi sabía que ella ya entendía cómo iba a acabar esa historia.
− ¿Farlan e Isabel también participaron? − le preguntó Mikasa en voz tensa.
− Sí.
− Ellos... − no acabó su pregunta, pero tampoco fue necesario.
− Murieron los dos aquella noche.
La azabache bajó la mirada tratando de deshacerse de los paralelos, pero las asociaciones no le dejaban. No estaba segura que lo hubiera soportado si hubiera perdido a Eren y Armin en su primer día. − ¿Fue esta noche, cuando tú fuiste el único sobreviviente? − aunque no había nada en la historia que lo indicara, Mikasa sentía que era así. No le sorprendieron ni la silenciosa afirmación del moreno, ni el hecho que lo había adivinado − ¿Así que rompiste tu trato y empezaste una nueva vida con la legión?
− Sí, sin Farlan e Isabel el trato no tenía sentido.
El dolor de comprensión se reflejó en los ojos de la azabache al escuchar aquello.
− Esto ya no duele − suavemente añadió Levi, como si quisiera decir que a ella también le pasaría.
Mikasa solamente asintió con la cabeza.
"Solo quiero que sobrevivas" − escuchó de nuevo en su mente.
La azabache le echó un breve vistazo al capitán y después se aplastó de nuevo en el tejado mirando al cielo. Estaba bajo miles de estrellas lejanas. Muchas veces Armin les enseñaba a ella y a Eren algunas constelaciones, pero Mikasa no logró recordar nada. El rubio también había dicho que en tierras lejanas fuera de las murallas constelaciones eran diferentes. ¿Todavía soñaba en verlas? ¿Para él sería igual sin Eren?
− ¿Tienes un sueño? − preguntó la azabache sin levantarse aún mirando el cielo.
− En el sentido directo de esta palabra no lo tengo.
− ¿Qué significa? − Mikasa volvió a mirar al capitán no cambiando su posición. Fue un poco raro hablar con él así, yaciendo, pero Levi se sentaba bastante cerca para que la azabache lo pudiera ver y oír bien, así que decidió permanecer donde estaba.
− Comandante Erwin desde su infancia soñaba con comprobar que la historia que conocemos no era verdadera. Fue su sueño y luchó por él hasta el final. Yo no tengo deseos así − aclaró el moreno.
− ¿Ningún deseo? − para Mikasa era difícil de creerlo.
− Quiero ver un mundo mejor donde no tengamos que sobrevivir. Cuando lo vea, tal vez vaya a desear algo. Pero ahora mientras nosotros morimos cada día − la voz del capitán se volvió afilada, a pesar de toda su calma fría − no tengo más deseos aparte de acabar con esto.
− ¿Vas a luchar por este mundo?
− Voy a luchar, aunque no creo ver este mundo con mis propios ojos − contestó Levi macabramente − Por eso no es un sueño. Más parece que es un objetivo que tengo que lograr o el deber para cumplir. Si vale la pena, puedo morir por esto, solo tengo que saber que mi muerte funciona efectivamente − al finalizarlo le echó un vistazo breve a la azabache quien ahora de nuevo miraba al cielo. Su rostro tenía una expresión pensativa, hasta triste haciéndole al moreno añadir en un tono más suave − ¿No suena muy inspirador, verdad?
− Mejor esto que no tener nada como yo − suspiró Mikasa volteándose a Levi y continuó después de una pausa − Siempre fuimos tres: Eren, Armin y yo. Eren quería matar a todos los titanes, Armin soñaba con explorar el mundo y yo quería estar con Eren, fuera lo que fuese el lugar a donde se dirigiera... Así nos encontramos en la legión de Reconocimiento y así vivimos hasta que... − de nuevo desvió la mirada hacia el cielo − Eren murió. Y ahora no sé qué sentido tiene la vida sin él. No sé en qué soñar. Ni siquiera tengo un objetivo.
− Si no tienes ningún deseo ahora, esto no significa que nunca lo vas a tener − replicó el moreno con suavidad − Encontrarás tus sueños más adelante. Solo espera.
− Gracias − Mikasa casi le creía en este momento. Ojalá tuviera razón.
− ¿Puedo preguntarte una cosa?
− Claro.
− ¿Por qué te has alejado de Armin?
La mirada de la azabache se oscureció en cuanto empezó a contestar:
− Al principio, cuando estábamos los dos, me recordaba demasiado a Eren. Y lo empecé a evitar. Después mirando a él desde lejos me pareció que a él ya no le faltaba Eren tanto como a mí. Logró olvidarlo. Se hizo amigos con Connie y Sasha. Ahora lleva muy bien con ellos, como si Eren nunca hubiera existido.
− En esto estás muy equivocada − contradijo Levi con una triste serenidad − No lo olvidó. Armin se forzó a seguir adelante porque no quiso que los demás estuvieran preocupados por él. A pesar de su decisión, la mitad de sus sonrisas todavía son falsas. Connie y Sasha entienden lo que le pasa y tratan de animarlo, aunque saben que nunca podrán reemplazar a Eren. − Aun así − Mikasa meneó la cabeza no deseando aceptar este punto de vista − ahora él está mejor que yo.
− Está peor que tú − de nuevo replicó el capitán aún manteniendo una calma triste en su tono − Vosotros dos habéis perdido a Eren, pero Armin además te ha perdido a ti. No en la muerte, sino en tu dolor.
− Pero yo al menos estoy viva − no se rendía la azabache.
− No es suficiente. Como dices, siempre fuisteis tres. Así que tú eras la única persona con quien Armin podía compartir su dolor, pero esto no sucedió.
− Porque yo no estaba dispuesta a escuchar... − concluyó Mikasa sentándose y lentamente abrazando sus rodillas. Antes no veía las cosas desde este ángulo. Ella y Armin nunca habían hablado de la muerte de Eren, como habían cambiado sus vidas o lo que sentían al respecto. Al principio hubiera sido insoportable para Mikasa, después acostumbraron esquivar el tema. La azabache nunca había pensado que era necesario para su amigo. Todo este tiempo se concentraba más en su propia dolor, sino en los sentimientos de los demás. − Él todavía te necesita − añadió Levi al adivinar por el rostro de Mikasa en que estaba pensando.
− ¿Soy una idiota, no es así? − la azabache le sonrió tristemente − Tengo que hablar con Armin.
− Ve ahora, no lo pospongas − sugirió el capitán.
Mikasa asintió con la cabeza sintiendo que Levi tenía razón. Se levantó y trató de desabrochar la capa para devolvérsela al moreno. Aquí encontró ciertas dificultades a causa de la construcción poco común del broche. El capitán también se levantó para ayudar a la azabache.
− Se hace así − Levi puso sus manos encima de las de Mikasa e hizo un movimiento casi imperceptible causando que la cerradura se abriera con un click. Al fin retiró sus manos y miró a la azabache, quien por algún momento se quedó inmóvil aún apretando la cerradura mientras una pregunta silenciosa se reflejaba en sus ojos. Después Mikasa apartó la vista y empezó a quitarse la capa, pero volvió a mirar a Levi de nuevo cuando lentamente estiró su mano entregándole la prenda. Aunque el capitán la tomó, la azabache seguía mirándolo sin moverse. Tenía la sensación muy rara, como si no quisiera marcharse. Mientras tanto, Levi le sostenía la mirada con una expresión suave en su rostro. − Tienes que ir − le dijo el moreno después de algunos momentos.
− Sí.. − respondió Mikasa después de una pausa. Al final desvió la mirada y se fue de prisa.
Al tiempo que se alejaba Levi no dejaba de observar a la azabache mientras una sombra de una sonrisa se formaba en su rostro. No sabía qué exactamente le pasaba a Mikasa, pero ciertamente ella parecía estar afectada. Una buena señal para la chica quien afirmaba no sentir nada.

Mientras tanto, Mikasa bajó las escaleras y entró al comedor. Ya había poca gente, entre ellos Hange sentada a una de las mesas con una botella abierta enfrente de ella. Al ver a la azabache la comandante hizo un gesto de saludo con su mano. Obviamente tomaba el vino toda la noche, ya que su rostro estaba de color carmesí y su sonrisa no desaparecía en ningún momento.
− Hange, ¿has visto a Armin? − le preguntó Mikasa al acercarse a su mesa.
− Ya se fue a dormir. ¿Sabes qué hora es? − canturreó la comandante con una sonrisa traviesa − Por cierto, ¿dónde has estado?
− Miraba el cielo.
− ¿Durante un par horas? − la incredulidad se reflejó en el rostro de su superior.
− Mejor pasar el tiempo así, que emborrachándome − la azabache se encogió de hombros.
− ¡Pero qué dices! ¡No sabes nada de diversión! − una desaprobación que resonó en la voz de Hange se escuchaba hasta infantil haciéndole a Mikasa continuar con más suavidad:
− ¿Cuántas botellas de diversión ya has tomado?
− Mm... − la comandante frunció el ceño tratando de hacer la memoria, pero no tuvo éxito − no creo que cuente bien.
− No tendrías que tomar tanto, Hange − comentó la azabache con cautela.
− Pff, la noche y esta botella aún no están terminadas. Voy a continuar − declaró la comandante con tanta autoseguridad, que Mikasa empezó a dudar si Hange sabía poner los límites − ¿Me acompañas? Siéntate conmigo, por favor − la comandante miró a la chica con entusiasmo. Su rostro se iluminó aún más cuando la azabache se sentó enfrente de ella, preguntándose a sí misma, si en fondo de todo esto estaba solamente una búsqueda de entretenimiento o su superior aún se sentía culpable por aquella vez, cuando la había acusado a Mikasa por ser la única sobreviviente.
− Hange, ¿tienes un sueño?
− ¿Un sueño? − la comandante lo meditó, ya que la pregunta la tomó por sorpresa − Mmm, creo que a ti puedo contar. Cuando estaba en mi primer combate y vi a los titanes, solo me daban miedo. Pero ya en la segunda vez se despertó el interés. Me pregunté a mí misma ¿qué clase de seres eran titanes? ¿De qué provenían? ¿Qué estaban sintiendo? Así empecé a observar...
Dos horas más tarde Mikasa podía concluir que el sueño de Hange era saber la naturaleza de los titanes en todos los detalles. Su historia aún no estaba terminada cuando la azabache tuvo que parar a la comandante sintiendo que sus ojos lentamente empezaron a cerrarse.
− Perdona que te interrumpo, pero ya es bastante tarde y creo que debemos irnos a dormir. Gracias por la respuesta tan detallada.
− De nada, gracias a ti por escuchar − le sonrió Hange con sinceridad − tú eres la segunda persona quien me ha escuchado por tanto tiempo. − ¿Quién es la primera?
− Una vez Eren lo hizo − suspiró la comandante aún sintiendo la tristeza por la muerte del chico y notando como al instante cambió el rostro de Mikasa mientras una imagen semiolvidada apareció en su mente. Eren con unas enormes sombras bajo sus ojos les explicaba a ella y Armin que Hange toda la noche le había contado sobre sus experimentos. Aquella vez se rieron juntos de la situación. Ahora el corazón de Mikasa se encogía al recordarlo. Entendiendo que no era el momento para permitir que el dolor que sentía la tragara, la azabache preguntó lo primero que vino en su cabeza para cambiar el tema:
− ¿Y Levi no te escucha? Parece que os lleváis bien los dos.
− ¡No, que va! Aprecia su tiempo más que a mí − la comandante hizo una mueca − Además, aunque parezca que nos caímos bien, él tiene barreras alrededor de sí para que nadie se acerque. − ¿Ha sonreído alguna vez? Siempre está muy serio.
− ¡Pero mira quién lo dice! − hasta se rió Hange − La chica con dos expresiones de cara: "no me toques" y "no me importa". Dímelo tú, cómo es posible permanecer siempre en este estado.
− Yo no... − trató de protestar Mikasa, pero se paró pensándolo mejor mientras una decepción alteró sus rasgos − Mierda...
− Descuida, solo es una broma − le sonrió la comandante de una manera reconfortante − Tú eres mucho más emocional que este impasible. Y lo de él, sí, Levi puede sonreír, aunque casi nunca lo hace.
− Ya veo − asintió la azabache, de nuevo preguntándose a sí misma por qué le había visto en su sueño.
− Y casi odio esta frase gracias a él − comentó Hange soltando una risita.
Una leve sonrisa apareció sin querer en el rostro de Mikasa al escucharlo, ya que, aunque la comandante lo negaba, exactamente esto se consideraba "llevarse bien".

xxx

Los últimos rayos del sol inundaban una sala de la estancia, tiñendo las paredes de piedra en un color rosa. Otra misión de la legión de Reconocimiento estaba a punto de comenzar. Esta vez no se tocaba a todos, solo 12 personas abandonaron los muros formando un grupo pequeño. Con esta cantidad inhabitualmente poca de gente ocupaban menos de una tercera parte de sillas en la sala. Todos esperaban a Hange para escuchar su nueva estrategia. El hecho que la comandante se estaba retrasando no sorprendía a nadie, dado que Hange casi nunca llegaba a tiempo a reuniones. La conversación entre el grupo se daba vueltas acerca de objetivos supuestos de la misión y adivinanzas sobre su cantidad escasa. Mikasa casi no escuchaba lo que los demás estaban diciendo. Le echó un vistazo a Armin quien ahora les estaba contando a Connie y Sasha sus suposiciones. Ya pasó más de una semana desde aquella noche, cuando Mikasa decidió hablar con él. En estos momentos estaba tan determinada a abrirse, decirle al fin a su mejor amigo como se sentía y preguntarle cómo se encontraba él, que todo esto le parecía una cosa muy fácil y sencilla. Pero a la mañana siguiente no pudo encontrar ni una sola palabra para Armin, como si todo en que había pensado ayer ya se hubiera borrado de su mente. Aun así pensó en probar al menos empezar una conversación sobre el asunto, esperando que frase tras frase, pensamiento tras pensamiento ellos encontraran el camino. Pero el intento de la azabache falló sin dar ningún resultado, ya que lo único que ella le dijo a Armin fue que le faltaba Eren, por lo que su amigo le respondió que a él también. No era nada sencillo en esto, más bien parecía a numerosas conversaciones con otros miembros de la legión cuando Armin y Mikasa recibieron sus condolencias. Ya era obvio, perfectamente claro que les faltaba Eren, todo el mundo lo sabía. Mikasa quería escuchar algo más íntimo de su amigo. Que Armin estaba furioso por el comportamiento de Mikasa en los últimos meses o que Mikasa aún le faltaba y sentía pena porque se habían alejado. Que una vez Armin se despertó sin tener pensamientos en Eren o que por mucho tiempo que había pasado, todavía no tenía ni un solo día así. Quería escuchar algo personal, que solo se comparten con los amigos, pero el rubio no le dijo nada parecido. Mikasa no se atrevió a preguntárselo a Armin directamente, ya que temía que sonara como acusación. Tampoco le dijo que todo este tiempo estaba indignada al ver a Armin hacerse amigos con Sasha y Connie, le pareció inútil mencionarlo. Así no lograron destruir una pared invisible que se había crecido entre ellos. Tal vez con el tiempo cuando sus heridas se curaran, pudieran ser amigos de nuevo. La azabache suspiró pesadamente. Trató de escuchar la conversación de los demás para distraerse de sus pensamientos tristes, pero al fin de nuevo se quedó en las nubes. ¿Qué están haciendo aquí? ¿Para qué estaban luchando? ¿Para qué murió Eren? Las murallas nunca fueron suficientes para proteger el pueblo. Cada persona podría morir en cualquier momento con su familia, amigos, vecinos, la caída de muralla María ya lo había demostrado. Entonces, tratar de hacer algo más que vivir tranquilamente entre las murallas era lo correcto. Pero hasta ahora todo lo que había hecho la legión de Reconocimiento no le dio a la humanidad mucha esperanza. Por más que se empeñaban, los titanes eran mucho más fuertes. Aun así la mayoría de los miembros de la legión seguía luchando en un intento de hacer todo lo posible para proteger a sus familias y la gente importante. Algunos hasta creían traer la paz, construir algún día el mundo mejor parecido a ese que se había quedado en recuerdos infantiles de Mikasa, pero más seguro y con bastante cantidad de recursos. Si el mundo así existiera... Tal vez Mikasa no lo viera como el objetivo porque ya no pudo salvar a la única persona a quien la quería proteger más que a todo el mundo. Si el mundo mejor existiera, ¿qué haría Mikasa allí? No lo podía imaginar. El único pensamiento que vino en su cabeza al respecto fue que en este mundo ella podría preguntarle a Levi de nuevo en qué soñaba. Por alguna razón la azabache estaba segura de que él se dedicaría a algo no quedándose perdido como ella. Y tal vez si Levi cumpliera su sueño, fuera lo que fuese, sonreiría de tal manera que Mikasa había visto en su visión. La azabache sonrió apenas visible al recordarlo. Era muy raro, pero este último pensamiento le hacía querer encontrarse en ese mundo extraño e imposible. Una insensatez que no tenía explicación.

− Disculpan por el retraso − se asomó Hange en una puerta de la sala. Todos se callaron al instante y pusieron en la comandante toda su atención mientras ella caminaba hacia su sitio.
− Bueno, vamos a empezar. Como ya han notado esta vez no somos numerosos. El objetivo de esta misión es conseguir información sobre nuestros enemigos que viven en el castillo. Son una familia muy poderosa y como ya vimos la anterior vez pueden influir a nuestra conciencia. Ahora no tenemos nada para contrarrestar esta habilidad y tampoco sabemos sus debilidades, ni qué planeaban hacia nosotros cuando nos tenían capturados. Así que vamos a regresar al castillo. Necesitamos cualquier información: documentos, cartas, lo que sea. Creo que no es necesario comentar que si nos encuentran allí, estaremos muertos.
− Suena fácil, ya ni siquiera tienen la guardia − le dijo Jan a Connie en una voz animada, pero por su desgracia no lo suficientemente baja.
− Kirstein − la comandante lo miró fijamente mientras él se quedó inmóvil e enderezado − estás subestimando a nuestros enemigos. ¿Piensas que si ellos pueden apagar tu conciencia al chasquear los dedos, no tienen nada especial para detectarte?
− Si sus habilidades se extienden hacia este campo, la misión no tiene sentido, ya que estaremos todos muertos.
− No sabemos si nos pueden detectar de una manera extraordinaria o no. Pero tenemos que prepararnos por lo peor.
El rumor recorrió la sala.
− ¿O sea por la muerte?
− ¿Por esto hemos venido solo nosotros?
Mikasa miró de reojo a los demás, no entendiendo su protesta. Como si ellos no se hubieran enfrentado a la muerte ya mil veces o nunca hubieran perdido a sus compañeros. Al contrario a la azabache las palabras de Hange no le impresionaron para nada. Todo era fácil: si les pillaban, morirían, si no, cumplirían la misión. No sentía absolutamente nada al respecto. Tal vez estuviera tan tranquila porque no se aferraba a la vida como los demás. − ¡Silencio! − ordenó la comandante pasando la mirada de uno a otro − Cada vez que abandonamos las murallas y enfrentamos a titanes estamos arriesgando nuestras vidas y cada vez nuestros compañeros mueren en estas misiones. Ahora es lo mismo con la única diferencia que nuestros enemigos ya no son titanes, sino la gente. ¿Está claro?
− Sí, señora.
− Muy bien. Dividimos en 2 grupos. El grupo A va al castillo mañana por la mañana. El grupo B estará en reservo y empezará a actuar 6 horas más tarde si el grupo A no regresa.
− Al parecer el grupo B es más afortunado − notó sarcásticamente Jan.
− Un poquito − asintió Hange.
− ¿Cómo vamos a dividirnos?
− No hace falta, todos ustedes y yo estamos en grupo B.
− ¿Eh? ¿En este caso que se queda del grupo A?
− El grupo A es Levi Ackerman.
Mikasa miró a la comandante con incredulidad. ¿Lo decía en serio?
− ¿Solo él? − la voz de Connie se escuchó detrás.
− Sí, hemos decidido que este es el mejor variante.
La azabache aún no podía creerlo. ¿Mejor variante? Más bien parecía a un plan de suicidio, ya que si Levi iba solo, sería aún más peligroso para él. Mikasa de nuevo observó a sus compañeros. Ahora, cuando sabían que actuaban en el segundo turno, parecían estar más relajados. ¿Acaso pensaban que Levi en solitario iba a resolver todos sus problemas? ¿Por qué nadie decía nada? ¿Por qué estaban todos de acuerdo?
− ¿Preguntas? − dijo Hange finalizando la reunión.
− ¿Puedo ser parte del grupo A? − Mikasa sintió todas miradas en sí en cuanto lo dijo, entre ellas la mirada de Armin llena de horror.
− No − respondió la comandante con firmeza.
− Pero...
− No − Hange le cortó de brusquedad − ¿Otras preguntas?
La azabache se quedó confundida, no entendía por qué la habían rechazado tan abruptamente.
− Una cosa más − continuó la comandante − especialmente para ti, Blouse. Les prohibo entrar en la cocina del castillo o en su bóveda. Ni se le ocurra traer algo consigo...
Mikasa ya no estaba escuchando. Mañana por la mañana Levi iba al castillo y era probable que muriera. Era muy probable. Sentía como la inquietud la devoraba desde dentro. Cogió la mirada de Armin en sí y se volvió hacia él. Su mejor amigo le pareció tan distante en este momento con su sonrisa sutil y un alivio en los ojos. Él no le comprendía, estaba feliz que no le permitieron participar. Mikasa desvió la mirada.
Como los demás empezaron a levantarse, la azabache entendió que la reunión estaba acabada. Se levantó también y fue a su dormitorio antes que Armin pudiera decirle algo. No quería darle comentarios acerca de su propuesta, actualmente no quería hablar con nadie. Por suerte, Sasha no regresaba al cuarto que compartían, obviamente estaba con Armin, Jan y Connie. Tal vez ahora estuvieran distrayéndose. Mikasa se sentó en la cama arrimándose a la pared. No se molestó en encender la lámpara, así que ahora se encontraba en tinieblas. Sabía que era la única a quien preocupó el plan o mejor dicho la enorme probabilidad de su fracaso. Tal vez los demás no vieran las cosas de este ángulo, tal vez pensaran que todo saldría bien. Estaban demasiado acostumbrados a las habilidades de Levi, pero estas habilidades no eran infinitas. Siendo Ackerman, Mikasa lo sabía muy bien. Ni Levi, ni ella no tenían nada contra los poderes de sus enemigos. Así que Ackerman o no, morirías igual. Y si Levi moría... Antes Mikasa nunca había pensado en esa posibilidad. No porque él fuera el mejor soldado de la humanidad, sino porque siempre combatían juntos. Si las cosas fueran tan malas para ellos y Levi muriera, obviamente Mikasa moriría también. En esta ocasión tal vez ni siquiera viera su muerte siendo la primera víctima. O tal vez consiguiera así salvarle la vida. La azabache se dio cuenta que esto no le parecía una mala idea y sonrió tristemente ante tal pensamiento. La historia se estaba repitiendo. Sabía que se sentiría mejor si sacrificara su vida por Levi que le perdiera a él. Todavía no apreciaba su vida bastante y probablemente fuera normal pensar así. Pero entendía que antes tenía los mismos pensamientos sobre Eren y no había conseguido salvarle. Exactamente estos pensamientos, que la vida de Eren era más importante que la suya, le envenenaron el resto de sus días. Pensando solo en Eren, no encontró nada para sí misma, para seguir sin él. Ahora lo entendía como entendía que sacrificar su vida por alguien era un rumbo muy equivocado. Lo entendía a la perfección, y aun así no podía hacer nada con la desesperación que brotaba dentro ella cuando pensaba que Levi moriría y ella se quedaría viva. No podía dejarle morir. No estaba tan recuperada para perder a alguien más. Solamente no podía estar de brazos cruzados mientras él arriesgaba su vida.
Se levantó de la cama. Tenía que hablar con el capitán, tal vez le lograra convencer dejarle participar. Si se lo permitiera, las palabras de Hange ya no tendrían vigor. Al menos tenía que intentarlo. Mikasa se deslizó al pasillo y bajó al primer piso, tratando de no hacer ningún ruido. La luz salía tras la puerta entreabierta de la sala y dentro se escucharon voces, mientras el resto del pasillo se inundaba en la oscuridad. La azabache caminó silenciosamente casi hasta el fin, pasando la sala, el despacho de Hange y algunos dormitorios más. Nunca antes había estado en esta parte del edificio, ya que normalmente el primer piso para ella se terminaba con la puerta del despacho de la comandante. Por suerte, sabía que se encontraba detrás de cada puerta en la estancia, así que no tardó mucho en encontrar la puerta que necesitaba. No pensaba en qué le diría a Levi o qué haría si él no estuviera, solo tocó a la puerta mientras su mente estaba en