Aclaración: Todos los personajes de Saint Seiya del manga clásico son propiedad del maestro Masami Kurumada, los personajes de Saint Seiya The Lost Canvas son de la autoría de Shiori Teshirogi, los personajes del anime son propiedad de Toei Animation, los personajes de Saint Seiya Santia Sho son propiedad de Chimaki Kouri.
Advertencia: El contenido de esta historia tocará temas que son sensibles (Violaciones, gore, maltrato físico y psicológico, entre otros) para el público que sea menor de 16 años, se recomienda discreción. Gracias.
Capítulo 3
Recorrió todo el trayecto consumido por esa única idea que era salir cuando antes del centro comercial al que tanta ilusión le hizo, pero ya nada podía ser como hace unos instantes más, no más, sólo deseaba regresar a casa de su tío e irle a decir que no quería permanecer ahí, por más doloroso que sea. Aunque, su actitud hizo preocupar aún más a su primo que solo parecía estarle ignorando.
- ¡Camus! ¡¿Por qué demonios me arrastras?! – Degel parecía estar alterado en su tono de voz, sabiendo que su primo lo estaba llevando a tirones fuera del centro comercial ya que lo que vio no le gustó para nada y menos sentir el miedo a flor de piel.
- Quiero volver a casa ahora mismo – Exclamó aquellas palabras en un tono de voz frío y denotando lo horrorizado que estaba, aun así, Degel frenó el paso de su primo para después tomarlo de los hombros y girarlo para que lo viese a los ojos.
El semblante de Camus parecía pálido y más percatarse que no respiraba correctamente, se alarmó hasta el punto de querer pensar una solución ante los evidentes cambios.
- Camus ¿Estas bien? – El menor negó con la cabeza para después aferrarse al pecho de su primo y comenzar a llorar, Degel no entendía porque lloraba su primo pero en ese mismo instante se dio la vuelta para encontrarse con su novio y el amigo de este, solo se mantiene abrazando a su primo consolandolo.
- ¿Cómo está tu primo, amor? – Pregunto Kardia mientras se acercaba a Camus y acariciarle la cabeza para tratar de tranquilizarlo, no aguantaba la impotencia de que por una vez más puso en peligro la confianza que Degel les puso no solo a él sino a todos los que conformaban la comunidad de vampiros.
- ¡Parece que esos tres cretinos en verdad nos querían ver carcomidos del terror, como todos los días! No se dan cuenta que mi primo no debía enterarse de esta forma y de que ustedes dos son unos vampiros, bueno de la verdad de esta ciudad – Aioros y Kardia bajaron la cabeza sabiendo que la escena que montaron era demasiado para un adolescente que ahora sabía de su especie – Por ahora Kardia no quiero verte en la puerta de mi casa hasta dentro de tres meses y menos cruzarme contigo Aioros – Acto seguido Degel volvió a entrar al centro comercial y consigo llevaba a su primo que todavía seguía llorando, necesitaba comprar las cosas que necesitaba para asistir a la preparatoria. No obstante, Kardia se sentía muy avergonzado pero no podía evitar demostrar cuánto estaba ardiendo de rabia y saber que esos tres trillizos le habían separado de su novio por décima vez.
En cambio, Aioros comenzó a recordar hechos del pasado que tenían relación con lo que había pasado esos instantes, mientras recordaba notó que el primo de Degel era y nada menos que la reencarnación del futuro cuñado de Kardia, aquel joven de gran belleza que no solo provocó disputa entre las dos familias con futuros muy prometedores, que lastimosamente rememorar aquellos días solo le traían penurias y arrepentimiento.
- Kardia, antes que nada cálmate – El susodicho fulminó con la mirada a su amigo de la infancia ya que Aioros estaba más serio que de costumbre – Y lo que te voy a contar te costará que recuerdes hechos relacionado con el joven Monthay y tu hermano -
- ¡¿Qué estás diciendo, Aioros?! – En eso Aioros tomó la mano de su amigo para después usar sus poderes psíquicos para mostrarles ciertas imágenes con sonido y todo, un arte que pocos vampiros han desarrollado, porque era una habilidad sensorial que azotaba solo aquellos que eran de sangre pura si se usaba con sabiduría.
- 1880 -
- No los entiendo a los dos – Dijo Kardia cruzándose de brazos y sentarse al frente de su hermano y su futuro cuñado, quienes parecían estar muy enamorados y felices con la compañía del otro.
- Kardia debes de entender a tu hermano, Milo desea saber si estás de acuerdo con la boda – Decía Aioros quien estaba trayendo en una bandeja de plata el té que iban a beber y con unas rebanadas de torta, necesitaba ambientalizar la conversación que iba a ser muy seria.
- No me convence del todo y menos saber que mi hermano se va a casar con una persona de sangre inmunda – El otro amigo de Kardia le pegó una colleja y esto causo gracia a los dos menores quienes se tapaban para evitar reírse a la cara del mayor, por supuesto Kardia no estaba contento ya que había muchas cosas en juego - ¡¿Por qué diablos haces eso Saga?! -
- Lo hago para que entiendas a tu hermano por lo que siente por el joven Camus – Kardia se puso de pie para ir hasta donde estaba su hermano y futuro cuñado quienes optaron por un semblante serio, no había nada que ocultar en esos instantes.
- Kardia – Llegó articular Milo mientras apretaba las suaves manos de su prometido quien lo había mirado con un semblante algo desconcertante por lo que vaya a suceder tras dar a conocer sus deseos de contraer matrimonio.
- Milo quiero saber si en verdad amas a este jovencito y de que asumirás las consecuencias que habría con el consejo – El muchacho de cabellos rubios asentía con orgullo sabiendo que el amor prohibido que tenía con su adorado joven Monthay, quien estaría siempre de acuerdo con él – Además hermanito tú ya eres adulto y eres un vampiro de sangre pura, pero hay algo Milo que… - El menor de los Diamantidis miro algo confundido a su hermano mayor quien bajó la cabeza y se puso de pie para ir directo a la planta de arriba, en cambio, Kardia no deseaba contarle todavía la verdad acerca de su familia y el árbol genealógico de está pero opto no hacerlo para prevenir las razones que los convirtieron a ellos dos en huérfanos e incomprendidos ante las miradas de otros vampiros pura sangre.
- De vuelta a la actualidad -
- ¿Te acuerdas de aquel día y de la imagen del joven Monthay? – Le preguntó Aioros mientras que su mirada estaba enfocada en el semblante de su mejor amigo, quien por supuesto estaba horrorizado.
- ¡¿Qué demonios quieres mostrarme Aioros?! – El castaño cerró sus ojos listo para irse a su casa antes de que su hermano menor lo regañe por la tardanza - ¡Ese muchacho está muerto y por su culpa mi hermano esta como esta! – En eso el mayor de los León paró su andar para después mirar sobre su hombro a su amigo de la infancia y Kardia no parecía estar analizando muy bien aquel recuerdo, y muchos menos asimilar los hechos.
- Te lo digo una sola vez Kardia y espero que algún día encuentres una respuesta coherente antes de realizar una escenita, porque yo estaré vigilando al primo de Degel porque presiento que Aiacos hará lo imposible para realizar lo que siempre ellos tres quisieron – Kardia comenzó avanzar hasta donde estaba su amigo quien le había dado la espalda para después desvanecerse frente suyo - ¿Crees en las reencarnaciones? – Aquella pregunta que formuló Aioros quedó tendida en el aire haciendo eco en las calles vacías de la entrada al centro comercial, Kardia parecía estar confundido y más sabiendo que debía irse antes de que su "ex" novio apareciese y lo echase de la forma que siempre estuvo acostumbrado.
Se rasca la nuca ya no sabiendo qué hacer o el cómo enfrentarse a su amado debido a ese hecho que jamás había previsto, muchísimo menos cuando esos tres murciélagos estaban revoloteando alrededor de ellos como si fueran a faltar al acuerdo que extrañamente jamás accedió junto a su hermano menor. Milo, a su mente vino la sonrisa de su adorado hermano menor al que nunca pudo respaldar, con el que en la actualidad estaba distanciado debido a su falta de control no solo de sus poderes vampíricos, sino de sus sentimientos y emociones.
- "Será mejor que me quede esperando por ellos en el auto, solo rezó a los anticristos de que Degel me perdone o sino…" Me quedaré sin probar su dulce y embriagante sangre - Suelta un largo suspiro viendo que sus necesidades eran prioridad, por lo que, va hasta el auto más que dispuesto a dar una pequeña vuelta en lo que vigila que ni un ser insignificante se acerque a los primos, aún sabiendo que estaba pensando sobre la decisión independiente que tomó su amigo Aioros con respecto a vigilar a ese muchachito maleducado.
Dentro del centro comercial, Degel y Camus ya se habían tranquilizado ya que el mayor de los Afrontes miraba las vidrieras en compañía de su adorado primo quien ya había calmado sus nervios y las ganas de llorar. En cambio, al salir del centro comercial una vez que concluyeron con las compras, salieron ambos cargando con un montón de bolsas en donde había ropa nueva, en otras estaban los útiles escolares que el menor iba a necesitar, las zapatillas para que use y una cuantas cosas para llevar como recuerdo de aquel hermoso momento que tuvieron.
Sin embargo, a lo lejos Kardia los estaba vigilando hasta que su amado y el primo del mismo tomasen un taxi para después estar seguro de que ellos estaban en buenas condiciones decide seguirlos hasta el domicilio de su amado, es mejor prevenir que lamentar.
- ¿Ahora que hacemos primo? – Pregunto Camus mientras que rebuscaba en la mochila algún chuche para comérselo, por lo tanto, Degel de su bolsillo sacó su teléfono celular para así llamar a un taxi.
- Lo más obvio, volver a la casa antes de que mi padre nos reté por llegar tarde – en eso el peliverde cerró la tapa de su celular sabiendo que el taxi que pido ya los estaba por buscar. En eso Degel se da la vuelta para mirar a su primo quien no lo dejaba de observar algo serio - ¿Por qué me miras así? -
- No sé – Decía Camus mientras que fruncía los hombros, haciendo como si las cosas fluyeran normal – Degel – El mencionado se acerca a su primo para después tomarlo de los hombros y guiarlo hasta la parada donde paraban siempre los taxis - ¿No te estas olvidando de algo? – El de cabellos verdes cambió su expresión a una de horror, sabiendo que esa misma noche tenía una cita con Kardia y de que ya había arruinado la salida con el tema de las compras y de sacar a su primo a conocer el pueblo.
- ¡La cita! – En ese preciso momento un coche deportivo que ya los dos primos conocían como el de Kardia, quien estaba pilotando y se estacionaba frente suyo – "Creo que estoy castigado" Ho-Hola -
- ¿Se suben o desean una invitación? – Camus señaló con su dedo el maletero y después las tantas bolsas que ellos cargaban encima, el peli azul asintió para después buscar a su costado la palanca que abriría el maletero, cuando lo hace, Camus tomó a su primo del brazo para después arrastrarlo donde está el maletero necesitaba hacer que esos dos se reconcilie y evitar que su primo se ponga triste una vez más.
- ¿Qué pretendes mocoso? – Pregunto Degel mirando de reojo a su primo mientras que los dos subían algunas bolsas.
- Pretendo entender esta realidad y procesar lo que yo vi hace unas horas atrás – Aquellas palabras tomaron por sorpresa a Degel y más darse cuenta que su primo no estaba del todo bien, pero haría un esfuerzo por aceptar lo que él decida.
- ¿Acaso eres el típico adolescente que no cree en lo sobrenatural? – Camus se dio la vuelta para mirar a su primo quien estaba cruzado de brazos y con una ceja alzada, en cambio, Camus dejó salir un suspiro para posteriormente comenzar avanzar hasta la puerta de atrás – "No te comprendo primo y menos entenderé tu forma de ser" -
Acto seguido, al notar que ambos primos estaban arriba del vehículo, Kardia prendió el motor para así dirigirse hasta la casa de los Afrontes. Durante el trayecto el silencio predominaba, un adolescente aburrido en la parte trasera y una pareja distanciada por los errores cometidos por el vampiro; eso no le agradaba, entonces se le ocurrió una mejor idea que volver a interrogar a Kardia quien estaba atento al frente ya que ni la música servía para aliviar la distancia que se impusieron la pareja.
- Kardia ¿Quieres a mi primo Degel? – El heleno de cabellos azules pisó el freno de mano provocando que todos se estiraran un poco hacia adelante, no obstante, Degel se cruzó de brazos y fulminó con su mirada a su adorado primo quien tenía una sonrisa de oreja a oreja.
- Eh… Yo… No sé qué decir o cómo contestar tu pregunta Camus, pero mis sentimientos hacia tu primo son grandes e inmensos como la vida misma – El tono de voz que utilizó Kardia era un poco anormal en su carácter, es más aquellas palabras tomaron por sorpresa a Degel quien se acomodó en su asiento y estirar un poco su mano para después tomar una de las manos de su amado, quien por supuesto estaba un poco sonrojado al darse cuenta que terminó por declararse.
- Esta bien, aquellas palabras me parecen muy poco como para describir el amor en sí… pero tan solo te he preguntado si lo querías y la respuesta correcta es un sí o un tal vez, porque si tan enfadado parecía estar mi primo por creerme el cuento de que tú y tu amigo sean "Vampiros" porque no me lo trago tan fácil ese cuentito – Kardia y Degel se miraron muy anonadados por escuchar las palabras del menor, pero lo que prefirió el heleno es continuar con el viaje – Y cambiando de tema ¿hace cuánto están de novios? Y esta pregunta va para ti Degel -
- Un año y tres meses Camus – el susodicho se dio cuenta de la edad de ambos y parecía que Kardia fuese un poco más chico que su primo, pero en ese mismo instante en su cabeza se formuló otra pregunta.
- Kardia ¿Cuántos años tienes? – Degel miro al mencionado quien no sabía qué contestar, pero lo que optó el mayor de los Diamantidis era responder con la mentira.
- Tengo veintisiete años mocoso policía – Camus se aposición atrás de Kardia para después patearle el asiento y esto provocó el enojo del interrogado - ¡Ya basta!
Y así comenzó una pelea de palabras entre Camus vs Kardia, y esto estaba provocando una enorme jaqueca a Degel. Todo esto iba ser una locura para nuestro protagonista y más sabiendo que Degel conocía todo acerca de todos los conocidos y amigos de su novio, pero nunca se esperó escuchar la irónica respuesta por parte de Camus.
Ya era de noche cuando llegaron, sabiendo que durante el paseo en auto y por ocurrencia de Camus de conocer un poco el centro, Kardia de vez en cuando le dedicaba una sonrisa cálida y llena de amor a su adorado Degel quien le respondía con un beso en la mejilla, logrando que esa discusión que tuvieron hace unas cuantos horas atrás quedó en el pasado.
Al llegar a la casa, Degel y Kardia se bajaron del vehículo, para después el joven de cabellos verdes sacara de sus bolsillos sus lentes sabiendo que el cansancio en su zona ocular le mataba. No obstante, Kardia se fijó en el asiento de atrás para percatarse de que el menor estaba tendido en el asiento trasero descansando plácidamente.
- Parece que tu primo se cansó rápido por las tantas vueltas que dimos por la ciudad – Comentó Kardia mientras abría una de las puertas para después alzar con cuidado al menor de los Afrontes, cargarlo era como cargar una simple bolsa llena de plumas.
- Siempre fue de cansarse rápido y más cuando ya lleva unas cuantas horas aquí – Degel con un poco de cuidado carga las bolsas que sacó del maletero para después buscar en su bolsillo derecho las llaves de la puerta de entrada.
- ¿Quieres que te ayude con algo? – Pregunto Kardia quien cargaba a un Camus que se movía un poco y para después aferrarse al pecho del heleno, este no pudo evitar que bajar la mirada algo contrariado por aquella acción.
- Te lo agradecería, toma con mucho cuidado tres bolsas que me deje en el maletero y entrarlas a la casa ¿Sí? – el joven de cabellos azules y rizados asintió con la cabeza para posteriormente dar media vuelta ir a una velocidad sobrehumana hasta el maletero buscar aquellas tres bolsas, ponerlas encima del cuerpo dormido del menor y volver al lado de su novio quien parecía algo feliz al ver aquella acción de su pareja.
Una vez que ingresaron a la vivienda, entre los dos se encargaron de acomodar todo lo que traían del centro comercial, Degel acomodo lo comprado para que su primo se encargará de acomodar sus pertenencias ya adquiridas y Kardia fue a dejar al menor en su cama, tapado y disfrutando de la comidad de su cama.
- "Tantas dudas tengo contigo mocoso del averno y dudas que siempre las tuve desde la primera vez" – Los pensamientos de Kardia parecían distintos a los que tenía anteriormente, mientras admira el cuerpo durmiente de aquel joven de cabellos aguamarinas, se parecía demasiado al parecido amor de su hermano menor y que iba a ser su futuro cuñado en aquella anterior vida que tuvo.
En ese preciso momento una viva imagen del pasado se le presentó a Kardia y provocando que sus colmillos hicieran aparición como también sus ojos comenzaron a cambiar a un tono carmesí ¿Por qué razón? Sabía muy la razón y eso era producto de la maldición que recibió meses atrás cuando empezaba a convivir con Degel, algo que no solo a él sino a su hermano menor que desconoce el trasfondo de aquella maldición.
La imagen, era la viva imagen de cuando su hermano menor estaba por suicidarse a causa del dolor y la traición. Lo que veía parecía ser una pesadilla, su hermano menor estaba siendo producto de un adiestramiento que jamás espero que sucediera y aquello era acción de los sujetos que desconocía pero si los escuchó ser nombrados como los sujetos del consejo de vampiros.
- "Por qué ahora… ¡¿Por qué?! Maldita seas, maldita seas que haces acto de aparición… Destruiste la vida próspera de mi hermano, destruiste el lazo de pasión que tenía con mi adorado Dégel… ¡Juro cuando te tenga frente mío te haré pagar la traición hacia mi familia y hacía mi nombre!" – En eso la puerta del cuarto de Camus se dejó abrir para después dejar a la vista unas cuantas entidades encapuchadas quienes mostraban una sonrisa horrorosa y de apoco iban avanzando directo hasta el cuerpo del menor. Kardia se puso en guardia, pero no prefirió alarmar a Degel quien supuestamente estaba acomodando las compras. Sin embargo, una visión se mostró enfrente de Kardia, eso le hizo recordar aquella noche de lluvia y llenos de gritos que variaba del desespero, y del terror.
- 1880 -
Era otoño Milo siempre disfrutaba una hermosa tarde en compañía de su hermano mayor quien siempre estaba coqueteando con las sirvientas quienes atendían sus necesidades, era el ambiente tan perfecto entre dos hermanos huérfanos y que solo vivían de ser un par de hombres llenos de orgullo por su apariencia.
- ¿Ya hace cuanto no tomamos el té? – Preguntó Milo mientras daba la vuelta de una de las páginas de un libro que había tomado prestado de la mansión Monthay.
- Desde que mamá murió – Contestó Kardia de una manera despreocupada ya que ambos fueron huérfanos por parte de madre en un tiempo que sus conocimientos como vampiros estaban en plantación.
- Estas equivocado hermano mío, hace más de tres años que no tomamos el té y dudo que algún día lo volvamos a disfrutar como ahora – Las palabras que decía su hermano le había provocado un tremendo dolor en la boca de su estómago, ya que Kardia conocía la elocuencia de Milo quien siempre parecía estar hundido en libros, pergaminos y escritos que siempre relataban hechos sobrenaturales, de ciencias y acerca del por qué de la vida misma.
- ¿Qué quieres decir Milo? – Pregunto Kardia mientras se ponía de pie para después comenzar avanzar hasta el cerezo que tenían en el enorme jardín.
- Lo que trato de decirte es que… - En ese mismo momento la presencia de una criada había alertado a los dos hermanos y más cuando la bella señorita le estaba tendiendo un sobre hacia Milo, quien abandonó su lectura para tomar aquella carta.
Los minutos pasaron desde que cruzaron miradas, Kardia parecía muy impaciente desde que su pequeño hermano estaba leyendo aquella carta de unas cuantas hojas escritas. La viva imagen de su hermano menor lleno de alegría por recibir aquella carta se convirtió en la más dolorosa, pero jamás esperó que él mismo cayera de lleno al suelo para después destruir con fuego aquella carta.
- ¡Por qué! ¡¿POR QUÉ?! – Kardia corrió hacia su hermano y al llegar lo tomó de los brazos para atraerlo a su pecho sintiendo como este comenzaba a llorar dando gritos llenos de dolor y enojo. Verle así le dolía mucho y más sentir como su ser más amado lo estaba dejando, nunca quiso que eso ocurriera pero terminó por suceder.
- "Ya Milo, ya… ¿Dime que sucede hermanito?" – Kardia acariciaba los cabellos rubios de su hermano quien no dejaba de pronunciar el nombre de su prometido y sentir como este mismo jadeaba a causa de la fuerza por el acumulo de ira, intenta serenarse diciendo el poema que los padres de ambos les recitaba cuando eran pequeños.
- En la actualidad -
En eso sus recuerdos fueron interrumpidos por el sonido de la puerta al abrirse, haciendole voltearse y encontrarse con la bella imagen de su novio, quien estaba vistiendo ropas de entre casa, que consistía de una playera de color verde con un dibujo de un pájaro blanco, un pantalón de gimnasia que le marcaba muy bien las piernas y también calzaba unas pantuflas con forma de conejo de color verdes.
- ¿Estas bien Kardia? – el susodicho bajo la mirada hacía el menor que continuaba descansando, regresa a la normalidad para así levantar la mirada para posarla en el semblante algo anonadado de su novio y lo único que hizo por inercia fue ponerse de pie.
- La verdad es que estoy muy cansado y quiero dormir contigo en la cama de tu padre – Degel se acercó a su novio para tomarlo de la mano indicando que acepta su propuesta, ambos salen del cuarto, a pesar de que no podía evitar ver a la persona que amaba sumergirse en sus recuerdos más turbulentos de su pasado y estaría más que seguro que debe de tratarse de su pequeño hermano menor.
Al llegar al cuarto del padre de su novio, Kardia pasó su brazo por la cintura de su novio para después comenzar a besarlo de una manera apasionada, Degel entendía las necesidades de su pareja y más sabiendo que las dificultades que pasaron en compañía del otro. Tener dicha oportunidad para ellos dos eran muy pocas como hace tiempo atrás, puede que ambos hayan pasado su tiempo de universitarios a la par del otro, su amor siempre será comparado con la tragedia de Shakespeare sobre dos amantes que eran continuamente separados por las disputas entre sus familias y eso además de desanimarse por dichas prohibiciones, les motivaba a querer pasar más tiempo al lado del otro cueste lo que cueste.
No obstante, la situación era otra afuera de la casa en donde se podía mostrar todos los seres que entraron sin permiso a la casa de los Afrontes parecían estar multiplicándose a causa de una manipulación y era acto de un vampiro de cabellos blancos y que empuñaba un látigo, estaba arriba de una terraza con su mirada fija en la imagen de Degel y Kardia desatándose en una velada de besos y caricias.
- Es un asco verlos a ellos dos muy melosos, pero tener la imagen de la presa en este plano debe ser un acto de brujería. Pero no, estoy muy satisfecho que ustedes seres de abajo sean lindas mascotas de vuestro señor – Todos los seres encapuchados y rebosantes de una alegría negativa comenzaban a volar hacia diferentes lugares del pueblo, algunos se transformaban en otros habitantes, una parte de estos seres usurparon cuerpos de los humanos para estar en los planos y algunos pocos se mantuvieron en las sombras para así crear más de ellos.
- En el próximo capítulo de Order Vampire -
(…)
- Bueno clase, les quiero presentar a su nuevo compañero su nombre es Camus Afrontes – Presentó aquel maestro de cabellos bordos y de ojos morados.
Todos en aquel salón comenzaban hablar entre ellos menos dos jóvenes quienes parecían estar fijando sus miradas en él. Camus era nuevo en un instituto donde solamente asistían hombres.
Al sentarse en su asiento y al lado de un muchacho de cabellos negros y en mascarado quien parecía tener puesto su mirada ámbar en su cuaderno.
(…)
Al tocar el timbre, Camus salió casi corriendo de aquel salón sabiendo que su mala experiencia con el alumno más hermoso y ansiado por todo el instituto lo había ignorado en toda la clase de ciencias.
- ¡Camus! – Una voz lo había parado en medio de la multitud de alumnos y maestros quienes parecían hablar entre ellos y estar sumergido en cosas cotidianas o habituales en un instituto. - ¿Estás bien?
- La verdad que no Mu y más sabiendo que no quiero estar en este colegio, quiero volver al orfanato y no volver más aquí – Las palabras duras que dijo aquel joven de cabellos aguamarinas lo hirieron, jamás espero que la fuerza de ignorar a alguien lastimase a muchos y eso a Mu no le gustaba para nada.
- ¿Qué sucedió con el bello cordero? – Mu se dio la vuelta para toparse con la figura de un muchacho de cabellos azules quien tenía un semblante muy particular de un hombre sediento de lujuria.
- Espero que entiendas lo que te tengo que decir asqueroso insecto – El muchacho de cabellos azules y mirada esmeralda frunció el ceño al escuchar aquel insulto por parte del muchacho de cabellos lavandas quien a paso tranquilo comenzó avanzar hasta los baños donde supuestamente estaría cualquier alumno lleno de dolor y sufrimiento.
(…)
