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3: Regreso a casa.
Por los cielos, de las tierras del Sur, se veía a un majestuoso Pegaso color blanco, con una hermosa mujer de cabellera negra y larga, todos sabían que ella era "La Doncella, del cielo y el infierno", también conocida, como "La rosa de sangre", ella era la única hija de los señores de esas tierras, y los aldeanos de las mismas, sabían lo que había ocurrido, con su Rey y Reina, así como las atrocidades que había hecho, aquel bandido de nombre Onigumo, quien había usurpado el nombre de su Rey, para hacer a todo el Sengoku, odiarlo, sin embargo, con respecto a la princesa, sabían que ella había desaparecido hace, 52 años, y que había sido enviada a otra época en la línea del tiempo, para protegerla, de ese hanyou malvado, vieron al caballo descender, en los jardines del castillo, y a la dama, bajar de este, haciendo, los presentes y los guardias una reverencia ante aquella mujer, que traía un rostro duro, serio y más que nada, tétrico, dejando en claro, que había sufrido, y era mejor no meterse con ella.
La chica paso por la fila de guardias, y entro al castillo, pasando por los pasillos adornados con miles de cuadros donde ella, su madre y padre, aparecen sonriendo felizmente, al final se detiene justo delante de una puerta enorme de color carmín, justo a un lado en la enorme pared, se encontraba la imagen de su madre, la más grande y poderosa guerrera y reina que haya existido, después de contemplarla con nostalgia, abre las puertas de la habitación viendo en su centro una enorme cama, con cobijas de ceda color carmesí, y aun hombre, de ya demasiada edad, por el tono de sus cabellos, y las arrugas en su cuerpo, dormido, sin embargo, este al sentir el aroma de esa persona, despierta y trata de incorporarse, para poder saludar a su querida, hija, quien al ver las intenciones del hombre inmediatamente acude a ayudarlo, para evitar que se lastime, o realice demasiado esfuerzo, pues sus condiciones de salud no se lo permiten y un movimiento en falso, podría acabar incluso con su vida.
?: Kagome…cariño… - dice el hombre con dificultad, al saludar a su hija, abrasándola con las fuerzas que tiene, siendo correspondido inmediatamente por ella.
Kagome: Padre…te he extrañado tanto – lo dice la misma Kagome, al abrasar al hombre que le dio la vida, y la protegió durante toda la misma.
?: Yo también mi princesa – contesta el hombre, al separarse del abrazo, su hija era la viva imagen de su amada esposa – ¿lograste derrotar a Onigumo, no es así? – lo pregunta el hombre de cabellera negra, ya con muchas canas, prácticamente con el cabello, tapizado de nieve.
Kagome: así es padre, ese maldito, que te hizo tanto daño ya está muerto – contesto con seguridad, y fuerza la mujer.
Sus antiguos compañeros de viaje, habían creído, que ella, no tenía un motivo particularmente personal, para perseguir a "Naraku", lo cual era una completa mentira, al igual que el hecho de que ella era la reencarnación de la perra, que seguramente se estaba revolcando en esos momentos con su ex marido, ella, tenía una razón muy poderosa, por la cual deseaba la muerte de ese bastardo.
Hacía más de 200 años, su padre había sido presa de una enfermedad que poco a poco lo fue consumiendo, de todos los Reyes que existían en los 4 flancos, él era el más conocido, y amado, hacia muchísimos siglos, pues el, había creado una "civilización" donde , humanos, youkais, y sobre todo, hanyous, podían vivir en armonía, sin ninguna necesidad de pelear, y ese era el Reino que había creado, sin embargo Onigumo, había aprovechado la enfermedad de su padre, 1 de los 2 demonios más poderosos de Sengoku, pues el otro fue el gran Inu no Taisho, quien también fue un gran amigo de su padre, ese hanyou, había usurpado el nombre de su padre, y había hecho tantas atrocidades, para asegurar se de que todos lo odiaran creyendo que era el, y hace 83 años él había atacado el castillo, tratando de matarla, cuando ella era apenas una joven de 33 años, por lo cual, su padre decidido, llevarla al futuro, y dejarla en un templo, justamente el templo Higurashi, quienes eran los descendientes de Midoriko, su esposa, la dejo en ese lugar, con un sello, que se rompería, en el momento que la mujer indicada, llegara, y ella tomaría el lugar como su hija, sin recordar nada, ella, volvería a nacer, y así se hiso, creciendo nuevamente en el vientre, de Naomi Higurashi, quien sabia toda la historia y había aceptado cuidarla y protegerla como suya , hasta que el momento de regresar a su verdadera época llegara, siendo ella, quien le contaría a Kagome toda la verdad.
El hecho de parecerse a Kikyo, le favoreció mucho en su plan, por lo que no le quedo le más opción que fingir ser la reencarnación de la zorra, que se revolcó con su ex marido.,
Kagome sabía bien, que pudo matar a la no-muerta, en un abrir y cerrar de ojos, así como pudo destruir a Onigumo solo con chasquear los dedos, pero no podía mostrar sus poderes a sus amigos, por mucho que los quisiera y por mucho que odiara pelear, una absurda competencia contra un estúpido hanyou como humana, no le quedo de otra.
De todas las personas que decían conocer a "Kagome Higurashi", solo una de ellas, sabía quién era realmente, y esa persona era…
Guardia 1: Mi lord, mi lady, los buscan – comento el guardia sacando de sus pensamientos a la pelinegra.
Naraku: hazlo pasar – dijo con voz cansada el hombre, volviendo a recostarse en la mullida cama de ceda.
El guardia se retiró haciendo una reverencia a los gobernantes de esas tierras, las cuales estaban protegidas por un campo de energía el cual levanto la antigua señora de las tierras del Sur, y pidió que al morir rociaran la sangre k ella había guardado en un frasco, en todo lo que era el campo, así se hizo, y el campo se hizo indestructible, ningún ser con malas intenciones puede cruzarlo, y sus habitantes no sufren por los escases de comida, agua o algún recurso natural.
Al cabo de unos segundos, entraron en el cuarto una joven, parecida a Kagome, per más bajita y con una coleta de lado, un youkai con cara de sapo, el cual hizo una respetuosa reverencia, ante los lords que estaban frente a él, aunque lo allá echo a regañadientes, y finalmente, un alto y apuesto hombre de cabellera plateada y hermosos e intensos ojos dorados.
¿?: Sus majestades, dijo el hombre haciendo una pequeña inclinación, ante las figuras, solo que una de ellas, lo miraba, inexpresivamente, como si no le importase en absoluto su presencia.
Naraku: puede levantarse joven Sesshomaru, no tiene que hacer eso – dijo con cansancio, pero con amabilidad y una sonrisa, el hombre acostado en la cama.
Kagome: ¿Qué haces aquí Sesshomaru?, si es por que deje al imbécil de tu medio hermano, solo espero que el muy bastardo haya tenida los pantalones para decirte, el por qué – contesto bastante fría y molesta la pelinegra.
Sesshomaru: No vine por lo de Inuyasha, el imbécil se lo tenía merecido, vine a saludar a la nueva SEÑORA de las tierras del Sur – contesto, con su habitual cara y humor.
Kagome: ¿Nueva…SEÑORA? – pregunto viendo a su padre, quien le explico que no faltaba mucho para que el dejase ese mundo y ella tendría que tomar su lugar correspondiente como la señora de esas tierras, Kagome, acepto a regañadientes, no quería perder a su padre, por lo que se quedaría con su padre sus últimos días de vida, sus amigos podrían esperar, su padre no.
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