Parte 3: En el campo de flores

La neblina se fue, el camino estaba despejado, podíamos caminar sin tropezar. Caminamos por un tiempo, al avanzar se empezaba a ver un campo de flores y antes de llegar a este se encontraba una mujer. Sus cabellos eran dorados y estaba vestida de ropas completamente blancas, la mujer se dirigió a nosotras.

- Vaya, pero que chicas tan lindas ¿Están perdidas?

-Bueno, no estamos exactamente perdidas pero...

- Vengan, vengan - la mujer nos interrumpió - seguramente se dirigen al campo de flores, sí que acompáñenme

La mujer nos guió hacia una pequeña casita de madera, dentro había ruecas, telares y otros artefactos para tejer, también había telas blancas, igual de blancas que las que llevaba la mujer que nos llevó allí.

- Si van al campo de flores necesitan ropa nueva - dijo la mujer - ¿Que les gustaría usar?

- Estaría bien una capucha para las dos, siempre estuvimos compartiendo la misma

-Suena bien

La mujer dio unas palmadas y todas las máquinas empezaron a trabajar solas. En poco tiempo dos capuchas de color blanco estaban listas.

- ¿Algo más? - preguntó la mujer

Ambas pensamos que si usábamos una capucha como la de Aya entonces debíamos de tener las dos un vestido como el de Kon para hacer juego, así que se lo pedimos.

Una vez terminado la mujer nos invitó a ponernos nuestra nueva ropa, en cuanto terminamos la mujer nos llevó a donde el campo de flores comenzaba.

- Es hora de irse - dijo la mujer - pero antes tengo algo más, desde que las vi ustedes andan tomadas de las manos así que les tengo un regalo

La mujer de la nada sacó una bufanda muy larga y un listón, ambos de color rojo, nos tapo a ambas con la bufanda y ató el listón a las manos con las que siempre nos tomábamos.

- Esto es una muestra de que siempre estarán juntas - dijo la mujer

- ¿Y que hará usted?

- Aún no soy digna de un lugar como este, pero cuando esté lista tal vez nos volvamos a ver

Entonces empezamos a caminar sobre el campo de flores, en ese momento nos despedimos de nuestros antiguos nombres, después de todo ni siquiera nos pertenecían.

La mujer con una cálida sonrisa y lagrimas en sus ojos se despedía mientra su figura desaparecía poco a poco.

En cuanto nos adentramos en el campo todas las flores nos hicieron reverencia, podíamos ver todos los mundos.

Nos recostamos y empezamos a admirar los mundos que iban pasando...

Algunos eran felices...

Algunos eran tristes...

Pero todos tenían personas que caminaban justo como lo hicimos nosotras, con niebla en sus corazones. Si seguían adelante a pesar de todo esas personas encontrarían su propio campo de flores.

Esfuércense pequeñas almas, sigan su camino hasta encontrar su propio campo de flores. Nosotras encontramos el nuestro, ahora somos libres.