Lunes 22 - DIC - 1997
Harry estaba enojado. Estaba frustrado y enojado. Estaba justamente en la Mansión Malfoy por Dumbledore para poder aprender a ser un verdadero Black, aunque eso implicaría tener que soportar a su némesis, pero justamente en este momento Harry Potter solamente tenía ganas de partirle la cara a Draco Malfoy.
Para Harry, el día había comenzado de manera más normal. Se había levantado y arreglado a tiempo para ir a desayunar con los Malfoy, un tiempo en el que no pasó nada de gran relevancia y después de que esta actividad terminara, el gryffindor se había dirigido directamente a la biblioteca para seguir leyendo el libro Black.
Que al parecer, este libro era más un diario que un libro como tal. Básicamente lo que decía era de sus éxitos en sus negocios, y con decir negocios, prácticamente nos referimos a sus actividades de sobornar a otros magos de puestos importantes sobre todo en el ministerio de magia.
Eso y la gran cantidad de palabras y frases que representaban su elevado egocentrismo, narcisismo, superioridad y sobre todo lo supremacista sangre purista de su ser. No había ni una sola página en todo el libro en la que no estuviera menospreciando o insultando a otros magos y brujas. Y ni se diga de los que el dichoso autor consideraba sangre sucia y traidores de la sangre.
Harry Potter no podía creer como simplemente podía existir alguien así. Para el pelinegro precisamente eran los amigos y la familia lo que más valoraba, incluso mucho más que el dinero, pero este tipo parecía ser absolutamente todo lo contrario, era alguien que no dudaría ni un solo segundo en deshacerse incluso de su propia familia con tal de quedar bien ante los demás.
Y mientras leía el gryffindor no pudo evitar cerrar los puños de rabia con fuerza mientras tenía que leer como este tipo humillaba, torturaba y asesinaba a magos simplemente por ser quienes eran o por haber nacido squib, qué porque según él, no tenían ni siquiera el derecho de existir.
Así que si, Harry realmente estaba enojado, y no solamente por todo lo que había tenido que leer sino que realmente ni siquiera sabía porque él estaba ahí. Si, había ido a pasar las vacaciones a la Mansión Malfoy para aprender lo suficiente como para pasar el bendito examen del ministerio y heredar todas las pertenencias Black, pero los Malfoy simplemente se la estaban pasando como si nada.
Era ya el segundo día desde que había llegado a la mansión y técnicamente no le habían enseñado nada, lo único que había pasado era que tenía que leer esos horribles libros prácticamente aprisionado en la biblioteca ya que solo ahí al parecer se podía leer.
Ya podía imaginarse el día en que fuera el examen y que le preguntaran algo sobre cómo sería el comportamiento de un Black ante tal situación ¿Qué se supone que respondería? Ah...No lo sé, solo sé leer libros en la biblioteca.
Era una pasada. Una verdadera pasada.
Fue ahí, que justo en ese momento Draco Malfoy entro a la biblioteca, quien se dirigió directamente hacia la mesa central y dejo en el centro de ella una especie de caja de cristal negro.
"¿Y bien Potter?¿Ya casi terminas de leerlo o todavía ni chiste?"
Pregunto el rubio mientras el pelinegro solo lo miro.
"Oh espera no me digas, ya sé, ni siquiera le has de entender al libro ¿Verdad?" Volvió a picar el slytherin con ese tono de voz que indica que solo lo hace con el afán de molestar.
El gryffindor por su parte, tuvo que apretar los dientes para evitar tener que decir algo de lo que después se arrepintiera. Aunque siendo honestos, para este punto el pelinegro tenía más cara de querer agarrar a golpes a alguien que de simplemente decirle unas cuantas cosas.
"¿Que?¿Te comió la lengua el gato o simplemente eres tan idiota que ya se te olvidó como responder?''
"Eres un imbécil Malfoy." Potter respondió secamente.
"Bueno puede que sea un imbécil pero al menos yo si entiendo lo que leo, incluyendo esos libros."
"Oh pues claro que les vas a entender, seguro que eres su más grande admirador, casi hasta puedo estar seguro de que si estuvieran aquí ya les estarías lamiendo las botas."
"Ah, mira quién lo dice, el que se la ha pasado más de un día leyendo sobre su vida."
"No lo hago porque quiero Malfoy. Lo hago porque tú y tu madre me han hecho que los lea."
"¿Ah sí? Que yo recuerde no te hemos obligado a nada. Tú mismo estás aquí porque quieres."
"No. Estoy aquí para poder pasar el examen no porque quiera estar aquí."
"Pues nadie te obliga a quedarte aquí."
"Ah entonces ese es tu plan, ¿No? Hacerme perder nomás el tiempo para que al final no pueda pasar el examen ¿No es así?"
"Bueno siendo honestos, la verdad no me importa si lo pasas o no, solo acepte porque Dumbledore me lo pidió."
"Oh y tú de seguro eres tan buena persona que muy amablemente le haces el favor ¿Verdad?" Dijo Harry sarcásticamente para después comenzar a caminar en dirección a la puerta.
"Potter."
Silencio.
"Potter."
Silencio.
"Potter."
"¿Que demonios quieres Malfoy?"
El pelinegro se volvió bruscamente hacia el rubio quien solo lo miró tranquilamente.
"Las cosas siempre pasan por algo Potter." Hablo Draco con voz tranquila. Al instante Harry abrió la boca para volver alegar pero fue interrumpido nuevamente por Malfoy mientras levantaba dos dedos. "Y segundo, para que lo sepas, la razón por la que te dimos a leer los libros fue porque esos libros fueron escritos por los anteriores jefes de la familia Black, por lo que, lo que está en esos libros es precisamente la forma de pensar y la ideología de vida de la familia Black. ¿Dices que quieres convertirte en un verdadero Black? Entonces mínimo deberías ver por ti mismo cómo piensa y actúa un verdadero Black." Dijo lo último mientras señalaba el libro sobre la mesa que había estado leyendo el pelinegro.
Una vez que terminó de hablar el rubio la biblioteca quedó sumergida en un extraño silencio. Draco ya no dijo más y simplemente se retiró de la habitación como si no hubiera pasado nada entre ellos, Harry por su parte, pensó que era mejor regresar a su habitación por un rato.
Después de que el hurón se fuera de la biblioteca él también había pensado que era mejor regresar a la habitación que se le había asignado en su estancia en la mansión. Sabía que la habitación de Malfoy estaba cercas de la suya por lo que era posible que se lo encontrara en su camino pero al final no fue así, era como si el yo-soy-lo-mejor-Malfoy hubiera sido tragado por alguna de las alfombras que adornan los pasillos.
Aun así no le dio importancia. No tenía para nada ganas de ver la cara de Malfoy después de la discusión que habían tenido y para que conste que él no había sido quien había empezado en esta ocasión. Aunque debía admitir que el hurón tenía algo de razón en medio de todo lo que dijo.
Su padrino Sirius le había contado un poco sobre la familia Black y de cómo está desheredaba a sus mismos parientes solo por tener relación con muggles, mestizos o traidores a la sangre, y siendo así no resultaba muy descabellado que tuvieran una ideología extremadamente supremacista. Si lo pensaba bien, era una posibilidad de que el ministerio al conocer sobre las actitudes de los Black así como también sobre su vida, ideara un examen lo más difícil que se pudiera para evitar que lo lograra pasar ¿Y que sería más difícil que tener que convertirse en alguien quien él mismo repudia y que iba en contra de todo lo que siempre defendió? Si esa era la prueba... sería una realmente difícil de aprobar.
Aunque poniéndolo así, no era necesario que realmente se convirtiera en un ser desalmado y supremacista, sino que solo tenía que aparentar que era ese tipo de persona. Y eso sería más fácil.
En todo caso odiaba tener que admitir que al parecer los dichosos libros Black de alguna forma sí le iban a servir. Conociendo cómo debían de pensar los Black, sabría cómo debería de comportarse para parecer uno de ellos. Por ello no sabia que odiaba mas: tener que seguir leyendo los dichosos libros, saber que se había comportado como un idiota frente a Malfoy al no poder ver la utilidad de los libros o tener que admitir que el hurón tenia razón.
Un suave ulular de su lechuza desde su jaula sobre una de las mesas de noche lo sacó de sus pensamientos y la miró con disculpa mientras se acercaba a ella. La pobre no había podido salir de su jaula desde que había llegado a la mansión por cuestiones de seguridad por lo que ya se había disculpado una gran cantidad de veces con ella.
Abrió la boca para tratar de reconfortarla pero antes de poder pronunciar algún sonido un puff se escuchó y apareció Deissy a dos metros de él.
''Oh señorito Potter, Deissy lamenta molestarlo. Deissy no sabía que estaba aquí y vino a limpiar su habitación.'' Dijo la elfina con su voz cantarina.
''Ah no te preocupes Deissy, no me molestas para nada, solo he venido a ver como esta Hedwig.''
''¿El señorito Potter no ha sacado a su lechuza de su jaula, señor?'' Preguntó inocentemente Deissy.
No supo qué decir a si que se limitó a negar con la cabeza.
''¿Por qué el señorito Potter no la deja salir? Si Deissy puede preguntar.''
''¿Acaso puede salir?'' Preguntó con un poco de esperanza.
''Claro que puede salir señorito Potter, siempre que no se aleje mucho de la mansión por su puesto que puede.''
''¿De verdad? ¿De verdad puede salir a volar?'' Dijo sin podérselo creer.
''Sí señorito Potter, los amos Malfoy lo autorizaron.''
''¿Por qué no me lo dijiste antes?'' Dijo entre molesto y feliz al mismo tiempo.
''El señorito Potter no le había preguntado a Deissy, señor.'' Dijo la elfina mirando sus manos como si se sintiera culpable.
El por su parte, sintiendo que sus fuerzas eran renovadas, no tuvo que pensar las cosas dos veces y tomó la jaula de Hedwig y la llevó hasta la ventana. Abrió la ventana y después la jaula. ''No te preocupes Hedwig, te protegeré en lo posible así que no te alejes de la mansión ¿Si?'' le hablo mientras se agachaba un poco para quedar a su altura.
La lechuza ululó en señal de compresión y en cuanto el camino estaba despejado al moverse él, Hedwig voló hacia el exterior mientras la seguía con la mirada desde el interior de la habitación.
''¿Señorito Potter?'' Habló en voz baja la elfina.
''¿Si Deissy?''
''¿Deissy puede hacerle una sugerencia?''
Movió la cabeza en afirmación.
''¿En lugar de ver su lechuza por la ventana no preferiría ver a su lechuza en la azotea? Así podría verla mejor.''
''¿Se puede subir a la azotea?''
La elfa doméstica asintió con la cabeza. ''Si es tan amable de seguir a Deissy, Deissy lo llevara a la azotea señorito Potter.''
No se lo tendrían que repetir dos veces. En menos de tres segundos ya se encontraba saliendo de su habitación haciendo señales a Deissy para que esta lo guiara a través de la mansión.
Caminaron hacia el vestíbulo y luego subieron las escaleras de caracol hasta el tercer piso, una vez ahí caminaron por uno de los pasillos hasta llegar al final de este donde había una puerta y detrás de esta unas escaleras angostas. Una vez subieron se encontraron con otra puerta que al atravesarla se aparecieron directamente en la azotea.
No pudo evitar sonreír en cuanto sintió el aire frío chocando contra su cara mientras se daba cuenta de que ahora podía ver perfectamente la ubicación de Hedwig mientras volaba.
''¿Sucede algo señorito Potter?'' Habló Deissy mirándolo con una especie de preocupación.
''¿Como es que tampoco sabia que había una azotea y que podía subir aquí?''
''Los amos Malfoy no utilizan esta parte de la Mansión Malfoy.'' Explico Deissy. '' La señora Narcissa lo considera impráctico y el señorito Draco dice que hace frío.''
''Ja, que delicado resulto Malfoy ¿No crees?''
''Yo no podría decir eso señorito Potter.''
Era claro que no podría decir algo así. Trabaja para los mismos dueños, o mas bien, ex-dueños de Dobby así que seguramente si decía o hacia algo que no le iría mal a la elfina. Sin embargo, no dejaría que su nueva felicidad le fuera arrebatada tan rápidamente.
Sonrió.
No solo el ambiente era agradable y el aire que se podía respirar era bastante puro, sino que además, era un sitio donde a pesar de estar en el nido de las serpientes, los Malfoy nunca venían a este lugar. Sin duda alguna, acababa de encontrar su lugar favorito en toda la mansión.
Después de dejar a Potter en la biblioteca se dirigió directamente a su recamara. Sabía perfectamente que se había comportado bastante grosero con el niño que vivió pero se podría decir que era algo necesario.
Desde que el famoso Harry Potter había llegado a la mansión las cosas se sentían algo... tensas ¿Y como no se sentirían tensas? No todos los días terminas teniendo que compartir casa con tu némesis. Aún así, un Malfoy debía de comportarse como era debido. Por eso hasta hace unos momentos había tratado a Potter de la manera más respetuosa que había podido en un intento de llevar las cosas en paz, sin embargo, parecía que el niño que vivo seguía sintiéndose incómodo al respecto.
Conocía a Potter desde hacía cinco años cuando fueron a su primer año al colegio y aunque no se habían convertido en amigos, seguían tratándose de cierta manera por no decir que a veces parecían más como perros y gatos. Por supuesto, Potter sería el perro y él el gato. Pero ese no era el punto. El punto era que de alguna forma la convivencia con Potter a lo largo de todos esos años le habían dejado más que claro de que el San Potter no era alguien que simplemente se quedará callado y con los brazos cruzados cuando algo le parecía injusto, no, no parecía siquiera importarle enfrentarse hasta a los profesores con tal de defender lo que fuera que estuviera defendiendo. Era justamente por eso y su valor que se había ganado a muchos estudiantes y maestros en Hogwarts. Además de siempre meterse en problemas claro.
De cualquier forma, esta vez se estaba comportando de manera diferente.
Sabía perfectamente de lo que el libro trataba ya que él también los había tenido que leer al ser también un descendiente Black, y sabía lo crudos que podían llegar a ser sobre todo para el San Potter tan amigo de los hijos de muggles, sin embargo, Potter no había dicho ni hecho nada al respecto aunque por dentro seguro que le estaría diciendo de hasta de que se iba a morir.
Así que, poniendo todas las cartas en la mesa había llegado a la conclusión que Potter se estaba conteniendo y el por qué era la cuestión del asunto. Había pensado ya en varias de las razones pero parecía que la más lógica era la respuesta: Potter no se terminaba de fiar de él. Quizás por eso no sentía la total confianza de estar en la mansión o quizás simplemente no confiaba en él para enseñarle sobre el examen del ministerio. Una de dos, pero cualquiera que fuera el caso aun así le molestaba.
Si bien, no podía saber las razones de Potter, sabía cómo podía hacer las cosas más normales o al menos como eran durante el colegio, y la forma más fácil de romper el hielo entre ellos era simplemente a la fuerza.
Y vaya que al parecer sí que había funcionado. El Potter de siempre que no dudaba siquiera en insultar había vuelto a aparecer. Y eso era bueno. Si el niño que vivió ya no se contenía entonces podría tener una idea de lo que está pasado dentro de su cabezota.
Era cierto que aún así las cosas podrían resultar totalmente al revés pero era algo que el tiempo lo decidirá. El ya había hecho su jugada, ahora solo tenía que esperar para ver cómo esta era respondida.
Una vez llegó a su recamara se dirigió directamente a la cama y se metió debajo de las cobijas. Estaba cansado y adolorido. Precisamente por eso era que no quería que Potter viniera a la Mansión Malfoy.
Todos los últimos años eran exactamente iguales, llegaba el invierno y con él el dolor. No es que el invierno le trajera dolor ya que este lo sentía durante todo el año, pero el frío de alguna forma lo incrementaba considerablemente, a tal grado de que podía llegar a pasar todo el día metido en la cama.
Por supuesto, las pociones para el dolor ayudaban notablemente pero aun así no podía estar todo el tiempo bajo los efectos del Bálsamo de asclepias tuberosa o tendría efectos secundarios, como en una ocasión que por abusar de ella estuvo durante días con una excesiva comezón en las manos y los pies.
Otra opción era utilizar cosas calientes como compresas calientes, tomar cosas calientes, usar ropa abrigadora y por supuesto, eso también incluía el quedarse en su cama ya que esta lo mantenía caliente.
Era una de las cosas buenas de tener una gran fortuna, que cuando llegaba el invierno bien podría quedarse metido en su cama sin tener que preocuparse por tener que trabajar o al menos así había sido hasta que su padre fue arrestado en el ministerio y ahora tenía que hacerse cargo de todo por ser el nuevo jefe de la familia Malfoy.
Tenía la esperanza de que este invierno podría permanecer el mayor tiempo posible en la cama haciendo las labores correspondientes a su nuevo título en completa tranquilidad sin tener que salir de su habitación. Pero no, había tenido que venir Potter a pasar las vacaciones a su misma casa.
Pero ya no podía hacer nada al respecto, él mismo había aceptado el dichoso trato con Dumbledore y Potter ya estaba en su casa, así que no le quedaba más que aceptar las cosas como eran y dejar que las cosas siguieran su ritmo natural.
Sin darle mayor importancia al asunto se quedó dormido en la comodidad y el confort que le brindaba el estar entre sus cobijas. No sabía cuánto tiempo pasó pero probablemente fueron un par de horas cuando fue despertado por su elfo doméstico Eros, quien le había anunciado que ya era la hora del té.
Sin más, no le quedó de otra más que levantarse de la cama sin poder evitar expresar una mueca por el dolor que se produjo en su espalda. Camino hacia el baño y se lavó la cara con agua caliente para después regresar hacia donde se había quedado parado el elfo en medio de la recamara, quien le alisó las arrugas de su ropa con tan solo un chasquido de sus largos dedos para después salir por la puerta de regreso al mundo exterior con resignación.
Continuará...
Próximo capítulo: Deissy la salvadora y generadora de problemas.
