Apenas había regresado al interior cuando Itachi Uchiha agarró mi codo, probablemente para sacarme. Gritarle a las estrellas de rock debía ser severamente mal visto en este tipo de eventos.

—Hola. —Me habló, pero su mirada se quedó en el otro lado de la habitación donde Ino e Izumi se encontraban muy juntas. Un posible problema, ya que Ino hablaba con sus manos. Cada pocos segundos, Izumi era golpeada en el brazo. No parecía importarle, de cualquier manera.

—Hola.

—¿Divirtiéndote? —preguntó.

—Um, seguro.

Asintió, su comportamiento tan frío e independiente al de antes.

—Genial —susurré.

Las dos cervezas y la confrontación extraña me dejaron un poco mareada. Tal vez beber no era tan buena idea después de todo. Especialmente si tenía que seguir hablándole a gente importante y de hecho tener sentido en vez de gritarles. La música sonaba otra vez, la gente mezclándose y charlando con todo el corazón. Nadie siquiera me miró dos veces. Simplemente esperaba que elegir ser parte de la vida de extraños al azar fuera algo que Naruto hacía y lo habían visto todo antes. — ¿Hablaste con él? —preguntó.

—¿Él? ¿Narutol?

—Sí.

—Ah, sí. Lo hice. —Pensé que todos habían escuchado. —Hmmm. —Del otro lado de la habitación, Izumi reía a carcajadas. Una sonrisa en respuesta tiró de sus labios—. ¿Discutieron por algo?

—No, nada realmente —tartamudeé—. Solo nada.

Itachi se giró hacia mí y su frente se arrugó, la sonrisa se había ido. Por mucho tiempo solo me miró.

—No importa. —Se escabulló, dejándome dudosa.

¿Se suponía que no debía hablar con Mal? Me habló primero. Tal vez comencé con las miradas, pero él definitivamente hizo la conversación. Y el griterío, para lo que importa. No es mi culpa haber interactuado con uno de los bateristas más famosos del planeta. Pero un recuerdo de Naruto mirando la ciudad regresó a mí. El ceño que tenía en su rostro antes de burlarse de mí otra vez. La forma en que rebotó entre estados de ánimo. Y ahora con Itachi echándole un vistazo...

Rarísimo, rarísimo.

Si el dinero y las conquistas lo eran todo, entonces Naruto lo tenía cubierto. Había visto una imagen de su hermosa casa de playa en L.A. Fotos de él rodeado de mujeres con poca ropa era lo normal. El dinero no compraba la felicidad. Sabía eso. Sin embargo, dada mi actual situación, el saberlo no es comprenderlo. Además el hombre tenía fama, adoración mundial, y un trabajo asombroso que involucraba muchos viajes. ¡Cómo se atrevía a no ser delirante y ridículamente feliz! ¿Cuál era su problema?

Buena pregunta.

—Eso es un gran ceño fruncido. —Ino entrelazó su brazo con el mío, llevándome más dentro en la fiesta—. ¿Estás bien?

—Bien.

—Te escuché peleando con Naruto.

—Estoy asumiendo que todos lo hicieron. —Hice una mueca—. Lo siento por eso. Se rió. —Por favor, Naruto vive para obtener una reacción.

—Ciertamente obtuvo una de mí.

—¿Déjame adivinar, era tu amigo, Shisui, llamando antes? —Su voz escurría desdén. Ino y yo comenzamos a pasar tiempo juntas cuando Izumi se casó y se mudó. Frecuentemente los fines de semana, Shikamaru necesitaba trabajar. Ino tenía bajo umbral de aburrimiento para su propia compañía. Así que elegíamos entre un café o ir a ver una película. Eso era bueno. Especialmente ya que Karin me había evitado los últimos meses. El pretexto fue el de pasar tiempo con su nuevo novio pero ahora lo dudaba. O dudar de todo lo que pasaba. El sentimiento de perder toda la confianza. Era extremadamente incómodo y nocivo.

—La cita de Shisui lo dejó plantado —dije—. ¿Izumi dijo algo sobre pizza? Estoy famélica.

—Un día vas a dejar de ser el plan de respaldo de ese chico.

Mi espina se enderezó. —Solo somos amigos, Ino.

Me dirigió hacia la cocina. Una amplia gama de cajas de pizza se extendía por la sobremesa de mármol.

—Por favor —jadeó—. Es un manipulador. Sabe que te gusta y juega con ello.

—No, no lo hace. Repito, solo amigos. —Solo acababa de avergonzarme frente a Naruto Uzumaki. Pensamientos con respecto a mi posible comportamiento tonto alrededor de shisui podrían esperar para otra ocasión.

O nunca. Nunca estaría bien.

—Podrías hacerlo mejor si te quisieras —dijo.

Hice algún sonido vago, esperanzada de que fuera suficiente para terminar con el tema de conversación. Luego mi estómago gruñó audiblemente. Delicioso, queso derretido. Más temprano, había estado preocupada por la plática con Karin, que me salté el almuerzo. Con dos cervezas a medio derretir en mi estómago, la comida estaba atrasada. Sin embargo, las cubiertas no eran lo que esperaba. — ¿Esos son alcachofa y espinacas?

—Probablemente. — Ino negó con la cabeza y me empujó una rebanada caliente de jamón con piña, tomándose tiempo para ponerla en una servilleta primero—. Ten, come esto. Izumi no ha terminado con sus tonterías de los vegetales. La amo, en serio. Pero la chica tiene el gusto más extraño en sabores de pizza que cualquiera que haya conocido. No es natural.

La mordí inmediatamente, quemando mi lengua y paladar. Un día aprendería a esperar a que se enfriara. No hoy, pero un día.

Afuera en la sala, la música subió de volumen de pronto a un millón de decibeles. Mis oídos comenzaron a zumbar. Las paredes se estremecieron. Black Rebel Motorcycle Club sonó por el condominio. Alguien más logró ser más ruidoso. —¡Fies-ta!

Ino sonrió y se me acercó para ser escuchada. —¡Naruto ha decidido unirse! —gritó—. Ahora la diversión comienza.

Sasori akasuna, el baterista con cuello corto y grueso llegó, alucinándome solo un poco más. Él y Naruto comenzaron a servir tragos. Me quedé con mi cerveza casi llena. Sosteniéndola, le di a mis manos algo qué hacer. Lo que siguió fue todo lo que esperaba de una fiesta de estrellas de rock. Bueno, realmente no había drogas o demasiadas groupies; sino varias personas emborrachándose y haciendo ruido. Era un poco como las fiestas de la universidad a las que Nino me convenció de asistir de vez en cuando. Solo que en lugar de cerveza barata en vasos rojos individuales, pasaban botellas de CÎROC y Patrón. La mayoría de la ropa que todos usaban era de las más altas líneas de diseño, y nos encontrábamos en un condominio de un millón de dólares en lugar de algún apartamento de mierda de estudiante.

Así que, de hecho, no era nada como las fiestas a las que iba con Nino. Olvida que dije eso.

Ino, Izumi y yo estuvimos bailando y hablando. Fue divertido. Por cierto, Ino me hizo un favor sacándome esta noche. Tenía un mucho mejor momento del que nunca habría tenido sentada en casa sola. Naruto se fue con Itachi y Sasori a otra habitación por un momento. No es que hubiera mantenido un ojo en él.

Por un momento me la pasé en la cocina, hablando con un técnico de sonido llamado Dan. Aparentemente trabajaba con alguien llamado Taro, quién había estado en la banda desde siempre y era básicamente un amigo de la familia. Dan era lindo, inteligente, con cabello negro genial y perforación en su labio. Sí, era un poco ardiente. Me pidió que fuera a su habitación de hotel, y era tentador. Pero todo mi estrés del momento corría en una órbita en mi mente. Básicamente necesitaría un Dios del Sexo para hacerme relajar justo ahora.

Le deseé buenas noches a Dean en la puerta de la cocina.

Entonces Naruto y los chicos regresaron y la música subió de nuevo. Mientras inevitablemente sucedió, todos comenzaron a hacer parejas. Itachi e Izumi desaparecieron. Nadie comentó. Ino se sentó en el regazo de Shikamaru en la esquina del sofá, sus manos todas sobre el otro. Sofoqué un bostezo. La pasé genial, pero eran casi las tres de la mañana. Me estaba quedando sin energía. Probablemente nos iríamos pronto.

Esperaba que nos fuéramos pronto. En unas horas tenía que levantarme y brillar. La parte brillante tal vez sería un problema con la forma en que las palabras de Naruto giraban en mi cerebro. ¿Demasiado confiada y rota? Sí. Felpudo, mi trasero.

—Sasori, hombre —gritó Mal. Se encontraba bailando sobre la mesa del café con una morena de piernas largas. La chica parecía empeñada en envolvérsele alrededor, al estilo enredadera-estranguladora. De alguna manera logró mantenerla a una distancia decente. Bueno, casi.

—¿Si? —contestó Sasori en una forma muy masculina.

—¿Conociste a mi chica, Saku? —Asintió Naruto donde me encontraba sentada al final del sofá. Me congelé. Por horas, ha estado ocupado. Creí que se había olvidado completamente de mí.

—¿Conseguiste una chica? —preguntó Sasori.

—Sí. ¿No es linda?

Obtuve una ligera mirada de Sasori, seguida por una inclinación de la barbilla. Parecía extrañamente similar a la que obtuve de Itachi. Tal vez esto era el equivalente a un estrechar de manos secreto de las estrellas de rock.

—Nos encontrábamos hablando hace rato afuera. Nos mudaremos juntos — le informó Naruto. La morena en sus brazos frunció el ceño. Él ni siquiera lo notó. Pero más importante, ¿de qué demonios hablaba?—. Es serio, hombre. Realmente en serio. Tiene unos pequeños asuntos sucediendo con sus amigos. Es un jodido desastre. Como sea, realmente me necesita con ella para apoyo y esa mierda, ¿sabes?

Mis manos estrangulaban a la inocente botella de cerveza.

—¿Estás haciendo lo de Itachi e Izumi? —preguntó Sasori.

—Malditamente lo estoy. Me estableceré. Soy un hombre cambiado. Amor real y todo.

—Correcto. Esto debería ser interesante —dijo Sasori—. ¿Cuánto tiempo crees que dure?

—La pasión lujuriosa que tengo con Saku será eterna, Saso. Solo espera y verás. Las cejas de Sasori se arquearon. —¿Estás dispuesto a apostarlo?

—¡Di tu precio, holgazán!

—Cinco mil dicen que no puedes hacerlo hasta que nos vayamos de gira.

—Jode eso. Haz que valga mi tiempo. Veinte. - Ben se carcajeó. —Los veinte mil más fáciles que he hecho.

—¿Te mudaras conmigo? —pregunté, interrumpiendo toda la bravuconería masculina y charla de dinero. Ni siquiera estaba hablando sobre los asuntos de mis supuestos amigos.

—Sí, calabacita —dijo Naruto, su cara extremadamente seria—. Me mudaré contigo.

Me encogí ante el horrible sobrenombre, pero elegí enfocarme en lo importante por ahora. —¿Cuándo hablamos de esto exactamente?

—De hecho, tal vez te habías ido para entonces. Pero no cambia los hechos. —Se giró de nuevo a Sasori—. El tiempo es perfecto con mamá llegando a la ciudad. La va a amar. Mamá siempre quiso que encontrara una chica linda, me estableciera y esa mierda.

—Pensé que no te gustaba Portland —comentó Sasori.

—No me gusta Portland. Pero me gusta Saku. —Me guiñó—. Además, Itachi no regresará a Los Ángeles pronto. Incluso Sasuke ha estado hablando de restablecerse, quizá comprará la casa de al lado.

—¿En serio?

—Sí. ¿Conociste a su nueva niñera?

—Nah, no todavía. ¿Qué pasó con el anterior, el gran tipo negro?

—Já, no. Se fue hace mucho tiempo. Ha habido muchos desde él. La nueva chica comenzó hace un par de semanas. —Se rió entre dientes. El sonido era malvadamente distractor—. Si Sasuke no quiere a nadie alrededor, tiene maneras de hacer su vida malditamente intolerable.

—Mi-e-er-da. Me dices luego.

Naruto rió un poco más. —Como sea, las cosas son fuertes entre Saku y yo. Tal vez también me quede.

La morena llevó su mirada fulminante a lo máximo. Mi mirada era probablemente más confusa. Quizás se refería a otra Anne. Una que tenía una idea de qué demonios hablaba.

—¿A tu chica no le importa ver una chica encima ti?—Sasori me levantó una ceja—. Necesito una novia así.

—Ah, joder. Buen punto. Honestamente, toda esta cosa de la monogamia. Toma mucho tiempo acostumbrarse, hombre. —Naruto puso a la morena claramente irritada lejos de él, los músculos en sus brazos flexionándose. La colocó suavemente abajo sobre el piso—. Disculpa. Estoy seguro de que eres muy agradable y todo, pero mi corazón late sólo por Saku.

La morena me lanzó una mirada fulminante, sacudió su cabello y se giró para irse. Ignorando su indignación, Sasori tomó a la chica por la cintura, tirándola en su regazo. El cambio de afecto de la chica tomó un milisegundo. Para ser justos, Sasori era un tipo corpulento. Pocas dirían que no.

Naruto se arrojó a mis pies. Me arrastré hacia atrás en la silla de sorpresa.

—¡Perdóname, Saku! No era mi intención alejarme.

—Está bien. —No sabía exactamente cuánto había bebido. Un montón sería probablemente una buena suposición.

—¿Sabes una cosa, calabacita? —Naruto saltó sobre el sofá junto a mí, elevándose sobre mí en sus rodillas—. No le haces los ojos locos a Sasori.

Necesitaba dispararle como mínimo dos veces. Una vez por llamarme calabacita y luego de nuevo por avergonzarme cada maldita oportunidad que tenía. En cambio, observé mi cerveza con gran intensidad.

—¿Te hace los ojos locos? —preguntó Sasori.

—Oh, sí. ¿Saku? —Un dedo se deslizó por debajo de mi barbilla y la levantó suavemente, obligándome a mirarlo a la cara.

Naruto se me quedó mirando y le devolví la mirada a pesar de mis mejores intenciones. Su rostro se suavizó. Ninguna diversión de borracho permaneció. Simplemente me miró y todas esas cosas sobre ver el alma de alguien comenzaron a tener sentido. Era aterrador. Casi podía sentir una conexión entre nosotros. Como si hubiera algo que pudiera extender la mano y agarrarlo.

No podía ser real.

Pero por un perfecto momento, éramos sólo él y yo. Estábamos en nuestra pequeña burbuja y nada ni nadie más existían. Era extrañamente tranquilo.

—Ahí lo tienes —dijo, sin quitar los ojos de encima—. Sin embargo, no lo hace por ti o Ita. Sólo yo consigo los ojos locos. Debido a que soy especial.

Sasori le dijo algo. No escuché qué. Luego Naruto apartó la vista y el momento se fue. El hechizo se rompió. —Es dulce, realmente. No puede vivir sin mí.

—Obviamente. —Sasori se echó a reír.

Mi mandíbula se apretó. A la mierda Naruto Uzumaki y sus juegos.

—Todavía no he conocido a tu vocalista, Sasuke —dije, finalmente encontrando mi lucha. Eran palabras o puños. Dada la forma en que él acababa de exponerme al ridículo, estaba bien con cualquiera—. Tal vez es el favorito y no eres más que el segundo lugar. ¿Has pensado en eso?

Su boca se abrió. —No acabas de decirme eso.

No le respondí. Vamos a ver cómo disfrutaba ser objeto de burla. —Saku, ¿estás tratando de ponerme celoso? ¡No te gustaría verme cuando estoy celoso! —El lunático borracho rugió y comenzó a golpear en su pecho como King Kong o Hulk o lo que demonios estaba tratando de ser—. Retira lo dicho.

—No.

—No juegues conmigo, Saku. Retira lo dicho o te obligaré.

Mi cara arrugada, incrédula. Y dijo que yo estaba loca. O mejor dicho, los ojos locos. Lo que sea.

El loco se encogió de hombros. —Está bien, calabacita. No digas que no te lo advertí.

Sin más preámbulos, se lanzó hacia mí. Grité en alarma. El ruido era increíble. Mi botella de cerveza salió volando por el suelo.

Se podría decir que soy un poco cosquilluda. Tan segura como la mierda, odiaba que me hicieran cosquillas. Sus dedos bailaban y cavaban, a su vez, golpeando todos mis puntos sensibles, maldita sea. Era como si alguien le hubiera dado un mapa de mi cuerpo. Jadeaba y me retorcía, tratando de alejarme de él.

—Límites, cabrón —susurré.

Su risa como respuesta era nada menos que malvada.

Entonces empecé a deslizarme del sofá.

Para ser justos, intentó evitar mi caída y se usó así mismo para hacerlo. Manos me agarraron, girándome en lugar de torturarme. Caímos en un enredo de extremidades, aterrizando sobre él. Naruto gruñó mientras la parte de atrás de su cabeza rebotó en el piso de madera.

Ouch, eso tuvo que doler.

A pesar del golpe, sus brazos permanecieron apretados, sosteniéndome a él. El hombre se sentía bien, mejor de lo que jamás imaginé. Y tenías que saber que había hecho un poco de seria imaginación, incluso ahí en el balcón. La luz juguetona desapareció de sus ojos y cada centímetro de su cuerpo se tensó. Me miró, sin pestañear, con la boca ligeramente abierta. Tuve la clara sensación de que esperaba ver lo que haría a continuación. Si tomaría las cosas más lejos. Mayormente me concentré en la respiración. Luego miró mis labios.

La respiración se fue.

No podía querer que lo besara. Sin duda, este era un juego más. Excepto que no lo era, no del todo. Podía sentirlo endurecerse contra mi muslo. Cosas bajas dentro de mí se apretaron en respuesta. No había estado así en años.

A la mierda, iba ir por ello. Tenía que saber cómo se sentían sus labios. En ese momento, no besarlo estaba fuera de la cuestión.

—¡Malcolm, no! —Izumi se quedó mirándonos desparramados en el suelo, su rostro, una imagen de consternación—. Déjala ir. No mis amigas. Lo prometiste.

Todo rastro de tensión sexual se desvaneció mientras la vergüenza me llenaba hasta rebosar. Todo el mundo se reía. Bueno, todo el mundo a excepción de Itachi e Izumi. Tristemente, eligieron ese momento para unirse a la fiesta.

—Tu amiga y yo estamos destinados a estar juntos. Supéralo. —Me dio un apretón—. Ya sabes, pensé que al menos reconocerías el verdadero amor cuando lo vieras. Estoy muy decepcionado de ti en este momento, Izumi.

—Déjala ir.

—Itachi, controla a tu esposa, está haciendo una escena. —Distraído, Naruto aflojó su agarre y me las arreglé para alejarme de él. Por suerte para él, mi rodilla no aterrizó en su ingle.

—Tú eres el que está rodando por el suelo, amigo —dijo Itachi.

—No. Mis. Amigas. —repitió Izumi través de sus dientes apretados.

—Tu camisa está al revés, pequeña novia —dijo Naruto, levantando el lado de su boca—. ¿Qué has estado haciendo?

Con sus orejas volviéndose rosas, Izumi cruzó los brazos sobre el pecho. Su marido hizo un mal trabajo al ocultar su sonrisa. —No es de tu maldita incumbencia lo que hemos estado haciendo —dijo con voz ronca.

—Ustedes dos me repugnan. — Naruto se puso de pie luego agarró mi mano, levantándome en posición vertical—. ¿Estás bien?—preguntó.

—Sí. ¿Tú?

Me dio una sonrisa tonta y frotó la parte posterior de su cráneo. —Mi cabeza probablemente dolería si pudiera sentirla.

Ahí estaba mi respuesta. Estaba borracho. Era entretenimiento. Cualquier noción romántica era estrictamente mía. Realmente la historia de mi vida.

Finalmente la risa se calmó. Sin embargo, éramos el foco de todas las miradas en la habitación.

—Naruto, ¿esa es tu cerveza en el suelo? —preguntó Izumi, señalando el desastre que mi botella caída hizo.

Antes de que pudiera abrir la boca para disculparme, Naruto estaba ahí.

—Sí. Sí, lo es. Pero no te desesperes. Yo me encargo. —Se quitó la camiseta y se arrodilló, limpiando el derrame. Había un montón de carne dura y piel bronceada justo ahí. Una cantidad verdaderamente impresionante. Su espalda estaba cubierta de tinta, una escena complicada de un pájaro levantando el vuelo, la apertura de las alas abarcando toda la anchura de sus hombros. Un suspiro recorrió la habitación a la vista de él medio desnudo sobre sus rodillas. No era la única haciendo el ruido, lo juro. Aunque sí, definitivamente contribuí con ganas.

—Jesucristo, Naruto —dijo Ino—. Ponte algo de ropa antes de que empieces un revuelo.

El hombre alzó la vista y sonrió.

—Y creo que esa es nuestra señal para salir. —Ino se levantó del regazo de Shikamaru—. Ha sido divertido. Pero tenemos que trabajar mañana, a diferencia de ustedes, vagos músicos.

—¿Estás llevándote a mi Saku? —preguntó Naruto. Sus labios se volvieron hacia abajo en los bordes. Se puso de pie, dejando su camisa empapada en el suelo—. No puedes llevarte a mi Saku. La necesito para cosas... cosas privadas, en mi habitación.

—En otra ocasión. —Ino le dio una palmada en la espalda.

—Quédate y juega conmigo, Saku.

—No —repitió Izumi.

—Buenas noches, Naruto —dije. No sé si iba en serio o no. Pero de ninguna manera, mañana, estaría arrastrándome fuera de su cama y haciendo el camino de la vergüenza por el vestíbulo de mis amigos.

No.

—Saku, calabacita, no me dejes —gimió.

—Corre. Sal. —Izumi me condujo hacia la puerta—. Es imposible cuando se pone así. Jurarías que no recibió suficientes abrazos de niño.

—Es bueno verte de nuevo, Izumi—dije.

Me atrajo para un beso rápido en la mejilla. —A ti también.

—Necesito terapia sexual —continuó Naruto detrás de nosotros. Luego hizo un nuevo baile. Éste consistía en empujar la pelvis mientras su mano se balanceaba a través del aire, imitando nalgadas en el culo de alguien. El "Oh sí" y más duro bebé" sólo lo mejoró. Si alguna vez una vagina fuera a sentarse y tomar nota, esto seguramente lo haría. El hombre tenía todos los movimientos.

—Necesitas algo de maldito control de impulsos y café. Eso es lo que necesitas. —La frente de Itachi se arrugó. Empujó a Naruto atrás con una mano, llevando su espectáculo de baile porno a su fin—. Mejor aún, ¿cuándo fue la última vez que en realidad dormiste?

—Dormiré con Saku.

—No, no lo harás.

—Sí, lo haré. —Alzó una mano—. Porque soy, Naruto, ¡El Señor del sexo! Con una grosería murmurada, Itachi fue cara a cara con él. Inmediatamente Sasori se puso de pie, enviando a la morena al suelo. Pobre chica, no estaba teniendo la mejor noche.

—Ya oíste a Izumi —dijo Itachi, tomando su cara—. No su amiga. Eso no está bien. Los ojos de Naruto se endurecieron. —¿Estas evitando que tenga sexo, Ita?

—Sí, lo estoy.

—Eso no está bien, hermano.

Sasori pasó un brazo sobre los hombros de Naruto, revolviendole el pelo. —Ven

encuentra otro juguete.

—No soy un niño. —Naruto hizo un puchero.

—¿Qué hay de ella? —Señaló Sasori a una rubia elegante que sonreía y se pavoneaba en respuesta—. Apuesto a que le gustaría conocerte.

—Ooh, brilla.

—¿Por qué no vas a preguntarle cómo se llama? —Sugirió Sasori, dándole una palmada en la espalda.

—¿Necesito saber su nombre?

—He oído que ayuda.

—Tal vez para ti. —Naruto se burló—. Sólo grito mi propio nombre durante el sexo.

La risa estalló en toda la habitación. Incluso la esquina de la boca de Itachi comenzó a torcerse. Pero cuando se trataba de mujeres, Naruto era claramente un puto. Había visto más que suficiente para confirmarlo Itachi e Izumi me hicieron un favor, alejándolo.

Los celos no me golpearon en el estómago cuando miró de reojo a la otra mujer. Lo hizo algo más. No sé lo que era, pero era sin duda algo más. La noche más extraña de mi vida. Sin duda, esta fue la ganadora absoluta. Espera a que le cuente a Karin sobre ello cuando llegué a casa. Se mearía de la risa. Mierda, no, no lo haría. Las payasadas de Naruto hicieron que momentáneamente me olvidara por completo de ella. Por sorprendente que parezca, tan molesto como lo fue, él siguió haciéndome sonreír.

El hombre aparentemente me recordó nuevamente. Estaba parada cómodamente entre Izumi e Ino como si necesitara protección. Tal vez lo necesitaba. Todo lo que sé es que cuando me miró, mi mente quedó muy, muy lejos.

¿Qué pasaba con los chicos malos? Alguien tenía que inventar una cura.

Mi objeto de deseo me dio un guiño. —Hasta luego, ojos locos.