Drabble n°3

Palabra: Despertar

–––––

Maki dio una vuelta ligera entre las sábanas. Se sentía aún adormilada, sus párpados pesaban y la luz se sentía demasiado intensa. Dio otra vuelta y como recompensa obtuvo el suave tacto de las telas rozando su piel.

Si fuera por ella hubiera optado por quedarse allí todo el día, después de todo era domingo y no tenía clases ni ninguna otra obligación más que cumplir. Pero no, su cuerpo acostumbrado a una rutina le recordó que de hecho ya era bastante tarde, aun cuando estaba segura de que ni siquiera llegaba al medio día.

Con pereza abrió lentamente sus ojos arrepintiéndose de inmediato, la luz era aún más intensa de lo que imaginó. Observó su habitación, recorriendo con la mirada todo lo que podía, pero la imagen que recibió le provocó una leve molestia en su interior. Ya había amanecido muchas veces antes allí, toda su vida de hecho, pero hoy en particular el ambiente se sintió demasiado abrumador y no supo porque. Parpadeo un par de veces más en resignación, seguramente luego pensaría mejor en ello.

Volvió a girarse para ver la hora en el reloj que yacía sobre la cómoda. Apenas eran las nueve y todavía nadie había ido a despertarla, aunque estaba segura de que probablemente en algunos minutos más escucharía unos golpes en su puerta.

Afuera, pudo escuchar muy claramente como unos pasos se acercaban con cuidado a su puerta confirmando su sospecha.

—Maki ojousama, el desayuno está listo. ¿Quiere que se lo sirva ahora o necesita más tiempo para alistarse? —la ama de llaves le recordó que ya era hora de volver a la realidad... a su realidad.

—Ve preparándolo, estaré abajo en unos minutos —aún con pereza decidió que era el momento de levantarse y volver a su rutina.

Ella, finalmente abandonó su cama y siguiendo con su rutina diaria se alistó para ir a desayunar, aunque estaba segura de que nuevamente se encontraría en esa gran mesa sola, como ya era habitual en esa casa desde hacía… ¿Cuánto? ¿Toda su vida? Después de todo, sus padres aún seguían de viaje y no volverían hasta dentro de unos días más.

Una vez terminó su arreglo, encaminó sus pasos hacia la puerta de su habitación sintiendo su cuerpo todavía algo adormilado, más, no llego a dar ni tres pasos cuando algo que estaba en el suelo hizo que tropezara. No era algo lo suficientemente grande como para hacer que cayera, pero sí para llamar su atención. Y ese algo no era más que su antiguo compañero de cama, aquel viejo oso de felpa que sus padres trajeron de uno de sus tantos viajes y que le hacía compañía en esas largas noches de insomnio en las que permanecía alerta, a la espera de que sus padres volvieran y le dieran su beso de las buenas noches, algo que cada vez sucedía menos.

Volviendo sus pasos atrás, colocó a su viejo amigo otra vez en su cama como tantas otras veces en el pasado lo había hecho, y antes de retirarse de la habitación le dedicó una última mirada y una sonrisa nostálgica, perdiéndose por última vez en aquellos recuerdos. Esa sería la última vez que lo hiciera, después de todo, ella no necesitaba de un oso de peluche para dormir, había crecido, aunque eso no significaba que de todos modos no le costará conciliar el sueño.

—Disfruta de tu última siesta en mi cama… viejo amigo.

.

.

.

Cant. de palabras: 577

FIN

–––––

N/a: Continuando con esta pequeña historia quería aclararles un par de cosas. Primero, los capítulos sí están narrados en tercera persona, sin embargo irán notando que unos serán una especie de soliloquio, donde nos encontraremos con la protagonista interactuando consigo misma, reflexionando sobre todo lo que implica crecer para ella o más bien sobre lo que ésto está ocasionando en su vida; mientras que habrá otros donde ella interactuará con alguna de sus amigas, lo que por el momento será una sola por capítulo. Segundo, en los capítulos donde aparezca o se haga mención de una segunda persona iré dando pistas para ir descubriendo quién es la culpable de que el mundo de la pelirroja esté de cabeza. Y una última cosa, acepto sugerencias de palabras.

Hasta la próxima, bye.