Los soldados de la Wehrmacht también se encuentran en una situación difícil de sortear y sin duda que los recién llegados al Louvre tienen que dar muchas explicaciones (que ni ellos entienden). Solo esperemos que la Madame Royale no se les muera en el intertanto. ¡GRACIAS POR LEER!
Este fic es un Spin – Off del fic "DESTINO" de Abby Lockhart y cuento con su autorización para escribir esto (de hecho, ella me animó a hacerlo). Les recomiendo su lectura.
DISCLAIMER: Los personajes son propiedad de Thomas Astruc, Zag Toons y quienes hayan comprado las respectivas licencias. No estoy ganando dinero con esta historia, sin mencionar que no tengo ni donde caerme muerta: si me demandan, no van a sacar nada.
ADVERTENCIAS
La plaga todavía no ha sido purgada de estas tierras. Cuídense y cuiden de otros. Mantengan la distancia, lávense las manos y a resistir como mejor podamos.
Puede haber spoilers de la cuarta temporada.
"ENTRE DOS SIGLOS"
CAPÍTULO III: Explicaciones
Cercanías del Louvre.
En esos momentos.
El teniente coronel Hans Bichoffhaussen de la Wehrmacht se agolpó contra aquella pared y se aflojó el cuello de su uniforme para respirar mejor. Estaba sudado y agitado, a duras penas había podido escapar del palacio y ni siquiera él entendía que diantres había pasado. Tenía la adrenalina a full y apenas había tenido tiempo para respirar. Sujetaba su pistola con más fuerza de la necesaria y tenía el dedo en el gatillo, presto para disparar a la menor provocación, tal como lo había hecho al escapar del palacio.
¿Qué había pasado? El coronel Dönitz había salido él mismo al encuentro de la Daga de Francia en el frontis del Louvre, tentándola y provocándola para que acercara al punto de mira designado, y fiel a su naturaleza, la muy perra había caminado con desplante hacia el mismo punto al que la quería atraer, pero algo había salido mal… esa extraña arma que habían estado desarrollando los físicos comenzó a arrojar lecturas que no se esperaban. Intuía que había pasado algo así, no podía estar seguro, pero ya antes en la semana la cosa esa había estado funcionando mal. El aparato seguro se había recalentado o algo así: era lo único que explicaba ese estruendo horroroso y aquella flagrancia como nunca antes había visto. Lo siguiente que recordaba era haber caído en una suerte de establo… un perplejo caballo lo miraba a medio mordisquear su heno, pero no tardó en atacarlo y a duras penas logró salir con vida de ahí…
… solo para ver al coronel Dönitz en medio de un picadero siendo embestido por ese caballo andaluz y a varios de sus camaradas siendo reducidos por, y esto lo hacía dudar de sus propios ojos, soldados antiguos.
Dicen que la prudencia es parte del valor y ante una situación así de adversa, mejor valía hacer una retirada estratégica, reagruparse y analizar mejor el entorno, sobre todo uno tan desconocido y hostil como el que estaban. Y bastó apenas alejarse un poco del establo para notar que su entorno estaba mucho más fumado de lo que se había esperado.
—Malditos científicos…
Por fortuna logró ubicar a varios de sus camaradas, incluyendo al teniente Heiden de las SS y coordinarlos para huir, en el momento en que los soldados antiguos se agitaban cual avispero y emprendían contra el resto de ellos. No logró reunir más de ocho camaradas, quienes se vieron forzados a huir por las calles de París sin poder encontrar los puntos de referencia usuales. ¡¿Dónde estaba la torre Eiffel?! ¿O el Arco del Triunfo? ¿Qué había pasado con el resto de sus compañeros o con los malditos esos de la Resistencia? ¡¿Y la Daga de Francia?! ¿Qué había sido de ella?
Habían querido matarla frente a los parisinos y hacer de ello un espectáculo con la nueva arma que desarrollasen los ingenieros del área científica, para así desmoronar no solo la voluntad de lucha de los franceses y la Resistance, sino también para darles el golpe definitivo que aseguraría la victoria alemana sobre los franceses. Se suponía que el aparato detectaría la energía vital de una persona, y le lanzaría una suerte de rayo láser que solo vaporizaría a esa persona en específico, sin necesidad de apuntarla, pero evidentemente algo había salido mal y…
—¡Herr komandant! —Ludwig Heiden se agolpó detrás de él— ¡Estamos en 1589!
—¡¿Qué dices, Heiden?!
—¡Suena descabellado, pero es así! ¡La máquina esa nos trajo a muchos de los que estábamos en el patio a 1589 cuando falló!
—¿Pretendes que te crea eso?
—No, pero mire a su alrededor. ¿Le parece que estamos en 1943?
Hans aguantó la respiración y palideció. Se apoyó en la pared de aquél callejón y miró hacia arriba. Tras unos momentos se animó a ver hacia la calle principal, como ansiando ver las características calles del París que habían invadido unos pocos años antes. Pero no. Sí vio las calles de París, pero… no eran modernas ni de lejos. Del lado positivo, más de sus camaradas comenzaron a reunirse con ellos, todos en actitud de guerrilla urbana.
—Scheisse… —murmuró entre dientes— ¿Qué sabes de Dönitz y los demás?
—¡Casi nada, Herr komandant! Lo que sí sé es que desde el Louvre salieron soldados en busca de nosotros. ¡Llamamos mucho la atención!
—Necesitamos más información. ¡Soldados!
—¡Señor!
—Estamos muy expuestos y en una situación sumamente hostil y poco favorable. —Hans los miró a todos con mucha severidad— Nos dispersaremos y mezclaremos entre la multitud, ¡hagan lo que tengan que hacer! Nos reuniremos en la plaza de Saint Dennis a la medianoche y de ahí buscaremos refugio seguro y donde establecer nuestro cuartel. Si se les presenta la oportunidad, maten a los rebeldes. ¡Nos vemos esta noche! ¡Retirarse!
Hans se puso firme y con un gesto de la cabeza, todos se escabulleron en direcciones diferentes, dispuestos a cumplir las órdenes que acababan de recibir. Ludwig alcanzó a intercambiar miradas con Hans y entrecerró los ojos: esperaba que pudieran reunirse en la localidad de Saint Dennis, pero hasta entonces, no haría mal si reunía un poco de información.
La iban a necesitar de todos modos.
Palacio del Louvre.
En esos momentos.
Es que el muchacho no vio otra cosa. Echó a correr en dirección de la cama en donde yacía la muchacha sin prestarle atención a ninguna otra cosa, con total visión de túnel. Del susto hasta parecía que había olvidado respirar y bien poca atención que le prestó al resto de los presentes. Tuvo alguna noción que Liiri intentó atajarlo, lo mismo el Gorila y otros pares de brazos, pero fue Allan quien lo atrapó.
—¡Suéltame! ¡Esa es mi hermana! ¡¿Qué le pasó?! ¡QUIERO VERLA! ¿Qué pasó? ¡SUELTA!
—¡Cálmate! Están atendiéndola, ¡tranquilo, alteza, tranquilo!
Allan tuvo problemas para calmar al muchacho, quien pataleó con ganas para que lo dejasen. Aurore y Félix sintieron un nudo en la garganta, pero fue Amelie la que reaccionó. La reina madre se acercó al muchacho y comenzó a acariciar sus cabellos, tratando de calmarlo y consiguiéndolo al cabo de un rato. Liiri entonces se acercó y tomó al muchacho con ella, apartándolo de Allan y ofreciéndole un refugio en sus brazos. El niño se aferró a la mujer, llorando quedito y absolutamente desolado. Bridgette no tardó en llegar junto a ellos.
—Este es Phillipe Auguste, príncipe de Francia y Duque de Órleans. Hermano menor de Madame Marie. —dijo Allan bajando los hombros.
—Creí que habías dicho que madame Marie era la heredera… no el muchacho —comentó Félix entrecerrando los ojos— ¿O acaso es un ardid para protegerlo?
—No, alteza. Madame Marie sí es la heredera al trono. —señaló Bridgette con suavidad— La Ley Sálica fue derogada tras la Revolución Francesa. Es casualidad que Madame Marie sea la primera mujer en ser la heredera.
—¡Dejen tranquila a mi hermana! —protestó Phillipe, refugiado en los brazos de Liiri y todavía con el rostro sepultado en las ropas de la mujer.
—¡Mon petit prince! No seas grosero y actúa a la altura. ¡Estás en presencia del rey! —Liiri levantó la mirada— No me equivoco, ¿verdad? ¿Cuándo estamos exactamente?
—Es el año de gracia de 1589. —respondió Amelie— estamos a finales de noviembre.
Phillipe entonces levantó la mirada. Fijó sus ojos en los de la Reina Madre con asombro, quien a su vez casi se larga a reír al ver el parecido del muchacho con Félix (bajándole el instinto de abuela osa al mismo tiempo).
—¡Pero es 1943! ¿Cómo que es mi trillonésima abuela viajó…?
—En verdad viajamos nosotros. —aclaró Allan— ¡Aunque ni sospecho cómo pasó eso!
—Aquí no hay guerra…
—Y ustedes nos deben una buena explicación. —anunció Adrien con gravedad.
El almirante iba a añadir más palabras, pero en ese momento entró el doctor Laplant medio arrastrado por el soldado que había acudido en su busca. El hombre rápidamente fijó la mirada en la herida del rey, y se lanzó de lleno a atenderlo, pero Félix lo detuvo con la mirada y señaló a su descendiente.
—¡Pero Majestad!
—¡ELLA Primero!
No dio espacio a más protestas. Marinette intercambió una mirada con Adrien y Plagg, antes de tomar a Aurore del brazo y obligándola a apartarse del lado de Marie. La reina no se había apartado ni medio segundo del lado de la chica y se resistió en un principio, pero supo que era momento de saber más cosas y a regañadientes se dejó llevar por Marinette, aunque no sin antes sacar un anillo del dedo de Marie. Por su parte, Plagg despachó a los guardias, puso orden y dispuso todo para que el doctor Laplant atendiera al Rey.
—Alteza: madame está siendo atendida, pero vuestra herida necesita atención. ¡Dejad que lo revisen!
—¡Es un rasguño!
—Un rasguño sin atender, Cheri. —advirtió la reina Amelie— ¡Deja que te revisen! No te pongas difícil, por Dios.
—Aish… —Félix infló brevemente las mejillas como lo hacía cuando era chiquito— ¡Solo porque es usted, madame, hago caso!
—Más te vale, que te parí a este mundo.
A regañadientes el rey accedió. Sin embargo y pese a las protestas del doctor Laplant, tomó una silla y la acercó al centro del grupo. Kagami se negó a tomar asiento, rodeando a los extraños con los ojos medio entrecerrados. Vio como Luka despachó a gran parte de los guardias fuera del salón, pero dejando que Sass, Long y Juleka se quedaran. Alix y Nathaniel se retiraron con las órdenes de hacer control de daños en el palacio. Marinette tomó asiento ayudada por Adrien. Aurore se sentó junto a ella, viendo en dirección de Liiri, quien seguía conteniendo al pequeño duque. ¿Sería acaso su niñera? Aunque el muchacho se veía muy mayor para tener una. A lo mejor era su institutriz… como fuese, se notaba que ahí había un lazo afectivo importante.
—Majestad —en ese momento Tikki regresó al salón, e hizo una reverencia al entrar. En algún momento había salido de la habitación para llevar a cabo la orden del Rey y ya regresaba de su misión— Todo ha sido coordinado. También pedí que nos trajeran bebidas y algo para los nervios…
—Gracias maman Tikki. —Félix asintió mientras el doctor comenzaba a revisar su rasguño— Todo lo que se diga aquí se queda entre estas paredes. ¡Pena de muerte a quien divulgue cualquier cosa! Por mínimo que sea.
—Los señores aquí recién llegados, recordarán que están bajo arresto. —advirtió Luka, mientras se les acercaba— Tienen el beneficio de la duda del rey, por lo que les pido respeto a ello. Como muestra de buena voluntad… les voy a pedir que pongan sus armas sobre esta mesa.
Allan asintió y fue el primero en dar el ejemplo. Puso sus dos pistolas (tenía una oculta en la espalda) y una cajita con municiones sobre la mesa. Se dejó revisar por Luka para que viera que no tenía más armas. El Gorila y Bridgette hicieron lo mismo, al igual que Liiri, quien una vez que se destrabó de los brazos del duque, dejó… pues… varias armas blancas y de fuego sobre la mesa. El Gorila no tardó en tomar la mano del niño para mantenerlo lejos de problemas.
—¿Eso es todo? —preguntó Adrien perplejo, como esperando que le dijeran que no.
—Liiri. Todas las armas. —insistió Allan.
La mujer se sopló el flequillo y tras agacharse, sacó de su botín derecho un pequeño puñal botero. Lució sus destrezas en su manejo y lo dejó sobre la mesa con sin hacer ruido. Desde su posición, y quizás motivado por la curiosidad, Sass estiró la cabeza.
—Liiri Chastain. —gruñó Allan, cruzándose de brazos.
—¡Argh, profesor! —protestó la mujer— ¡Soy una mujer decente! No me voy a deshacer de todas mis armas con tanto hombre extraño a mi alrededor. ¿Por quién me toma? —afirmó con decisión, empuñando las manos y dando una pequeña patadita en el suelo para mayor énfasis.
Sass se descubrió a sí mismo aguantando la respiración y helándose cuando notó que Liiri lo miraba de reojo con una sonrisa muy coqueta… pero pudo haber sido idea suya. Bridgette se palmeó la cara al tiempo que el Gorila rodaba los ojos. El pequeño duque de Orleans no se perdía detalle (aunque estaba más pendiente de su hermana que del resto de los adultos)
Como Liiri no cediera, Kagami se sopló el flequillo.
—Yo me encargo. —la mujer avanzó con decisión hacia Liiri— No le vas a faltar el respeto al rey ocultando un…
—Ya voy, no hay que ponerse graves. —para sorpresa de los presentes, Adrien incluso apartó el rostro por pudor, Liiri se metió la mano dentro de la blusa y sacó un cuchillo pequeño que tenía escondido en el esternón. Se lo entregó a Kagami por la empuñadura, no sin antes guiñarle un ojo a Sass con el mayor de los descaros— Ahora sí son todas.
Luka apenas podía contener las carcajadas y de reírse de buena gana de Sass, quien estaba al fondo, rojo de vergüenza. Félix levantó una ceja, también aguantando las ganas de reír a expensas del inglés. Allan se mesó las sienes.
—Discúlpenla: la guerra la ha hecho olvidar modales.
—¿Qué guerra? —preguntó Marinette.
En ese momento entraron algunos sirvientes con bebidas y algunos bocadillos, lo que angustió un poco a Phillipe. ¿Qué no se daban cuenta que su hermana se moría? Hizo un puchero y se soltó de la mano del Gorila, corriendo hacia su hermana. Félix se volvió hacia él en un movimiento repentino, estorbando el trabajo del doctor y alterando su herida: sintió piedad al ver como el muchacho se sentaba a los pies de la cama y observaba atento y lleno de angustia como Sebastián atendía a su paciente.
¡Santo Cielo! ¡El muchacho también era su descendiente! En medio de los reclamos del doctor Laplant para que se quedara quieto, Félix cruzó miradas con Aurore, quien se levantó de su sitio y caminó hasta él. Le entregó un anillo que reconoció casi en seguida.
—Yo te regalé esto…
—Non. —Aurore le mostró entonces su mano derecha— Nunca me he quitado el anillo que me regalaste.
Eran el mismo anillo. Idénticos en todo, excepto que el que Félix tenía en sus manos tenía mucho más uso. Aguantó la respiración: en la privacidad de su recámara, cuando le había entregado la joya a su esposa unos pocos meses antes, Aurore le había dicho que ese anillo siempre lo usaría. La reina se sentó junto al rey, tratando siempre de no estorbar al médico.
—¿Qué guerra? —preguntó Félix, insistiendo en la pregunta de Marinette.
Las miradas se concentraron en Allan, quien pareció un tanto derrotado. Miró a sus compañeros y luego hacia Marie, angustiándose al verla inconsciente. Luego repasó los rostros de sus inesperados anfitriones, sin poder conciliar que eran personas de carne y hueso que no estaban retratadas en las pinturas al óleo sobre tela que colgaban en los pasillos del museo del Louvre, sino que los miraban con creciente atención.
¡No! Estaban en 1589, no 1943, el museo del Louvre era el Palacio Real y ellos estaban en la corte del rey Félix I el astuto. ¡Ni en sus sueños más locos se lo hubiera imaginado! Sacó su billetera y su identificación, la que le entregó a Plagg, junto con unas fotografías.
—Esa es mi identificación, y las fotos son de mi esposa Allegra y mi hermana menor Alice. Los muchachos de la otra foto son mis hijos.
—¡Qué Increíble Pintor! —exclamó ni bien vio las fotos, pero luego abrió los ojos a todo lo que pudo— ¡¿Qué brujería…?! —Plagg lo miró sorprendido, pero Allan hizo una seña con la mano.
—Nací en 1904. Durante mi vida he experimentado dos guerras mundiales en las que Francia ha tomado parte. En 1940…
Fue entonces que Allan Lombard comenzó a contarle a su extraña audiencia una breve historia del siglo XX, siendo lo más sucinto posible y explicando con paciencia sobre los hechos que desataron las guerras mundiales y el dilema en que Francia se encontraba en 1943. Tuvo que detenerse en hechos previos, como la unificación alemana como una sola entidad política o que las colonias del Nuevo Mundo eran ya repúblicas independientes. Del mismo modo le costó explicar por qué Francia había sucumbido (ni él lo entendía bien), o cómo habían llegado hasta esos momentos.
—A ver si lo estoy entendiendo. ¿El Sacro Imperio Germano ya no existe? —preguntó Félix.
—No.
—Los principados alemanes se unificaron bajo un solo país…
—Sí.
—Esta Alemania invadió nuestras fronteras y Francia está aliada a los británicos. —dijo Adrien esta vez, perplejo. No digamos que en aquellos tiempos Francia e Inglaterra se tenían mucho cariño— ¿Cómo permitió el ejército que tomaran nuestra capital y apresaran a la familia real?
—Créame almirante —comentó Bridgette con pesadez— ¡Fue horrible!
—No atraparon a toda la familia real. —dijo Liiri cruzada de brazos, mirando en dirección de Marie y su hermano— Esos dos escaparon a la redada. Desde entonces que Madame Royale y el Duque de Orleans tienen precio a sus cabezas.
—Sobre todo Madame, pues… está liderando la Resistance. —concluyó Bridgette.
Félix apartó al médico de su lado y se puso de pie. Caminó hasta los pies de la cama donde yacía su heredera y suspiró, angustiándose al ver su mortal palidez, pero luciendo digno en toda su realeza. Sebastián, el improvisado médico, la estaba arropando con las mantas y se veía en serio preocupado. Había hecho todo lo que estaba en sus manos, ahora solo restaba esperar que la Delfina no se muriera.
—Estos nazis están llegando a extremos para eliminar a una simple princesa —comentó Plagg, esta vez con más suavidad, todavía con las fotos en las manos. La indignación de los viajeros fue evidente.
—Monsieur Lombard. —protestó Bridgette empuñando las manos— Madame Royale no es una simple princesa.
—¡Más respeto por mi hermana! —gruñó Philippe, quien no dejaba el lado de Marie.
—¡HMPF!
—No en balde la conocen como la Daga de Francia. —dijo Allan cruzándose de brazos— Madame Royale se ha dejado la piel por el país y se ha convertido en un referente para sus súbditos. ¡Lidera la Resistance con la astucia propia de su linaje! Creían que sería una marioneta y demostró ser una líder nata: nos dejó la boca cerrada a todos.
Allan continuó con su relato, contándoles como la tímida heredera al trono había dado una sorpresa mayúscula a todos quienes creían que sería simplemente una reina florero. Cuando todos creían que carecía de carácter, que no pensaba y que era más bien simplona (por no decir incompetente), les demostró lo contrario y con creces. Ya había dado que hablar cuando entró a la École Spéciale Militaire de Saint-Cyr como todo heredero al trono, siendo la primera mujer que comenzaba el curso militar como cadete, a los 18 años. Intentaron hacerle bullying, aprovechando su gentil disposición, pero con ello solo habían despertado un dragón que los mordió de regreso a todos sin recurrir a su estatus como Delfina de Francia. Se ganó el respeto de sus camaradas y profesores, continuando con su instrucción militar al tiempo que atendía los deberes propios de su condición como heredera. Entonces ocurrió la ocupación del país por las fuerzas alemanas y como el rey Maximilien II se negase a capitular, lo tomaron prisionero a él y a su esposa, enviándolos al campo de concentración en Dachau. Del mismo modo, intentaron detener a la princesa, pero…
… Marie, quien a la sazón estaba en Saint-Cyr cumpliendo su segundo año militar, lejos de huir, respondió a balazos los apremios de las tropas alemanas que acudieron a apresarla, saliendo por la puerta ancha y toda la dignidad de su realeza. Se refugió en la clandestinidad, rápidamente fundando la Resistance, coordinando sus esfuerzos con el general De Gaulle entre otras personalidades y convirtiéndose en la pesadilla viviente de los alemanes y el gobierno colaboracionista de Vichy con sus guerrillas. La delfina se había convertido así en la inspiración de los franceses y una figura que atraía lealtades…
—… Y por eso los nazis la quieren muerta. —concluyó Adrien inflando el pecho, con algo de orgullo— No me sorprende. ¡Ha de ser peor que una piedra en la bota!
—Eso no explica cómo llegaron aquí. —dijo Luka con calma— Ese cuento es raro, pero el que ustedes estén aquí…
—¿Es más raro todavía? Pfffff. —Bridgette se masajeó las sienes.
—Los nazis y los traidores de Vichy se han puesto cada vez más creativos para matar a Madame Royale. —continuó Allan— Capturaron al duque de Orleans. Y quisieron probar un arma contra Madame… sospecho que eso es lo que les salió mal.
Philipe, al escuchar su nombre, tensó la espalda y aguantó los lagrimones. Por razones obvias no lo dejaban salir mucho de los escondites de la Resistance, y por lo mismo tenía esa tendencia a escaparse de sus cuidadores para simplemente salir a tomar aire o jugar con otros niños si tenía la oportunidad. Unos pocos días antes, de hecho, había eludido a su niñera de turno y escapado a jugar cuando algunos miembros de la policía de Francia leal a Vichy lo había capturado y entregado a la Gestapo. Los nazis vieron la oportunidad perfecta para sacar a Marie de su escondite y la atrajeron hasta el museo del Louvre, pensando que fiel a su naturaleza, la delfina entraría derribando puertas y disparando al aire.
Marie se presentó en el patio central del museo y tuvo un duro intercambio de palabras con el coronel Dönitz, todo en un afán de ganar tiempo y permitirle a Liiri infiltrarse al museo y rescatar a su hermano, mientras el Gorila, Allan, Bridgette, Sebastián y otros daban apoyos a la operación…
—Fue cuando se escuchó ese estruendo maldito, y lo siguiente que recuerdo es que estaba tirado en los escalones de la escalera esa… —terminó por explicar Allan— Escuché los gritos, el balazo y simplemente seguí el caos y mi instinto…
—No aparecí mucho más lejos, en medio de unos tipos empolvados que estaban tomando brandy o algo. Me quedaron viendo con espanto y quizás asco. —confesó Bridgette, cruzándose de brazos— También escuché el balazo.
—Nosotros aparecimos en un picadero. —dijo Liiri encogiéndose de hombros, y señalando hacia Sass con la cabeza, sonriéndole en el proceso— Ese guapo de ahí evitó que nos pisoteara un caballo.
—Mademoiselle le ofreció matrimonio —añadió Luka, riendo para sus adentros por la evidente incomodidad de Sass, que parecía decirle de todo con los ojos, menos guapo— Yo escuché.
—Falta que Sass responda. —comentó Longg como quien no quiere la cosa. Liiri se puso algo roja, así que apartó la mirada con recato.
—Hmm. Hmpf. Mmm, mmmh.
—Lo que dice el grandote es cierto —intervino Kagami tras escuchar el comentario del Gorila— Me encontré a Simón a la salida de los establos. Y un montón de esos extraños soldados.
—Yo aparecí en el taller de arte. Claro que un nazi intentaba matarme. —se lamentó Sebastián— La pelirroja que me venía persiguiendo salvó mi vida. ¡Tengo que agradecerle! —añadió mientras se pasaba la mano por la nuca.
Plagg estaba extrañamente callado, y cada tanto cruzaba miradas con Tikki, quien ya notaba que algo estaba pasando por la mente de su marido. El jefe de la Guardia Real dio algunos pasos, no sin darle algunas palmadas a Allan en la espalda y caminó hacia su esposa todavía con la billetera del hombre en sus manos. Le mostró las fotos a Tikki, quien de la sorpresa se tapó la boca y sujetó mejor a Lucien, esta vez mirando directo a Allan con los ojos acuosos.
En ese momento Félix, tan serio como cuando se presentaba en el parlamento, y sujetando su costado, giró sobre sus talones y le ofreció el brazo a su esposa. Sin dar explicaciones, salió con ella del salón, pese a las protestas del doctor, que todavía no terminaba de curarlo. Amelie los miró enternecida, con la mano sobre el corazón. Adrien y Marinette medio imaginaron lo que iba a suceder. Luka también tenía una idea, pero como todos, no comentó nada. Intercambió una mirada con Kagami y se acercó a Marie, quien seguía inconsciente, pero esta vez lucía una mueca de dolor en el rostro.
—La delfina necesita sangre. Perdió demasiada. —dijo de pronto Sebastián, mientras se pasaba las manos por el cabello, abrumado. Se fijó en sus camaradas con gravedad— Necesito insumos, así que si tienen más sulfamidas, o vendas o algo útil en sus botiquines personales lo voy a necesitar… Apenas traje equipo…
—¿Sangre? Es imposible darle sangre a una persona. Todo lo contrario, lo que mademoiselle necesita es justamente una sangría. ¡Debemos equilibrar sus humores! —protestó Laplant— ¡Con esa herida debe tener un montón de sangre mala en el…!
—¡Sobre Mi Cadáver! ¡Con la cantidad de sangre perdida me extraña que no se nos haya muerto! ¡¿Y usted quiere quitarle sangre?! ¡ALÉJESE de mi paciente!
Mientras Sebastián y Laplant comenzaban a pelearse y Luka trataba de calmarlo, Félix y Aurore ya habían cruzado a las zancadas tres habitaciones, hasta que por fin llegaron a una estancia más privada. Félix cerró la puerta, advirtiéndole al soldado que los había seguido que no querían ser molestados. En vista que estaban solos y podían sacar a relucir sus emociones, Aurore comenzó a hacer pucheros y no dudó en dar zancadas hasta su marido ni bien este cerró la puerta.
—¡Félix! Esa herida tuya… ¡Por Dios santo!
—Es un rasguño, ya se curará… mon amour…
—Félix…
Los reyes se tomaron de las manos y juntaron las frentes. La situación les superaba por lo bizarra y porque de golpe habían sentido surgir un instinto extraño en ambos. Estaban angustiados y aliviados a partes iguales, sus corazones no sabían si explotar de susto por sus descendientes o de alegría por los anhelos que eventualmente se iban a cumplir.
—Te dije, ma vie, que no había nada de malo contigo…
—Casi me convenzo de lo peor, Félix. ¡Estaba muy asustada!
—Lo sé, no creas que no me daba cuenta. ¡Hubiera dado mi brazo derecho por haberte ahorrado todos estos disgustos! —Félix acarició el rostro de Aurore, atajando algunas lágrimas— Seremos padres… ¡seguro que serás la maman más linda de Francia!
—Y tú el mejor papa de todos, pese a lo gruñón que te has puesto últimamente. —Aurore sintió un apretón en el corazón— ¡No quiero que se mueran!
—No lo harán mientras estén bajo nuestra protección. ¡Dios mediante!
Los reyes tenían las mismas aprensiones y alegrías dándoles tumbos en el pecho. Compartieron un beso lleno de ternura antes de abrazarse. Repentinamente comenzaron a dar saltitos alegres y giros llenos de emoción, que solo se detuvieron porque la herida de Félix comenzó a protestar.
—Será mejor que regresemos. Todavía nos deben más explicaciones. —dijo Félix tras besar a su esposa de nuevo.
—Y pensar en qué se supone que vamos a hacer a partir de ahora. —Aurore entrecerró los ojos— esos nazis viajaron con nuestros descendientes… y los quieren muertos a todos ellos.
—No bajo mi reinado. —siseó Félix frunciendo el ceño. Entonces tomó las manos de su esposa y las besó con adoración— Volvamos, que ya nos deben estar echando en falta…
—¿Félix? —lo llamó Aurore en un susurro, provocando que el rey la mirase con ojos anhelantes— Te amo.
—Yo más.
Félix entonces la soltó brevemente para ofrecerle el brazo y juntos hicieron abandono de aquella habitación, regresando con los demás.
Continuará
Por
Misao–CG
Próximo capítulo:
—¿Te sientes bien? —preguntó de pronto Tikki. La mujer se sentó junto a ella y en seguida le puso la mano sobre la frente— estás un poco sudorosa.
—Pierda cuidado madame. —dijo Liiri sonriendo apenas— Acabo de donar sangre, normal que me sienta… —en ese momento la chica abrió los ojos, notando que Tikki no estaba sola. De pie junto a ambas estaba Sass, con cara de querer estar en cualquier lugar menos ese, pero mirándola atento al mismo tiempo, con esos hipnóticos ojos celestes que tenía. Una subida de adrenalina la hizo sentir mucho mejor en cosa de segundos— … algo descompuesta. ¡Pero se me pasa en seguida! —exclamó mejorando su postura y arreglando sus ropas.
Notas finales: Las cosas por parte, me alegra muchísimo saber que están leyendo este mamotreto y que hayan llegado hasta aquí. Ojalá no los decepcione mucho. Tengan en cuenta que esto es un UA alterno y un spin off, por lo que si tienen dudas, háganlas.
Por favor, cualquier error, gramatical o de ortografía, me lo dicen para poder arreglarlo si corresponde. Del mismo modo, estoy aprendiendo esto del uso del guion de diálogo y salí más cabeza dura de lo esperado, así que un poco de paciencia en lo que aprendo. ¡MUCHAS GRACIAS POR LEER!
¡Gracias Manu por leer el capítulo! Espero que lo sigas disfrutando. ¡TEN UNA GALLETA!
BRÚJULA CULTURAL:
Traída gracias a la magia de internet y Wikipedia. Otros sitios serán debidamente indicados. Debido a que habrá bastantes, nos iremos con calma para no colapsar tanto esto. So… aquí vamos.
Werhmacht: (Fuerza de Defensa en alemán) era el nombre de las fuerzas armadas unificadas de la Alemania nazi desde 1935 a 1945, surgida tras la disolución de las fuerzas armadas de la República de Weimar, llamadas Reichswehr. Consistía en el Heer (ejército), la Kriegsmarine (marina) y la Luftwaffe (fuerza aérea). La designación Wehrmacht reemplazó el término previamente usado Reichswehr, y fue la manifestación de los esfuerzos del régimen nazi para rearmar a Alemania en mayor medida de lo permitido por el Tratado de Versalles.
Gestapo: (contracción de Geheime Staatspolizei, Policía Secreta del Estado) fue la policía secreta oficial de la Alemania nazi, dirigida desde 1936 por Reinhard Heydrich hasta su muerte en el atentado de Praga en 1942. Subordinada a las SS, fue administrada por la Reichssicherheitshauptamt (RSHA) y considerada como una organización dual del Sicherheitsdienst (SD) y también una suboficina de la Sicherheitspolizei (SiPo). Establecida por decreto el 26 de abril de 1933 por el agente Rudolph Hinrichs y disuelta el 7 de mayo de 1945 por orden del general Dwight D. Eisenhower.
Batalla de Francia: —también conocida como la caída de Francia— fue la invasión por parte de Alemania a Francia y los Países Bajos, en el marco de la Segunda Guerra Mundial. Francia había declarado la guerra a Alemania el 3 de septiembre de 1939, luego de que esta última invadiera Polonia. A comienzos de septiembre de 1939, Francia lanzó la fallida Ofensiva del Sarre, y para mediados de octubre las tropas francesas habían vuelto a sus posiciones originales. Alemania abrió fuego el 10 de mayo de 1940 y, al cabo de solo seis semanas, derrotó a las fuerzas aliadas y conquistó Francia, Bélgica, Luxemburgo y los Países Bajos, terminando con las operaciones terrestres en el Frente Occidental hasta los desembarcos aliados en Normandía, el 6 de junio de 1944. Italia entró en la guerra el 10 de junio de 1940 e invadió Francia desde los Alpes.
República de Vichy: Francia de Vichy o régimen de Vichy (Régime de Vichy) es el nombre con que informalmente se conoce al régimen político y estado títere instaurado por el mariscal Philippe Pétain en parte del territorio francés y en la totalidad de sus colonias, tras la firma del armisticio con la Alemania nazi en el marco de la Segunda Guerra Mundial. Gobernó durante la ocupación del país por las fuerzas del Tercer Reich y fue derrotado en agosto de 1944, fecha de la liberación de Francia.
El nombre oficial con que se autodenominó el régimen fue Estado Francés (État français), porque formalmente constituyó una interrupción de la Tercera República —en tanto la denominación república desaparece de las actas oficiales del régimen—, por las nuevas leyes constitucionales que liquidaron la democracia parlamentaria, suprimieron las libertades fundamentales y prohibieron los partidos políticos. Este régimen autoritario, con pretensiones totalitarias (o fascistizante), que se encuadraba en los regímenes de ideología fascista de la época, fue un Estado colaboracionista de la Alemania nazi: asumió el mantenimiento de las fuerzas de ocupación, obligó a los jóvenes franceses a trabajar en Alemania para apoyar la economía de guerra nazi, luchó contra la Resistencia y participó activamente en el exterminio masivo de los judíos residentes en el país.
En el momento de la liberación del país, en verano de 1944, el régimen de Vichy fue declarado ilegítimo, nulo y sin efecto (illégitime, nul et non avenu) por el general De Gaulle, considerando que la República nunca había dejado de existir.
École Spéciale Militaire de Saint-Cyr: Es un establecimiento de enseñanza superior de Francia, que forma a oficiales del Ejército de Francia. Su divisa es Ils s'instruisent pour vaincre (se instruyen para vencer).
La escuela fue creada por la ley del 11 de floreal del año X (1 de mayo de 1802) por orden de Napoleón Bonaparte, quien ordenó su instalación en Fontainebleau el 28 de enero de 1803. En 1806 se trasladó a la ciudad de Saint-Cyr (Yvelines), en los edificios de la Casa real de San Luis, fundada por madame de Maintenon en 1686. Se transformó en Escuela Imperial Militar en 1804, aunque sólo a partir de 1818 empezaron a llegar alumnos de manera regular y constante.
En 1940, después de la derrota tras la batalla de Francia, Saint-Cyr y Saint-Maixent (la Academia Militar de la Infantería) fueron trasladadas a Aix-en-Provence bajo la Francia de Vichy. En el mes de noviembre de 1942, después del establecimiento del Gobierno del mariscal Philippe Pétain en los territorios no ocupados, ambas escuelas fueron disueltas por los alemanes. Algunos alumnos lograron huir de la ocupación, pasando por España para refugiarse en la Escuela de aspirantes de Cherchell-Médiouna, en Argelia.
Desde 1940, los oficiales eran formados paralelamente en el Reino Unido por una Academia militar de cadetes de la Francia Libre, fundada por el general de Gaulle. En 1944 la Escuela de Cherchell se transformó en la Academia Militar Interarmas (EMIA), encargada de formar a todos los oficiales del Ejército, tanto a los procedentes del reclutamiento directo en Saint-Cyr, como a los del reclutamiento interno de Saint-Maixent.
En 1946 la Escuela se trasladó a Coëtquidan porque los edificios habían sido destruidos por los bombardeos aliados. La formación dura 3 años. Desde 1983 permite el ingreso de mujeres.
Teoría de los Cuatro Humores: o humoral, fue una teoría acerca del cuerpo humano adoptada por los filósofos y médicos de las antiguas civilizaciones griega y romana. Desde Hipócrates, la teoría humoral fue el punto de vista más común del funcionamiento del cuerpo humano entre los físicos (médicos) europeos hasta la llegada de la medicina moderna a mediados del siglo XIX.
