Advertencia: Escenas de Sexo. Leguaje Vulgar. Yuri Ligero. Violencia Moderada
Nota: Como es del conocimiento de todos, esté fanfic tratara de las primeras experiencias sexuales de los santos. Aunque pueda que encuentren algunos capítulos con tintes románticos, hay otros que no van hacer así. Por lo tanto habrán historias un poco más subidas de tono que otras, depende del personaje, del escenario y de lo que mi inspiración pervertida permita.
Recuerden que este fanfic está ligado a ¿De quién es el bebé? Y que en esté hay una pareja gay. Así que mis queridos lectores encontraran Yaoi, que aunque no es mi fuerte hare todo lo posible porque sea lo más interesante y lo menos invasivo para aquellos que no gustan de éste género. Sin embargo, la advertencia estará al inicio del capítulo por si prefieren pasar de largo.
La protagonista principal de éste título es la amazona Naomi de Antlia; personaje de mi propiedad y que tuvo su primicia con Afrodita de Piscis, cabe anotar que aprovechare la ocasión para contar un poco de la vida de Naomi.
Bueno, disfruten de la lectura.
Nyan-mx te dedico este capítulo espero lo disfrutes.
3. Entre máscaras y flores
Alrededores del Santuario
Naomi de Antlia era muy joven e inquieta. Aunque su maestro había hecho todo lo posible para educarla, la rebeldía de la chica no tenía enemigo capaz de derrotar su obstinación. Ahora ella estaba tirada sobre la tierra dejando caer sus cabellos largos y rojos en la arena. No se preocupaba mucho por su apariencia. Siempre lucia las mismas ropas de entrenamiento que constaban de una blusa de manga corta y unas mallas bajo esta. Como todos, llevaba puestas vendas alrededor de sus muñecas y como amazona debía ocultar su rostro con una máscara de metal.
Naomi tenia gustos sencillos, por eso su yelmo no tenía adornos ni pinturas que exaltaran y le dieran una tétrica apariencia a la ya de por si horrible careta. Ella no aceptaba aquella prenda pero esas eran las reglas y si quería seguir en aquel lugar y mantener su posición debía obedecer. Aunque a veces lo olvidara y se desprendiera del antifaz como si nada delante de su maestro que en ese momento estaba muy molesto con ella.
Era la razón por la que estaba tirada sobre la tierra en la posición del Hombre Vitrubio. Porque estaba molesta y ofendida con su superior, ya que no había necesidad de enfadarse tanto por un pequeño descuido y por seguir una regla que además de absurda no aportaba nada a las guerreras atenienses.
No había necesidad de tanto escándalo cuando su querido maestro conocía su rostro desde que ella era pequeña. Y además era el único que la había visto.
— Es un exagerado — le dijo al viento en un ligero sonido — Le dará un infarto un día de estos
Agradecía todo lo que su mentor había hecho por ella. Ezra se había esforzado bastante por hacer de su discípula una excelente guerrera. No solo la educo en el arte de la guerra, sino que le enseño la importancia de saber y conocer más que los demás. Algunos decían que Naomi de Antlia podía leer mentes, pero solo se trataba de una buena observación y prestar atención a cada detalle.
Tres años atrás Ezra le dio la misión de aprender nuevos idiomas, por lo tanto la reto a aprender uno cada año. Hasta la fecha aparte de su lengua natal (escoces) y el griego que a la fuerza tuvo que aprender si quería sobreviré en el Santuario, sabia inglés y japonés, con ese último tardo más del plazo asignando por su mentor.
— Es impresionante lo rápido que corres mi niña. Me costó trabajo encontrarte — Dijo Ezra sentándose al lado de chica.
Ezra era un hombre de edad muy avanzada, de espalda encorvada y cabeza rapada, no gozaba de buena visión por lo que se veía en la obligación de aferrarse a un bastón de madera. Anteriormente fue el santo de Antlia, armadura que ahora poseía su malcriada alumna y aunque se veía muy frágil, aquel pequeño hombre gozaba de una fuerza extraordinaria y una tenacidad inquebrantable.
— Te eh hablado de la importancia de acatar las reglas — Dijo el hombre en un tono paternal — Debes usar tu máscara todo el tiempo. Recuerda bien la norma, no quieres problemas con ningún muchacho, ni mucho menos con alguno de tus colegas
— Solo fue un pequeño descuido — Respondió Naomi sentándose mientras agitaba las manos — Nadie me vio
— Así como paso esta vez puedo haber pasado cualquier otra — Comento con mucha serenidad mientras apoyaba su barbilla sobre el soporte del bastón — y en esa ocasión alguien podría verte. Mi niña no quiero que nadie se aproveche de ti
Naomi observo la envejecida figura de su maestro.
— ¿Aprovecharse? — Pregunto confundida
— Eh sido santo durante muchos años de mi vida. Eh vivido en el Santuario durante mucho tiempo. Los hombres son malos, ya otros se han aprovechado de las normas de las amazonas para conseguir un poco de diversión y las guerreras confundidas se han dejado llevar creyendo estar enamoradas
— Eso no me pasara a mí. Yo matare a cualquiera que vea mi rostro
— ¿Y si te ve alguien más poderoso que tú? — Naomi bajo la cabeza — Te entiendo mi niña. Pero así son las cosas, y si no eres lo suficientemente astuta serás la comidilla de muchos. Así que espero que sepas manejar la situación y que no permitas que cualquiera se aproveche de tu bondad. Si quieres divertirte hazlo, pero piénsalo muy bien antes de entregarle todo a un hombre.
— ¿Cómo mi virginidad? — Pregunto con sarcasmo
— No — Contesto él en un tono burlón — La virginidad es solo sexo. Basura lo que te digan al respecto. Cuando entregues todo, es porque no quieres a nadie más sino a esa persona, estarás dispuesta hasta a dar tu vida por él…o ella. Ya lo sabrás mi niña. Si tienes la oportunidad — Comento esas últimas palabras con tristeza
— Muero de hambre — Advirtió sobándose el estómago para cambiar de tema. Hablar de guerras no le apetecía — Vamos por algo
— Necesitas un poco de disciplina. Me parece que te consiento demasiado. Eh estado pensando en algo
— No maestro, no empiece — Interrumpió poniéndose de pie — Vamos a buscar algo para comer
— Espera un segundo mi querida niña — Se levantó con dificultad — Ya no soy tan rápido. Los años te hacen más sabio pero no más veloz
— Usted aún es muy poderoso maestro no se abrume
Ezra se apoyó en el brazo de su alumna y junto a ella camino bajo el solo greciano en completo silencio dándole la oportunidad a Naomi de meditar sus palabras.
— ¿Estás aprendiendo un nuevo idioma? — Pregunto él saludando a un aprendiz
— No estoy segura con cual seguir. Esta entre francés, italiano o español
— ¿Qué tal sueco? — Interrogo con una sonrisa traviesa
— No había pensando en ese idioma por ahora — Sostuvo ella ignorando una gran enseñanza. Observar cada detalle, y si hubiera visto la sonrisa divertida de su mentor no habría caído en la trampa — Pero podría ser
— Perfecto. Iras a Piscis — Naomi se detuvo y le miro confundida — Iras ayudar al santo del doceavo templo en sus quehaceres, a cambio él te enseñara sueco
— ¿Quehaceres? ¿Qué eso no lo hacen los escuderos?
— Los escuderos ayudan con algunas cosas inherentes a los templos. Los santos dorados son autosuficientes, ellos mismos tienen que encárguese de sus asuntos
— ¿Entonces por qué yo tengo que ir hacer quehaceres?
— Porque de alguna forma tienes que pagarle las lecciones al señor Afrodita
— ¿Pasare por todos los templos haciendo quehaceres para aprender el idioma que habla cada uno?
— No — Comento moviendo la cabeza con rapidez — Solo con Piscis. Busca otra forma de aprender otros idiomas
— ¿Y por qué solo con él?
— Eres insoportable cuando haces tantas preguntas — Sostuvo caminando con ligereza — Los demás tal vez se aprovechen de la situación o te mantén
— ¿Qué le hace pensar que Afrodita de Piscis no lo hará?
— Ese muchacho representa todo lo que está mal en un hombre y a mi modo de ver, me temo, que prefiere la compañía de otros caballeros. Y por el otro lado, me debe un favor y prometió no asesinarte si te pones muy insoportable
— ¿Entonces usted ya lo acordó con él? — Expuso colocando sus manos sobre las caderas
— Lo encontré saliendo del Santuario sin autorización. Amenazó con matarme si le contaba a alguien. Pero lo convencí de lo contrario y tú fuiste el trato
— Eh escuchado que Afrodita de Piscis es insufrible
— El señor Afrodita. No lo olvides cuando te refieras a él y como te eh consentido tanto es bueno, que tengas un poco de disciplina — Naomi quiso protestar — A partir de mañana iras con él
— ¿Solo porque me quite la máscara en su presencia? ¿Hace tanto drama por esa pequeñez?
— Es porque necesitas disciplina — Acoto dándole un pequeño golpecito en la nariz y alejándose rápidamente de ella para no tener que soportar una nueva rabieta
Templo de Piscis
Un nuevo día empezaba en Santuario. Afrodita estaba molesto porque tenía que aceptar la compañía de una amazona y ser su tutor impartiendo clases de sueco a la alumna de Ezra. El anciano lo había pillado saliendo del Santuario sin permiso y ahora debía cumplir con un trato el cual termino aceptando sin ni siquiera notarlo. Le daba crédito al antiguo guerrero quien lo manipulo con mucha habilidad.
Lo primero que quiso hacer Piscis fue matar al hombre. Pero Ezra era un guerrero respetado y amado por muchos, asesinarlo no era una opción y podría ser una completa estupidez hacer semejante cosa. Derrotado no tuvo de otra y allí estaba esperando a una tal Naomi de Antlia.
La cita era a las 8 de la mañana, pero ella llego una hora después, lo cual no tenia de buen humor al santo de doceavo templo. Ella no se disculpó, llego como si nada y espero parada en el umbral las órdenes de dorado.
— Ser impuntual no te da una buena imagen niña — Apunto él mirando los ojos vacíos de la máscara. Odiaba tener que hablar con las amazonas. El metal no le dejaba ver las verdaderas intenciones de ellas — Ezra me dijo que empezarías tu turno a las 8 de la mañana
— ¿Por dónde empiezo? — Le ignoró, Afrodita abrió enormemente la boca — ¿Las clases de sueco o los quehaceres?
— ¡Empieza por la cocina mocosa! — Sostuvo molesto — Luego los baños y los pasillos. Quiero todo impecable y al atardecer empezáramos con las clases — Camino hacia la salida — Todo debe estar listo y ordenando a las cuatro de la tarde
Naomi se dejó caer de hombros mientras piscis desaparecía del lugar.
Y como le pidió el dorado, Antlia empezó con los quehaceres del templo del pez. Limpio cada rincón del lugar notando lo desordenados que podían llegar a ser los hombres e incluso sospecho que Afrodita había ensuciado todo el día anterior solo por hacerla trabajar de más.
….
Cáncer y Afrodita subían las escalinatas hacia el templo de Piscis en completa calma. Los entrenamientos habían sido rápidos y a diferencia de los viejos tiempos ya no eran tan divertidos como antes.
Mascara de la Muerte se detuvo a la entrada del templo y observo divertido a una pelirroja que trapeaba con pereza los pasillos de la casa del pisciano.
— ¿Quién ese bombón? — Pregunto con malicia a Afrodita
— ¿Te parece un bombón? — Quiso saber Piscis mirando con atención a la chica. En la mañana no había tenido tiempo de observarla bien
— ¿Qué no la ves?
— Ahora que lo dices. Sí — Soltó con obviedad. Naomi tenía una magnifica figura — Tiene un lindo trasero
— Y unos bellos senos ¿De dónde la sacaste? Quiero una
— Ezra me la presto — Comento cruzándose de brazos y haciendo una mueca traviesa — Es toda mía hasta que aprenda sueco a la perfección
— Tal vez pueda darle clases de italiano después
— ¿Te atreverías a tocar a la discípula de Ezra? ¿Quieres morir?
— Ese hombre ya no puede ni ver ¿Qué puede hacer? — Afrodita le miro de arriba abajo — Esta bien, tal vez si me mate. Los ancianos son peligrosos saben muchas cosas — Camino dentro del recinto — Hola primor — Saludo, la chica por primera vez les prestó atención — ¿Cómo te llamas? ¿Por qué no te había visto antes?
— ¿Está seguro que no había visto mi lindo trasero, ni mis bellos senos antes? — Quiso saber ella con la cabeza ligeramente inclinada. Mascara sonrió con cinismo mientras Afrodita se sonrojaba — ¿No?
— No mamacita, no te había visto antes — Contesto sin tapujos — Puedes ir a mi templo más tarde y nos conocemos mejor — Sugirió mordiéndose el labio inferior
— No me interesa — Respondió ella volviendo a su labor. Cáncer observo a Afrodita consternado, el otro solo le devolvió una sonrisa divertido
— Tú te lo pierdes — Acoto caminando hacia la salida
— ¿Te rindes tan fácilmente? — Le pregunto Piscis al italiano
— Se hace la difícil nada más — Finalizo saliendo del lugar
— ¿Te falta mucho? — Interrogo el sueco a la chica ahora que su amigo se había marchado
— Un poco
— Termina mañana. Iniciemos con las clases
Dos horas estuvieron frente a las lecciones en sueco. Naomi contario a lo que Afrodita había pensado resulto ser muy buena alumna y el que supiera otros idiomas le dio facilidad para aprender uno nuevo. Aunque Piscis tuvo una mala primera impresión a esa hora estaba fascinado con su joven aprendiz. No solo era muy atractiva sino que también resultó ser divertida.
Antlia parecía no tenerle miedo a nadie y sin ninguno temor le hablaba al santo como si poseyera toda la confianza del mundo. Pronto llego la noche y lo que parecía ser una tortura para ambos resulto ser una tarde agradable, entre risas y bromas.
Un mes después - alrededores del Santuario
— La chica no solo tiene buen cuerpo, también tiene buenos temas de conversación — Expuso Piscis caminando al lado de Cáncer
— Cuidado con eso. Tal vez y te enamores de la mocosa o peor, ella se enamore de ti — Afrodita resoplo — ¿Recuerdas a la doncella que casi no me quito de encima? Dormimos una vez y ya quería que nos casáramos
— ¿Qué paso con ella?
— Se fue
— Que mal. Pero éste no es mi caso. Solo digo que Antlia no es tan molesta como imagine y aunque tiene una actitud del asco es buena compañía
— Es agradable, siempre encuentra la forma de ofenderme y no sé si matarla o alabarla. Aunque yo me arrodillaría sin problema ante ella
— Eres un degenerado
— ¿Acaso no te atrae de esa manera? — Pregunto con malicia
— Demasiado. Verla pasearse por mi templo es una verdadera maravilla. Yo me la cogería con gusto. Pero no quiero tener problemas con una amazona
— Es verdad. Las mujeres del lugar pueden llegar a ser muy peligrosas cuando se lo proponen. Y en éste caso más que tener problemas con Naomi, los tendras con Ezra y eso no es para tolerar
— Bueno, yo me retiro. Tengo que dar unas clases — Acoto levantando las cejas
— Yo voy contigo. Quiero hablar con la mamacita
— ¿Quieres problemas?
— Seee
Templo de Piscis
Como siempre Naomi estaba haciendo su trabajo y apenas Afrodita entro al templo dejo de hacer lo que hacía. Aunque no esperaba la compañía de Cáncer, tampoco le incómodo y ese día en vez de estudiar los tres terminaron en una dinámica conversación en la que el trio se entendió a la perfección.
Mascara de la Muerte quiso saber más cosas de Antlia, pero ella con mucha habilidad contestaba únicamente lo necesario y por más que el cuarto guardián intento seducir a la muchacha no lo logro.
— Oye muñequita ¿Te diviertes con alguien? — Le pregunto Cáncer a la chica guiñándole un ojo. Afrodita sonrió despreocupado
— No — Contesto ella sin interés
— ¿Y quieres divertirte con alguien?
— Contigo no — la carcajada de Piscis se dejó escuchar por todo lado
— Ten cuidado mamacita. Te podría estar matando
— Que miedo
— Suficiente — Interrumpió Piscis, aunque Ángelo no tenía intención de arremeter contra ella no se iba a fiar — Ya es hora de que se vayan
Ambos hicieron como se les pidió y el italiano aprovecho para tratar de convencer a Naomi de que se quedara en el cuarto templo. Lejos de ser una invitación parecía una orden y la chica no se dejó amedrentar y continúo con su camino. Cáncer se sintió derrotado dejándola ir y Naomi se fue a su cabaña consiente que ese día no había aprendido nada de sueco.
Un mes después – Templo de Piscis
El tiempo paso rápidamente, Naomi se hizo buena amiga tanto del santo de Piscis como del cuarto guardián. Su cercanía fue tan sínica que ya la muchacha no se molestaba por atender los oficios del doceavo templo. En muchas ocasiones solo llegaba y se sentaba a leer algún libro en lo que Afrodita aparecía y le impartía sus clases que muchas veces terminaban siendo reemplazadas por charlas sin sentido entre los tres guerreros.
Ese día Naomi estaba acostada sobre la cama del sueco. Ojeaba una revista que había encontrado sosteniéndola en el aire. Tenía una pierna encima de la otra y sin darle importancia a su alrededor leía concentrada. Afrodita entro en el lugar y la observo descaradamente tumbada sobre su catre. Ella no se molestó en observarlo.
— ¿Qué haces aquí? — Pregunto él, ella ladeo ligeramente la cabeza
— Leyendo — Contesto despreocupada
— No deberías estar en mi cuarto — Comento mirando de lado a lado, acto seguido camino hacia ella — ¿Qué lees? ¡Ay no! — Bramo al ver la revista y se la arrebato de las manos
— ¡Oye! — Acoto ella sentándose de inmediato — La estaba viendo
— ¿Por qué hurgas en mis cosas? — Quiso saber tirando la revista dentro de un cajón
— Quería saber qué tipo de pornografía veías — Contesto tranquilamente — Y estoy sorprendida, porque no eres gay
— ¿Quién te dijo que soy gay? ¿Ángelo?
— ¿Ángelo?
— ¡Mierda, no le digas que te dije! — Pidió sentándose al lado de la chica
— ¿El nombre de Mascara de la Muerte es Ángelo? — Naomi no podía dejar de reír — ¿Ángelo? Quien lo viera
— Naomi si le llegas a decir algo, te mato
— No si él te mata primero
— No si él te mata a ti primero. Prométeme que no se lo vas a decir
— De acuerdo
— Él te dijo que yo era gay
— No. Fue mi maestro
— Ahora entiendo porque te envió conmigo — Dijo moviendo la cabeza en negación
— Se sorprenderá mucho cuando lo sepa
— Mejor no le digas nada
— Tus revistas son interesantes — Comento acercándose al hombre — Me gustó mucho lo que vi
— Mi niña no querrás meterte en problemas — Dijo él nervioso
— Yo no quiero problemas. Solo quiero saber cómo es — Levanto los hombros indiferente — Contigo
Afrodita lo pensó un momento y luego continúo.
— ¿Entonces tú…no?
— ¿Qué?
— No has estado con alguien — Frunció el ceño
— No
— Tú no te comportas como una virgen — Expuso haciendo una mueca de curiosidad
— ¿Y cómo debería comportarse una virgen? — Buena pregunta. Piscis no supo contestar
— No sé
— ¿Qué tal si tus clases se desvían un poco hoy? — Interrogo acercándose más
— Naomi yo no quiero tener problemas contigo — Contesto poniéndose de pie de un solo salto
— ¿Qué clase de problemas crees que te voy a dar?
— Primero — Señalo preocupado — Si tienes intención de quitarte la máscara no quiero que digas que te enamoraste de mí. Además las mujeres afirman enamorase del hombre que las…que las…desfloro — Antlia levanto una ceja bajo el metal, si piscis la hubiera visto, se habría callado — Naomi — Continuo sentándose en la cama para tomar la mano de la chica con mucha delicadeza — Sé que hemos estado mucho tiempo juntos y que tal vez eso te confunda, pero no…
— ¡Ay cállate! — Expuso ella soltando el agarre — Solo es sexo, baboso — Piscis la miro consternado — Solo quiero saber cómo es. Y si algún idiota me desflora prefiero que seas tú. Además eres mi amigo ¿No?
— No sé cómo sentirme al respecto. Creo que eres una atrevida y muy grosera para ser una subordinada. Y creo que te arriesgas mucho al insultarnos a Cáncer y a mí cuando somos de los más maniáticos de los doce templos
— ¿Quieres o no?
Afrodita miro de arriba abajo a la chica.
— Sí, sí quiero. Pero donde digas o inventes cualquier cosa de mí, te asesino
— Ustedes siempre queriendo matar a todo el mundo — Dijo mientras se quitaba la máscara. Piscis se fascino más al verla
— Pero si eres toda una belleza — Expuso mirando sus ojos castaños y su sonrisa traviesa — Con esa mirada tendras al que quieras. Nunca eh estado con una virgen. Ven aquí — Continuo acostándose sobre la cama mientras Naomi negaba con la cabeza
— Dale gracias a los dioses de que eres apuesto — Afrodita se echó a reír
— Está bien, me pase un poco — Expuso poniéndose de pie para luego halarla hacia él — Tratare que disfrutes esto cuanto sea posible — Continuo mirándola a los ojos para besarla, contrario a lo que esperaba él, ella se entregó a la caricia sin objeción alguna correspondiéndole de buena manera — lo haces bien — Sostuvo encantado — ¿Dónde aprendiste?
— Con una amiga — Piscis se sorprendió aún más
— ¿Una amiga? — Ella asintió — ¿Y dónde está esa amiga? ¿Por qué no la traes? ¿No has hecho nada más con ella?
Naomi no dijo nada y levanto ambas cejas divertida.
— ¿Eso te excita? — Quiso saber ella con jovialidad
— Sí
— Solo fue un beso. Bueno muchos besos, pero solo eso. No vendrá. Dudo que puedas con las dos
— Te sorprenderías muñeca — Acoto levantando la blusa de la chica — Tú estás como quieres — La miro con detenimiento — Déjame ayudarte con esto — Expuso ahora bajándole el pantalón, Naomi lo hizo a un lado con los pies y Piscis se apartó para mirarla mejor — Linda, muy linda
Antlia se alzó de hombros caminando hasta él para despojarlo de la ropa, primero la camisa y luego el pantalón e imitándolo se hizo para atrás detallando cada centímetro del hombre.
— Tú también estás muy bien — Dijo ella pasando sus dedos por el abdomen marcado y duro
— No todos los hombres se ven así
— Lo tendré en cuenta
— ¿No estás asustada?
— Nerviosa un poco, pero muy poco. Nada más — Afrodita sonrió travieso
— Yo estaba muy nervioso en mi primera vez — Explico tomándola de la mano para llevarla hacia el buró — La chica fue amable y me hizo muy feliz. No ha sido el mejor sexo de mi vida. Aunque esa vez lo fue. Pero no le quitare crédito a ella. Y aprendí muchas cosas — En un rápido movimiento sentó a Naomi sobre el escritorio — hare algo que te va gustar mucho
Afrodita la beso en el cuello dibujando con sus labios una línea por toda la forma femenina hasta llegar a la entrepierna. Allí observo aquella mágica entrada completamente virginal y a su entera disposición. No iba negar que en más de una ocasión se imaginó tomando a la amazona, la chica era extraordinariamente atractiva y atrayente.
Naomi se quedó atenta a las caricias y observo como él la despojaba de las bragas dejándolas a un lado, luego sintió como una de sus piernas era levantaba y como Afrodita la pasaba por encima de los hombros masculinos para tener una imagen más clara de su intimidad.
No se asustó ni se preocupó por lo que él fuera hacer. Sentía una necesidad malsana por estar con él y despojarse de esa barrera que ya la tenía harta. Naomi solía cansarse muy rápido de las cosas y aquella imagen de virgen no era la excepción.
De romper su pureza que fuera con un hombre que realmente le atrajera.
No estaba enamorada, de eso podía estar completamente segura. Él solo le gustaba, le parecía fascinante y experimentado. No pudo haber elegido a alguien mejor para su primera vez. Con él siempre se sintió en confianza y no le importaba lo que pasara después.
Afrodita sonrió divertido y sin más demora hundió su cabeza entre las piernas femeninas.
— ¿Qué vas hacer? — Pregunto ella respirando con lentitud
— Te gustara, lo prometo — Expuso apretándola por las nalgas para acercarla hasta su rostro — Nos vemos luego — Le dijo mirándola desde abajo
Naomi sintió la lengua masculina deslizarse con lujuria sobre sus pliegues, atenta a una nueva sensación recargo las manos sobre el escritorio disfrutando de aquel besuqueado que Afrodita amablemente le ofrecía. La lengua del santo era bastante intrépida bajando y subiendo, lambiendo con cuidado en lo que ella empezaba a lubricar. Piscis la escucho gemir y satisfecho succiono un poco el clítoris, logrando que se estremeciera aún más.
— No te detengas — Suplico ella enredando sus finos dedos entre los mechones celestes, Piscis acaricio ahora con la punta de su lengua y ella lo apretó con las piernas — Esto es divertido
— Te lo dije
— Tú sigue — El río por un momento y sin más preámbulo continuo en lo suyo
Naomi estaba fascinada con aquella caricia y completamente excitada lo empujo más hacia ella obligándolo con las manos a marcar un ritmo. Afrodita era experto en la materia. Lo aprendió de Laura y con el paso del tiempo perfecciono su técnica y hasta la fecha no había recibido ninguna queja y sabía que estaba haciendo un buen trabajo en ese momento cuando la respiración de Naomi se agito con violencia, cuando ella enredo sus piernas en su cuello y cuando lo empujo contra su cavidad. Pero lo más notorio fue cuando ella empezó a elevar las caderas al compás de sus lamidas.
Fascinado levanto una mano y con ansiedad busco uno de los pechos de la chica deslizándose por debajo de la tela del brasier que en ese momento le pareció una prenda muy estorbosa. Por fin sin tener que buscar demasiado encontró el pezón duro de la amazona y lo apretó con delicadeza al mismo tiempo que rozaba con los dedos girando con precisión.
Naomi gimió con gana, gritando sin importarle poder ser escuchada y rápidamente se deshizo del sostén para que Afrodita pudiera extasiarse con sus pechos.
Todo aquello estaba siendo nuevo para ella, la lengua dentro de su zona más caliente acariciando y lambiendo toda su cavidad, era muy agradable. De vez en cuando Afrodita succionaba y se entretenía en su sensible carne haciéndola gemir y pedir por más.
Los movimientos de Antlia se hicieron más severos por lo que el santo supo que ella estaba a punto de terminar. Extasiado soltó el seno femenino y con ambas manos la volvió a tomar por las nalgas atrayéndola hasta su rostro.
Naomi no lo soltó, completamente encantada con aquella placida caricia se aferró con fuerza esperando el punto de culminación. Sin poderlo evitar la amazona exploto en un fuerte grito dejando caer toda su cabeza hacia atrás completamente satisfecha.
— Eres tremenda niña. Casi me pierdo allá abajo — Naomi intentaba recuperar el aliento — Espero que desees continuar, porque me tienes mal — Señalo su bien abultado miembro — Esos movimientos y esos gemidos tuyos supieron excitarme — Explico sentándose en la cama — ¿Vienes?
Naomi no se hizo de rogar y aunque le temblaban las piernas camino hacia el caballero y en un brusco movimiento lo arrojo sobre la cama.
— Quiero ir arriba — Le dijo besándolo en el cuello
— Como tú quieras nena — Contesto dejándose llevar por la chica, Naomi retiro con rapidez el pantaloncillo descubriendo un falo bien erguido — Puedes tocarlos, besarlo, lo que tú quieras. Pero no lo lastimes. Hay que tratarlo con cariño — Antlia sonrió divertida y curiosa empezó a masajear el miembro masculino con una sola mano de arriba abajo — Lo haces bien
— ¿Hablas en serio o solo quieres hacerme sentir bien? — Pregunto mirándolo a los ojos y deteniendo la caricia
— No miento. Sí lo haces bien, para ser una novata tienes idea
— ¿Qué tan difícil es masturbar a un hombre? — Afrodita se carcajeo
— Aunque no lo creas, no todas son expertas
— Suficiente de preámbulos — Apunto ella posicionándose con comodidad — Estoy lista
— Espera — Pidió él estirándose hacia la mesa de noche para sacar algo del cajón — En realidad no quiero problemas contigo — Le dijo mostrándole el preservativo
— Es bueno cuidarse — Dijo ella en lo que él se ponía el condón
— Ahora sí, soy todo tuyo
Naomi le miro a los ojos, se levantó para poder dejar ingresar a Piscis y aunque al principio tuvo un poco dificultad para encontrar la entrada con ayuda del dorado logro hallar el lugar indicado y con delicadeza le dio pase directo a su humedad intimidad.
Se deslizo pausadamente sintiendo la forma masculina adentrarse en su vagina sin demasiada dificultad. Los flujos de su orgasmo anterior la tenían tan lubricada que el miembro de su amante se deslizo sin problema. Bajo lentamente teniéndose justo en el preciso momento en el que sintió que se rasgaba la capa de su virginidad.
Fue un leve dolor, algo que esperaba, pero no imaginaba como iba a ser.
— ¿Estás bien? — Pregunto él al verla hacer una mueca y quedarse completamente quieta
— Sí — Contesto disimulando el dolor momentáneo, acto seguido empezó a moverse con un poco de dificultad
— Así — Le dijo él apretándola por las caderas para ayudarle marcar el ritmo
Ella no estaba segura de lo que hacía y aunque disfruto más cuando estaba en el buró, aquello no era del todo molesto como se imaginó. Asumiendo su posición y que Afrodita se contenía para no moverse con fuerza temiendo lastimarla, decidió que lo mejor era darle gusto al santo y tal cual le dictaba su cuerpo empezó a mover sus caderas intentando acoger y apretar la forma masculina dentro de su ser.
Por su parte Afrodita quedo fascinado con la extraordinaria figura de Naomi. Sus pechos abultados y sus pezones rosados lo incitaban a rabiar, pero él era consciente de que debía ser delicado, aunque su cordura quedaba a un lado al sentir los pliegues femeninos de Naomi aprisionar su pene de forma tan pausada.
Quería más y pese a lo que le dictaba sus impulsos y haciendo gala de una paciencia poco conocía para él, deslizo sus pálidas y masculinas manos por la cintura de la chica hasta llegar hasta las sinuosas montañas que eran sus senos. Naomi descubrió lo mucho que le gustaba ese masaje y apenas sintió la fuerza de Afrodita apretando, no pudo evitar gemir con altivez.
Aquello fue el límite para el santo que deseoso levanto sus caderas tratando de hacer la penetración más profunda. Antlia tenía un ligero encuentro de sensaciones entre dolor y placer. La intromisión era extraña, diferente a lo que ella hubiera imaginado pero no le incomodaba.
— Sí muévete así — Dijo él apretando los labios — Eres una delicia
Naomi sonrió y siguió con los movimientos acelerando el vaivén, aparentemente iba bien en lo que hacía y continúo cabalgando sobre el hombre pese a la pequeña incomodidad que la acompañaba. Completamente desinhibida echó su cabeza hacia atrás y cambio su ritmo subiendo y bajando dejando rebotar sus pechos para el deleite del dorado.
— ¿Cuánto tiempo tiene que tardar esto? — Pregunto ella con bastante curiosidad porque de verdad no sabía
— Sí estás muy incómoda puedo terminar ya — Contesto aferrándose a la chica y obligándola a continuar
— ¿Puedes controlarlo? — Expuso ella acercando su cuerpo al de él para quedar más cerca de su rostro. Afrodita no desaprovecho la cercanía y rápidamente la beso
— No siempre, pero si me lo propongo puedo demorar un poco — Le contesto entre jadeos
— Entonces termina ya — Le dijo moviendo su cabeza con fuerza para enviar todo su cabello hacia atrás — Ya me tienes harta
— De acuerdo. Solo sigue moviéndote como lo hacías al principio
Naomi hizo como se le indico, se sentó recta apoyando sus manos sobre el abdomen del hombre para precisar sus movimientos. Piscis volvió a tomarla por las caderas atrayéndola hacia su voluminosa erección elevándose para profundizar las embestidas. Estaba en el punto más sensible de su pasión, saliendo, entrando y sintiendo su forma siendo abrazada por el calor femenino.
Pronto todo acabaría y dejo escapar un sonido gutural de su garganta preparándolo para el clímax. Afrodita se retorció de placer completamente extasiado culminando su fantasía en un orgasmo que lo libero de inmediato.
— Bien, niña — Dijo quitándosela con delicadeza de encima — Lo hiciste bien
— Me duele todo
— Es porque te tensaste un poco. Ven — Pidió estirando el brazo para que ella se acostara a su lado — ¿Te gustó?
— Algo
— Lo disfrutaras mejor a la próxima. Es cuestión de seguir practicando
— Ah ¿Entonces quieres volverlo hacer? — Pregunto ella acostada sobre el pecho masculino
— Si no me das problemas yo puedo repetir. Aunque ten en cuenta que no siempre es adecuado repetir con la misma persona a menos que la quieras como tu pareja
— Que aburrido todo eso — Expuso en un bostezo. Afrodita sonrió
….
— Despierta muñeca — Le dijo Piscis a Naomi quien se encontraba profundamente dormida — Es muy tarde. No quiero que tu maestro venga a buscarte y descubra lo que hicimos
— Sí — Contesto ella completamente adormilada
— Debemos practicar tu sueco — Explico él buscando su ropa igual que lo hacia ella — Ezra puede empezar a sospechar que solo vienes a perder el tiempo
— ¿Te parece que perdimos el tiempo hoy? — Pregunto poniéndose el calzado
— En lo que a las clases respecta. Sí — Naomi dejo salir una sonoro carcajada — Te veo mañana — Le dijo al ver que se marchaba — Mañana las cosas serán mejores — Finalizo dándole un largo y profundo beso
— Nos vemos mañana — Se despidió ella
Seis meses después
Naomi de Antlia ya no pasaba el tiempo en la doceava casa haciendo quehaceres. Contrario a todo lo que le pidió su maestro ella pasaba las tardes en compañía del santo de Piscis disfrutando de sus cuerpos en cada rincón del templo. Ninguno de los dos podía resistirse al otro.
Prácticamente su día se dividía entre las rutinas que requería el Santuario, tener sexo y practicar un poco el sueco. Naomi había descubierto lo interesante que era la unión de los amantes cuando por fin y después de un largo tiempo Afrodita logro hacerla culminar durante un fogoso encuentro en el que ella estaba boca abajo con las caderas ligeramente elevadas y él la embestía desde atrás.
Ese día Naomi quedo completamente satisfecha, entendiendo que no solo la masturbación o el sexo oral eran los únicos medios para hacer terminar a una mujer.
Aquella tarde ellos dos practicaban el idioma natal de Afrodita y a su vez disfrutaban de un acto sumamente candente. Ambos estaban acostados de costado, él detrás de ella embistiendo con fiereza mientras ella recitaba palabras en sueco al tiempo que Piscis la felicitaba por una magnifica pronunciación.
— ¡Rápido! — Pidió ella apretándolo por los glúteos
— En sueco — Le ordeno él al oído. Ella sonrió divertida
— ¡Snabbt!
— Muy bien. Has mejorado bastante — Felicito acelerando el ritmo y agitándose al tal punto de hacerla terminar primero a ella para luego liberarse él — Mucho — Comento con la respiración entrecortada
— Podría acostumbrarme a esto — Expuso ella girándose hacia él
Afrodita la miro por un momento pero antes de poder decir nada se puso rápidamente de pie.
— Es Cáncer. Que molesto — Dijo buscando su ropa con afán
— Por lo menos no llego mientras estábamos ocupados
— Tienes razón. Trata de no hacer ruido, que no sepa que estás acá
— Sí hombre, ya sé — Dijo ella mientras se vestía y hacia una mueca de disgusto
Piscis camino rápidamente hacia la salida donde un divertido Mascara de la Muerte esperaba.
— ¿Estabas muy ocupado? — Pregunto Cáncer viendo venir a su amigo
— No ¿Qué quieres? — Interrogo con afán
— ¿Interrumpo algo?
— ¡No ¿Qué quieres?!
— Solo vine a invitarte una cerveza. Hace tiempo que no escapamos del Santuario buscando algo de diversión — Expuso guiñando un ojo
— No lo sé — Contesto mirando hacia los pasillos vacíos y oscuros del templo, sus ojos volaron a la figura femenina de Naomi quien venía saliendo — ¿A dónde vas? — Le pregunto a la chica
— Estoy agotada — Expuso ella, Ángelo enarco una ceja ante aquella afirmación — Mejor me voy a mi cabaña temprano — Camino lentamente hacia el doceavo guardián — Para que puedas ir por esa cerveza — Continuo con una pícara sonrisa
— Bueno — Acepto él felizmente. Naomi se despido con un ligero movimiento de manos dejando a los dos hombres solos — Vamos
— ¡Ah! — Soltó Ángelo — Ahora entiendo porque ya no sales conmigo a buscar chicas. Ya tienes una acá que te hace el favor todos los días — Escupió con cinismo típico de él
— ¿De qué hablas? — Intento fingir, pero al cruzar los brazos quedo en evidencia ante su amigo que lo conocía desde mucho tiempo atrás
— ¡Te revuelcas con Naomi! — Expreso aún más divertido — ¿Qué tal es?
— ¡Cállate! — Quiso pasar de largo, no quería hablar de ella
— ¿Son pareja?
— No — Contesto rápidamente encarando a su amigo — No es nada de eso. Solo tenemos sexo
— ¿Y no hay nada? — Pregunto Cáncer no muy convencido
— Nada
Pero Máscara no se creía ese cuento. Naomi era una mujer muy atractiva e interesante, de seguro el que su colega no saliera con él a buscar chicas, era una prueba irrefutable de que se había enamorado de la amazona. Pero conociendo a su amigo sabía que éste no haría nada por conquistar a la chica y de seguro era tan idiota y se guardaría el que la amaba para sí mismo.
Como un buen compañero decidió darle un empujón.
— Ahora entiendo porque ella anda tan feliz — Comento traviesamente
— ¿A qué te refieres? — Pregunto Piscis con curiosidad
— Ella te ama — Afrodita palideció — Se enamoró de ti
— No. Eso no — Hablo rápidamente, lo que menos quería era que Naomi lo amara de esa manera
— ¿Vamos por esa cerveza? — El sueco negó con la cabeza y se adentró en sus aposentos completamente confundido — Después no digas que no te ayude amigo — Expuso Cáncer en voz baja saliendo del doceavo templo
Piscis se arrojó sobre la cama completamente taciturno pensando en las palabras del canceriano. Afrodita se divertía sanamente con Naomi y todo se limitaba a encuentros lujuriosos en su templo. Ella era toda una mujer. Antlia lo extasiaba más que cualquier otra, la chica tenía un toque especial que la hacía completamente única.
Pero él no estaba enamorado.
¿Y si la razón de que Naomi entregara tanto en la cama era por qué estaba enamorada de él? Esa intensidad, esa pasión ¿Qué tal si todo aquello no era más que una manifestación de un gran amor que ella tenía hacia Afrodita de Piscis?
— ¡Mierda! — Sostuvo molesto — Lo primero que le dije es que no quería problemas. Tendré que hacer algo al respecto
Cabañas
Para aquellos tiempos la rivalidad entre amazonas era palpable, eran pocas las que usaban las cabañas femeninas para vivir. Naomi por ejemplo tenía una pequeña casita apartada de las demás y la compartía con su maestro.
Después dejar Piscis camino dispuesta a tomar un buen merecido descanso, para su sorpresa se encontró con los ojos curiosos de su mentor que la esperaba con la misma parsimonia de siempre.
— Hola mi niña
— Maestro — Saludo ella con una amplia sonrisa
— ¿Cómo van tus clases de sueco?
— Bien — Contesto algo nerviosa — Digo. Väl
— Estupendo. No considero que sea necesario que pases tanto tiempo en el templo del pez — Explico caminando en lo que sostenía todo su peso en el bastón — El Patriarca parece más confundido que antes
— Dicen que es viejo — Acoto ella viendo a su maestro alejarse con lentitud
— Dicen muchas cosas mi niña ¿Eres capaz de sostener una conversación en sueco? — Pregunto viendo hacia los doce templos
— Sí — Respondió
— Entonces es mejor que no frecuentes más el doceavo templo — Finalizo marchándose a paso lento dejando a Naomi confundida
Antlia entro en su habitación pensando en las palabras de su maestro. El hecho que le pidiera no seguir frecuentando el templo de Piscis significaba no poder escabullirse con el guardián de ese lugar. Aunque eso la tenía sin cuidado, porque ya llevaba pensando en lo monótono y aburrido que se había vuelto Afrodita.
Sí, ella no se quedaba por mucho tiempo en un solo lugar. Afrodita de Piscis había saciado su curiosidad y ahora no le apetecía obtener más de él y ella quería explorar otros lugares y otras formas. Quería conocer otros mundos, otros labios, otros brazos y otros sexos.
Sonrió satisfecha. Ezra le daba la cuartada perfecta para deshacerse del santo dorado. No tenía que mentir, ni inventar una excusa.
Un mes Después – Campo de Entrenamiento
El tiempo pasó y la relación entre Afrodita y Naomi se fluctuó. El primero quedo agradecido cuando se le informo que la amazona no acudiría más a su templo ni tomaría más clases, eso fue perfecto para deshacerse de la chica. Pero ella atendiendo a su amistad y completamente agradecida no se hizo de todo a un lado.
Para Naomi solo era un acto de cortesía y camarería, para Afrodita era una forma de reafirmar sus sospechas de que Antlia se había enamorado. Él era cortante, ella simplemente indiferente ante aquel acto. No lo veía más como una rabieta del santo y como una forma de mantener su posición de guerrero de elite.
— Hola Dita — Saludo Naomi con una gran sonrisa sentándose junto al santo que observaba un entrenamiento
— ¿Qué quieres?
Naomi no presto atención a la pregunta cortante del dorado y perdió su vista en las mujeres que estaban en medio de la arena. Una encolerizada peliverde le hacía comer polvo a varias aprendices.
— Me han dicho que Shaina de Ofiucos es muy poderosa. Siendo igualada por Marín de Águila — Explico Naomi sin apartar los ojos del campo. Afrodita resoplo molesto, él ni le prestaba atención a la batalla
Una gran ovación se dejó escuchar por toda la zona cuando Shaina termino tirando a la última contrincante contra el suelo.
— Eso tuvo que doler — Dijo la pelirroja en lo que Piscis se ponía de pie para marcharse — ¿A dónde vas?
Afrodita no contesto de inmediato. Abrumado levanto su rostro solo para encontrarse con la figura de Milo conversando con un par de guardias al otro lado de las gradas. El sueco no pudo evitar sonreí al ver la cara embravecida de su igual y el rostro temeroso de los dos hombres que eran víctimas de un interrogatorio por parte del escorpión.
— No eres el único dorado que se interesa en los entrenamientos de los santos de menor rango — Expuso la chica ubicándose a su lado. Afrodita rodo los ojos completamente molesto
— Sigue tu camino Antlia no tenemos que ser amigos — Comento en un tono muy soez, Naomi ni si inmuto ante las palabras no era una mujer que se dejara amedrentar
— Alguien se levantó del lado incorrecto de la cama — Bromeo, viendo como todas las personas que miraban el entrenamiento se dispersaban — Que bravito te has vuelto
— Y tú eres una niña que aspira muy alto — Escupió sin ser consciente de sus palabras. Naomi le miro confundida — ¿Crees que íbamos a estar juntos y casarnos?
— ¿De qué carajos hablas? — Pregunto ella contrariada
— Es lógico que te enamoraste de mi — Expuso mirándola directamente a los ojos vacíos de la máscara
Naomi se echó a reír un buen rato y al ver la cara seria de su compañero se contuvo.
— ¿Me estás hablando en serio? — El no dijo nada, pero en sus ojos se notaba que no estaba bromeando — Con que era eso — Entendió — No te preocupes, no te molestare más Afrodita de Piscis. Perdón. Señor Afrodita
Y ambos tomaron caminos diferentes.
Dos años después
Naomi conoció durante aquellos años a mucha gente, se hizo más fuerte y mucho más sabia y había tenido la oportunidad de interactuar con la amazona plateada de Águila. Y aunque algunas cosas habían cambiado para mejorar, otras le preocupaban bastante. Ezra rara vez se quedaba en la cabaña que compartían y la mayor parte del tiempo la pasaba junto a otros guerreros antiguos.
Ellos, confabulaban contra el Patriarca.
O al menos esos eran los rumores. El tiempo no había sido fácil para ningún miembro del Santuario. Arles tenia constantes ataques de ira y estaba acabando con todo aquel que se oponía a su paso
Naomi hacia todo lo posible por proteger a su maestro, el ex santo de Antlia estaba tan viejo que a veces musitaban cosas delante de cualquiera. Afirmaba temas, como que la verdadera diosa tarde que temprano tomaría su lugar dentro de la orden.
La amazona no sabía que pensar exactamente, le creía a su maestro y estaba dispuesta a dar la vida por él. Le debía todo. Pero aquellas palabras pronunciadas en voz alta eran una sentencia de muerte si llegaban a oídos de Arles. Antlia se preguntaba en que momento enviarían por su mentor.
Muchos habían caído en los últimos meses. Y las masacres se intensificaron cuando el discípulo de Marín gano la armadura de Pegaso y se fue a Japón. Allí todo se echó a perder y Arles se volvió paranoico ante las amenazas de una tal Saori Kido.
Naomi sabía que era cuestión de tiempo para que Ezra quedara en la mira del gran pope y ahora estaba más segura de ello, cuando Marín despareció del refugio y al igual que Seiya fue tachada como una traidora. Hasta la misma Shaina se había visto involucrada en todo ese asunto en una cacería sin sentido.
Templo Principal
Afrodita de Piscis camino en su reluciente armadura hacia el trono patriarcal. Allí frente al gran pope postro una pierna en el suelo y bajo la cabeza en forma de lealtad. El hombre en el trono sonrió complacido y su voz se escuchó penetrante debajo de la máscara.
— Afrodita de Piscis — Anuncio con una mano recargada sobre sillón y con la otra sosteniendo el peso de su cabeza — Tengo una misión especial para ti
— Hare lo que me ordene — Acoto el santo aún en la misma posición
— Necesito que vayas por la cabeza del Ezra y Naomi de Antlia
Afrodita abrió sus ojos con sorpresa pero no permitió que su desconcierto fuera notado por aquel sujeto.
— ¿Puedo preguntar por qué? — Interrogo el sueco tratando de mantener la compostura
— Ambos son unos traidores. Ezra y los otros ancianos confabulan contra Athena — Explico en tono pausado — Ya envié a Cáncer por los otros. Pero Ezra y su discípula pueden causar problemas — Sonrió con perversión — Sé que les conoces bien, por lo que puedo estar seguro que no presentaran un problema para ti
‹‹ ¿Qué los conozco bien?›› Se preguntó Piscis ‹‹ ¿Él sabrá sobre el romance que tuve con Naomi?››
Tomo una bocanada de aire antes de contestar.
— Inmediatamente iré por sus cabezas mi señor — Expuso poniéndose de pie
— Otra cosa — Pidió el Patriarca viendo al santo caminar hacia la salida — Quiero que después vayas a la Isla Andrómeda. Daidalos de Cefeo es tu objetivo
Afrodita asintió con la cabeza y salió del lugar. Ya habiendo cruzado el umbral se permito respirar con fuerza. Aunque las cosas con Naomi no habían terminado de la mejor forma, el hecho de matarla no lo convencía. Ante todo la amazona de Antlia había sido su amiga y compañía en una época muy oscura.
Ezra por su lado eran un hombre honorable. Un gran guerrero y un excelente maestro. Pero era anciano ¿Qué tanto daño podía hacer un hombre tan marchito como él? Pero hasta el mismo Dohko de Libra estaba entre la lista del gran Arles. Para el sumo, cualquiera que osara ir contra las reglas, era un potencial enemigo y sin importar su raza, sexo o edad debía ser eliminado.
No había duda que los delirios del Patriarca iban en aumento.
Alrededores del Santuario
Era de noche. Antlia caminaba por los oscuros senderos del Santuario después de un largo día. Había quedado en cenar con su maestro por lo que esperaba con todas sus ansias que el anciano estuviera en casa y no "confabulando" contra el Patriarca.
— ¿A dónde vas con tanto afán? — Le pregunto una voz conocida. Ella se giró hacia su interlocutor y observo entretenida al hombre en su brillante armadura
— Afrodita de Piscis — Acoto ella con sarcasmo — ¿A que debo el honor de que me dirijas la palabra?
— Nada de honores niña. Tú sabes a que eh venido — Antlia dio un paso hacia atrás
— Eres mi verdugo — Sostuvo con firmeza — Vienes por mí y mi maestro
— ¿Pensaron que se saldrían con la suya? Están en el Santuario y le deben obediencia a la diosa
— La diosa que no está en el Santuario — Prolifero con desdén
— Ten cuidado con tus palabras mujer
— Tú sabes que es verdad. Afrodita de Piscis
— Intente ser amable contigo porque le tengo respeto a tu maestro y en alguna época tú y yo fuimos amigos — Naomi río divertida bajo el metal — Pero al ver que no vas a ser capaz de arrepentirte solo me queda matarte
— Ven por mí Afrodita de Piscis
Una rosa surco el cielo con demasiada rapidez, Naomi no fue consciente en que momento la flor le desgarro la piel y la tumbo unos metros por delante dejándola completamente lastimada.
— ¡Maldito! — Expuso ella elevando su cosmos para atraer su armadura la cual se ensamblo perfectamente a su figura — ¡Me las pagaras! ¡Bomba Celeste!
Afrodita fue testigo de un gran poder. No esperaba que la chica que había entrado a su templo años atrás poseyera semejante fuerza. Consternado recibió el impacto sintiendo graves quemaduras por todo su cuerpo. Naomi era poderosa. Sí él no tenía cuidado terminaría derrotado ante la chica que no se contendría como lo estaba haciendo él.
Pensó ingenuamente que el primer golpe serviría para alertar a Naomi de salir corriendo y escapar. Pero su cálculo fue incorrecto y lo único que tuvo fue un contragolpe por parte de la amazona.
Miro su cuerpo entumecido, su armadura ennegrecida y sus manos quemadas. La chica se había pasado de la raya y completamente iracundo arremetió contra ella.
— ¡Rosas Piraña! — Bramo aplicando una gran fuerza. Naomi voló por los aires y dos rosas negras quedaran clavadas en su piel tersa. Afrodita la miro por un momento y espero a que se moviera, pero ella quedo completamente estática — Lo siento Naomi — Dijo con dificultad, levantando la mano derecha para darle el golpe final
— ¿De verdad quieres hacer esto mi niño? — Pregunto una voz cansada. El santo bajo el brazo y observo al hombre que se acerba a ellos
— Debo hacerlo — Contesto Piscis — Es mi deber. Debo tomar su vida y la de ella señor Ezra
— No lo hagas mi niño. El Patriarca no está siendo sensato
— Ya lo sé — Contesto con parsimonia — Pero mi lealtad es para él
— Entiendo mi niño — Dijo el anciano camino hasta pararse entre el cuerpo de Naomi y el santo — Toma mi vida si lo deseas, pero a ella déjala ir. Te lo imploro — Pidió levantando sus manos hacia los lados — No opondré resistencia. Solo deja que mi niña viva. No puedo dejarla morir — Finalizo con lágrimas en los ojos
— Ella ya no es una amenaza en esa condición — Anuncio Piscis dándole la espalda — Y usted apenas puede ponerse de pie. Para mí no son un problema — Expuso alejándose del anciano — Pero si siguen en el Santuario, tendré que asesinarlos
— Que así sea hijo
Villa de Rodorio
Naomi despertó sobresaltada, tenía adormecido parte de su cuerpo y varias vendas cubrían su anotomía. Observo en su enredador antes de emitir palabra. Al ver a su mentor no pudo evitar llorar agradecida.
— Maestro, está usted bien, gracias a la diosa
— Mi niña no te muevas — Pidió el hombre intentando mantener a la chica en cama — Aún estás muy delicada
— Debemos irnos Maestro. El Patriarca viene por usted — Expuso sentándose sobre la cama. Ezra intento protestar — No — Ordeno levantado una mano — Debí hacer esto hace mucho tiempo. Debemos irnos de aquí, alguien nos ayudara a salir en el puerto
— ¿A donde mi niña? — Pregunto preocupado
— A Escocia. Tengo todo listo. No hay problema. Sera un viaje largo pero lo lograremos
— Mi niña, si puedes escapar, ve tú sola. Yo solo sería una carga para ti
— Ni de broma Ezra — Pronuncio con descaro, nunca lo había llamado por su nombre — Vienes conmigo o nos quedamos aquí a recibir el castigo impuesto por Arles
— Mi niña
— Nada de peros. Es hora de irnos — Dijo poniéndose de pie sintiendo una gran oleada de dolor — ¿Cómo es que aún seguimos vivimos?
— El señor Afrodita te dio por muerta y supongo que siendo yo un aciano no presente mayor amenaza
— Solo es un sádico — Comento ella ahogando un grito de dolor — Vendrá por usted en cualquier momento. No tenemos tiempo que perder. Nos vamos
— Naomi
— No señor, está vez no seguiré sus órdenes. Nos vamos ¡ya!
El viaje efectivamente no fue sencillo ni mucho menos corto. Naomi tenía bien preparado cada salida, cada parada. Llevaba demasiado tiempo planeando esa huida y no imagino tener que irse de semejante manera, pero si hubiera sido más precavida de seguro no habría tenido que viajar en tan lamentable estado.
Fue tan fuerte como pudo, se mantuvo de pie pese al dolor con el único fin de llegar hasta su destino y poner a su maestro a salvo. Finalmente lo logro y cuando sintió que ya estaban lo suficientemente lejos del Santuario se desplomo víctima de todo el mal que había aguantando durante el viaje.
Un mes después
Naomi contaba con buenos ahorros, los suficientes para pagar una pequeña casa en la parte más alejada de Escocia, allí se instaló con Ezra, ella empezó a trabajar en un mercado vendiendo algo de fruta. El santo de antaño no estaba de acuerdo con los esfuerzos de su discípula que no se había recuperado de los golpes de Afrodita. Pero fue poco lo que pudo hacer para detener a su alumna.
El tiempo pasó rápidamente. Naomi se adaptó a su nueva vida sin ninguno problema dejando su posición de guerrera a un lado y olvidándose por completo de su máscara. Se hizo pasar por la hija de Ezra y ambos convivían con los demás lugareños como si nada.
Antlia no podía imaginar lo que estaba pasando en su antiguo hogar y estuvo mucho tiempo atenta a la llegada de cualquier emisario del Santuario. Nadie vino por ella, pero sí pudo percibir el cosmos de Mascara de la Muerte y de Afrodita desaparecer abruptamente.
— Athena ha tomado su lugar — Le dijo Ezra percatándose al igual que su discípula la perturbación en el Santuario — Deberíamos volver y presentarnos con la diosa verdadera
Naomi no dijo nada, solo atino a darle un cálido beso a su mentor y pedirle que se durmiera. Ella no regresaría a ese lugar, no había hada allí para ella.
En cambio ahí tenía a Julia.
Julia tenía un hermoso cabello color miel y unos ojos de color indescifrables que en la oscuridad se veían cafés, pero ante la luz del día se reflejaban grandes destellos dorados en ellos. Naomi no podía dejar de mirarla y aquel día estaba saciándose con los suaves y pausados besos de Julia.
Aquella mujer la hacía sentir especial, la hacía sentir hermosa y sus manos inquietas eran expertas tocando en los lugares adecuados y encontrando los puntos precisos. Naomi ya había estado antes con otras mujeres, ella no se detenía en un solo lugar y su inquietud la llevo a darse cuenta que no solo gustaba de los hombres sino también de las mujeres. No era problema para ella, no debería ser problema para nadie.
Pero Julia era diferente a todos los demás. Insaciable, atractiva y un deleite. Aunque Naomi había hecho una regla para sí misma de no repetir con nadie, se desvió por el camino por culpa de Julia. Repitiendo una y otra vez con ella. Pero aquella tarde en la que disfrutaban de sus cuerpos, Naomi y Julia gimiendo de placer abrazadas sobre la cama, no se imaginó que fuera la última.
‹‹ Me voy a casar›› fueron las palabras de Julia. Naomi no pidió explicaciones y como le dictaba su estilo, simplemente se marchó dándole espacio a su amiga de seguir con su vida.
Dos meses después
El gran eclipse.
Cuando Naomi noto esté extraño fenómeno tuvo la sensación de que algo malo estaba pasando, de que nada de eso tenía sentido y presentía el terror creciendo en su antiguo hogar. Aquella perturbación estaba tatuada en su alma desde muchas horas atrás. Ella sabía que el Santuario había caído.
Muy lejos de allí una batalla se cernía por el bienestar del mundo y con cada santo caído la fuerza de Ezra se iba también.
— Debes ir al Santuario mi niña — Expuso el hombre acostado sobre la cama le costaba trabajo respirar y Naomi hacia todo lo posible por mantenerlo cómodo — Eres un santo de Athena y tu deber es pelear a su lado — Señalo hacia un rincón donde la armadura de Antlia reposaba en su caja
A Ezra no le quedaba mucho tiempo, ella sabía que en cualquier momento su maestro la abandonaría y dejaría de ser parte del mundo terrenal. No quería dejarlo solo en sus últimos días.
— Sí maestro. Iré cuando pueda
— ¿Cuándo será eso mi niña?
— Pronto — Acoto ella acercándose a Ezra para depositar un beso en la frente del anciano — Gracias maestro — Musito entre sollozos — todo estará bien, te lo prometo, la victoria será de la diosa Athena
— Los poderosos santos estarán con ella. El señor del inframundo no se saldrá con la suya
— No, no lo hará
— Tienes que ir mi niña. Tienes que ir con Athena. No puedes quedarte aquí
— Lo hare. Lo prometo — hablo suavemente sosteniendo la mano del viejo
— ¿Quieres ver cómo va todo allá afuera? — Pidió con voz cansada
Naomi se levantó de su lugar y camino con parsimonia hacia la ventana. El gran eclipse estaba desapareciendo. Se estaba dispersando como si solo se hubiera tratado de un fenómeno natural. Athena había ganado
— ¡Maestro! — Alerto Antlia sin apartar la vista del cielo — Athena lo logro. El señor del inframundo a caído — Musito girándose hacia al hombre. Pero él estaba completamente quieto — ¿Maestro? ¿Ezra?
Ezra ya no estaba en ese plano. Se había ido para siempre dejando a Naomi completamente sola y ausente. Aquel hombre que le enseño tantas cosas, el que fue como su padre y amigo se marchó para nunca más volver.
— Adiós maestro
Una semana después
Dejar su tierra natal no fue fácil y dejar la tumba de su maestro fue mucho más difícil de lo que imagino. Pero había hecho una promesa y debía volver a su antiguo hogar. Y allí estaba parada entre las grandes murallas que rodeaban el Santuario. Llegar a los doce templos fue sencillo pero el ver aquellas mágicas estructuras completamente destruidas bajo el peso de una fuerte guerra fue abrumador para Naomi.
Aquel lugar de ensueño ya no existía, los mágicos templos habían desparecido y ahora todo era ruinas.
— Naomi ¿Cierto? — Pregunto una mujer de cabellera verde acercándose ante ella
Antlia no imagino ser reconocida tan fácilmente. Iba en ropas de civil, no llevaba puesta su máscara y lo único que la podía marcar como un santo de Athena era el cofre que llevaba en su espalda donde la armadura correspondiente a su constelación descansaba.
Suspiro.
— Así es. Soy Naomi ¿Tu eres Shaina?
La otra la afirmo y cálidamente la invito a seguir para llegar junto a la diosa quien la recibió con gusto entre su ejército.
El tiempo paso, el Santuario fue levantando piedra a piedra, los guerreros que habían escapado de manos de Arles y otros que estaban muy lejos regresaron para tomar su parte dentro de la orden. El lugar volvía a recobrar vida, pero los doce templos permanecían vacíos. Razón por la cual Athena logro llegar a un acuerdo trayendo de regreso a los valerosos santos dorados.
Afrodita de Piscis había vuelto. Naomi lo observo ante su regreso pero solo hubo un ligero cruce de miradas entre ellos. No hubieron palabras, ni perdones, solo una mirada y allí acabo todo.
Saint Seiya es una obra de Masami Kurumada
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Muchas gracias por leerme.
Nyan-mx, Natalita07, Ivonne Galvn, ShianaCobra, beuty-amazon, Monse, camilo navas, ianna – clarabella. Muchas, muchas gracias por apoyar mi historia.
Monse: Sí, menos mal tanto Afrodita como Ángelo cambiaron su forma de ser jajaja
Espero hayan disfrutado el capítulo, intente no extenderme demasiado teniendo en cuenta que quiero un solo capitulo para cada personaje y esto fue lo que salió. No sé cuál sea el siguiente en aparecer. No sé, tal vez, Saga, Mu, Aioros o Shaka, está entre esos cuatro, pero no se les haga raro que no sea ninguno de ellos.
En fin, ya saben, nos estamos leyendo.
