EL SECRETO DE SAILOR JUPITER

CAPITULO 3

ELLA

Son las 2:00 a.m. de un sábado de mediados de octubre, y después de la fiesta de cumpleaños de mi amiga Ashley, nos dirigimos en su auto a mi casa pues para mí la fiesta por desgracia ha terminado. Si bien no soy una tonta que no se cuida, papá hasta ahora ha sido muy sobreprotector conmigo: Desde pequeña me metió a clases de artes marciales para que supiera defenderme en una situación de peligro donde él no pudiera protegerme, ha temprana edad me habló de los peligros que corro por ser mujer, me habló de estar atenta a mi bebida en la fiesta, de no confiar en extraños, de no tomar más alcohol del que mi cuerpo pueda tolerar, me regaló un spray pimienta y un taser; y aun a pesar de la joven fuerte en la que me he convertido no deja de ser un paranoico, pues hasta hace poco me llevaba a las fiestas que quería ir y sin falta pasaba a recogerme a la hora acordada.

Sin embargo ya no soy una niña, y aunque adoro a papá a veces me parece vergonzoso que me trate como tal pasando por mí a las fiestas con mis amigas como quien pasa a recoger a una niña a un festival infantil; además de que hace tiempo comienzo a interesarme en chicos y no quiero que los que me gustan lleguen a pensar que mi papá, por lo joven que luce para su edad, es mi novio en vez de mi padre y me espante a los pretendientes; además de que llega a ser molesto que mis amigas me pidan que les presente a mi hermano, tener que estarles aclarando que es un señor de cuarena años y que es mi padre y que luego salgan con la tontería de que les gusta para sugar daddy. Y no, no es que me moleste la idea de que papá algún día rehaga su vida, de hecho creo que merece felicidad después de todo lo que vivió con mamá, pero evidentemente no al lado de una adolescente de mi edad.

Finalmente llegamos a casa. Me despido de Ashley. Bajo del auto y con la llave que me dio mi padre hace tiempo abro la puerta de casa y entro. Esperaba que al llegar estuviera todo en silencio, pero lo encuentro a él sentado en la sala mirando un programa de ciencia en la televisión y comiendo frituras.

—Quince minutos tarde, señorita.— Me dice mientras con el comando baja el volumen de la televisión.

—¿Por qué no estás durmiendo?

—No puedo dormir pensando que mi única hija está fuera de casa en un lugar a donde yo no la llevé. Además has llegado tarde.

—Sólo fueron quince minutos de retraso.— Le digo mientras me siento a su lado en el sofá y comienzo a comer de las frituras del bowl

—Y no me contestaste el teléfono. Ya estaba pensando que algo te había pasado.

—No seas exagerado.— Le digo mientras tomo el vaso de cristal con jugo de manzana que está en la mesa de centro para darle un trago, pero él me lo quita.

—Es cerveza. Y Tú eres menor de edad.— Me dice.— Pero bueno. Te perdono los quince minutos de retraso pero que no vuelva a suceder. Mejor cuéntame. ¿Qué tal la has pasado?

—¡Genial!— Le respondo.— Y no te preocupes. No hice nada de lo que pueda arrepentirme. Ahora ya puedes ir a dormir tranquilo.

—Pues ya se me fue el sueño

—Bueno, pues como yo tampoco tengo sueño ¿Qué te parece si me sigues contando sobre mi madre? ¿Si la contrataron en el crown? ¿Si te preparó la cena que te prometió?

Mi padre sonríe como pocas veces lo hace. Se nota que disfruta hablar de mi madre.

—De acuerdo. Si la contrataron.

19 años antes

Convencer a sus padres de que contrataran a Makoto para el área de cocina de la cafetería del Crown no había sido tarea sencilla, pues Makoto no tenía referencias laborales trabajando en absolutamente nada. Sin embargo, Andrew había sido insistente hablándoles de las maravillas que cocinaba su amiga, lo cual Unasuki había confirmado, razón por la cual la señora Furuhata había decidido darle una oportunidad de convencerla poniéndola a prueba una semana, al final de los cuales, los padres de Andrew habían terminado maravillados por la desenvoltura de la chica en la cocina, las mejoras que había hecho en los platillos que ya eran parte del menú, sus sugerencias y su agradable personalidad, por lo cual, pese a no contar con experiencia habían terminado contratándola.

—Bien, Makoto. Has hecho un excelente trabajo esta semana.— Le dijo la señora Furuhata, quien era muy parecida a Unasuki luego de que firmara su contrato laboral.— La verdad no tenía muchas expectativas pero me has sorprendido. Seguro tendrás un futuro prometedor como chef en unos años.

—Muchas gracias. Señora Furuhata

—Gracias a ti, linda. Y por cierto. Estás invitada a cenar en nuestra casa cuando gustes. Dile a Andrew que ya te lleve.

Makoto sonrió tímidamente. Después se despidió de la señora Furuhata que al estar saliendo de la cocina del Crown se encontró con Andrew que iba entrando.

Linda tu novia. Cuando quieras llévala a cenar a casa. Me agradó, pero espero no pases demasiado tiempo en la cocina porque ya sabemos que no sabes ni freír un huevo.—Le susurró la señora Furuhata a su primogénito, mientras Makoto, que había alcanzado a escuchar sentía como se ruborizaba.

Mamá, ella...

Luego hablamos Andrew. Tengo que ir con el contador.

Cuando su madre se retiró, Andrew entró a la cocina y se sirvió un poco de helado de chocolate en un recipiente.

Creo que la escuchaste... ¿Verdad? Te pido disculpas, mamá a veces peca de imprudente.

No te preocupes.— Respondió Makoto.— ¿No sabe que Reika sigue siendo tu novia?

Sabe que tengo novia desde hace tres años, pero no se las he presentado a mis padres. No ha habido oportunidad porque Reika casi nunca está en Japón.

Unasuki entró a la cocina interrumpiendo la charla entre Makoto y su hermano.

Hay este pedido para la mesa cuatro, Makoto. ¿Necesitarás ayuda?

Sí. ¿Podrías cortar los vegetales?

Mako.— La llamó Andrew

¿Sí?

Es viernes. ¿Nos vemos en la noche en tu casa o prefieres ir a mi departamento?

En mi casa está bien.— Respondió Makoto con una sonrisa de felicidad.

Nos vemos en la noche entonces. Me retiró o dirán que no hago nada

Makoto fue a la alacena para sacar los ingredientes y preparar uno de los aderezos secretos con que untaban las baguettes, pero entonces Unasuki interrumpió sus pensamientos.

¿Cómo que se ven en la noche? ¿Hay algo entre mi hermano y tú?— Preguntó Unasuki con curiosidad.

¡Claro que no!— Se apresuró a aclarar Makoto.

Uy. Tan desagradable te parece.— Rió Unasuki

No es eso, pero tiene novia.

¿Y si no tuviera?— Continuó Unasuki.

Nunca se fijaría en mí

Unasuki iba a decir algo, pero entonces el otro cocinero regresó cargando bolsas de mandado.

Listo. Ya traje los insumos que estaban escaseando.

-0-0-0-

Se estaba haciendo costumbre que cada que llegara la hora de cerrar el Crown Center, Andrew llevara a Makoto a su casa en su auto personal debido a que vivían cerca uno del otro; sin embargo, dado que Unasuki vivía un poco más retirado, primero solían llevarla a ella y después regresar a la zona donde ambos vivía; sin embargo, aquel viernes que Makoto había firmado su contrato para ser empleada de aquel centro de entretenimiento, le comentó a Andrew que no lo acompañaría a dejar a Unasuki y le pidió de favor la dejara en su casa, pues debía preparar la cena que le había prometido; sin embargo, también deseaba verse linda para la ocasión; así que tras preparar los platillos de la cena (sopa tonjiru, yakitori, salsa tare y taiyaki) se metió a duchar, sujetó su cabello en una alta coleta como de costumbre y al final se vistió con un entallado y corto vestido negro que se ceñía a su cuerpo.

Makoto no era de las mujeres que piensan mucho en que ponerse de ropa o tarda en estar lista, sin embargo, estaba cuestionándose si vestida de esa manera no parecería que estaba tratando de seducirlo, y de nuevo sacó más prendas de su guardarropa pensando que quizá debería ponerse algo más apropiado; tal vez algo con lo que no pareciera que tenía intenciones de seducirlo pero sin caer en lo desaliñada; sin embargo, antes de que decidiera elegir otro cambio de ropa escuchó sonar el timbre de su departamento y al abrir la puerta se encontró con Andrew que cargaba con unas botellas.

Pasa... Sólo me estaba midiendo ropa que voy a regalar.Dijo para justificar llevar puesto aquel vestido siendo que solamente iban a cenar en casa y no ameritaba arreglarse tanto.

Pues te ves linda con ese vestido. Ojalá no lo regales.

Gracias.— Respondió Makoto sintiendo el rubor en sus mejillas

Traje refrescos para ti y sake para mí. Digo, si es que me permites tomar sake

Sólo si me compartes

¿Compartirte? — Dijo Andrew en tono burlón.—Tienes diecisiete. Aún no estás en edad

-0-0-0-

Esto es delicioso.— Dijo Andrew mientras terminaba de comer un taiyaki como postre, quien en toda la noche no se había cansado de elogiar la comida de Makoto.

Makoto, que se encontraba sentada a un lado de él en el futón que había llevado a la sala, no podía ser más feliz al escucharlo elogiar su comida.

Me agrada que te guste.

Andrew miró el reloj de pared. Faltaban quince minutos para las 2:00 a.m.

Ya es tarde. ¿Quieres que me retire para que duermas?

En realidad no tengo sueño y no creo que duerma pronto, pero tú tienes mañana práctica en el hospital ¿Verdad?

Mañana no. Tampoco tengo sueño y no me importaría desvelarme porque mañana como quiera trabajamos en el turno de la tarde. ¿Puedo quedarme un rato más? Digo. Si no te incomoda

Para nada.— Respondió Makoto con entusiasmo.¿Quieres ver una película? Tengo palomitas.

¿Y me darás sake?— Preguntó Makoto mirándolo de manera suplicante.— Por favor.

Sólo un poco.— Le respondió Andrew esbozando una sonrisa— No quiero ser responsable de que se te pasen las copas.

Pusieron una película romántica que estaban transmitiendo y era del agrado de Makoto, más no de Andrew que como quiera no se quejó porque cualquier cosa que estuviera viendo le parecía agradable mientras fuera en compañía de ella. De vez en cuando comentaban sobre lo que veían, pero al parecer Makoto no estaba acostumbrada a beber alcohol y de pronto sintió la cabeza de ella en su hombro. Se había quedado dormida.

No quería despertarla. Pensaba esperar un poco más a ver si despertaba sola o sino él la despertaría para despedirse antes de retirarse, pero tampoco supo en que momento se quedó dormido.

-0-0-0-

Makoto creyó que estaba soñando cuando estaba comenzando a despertarse, pues sentía como unos cálidos brazos la aprisionaban, pero entonces cuando salió de su letargo fue consciente de que sí, era una realidad que estaba compartiendo el futón con Andrew y que este la tenía rodeada en sus brazos mientras la cabeza de ella descansaba en su pecho.

¡Por el grandísimo Kami! ¿Qué he hecho?— Pensó sintiéndose apenada.

Sabía que no había pasado algo más pues ambos llevaban puesta su ropa, pero aquello era simplemente vergonzoso ¿Cómo lo miraría a la cara? ¿Qué pensaría de ella?

Le gustaba estar entre sus brazos, sin embargo, pensó que lo mejor era apartarse de su lado sin despertarlo, pero entonces el sonido de alguien tocando el timbre de la puerta acabó con aquel silencio y se encontró con la mirada de Andrew.

¡Mako!—Susurró Andrew apenado mientras la soltaba.— Perdona... yo no quise... Te juro que no

El timbre de la puerta siguió sonando, por lo que Makoto se puso de pie y se dirigió a abrir la puerta, y entonces se encontró con Hiroto que venía sosteniendo un gran ramo de rosas rojas.

¿Qué haces aquí, Hiroto?— Preguntó molesta al mirar a su ex novio. Podría haber estado enamorada de él, pero no iba a perdonarle que la hubiera dejado plantada en el restaurante de comida italiana.

Makoto, perdóname por lo de la otra noche. Yo

Makoto lo miró llena de ira. Tenía que ser un sinvergüenza para buscarla después de haberla plantado, pero de pronto sintió unos brazos aprisionando su delgada cintura por detrás.

¿Y este quién es, amor?— Escuchó la voz de Andrew.

Makoto quedó sorprendida con el jueguito de Andrew, pero decidió seguirle la corriente.

Un compañero de clases

Mucho gusto en conocerlo. Soy Andrew Furuhata. El novio de Makoto. ¿Y usted?

Ya no importa.— Respondió el joven, dejando caer el enorme ramo de rosas rojas.

Una vez que Hiroto se fuera, Makoto cerró la puerta y ambos se soltaron pues ya no era necesario fingir.

Eso fue...

Espero no te haya molestado. Digo, me habías dicho que querías darle su merecido a Hiroto y que no pensabas volver con él

Gracias.— Susurró Makoto mientras reía.—Seguro se fue rabiando pensando que pasamos la noche juntos

Pues de hecho si fue así.— Dijo Andrew haciéndose el gracioso, mientras notaba como ella se ruborizaba.— Aunque claro. No como pensaba, porque te juro que no te hice nada.

¿Quieres desayunar?— Preguntó Makoto

Pues sí.— Dijo Andrew.— Tú haces el desayuno, y yo te lavo los trastes de la cena de ayer y los que se ensucien hoy.

Mientras Andrew lavaba los platos sintió su móvil vibrar. Lo tenía a un lado y miró que era una llamada internacional y supo que era de Reika; sin embargo, no sintió la necesidad de responder a su llamada como hacía cada que su novia le llamaba y no contestó. Por otro lado, Makoto mientras cocinaba miró que le llegó un mensaje de Serena diciéndole que se había puesto de acuerdo con las chicas para ir a patinar, una actividad que Makoto disfrutaba y que hubiera aceptado encantada de la vida, sin embargo, ni patinar ni pasar tiempo con ellas le emocionaba tanto como pasar tiempo con Andrew y no le respondió el mensaje.

Después de terminar el desayuno, Andrew lavó los platos que quedaban mientras ella se duchaba, y después fueron a pasar lo que les quedaba de tiempo libre a Yokohama, regresando a Tokio justo a tiempo para ir a trabajar.

TIEMPO ACTUAL

—¿Y después de eso fue cuando se peleó con el resto de Sailors?— Pregunto a mi padre

—No.— Responde.— En ese tiempo todavía faltaba mucho para que eso ocurriera, y además, por un tiempo ninguno tuvo interés en comentarle a su círculo de amistades que estábamos saliendo.

—¿Tampoco le contaste a Darien?

—No

—Pero era tu mejor amigo

—Recuerda que mi buen amigo también me ocultaba que era Tuxedo Mask y la reencarnación de un príncipe que vivió hace años.— Dijo Andrew.— Además, no lo hubiera entendido. Siempre estuvo enamorado de Rei y por un absurdo deber que creía tener y nunca se cuestionó no fue capaz de dejar a Serena y luchar por el amor de la mujer que siempre supe que realmente amaba. Si nunca hizo nada por evitar que la mujer de su vida arriesgara la vida en cada batalla por proteger a Serena ¿Por qué lo haría por mi Makoto?

—¿Les guardas rencor?

—Ya no. En realidad no son malas personas. Sólo son incapaces de cuestionarse porque tendrían que estar atados a un pasado y de escribir su propio futuro sin hacer lo que se supone tendrían que hacer. No me importa si se quieren condenar a la infelicidad porque se creen incapaces de escribir su propio destino.

Mi padre se queda en silencio mirando a la nada, con una mirada que aterrorizaría a quien no conoce la amable y carismática persona que él es.

—Pero si algún día se enteran de tu existencia y quieren arrastrarte en su locura, yo mismo los mato uno por uno.

—¿Tú también tienes poderes sobrenaturales?

—No. Soy un simple humano. Sólo no voy a poder envejecer físicamente porque...—Mi padre se queda en silencio y noto como se ruboriza.— Porque... Bueno, creo que si existes es evidente que tuve sexo con tu madre; pero eso ahora no es problema. En unos años si sigo con vida ya veré que hago al respecto para que nadie se de cuenta.

—Pues si careces de poderes no podrías enfrentarlos.

—Sí. Es cierto. No tengo poderes, pero sin sus artefactos para transformarse puede morir como cualquier mortal común. No por nada siempre mantenían oculta su identidad.

Ahora lo entiendo. Hace años papá invirtió mucho dinero y tiempo en trámites para sacar un permiso de armas y aprender a disparar, algo complicado en Londres, pues aquí ni siquiera la policía las usa. Muchas veces me pregunté para que querría aquella colección de todo tipo de armas cuando ni si quiera le gusta la caza. Ahora lo entiendo todo.

Me asusta la idea de que papá pueda meterse en problemas legales por mi causa, o peor aún, con personas que tienen poderes sobrenaturales de los que él carece.

—No te preocupes papá. Nunca pisaré Japón y no haré nada que pueda delatarme.— Le prometo.

Papá se levanta del sofá y lo veo bostezar.

—Mañana en el desayuno seguimos charlando. Por hoy ya tengo sueño.

Se acerca y me da un beso de buenas noches en la frente.

—Descansa, pequeña. Te quiero.

—Tú también descansa, papá

Hola!

Aquí viene el tercer capítulo porque ando bien inspirada. Comentarios y tomatazos ya saben que son bienvenidos.

Milenio: Gracias por leer y dejarme tu comentario. Espero te guste la historia conforme avanza.

Lectores anónimos: Gracias por leer. Anímense a comentar. No muerdo, jejeje.

En fin. Espero publicar pronto ahora que ando inspirada.

Saludos.