Al ver que su tía no volvía para seguir explicándole, Harry consideró que era necesario que comenzara a cortar comida.

Solo tenía que fijarse en dónde la guardaba la tía Petunia.

Harry empezó a revisar cada cajón que podía alcanzar. Comprensiblemente eran pocos y solo pudo encontrar cuchillos, tenedores y otros extraños cubiertos cuyos nombres desconocía.

Sacó un cuchillo, un tenedor y una extraña tabla que pensó que también necesitaría: su tía Petunia no reaccionaría del todo bien si al llegar veía trozos de comida exparcidos en cualquier lugar.

Para colocar los tres objetos en la zona despejada de la cocina, Harry tuvo que dejarlos en el suelo e ir a buscar la única silla que había en la habitación, para ponerla contra los cajones que se hallaban bajo aquel espacio que usaría.

Después de dejar el tenedor, cuchillo y la tabla, Harry intentó abrir lo que, gracias a Dudley y Vernon, conocía como "heladera". Le costó en los primeros segundos, pero luego, cuando intentó tirar más fuerte del borde de la gigante puerta, logró abrirla.

Ignorando el leve cosquilleo que sintió en sus palmas, Harry comenzó a rebuscar comida que podría cortar y mezclar.

Había mucha carne y una que otra verdura que prácticamente solo comían Petunia y él.

Agarró varias salchichas y un par de hojas de lechuga. Como no podía llevar las dos cosas a la vez sin que algo se le cayera, tuvo que hacer dos viajes para ponerlas junto a la tabla y los cubiertos.