Capítulo 2: Buscado.
Torre Babel, Piso 16:
Estruendos resonaban a través del eco de la mazmorra. Los monstruos de metal eran mantenidos a raya gracias los canticos de poder y a la fuerza bruta de los aventureros de primera clase. La estrategia era simple, alargar las peleas hasta descubrir el punto débil en sus cuerpos y acabar progresivamente con tantos Tyrant como fuese posible. El capitán de la familia Loki e integrante del primer equipo de asedio, Finn Deimne, encabezaba la cruzada. El hombre analizaba el combate mientras tomaba un ligero descanso luego de horas de lento avance. Sus ojos se movían de lado a lado leyendo los movimientos de una aventurera de blanquecinos atuendos. La desconfianza para con ella era más que evidente, pero había algo más que trataba de entender.
–Uno.
La pierna de Bianca se disparó hacia la pantorrilla de su enemigo. Su piel expuesta recibió el impacto sin protección alguna, y el tronar de sus huesos antecedió a su tambalear.
–Dos.
Con gran agilidad trepó por el cuerpo de la criatura, esquivando las filosas garras de metal y posicionándose sobre su cabeza. La figura de aquella dama se alzó por lo alto y cayó en picada para golpear con la suela de sus botas. El metal ni siquiera sufrió un rasguño, pero la fuerza del golpe alcanzó para derribar al Tyrant.
–Tres.
Bianca se apresuró a tomó la cabeza del monstruo y con la mera fuerza de sus brazos rompió su cuello. No hubo palabras, no hubo tiempo de reacción ni respuesta a tal ataque; Todo ocurrió en una fracción de segundo, un abrir y cerrar de ojos.
–Tres, utilizó tres copias. –Musitó Finn. –Es un dominio sorprendente de la habilidad [Refracted Light]… es como si fuesen tres personas diferentes.
Los tres duplicados saltaron uno contra el otro, unificándose en una sola figura. La mujer tronó su cuello y volteó en dirección al joven pallum con una sonrisa en su rostro. No intentó provocar ni mucho menos burlarse, fue más bien una mueca agraciada, como si hubiese oído el comentario que acababa de hacer.
–Es una persona interesante.
La seria mirada de una alta elfo de largos cabellos verdes reclamaba una audiencia con el legendario aventurero. Devolviendo una sonrisa familiar, Finn recibió a su amiga y compañera de años.
–También estas intrigada por ella, ¿verdad Riveria?
Cerrando sus ojos con afirmación, la reconocida "Nine Hell" respondió ladeando su cabeza. –Yo no usaría la palabra "intriga". ¿Has notado algo extraño?
–Nada más allá de su… "forma de ser", supongo. No puedo evitar sentir cierta intranquilidad con ella cerca.
–He oído sobre los aventureros de Domhan. Son bastante diferentes a nosotros; No suelen resaltar por su fuerza bruta, pero de igual forma son peleadores formidables.
–Si, lo he notado…
Bianca corrió a través de las paredes, dividiendo su imagen y escondiendo sus las copias entre las sombras del lugar. Su enemigo, un minotauro Tyrant, tenía la parte superior de su cuerpo recubierta por aquel metal extraño, impidiendo cualquier tipo de ataque fulminante. Se abalanzó sobre la chica, para tratar de aplastarla con el peso de todo su cuerpo. El rápido movimiento de la aventurera, semejante al danzar de una bailaría, era más que suficiente para esquivar el ataque. Ella no intentó atacar, no estaba interesada en pasar a la ofensiva; Se mantuvo pasiva, sorteando y analizando las violentas acometidas de su rival. Verle al rostro era perderse en su trasparente tranquilidad, en aquella mirada carente de cualquier nerviosismo.
–No es de fiar. –Resaltó Finn.
Riveria giró hacia su amigo sin decir palabra alguna, solo observándole con su infinito silencio.
–¿Crees que sea igual al otro?
–Es difícil saberlo. De momento lo mejor será mantenerlos a raya –Empuñó su lanza y estiró sus músculos al levantarse. – y mantener los ojos bien abiertos.
–Finn, espera. –Alzó la voz para detenerle.
–¿Qué ocurre?
Riveria frunció el ceño. –¿Cuánto hemos avanzado desde que llegamos?
El enano ensanchó sus ojos al oír tal pregunta. Ya había pasado unas cuantas horas de su llegada y desde entonces no habían parado de luchar contra esas cosas. Fue gracias a esta pregunta que él pudo comprender lo que trataba de decirle.
–Estamos avanzando demasiado lento. –Se adelantó la alta elfo. –Es como si…
–He contemplado esa posibilidad. –Interrumpió de manera repentina. –No tienes de qué preocuparte, dejé a alguien cuidando la ciudad.
–¿Solo a una persona? No te referirás a… –Dejó escapar una sonrisa. –Ya veo, es por eso que no vino con nosotros.
Un gesto de su capitán fue más que suficiente para confirmar sus sospechas. Hecho esto, y sin nada más que decir, Finn giró su lanza sobre su mano y salió disparado a toda velocidad hacia dirección al campo de batalla.
Ciudad laberinto, La señora de la abundancia:
Las quejas de los aventureros eran acalladas por el sonido de los cubiertos y el sabor de la comida caliente. No era algo usual ver tantos clientes y menos a mitad de semana. La ausencia de la mazmorra se hacía notar, y si sumamos esto a la poca disposición de los aventureros para interacción, solo nos queda resaltar lo pesado que se había vuelto el aburrimiento. Sin embargo, una conversación ajena a todo aquel entorno era llevada a cabo en las cercanías de la entrada principal; En aquella mesa pegada a las ventanas, un elfo y dos semihumanos aguardaban a la llegada de hijo de la familia Tyr. Su figura esvelta les saludó con su primer vistazo, y esta fue reconocida de inmediato por su chaleco café y ropajes color blanco y negro.
–Bueno, si soy sincero no pensé volverlos a ver tan pronto. –Señaló mientras tomaba asiento. –La gran M me dijo que vendrían, supongo que no es para saludar.
Rakta y Cruz se mantuvieron en silencio, derivando sus palabras a la pequeña chica de cabellos anaranjados. La misma despejó su garganta, y enderezando su figura pasó a presentarse con formalidad.
–Señor "Kahn" … ¿así se pronuncia?
–Si pero preferiría que no me llamases "señor", no soy un fanático de las formalidades.
–Mi nombre es Lefiya Vidiris, representante de la familia Loki y persona a cargo de documentar su accionar a lo largo de las próximas semanas. –Blandió con elegancia, mostrando una expresión tan imparcial como le era posible. De cierta manera, podríamos presumir de su intento por copiar las miradas que solía portar su maestra.
–¿Documentar? –Cuestionó Kahn con vacilación. –¿O sea que los enviaron a ustedes tres solo para vigilarme a mí? ¿Quién fue el que dio tal orden?
–El líder político, judicial y los encargados del gremio. –Expresó de forma directa.
–Oh… diablos… Bueno en realidad no está tan mal. –Se encogió de hombros. –Cuando me dijeron que vendrían lo primero que pensé es que derribarían una pared y tratarían de matar a todos.
–Eh… –Lefiya alzó la mirada, mostrándose sorprendida por la sinceridad en las palabras del joven. –N-No… ¿Por qué haríamos tal cosa?
–Pues, no lo sé… ¿Por qué no? –Se encogió de hombros. –De todas formas, ¿Qué prosigue? Se quedarán por aquí y me observarán desde lejitos o… –Dejó este último punto abierto a modo de pregunta.
–En realidad se nos pidió que lo escoltemos hacia el territorio de la familia Ganesha. Es probable que vayan a necesitar de su ayuda.
–¿Quieren a un musico? Porque eso se me da muy bien. –Indicó entusiasmado.
–¿Un musico? –Entrecerró sus ojos. –Señor Kahn… creo que no comprende la gravedad del asunto…
–Lo entiendo a la perfección. –Apresuró su respuesta. –Es por eso que no soy capaz de entender para qué me necesitan.
Su tonalidad denotaba una tranquilidad arrulladora. Por mucho que le mirases, era imposible denotar aquelarre o cualquier falta de confianza en sus palabras. El estaba seguro de lo que decía, razón principal de los aventureros para desconfiar. Una cuartada como esa, una que escondía sus mentiras bajo un velo de la verdad, era a menudo utilizada por la diosa del engaño. Y la familia Loki era experta en descubrir a los lobos bajo su piel de oveja.
–Lo vimos luchar, no trate de engañarnos.
–No trato de hacerlo. Se luchar, puedo defenderme, pero la verdad es qué no soy capaz de ayudarles en todo esto.
–Me temo que eso no lo decidimos nosotros. –Insistió engraveciendo su tono. –Usted sabe más de lo que aparenta, lo sabemos y necesitamos esa información. No queremos lastimarle ni mucho menos aprisionarle por cosas que no ha hecho, solo debemos cuidar de sus actos.
Kahn guardó silencio. Su mirada se clavó sobre el elfo de anaranjados mechones, sin hacer más que solo observarle en silencio. Lefiya se detuvo unos instantes, pensando con detenimiento las implicaciones de sus palabras. Se le había escapado lo ultimo; Eso no era lo que quería decir, jamás quiso referirse a eso.
–No lo dijiste, pero lo dijiste. –Gruñó Cruz, apartando la mirada de los ojos del aventurero.
Rakta extendió su brazo y tocó el hombro del elfo. Su semblante se arrugó, formando así una expresión que sugería el rápido acabe del momento.
–Por favor le pido que me disculpe, yo…
–¿Entonces así es como me ven? –Interrogó con desinterés en su voz.
Las sillas crujieron en el intenta en que fueron empujadas hacia atrás. El joven de oscuros cabellos se paró de manera lenta y tranquila sin desprender sus ojos del elfo.
–¡No! –Alzó la voz. –No quise decir eso, dejé que le…
Lefiya giró su cabeza, contemplando como sus dos compañeros habían abandonado su puesto y miraban con aires de desconfianza a la persona que días antes les había salvado la vida.
–No hay nada que explicar, está más que claro lo que soy para ustedes. –Miró a los tres aventureros desde arriba. –¿Y ahora qué? ¿intentarán matarme? ¿Me golpearán y llevarán por la fuerza como si fuese un sucio animal?
El momento se hacía cada vez más tenso. Las miradas de Rakta y Cruz no se despegaban de Kahn. La atención de los demás clientes, así como el de las empleadas del lugar, comenzaban a posarse sobre ellos. El movimiento más mínimo, el malentendido más estúpido podría haber desatado una pelea. Sin embargo…
–¡Basta! –Gritó Lefiya, parándose cara a cara con el hijo de la familia Tyr y dando la espalda a sus compañeros. –¡Fue mi error! No quise decir eso, fue un error…
El rostro del muchacho se reflejó sobre los opacos ojos azules del elfo. El arrepentimiento y el nerviosismo que estos emanaban fueron palpados por su persona, como si estuviese leyendo su alma con el solo contacto de miradas.
–Por favor, le pido que no inicie algo de lo que se arrepentirá… nadie quiere hacerle daño.
Dándose cuenta de la situación en la que se encontraba, se vio a su mismo con sus puños fuertemente cerrados y con sus rodillas flexionadas de manera leve, listas para saltar contra los demás jóvenes. "No, ¡no!" gritó en el interior de su mente. "Cuenta hasta cuatro, inhala. ¡Cuenta hasta cuatro, exhala!". El aire caliente entraba y salía por su boca como el vapor que emanaba de una tetera hirviendo. Su corazón latía con fervor y miedo, presa de las acciones que no estaba dispuesto a realizar.
–Está bien…. –Abrió sus manos y limpió el sudor de su rostro con la palma de estas. –Está bien…
Lefiya clavó sus ojos en sus compañeros; Aun estaban impacientes, llenos de una peligrosa inseguridad que se reflejaba en sus rostros. Sin embargo, el peligro ya había sido alejado. La chica resopló profundamente calmando por fin sus emociones. Y fue en ese instante en qué, bajo el leve resplandor de la luz que entraba por las ventanas, en una fracción de segundo que rozaba la inexistencia, pudo percatarse de algo; Una figura, una sombra apenas perceptible había saltado sobre los tejados de las casas en frente del bar. Ella volteó un par de veces más, tratando de replicar aquel movimiento. Por último, su rostro formó una cálida sonrisa que acabó de suprimir la tención de hace unos instantes. "Me pregunto si lo habrá visto." se preguntó ocultando un ligero rubor en sus mejillas.
El crepitar de las llamas anuncia la llegada de la bestia. Sus cicatrices y su historia le marcan con respeto, pero sus ojos narraban algo diferente. Delante suya, unos dientes amarillentos y torcidos le amenazaban con el rechinar de su roce, aguardando ansiosamente al enfrentamiento final. El sonido de sus pies descalzos contra el suelo resonaba como violentos tambores de batalla. En aquel momento, en el ardiente instante en el cual su rugido llegó a oídos de la bestia, esta solo pudo presionar sus puños con fuerza, tratando de ignorar la creciente verdad que yacía en su interior; "Tengo miedo".
La gran estatua del dios del jolgorio se alzaba frente a las murallas que resguardaban al distrito de la familia Ganesha. Formidable eran las puertas de madera que abrieron para recibir al grupo de aventureros. El escuadrón de domadores encargados de recibirles clavó sus miradas sobre el acusado; Algunos con miedo, otros con clara indiferencia. Kahn miró a su alrededor, ignorando la escena y concentrándose en el escenario que le recibía. Un lugar muy ostentoso, con un monstruoso palacio en el frente rodeado por cientos de antorchas decorativas y dos entradas al subsuelo selladas con gruesos portones metálicos; Sobre las murallas le observaban tanto arqueros como hechiceros de artillería, dispuestos a atacarle ante la más mínima señal de traición. En medio de todo el lugar, una persona de reputación conocida aguardaba a su encuentro próximo; Una mujer de cortos cabellos azules, mirada seria y delgada armadura color naranja.
–Buenos días. –Saludó Kahn alzando su mano. –Pasaría a presentarme pero he de suponer que todos aquí saben quién soy.
–Si… en realidad creí que serias más alto. –Replicó alzando una ceja.
–Hiere mis sentimientos, señorita.
–Mi nombre es Shakti Varma. –Reveló su identidad tras un gesto orgulloso. –El señor Ganesha me puso a cargo de tu interrogatorio.
El joven asintió con la cabeza. –Ankusha, capitana de la familia Ganesha.
–Veo que has oído de mí.
–He oído que eres muy buena tocando el violín, ¿es eso cierto? –Sonrió sin malicia.
Shakti frunció el ceño. –Eso… no importante… Es solo un pasatiempo.
Un aire de desconcierto acogió a la muchacha, atacándole con una interrogante totalmente ajena a la situación. "¿Cómo se enteró del violín? Se supone que era un secreto…".
–Como sea, agradecería que me acompañases. Hay varios asuntos que me gustaría abordar y este no es un buen lugar. ¿Te parece bien?
–Me parece bien que no lleves por la fuerza, así que sí. –Bromeó con una risa incomoda.
–No aparentas ser un mal chico, aun así tengo permiso de aplicar la fuerza en el peor de los casos. ¿Te interesa probar?
–¡No, no, no! –Ladeó la cabeza con fuerza. –No creo que eso sea necesario…
Las bisagras del mural rechinaron, y las compuertas se cerraron a espaldas de la familia Loki. Shakti señaló en dirección al palacio central, dando permiso de entrada para todo el grupo. Algunos guerreros apuntaron sus miradas hacia el exterior, mientras que otros simplemente se relajaron al borde de la tapia. Un extraño aire de calma podía sentirse en todo el lugar, razón por la cual varios de ellos no podían bajar su guardia. Poco pasaría hasta darse cuenta que este sentimiento no podía estar más acertado. Los sentidos de Rakta se agudizaron; Sus piernas se detuvieron de repente y los latidos de su corazón aceleraron su bombeo. Un sonido lejano, sumergido entre los ladrillos y el barro del subsuelo fue captado por sus alargadas orejas. Cruz fue el próximo en percatarse, avisando a través de su lenguaje corporal tanto a Kahn como a Shakti.
–¿Qué ocurre? –Cuestionó esta última, frunciendo el ceño con preocupación.
Se acercaba a una velocidad inverosímil hacia la superficie. Los labios de la semihumana se movieron pero ese mismo instante, ocurrió lo inevitable.
–¡Algo vie…
El suelo se sacudió con fuerza. Fragmentos de roca, tierra y escombros volaron por los cielos. Los centinelas apuntaron sus armas momentos antes de ser derribados por un alargado apéndice. Un abisal rugido resonó a través de las calles, despejando la nube de tierra y dejando a la vista a su enemigo. La silueta de aquél monstruo pudo verse a través del polvo; Una bestia con la forma de una humilde flor pero decenas de veces más grande y recubierta por la armadura Tyrant.
–Genial… lo que faltaba. –Se quejó el hijo de la familia Loki, llevando sus brazos a su cintura y ubicando manos dentro de sus guantes de combate.
La lanza de la aventurera de alto rango se posicionó frente al muchacho a modo de advertencia. Una expresión de odio fue dejada caer sobre su imagen, y unas palabras de advertencia fueron blandidas bajo el velo de la amenaza.
–Lo mejor será que te quedes fuera de esto…
Las extremidades del monstruo se dispararon en dirección a los aventureros, cayendo a toda velocidad con la intención de aplastar. Ankusha se movilizó con violencia. La punta de su arma comenzó a brillar con fuerza, causando un remolino de color dorado en cuanto esta empezó a girar. El sonido de la fibra cortándose acompañó al fluido que caía tras cada corte de la lanza. Las paredes y el suelo del lugar eran bañados de un color verde oscuro.
–¡Artillería, preparen un ataque combinado! –Exclamó a la par que danzaba sobre sobre su enemigo, evitando los agarres y contraatacando tras cada error que este cometía.
Los hechiceros restantes de la familia Ganesha tomaron posición en los puntos ciegos detrás del monstruo. Sus báculos apuntaron al cielo y un cantico unificado fue efectuado por todos ellos. Aun así y con todo esto, aun había un problema. Teniendo la armadura Tyrant sobre su piel, por muy fuerte que resultase aquella acometida no sería capaz de lograr nada. Y su enemigo tenía muchas extremidades para atacar.
El suelo volvió a temblar, esta vez en el subsuelo de la muralla. Una enorme grieta se formó a través de la misma, partiendo la estructura a la mitad y derribando a todos los presentes sobre ella. Escombros del tamaño de un hombre, algunos incluso más grande, volaron por todo el lugar. Cruz se lanzó al suelo para evitar ser golpeado a la par que Rakta utilizaba la fuerza de sus piernas para repeler algunos de ellos. Sin embargo, una joven elfo había sido catapultada a una gran distancia de sus compañeros; y la misma joven elfo que estaba a punto de recibir el daño colateral de aquella pelea.
La movilidad del hijo de la familia Tyr alcanzaba para esquivar los proyectiles. Sus ojos se movían de manera errática hacia todas las direcciones posibles. El no quería ver, el no quería estar allí, pero aun así estaba forzado a contemplar aquel espantoso espectáculo. Aventureros caídos, aplastados y destrozados por los tentáculos y el desastre causado por la enorme criatura yacían a su alrededor; Una imagen que le causaba no solo asco, sino una impotencia enorme.
"Cuenta hasta cuatro… inhala. Cuenta hasta cuatro… exhala."
Entonces, un agudo grito de dolor llamó su atención. Fue en aquel momento en que la vio, aquella mujer, aquella joven de cabellos anaranjados y orejas alargadas yacía ahora con su pierna atrapada bajo una gigantesca roca. Su instinto le decía que debía ayudarla, su corazón se lo exigía, pero esto solo podía suponer más problemas para él. Volteó a mirar a Shakti, quien aún se esforzaba por conectar un golpe a la cabeza del monstruo. Las extremidades se agitaban con violencia, el terreno vibraba por los impactos de estas contra el suelo, varias golpeando a pocos metros de la pequeña elfo.
–Al diablo con esto… –Musitó, presionando el interruptor dentro de los guantes y liberando las hojas en su interior.
Los ojos de Lefiya brillaron, reflejando una enorme enredadera que se precipitaba hacia ella a toda velocidad. Se aferró a su báculo con fuerza y lo puso frente a ella para intentar detener el impacto… impacto que jamás ocurrió. Una figura de vestiduras blancas y negras se paró frente a ella con los pedazos del apéndice a sus pies.
–¡¿Así que me están buscando?! –Gritó con furia.
La cabeza de la criatura giró en su dirección y rugió con fuerza como si estuviese respondiendo a su pregunta. Shakti volteó hacia Kahn, observándole con soberana intriga mientras el chico tronaba su cuello y se preparaba para atacar.
–¡Bien! ¡Entonces ¿por qué no vienes?! ¡Atácame! –Exclamó como un loco.
Entonces y de manera repentina, el foco de los golpes dejó de ser la aventurera de primera clase, y todos y cada uno de sus tentáculos se dispararon hacia Kahn. Sin embargo, estos jamás llegarían a golpearle. Una figura, una silueta femenina apareció en el lugar. Su espada, blandida con el poder de la tempestad a su alrededor, rebanó la fibra como si no fuese más que un pedazo de mantequilla. La alegría y emoción llenaron los ojos del elfo en el suelo, y un único nombre salió de su boca; El nombre de la persona que se paró sobre la cabeza del monstruo sin miedo ni preocupación alguna en su semblante.
–¡Ais!
