_ Tener poder absoluto no implica que tengas que actuar directamente. _ Las palabras de Janet eran confusas para su hija, Faith. No las aceptaba como su hermano mayor, Jason. _ Escucha, sé que es complicado de entender, pero Dios no debe solucionar todos nuestros problemas. La vida no tendría sentido si fuera así.
_ Mamá… yo no quiero que te vayas… _ La tomó de la mano. _ No está bien que dios te aparte de mi lado y me dejes sola.
Janet sonrió. Su hija derretía su determinación con facilidad. La pequeña, a sus doce años, era terriblemente adorable. A diferencia de su madre, sus cabellos eran dorados, pero el parecido era patente. Los mismos ojos claros, la misma nariz. El mismo mohín que ella ponía cuando estaba frustrada.
_ No te dejaría sola. Tienes a Jason… y a todo el pueblo. Todo el mundo te adora, ¿Ya se te ha olvidado?
Miró a su hijo mayor y le guiñó un ojo. Este saludó a su hermana. El muchacho hacía poco que había cumplido la mayoría de Edad. Era alto, robusto, su cabello también era rubio, caía en aparatosos mechones por su rostro. Ataviado con un peto y una camiseta a cuadros siempre, decididamente era el estereotipo de un granjero. Dudaba que nunca abandonase aquella comunidad. Su hija tenía otras aspiraciones, aún era pronto, pero podía presentirlo.
_ Sí… pero si tú no estás, ¿Quién me contará cuentos? _ Protestó la muchacha.
_ Estoy segura de que tu hermano es muy capaz de hacerlo. Y si no, el reverendo Thomas es muy capaz. _ Terció la pelirroja, conciliadora.
_ Pero el reverendo Thomas es aburrido. _ Dijo la pequeña, con un bufido de protesta. _ Yo quiero que me cuentes tú las historias, mamá. Tú cuentas las mejoras.
_ Pequeña… no me iría para siempre. _ Le acarició el pelo. _ ¿Tan horrible sería pasar unos días sin tu vieja madre?
_ ¡Sí! _ Dijo la pequeña, a voz en grito.
Janet no pudo evitar reírse, y estrujar a la pequeña niña embutida en su pijama de Pocahontas. La niña se aferró a ella como una garrapata. Entrecerró los ojos y le dio un beso en la coronilla antes de soltarla.
_ De momento no voy a ir a ninguna parte, cariño… duérmete. _ Le dijo, en un susurro, dejándola en la cama y besando su frente con delicadeza.
Cuando la niña se acurrucó, ella se dirigió a la puerta de la habitación con Jason, y cerró la puerta tras de sí. Cruzaron miradas y ella bajó la suya, avergonzada.
_ No deberías seguir posponiéndolo. _ Él se cruzó de brazos. _ A Thomas no le va a hacer gracia.
_ Jason… ¿Te crees que no lo sé? _ Suspiró, mirando por la ventana.
Podía verse una amplia plantación de melocotones al otro lado. Ella se abrazó a sí misma y emitió un largo suspiro.
_ Sé perfectamente que asustar a Robert no ha servido de nada. Sé perfectamente que volverán. Y sé perfectamente que yo soy la razón por la que vienen. También sé que es responsabilidad mía actuar y tratar de ponerle remedio.
_ ¿Y por qué lo sigues posponiendo? _ Le preguntó él.
Janet se giró y le miró directamente a los ojos.
_ Porque soy muy feliz, Jason. Con la gente de este pueblo, contigo y con Faith. Y a SHIELD no el costaría nada hacer trizas esa felicidad. _ Se abrazó a su hijo mayor. _ ¿Tan malo es que quiera acaparar ese bienestar un poco más? ¿Tan egoísta soy al hacerlo?
Jason no respondió. Simplemente rodeó a su madre con los brazos y ella cerró los ojos. Se sintió mejor al hacerlo, al liberarse y confesar sus miedos. Con Jason podía hacerlo. Con él no tenía que ser una líder inmaculada como con el resto.
_ Mañana… _ Dijo, en un murmullo. _ Te prometo que mañana partiré. Voy a resolver esto.
Darcy estaba un tanto inquieta ante la idea de conocer a Aisha Wong. Cuando llegaron al santuario no pudo evitar sentirse muy fuera de lugar. Aquello parecía un museo con todas aquellas vitrinas y artefactos expuestos. La mujer se encontraba en lo alto de las escaleras, tras ella el emblema del santuario proyectaba su luz, mostrando una estampa imponente.
Cada paso que dio mientras bajaba las escaleras pareció resonar en el silencio de aquel lugar. En su expresión se mostraba una severidad que inquietaba a Darcy. Nunca se había llevado demasiado bien con las normas y con la gente rígida.
_ De modo que tú eres Darcy Lewis. _ Caminó a su alrededor, estudiándola con la mirada. _ No eres lo que esperaba de la cabeza de SHIELD. En cualquier caso, mantengo mi postura. No tengo intención de intervenir en vuestras actividades.
_ Pensé que dirías eso. _ Intervino Morgan, aproximándose. _ Pero lo cierto es que nos estamos enfrentando a una amenaza que te concierne a ti.
_ ¿Qué sabrás tú sobre las amenazas que me conciernen? _ Encaró a Morgan, visiblemente ofendida.
_ Sé que tengo una sospechosa que llevaba algo que encaja con la descripción de la capa de levitación de tu predecesor. _ Aisha se detuvo en seco al escucharla.
_ La capa de levitación se perdió cuando murió Strange. Eso no tiene sentido. _ Dijo, mirándola fijamente. _ No juegues conmigo, Stark.
Darcy dio un par de pasos atrás, dejando a las dos mujeres mirándose fijamente como dos depredadores marcando el territorio. Quiso decir algo, pero determinó que era mejor no meterse entre esas dos energías tan poderosas.
_ Mi contacto es fiable. Una capa roja, que se movía por sí sola. Y la bruja levitaba. _ Insistió, dando un paso adelante. _ Como mínimo deberías investigarlo. Aisha… sabes que tengo razón.
Finalmente, la otra mujer dio el brazo a torcer. Bufó, visiblemente molesta, y le dio la espalda a Morgan antes de hablar.
_ Muy bien, te ayudaré en tu pequeña investigación, pero sólo hasta que averigüe si hay algo de verdad en todo lo que dices. Y si resulta ser falso, puedes despedirte de mí. No quiero formar parte de tu grupo de héroes, ¿Entiendes?
_ Comprendido. _ Morgan sonrió. _ Pero bienvenida hasta entonces. Te veo luego en la torre. Tengo que reunir al equipo, ya sabes.
_ Haz lo que tengas que hacer, Morgan. No es asunto mío.
Morgan salió del edificio seguida de Darcy, que se paró un segundo y la miró fijamente.
_ ¿Estás segura de que no quieres ser tú la directora? _ Insistió.
_ Segurísima. ¿Has visto tus honorarios, Darcy? Deberías ser más agradecida teniendo en cuenta lo que te pago.
_ No me gusta sentirme inútil. _ Dijo, mientras se dirigía al coche. _ Ahora mismo soy tu chófer, y sólo porque no te apetece que JARVIS conduzca.
_ Es tu primer día, ya te adaptarás. _ Morgan no le dio importancia.
_ En fin, ¿Dónde vamos ahora? _ Darcy lo dio por imposible.
Cuarenta minutos más tarde, Darcy se encontraba girando la última esquina que le indicaba Morgan. Iba a preguntar a qué casa se dirigían para aparcar el Lamborgini que estaba conduciendo, pero no fue necesario.
La puerta del garaje de una de las viviendas se hizo añicos cuando un Chevrolet Camaro amarillo lo atravesó. Darcy, ignorando la fuerte regresión a transformers que aquello le produjo, cambió de marcha y lo siguió, produciendo un sonido chirriante cuando forzó los frenos en la primera curva.
_ ¿Qué haces? Nos vas a matar. _ Morgan estaba visiblemente asustada.
_ Te compraste un Lamborgini murciélago… La gente se compra estos coches para esto. _ Argumentó Darcy, pisando a fondo el acelerador.
Aquello confirmó que Morgan debía ser una excepción, porque parecía que el corazón se le iba a salir por la boca. Darcy, en cambio, tenía un brillo divertido en los ojos. Parecía que por primera vez desde que había salido del hielo estaba entrando en calor.
_ ¡Darcy, para! _ Le exigió Morgan. _ ¡Para el coche antes de que nos estampemos contra algo! ¡La abordaremos en otro momento!
_ He tomado en cuenta tu petición y… he decidido que no. _ Darcy metió la quinta y se metió en la autopista detrás del Camaro. _ Querías que liderara, que tomara las decisiones. Ahora lo estoy haciendo.
_ Te voy a matar, Darcy, si salgo viva de esto, te aseguro que te mato.
_ Me conformo con que me despidas. _ Sonrió mientras presionaba al otro vehículo a tomar una salida de la autopista y bajaba la marcha.
_ ¡Escucha! ¡Para y hablemos de esto como personas civilizadas!
Morgan estaba realmente aterrada, las pupilas dilatadas y formando un rictus de terror. Estaba pálida. Toda la seguridad en sí misma que había tenido momentos antes se esfumó. Y Darcy paró, sí, justo cuando arrinconó al camaro en un callejón sin salida. Morgan se bajó atropelladamente, visiblemente mareada, y vomitó en unos contenedores.
_ ¡Te odio! _ Exclamó Morgan.
_ Creo que exageras, sigues viva para oler la apestosa esencia a orina de Brooklyn. Bien, y ahora, ¿Quién esta tan loca como yo para conducir de esa manera? Dinos nombre, rango e intenciones. Manos en alto, no quiero sacar el arma. Todo se complica cuando lo haces.
La chica se adelantó, con las manos en alto. Debía ser poco mayor que Darcy, sin contar el tiempo en el congelador, pero tenía el mismo brillo infantil que ella en la mirada. Eso le gustó.
_ Bien… No era tan difícil. Ahora que tal si me dices tu nombre. _ La invitó con la mano.
_ Jane Smith. _ Contestó, apresurada. Darcy se carcajeó.
_ Y yo soy la reina Victoria. El de verdad, chica.
_ Cassandra Lang. _ Puso los ojos en blanco. _ ¿No lo sabíais ya?
_ Yo lo sabía. _ Morgan aún mostraba señales de flato. _ Lo que no sé es por qué has salido corriendo. Yo entiendo que tu padre abandonó, pero… No sabía que la idea de unirte a los Vengadores te diera tanta repulsión.
_ Entonces… ¿No sabéis nada del ro…? _ Cassandra se interrumpió en el acto. _ Digo que no sabía que queríais que formara parte.
_ ¿Qué has robado, Cassandra? _ Darcy dio un paso adelante.
Morgan quiso hablar, pero Darcy le señaló con el dedo que se callara.
_ Bueno… es posible que yo… intentase robar el viejo traje de mi padre… _ Se apretó los dedos, poniendo cara de niña buena. _Porque es posible que quisiera saber lo que se siente al ser Ant-Man.
_ Vaya, que terrible. _ Dijo Darcy. _ Supongo que ahora tendremos que arrestarte y obligarte a trabajar como Ant-Man para compensarlo. Bueno… Ant-Woman. Ya pensaremos otro nombre.
_ Seguro que se nos ocurre uno. _ Morgan parecía de mejor humor. _ Entonces… ¿Quieres formar parte de los Vengadores? Estamos formando un nuevo equipo y te necesitamos.
_ ¡Sí, por supuesto! Digo… que me parece bien. _ Lo último lo añadió intentando que no se le notara la ilusión.
Darcy le dio una cálida bienvenida a Cassandra. Había habitaciones en la Torre, dignas de un hotel. A Darcy le habían alegrado la noche pasada, porque dudaba que tuviera dónde vivir hasta. No se trataba de que no tuviera dinero, pues Morgan le había dado un adelanto de su sueldo a pesar de sus reticencias, pero no le gustaba la idea de quedarse tan sola estando en la situación en la que estaba.
Darcy se sentía bastante mejor después de aquella persecución, y durante la cena no dio señas de estar preocupada. Pero cuando se encontró sola en su habitación, sacó su portátil y se metió en la base de datos.
_ ¿Tengo acceso a todo? Así no es divertido. _ Bromeó para sí mientras buscaba lo que llamaba su atención. _ Veamos, qué pasó contigo, Jane… ¿Cómo te dejaste matar?
No había secretos para ella. Acceso total a SHIELD, sin restricciones. Se sentía como una niña en una tienda de chucherías. Y, sin embargo, estaba centrada en su amiga. Desearía que estuviera viva, aunque fuera para poder echarle en cara que no la hubiera sacado del hielo.
_ Vaya… esto es interesante… portales y dimensiones paralelas… ¿En qué te has metido, Jane?
El que no estaba para nada de humor para portales y dimensiones paralelas era Robert. Su jefa había muerto, había una sustituta y cuando llegase después de estar de baja no sabía con qué iba a encontrarse. Pero en aquel momento estaba centrado en la fiesta de cumpleaños de su hija. Lucy estaba pletórica porque papá estuviera en casa, aunque tuviera la pierna mala y tuviera que andar con muletas. A pesar de ello no pudo evitar un leve estremecimiento aquella mañana. Y un presentimiento que le estuvo acompañando incluso durante la fiesta. Robert sabía que algo andaba mal.
Había bajado la guardia cuando, durante la fiesta, su mujer le pidió que fuese a la cocina. Se dirigió allí, sujetándose en la muleta, preguntándose qué querría. Y a punto estuvo de caerse al suelo cuando entró a la cocina y vio a Janet Jones comiéndose un trozo de tarta como si tal cosa.
