Este fic está dedicado a CamiHolland115. Disculpas por la tardanza y espero que te siga gustando.
Agradezco a KiKaLoBe por su ayuda.
Nuestro Secreto. Cherik (ErikMpreg)
Tercero
El orfanato era un edificio moderno de dos pisos y de forma rectangular. Ocupaba el espacio de una media manzana y el perímetro era lo suficientemente amplio para que Charles pudiera controlar a todos en el área. Enseguida leyó la ubicación de su hija.
─Se encuentra en la habitación de la segunda ventana, contando desde la derecha, de la planta alta ─ explicó a Erik y se la señaló desde la ventanilla del coche alquilado, que los tres compartían, estacionado en la vereda de enfrente ─. Está entretenida jugando con otras dos niñas. Cuando congele a todos, entra.
Magneto asintió. Abrió la puerta, esperó la señal del telépata y cruzó la calle. Entró resuelto. Adentro, se encontró con la gente estática. Con la mente puesta en el deseado reencuentro, subió una escalera caracol. La ansiedad le ganaba de a ratos pero se esforzaba por contenerse. Charles estaba tan nervioso como él y le costaba concentrarse para mantener a las personas controladas. Erik caminó por el pasillo estrecho, calculando cuál puerta abrir. Se detuvo frente a la indicada y juntó aire antes de bajar el picaporte. Empujó y vio a dos niñas congeladas con muecas de estar riendo. Lorna se encontraba de pie en un rincón, mirando sin entender qué les había pasado a sus compañeras. Se conmocionó al ver a su padre en el umbral.
Erik le regaló su sonrisa de tiburón y le extendió los brazos. La niña corrió a refugiarse en ellos, llorando. Era alta y espigada para su edad. Tenía dos coletas que peinaban su abultado cabello verdusco y ondulado. Erik la vio tan parecida a él y a Charles, que sumado a la conmoción del encuentro, esto lo hizo llorar.
Desde el asiento trasero dentro del coche, el telépata también se emocionó al observar el encuentro mentalmente y, por un instante, casi perdió la concentración. Tuvo que esforzarse más para mantenerse firme y permitir que Erik pudiera abandonar el edificio con la niña.
Como el tiempo apremiaba, Magneto cargó a su hija en brazos como cuando era tan pequeña y abandonó la habitación. Atravesó el pasillo, mientras que Lorna lo observaba todo con los ojos abiertos por el asombro pero sin decir nada. Cuando comenzaban a bajar los escalones, la niña habló:
─ ¿A dónde me llevas? ─ tenía un tono agudo infantil pero no chillón, su voz era clara y melodiosa.
Erik se emocionó al escucharla e hizo un alto para besarla antes de continuar bajando.
─Tengo amigos en un coche afuera. Te estoy llevando a casa, a nuestra nueva casa.
Lorna no respondió. Estaba asombrada y conmocionada. Salieron del edificio. Al verlos atravesar el umbral, Charles abandonó su concentración y quedó maravillado de ver a su hija en vivo. Pasó saliva cuando Erik abrió la puerta trasera que daba a su lado, y se movió hacia el otro extremo para hacerle lugar a la niña. Ella entró seria y tranquila, demasiado seria y tranquila para la cantidad de interrogantes y emociones que pasaban por su cabecita. Su padre gestante cerró la puerta y fue a abrir la del sitio del acompañante mientras que Hank ponía en marcha el motor.
Dentro del orfanato, la gente volvió a la normalidad pero no repararon enseguida en la ausencia de Lorna.
…
Hank condujo el coche hasta el aeropuerto privado en las afueras de Denver, donde habían dejado el jet. Charles bajó ayudado por Hank, que le preparó la silla, y entregó las llaves para que devolvieran el vehículo a la compañía de alquiler. Luego los cuatro se dirigieron hacia el avión. Lorna observó cómo Charles se las arregló para bajar del coche y después maniobrar su silla sin dificultad. Sin conocerlo, le pareció una persona que sabía enfrentarse a las dificultades de la vida como ella había sabido enfrentarse a su corta edad y esto le provocó empatía.
Erik tomó a su hija de la mano para acompañarla hacia la nave. Ella se la apretó con fuerza. Él podía sentir la humedad del sudor de la pequeña entre los dedos porque estaba ansiosa como lo estaba él, y era muy decidida al controlarse como lo estaba haciendo. Sin embargo, al ver el enorme jet que la llevaría, Lorna se asustó. Nunca había volado antes. Dejó fluir su miedo, su ansiedad y perdió el control. Lloró.
Charles, que venía rodando su silla unos pasos detrás de ellos, iba a entrar en su cabecita para consolarla pero enseguida vio a su antiguo amante inclinarse junto a su hija. Erik le secó las lágrimas con los pulgares y la cargó en brazos para que al subir de esa forma, la niña no tuviera miedo. El telépata quedó estático por lo emocionado y sorprendido. Hank lo trajo a la realidad golpeándole el hombro cuando pasó a su lado. Charles siguió el camino para ver a Erik subir la escalera con la hija de ambos. Hank subió detrás de ellos y activó la rampa que se deslizó por sobre los escalones para que Xavier ascendiera con la silla.
Dentro de la nave, Magneto acomodó a Lorna en uno de los asientos que daban al pasillo, le ajustó el cinturón de seguridad y se sentó a su lado junto a la ventanilla. Charles pasó junto a ellos para ubicarse en otro metros más atrás.
Hank fue a la cabina para poner en funcionamiento el motor. Lorna se sentía aliviada con su padre a su lado. Echó la cabeza hacia atrás contra el respaldo mullido y cerró los ojos. Cuando el avión comenzó a moverse, los abrió alterada pero rápido Erik la entretuvo enseñándole el paisaje a través de la ventanilla.
Charles los observaba atentamente. Percibía la mezcla de emociones de Erik y de la pequeña: había ansiedad, asombro, cierto miedo y mucha paz. Los dos estaban felices de haberse reencontrado. Cuando el jet se elevó, Lorna contuvo el aliento y su padre telépata sintió su turbación. Erik le apretó la mano.
La nave se estabilizó. Magneto le desabrochó el cinturón a su hija y la invitó a levantarse para recorrer el avión. Le aseguró que aunque estuviesen en el aire, no había peligro. Lorna conocía de aviones aunque no hubiera estado en uno antes. Sabía que eran máquinas que podían mantenerse volando y que ella podía caminar adentro sin miedo. Iba de la mano de Erik y al pasar junto a Charles lo observó intensamente.
─Hola ─ saludó el telépata con suavidad y esbozó una sonrisa. Estaba emocionado y no pudo sonreír por completo.
Lorna siguió estudiándolo con curiosidad y apretando la mano de Erik para sentirse segura.
─Hola ─ contestó finalmente.
─Me llamo Charles y tú eres Lorna, ¿cierto? ─ ella asintió ─. Ahora vamos a una nueva casa donde vivirás con Erik ─ miró a su amante ─. No te separarás más de él. ¿Conoces Nueva York?
Lorna sacudió la película.
Charles insistió.
─ ¿No has visto películas que transcurran allí?
─Yo solo miro caricaturas.
Erik rio.
─Tiene diez años, Charles.
El telépata se sintió ridículo. Era absurdo que justamente él no supiera entablar una conversación con una niña pero se dio cuenta de que la tensión le estaba ganando y no lo dejaba razonar.
Erik decidió intervenir para ayudarlo.
─Charles es un gran amigo mío, que conocerás más en poco tiempo ─ no era el momento ni el lugar adecuados para revelar su identidad ─. Ahora vamos a su casa, que es un sitio enorme, para vivir todos juntos, Lorna. Viviremos entre árboles, en una casa grande donde podrás jugar y divertirte.
La niña sintió que los ojos se le humedecían y se pasó las manos para secarlos.
─ ¿No me dejarás más? ─ preguntó con un hilo en la voz.
Charles pasó saliva con un nudo de conmoción en la garganta. Erik suspiró y se puso de cuclillas junto a su pequeña para abrazarla con fuerza.
─Nunca te abandoné, Lorna ─ juró ─. Algún día te explicaré qué pasó pero nunca quise dejarte y nunca dejé de pensar en ti.
La niña lloró entre sus brazos. Su padre la cargó en brazos y la llevó otra vez a su asiento. El telépata podía sentir las emociones encontradas de ambos: eran de dolor, furia y alegría porque ahora estaban juntos.
Desde la cabina, Hank escuchó partes de la conversación y oyó el llanto de Lorna. Se sentía culpable y pensó cómo podía enmendar el daño irreparable que había causado una década atrás.
…..
Aterrizaron en el aeródromo privado de la propiedad extensa de Xavier. Ya antes de partir habían dejado un coche preparado para llegar hasta la casa. Hank se ubicó en el asiento del conductor, Charles a su lado en el del acompañante y Erik y su hija ocuparon el de atrás. El paisaje campestre y calmo relajó a Lorna, que estaba exhausta, y la hizo bostezar y recargar la cabeza contra el hombro de su padre.
Finalmente llegaron a la casa y Hank estacionó frente a la fuente seca para sacar la silla para su amigo y regresar el coche al garaje. Charles abrió la puerta de la morada para que pasaran su amante y su hija.
Lorna entró de la mano de Erik observando el ambiente con una mezcla de curiosidad y asombro.
El telépata maniobró la silla para quedar a la altura de la pequeña:
─Hay una habitación en el piso de arriba para que descanses ahora con una cama limpia y preparada ─ le acercó los labios al oído para susurrarle a modo de secreto ─. Tiene un dosel blanco como las camas de las princesas.
Lorna sonrió con entusiasmo. En su cabeza imaginó los lechos de las ilustraciones de los cuentos que leía. Charles continuó:
─Más adelante, te prometo que tú misma escogerás entre los dormitorios de huéspedes el que más le guste. Tengo muchos para elegir.
Lorna asintió. Erik guio a su hija de la mano por la escalera bifurcada hacia la planta de arriba y le abrió la puerta de la recámara. La niña observó el ambiente con fascinación. El mobiliario era sencillo pero la ventana gigantesca, la cama con dosel como los de las princesas (tal como Charles le había prometido) y el espacio tan amplio la maravillaron. Nunca antes había estado en un sitio tan enorme. Ya desde afuera la mansión se le había asemejado a los castillos de los cuentos de hadas y ahora que conocía ese lecho, en su imaginación se planteaba si no habría alguna verdadera princesa escondida por allí. El sitio le había quitado el aliento. Estaba lejos de pensar que tal espacio pertenecía a su otro progenitor.
─Entra, princesa ─ la invitó Erik, devolviéndola a la realidad.
La niña ingresó en el aposento y se sentó en un extremo de la cama. Acarició el acolchado suave y esponjoso. Después comenzó a quitarse los zapatos y su padre se arrodilló junto a ella para ayudarla.
─ ¿Qué pasó, papá? ─ reclamó con un hilo en la voz ─. ¿Por qué desperté y ya no estabas más conmigo?
Erik dejó el zapatito que le había quitado sobre el suelo y con los ojos humedecidos la abrazó. Tenían mucho de qué platicar y mucho que superar. Charles también participaría más tarde. Había demasiado misterio angustiante para Lorna y demasiado dolor para él. Sin embargo, lo importante era que ya estaban juntos.
…
Dejé este fic por más de un año y ahora subí un nuevo capítulo. Espero que les haya gustado.
Midhiel
