¡YAHOI! Para no perder las buenas costumbres (?) vengo a publicar de madrugada. Sé que me paso siempre del puñetero día, pero es que es lo que tiene tener vida.
Ojalá no la tuviera. Así podría dedicarme todo el día a escribir, a leer y a ver anime. ¡Vuelve a mí, mi adolescencia dorada! (?).
Disclaimer: Naruto y sus personajes no me pertenecen, son propiedad de Masashi Kishimoto.
¡Espero que os guste!
Día 3: Fantasy
Tu guardián
―Naruto. ―La voz de su madre lo hizo levantar la cabeza de su bol de desayuno―ramen, delicioso, delicioso ramen casero… ―. ¿Te acuerdas de Hinata Hyūga?―Sus ojos azules parpadearon. Tuvo que hacer memoria. No había conocido a muchas chicas en su vida, ni les había prestado atención a la mayoría. Solo a Sakura, la chica que le gustaba desde siempre. Así que tardó un poco en contestar a su progenitora.
―¿La niña rara que siempre se sonrojaba y se desmayaba por todo?―Kushina Uzumaki alzó las cejas ante la extraña definición y asintió.
―Sí, esa misma. Bueno, erais muy amigos de pequeños…
―Yo no diría tanto―masculló Naruto, regresando la atención a su desayuno.
―… y resulta que está de vuelta y su madre me ha solicitado ayuda para cuidarla. ―Naruto se terminó los fideos y dejó los palillos a un lado, para sorber el caldo que aún quedaba en el bol.
―Mmm… ¿y?―dijo, levantándose y dejando la loza sucia dentro del fregadero, para lavarla en cuanto volviera a casa, tras hacer un recado muy importante.
―No me has escuchado, ¿verdad?―Kushina suspiró. Naruto se sintió ligeramente culpable. Pero es que ese día regresaba Sakura de vacaciones y quería ser el primero en recibirla. Así vería lo considerado que era y lo mucho que había crecido durante el verano. ¡Seguro que se sorprendía de lo guapo que estaba y le diría que sí cuando le propusiera ir a una cita! ¡Esta vez estaba seguro de que no lo rechazaría!
―¡Sí, mamá, claro que te he escuchado'ttebayo! ¡Me has dicho que Hibata vuelve y-
―Hinata―corrigió Kushina, comenzando a enfadarse―. Hinata, no Hibata. ¡Ves cómo no me escuchas'dattebane!―Naruto tembló al ver la vena comenzando a latir en la sien de su progenitora, su largo cabello rojo levantándose a su alrededor, evidencia de que más que enfadada, estaba iracunda.
―Uh… ―Kushina respiró hondo, calmándose.
―Cómo te decía―empezó de nuevo, clavando su mirada violácea en la azulada de su único vástago; esta vez, Naruto se aseguró de prestarte toda su atención―. Hinata vuelve hoy a la ciudad. No sé si recuerdas que hace seis años tuvo que irse con su madre, a un entrenamiento especial. ―Naruto ladeó la cabeza con el ceño fruncido.
―¡Ah, claro, ya me acuerdo! ¡Ella y su madre eran brujas!
―Son, no eran. Que están vivitas y coleando―refunfuñó Kushina―. A lo que iba: Hinata regresa, pero viene sola. Su madre me ha escrito: ella se quedará un poco más en el recinto sagrado de las brujas. Me ha pedido, cómo amigas que somos, si podía cuidar de Hinata por ella, durante un tiempo, nada más. ―Naruto parpadeó.
―Pero, mamá, tú te vas esta tarde de viaje de trabajo… ―Kushina suspiró.
―Lo sé, lo sé, pero me habría sabido fatal decirle que no a Hana, es mi mejor amiga. ―Naruto alzó las cejas.
―Creía que la tía Mikoto era tu mejor amiga'ttebayo. ―Kushina sonrió.
―Ambas son mis mejores amigas, Naruto, solo que de diferente manera. Es una distinción que muy pronto tú también tendrás que hacer'ttebane. ―Naruto pestañeó, sin entender nada―. En fin, el caso es que cómo yo no voy a poder echarle un ojo a Hinata… Se me ha ocurrido que podrías hacerlo tú. ―Naruto tardó dos segundos en procesar la información.
―¡¿Qué?! ¡¿Yo?! ¡No soy una niñera'dattebayo!―Kushina resopló.
―No es una niña, Naruto, tiene tu misma edad. Hana me ha asegurado que ni te enterarás de que está. Me ha dicho que sabe cocinar y eso, quieras que no, me saca un gran peso de encima. Si de ti dependiera, te alimentarías a base de ramen instantáneo. Estando Hinata aquí, al menos tendré la tranquilidad de saber que estarás comiendo como Dios manda. ―Naruto abrió los ojos y la boca, sorprendido.
―¿Qui-quieres decir… que se va a quedar… aquí?―Kushina asintió.
―Por supuesto. No voy a dejar a esa pobre niña sola por la gran ciudad. Tú podrás guiarla y protegerla mejor, ya que ese va a ser tu cometido a partir de ahora, así que…
―¿Mi cometido? ¿Cómo que… mi cometido?―Kushina se sacó el mandil y lo colgó en un gancho que había junto a la nevera.
―Oh, ¿no te lo he dicho? Ahora que Hinata es una bruja de pleno derecho necesitará un familiar, un guardián que la proteja. Así que le dije a Hana que tú estarás encantado de hacer ese papel. ―Naruto, a poco más, se cae de espaldas.
―¡¿Có-cómo?! ¡¿Qué yo… ¡¿Se te ha ocurrido acaso preguntarme primero'ttebayo?!―Kushina alzó una de sus cejas.
―¿Por qué? ¿Es que acaso tienes algo mejor que hacer? Además, te va a venir de perlas para entrenar tus poderes. ¿Cuánto tiempo hace que no practicas? Un demonio necesita estar siempre alerta y a plena capacidad, Naruto, ¿cuántas veces te lo tengo que decir?
―¡Yo no soy un demonio completo, soy medio demonio'ttebayo! ¡Y además… ¿qué podría pasarle a una bruja en una ciudad tan tranquila como Konoha?!―Kushina hizo oídos sordos a sus quejas.
―Ya le he dado mi palabra a Hana, no puedo, ni quiero ni voy a echarme atrás. Está hecho. ―Naruto cerró la boca y se dejó caer en una silla, furioso.
Sabía que de nada le valdría discutir. Su madre era aún más cabezota que él y no iba a lograr hacerla cambiar de opinión. Y el único que podía, desgraciadamente, no estaba disponible en esos momentos.
«A buenas horas me dejaste con esta loca, papá».
Hinata estaba la mar de nerviosa. Comprobó sus ropas y se retocó el pelo por milésima vez en el último minuto. Su madre le había dicho que se alojaría en casa de su querida amiga Kushina Uzumaki. Lo que significaba que estaría bajo el mismo techo que Naruto.
―Naruto-kun… ―suspiró, soñadora, recordando al rebelde niño de cabello rubio alborotado, vivaces ojos azules y pícara sonrisa que siempre la defendía de los abusones que se metían con ella.
Sabía que no lo hacía más que por amabilidad, porque no soportaba ver que se metían con los débiles, que porque la considerara una amiga realmente. Ella siempre había sido bien consciente de que estaba muy lejos de la categoría de amiga para el chico. Sin embargo, cómo sus madres eran amigas, solían pasar mucho tiempo juntos, aunque fuese de forma obligada. Y ella aprovechaba cada segundo a su lado para intentar acercarse más a él.
¡Y ahora iba a poder estar a su lado casi por pura chiripa! Apenas podía creérselo…
―Eh, tú―escuchó una voz masculina y pestañeó, girándose hacia la misma solo para descubrir a un alto chico rubio de ojos azules y marcas en las mejillas que la miraba con el ceño fruncido y la mandíbula apretada―. ¿Eres Hinata Hyūga?―La joven parpadeó por segunda vez, quedándose momentáneamente paralizada―. Oye, que no tengo todo el día. ¿Eres Hinata Hyūga o no'ttebayo?―dijo él, chasqueando los dedos varias veces delante de su cara.
―Y-yo… ―Retrocedió unos pasos, roja como un tomate, con el corazón latiéndole a toda velocidad dentro del pecho―. S-sí. S-soy… Hinata Hyūga… ―Levantó entonces la vista, viendo cómo él se echaba hacia atrás, con las fosas nasales ensanchadas―. ¿Na-Naruto-kun?―Él deshizo el ceño y la miró, ahora con algo de sorpresa.
―¿Cómo me has… Nada, no importa. ―Se rascó la nuca, incómodo de repente. De reojo, vio una maleta y una bolsa al lado de la que iba a ser su nueva compañera de piso, al parecer―. ¿Esos son tus bultos?―Hinata desvió la vista hacia su equipaje y asintió.
―Uh… sí. N-no he traído mucho. Mamá me dijo que podía comprar lo que necesitase en la ciudad. ―Naruto asintió y se acercó a ella, haciéndolo enrojecer nuevamente. Él alzó las cejas ante ese hecho, pero no comentó nada. Se limitó a agacharse y a tomar las asas de la maleta y la bolsa pertenecientes a su invitada inesperada―. ¡Ah, espe- ―Hinata se quedó boquiabierta cuando lo vio incorporarse, llevando los dos bultos como si no pesasen más que una pluma. Él sonrió, divertido, la primera sonrisa verdadera que le veía esbozar en el poco rato que llevaban juntos.
―Bueno, ¿vamos'ttebayo?―Sin esperar respuesta, él echó a andar. Tras reponerse de la sorpresa, Hinata corrió para alcanzarlo, recriminándose por su estúpida reacción de hacía unos segundos.
«Es en parte demonio, Hinata. Deberías haberte acordado. Tonta, tonta Hinata».
Naruto estaba terminando de calentar algo de la comida que le había dejado su madre preparada para los primeros días. Hasta él, con lo cabreado que estaba con toda esa situación, reconocía que no era culpa de Hinata.
Todo era culpa de sus madres. Especialmente de la suya, que estaba más loca que una cabra y que no dudaba en confiarle la seguridad y el cuidado de la hija casi desconocida de una de sus mejores amigas a un bueno para nada como él. ¡Si apenas y podía cuidar de sí mismo, por Dios!
―Na-Naruto-kun… ―Él se giró hacia la dulce vocecita femenina. Tenía que reconocer, mal que le pesara, que Hinata no parecía ser una mala chica. Exudaba un aura de calma que había logrado tranquilizarlo a él y hacerlo estar menos enfadado y nervioso por su presencia.
La joven acababa de cambiarse, al parecer. Ahora vestía un sencillo pijama de dos piezas de manga larga en color lila. No era nada llamativo, delicado, femenino o sexy. Pero, no obstante, le dio la sensación de que pegaba con ella. Hinata estaba de pie en medio del salón, con las mejillas rojas y jugando con sus dedos. Naruto tuvo en ese momento una visión fugaz de ella algunos años atrás, haciendo exactamente lo mismo, intentando agradecerle por haber ahuyentado a un grupo de idiotas que la estaba molestando.
«Adorable».
El pensamiento vino tan rápido como se fue y sacudió la cabeza.
―¿Querías algo? Estoy calentando un poco de comida de la que dejó hecha mamá. Dijo que hay como para unos tres días. Mientras no hacemos la compra para llenar la nevera y eso… ―Hinata asintió, conforme―. ¿Querías algo'dattebayo?―repitió su primera pregunta.
Hinata se sobresaltó y comenzó a jugar de nuevo con sus dedos.
―Yo… m-me preguntaba si podías… s-si podías darme… ―Naruto hizo acopio de paciencia para no ir hacia ella y sacudirla para que arrancara de una vez―… la clave del wifi… ―terminó Hinata, en bajito.
Naruto la miró durante unos segundos, para luego estallar en sonoras carcajadas.
―¡Ay, Dios, qué susto! ¿Solo es eso? ¡Pensé que me ibas a pedir algo vergonzoso como que fuera a comprarte tampones o algo así porque te había bajado la regla!―Hinata se puso roja de la cabeza a los pies.
―¡Y-yo nunca… nunca te pediría algo tan vergonzoso! ¡A-además, pu-puedo comprarme mis propios tampones, muchas gracias!―Naruto paró de reír abruptamente para clavar sus orbes azules en ella, ligeramente sorprendido―. ¿Qué?―dijo Hinata, dejando salir una leve nota de irritación en su tono de voz.
―Es que… no recordaba que… ―El microondas sonó en ese momento y ellos saltaron―. ¡Ah, bien, la cena ya está lista!―Naruto sacó un par de boles del interior del aparato y los llevó con cuidado hasta la mesa que hacía las veces de comedor a un lado del salón―. Calenté un poco de ramen. Cómo no me dijiste que quisieras nada en especial… ―Hinata se apresuró a llegar junto a él.
―Ra-ramen está bien. Recuerdo que… es tu comida favorita. ―Naruto sonrió mientras se sentaba.
―¡Y recuerdas bien! ¡El ramen es la mejor comida que hay en el mundo mundial'dattebayo! ¿Y a ti? ¿Qué es lo que te gusta, Hinata?―Ella se sorprendió porque le hablase directamente.
―Hum… M-me gustan muchos los rollos de canela.
―¿Eh? Pero es un postre, no una comida de verdad… Venga, algo más te tiene que gustar. ―Hinata rio.
―Es que me gusta comer de todo, Naruto-kun. No tengo… un plato preferido en específico.
―¿No? Bueno, eso es raro, pero… allá tú―dijo, encogiéndose de hombros―. Dime, ¿qué hiciste en ese entrenamiento especial para brujas?―Hinata tomó unos pocos fideos y una vez masticó y tragó contestó a su pregunta.
―Era sobre todo sobre control y mantenimiento de hechizos. Oh, bueno, también para descubrir la afinidad con tu elemento natural y practicar conjuros, también…
―Vaya, eso son muchas cosas'dattebayo. ¡Oye, oye, oye! ¿Y has descubierto cuál es tu afinidad?―Hinata sonrió, con algo de orgullo filtrándose en el gesto.
―Sí. El agua. ―Naruto abrió los ojos con sorpresa.
―¡El agua! ¡Vaya! Dicen que es uno de los elementos más difíciles de controlar… ―Hinata asintió.
―Sí, porque si te descuidas, podrías provocar una inundación sin precedentes. Mamá me dijo que no hiciera ningún hechizo de agua a no ser que no me quedara más remedio. Al tener afinidad con ese elemento, los hechizos que contengan agua serán más efectivos si los lanzo yo. Al igual que un mago o una bruja cuyo elemento afín sea el fuego tendrá más posibilidades de vencer si lanza un conjuro de fuego. ―Naruto pestañeó.
―Oh, eso tiene sentido, supongo. Oh, ¿qué te gusta hacer en tu tiempo libre? Ya sabes, para pasar el rato… ―Hinata sonrió, dándose cuenta de que él estaba tratando de ser amable y de hacer su convivencia forzosa lo más amena posible.
―Pues… l-lo normal, supongo: leer, escuchar música, cocinar, tejer…
―¿Tejer?―Hinata se sonrojó.
―Bu-bueno, no hay muchos entretenimientos en el recinto sagrado de las brujas. Así que… aprendí un poco de costura. ―Naruto rio.
―Vaya, quién lo diría: las brujas más poderosas de la actualidad se dedican a hacer bufandas y gorros para matar el tiempo'dattebayo.
―Y guantes. Los guantes son importantes. ―Naruto la miró con extrañeza para luego solar una carcajada al ver su expresión divertida.
―Vaya, eres una chica rara, Hinata. Al principio me pareciste muy tímida y oscura, pero, ¿sabes? Creo que me gustan las personas como tú. ―Hinata sintió que se ponía colorada y que un calorcillo se extendía desde el centro de su pecho y hasta las puntas de los pies.
―Gracias… ―dijo, bajando la cabeza y centrándose en su cuenco de ramen.
Al parecer, no había empezado con tan mal pie cómo había supuesto.
―¡Eh, Naruto, aquí!
―¡Hola, chicos! ¿Qué pasa, gente? ¡Shikamaru, ¿qué hay con ese careto?!
―¿Ah? Es mi cara de siempre, capullo. ―Hinata se paró, nerviosa, frente a la puerta del que iba a ser su nuevo instituto.
Llevaba un mes conviviendo con Naruto y ahora le tocaba empezar su etapa como estudiante normal y corriente. Armándose de valor, dio un paso adelante, para ir a reunirse con el rubio, que había prometido presentarle a sus amigos.
―¡Sakura-chan, Sasuke-teme, hola! ¡Sakura-chan, oye, siento mucho no haber podido ir a buscarte aquel día, como te había prometido!―Hinata detuvo su andar al ver al Uzumaki interactuar con una bonita chica de llamativo cabello rosado y brillantes ojos verdes.
Se fijó en los ojos azules, que observaban a la recién llegada con admiración y embelesamiento. El estómago de la joven se encogió y asió más fuerte el asa de su cartera.
«Ella le gusta».
De pronto, se sintió estúpida ahí parada, en medio de un montón de desconocidos. Aterrada, dio varios pasos atrás. Las multitudes la agobiaban. Recordó el primer día que Naruto la había llevado a un centro comercial: había sufrido un ataque de pánico en medio del cual se había perdido. Naruto la había encontrado dos horas después, encogida en un rincón, sollozando. Él había estado muy alterado, muerto de la preocupación.
―¡Maldita sea, Hinata, no vuelvas a salir corriendo así! ¡Me has dado un susto de muerte!―Ella solo había podido llorar a lágrima viva, mientras dejaba que él la abrazara, tratando de calmar su angustia―. Está bien, vale, no ha sido para tanto… Oye, Hinata… ya deja de llorar… No ha pasado nada, de verdad, no estoy enfadado ni nada…
―Te-tenía mucho miedo… N-no me gustan las aglomeraciones. ―Él había suspirado, resignado.
―Supongo que es normal, si hasta ahora has estado viviendo como una ermitaña. Anda, vamos, te compraré unos rollos de canela, para que te sientas mejor…
―Naruto-kun…
―¿Mmm?
―L-lo siento…
―Ya, te he dicho que no es para tanto. Además, no tienes de lo que preocuparte. Si alguna vez te vuelves a perder―él le elevó el mentón con un dedo, su sonrisa más brillante y sincera que nunca―te encontraré. Lo juro por el vínculo que nos une'ttebayo.
Y Hinata volvía a sentirse igual que aquella vez: sola, desamparada, rodeada de gente que no la conocía y que no sabía cuáles eran sus intenciones hacia ella…
Se dio la vuelta y echó a correr, sintiendo que su respiración se volvía pesada y que las manos le temblaban. En algún punto de su loca carrera se le cayó la cartera, pero ella siguió corriendo. Necesitaba aire fresco, necesitaba libertad, necesitaba calma…
Llegó casi sin darse cuenta a una de las orillas del río que rodeaba la ciudad. Se detuvo para recuperar el aliento, dejándose caer sobre la hierba, hundiendo el rostro en sus rodillas.
―Soy patética―se dijo―. Naruto-kun me regañará… ―musitó, con los ojos llenos de lágrimas.
Pero es que verlo reaccionar de esa forma ante otra chica había sido un duro golpe para ella. Habían estado viviendo en una burbuja los dos solos durante el último mes. Ni siquier se le había ocurrido pensar que Naruto tuviera más amigos o siquiera que estuviera enamorado de alguien más. Había albergado tantas esperanzas e ilusiones durante aquellas semanas…
―Tonta, Hinata tonta. Por supuesto que él ya tendría una novia. Tú no eres más que la bruja molesta con la que se ve obligado a cargar. Solo es amable contigo por obligación…
―Vaya, vaya, vaya, ¿qué tenemos aquí?―Hinata sacó la cabeza de su refugio y parpadeó, enfocando la vista, descubriendo a varios tipos rodeándola. Ni se había percatado de que se habían acercado―. ¿Te has perdido, nena? ¿Necesitas que te mostremos el camino de vuelta a Oz?―Los tipos rieron y ella se tensó. Temblando como una hoja, se levantó.
―Y-yo… l-lo siento… Ya… ya me iba… ―Dio un paso tentativamente hacia atrás, solo para que uno de los tipos le agarrara del brazo―. Po-por favor, su-suéltame-
―No creo que quieras que haga eso, chica. Has venido a dar al territorio del bueno de Mako, así que ahora… me perteneces. ―Hinata sintió el pánico invadirla cuando varios pares de manos la agarraron, impidiéndole ahora moverse.
Necesitaba hacer algo, cualquier cosa… Vio el río a su derecha y supo que era su única salida. Respiró hondo, buscó la magia en su interior y separó los labios:
―Aqua, active: flagellum. ―Un chorro de agua se elevó y tomó la forma de un látigo, golpeando a sus agresores para alejarla de ellos.
―¡Aaaaaah!―Hinata cayó al suelo en cuanto la liberaron y perdió el control del hechizo, que se deshizo en cientos de gotitas diminutas que salpicaron por todos lados, empapándola a ella y a sus asaltantes.
―¡¿Qué ha sido eso?!
―¡¿Ha sido ella?!
―¡Imposible!
―¡Oye, tú, ¿qué coño has hecho?!―Hinata retrocedió en el suelo al ver que volvían a cernirse sobre ella, más enfadados que antes.
―Po-por favor, de-dejadme…
―¡Sí, has sido tú, claro que sí! ¡Ven aquí, mocosa! ¡Te voy a enseñar a respetar a tus mayores!―Hinata, aterrada, vio cómo se le echaba aquel gorila encima. Trató de escabullirse pero el suelo ahora estaba embarrado y por tanto resbaladizo, así que volvió a caer, manchándose de paso todo el uniforme. Alguien la agarró del tobillo y la obligó a darse la vuelta. Ella chilló, con la vista emborronada por las lágrimas.
―Po-por favor, so-solo quiero irme…
―No antes de que nos divirtamos un poco, preciosa. ―Hinata sintió el miedo invadirla nuevamente. No quería nada de eso… no quería que la atacaran… no quería estar allí…
Quería a Naruto… Él le había dicho que la encontraría sin volvía a perderse. Pero tampoco podía depender siempre de él. Ahora se daba cuenta: debía saber defenderse, debía poder cuidar de sí misma…
Cerró los ojos, invocó su poder y concentró todas sus fuerzas en el próximo hechizo:
―Aqua, active: ímpetus tempestatis. ―Las aguas se agitaron y un enrome torbellino empezó a formarse en el centro del río, creciendo más y más hasta alcanzar la altura de un rascacielos enorme.
―¡¿Pero qué…
―Me cago en todo…
Truenos y relámpagos sonaron y el cielo se oscureció, mientras el torbellino crecía más y más. El viento aulló furioso y los caló a todos hasta los huesos. Hinata era incapaz de moverse, viendo con horror lo que ella misma había creado.
«Dios mío, ¿qué he hecho?».
Naruto corría como un loco por las calles de la ciudad, preguntando a todo el mundo si había visto a una estudiante de instituto con el cabello del color de la medianoche, ojos perlas y piel blanca como la leche.
Pero hasta ahora su búsqueda había sido en vano. Maldijo para sus adentros. Había notado la ausencia de Hinata en la ceremonia de entrada, recriminándose por haberse olvidado de ella. Creía que estaría encogida en un rincón del patio, asustada. Se había sentido tan culpable―sabiendo su miedo a las multitudes―que había salido antes de que finalizara la ceremonia para buscarla. Sin éxito alguno. Pensó que tal vez habría vuelto a casa y fue hacia allí, pero estaba vacía.
Buscó entonces en los alrededores y en el camino al instituto, pero nada, ni rastro. Entonces empezó a preocuparse de verdad.
Intentó rastrearla, buscar su olor, su esencia o su magia. Pero cómo ella nunca había hecho nada mágico en su presencia todavía no tenía ni idea de cómo se sentía su poder.
Se sintió frustrado. ¿No se suponía que era su guardián? ¿Su protector? ¡Le había prometido a su madre que la cuidaría y la protegería con su vida y ya había fallado dos veces en esa tarea, maldición!
―¿Has visto eso?
―¿Una tormenta? Pero si dieron que hoy iba a estar soleado todo el día…
―Qué fastidio… Y yo que quería ir a la piscina… ―Naruto se detuvo y escudriñó el cielo. Al principio no vio nada, pero luego, su aguda visión captó, a la distancia, una tormenta en ciernes en dirección suroeste. Ladeó la cabeza, confuso. Se suponía que hoy iba a hacer sol, no habían dado lluvias ni tormentas eléctricas. Aquello que se acercaba venía de donde estaba el río, pero si hubiese aviso de tormenta por aquella zona habrían dado la alerta…
«A no ser que en vez de un fenómeno natural sea el poder desbocado de una bruja».
Su pensamiento lo paralizó, para echar a correr segundos después, imprimiendo a sus piernas toda la velocidad posible.
Hinata. Tenía que ser Hinata. Su elemento afín era el agua. Había leído mucho al respecto desde que ella se lo había dicho. Los seres que dominaban la magia elemental del más alto nivel podían incluso doblegar la naturaleza a su voluntad.
Pero Hinata nunca habría hecho algo así por sí misma. No solo porque aún no tenía semejante nivel de poder, sino porque era una persona amable y dulce, que nunca jamás lastimaría a los demás.
No sin una buena razón.
El único motivo por el que su magia se había descontrolado era porque alguna emoción fuerte la dominaba y, conociéndola como la conocía, Naruto apostaba a que aquella emoción era el miedo.
Llegó al lecho del río y derrapó sobre el terreno embarrado, luchando por recuperar el equilibrio para no caerse.
―¡HINATA!―Su grito traspasó la bruma de aturdimiento que envolvía a la joven, que yacía sentada, con las rodillas elevadas y las palmas de las manos sobre la tierra mojada.
Ella giró el rostro, su cara una máscara mezcla de alivio, conmoción y pánico.
―Naruto-kun… ―Sintió que las lágrimas se desprendían de sus ojos y los cerró. De pronto las fuerzas la abandonaron y ella empezó a caer al suelo.
―¡Hinata!―Naruto llegó a tiempo de atraparla antes de que acabase tirada en el suelo―. ¿Qué ha…
―¡Maldita loca psicópata!―Naruto levantó su vista preocupada del rostro ahora desmayado de la joven para toparse con varios tipos que miraban furibundos para el cuerpo femenino que ahora sostenía en sus brazos.
―¿Qué has dicho?―preguntó, poniéndose en pie mientras cargaba con todo el cuidado del mundo el peso de Hinata.
―¿Eres su novio? ¡La pequeña putita casi nos mata! ¡No sé qué mierda de truco usó, pero juro que nos las pagará!―Naruto se tensó, sintiendo la sangre hervir en sus venas.
―¿Qué has dicho?―repitió; algo dentro de él comenzó a palpitar. Aferró con más fuerza a Hinata contra sí, mientras algo dentro de él bullía por liberarse.
―¡Nos las pagará todas juntas!―Los secuaces de aquel imbécil secundaron a su jefe.
La mirada azulada de Naruto se volvió de hielo. Se agachó, depositó con mucho mimo a Hinata en el sucio suelo pidiéndole perdón por tener que dejarla.
―Ahora vuelvo, ¿vale? Será solo un momento'ttebayo. ―Cerró los ojos un instante y, cuando los volvió a abrir, sus pupilas ya no eran redondas, sino verticales, rasgadas y de un rojo carmesí que a más de uno aterraría. Sus uñas habían crecido y se sentía más ligero y más fuerte a un tiempo.
Dios, ¿cuánto hacía que no daba rienda suelta a su poder demoníaco? Se sintió mejor que nunca. Porque aquellos idiotas que habían osado tocar a su persona más importante―más tarde se preguntaría por qué diablos había pensado semejante cosa―iban a acabar hechos papilla.
Desapareció de la vista de los pobres ingenuos y se movió a una velocidad tal que ninguno de aquellos imbéciles supo siquiera qué o quién los había golpeado.
Cuando terminó su trabajo, regresó a por Hinata, recogiéndola en sus brazos y acunándola suavemente contra su pecho.
―¿Qué… qué sois… vosotros?―Naruto miró por encima del hombro al jefe, al único que había dejado vivo, para que él supiera exactamente a qué clase de bestia había despertado.
―Vuelve a ponerle las manos encima y no vivirás para contarlo. ―Él chilló y salió huyendo, tropezando con sus propios pies, gritando por ayuda.
Naruto se relajó en cuanto lo perdió de vista y regresó a su estado normal. Miró para el rostro de Hinata, que ahora parecía estar en absoluta calma.
―Hinata… ―Hundió el rostro en su pelo, aspirando su fresca e intoxicante fragancia a lilas, un aroma que ahora impregnaba toda su casa y que había llegado a amar en secreto―. Nunca, nunca más dejaré que te hagan daño. Lo juro'ttebayo.
«Lo juro, mi brujita. Soy tu guardián. Eres mía para proteger. Solo mía».
Y era un juramento que pensaba cumplir durante el resto de su vida.
Por y para siempre jamás.
Fin Tu guardián
Ya, ya sé: queréis cosas fluffy y soft y bonitas dónde acaben juntos y se demuestren su amor incondicional.
Pero, ¿sabéis lo que pasa? Que mi musa es caprichosa y siempre hace lo que le da la gana, así que... hablad con ella. Dudo que os haga caso, pero... por intentarlo, que no sea xD.
Un par de cosillas:
1. Flagellum látigo en latín.
2. Impetus tempestatis torbellino en latín.
3. El argumento de este OS está basado en la misma premisa de un manga que acabo de empezar a leer: Witch Watch. No voy a revelar más nada por si acaso os hace leerlo. Podéis encontrarlo en la página de Mangaplus, donde también está Boruto, One Piece, Black Clover y alguna serie más del momento. (Bueno, OP ya tiene sus buenos veinte añitos, pero a la gente le sigue gustando xD).
Nada más. ¿Me dejáis un bonito review que me alegre el día? Porque, ya sabéis:
Un review equivale a una sonrisa.
¡Muchísimas gracias por el suyo a: Guest! ¡Muchísimas gracias, de verdad! ¡Lo aprecio un montón! ¡Gracias!
*A favor de la campaña con voz y voto. Porque dar a favoritos y follow y no dejar review es como manosearme una teta y salir corriendo.
Lectores sí.
Acosadores no.
Gracias.
¡Nos leemos!
Ja ne.
bruxi.
