RETANDO AL DESTINO
CAPITULO 3.
REVELACIONES.
Makoto estaba en la sala de espera del hospital caminando de un lado a otro. Habían pasado ya casi tres horas desde que su amiga hubiera sido internada en el área de urgencias y aún ningún médico se había acercado a darle un informe sobre el estado de salud de su amiga y la falta de noticias y la culpa la estaban matando.
"Si tan sólo no me hubiera puesto a coquetear con Kaido" Le decía la voz de su conciencia una y otra vez, porque creía que de no haberse entretenido coqueteando con aquel atractivo fotógrafo con quien hace meses hubiera tenido un affair, probablemente hubiera podido proteger a Serena, después de todo, aunque hacía mucho tiempo no había enemigos atacando a la tierra y tenía mucho tiempo sin transformarse en Sailor Jupiter, proteger a Serena era su deber como guardiana, o al menos así lo sentían ella y el resto de ex sailor scouts.
No tenía los números de celular de los padres de Serena ni de su hermano, así que tras stalkear en el perfil de facebook de su amiga había localizado sus perfiles y les había mandado mensaje pero aún no los veían, y no era para menos ¿Quién se detendría a revisar facebook estando de vacaciones?
Deseaba en ese momento tener la compañía de sus entrañables amigas que eran lo más parecido que tenía a una familia, pero hacía días había cambiado de celular y aun no pasaba los números de teléfono de sus contactos a su agenda electrónica; además, tratar de contactar a Ami no tenía caso, pues aunque sabía estaba de guardia en ese mismo hospital, su amiga no solía contestar mensajes ni llamadas en horas de trabajo. Contactar a Rei a través de las redes sociales tampoco era opción pues seguro estaba ocupada preparándose para la cena con su padre y el embajador francés; y de Minako no sabía ni siquiera donde estaba, pero seguro en cualquier parte pasándola bien porque conectada no estaba.
Como última opción había pensado en Darien, porque si bien podría no ser ya novio de Serena, no lo creía tan mal ser humano como para no preocuparse por aquella con quien había compartido doce años de su vida, pero al tratar de entrar a su perfil de facebook se dio cuenta de que había desactivado su cuenta.
De pronto se le ocurrió que quizá Darien tenía el número de su teléfono de sus ahora ex suegros, y recordando que hasta hace unos meses Darien trabajaba en ese hospital lo más seguro era que en alguna base de datos tuvieran registrado su número de celular y se acercó a la recepción:
-Buenas tardes.
´-Dígame ¿En qué puedo ayudarle, señorita?- Preguntó la joven recepcionista sin despegar su vista del monitor.
- Soy amiga del doctor Chiba Darien, quien tengo entendido trabajaba en este hospital hasta hace unos meses, y mi amiga a la que acaban de internar en urgencias es su ex novia ¿Sería posible que me proporcione el teléfono celular del doctor Chiba, por favor?
La recepcionista se le quedó mirando como si estuviera loca.
-Disculpe señorita, pero no podemos proporcionar información privada de nuestro personal médico.
Makoto estaba desesperada. La situación de Serena era delicada y necesitaba poder contactar a sus padres o a su hermano tan pronto como fuera posible.
-Señorita. Necesito contactar a los papás de mi amiga y...
-Discúlpeme, pero tengo mucho trabajo.
Makoto sacó un par de billetes que guardaba en una de las bolsas de su chamarra y los puso sobre el mostrador.
-Por favor se lo pido.
En el rostro de la recepcionista era evidente el fastidio, y de mala gana contestó:
-¡No puedo ayudarle señorita, lo siento mucho y si me permite...
La recepcionista dejó de hablar y entonces en su rostro que hace pocos segundos reflejara fastidio de pronto se dibujó una sonrisa.
-Doctor Furuhata.- Dijo la muchacha efusiva.- ¿Qué hace por aquí en su día de descanso?
A Makoto le empezaron a sudar las manos al escuchar aquel apellido. Habían pasado siete años desde que había dejado de tener contacto con alguien que llevaba ese singular apellido y que en ese entonces era estudiante de medicina. Debería tener mucha mala suerte para que de tantos hospitales que había en Tokio se lo tuviera que encontrar, pero escuchó su voz y supo que sí, era el mismo Andrew por el que casi todas sus amigas ex senshis habían tenido un crush durante un tiempo.
-Buenas tardes. Nozomi. Ayer olvidé la billetera en mi consultorio y apenas hoy me di cuenta. ¿Mucho trabajo hoy?
Por un momento a Makoto se le olvidó la gravedad de la situación de su amiga y pensó en escabullirse. No quería saludar a Andrew, era incomodo después de lo que había sucedido entre ellos en el pasado. Quiso aprovechar que estaba de espaldas a Andrew y que él estaba muy entretenido charlando con aquella recepcionista tan desagradable, pero no contaba con que una desconocida la delatara.
-¿Makoto Kino?- Preguntó una adolescente desconocida que la miraba emocionada.- Eres más bonita en persona. No me pierdo ninguno de tus desfiles y te sigo en todas tus redes sociales ¿Me puedo tomar una foto contigo?
A Makoto no le quedó de otra que sonreír y aceptar. Después de todo, le gustara o no era una figura pública y no quería hacerse fama de grosera entre sus fans.
-Claro que sí.- Dijo tratando de mostrarse tranquila aunque lejos estaba de sentir tranquilidad.
Esperaba que aquella adolescente tomara rápido la selfie para escabullirse fingiendo no haber visto a Andrew, pero no contaba con que la jovencita quisiera más que una sola selfie.
-Disculpe. ¿Nos podría tomar una foto?- Pidió la adolescente acercándose a Andrew.- Y después yo le tomo una con ella si quiere. ¿Verdad que es más guapa en persona?
Makoto sonrió nerviosamente cuando sus mirada se encontró con la de Andrew. Estaba cambiado y le pareció que a sus casi treinta años era más atractivo que cuando estaba en sus dieciocho y primeros veintes.
-Es muy linda.- Dijo Andrew esbozando una sonrisa. Aquella sonrisa que le encantaba a la adolescente que un día fue.
Andrew tomó un par de fotografías que complacieron a aquella adolescente escandalosa, pero entonces una señora que seguramente debía ser la madre de aquella jovencita la llamó exigiendo que fuera a su lado porque al parecer llevaba prisa.
Al quedarse sin una compañía y frente a Andrew, Makoto sintió como se ruborizaba al sentir la mirada de él recorriéndola. ¿Qué demonios le estaba pasando? En los últimos años había aprendido bien el arte de la seducción y no se intimidaba ante ningún hombre por más que se sintiera atraída, pero ahí estaba frente a su ex crush de la adolescencia sintiéndose tonta. Pensó que le habría gustado que la tierra se la tragara en ese momento, pero no era posible, y tratar de huir sin saludarlo o fingir no conocerlo hubiera sido ridículo cuando por años se habían visto en el crown y hasta había estado en su cama, además, tratar de irse sin saludar le haría quedar como una rencorosa que le había dado mucha importancia a un acostón de hace un par de años con un hombre que no le prometió nada.
-Hola.- Dijeron los dos al mismo tiempo
-¿Cómo has estado?- Preguntó Andrew como si verla después de años le diera gusto.
-Bien. ¿Y tú?- Contestó Makoto, sintiendo como poco a poco recuperaba el control sobre si misma. Si él podía fingir que no recordaba lo que había sucedido entre ambos, ella también podía hacerlo y todos felices.
-Bien.- Respondió Andrew.-¿Y qué haces aquí en el hospital?
-Serena tuvo un accidente. La atropelló un auto y está en urgencias.- Contestó Makoto volviendo de nuevo a la realidad.
-¿Qué? ¿Cómo fue?
- Trabajas aquí ¿Verdad.- Preguntó.- ¿Tendrías manera de averiguar como está? Llevo tres horas aquí y ningún médico me ha dado informes. También te agradecería si me pudieras conseguir el teléfono de Darien. Es probable que él tenga el número de teléfono de sus padres. Por favor.- Suplicó Makoto.
-Claro que sí.- Respondió Andrew con preocupación.- Espérame aquí. Yo le marcaré a Darien y veré que puedo averiguar del estado de salud de Serena.
Cuando Andrew se retiraba, Makoto escuchó la voz de una de sus amigas a sus espaldas. Era Ami que mientras caminaba a su encuentro se quitaba la bata muy seguramente con la intención de retirarse a casa.
-¿Qué haces por aquí, Mako-chan? ¿Qué no tenías tu seguro médico en otro hospital?
-Serena tuvo un accidente.- Dijo Makoto, y entonces las lágrimas contenidas empezaron a salir mientras le contaba con detalles lo sucedido a su amiga.
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Rei miró el reloj en su computadora portátil. Faltaba una hora y 15 minutos para la cena con el cónsul, así que aunque deseaba seguir charlando con Darien se despidió y cerro su laptop.
Estaba a punto de meterse ahora sí a la ducha cuando escuchó el teléfono timbrar. Pensó en no contestar, pues en poco tiempo tenía que estar lista, pero ansiaba escuchar su voz masculina susurrándole palabras de amor y cogió el celular.
-Darien. Te veo mañana, me tengo que...
-¿Darien?.- Escuchó la voz de Ami del otro lado del teléfono.- ¿Has estado hablando con Darien?
-¿Ami?.- Dijo sorprendida. Lo último que esperaba era que ese sábado por la tarde Ami que según sabía tenía guardia en el hospital le marcara.
Pensó que podría decir para seguir ocultando su secreto por un tiempo más pero no se le ocurría nada con que justificar haber dicho el nombre de su amado .
-No.- Se apresuró a Responder Rei.- Bueno, no con el Darien que tú y yo conocemos, sino con un compañero de trabajo. En trece días empieza la semana de la moda y...
-Rei. No es que no me interese escuchar tus cosas, pero ha sucedido muy grave.
-¿Qué sucede, Ami?
-Es Serena. La atropelló un auto. Creo que está muy grave y no hemos podido localizar a sus padres ni a Darien.
-¿Qué?- Dijo con voz temblorosa.
No alcanzó a escuchar a Ami porque de pronto tuvo una visión en la que vio a Serena ataviada con su majestuoso vestido de princesa llorando desconsoladamente dentro del palacio lunar que se derrumbaba, y entonces, dentro de su habitación le pareció escuchar la voz de su amiga susurrándole "Tú eres la culpable de todo, Mars. Hoy y siempre tú eres la culpable de que exista el caos."
La visión se le nubló a la sacerdotisa, sintió como perdía las fuerzas que hicieron que el celular resbalara de su mano mientras una sensación de escalofrío recorría su cuerpo. Después, todo se obscureció a su alrededor.
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Afuera del palacio lunar se había desatado el caos y todo era destrucción. Beryl había poseído las mentes de los cuatro generales del principe Endymion los cuales estaban utilizando sus poderes para destruir todo a su pasa y acabar con la vida de los habitantes del reino lunar. Endymion sabía que ya no podía contar con sus ex generales, y que dadas las circunstancias, aquella era una batalla perdida y que pronto el reino lunar sería dominado por la Reina Beryl, así que él debía encontrarla para ponerla a salvo.
-Endymión.- Escuchó la voz de la princesa Serena que corrió presurosa a su encuentro y buscó protección en sus brazos.
-¿Dónde está Lady Mars?- Le preguntó el príncipe rechazando el contacto físico.
-Mars está muerta.
-¡No!
Darien despertó de su pesadilla y a pesar de que aún los días fríos no terminaban, despertó sudoroso y con los latidos de su corazón acelerados. Aquel sueño no tenía sentido alguno pero le dejó una sensación de malestar y una necesidad de saber en ese mismo momento de Rei.
Le marcó un par de veces pero no respondió y trató de tranquilizarse así mismo repitiéndose mentalmente que debía estar en esa cena importante a la que tenía que acompañar a su padre.
Se dirigió a la cocina y sacó del refrigerador una cerveza y tomó de la alacena una bolsa de frituras. No tenía planes de salir aquel sábado, así que puso un programa de deportes en la televisión, después abrió la bolsa de frituras y tomó un puño llevándoselas a la boca, pero cuando estaba por sentarse a pasar lo que sería una noche de sábado relajado escuchó golpes en su puerta y la voz de Andrew llamándolo a gritos desde afuera.
Dejó las botanas en una mesita de centro y de mala gana se dirigió a abrir la puerta.
-¿Qué son esas maneras de tocar Andrew?
-¿Por qué no has contestado el celular?- Exigió saber su amigo. Lo cual le pareció raro.
-Estaba durmiendo. ¿Qué sucede?
-Serena tuvo un accidente. La atropelló un auto y está muy grave.
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Mars abrió los ojos y se encontró con la mirada de Lady Mercury que la miraba preocupada. Lo último que recordaba era haber estado entrenando con Lady Jupiter pero de pronto todo se había obscurecido a su alrededor y ahora, sin saber como se encontraba en sus aposentos dentro del Palacio Lunar.
-¿Qué sucedió?... ¿Cómo llegué aquí? Preguntó sintiéndose aún aturdida.
-Te desmayaste y Lady Júpiter te trajo cargando hasta aquí.
Mars intentó sentarse en su cama, pero Mercury la detuvo.
-Mars. Será mejor que hoy te quedes.
-Pero...
-Pero nada. Te quedarás aquí.- Dijo Mercury autoritaria, algo que sorprendió a Mars, pues su compañera no se caracterizaba precisamente por tener madera de líder.- Mars. ¿Has sangrado en los últimos meses?
-No
-Lo hubiera esperado de Lady Venus o incluso de Lady Jupiter, pero nunca de ti.- Dijo Mercury.- Pero descuida. No diré nada a nuestras compañeras ni a la Reina ni te preguntaré quien es el padre. Eso sí, te sugiero que dejes de poner pretextos para celebrar tu ceremonia de apareamiento con Jedite y que dejes de ver al padre de tu hija. Será la única manera en que nadie sepa lo que hiciste y que la desgracia no caiga sobre ti y sobre esa hija que llevas en tu vientre.
-Eso no es posible. No puedo estar embarazada
P.D.: Bueno. He estado inspirada así que escribí otro capítulo. No sé cuando vuelva a actualizar pero espero tenga tiempo y la musa me visite antes del fin de semana.
Gracias a quien haya pasado a leer.
Saludos.
