Ver la partida de David le dolió tanto como la gran decepción de Robin solo que por un extraño motivo, lo que sus ojos veían, la desestabilizaban de una manera que no podía explicarlo, se tomaría unos días de descanso para tratar de solucionar esa guerra constante en la que estaba su corazón, por lo que se aisló completamente en su habitación, puso un hechizo de insonorización alrededor de la mansión, no quería saber lo que sucedía afuera, sabía que no duraría para siempre, pero necesitaba tiempo para llorar, para pensar lo que sería de su vida en lo adelante.
Pasados tres días, aunque los problemas no se habían resuelto, decidió volver a la normalidad, extrañaba a su hijo y a los demás, no podía seguir aislada para siempre, por lo que comenzó a preparase, hoy por fin comenzaría su rutina diaria en el pueblo.
Durante tres días, David tuvo que resistirse al interrogatorio de toda su familia, querían saber lo sucedido con Robin y los motivos por los cuales Regina no atendía sus llamadas, ni había ido a trabajar, ni le había permitido a Henry entrar a su casa después de infinitos intentos por ir a verla, todos estaban muy preocupados, y qué decir de él, además de contenerlos a todos para que no invadieran la privacidad de Regina, se estaba muriendo por ir a verla, por almorzar con ella, la extrañaba demasiado, solo que con todas sus fuerzas tuvo que disimular, se contuvo para no llamarla, para no preguntarle a Emma y a Henry si la habían visto, porque sabía perfectamente que a sus espaldas intentaron contactarla, pero la voluntad le estaba fallando, a ciencia cierta no podía decir cuánto se contendría antes de que su necesidad nublara por completo su razón.
Esa mañana, Henry decidió escapársele a su mamá y a su abuelo e iría a la mansión, por lo que se apresuró en desayunar y a pesar de que ambos le ofrecieron llevarlo al colegio, no aceptó, quería ir solo, supo de inmediato que levantaría sospechas por su actitud, por lo que mintió en decirles que iría a comprar un regalito para el bebé que venía en camino y todos se quedaron muy tranquilos.
Cuando por fin pudo escaparse de los excesivos cuidados de su familia, fue directo a la mansión. Al llegar, todo estaba tan tranquilo como las veces anteriores, pero en esta ocasión, podía escuchar sonidos provenientes de la cocina, era raro, no había ocurrido antes, por lo que inmediatamente se dio cuenta de que su madre insonorizó la mansión con su magia, pero ahora el hechizo ya no estaba, esta era su gran oportunidad, por lo que la llamó desde afuera, estaba muy enfocado en lograr su atención.
"¡MAMÁ, NO ME IRÉ DE AQUÍ HASTA QUE ME DEJES ENTRAR, TE EXTRAÑO…!", iba a continuar cuando su madre abrió la puerta y rápidamente extendió sus manos para que corriera a abrazarla.
Ese momento entre ellos fue hermoso, lo necesitaba tanto, inmediatamente su hijo estuvo en sus brazos, un sentimiento de paz la invadió, Henry era su vida entera, la razón por la que decidió salir de la oscuridad para ser la madre que su hijo necesitaba, sus ojos se nublaron por las lágrimas que amenazaban por caer, pero se mantuvo fuerte.
"¿ya desayunaste, mi niño?", le preguntó todavía entre sus brazos.
"mis abuelos me obligaron, pero si hay algo delicioso, puedo hacer una excepción", sonrió desprendiéndose de los brazos de su madre, los que tanto había extrañado.
"adivina", lo animó, con una sonrisa traviesa mientras cerraba la puerta y lo atraía hasta la cocina.
"dime que hiciste mi pastel favorito y me tendrás a tus pies señora alcaldesa y reina de este pueblo", quería aliviar la tensión que claramente percibió en su madre, no había nadie en el mudo que la conociera tanto como él.
"pues sí mi principito", su orgullo por haber escuchado esas palabras de los labios de su hijo era muy grande.
Ambos se dispusieron a desayunar cuando sintieron el ruido inconfundible del auto de Emma, se estacionó fuera y para cuando pudieron reaccionar ya tocaba la puerta.
"es Emma, yo no les dije que vendría a verte", dijo Henry cuando Regina se levantó de su lugar en la mesa, pero su madre no respondió y siguió su camino.
"¡Regina!", exclamó Emma, perdió la cuenta de las veces que trató de contactarla, no quería que se aislara para siempre, era su amiga.
"Buenos días Emma", dijo Regina al abrirle la puerta, tenía una sonrisa imborrable en sus labios.
"¿Cómo estás, qué ocurrió con Robin?", no pudo evitar preguntar, estaba preocupada.
"estoy muy bien, ¿desayunaste?", entendía su ansiedad por saberlo todo, la perdonaba solo porque su padre, quien era el único que conocía toda la verdad, al parecer mantuvo su secreto, apreciaba mucho el gesto.
"no me iré hasta que hablemos, Regina, no voy a permitir que te guardes todo y no lo compartas conmigo", dijo Emma siguiendo a Regina, quien caminaba hacia el comedor.
"¡HENRY!", sus ideas quedaron interrumpidas al ver a su hijo sentado a la mesa.
"Mamá, desayunaremos, estás invitada", ofreció el pequeño con un tono de sarcasmo muy conocido.
"a veces me pregunto si realmente tú no eres su madre biológica", bromeó y todos rieron.
Desayunaron muy contentos, el desayuno estaba exquisito, Emma se contuvo para no sacarle la verdad a su amiga por la presencia de Henry, ya se encargaría de resolver ese pendiente.
Cuando el desayuno terminó, Emma apresuró a Henry para llevarlo al colegio.
"vamos chico que llegarás tarde", dijo haciéndole un gesto para que la siguiera, obedeció de inmediato, no sin antes decir sus últimas palabras.
"me buscas a la escuela hoy mamá, estaré contigo los próximos días y no se te ocurra volver a negarme la entrada a mi propia casa", la advertencia de su hijo, la dejó sin argumentos, pero lo que escuchó después la desestabilizó.
"no te creas que te escaparás de mí tampoco", Emma aprovechó para dejarle bien claro que no había terminado con ella.
"estaré en la alcaldía, Emma, no me quiero escapar de ti", respondió con mucha tranquilidad, sabía que hablar con ella le haría bien.
Cuando se quedó sola en la mansión, se apresuró en dejarlo todo bien limpio y organizado antes de ir a la alcaldía, su día comenzó muy agitado.
David llegó a trabajar como todos los días, pero hoy se entretuvo un poco, pues Blancanieves se sintió un poco mal en la mañana, fue por eso que permitió que Emma aceptara que Henry se fuera solo para el colegio, estaba distraído, tenía que cuidar a su esposa.
"buenas tardes, papá", escuchó la voz de su hija.
"Emma, disculpa la tardanza, pero tu madre no se sentía muy bien, quise acompañarla", tenía pleno conocimiento de su llegada tardía, pero esperaba que entendiera.
"entiendo, no te preocupes, vivimos en la misma casa, no te se olvida, ¿cierto?", bromeó, se notaba preocupado, era cierto que se había tardado, le dio tiempo ir a la mansión, llevar a Henry al colegio, ir a la oficina de Regina, conversar con ella por unos minutos, acordar que almorzarían juntas y regresar a la comisaría.
"tu madre me tiene muy preocupado", esas palabras salieron de sus labios con mucha tristeza.
"tranquilo, eso es normal al inicio del embarazo", le dijo para aliviar su pesadumbre.
"si tú lo dices, me quedo tranquilo", no recordaba que a Blancanieves le hubiera ocurrido lo mismo con su primer embarazo, por eso la preocupación.
De pronto el timbre del teléfono anunciaba una llamada, se había producido un pequeño accidente en la salida del pueblo y Emma se encargaría de ello, pero antes de salir, David escuchó que hablaba con Regina para cancelar su almuerzo juntas.
La mención de ese nombre lo dejó completamente perdido en un mar de pensamientos, ¿sería que ya estaba trabajando, que ya se había decidido a salir de la mansión?, lo averiguaría le costara lo que le costara, pensaría en algún pretexto para verla, su corazón se aceleró en su pecho y su respiración se hizo pesada.
"yo me encargo de todo, papá, no te preocupes", las palabras de Emma lo hicieron darse cuenta del lugar donde estaba y que además se había quedado solo en un abrir y cerrar los ojos.
Regina estaba muy concentrada en su trabajo, como Emma tuvo una emergencia, ya no almorzarían juntas, así tendría la tarde entera para perderse en los papeles de la alcaldía, le vendría muy bien, cuando su celular vibraba por un mensaje recibido, no pudo evitar que su rostro se iluminara al ver la persona que enviaba el mensaje, no dudó en llamar, no quería responder con un simple mensaje.
Llamada telefónica:
"Buenas tardes, Sheriff", comenzó Regina con su inminente sarcasmo.
"Señora Alcaldesa", le siguió el juego, su voz hizo que su corazón se paralizara un instante, no sabía cuánto añoraba escucharla hasta este momento que vio su llamada en su celular por lo que se apresuró a responderle, esperaba recibir solo un mensaje, pero fue premiado con esta sorpresa, no se quejaba para nada, amaba escuchar su voz y mucho más en días como el de hoy.
"acepto", no dijo otra palabra, en el mensaje la estaba invitando a almorzar en la cafetería del pueblo, estaba tapada de trabajo, pero un almuerzo con David, no le haría daño a nadie, no se detendría el mundo, aunque no tenía ni la menor idea de su reacción al tenerlo cerca nuevamente, era muy reciente de su regreso, no se sentía con fuerzas para enfrentarlo porque durante esos tres días que estuvo encerrada en la mansión, además de estar luchando con la decepción de Robin, extrañaba almorzar con David como ya era una costumbre para los dos, extrañaba cada segundo a su lado, su cercanía era como un té de tila.
"oh, eso me suena a una propuesta", tenía pleno conocimiento de lo que significaba su palabra, pero quería seguir el juego que ambos iniciaron.
"depende de la propuesta que el Príncipe Encantador quiera aceptar de la Reina Malvada", siguió bromeando, pero no escuchó respuesta, seguro que no le gustó, se estaba preparando para que le colgara porque el silencio se prolongó más de lo que pensaba, solo sintió un suspiro de… ¿enamorado?, no, ya era la segunda vez que percibía este tipo de señales por parte de David, lo que la hacía cambiar su comportamiento hacia él, por lo que tantearía el terreno, si sus sospechas eran ciertas, con el dolor de su alma, se alejaría, esperaba un hijo con su hijastra, se amaban, ella no debía interferir en ese camino, su voz la hizo salir de su tormento.
"es mejor que almorcemos en la alcaldía como siempre, ¿qué te parece?", esas palabras de Regina le nublaron por completo su entendimiento, su ansiedad lo hizo cambiar un poco su actitud, no quería ofenderla con su exceso de confianza, además prefería tenerla solo para él, no quería compartirla con nadie, quería hacerla reír como tanto le gustaba, quería tener el placer de mirarla a los ojos y que nada existiera más que la profundidad de su alma y de su corazón, no estaba dispuesto a compartir ninguno de esos privilegios con nadie.
"no hay problemas, aquí te espero, supongo que en tres días no te hayas olvidado de lo que me gusta almorzar", no entendía el porqué de su cambio tan repentino de actitud, pero no se privaría de un almuerzo, aunque fuera por última vez.
"no yo ja…eh, no te preocupes, estaré ahí en momento", casi sus sentimientos lo dejaron al descubierto, su corazón habló sin pensar en las consecuencias, por suerte pudo contenerse, quería decirle que jamás olvidaría lo que a ella le gustaba, lo que amaba, tantos años observándola, amándola en silencio, era imposible que se le escapara un detalle.
"más te vale Encantador, si no quieres encontrarte con una de mis bolas de fuego", ambos sonrieron, por fin la tensión ya no estaba.
Cuando la conversación terminó, Regina aprovechó para continuar con su trabajo en lo que llegaba David, quien al parecer ya lo tenía todo pensado pues llegó muy pronto, ambos almorzaron ese día y los siguientes en los que aunque su dolor por la traición de Robin no se iba, sorprendentemente, su hijo Henry, Emma, quien a pesar de su pasado tan tormentoso, se convirtió en su amiga, además las dos amaban mucho a su hijo, era el motivo que las unía para siempre, el bebé que estaba por llegar que los tenía a todos muy atentos, la alegría se percibía cada vez que los iba a visitar al departamento donde todos vivían, y David quien se encargaba de hacerla sentir muy bien, no hubo necesidad de alejarlo, todo estaba tan normal como siempre, porque cada vez que se veían en cada almuerzo en la oficina, en alguna cena planeada en la mansión o incluso hubo ocasiones en las que Blancanieves no se sentía muy bien por el embarazo y planeaban una reunión familiar en el departamento, no dejaba de darle su apoyo, se había convertido en alguien muy especial para ella.
Ese día después de dos meses del suceso con Robin, tendrían como ya era costumbre, una reunión familiar en el departamento, como Regina ahora era bienvenida entre ellos, había sido invitada también, al parecer sus malestares se hacían cada vez más agudos, por lo que evitaban que caminara o se agotara.
Estaba ansiosa, quería que la hora de terminar en su trabajo, llegara pronto, hoy David no pudo almorzar con ella y todo el día estuvo extrañándolo, se había pasado días que contaba los segundos para que fuera la hora del almuerzo y verlo, hasta en ocasiones se descubría perdida en pensamientos, nada más y nada menos que relacionados con él, admiraba su paciencia, su ternura, pensaba en su hermosa sonrisa, la que siempre le había parecido sumamente atractiva, hasta se preguntaba cómo sería un beso de sus labios, cómo se sentirían sus manos explorando cada detalle de su piel, encendiendo la llama de todo su cuerpo al solo contacto de su musculoso pecho, de pensarlo un escalofrío recorría cada rincón de su ser, solo que se castigaba de inmediato, ella, bajo ningún concepto podía estar alimentando sus fantasías, no sentía nada por David, o eso era lo que trataba de repetirse, porque aunque hacía sus mayores esfuerzos para que no volviera a ocurrir, menos lograba sacarlo de su mente, perdida en su ansiedad, la hora de irse llegó más pronto de lo que esperaba, cerró la alcaldía, se montó en su auto y fue directo a la mansión para arreglarse.
No tenía ni la menor idea del atuendo que llevaría, solo era una reunión de familia, pero hoy quería lucir deslumbrante, como siempre, pero sin levantar sospechas, por lo que se decidió por una pantaloneta negra de hilo, una blusa roja de tirantes y un blazer a juego con la pantaloneta, sus tacones a juego con la blusa y con su bolsa, cuando su maquillaje y su cabello estuvieron impecables, salió de su habitación, ya era de noche, al parecer su arreglo tardó mucho más de lo normal, se dispuso a cerrar la mansión, se montó en su auto y condujo hasta el departamento, al llegar las risas y el ambiente familiar se percibía, por lo que tocó el timbre.
Blancanieves estaba con muchos malestares, por lo que David había dedicado el día a cuidarla, a mimarla y a prepararlo todo pues se reunirían todos en la noche para una cena familiar, eso provocó que tuviera que cancelar su habitual cita con Regina, pero se conformaba porque estaba invitada, aunque contaba los minutos para verla hacer su entrada triunfal por la puerta; así pasó todo el día, hasta que Emma y Henry llagaron y también pusieron su granito de arena en la organización de la casa, cuando todo estuvo más que listo, se sentaron en la sala a compartir como familia, entre cuentos de cuando Blancanieves escapaba de los caballeros de Regina por todo el Bosque Encantado, David con sus cuentos de su madre Ruth quien lo castigaba cada vez que no cumplía una de sus órdenes en la granja donde vivían, Emma con sus anécdotas con los siete enanos quienes no salían de un lío para entrar en otro, su suerte era que podía distraerse con la presencia de Killian de quien se estaba enamorando cada día más, solo esperaba no sufrir como en sus experiencias amorosas del pasado, esa noche no los acompañaba porque tuvo un inconveniente en su barco, pero nunca faltaba a una reunión familiar, cada vez se estaba integrando más, y cada día lo aceptaban, aunque fuese un villano, pero admiraban su esfuerzo por cambiar y por último Henry deleitándolos a todos con su extrema inteligencia que a veces los dejaba perdidos a todos con sus conclusiones de adulto, definitivamente tenían que aprender mucho del adolescente, solo faltaba Regina en la escena, ya David se estaba debatiendo en llamarla, varias veces tuvo la intención de hacerlo, pero siempre se distraía, solo que ya era la hora de que llegara y nada de su presencia, de pronto en medio de la amena conversación, el timbre de la puerta se escuchó.
"debe ser Regina, me alegro mucho porque ya este bebé quiere dejarlos a todos sin una migaja de pan", dijo Blancanieves, todos sonrieron.
"yo voy papá", dijo Emma quien estaba sentada muy cerca de la puerta y quería ahorrarle el trabajo, estaba sentado junto a su madre quien necesitaba mucho de su apoyo.
Efectivamente era Regina, cuando abrió la puerta ahí estaba.
"hola, ya pensábamos que no vendrías", dijo Emma haciéndose a un lado para darle vía libre, la reparó de arriba hasta abajo, no sabía qué era, pero le notaba algo distinto a su amiga, ya le preguntaría luego, de eso estaba segura.
"buenas noches a todos", entró a la casa con una botella de vino blanco en sus manos, saludó y respondieron con una sonrisa.
Con la primera escena que se encontró fue que David estaba abrazando a Blancanieves y su mano izquierda reposaba en su vientre, era una escena muy tierna y dulce, inmediatamente sintió un calor arrebatador recorrer todo su cuerpo, lo sintió como una puñalada en su corazón, casi no pudo disimular su reacción, agradecía que Henry inmediatamente llegó para salvarla.
"así que hoy tendremos el placer de probar uno de tus vinos tan bien reservados, creo que estas cenas deberían repetirse con frecuencia", bromeó Henry abrazándola, el alivio fue inmenso, respiró profundo aún en brazos de su hijo, pero tuvo el cuidado de ser discreta, tenía que aunar fuerzas, la noche recién comenzaba.
"bueno, al parecer no soy la única que ha llegado tarde, no veo la barba del capitán Killian…", como no vio a Emma muy acaramelada con su nuevo amor, pensaba que todavía estaba a tiempo.
"no vendrá Regina y bueno ponte cómoda que serviré la cena", estaba actuando como siempre, pero no terminaba de convencerla, seguiría analizándola.
"ah bueno yo te ayudo, ya sabes que me encanta la cocina", dijo quitándose el blazer, enseguida Emma le sonrió y le extendió sus manos para que le entregara sus pertenencias y poder guardarlas.
Henry continuó sentado en la sala con sus abuelos, mientras Regina y Emma estaban en la cocina ultimando los detalles de la cena.
"¿Has tenido noticias de Robin o de tu hermana?", preguntó Emma, a toda costa quería saber a qué se debía el brillito en sus ojos, pensaba que era por algo relacionado con su alma gemela, por eso su interrogante.
"no, hace dos meses de mi regreso de Nueva York y ni una llamada", era cierto, los primeros días mantuvo la esperanza de que lo pensara mejor y la llamara, nunca obtuvo su respuesta.
"¿te sientes bien?", lo dijo porque perderlo no había sido una opción que ella hubiera contemplado, la conocía, el amor nunca le jugó limpio, por eso su corazón estaba lleno de cicatrices.
"no te voy a decir que recordarlo no me afecta, pero he tenido tiempo para pensar, estoy bien", todo ese tiempo que estuvieron alejados, le sirvió para concluir que no estaba dispuesta a aceptar su traición.
"me alegra Regina…", comenzó, pero la voz de David interrumpió su conversación.
"oigan cocineras, el bebé de la familia tiene hambre, voy poniendo la mesa", bromeó David con una sonrisa en sus labios.
Otra vez esa sonrisa, esa ternura, esa paciencia, ya quisiera ella recibir todas esas atenciones que le entregaba a Blancanieves, con esos pensamientos, Regina soltó un suspiro que Emma no ignoró, lo supo porque inmediatamente la miró con mucha confusión, se puso muy nerviosa, los ojos de Emma la intimidaron, decían más que mil palabras.
"sí papá ya todo está listo", respondió sin dejar de mirar a su amiga.
La cena transcurrió muy bien, eran una gran familia, David se desbordó en atenciones con todos, pero solo importaba Blancanieves, se notaba muy preocupado, Henry comió doble, su apetito se incrementaba por día, Emma le causó mucha gracia y todos la secundaron cuando el adolescente parecía no conformarse, por su parte Regina disfrutaba su presencia en la familia, pero no estaba muy cómoda que digamos con las escenas entre David y Blancanieves, trataba de disimular, pero sus… ¿celos?, no la dejaban estar a gusto en compañía de todos, por lo que casi no probó bocado, lo peor era que su inapetencia fue muy resaltada entre todos, se habían esmerado cocinando su plato favorito y ni aún así pudo animarse a comer, solo miraba el reloj, sus enloquecedores deseos de desaparecer del mapa por lo que estaba sintiendo no la dejaban actuar en su ciento por ciento.
La cena culminó, entre Emma y ella limpiaron y organizaron la cocina en un profundo silencio, le parecía que su amiga percibía que no mencionar palabra era lo mejor en el momento, se lo agradecía, estaba tan contrariada como cuando la chica del motel le había coqueteado a David delante de sus narices, solo que ahora era el doble, sería esta su nueva realidad, hasta que una escena en particular la hizo colmar su paciencia, sentía que se ahogaba.
Estaban todos sentados en la sala, Blancanieves, David y Henry en el sofá, hablaban del bebé, no querían saber el sexo, por lo que tenían muchas posibilidades para escoger el nombre, al terminar sus quehaceres en la cocina, Emma y Regina se unieron a la conversación, ambas con una copa de vino en las manos.
"¡hey!, ¿acaso no habrá vino para mí?, que tu madre esté embarazada no significa que yo no pueda beber", resaltó David.
"amor, no deberías beber si de repente me pongo mal, no vas a poder manejar", lo llamó a la cordura.
"tienes razón mi vida", ante su consentimiento, Blancanieves le respondió con un beso, el que respondió un poco incómodo, a decir verdad todos se sentían así, David no se lo esperaba, no podía ignorar el hecho de que Regina estaba, Emma no estaba ya acostumbrada a esos gestos de caricias entre sus padres, hacía mucho tiempo que no los veía tan amorosos y por Henry, ya un adolescente, pero igual le daba un poquito de pena y Regina, estaba como paralizada, por más que disimulaba estar bien, no era cierto, ese beso delante de ella fue como si le arrancaran el corazón y lo hicieran cenizas delante de sus ojos, qué ironía, ella era la experta en ese truco, quería irse ya.
"¡ay!", exclamó Blanca desprendiéndose del beso, al parecer los niños de la familia eran los expertos en liberar los momentos de tensión, una contracción alarmó a los presentes.
Inmediatamente David, sin pensarlo dos veces, la cargó en sus fuertes brazos para llevarla a la cama, todos fueron en su auxilio. No demoró mucho tiempo en pasar el mal momento, Regina aprovechó para retirarse, había sido demasiado para ella en una noche.
"Bueno ahora que ya te sientes mejor, me retiro", dijo dirigiendo su mirada a su hijastra quien asintió con la cabeza, Emma al escuchar sus palabras de despedida le alcanzó su blazer y su bolsa.
"te extrañaré por estos dos días, mamá", dijo Henry abrazándola.
"yo también mi príncipe, ya te extraño y no me he ido", aclaró Regina, quería con todas sus fuerzas llevarse a su hijo con ella, pero en el estado que estaba, no era conveniente, se daría cuenta, la conocía muy demasiado.
"mañana le entregaré los papeles que le debo, señora alcaldesa", bromeó Emma, siempre tenía documentos por entregarle y ella le perdonaba la vida.
"¡Y YO PROMETO IR A TRABAJAR MAÑANA!", gritó David desde la cama, ella le respondió con una risa que tuvo que fingir.
"gracias por la cena estuvo deliciosa, la próxima será en la mansión", todos asintieron
"hasta mañana, Regina", dijo ahora Emma muy seria cuando ambas llegaron a la puerta, antes de que ella se fuera.
"todo saldrá bien, no te preocupes", animó a su amiga, no supo de dónde pudo hacerlo, pero lo consiguió, Emma solo asintió en señal de agradecimiento, fue su último intercambio antes de irse, respiró profundo cuando sintió que la puerta se cerraba y al fin estaba sola, sus ojos se nublaron y la traicionaron las lágrimas, estaba que hervía de los celos, jamás se sintió así en toda su vida, sus verdaderos sentimientos habían aflorado.
