Al día siguiente Lincoln vio a Lana y a Lola viendo la televisión. En cuanto él bajó, ellas lo saludaron y corrieron hacia él, derribándolo.
- ¡Ahhhhh! -gritó Lincoln.
- Hoy seré la princesa guerrera -dijo Lola.
- Y yo su fiel escudero -dijo Lana.
- Y tú el malvado ladrón -dijeron ambas al mismo tiempo.
- ¡No! -gritó el peliblanco a modo de juego.
Las gemelas lo persiguieron mientras Lincoln corría por toda la casa, escondiéndose lo mejor que podía, pero ellas siempre lo encontraban. Al final se dejó atrapar, y se rindió, mientras lo encerraban en una jaula imaginaria.
Dijeron que Lincoln no saldría hasta que alguien lo rescatara, y que no podría hacer nada hasta que saliera. Pero después de un rato notaron que no era un suplicio para Lincoln, ya que se había llevado unos panes del desayuno y un cómic de Ace Savvy. Justo cuando lo iban a reñir, aparecieron Lynn y Leni. Lana le lanzaba bolas de lodo a Leni, quien las esquivaba loe mejor que podía. Y Lola tenía casi amarrada a Lynn, quien no hacía nada para evitar lastimarla, aunque luchaba por escaparse. Luego secretamente, Lily sacó una de sus llaves de juguete, simulando liberar a Lincoln, quien saltó y agarró a Lily en sus brazos.
- ¡Libertad!
Leni y Lynn gritaron también y salieron del cuarto. Las gemelas les cayeron encima, tratando de recuperar a su rehén. Cuando por fin se cansaron, todos se rieron y dieron por terminado el juego. Lincoln cada vez se veía más contento. El tema de Ronnie Anne ya solo lo molestaba un poco.
Después de eso Lincoln jugó ajedrez con su padre, arrulló a Lily, y ayudó a Lisa a encontrar a Sócrates, su ratón de prueba. Luego la familia Loud se sentó a la mesa para comer una nueva deliciosa tanda de alimentos. Cuando Lincoln se terminó todo lo que tenía en el plato, se fue a descansar a su cuarto. Tuvo tiempo para dormitar un poco antes de que la puerta de su cuarto fuera tocada.
Toc toc toc.
- Adelante.
Era Lori. La mayor se aseguró de que no hubiera nada en el piso antes de entrar.
- Oye, Lincoln, ¿me puedes ayudar con un diseño de ropa elegante? Mi osito Bubu vendrá a Royal Woods por unos cuantos días y tengo que arreglarlo para una cita.
- Eh... Ok -dijo Lincoln no muy convencido.
Lincoln se dirigió al cuarto de Lori y Leni, sin saber exactamente qué esperar. En la habitación de las mayores también se encontraba Luan.
- Luan también quiere saber sobre el maquillaje -explicó Lori.
- Para ver como se ve un payaso con menos dramaquillaje. Jajaja. ¿Entienden?
Todos suspiraron.
- Bueno, aquí voy, Lincoln -dijo Lori.
Lori se pasó un largo rato arreglando el aspecto de Lincoln. Este tenía miedo de que su rostro estuviera cambiado, de que le pintaran el cabello o lo que sea, pero confió en su hermana. Luan miraba atentamente, tomando algunas notas y cambiando de posición.
- Terminé.
Lincoln se vio en un espejo, y se asombró. Para el tiempo que le tomó a Lori, no tenía muchos cambios. Pero sus ojos se veían más atentos y fijos, resultado del delineador, el cual apenas se notaba. Su cabello había sido retocado en ciertas partes para que las sombras en su cabello se vieran rojas, casi como matices de sangre. Sus pecas apenas se veían, pero le daban un aspecto mayor. Y por la crema que su hermana le había puesto, se podía ver en donde se le formarían a Lincoln sus patillas. El albino lucía mucho mayor de lo que en realidad era. Luego se acordó del traje que le hizo Leni, y pensó que parecería un ejecutivo joven.
Luan alabó el trabajo de su hermana mayor, quien veía a Lincoln en espera de su opinión.
- Lori, me veo genial -exclamó Lincoln, feliz.
- ¿Lo dices en serio?
- ¡Claro! Tú y Leni harían un gran salón de belleza, tú te ocuparías del cuerpo, y Leni de las ropas. ¡La gente se moriría por entrar!
Lori sonrió, mostrando los dientes.
- Entonces mi osito Bubu se verá mucho más guapo de lo que ya está. ¡Leni! -añadió al salir corriendo de la habitación- ¡Necesito un traje...!
Luan se volvió y se acercó a Lincoln.
- Muy bien, Lincoln, ahora sí que te ves genial. Ya no necesitas la crema ni el delineador, pero -dijo con aire pensativo- yo que tú me dejaba el cabello.
- ¿Tú crees?
- Sí, las chicas realmente te mirarían más.
Lincoln se ruborizó.
- No quiero que me vean.
- No vas a ir de casanova. Jajaja, ¿entiendes? Pero ya en serio, te ves bien. De hecho, creo que una de mis amigas me dijo que en su clase ya te empiezan a mirar.
- ¿En serio? -se sintió mareado.
- No te voy a decir quien, pero tal vez debas dejarte querer un poco -dijo la comediante- Comenzar de nuevo, ¿me explico?
Lincoln se puso rojo como un tomate, lo cual hizo que Luan se riera con fuerza. Luego la comediante salió de la habitación, murmurando algo sobre unos pays.
Lincoln pensaba seriamente en lo que le dijo Luan. Sí que pensaba en encontrar a alguien, pero no esperaba que alguien lo buscara a él. Pero sinceramente, no sentía nada en especial por ninguna de sus compañeras. Claro, Cristina le parecía linda, pero solo se quedaba en eso.
Mientras tanto, L. Loud escuchó lo que le había dicho Luan a Lincoln. Con paredes tan delgadas era imposible guardar un secreto en esa casa, si lo decías en voz alta. Sintió que su corazón daba un brinco. ¿Y si ella era la mejor para Lincoln? ¿Si la indicada para verlo feliz todos los días era ella misma? No estaba segura, pero creía que estaba enamorada de Lincoln. Siempre estaba ahí para ella. Si necesitaba su ayuda, él aceptaba de buen grado. Era amable, simpático, lindo, caballeroso, dispuesto a todo.
Luego, se le ocurrió algo. Algo que debió de haberse preguntado desde el principio. ¿Cómo había terminado amando a su hermano? Fue retrocediendo en su vida hasta encontrase con el recuerdo. Y finalmente se acordó. Todo comenzó en el baile de la escuela, hacía ya un tiempo...
Flashback.
Nadie la había invitado al baile. Estaba sola. Ningún chico la consideraba linda. Ahí estaba Lori con Bobby, Leni con Charlie, incluso Luan sacó el valor para invitar a Ian. Pero a ella no. Nadie la amaba. Después de pasar un rato junto a la soledad, se rindió. Estuvo a punto de irse, al borde de las lágrimas.
Pero en eso llegó alguien por detrás que le tocó el hombro. Era Lincoln, con un traje viejo de su padre, pero que le apropiaron para el baile.
- ¿Quieres bailar conmigo? -le preguntó su hermano con una tímida sonrisa.
Luna dudó unos instantes.
- Claro -dijo la rockera.
Se pasaron un rato bailando, hasta que Luna recordó que Lincoln tenía otras citas.
- Lincoln, que pasa con las otras chicas, ¿no ibas a bailar con ellas?
Lincoln volteó hacia un lado y Luna lo vio: Clyde estaba con Haiku, Zack estaba con Risitas, Rusty estaba con Polly y Liam con Tabby. El que se había quedado solo era Lincoln.
Luna entendió. Pero aún había otra chica que faltaba.
- ¿No viniste con Ronnie Anne?
Lincoln sacudió la cabeza.
- No me invitó. Además, a ella no le gusta bailar. Pero yo conozco a una excelente chica que le encanta la música, y esa persona sería mi rockera preferida -sonrió Lincoln. Luna se sonrojó.
Estaba claro que Lincoln lo decía para hacerla feliz, para que ya no estuviera triste, porque era su hermana. Pero nada de eso impidió que el corazón de Luna se acelerara. Como ya hacía tiempo que el baile había empezado, los encargados pusieron canciones más lentas, relajadas, románticas. Lincoln se deslizaba suavemente por la pista, sujetando con una mano la mano de Luna, y su cadera con la otra. Luna veía a su hermano bajo una nueva luz.
Cuando llegó a sus oídos la canción I wanna know what love is, su mundo se puso en cámara lenta. Lincoln tenía los ojos entrecerrados, una luz caía sobre él, sus ojos grises brillaron, su sonrisa destellaba, su tacto era cálido. Luna sintió todo eso al mismo tiempo, pero no lo entendió del todo.
Solo sabía que Lincoln era perfecto. No la decepcionaba nunca, estaba siempre a su lado, no la abandonaría. Cuando nadie quiso bailar con ella, él estaba ahí. Luna presenció el primer concierto de su hermano, y lo hicieron inolvidable. Ahora era su primer baile juntos. Lincoln acercó a Luna hacia él; todos lo hacían con sus parejas. Cuando la canción terminaba, muchas parejas se besaron. Luna vio a Lincoln y se sonrojó. El peliblanco no se inmutó. Acercó su cuerpo al de Luna, quien se sorprendió. Sin embargo, el albino solo se acercaba para rodearla con sus brazos. Lincoln no se dio cuenta de lo rápido que latía el corazón de la rockera.
Después de varias canciones y múltiples minutos de intensa danza, el baile por fin terminó. Toda la familia Loud que había asistido volvieron a casa. Pero fue desde ese día que Luna intentó ignorar los sentimientos que surgían de su interior, pero parecía que solo los lograba intensificar más. Se preguntó si no se estaría mintiendo a sí misma.
Fin del flashback.
Luna sabía que la relación que añoraba no tenía futuro, pero le alegraba el corazón. No podía evitar pensar que Lincoln la repudiaría si le decía sus sentimientos. Pero no tenía que decírselo a él. No directamente al menos. Se le ocurrió de repente una idea. Fue a su habitación y tomó su guitarra.
No le podía decir a su hermano nada de eso, pero podía escribir una canción, sin revelar el nombre de Lincoln. Es más, ni siquiera tenía que cantársela a alguien. Pero escribir sobre ello al menos le aliviaría el corazón.
Pensó en cada cosa que Lincoln le despertaba en su interior, y se puso a escribir.
Lincoln sentía mucho aprecio hacia sus hermanas, pero había momentos en los que se sentía más cómodo con unas que con otras. Lola lo molestaba a veces, Lisa lo quería usar como rata de laboratorio, y Lori era mandona a menudo. Leni era amable con él, Luan lo quería hacer reír, Lucy lo apreciaba más que a nadie. Realmente tenía una familia genial. Pero en esos momentos necesitaba de su familia, pues necesitaba apoyo.
Ese día fue agotador. Luan había tenido razón: Lincoln llamaba la atención, porque no cesó de sentir miradas que se dirigían hacia él. Muchas chicas se quisieron acercar a Lincoln, pero él las ignoraba con ayuda de sus amigos. El problema fue que, cuando volvía a casa de la escuela, muchas chicas intentaron entablar conversación con él.
- Tranquilo, Lincoln -le dijo Clyde, comprendiendo- Yo las distraigo y tú corres.
Lincoln asintió, ocultándose detrás de unos árboles. Su amigo siempre volvía de clases con él, y era inevitable que Clyde también viera a sus perseguidoras.
- ¡Lincoln se fue por allá! -gritó, y se fue corriendo en otra dirección. Al escucharlo, las chicas se fueron tras él, y Lincoln tuvo vía libre. Salió de su escondite y corrió.
En cuanto el albino llegó a su casa, llamó a Clyde por su Walkie-Talkie, confiando en que su amigo hubiera llegado a su hogar sano y salvo.
- Peliblanco a Gafas, adelante Gafas.
- Aquí estoy Peliblanco, todo en orden, logré perderlas en el parque.
- Gracias, Clyde, te debo una.
- No hay de qué, para eso están los mejores amigos. Cambio y fuera.
Cortó la conexión, y Lincoln se sintió aliviado. Amigos así eran invaluables. El albino fue a hablar con sus hermanas. A la primera que vio fue a Leni, así que habló con ella, buscando consejo.
Le explicó lo que le pasó, y Leni no se rió. Al contrario, lo ayudó a solucionar su problema.
- A mí me pasa algo parecido, Lincky. Los chicos me saludan como si también fueran familia. Ellos me ayudan, me siguen, pero solo me traen mis cosas o me compran una malteada, no es que les guste o algo así -Lincoln sonrió ante la inocencia de su hermana mayor- Pero si algo he aprendido, es que si no les haces caso, ya no te molestarán. Si te molestas, solo querrán hacerlo más.
Lincoln pensó en ello, y creyó que Leni tenía razón. Siguió su consejo y al próximo día puso en marcha su plan. Muchas chicas lo trataron de impresionar otra vez, pero se esforzó en ignorarlas. Se la pasó hablando con Clyde y los demás, quienes conocían su plan y le seguían el juego. Muchas terminaron por desistir, pero unas seguían perseverantes, hablando "secretamente" de lo bien que se veía Lincoln, que les encantaría salir con él, que esto que lo otro. No funcionó. Lincoln continuó impasible. Ya todas se habían ido cuando Lincoln por fin respiró tranquilo.
- Gracias chicos, me salvaron la vida.
- Sí, sabemos cómo es una chica obsesionada -dijo Liam, cuya hermana no era tan buena como las de Lincoln.
- Bueno, Lincoln, ahora solo tienes que mantener tu propia personalidad, no te vuelvas arrogante o engreído -le advirtió Clyde.
- Tranquilo Clyde, jamás me volveré así -le aseguró Lincoln.
Cuando las clases finalizaron, Lincoln se despidió, diciendo que estaba cansado. Sus amigos comprendieron, así que el albino se encaminó a su casa. Mientras caminaba pensando en sus asuntos, en el camino vio a Lynn, quien se estaba comprando un helado. Cuando se acercó, vio que lo había pedido de chocolate. Aprovechando que ya estaba ahí, el albino se acercó, saludó a su hermana y pidió uno de vainilla. Mientras los dos devoraban su postre, caminaron de vuelta a casa.
- ¿Problemas con las chicas? -le preguntó Lynn, mientras saboreaba su fría delicia.
- Sí, pero ya lo solucioné, solo las ignoré y me dejaron en paz.
Lynn lo miró.
- Eso podría funcionar, o no. También puedes lograr que te pongan aún más atención de la que ya aclamabas.
Lincoln se tocó su cabello.
- Todo por un color de cabello...
- Déjatelo -le pidió Lynn- Me gusta cómo se ve.
- Gracias Lynn, a mí me encanta tu cabello también.
Lynn sólo se rió. No es que le gustara Lincoln, pero la hacía sentir cómoda. Tan cómoda.
- Oye Lincky, ¿puedo decirte algo y no te ríes?
- Claro, ¿de qué se trata?
Lynn se veía un poco nerviosa.
- Tengo novio -susurró.
A Lincoln casi se le cae su helado.
- ¿QUÉ? ¡Lynn, eso es genial!
Lynn se sonrojó, pero sonrió complacida.
- Se llama Ryan, le encantan los deportes como a mí. Es inteligente, atlético, y detallista.
- Suena perfecto para ti.
- Lo sé... Pero siento qué si se lo digo a las demás, se reirán de mí.
- No lo creo, ya sabes cómo son, yo creo que más bien gritarán y te pedirán detalles.
- ¿Tú crees?
- Claro. Y si no, ahí estaré yo.
- ...Jejeje, creo que tienes razón. Gracias, Lincky.
Lynn se perdió en su propia cabeza y Lincoln le dio un momento de silencio. Así llegaron a su cruzaron la puerta, las demás hermanas presentes los vieron. Todas se fijaron en la cara feliz de Lynn.
Cuando le preguntaron porqué estaba así, Lynn les dijo su secreto. Y claro, todas gritaron.
Lincoln comprendió que esa era una reunión de hermanas, pues todas estaban dispuestas a conocer los detalles y como planear que la relación funcionara. Él no sabía de eso.
Se fue a acabar su tarea, la cual se le había acumulado por los días que pasó ayudando a sus hermanas. Le llevó todo el día terminarla, por lo que cuando terminó el último ejercicio de matemáticas, suspiró aliviado. Miró por la ventana, y vio que estaba totalmente oscuro. Se olían unas deliciosas hamburguesas cocinándose en la cocina y decidió esperar. No se oía mucho ruido, y dedujo que sus hermanas estaban cansadas.
Se dispuso a ayudar en la cocina, por lo que se estiró y salió de su cuarto. Sin embargo, una voz lo detuvo. Era lo único que se oía, pero lo que se le hizo raro fue que no venía de abajo. Se acercó a la fuente del ruido, y vio que era la habitación de Luna y Luan. Se quedó al lado de la puerta escuchando. Luna estaba cantando.
No era la habitual canción salvaje de rock, sino una canción suave, tranquila, pero llena de emoción. Nunca la había escuchado. Puso atención a la letra y por lo que pudo oír, Luna la estaba componiendo. A veces se detenía y escribía algo y luego continuaba. Lincoln no entendía mucho, pero la voz de la rockera lo dejó cautivado. Parecía que Luna se la dedicaba a alguien. El albino se pasó un tiempo escuchando, y se dio cuenta de que Luna se la cantaba a su amado. No sabía quién era porque no decía su nombre, pero se notaba que ponía toda su pasión en esa canción.
Lincoln no podía describir cómo se sentía. Sólo sabía que le encantó la melodiosa voz de Luna. Como bajaba y subía, hablando de un amor prohibido, que no se podía realizar, pero que luchaba y seguiría con ese amor. Describía lo que amaba de esa persona, que esa persona no la notaba a ella, pero la ayudaba y quería. El peliblanco cayó ante las palabras de la rockera. Su voz le llegó al corazón. Cada segundo que pasaba quedaba más y más cautivada por su hermana.
De repente, empezó a sentir por Luna algo que no había sentido desde que Ronnie Anne se fue. Notó el hermoso cabello de Luna, corto y castaño. Su voz le sonó como la risa de un ángel. Su personalidad era amable, escandalosa, ruidosa, alocada, entusiasta, no dejaba que nadie cambiara su forma de ser, era incontrolable hasta con su familia. Sus ojos marrones le centellaban al cantar, sus manos tocaban suavemente su guitarra. Su camisa morada, su falda, los clips en sus orejas, todo sobre Luna a Lincoln le pareció perfecto.
Luna terminó de cantar, y se dirigió hacia el pasillo. Lincoln voló a su cuarto y cerró la puerta antes de que lo viera.
- ¿Qué acaba de pasar? -pensó. Le llegaron ganas de hablar con Luna de lo ocurrido, pero entonces ella sabría que la estaba espiando. Alejó esos pensamientos de su mente. Cuando no hubo moros en la costa, Lincoln salió de su cuarto y bajó a cenar.
El destino quiso que se sentara al lado de Luna esa noche. Masticaba su hamburguesa sin mucho entusiasmo, pero trataba de disimularlo. El problema era que la que actuaba era Luan, no él.
- ¿Estás bien, hermano? -Luna le preguntó, notando que su hermano estaba distante.
- Sí, no pasa nada.
- ¿Seguro? No parece que tengas mucha hambre.
Lincoln recapacitó y le dio un gran mordisco a su hamburguesa, simulando que no pasaba nada. Luna no quedó muy convencida, pero lo dejó en paz, sabiendo que a veces uno tiene que resolver sus propios asuntos. Sonó el celular de Lincoln, y se dio cuenta de que tenía varios mensajes sin abrir.
- Oye, hermano... Parece que hoy has recibido muchos mensajes.
- Ah sí. Son las chicas que me andan siguiendo.
Luna se sintió herida por lo que acababa de oír, pero fingió que la animaba.
- Ya veo, entonces tendrás novia muy pronto. Me alegro por ti, hermano.
Ambos hermanos se sonrieron el uno a la otra, oculta su conversación por todo el ruido que sus demás hermanas estaban haciendo. Sin embargo, dentro de la mente de ambos, su desesperación crecía y crecía.
- Entonces Luna no pensaba nada especial de mí -pensó Lincoln, abatido.
- Sí, creo que ya me está agradando Christina -dijo Lincoln en voz alta, sin pensar.
- ¡Oh, eso es bueno! Yo creo que me estoy acercando a George. Creo que ya le gustaba desde antes.
El pecho de Lincoln se desinfló.
- ¡Felicidades, Luna! Espero que consigas lo que quieras.
- Gracias, hermano.
Pero cuando ambos volvieron a su cena, sus mentes se lamentaron en silencio.
- Entonces... -pensó Luna.
- ... a ti no te... -pensó Lincoln.
- ... gusto -pensaron los dos.
Esa noche fue un poco pesada para Lincoln. Se sentía confundido. Dos partes de él, una parte roja y otra azul se peleaban. La roja era su moral, y la azul su deseo.
- No puedes sentir nada de esto, es tu hermana, es prohibido.
- Pero en serio me está gustando, es linda, libre, me encanta su voz, su pelo, su forma de ser...
- ¡Pero el amor entre hermanos está prohibido!
- No me importa.
- Ah, ¿en serio? Entonces supongo que tampoco te importa lo que digan nuestros padres y hermanas, amigos y vecinos.
- Nadie tiene porque enterarse.
- ¡Sigue siendo tu hermana!
No logró dormirse hasta bien entrada la noche.
Lincoln se pasó los siguientes días en las nubes. Quedarse callado era completamente insoportable, por lo que decidió confiarle su secreto a alguien. No había muchas personas a las cuales les podía confiar ese secreto, por lo que se confesó con la única persona que escucharía antes de juzgar. Lincoln le contó a Clyde lo que sentía cuando, en cierto día, antes de comenzar una clase, ambos salieron para estar a salvo en la intimidad. Era su mejor amigo, y los amigos siempre se apoyan entre sí. Hablaron en la parte trasera de la escuela, cerca de los salones de sus mayores. Era el lugar más callado que pudieron encontrar, ya que todos los baños tenían gente, y casi todos los salones estaban en uso. Cuando por fin se detuvieron se sintieron en confianza de poder hablar. Una sombra estaba cerca, inconsciente de lo que estaba a punto de escuchar.
- ... entonces me di cuenta de que me enamoré de Luna.
Clyde se quedó en silencio.
- Mira sé que es raro, pero no puedo evitar como me siento, ¿no es así? Es algo que nace dentro de uno mismo, ¿no?
- Bueno... No diré que lo que sueñas sea posible, pero estoy feliz de que hayas encontrado a tu media naranja.
Lincoln sonrió y suspiró, aliviado. Clyde se veía un poco impresionado, pero tomó la noticia de la mejor forma posible.
- Gracias, Clyde, hermano, tú siempre me apoyas.
- Claro que sí, Lincoln. Siempre te apoyaré en lo que sea.
Por esta y muchas otras razones, Clyde era un gran y fiel amigo. La sombra guardó su celular, y se alejó silenciosamente, oculto por el pasillo adyacente al de los amigos y las sombras de la escuela.
Ya en su casa, terminadas todas las clases, Lincoln subió a su cuarto para acostarse, ya que no había dormido mucho. Casi tenía los ojos cerrados cuando...
Toc toc toc.
Lincoln se desperezó. Ya se estaba acostumbrando.
- Adelante.
Era Luna. Su corazón se aceleró, pero mantuvo la compostura.
- Oye, hermano, ¿me puedes ayudar a terminar mi canción? -preguntó tímidamente.
Inmediatamente, Lincoln se quitó el sueño y se levantó.
- Claro, yo te ayudo. Vamos.
- Pero bueno, podemos hacerlo aquí, tú descansa. Al fin y al cabo, no es una canción muy fuerte.
Luna llevó su guitarra y se tomó su tiempo para empezar. Luego comenzó a tocar la canción que Lincoln había escuchado ese fatídico día.
Cada vez que te veo, mi corazón empieza a latir,
cuando estás a mi lado, siempre me haces sonreír.
Solo necesito tu presencia para mi día entero alegrar,
un beso tuyo es lo que quiero para en paz poder descansar.
Amable, caballeroso, y perfecto es lo que en ti puedo ver,
tu cabello, tu sonrisa y tus ojos es lo que me encanta de tu ser.
Cuando el mundo me hizo tropezar, tú me ayudaste a subir otra vez,
tu cálido tacto me inspiró para ponerme una vez más sobre mis pies.
Este amor imposible, que jamás se podrá realizar,
te anhelo con toda mi alma, aunque sé que voy a fracasar.
No sé qué pienses de mí, si me observas o no me pones atención,
pero nada de eso apaga ni debilita la llama de mi amor.
Me dejas sin aliento, suspiro cada segundo por ti,
necesito todos los días tu presencia para vivir.
La voz de Luna sonaba cargada de emoción, pero de tristeza a la vez. Terminó. Luna vio a Lincoln, esperando su opinión. Se quedaron mirando unos segundos. Luego Lincoln parpadeó, indeciso.
- Wow, Luna... Es una canción hermosa... ¿La escribiste para alguien?
Por todo el tiempo que había pasado, la dedicación de esa canción ya no era enteramente para Lincoln, ya que alguien más estaba entrando en el corazón de Luna, pero aún así la rockera tuvo que mentir.
- Es para un amigo... que... le gusta la chica más popular de nuestra clase. Él es un rockero, pero ella es una amante de la música clásica, y detesta el rock. Él no cree que a ella le interesa quedar con él.
- Ya veo... Bueno, pues le deseo suerte, es doloroso tener un amor no correspondido.
- Sí, lo sé -dijo Luna.
Se quedaron callados, ambos nerviosos y a la expectativa.
- Bueno, ¿crees que deba añadir algo más a la canción? -dijo Luna con timidez.
- No. Yo creo que así está perfecta -respondió Lincoln en voz baja.
- Gracias, Lincoln -dudó unos instantes, luego Luna se acercó y le plantó un suave beso en la mejilla. Agarró su guitarra y salió de la habitación.
Lincoln se quedó ahí, totalmente anonadado de lo que acababa de pasar. Se sintió en las nubes. Ese beso marcó un momento en la vida de Lincoln. No solo Luna había conmovido a Lincoln con su canción, ella misma era perfecta. Ya no lo podía negar. Se había enamorado de Luna.
Admitirlo lo hacía sentirse mucho mejor. Pero también le planteaba un dilema: ¿cómo podía imaginar que podría tener algo con Luna? No es que fuera la más popular, ni siquiera que el gran George ya estuviera interesado en ella. Era su hermana. Y eso lo estropeaba todo. Pero en serio quería decirle a Luna que la amaba. ¿Pero cómo?
