El día siguiente llegó demasiado pronto, aún con lo poco que había dormido la noche anterior tenía que comenzar con mis deberes, primero me dirigí hacia David, lo encontré en el techo del Pequeño Palacio trabajando en los platillos reflectores, entre los montones de planos y papeles reconocí la letra de Nikolai, eso explicaba todos los ajustes que habían mencionado en las últimas reuniones.

- ¿Qué tal va? – pregunté.

- Mejor, si la curvatura esta vez es la correcta, podríamos empezar a probarlo en un par de semanas – respondió mientras examinaba la superficie del platillo más cercano.

- Un par de semanas – murmuré para mí.

A pesar de que ya no sabía cuales eran las intenciones del Darkling no iba a detener las obras de protección, nada podía asegurarme que no fuera todo un truco después de todo, quería creer que no, pero no podía arriesgar a todo el segundo ejército por una corazonada. Aleksander, corregí en mi mente, no sabemos si han cambiado los planes de Aleksander.

- David, hay algo que quiero preguntarte sobre el collar, ¿hay… cuándo todo termine me refiero, hay alguna posibilidad de quitarlo?

- Imposible – su respuesta fue absoluta – tendrías que romperlo, sería una catástrofe de proporciones aún más grandes que el propio Abismo.

- Eso me temía.

Seguramente sería lo mismo con el grillete, ganara o perdiera iba a vivir con ellos el resto de mi vida, tendría que aceptar en lo que me había convertido. Por qué encajar con el resto cuando naciste para sobresalir, las palabras llegaron a mi mente con su voz, deseaba escuchar algo como eso, y aún así me sentía cabizbaja por mis decisiones. David debió haber interpretado mi mirada baja de otra manera porque repentinamente su ritmo de trabajo se trabó.

- Alguien más lo hubiera hecho, tranquilo – le dije adivinando sus pensamientos – debo irme ahora.

- Alina – el tono de su voz me sorprendió, pero volteé para verlo – escuché que Genya… que ella estaba también, en el barco.

Así que después de todo el no le había sido indiferente, sentí una punzada por Genya al ver el rubor en la cara de nerviosismo de David.

- Ella estaba, sí, le supliqué que viniera, pero creo que se sentía como si no tuviera opción, al menos, eso pienso yo – no lo creía del todo, pero si alguna vez volvía a verla tal vez haría una diferencia.

- Yo debí…

- Todos lo hacemos lo mejor que podemos – lo corté, aunque sabía que era más una excusa que un consejo de verdad – aún si no hace diferencia.

Me miró con arrepentimiento en el rostro, pero no había mucho más que decir, de modo que bajé las escaleras en dirección al próximo lugar al que no quería asistir, el Gran Palacio.

El incompetente príncipe Vasily había comenzado a mermar sus asistencias, el plan de Nikolai poco a poco dejaba entrever lo poco que se podía confiar en su hermano, y ahora estaba allí, muerto de sueño, apenas concentrado. La sala abarrotada parecía sofocante con tanta gente alrededor, me reprendí por no haber pedido discretamente a un vendaval que invocara algo de brisa, finalmente fue el anunció de las bajas en el primer ejército lo que motivó un poco al adormecido príncipe.

- ¿Por qué hacen tanto escándalo? Bastan con bajar la edad del reclutamiento.

- ¿Y a cuanto pretendes bajarla? – le espeté yo, pensando en todos los cementerios que habíamos visitado en el camino con Nikolai.

- ¿Quince? ¿Catorce? ¿Cuál es la edad mínima ahora?

- Claro, y ya que estamos podríamos utilizar a los bebés, sus gritos serán la carne de cañón perfecta para los nichevo´ya – le solté.

- Alina – fue apenas un susurro de parte de Nikolai, instándome a mantener la calma, pero no lo dejé.

- Estás tan cómodo con tus caballos, tus licores y tus putas que no eres capaz de hacerte ni una mínima idea de a qué nos enfrentamos – hubo varios sonidos de protesta a mi alrededor – dígame príncipe Vasily ¿cuántas veces ha atravesado la sombra? ¿nueve veces, quizás diez? ¿o ninguna?

- Aún si es la comandante del segundo ejército no debería dirigirse así al soberano – se quejó uno de los consejeros del Rey.

- Oh, tal vez usted entonces quiera responderme en su lugar, ¿cuántas veces ha estado frente a la sombra Mi Lord? – el gordo hombre se sentó de nuevo, callado, silencio también a mi alrededor.

- Ni siquiera sabemos si estos nichevo´ya son reales – espetó entonces Vasily y decidí que ya había tenido suficiente.

- Muy bien, no tendrá entonces inconveniente en dirigir un ejército de avanzada para que vigile el estado de avance de la sombra, ¿verdad?

- Nuestro estimado príncipe poco sabe de disciplina militar, como ha quedado expuesto en esta reunión – se apresuró entonces a hablar Nikolai en un intento por mediar la situación – pero estoy seguro de que estaría dispuesto a hacer ese pequeño sacrificio por el bien de Ravka.

- ¿Cómo te atreves…? – Vasily estaba rojo de furia y también se levantó de la mesa.

- Nunca es demasiado si se trata de servir a tú país – le recordé sus palabras del consejo anterior con una sonrisa cínica, parecía que explotaría en cualquier momento.

- Aún si el príncipe asiste a la campaña necesitará de reclutas – observó uno de los generales, parecía serio, pero podía ver que le agradaba la situación.

- Oh y reclutaremos – aseguró Nikolai – es por eso que se llevarán a cabo las propuestas que hice en el anterior consejo, esas que mi querido hermano tan rápidamente descartó.

- Pero señor, no tenemos…

- El segundo ejército los ayudará a repartir los implementos si llega a ser necesario – corté – señores, estos serán los acuerdos tomados el día de hoy. Príncipe Vasily, esperamos prontas noticias de su partida.

Los despaché con esas palabras, no tenía la autoridad suficiente para ello y aún así me habían obedecido sin rechistar, había dejado a un príncipe en ridículo y había tomado mis propias decisiones anteponiéndome incluso a los deseos de Nikolai. Eso era lo que ellos respetaban, el poder, la decisión… el miedo.

- Bueno… eso fue intenso – Nikolai fue el último en permanecer en la sala luego de que los consejeros, generales y el príncipe de orgullo herido se fueran – no pensé que ambos fuéramos a explotar.

- ¿De qué hablas? Yo hice la mayor parte del trabajo – lo piqué, pero necesitaba respirar.

- La habitación está malditamente caliente – se quejó entonces – salgamos de aquí.

Lo seguí al pasillo, viéndolo desde fuera y con aire fluyendo las cosas ya no se veían tan malas, al menos habíamos conseguido imponer las ideas de Nikolai para el primer ejército, además de la ayuda a los campesinos y labradores para que generaran lo suficiente para subsistir, el mal paso de Vasily contaba como un suculento extra en todo ello.

- Hoy quedó más claro que el trono para tu hermano no es más que un bonito trofeo, tú no eres así, serás un buen Rey.

Las palabras lo abandonaron, e incluso se quedó estático en el lugar, tuve que voltear para mirarlo puesto que había seguido avanzando, una sonrisa avergonzada aparecía en su rostro, muy lejana a la sonrisa segura de siempre.

- Gracias.

- Sólo no te vuelvas insufrible.

- Creí que ya lo era – se rio - ¿cómo te está tomando todo esto?

- Es abrumador, siempre parece que hay algo que hacer, siempre estoy rodeada de gente que necesita algo de mí, pero al final del día…

- … Estás sola – completó por mí.

- Al final del día sólo me queda esperar que lo que estamos haciendo de como recompensa algún fruto – puntualicé – no es que tenga nada contra tu nueva nave voladora ¿sabes? Pero verla es un recordatorio constante de que todo lo que estamos haciendo podría terminar siendo nada.

- Intento verla como una salida de emergencia, una que no deberíamos necesitar.

- Lo sé, sé lo que es también.

Caminamos juntos por los jardines en dirección al Pequeño Palacio, se sentía bien poder charlar con alguien sobre esto para variar, Nikolai también llevaba un peso de responsabilidad sobre los hombros.

- ¿Crees que habrías tomado decisiones diferentes? – pregunté de pronto.

- ¿A qué te refieres?

- A la sombra, si hubieses estado en su lugar, por salvar o liberar Ravka, ¿los habrías consumido?

- Esa es una decisión que no querría tomar – pareció sumamente alterado por mi pregunta – no lo sé Alina, no me preguntes eso, podría terminar creyendo que yo mismo soy un monstruo.

- Lo lamento, es sólo que es tu nación… significa más para ti que para mí.

- Lo sé – hubo un corto silencio – trataría de hacer las cosas de la mejor forma posible.

- Si usas la oscuridad del Abismo ganas sin ninguna baja, si no la usas conquistas un pueblo, mueren personas de ambos bandos, si el pueblo se revela ganas enemigos dentro de tu nueva nación. Creo que es así como el Darkling pensaba.

- Tomar ese tipo de decisiones apesta, no me extraña que esté tan amargado – el comentario sin poder evitarlo me sacó una pequeña risa.

- ¿Tú crees que está amargado?

- Bueno la expresión correcta es un poco más burda, y me temo que no quiero ensuciar tus oídos con las expresiones propias de los corsarios.

- Dirás piratas, siento que es más común oírlos a ellos blasfemar.

- Oh, es que aún no conoces del todo bien a los corsarios – me aseguró y la sonrisa segura y ladeada se asomó en su rostro otra vez.

- Bueno, es que con uno ya tuve suficiente.

Le hice una reverencia formal con la cabeza y me adentré en el Pequeño Palacio dejándolo con la palabra en la boca.