Harry Potter, pertenece a J.K. Rowling.
Solo nos pertenecen los OC.
Este Fic, está creado (una vez más), con base en el reto de FxRobalino, del capítulo 7 de "Harry Potter y El Retorno del Rey"
Harry debe ser mujer.
Harry mujer, debe gustar de las mujeres.
Harry mujer, debe tener un harem de mínimo siete mujeres, la única obligada es Hermione.
Harry mujer, debe ser alguna criatura mágica como las Veelas (a elección del autor)
La historia debe comenzar en tercero, cuarto o entre esos dos años.
Harry mujer, debe tener una relación incestuosa (relación con su madre o hermana)
Harem: Hermione Granger, Daphne Greengrass, Susan Bones, Padma Patil, y Lily Evans.
Harriet Potter y La Espada Maldita.
Capítulo 3: El Callejón Diagon.
Robar libros de texto, sobre las materias que debería de estar cursando, fueron algunos de los robos más complicados, pero no tanto como conseguir los alimentos, o la ropa.
Nadie salió malherido, en esta ocasión.
Y solo para hacerse la muy graciosa, acostumbraba a dejar el pago de los robos.
(Incluso si después, acababa robando más dinero o cosas) era su forma de estar en paz consigo misma, y con su consciencia limpia.
Los años pasaron, y un día cualquiera, escuchó un incesante golpeó en la puerta, del primer piso. Y ya que aquellos condominios estaban abandonados, fue una suerte, el haberlo escuchado.
― ¡Un segundo! ―pidió con un tono de canturreo, mientras que, desde su brazo derecho, un líquido negro surgía espontáneamente y descendía, hasta recubrir su mano, transformándola en una espada. Finalmente, llegó al primer piso del edificio, al cual jamás se le construyó una recepción, abrió la puerta, solo un poco, dejando ver su ojo verde y sus cabellos negros. ― ¿Sí? ¿Qué se le ofrece?
Ante ella, había una mujer de cabello negro, ojos del mismo color, detrás de unos lentes cuadrados y vestía con una túnica verde. ―Discúlpeme, busco a Harriet Potter.
― ¿Ha pasado algo? ―preguntó.
―Necesito entregarle una carta ―dijo la mujer.
―Soy yo. Yo soy Harriet Potter. ―Contestó, luego de haberse quedado en silencio, por un momento. ― ¿Quién es usted?, ¿de qué tipo de carta, estamos hablando?
La mujer miró un tanto incrédula, a la desconfiada niña.
¿Por qué estaba viviendo, en una serie de condominios abandonados?
Recuerdo
― ¡No puede usted, referirse a la gente que vive en este lugar! ―dijo Minerva incrédula, ante las palabras del director (...) ― ¡Harriet Potter, no puede vivir aquí! (...) Esa gente, jamás comprenderá a Harriet (...) ¿Cree usted, que realmente, es lo mejor, dejarla con unos Muggles? Hay muchos amigos de James y Lily, quienes seguramente, aceptarían la responsabilidad. ¡Yo puedo hacerlo! ¡Puedo cuidar de ella!
Fin del Recuerdo
Una idea cruzó su mente: ¿Harriet Potter, abandonó a sus despreciables tíos?
Sí, parecía ser que sí, lo había hecho.
Pero la nueva pregunta, sería: ¿Qué tanto le hicieron ellos, a ella?
―Perdóneme, por mi pequeña... ¿cómo llamarla...?
― ¿Por perderse, en el país de los recuerdos? ―preguntó la chica, con una sonrisa amable. ―Sin problemas, mi señora, entonces, ¿la carta?
La mujer asintió, y metió su mano, en su túnica verde, antes de sacar, una carta, en papel pergamino.
Sra. H. Potter.
Colchón en el suelo.
#17, Seven Sisters
Haringey.
―Usted, ya sabe quién soy yo, pero yo aún no sé quién es usted ―dijo la niña de negros cabellos, mirando a la mujer, al tiempo que abría la carta, y sus ojos se agrandaban, entre más leía. La mujer, esperaba que la chica, comenzara a asaltarla, con una legión de preguntas a alta velocidad, pero en cambio, lo que dijo fue... ―Eso... eso explica muchas cosas, creo yo. ―Lanzó una risilla. ― "Una maga" ―susurró, saboreando la idea.
―Una bruja, señorita Potter ―corrigió la mujer, con una sonrisa en sus labios, antes de agarrar una peseta del suelo y luego, sacar una varita, y transformó la peseta, en un botón. Se deleitó, viendo los ojos de la joven abrirse de esa forma. ―Si usted así lo desea, señorita Potter, puedo guiarla al lugar, donde adquirirá dinero del Mungo Mágico Ingles, y sus útiles escolares para Hogwarts.
La chica miró a la mujer, quien no pudo evitar un ligero escalofrío. Esos ojos, le recordaban a Lily Evans. Finalmente, aquella chica, en cuyos ojos se notaba, que la vida fue dura con ella, y que no sabía cómo confiar en las personas, asintió, dándole el permiso a la mujer, de llevarla al Callejón Diagon. La mujer estiró solo un poco, su mano y fue agarrada por la mano de la chica ―respire hondo, señorita Potter ―un minuto después, ambas sintieron unos garfios aferrarse a alguna parte de sus cuerpos, detrás de sus ombligos, y Harriet juró, que fue obligada a pasar, por un tubo muy estrecho, mientras que alguien seguía jalando de ella, como si tuviera el garfio de una caña de pescar. Cuando aparecieron, y cuando Harriet pudo ver, lo hizo en medio de una calle.
―Profesora, con todo el respeto: Eso se sintió, asqueroso.
―Perdóneme, Señorita Potter ―dijo la mujer.
―Descuide, entonces: ¿Qué hacemos aquí? ―preguntó la joven.
―Ve usted, ese establecimiento de allí en frente ―preguntó la mujer, solo moviendo un poco la cabeza.
Los ojos de la chica se fijaron en el letrero, y asintió. ―El Caldero Chorreante. ―La mujer asintió, miraron, antes de cruzar la calle, ya estando del otro lado, ingresaron en el lugar, había muchas personas comiendo o bebiendo cerveza.
― ¡Bienvenida, Minerva! ―dijo el dueño del establecimiento. ― ¿Te sirvo una copa?
―Quizás después, Tom, necesito el camino al callejón ―dijo ella.
―Por supuesto, Minerva, jovencita... ―Tom se quedó en silencio, cuando vio a la joven.
―Tom, por favor...
― ¡Harriet Potter! ―gritó el hombre sorprendido, al ver a la niña de negros cabellos y ojos verdes. ― ¡¿En mi establecimiento?! ―el hombre parecía estar ante una estrella de cine, pensó Harriet, pronto, escuchó una multitud de sillas siendo corridas y se encontró saludando a muchas personas, que le eran desconocidas.
Viendo Minerva, como la joven estaba a punto, de sufrir de un ataque de pánico, rápidamente se la llevó de allí. Y salieron por una puerta lateral, hasta el muro de un callejón. ―Por favor, recuerde esto, para cuando tenga su varita: Tres arriba y dos al lado. ―Para asombro de la joven, los ladrillos se plegaron, dejando un camino, era una calle larga y a cada lado, había toda clase de establecimientos. ―Bienvenido, señorita Potter: Al Callejón Diagon. Nuestra primera parada, será en el banco mágico de Gringotts International. ―Harriet asintió, distraída con las cosas que había, con aquel nuevo mundo, que se abrió ante sus ojos. Tiendas de venta de animales, ingredientes para pociones, libros mágicos, ropa, entre muchos otros. Finalmente, regresó su vista al frente, y ante ambas, apareció un edificio muy alto y que se iba hacia los lados, de forma zigzagueante, dos enormes Trols, estaban cuidando la entrada.
Harriet, leyó le mensaje de arriba.
Entra, desconocido, pero ten cuidado
Con lo que le espera al pecado de la codicia,
Porque aquellos que cogen,
pero no se lo han ganado,
Deberán pagar en cambio mucho más,
Así que si buscas por debajo de nuestro suelo
Un tesoro que nunca fue tuyo,
Ladrón, te hemos advertido, ten cuidado
De encontrar aquí algo más que un tesoro.
Ingresaron en el banco, y todos volvieron su mirada, todos sintieron aquella rara aura, proveniente de la chica de ojos verdes y cabello negro.
Minerva, la guio hasta uno de los duendes. ―La señorita Potter, necesita hacer un retiro de su bóveda de confianza.
El duende miró a la mujer y luego a la niña, que la acompañaba. ―Necesitamos saber, si es quien dice ser, espero y pueda entenderlo.
―Perfectamente. ―Dijo Minerva, con la cabeza en alto y sin vacilación alguna.
―Disculpen ―dijo una voz masculina, pero chillona, que Minerva reconoció al instante. Al girar su cabeza, vio a un hombre de baja estatura, de cabellos canosos y con un traje a la medida. ―La señorita Granger y sus padres, desean cambiar dinero Muggle, por dinero mágico.
―Por supuesto, profesor Flitwick ―la voz del duende fue cavernosa. ― ¿Cuánto desean cambiar?
―230 en libras esterlinas ―dijo el hombre, entregando los billetes.
La niña que les acompañaba, una niña de cabellos castaños, ojos marrones y de dientes delanteros un poco grandes, miraba todo maravillada, entonces, giró su cabeza y vio a Harriet, quien le enseñó una sonrisa, lo mismo hizo la chica castaña.
―Por aquí, señorita ―pidió el duende, alzando el mostrador y guiando a la mujer y a la niña de cabello negro, quienes se perdieron, tras una puerta, al tiempo que Hermione Granger, salía en compañía de sus padres, del banco de Gringotts.
Harriet y Minerva, descendieron por unas escaleras, hasta un pasillo lleno de puertas, siguiendo al duende, hasta una puerta con el apellido de Harriet, al ingresar, el duende en su interior, elevó la mirada.
―Esta chica, viene a demostrar que, por sus venas, fluye la sangre de la casa Potter, la dejo en tus manos Ragnok ―dijo el duende, antes de salir.
―Para comprobar si eres una Potter, necesito que derrames, cuatro gotas de sangre, en este pergamino ―dijo Ragnok, enseñando un documento. Harriet no se hizo problema, derramó las gotas de sangre, como si no fuera nada, para ella.
La sangre dejó de gotear, y aumentó la cantidad de la misma, luego comenzó a esparcirse por el papel.
Nombre: Harriet Berenice Potter Evans Deneuve-Corvinus.
Edad: 11 años.
Antepasado: Alexander Corvinus.
Antepasado: Marcus Corvinus (Hijo de Alexander-Vampiro)
Antepasado: William Corvinus (Hijo de Alexander-Hombre Lobo)
Abuelo Paterno: Fleamont Potter.
Abuela Paterna: Euphemia Deneuve.
Padre: James Charlus Potter Deneuve.
Abuelo Materno: Jack Evans.
Abuela Materna: Evelin Corvinus.
Madre: Lily Jocelyn Evans-Potter.
Tía: Petunia Evans.
Raza: Espada Maldita-Cepa Corvinus.
Habilidades Mágicas Latentes: Pársel, Oclumancia, transformación de miembros en armas blancas malditas.
Propiedades: Casa #54 del Valle de Godric. Casa #67 de Londres, Camden. Castillo Corvinus-Hungría.
―Bienvenido nuevamente: Lady Corvinus/Potter. ―Dijo el duende, haciendo una reverencia.
―Gracias, Ragnok. Escucha: Necesitamos retirar dinero de las bóvedas, ¿Cuánto crees que cuesten todos los materiales y libros de Hogwarts? ―preguntó Harriet, buscando algo de información. ― ¿Puedes hacer eso, por mí?
―Le entregaré un total de 140 Galeones de oro, 543 Sickles de plata y 786 Knuts de bronce ―dijo Ragnok, mientras abría un cajón y enseñaba una bolsa de piel, hizo dos gestos muy extraños, con su mano y se escuchó el tintinear de las monedas. Entonces, frunció el ceño, y sacó un papel. ―lady Potter, ¿Cuándo fue la última vez, que vio usted a Albus Dumbledore?
―Jamás ―aseguró la chica, aunque pareció pensarlo.
El duende solo asintió, y sacó otro documento, uno que tenía los bordes de color negro, y comenzó a escribir una carta.
―Gracias ―dijo Minerva, ambas se despidieron y salieron de allí. ― ¿Sabe usted algo, con respecto a esa... raza de las Espadas Malditas?
―Eso me temo ―respondió ella. ―No lo sé todo, pero sí... tengo... recuerdos. Tengo recuerdos, que no debería de tener, y al comienzo no fueron más, que una auténtica pesadilla... casi, literalmente. ―aquello, pareció pensarlo más.
― ¿Puede usted, contarme algo de eso, señorita Potter? ―preguntó Minerva, confundida.
―No sé qué decirle. No sé con total seguridad, lo que pasó ―dijo ella, pasándose una mano por el cabello, y buscando en su memoria. ―Recuerdo... recuerdo, que realicé magia accidental, mi tío se enfureció conmigo. Odiaba la magia accidental. Odiaba todo aquello, que se saliera, de lo que ella consideraba "normal", y.… un día, lo hice enfurecer. Me golpeó, hasta dejarme inconsciente, creo que me creyó muerta, pero pude... pude sentirlo todo: Sentí mi cuerpo, siendo trasladado a otro lugar, sentí la superficie del maletero, sentí el recorrido, sentí cuando se detuvo y me abandonó en aquella casa destruida, en medio de la nada. ―La mujer, no podía creer lo que escuchaba. ―Entonces, la cepa Corvinus se activó, la cepa buscó mi supervivencia, es un gen que permite al portador, adquirir características de otro ser vivo, para asegurar dicha supervivencia. Y.… en mi caso... ―enseñó una sonrisa. ―Fue una espada tipo Katana. Una espada tipo Katana, que había visto mucha muerte, que fue empuñada por muchas personas malvadas. Las emociones... quedaron atrapadas en el arma, y acabaron en mi ser. Todo lo que tenía la espada, se volvió una parte de mí. Pero... no puedo enseñárselo ahora mismo.
Minerva estaba, quizás solo un poco perturbada, pero no dijo nada más, solo se aseguró de que aquella chica, la estuviera siguiendo de cerca. ―Bien, señorita Potter, vamos a ver los libros de este año, luego iremos a comprar un baúl, después los implementos de pociones, que son redomas de cristal o de vidrio, iremos por sus uniformes y al final, por su varita.
Harriet solo asintió, sin poner "peros", y eso hicieron.
Fueron a Flourish & Blotts, enseñando la lista de libros: Libro Reglamentario de Hechizos (1 grado), Una Historia de la Magia, Teoría Mágica, Guía de Transformación para principiantes, Mil hierbas y hongos mágicos, Filtros y pociones mágicas, Animales Fantásticos y donde encontrarlos, Las Fuerzas Oscuras. Una Guía para la autoprotección; Harriet se mordió el labio inferior y volvió al interior de la tienda Etiqueta de los Sangre Pura. Cómo comportarse en el Mundo Mágico, y el vendedor los entregó, pagaron con monedas de plata, y salieron de allí.
Viendo los libros, Minerva se enfadó con ella misma, y le compró a Harriet, un baúl, donde guardaron los libros, allí mismo guardaron los implementos de pociones, el caldero de oro, el telescopio, la balanza de latón. ―De acuerdo, vamos por su uniforme, luego por una mascota, y al final, por su varita.
―Entendido ―dijo la chica, quien comenzó a jugar con su cabello negro.
Estaba un tanto nerviosa, había demasiadas personas, eso lo odiaba.
La encargada de la tienda, la mismísima Madame Malkin, usó un metro encantado, para que tomara las medidas de la joven de ojos verdes y les pidió volver, cuando la ropa estuviera terminada, Harriet pagó por adelantado, hizo una reverencia, y se marcharon de allí, para dirigirse a la tienda de varitas: Ollivander, que quedaba al final de la calle.
Ingresaron, en un edificio de fachada muy antigua y polvorienta, y desde el fondo, apareció un hombre de blancos cabellos y ojos grises.
―Sí. Sea usted bienvenida, señorita Potter, esperaba encontrarla pronto... Oh, ¿pero ¿qué es esto? ―dijo el hombre, mirando a la niña y poniéndola nerviosa. ―Interesante... creo, que el último cliente no completamente humano, que llegué a tener, fue... Remus Lupin. Sí, creo que él fue el último bueno, ¿comenzamos, señorita Potter? ―la nerviosa niña, asintió, no una, sino hasta tres veces. ―De acuerdo entonces, ¿con que mano sujeta la varita?
― ¿Cuál es su mano dominante? ―tradujo McGonagall.
La niña, frunció el ceño, solo un instante. ―La mano derecha.
Y entonces, un millón de varitas mágicas, distintas unas de otras, comenzaron a pasar por sus manos. Cada una, de una madera distinta y con un núcleo distinto, algunas cosas se incendiaban, otras cosas se movían violentamente, hasta que una, la rodeó de chispas azules y doradas. ―El sauce es una madera de varita poco común con los poderes curativos, y su propietario ideal a menudo tiene cierta inseguridad (por lo general injustificada), por mucho que intenten esconderla. Tienen una apariencia atractiva y una reputación bien fundamentada para habilitar la magia no verbal. Las varas de sauce han seleccionado consistentemente las de mayor potencial, en lugar de aquellas que sienten que tienen poco que aprender. El núcleo, es de fibra de corazón de dragón. Ellas producen las varitas más poderosas, y con ellas se pueden realizar los encantamientos más llamativos. Las varitas con núcleo de fibra de corazón de dragón tienden a aprender hechizos más rápido que las de otros tipos. Sin embargo, pueden cambiar de maestro si se le quitan a su dueño original, y siempre establecen una fuerte relación con el que las posee en ese momento. Las varitas de fibra de corazón de dragón son las más fáciles de usar para las Artes Oscuras, aunque no se inclinará hacia ellas por ella misma. También, de las tres más poderosas, es la que tiene más tendencia a producir accidentes, debido a su temperamento.
―Gracias por su tiempo y paciencia, señor Ollivander ―dijo Harriet sonriente, y dándole la mano al hombre, y luego haciendo el pago.
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En Hogwarts, en la oficina del director, una alarma sonó. Albus sabía lo que simbolizaba: La sala de reconocimiento de núcleo mágico, que había colocado en la tienda de Ollivander, decía que Harriet Potter, estuvo en la tienda, pero que la varita de Acebo, cuyo núcleo era, la otra pluma de la cola de Fawkes, no fue ni tan siquiera, empuñada por Harriet, ni era su varita, sino otra.
Eso era malo.
Ya de por sí, perdió la pista de Harriet Potter, por muchos años.
Minerva se hizo cargo de irlo a buscar, pese a su deseo e insistencia, en que fuera Hagrid.
Y ahora: La varita de Acebo y pluma de la cola de Fawkes, se quedaría cogiendo aún más polvo, del que ya debía de tener.
― ¿Qué clase de varita, pudo haber elegido a Harriet Potter? ―se preguntó. ―Necesito vigilarla.
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La próxima parada, fue ir por los uniformes, a lo cual Harriet agradeció profundamente, a Madame Malkin. Aun así, decidió comprar algunas túnicas diarias, ropas normales e incluso, un precioso vestido blanco y dorado.
La parada final, fue a la tienda de mascotas. Según la carta de Hogwarts, se podía tener uno de tres animales: Un sapo, una lechuza o un gato.
Pero, creyendo conocer más o menos, el tipo de naturaleza de la señorita Potter, especialmente, al tener en cuenta aquello de que no era humana al 100%, sino algún tipo de... de... espada maldita, le permitió llevar a una criatura de su elección, eligiendo a una serpiente Mamba Negra, que no era venenosa, le compró su comida, y salieron de allí.
Ya con todo, la profesora McGonagall, le enseñó una última cosa. ―Señorita Potter, debe de ir, el 1 de septiembre a King Cross, el tren sale a las 11:00, y debe de pararse ante el muro de los andenes 9 y 10, y correr hacía el muro. ―Enseñó una sonrisa, al ver a la chica, levantar una ceja. ―Lo sé, sé lo que siente y cómo se siente, pero no deberá temer, no sufrirá daño.
―Gracias por todo, profesora. ―Dijo Harriet sonriente, quien fue a tomar el tren, que la llevaría al barrio donde vivía o bueno: pasaba cerca de allí, mientras que la profesora Desaparecía.
Minerva mantuvo en su mente, el rostro de la chica. Vaya que era una caja de sorpresas, se preguntó, que tal sería en el colegio.
A cuál de sus padres, se parecería más.
Le tomó, algo de cariño a la chica, en las pocas horas de conocerla.
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Minerva McGonagall, apareció a varios kilómetros del imponente castillo de piedra negra y gris. Caminó hacía el castillo, a paso calmado, era imposible Aparecerse dentro del colegio de Hogwarts, y únicamente el director podía hacer eso.
Ingresó en el castillo, caminó hacía las escaleras, mientras que, en sus retratos y demás cuadros, las personas se movían e interactuaban, unos con otros, pero Minerva no prestó atención a nada de eso. Finalmente, llegó a la sala de profesores.
―Bienvenida, Minerva. ―Dijo Albus. ― ¿Te fue bien, llevando a Harriet, al Callejón Diagon?, ¿Cómo está ella?
Por un momento, Minerva no dijo, ni una palabra, solo miró fijamente a Albus. ―Está bien. Bien de salud, vive bien.
Albus pareció calmarse. ―Me alegra, que pudieras encontrarla, Minerva, ¿algo más?
―Una jovencita, muy educada. En sus ojos, pude ver la misma... la misma hambre de conocimiento, que tenía Lily, cuando entró en Hogwarts. ―Pensó en contarle, sobre el hecho de que era una criatura mágica. ―Albus, Silvanus, ¿han escuchado ustedes, sobre una raza mágica denominada como: ¿Espadas Malditas?
Ambos se miraron, y negaron con la cabeza.
― ¿Espadas Malditas? ―preguntó Severus, confundido. No entendía absolutamente nada. ― ¿A qué te refieres, Minerva?
Minerva frunció el ceño, por un instante. ―Cuando fuimos a Gringotts, le obligaron a realizarse una prueba de sangre. Harry, es un ancestro de una familia llamada Corvinus. Marcus Corvinus parece ser el primer vampiro en existir. Y su hermano William, el primer hombre lobo. Al parecer, la sangre de esta familia, te permite sobrevivir, incluso en los casos más improbables, y si existe algo que pueda mejorar tu capacidad de supervivencia, entonces buscará como lograrlo. No estoy segura de nada. No sé cómo se puede crear una chica-espada maldita, pero es algo que espero llegar a descubrir.
Albus se sintió algo mareado, ¿Harriet Potter, no era humana? ― ¿Cómo es ella, Minerva? ―Preguntó Albus, preocupado.
―Pelinegra como James, de ojos verdes como Lily. ―Pensó más, en la pregunta de Albus, y cambió ligeramente, su respuesta―Un poco desconfiada, vive sola, y parece saber qué hacer, para sobrevivir. Ignoro cuanto tiempo, lleva sola, es... bueno, no sé qué decir, Albus. Le permití tener una mascota... digamos: Exótica, una Mamba Negra. Habla solo lo justo y necesario, no parece gustarle estar rodeada de las personas. No parecía verdaderamente ilusionada, por nada de lo que vio. Aunque me aseguró, que no había estado en el Mundo Mágico.
Albus suspiró. Solo le quedaba, esperar y verla con sus propios ojos. Estudiarla, saber cómo actuaba, qué y cómo pensaba. Luego de escapar del hogar de sus tíos, necesitaba estudiarla, no podía acercarse a la chica, de la forma en la cual él hubiera querido.
Además, la chica ya no era un Horrocrux, y era una especie de criatura mágica.
¿Qué demonios, era una Espada Maldita?
Solo podría y tendría, que esperar, para saber cómo actuar ante Harriet Potter.
Ante el Faro de la Luz.
― ¿Por qué algo, no parece estar bien? ―se preguntó. Un extraño escalofrío y pánico, lo invadieron. ― ¿Harriet Potter? ―Se preguntó. ― ¿Por qué tengo miedo?, ¡esto no es normal!, ¿Por qué temerle a una alumna?
