El primer mes fue una tortura, tenía que obligarse a levantarse y asearse diariamente, al principio trataba de hacerse lo más presentable posible para recibir los saludos de las Concubinas a primera hora de la mañana, la primera semana había logrado mantenerse regia frente a las otras pero día a día había ido decayendo cada vez más en la depresión, al punto que actualmente no se preocupaba por nada más que estar aseada y tener puesto un vestido moderadamente limpio, sus criadas temblaban ante su mirada muerta y las Concubinas se veían cada vez más inquietas ante su presencia cada mañana

Hoy empezaba el segundo mes de su infierno y ella se sentía lo suficientemente desconectada del ahora que se había vestido con uno de sus muchos peplo de color marfil, había recogido la mitad de su cabello desinteresadamente en una sencilla trenza gruesa sobre su espalda con el cabello restante abierto por la mitad, cubriendo sus oídos y hombros desnudos, tenía uno de sus enormes chales del color de las bayas colgando del interior de sus codos y descansando sobre la curva de su trasero perezosamente, iba descalza avanzando con pasos cortos y ausentes por uno de los muchos pasillos alfombrados de su lúgubre castillo, se detuvo frente a uno de los innumerables retratos del lugar, observo los trazos delicados que conformaban los rasgos de la hermosa mujer que fue Martha Wayne née Kane y allí en la parte inferior del grueso marco de caoba que lo acunaba, una pequeña grieta mal camuflada en el fondo oscuro de la pintura

Contuvo un suspiro mientras separaba sus labios resecos y empezaba a entonar con voz insegura, las partículas brillantes levantándose en el pasillo oscuro— Flor que da fulgor —la figura fantasmal de su Kyle se dejó ver correteando con una espada que brillaba de manera intermitente en su mano, sacudiéndola enérgicamente— Con tu brillo fiel, vuelve el tiempo atrás —Arthur apareció a continuación, dando pasos inseguros con un yelmo demasiado grande atrapando sus rizos y sacudiendo un bastón bō de practica como si fuera un lápiz— Volviendo a lo que fue. —Kyle dio una voltereta en el aire, aún demasiado inmaduro en su espectro emocional y elevándose torpemente antes de volver a caer— Quita enfermedad y el destino cruel —Arthur trato de emularlo; soltando el bō y haciendo una rueda de luna tropezando con el cuadro, cayendo al suelo como una estrella de mar y mandando a volar su yelmo, los ojos húmedos— Trae lo que perdí, volviendo a lo que fue. —Kyle se dejó caer de rodillas a su lado, la espada esfumándose en el aire mientras estiraba sus manos hacia un Arthur sollozante— A lo que fue… —el cuadro de sus hijos abrazados apretadamente se esfumo cuando escucho pasos más adelante

Estaba observando el pasillo con ojos entrecerrados cuando John apareció tras ella, dando suaves pasos con la mano apretada sobre su vientre dolorido— Hal, están esperándote en la sala de recepción —el estiro la mano sobre su hombro desnudo, dándole un apretón confortante, ella se giró para enfrentarlo rozando la mano que acunaba su vientre con la suya rodeada de energía índigo, John pudo pararse totalmente erguido en su postura orgullosa de siempre, le dio al pasillo una mirada conocedora antes de extenderle la mano para llevarla a la recepción— Hoy tampoco quieres nada demasiado elaborado, si puedo decir —el señalo con una sonrisa suave hacia sus ropas simples y cómodas, poco preocupado por lo que dirían las amantes de Bruce sobre su apariencia mientras ella se sintiera bien