DE PROFESIÓN: VOYEUR

Epílogo

La misión había sido pesadamente aburrida y terriblemente fácil… Por kami, ¿qué no era fácil para Madara Uchiha?. Y ahora por fin estaba en casa, oyó unos pasos rápidos dirigirse hacia él.

–¡MADDY! – Y como unos brazos se abrían para rodearle acompañando a ese grito.

Fintó hacía un lado intentando esquivarlo, pero el dios de los shinobis previó su movimiento… Y ahora estaba ahí siendo estrangulado en ese abrazo de oso.

–¿Es evidente que te ha echado de menos?– La voz de mujer apareció por su izquierda y giró para mirarla, con el Senju acompañándolo en el movimiento.

–No me había dado cuenta… Princesita. –Soltó con sarcasmo el azabache, Mito le sonrió mientras negaba divertida, que mala costumbre tenía el azabache.

Golpeó un poco a Hashirama, haciendo que le soltara y cuando notó que ya se iba a quejar, le dio un buen beso para que cerrara la boca. Dejando al otro con una boba sonrisa al separarse. Luego fue hacía la mujer y también la besó.

Le devolvió el beso a Madara con ganas, agarrando su haorí con fuerza. Para que luego Hashirama se uniera a ellos.

–Voy a continuar preparando la cena, lávate Uchiha… No hueles muy bien –Le dijo al soltarle de la ropa. El Senju se rió por el descaro de la que era su mujer.

La nalgada que le fue dada en modo reproche por el del sharingan, la hizo sonreír, era un golpe que le resultaba bastante erótico durante los encuentros sexuales, aunque ahora le causó diversión. Y aun rió más fuerte al oír la queja del Senju al azote que recibió él por reírse.

–¡Au! ¿Por que me pegas Maddy?

–Por reírte y por llamarme Maddy…

Las voces cada vez se alejaban más mientras discutían, rodó los ojos, eran como dos críos. Y encima Hashirama la tendría que estar ayudando en la cocina y se escaqueaba para discutir con el azabache. Bufó algo molesta, pero ya se lo haría pagar, esa noche lavaría él los platos.

Siguió cortando las verduras, hasta que notó unos brazos rodearla.

–Ya pensaba que me habías dejado todo el trabajo.

–Perdóname, Mito. – La besó en la sien.

Otras manos más pálidas le quitaron el cuchillo antes de que le dejara un beso en el cuello.

–Nosotros nos ocupamos, princesita. Ves a descansar– La voz profunda del Uchiha era suave, pero sin poder abandonar su tinte autoritario. Hashirama la apartó con suavidad.

–Pondré la mesa –Ofreció, ya que no la dejarían cocinar.

–He dicho a descansar– Otra vez con su petulante voz.

Rodó los ojos antes de ir a sentarse a la mesa y apoyar un momento los codos en la misma, mirándolos frustrada.

–Sois un incordio, ¿sabéis?

–Pero así nos amas – Hashirama llegó con los platos, los vasos y los palillos a la mesa. Se inclinó hacía ella y la besó con suavidad – Necesitas descansar, cariño.

–Estoy embarazada, no incapacitada.

–¿Pero hay diferencia?

–¡Maddy! ¡Pelos de erizo! – Soltaron indignados Hashirama y ella a la vez. El Uchiha se rió, con esa 'agradable' risa que poseía.

–¿Le decimos que cuando se ríe así parece desquiciado? –Le susurró a su marido

–¡No! Algún día, pero hoy no… que tiene un cuchillo en la mano.

–¡Os he oído!– Bufó mirándolos molesto. Tener pareja para que te traten así…

–Es lo que pretendíamos…

–¡Yo no!– El moreno parecía realmente asustado, aunque como siempre fue uno de sus teatros exagerando sus emociones.

Mito rió divertida, hasta que se frotó el abultado estómago por el pequeño pinchacito que sintió. Miró a sus dos parejas masculinas, realmente disfrutaba de su vida al máximo y se alegraba de que la hubieran obligado a casarse con Hashirama Senju… Gracias a eso ahora tenía una magnifica vida llena de fuego, cariño y juegos al lado de esos dos varones. Recordó como es que acabaron viviendo como un 'ménage à trois', porque si ahora vivían como trío.

(…)

Poco después de haber visionado como su marido y Madara mantenían relaciones sexuales de esa candente forma, vamos que se habían saciado como a bestias salvajes. Hashirama llegó a casa y cansado se tumbó a dormir a su lado, abrazándola con cariño. Y ahí no había pasado nada, la sorpresa llegó a la mañana siguiente…

Al despertar Madara estaba en su dormitorio, mirándolos.

–¡Maddy! ¿Qué haces aquí?

El Senju miraba alarmado al Uchiha y luego desviaba la mirada hacía ella, era claro el mensaje, mientras que el azabache sólo lo ignoraba. Y ella escondió una sonrisa por ver la alarma y cierta desesperación en su marido.

–¿Se lo dices tu o lo hago yo, princesita?

–¿Qué? ¿Decirme que?

Y ella no sabía como empezar y menos al ver el desconcierto en su marido. Pero el Uchiha fue hacía el futón y sentándose en la cadera de un estupefacto Hashirama le besó con pasión, era tan bueno su beso que el moreno no pudo evitar seguirlo. Hasta que apartó un poco al Uchiha por los hombros. Luego se había girado hacía ella, imaginaba que para ofrecerle una disculpa o excusa o… Lo que se le ocurriera. Pero al verla con una sonrisita cómplice y deseosa, levantó una ceja mientras abría y cerraba la boca.

–Ella lo sabe, atontado.

–¿Qué… Qué?– No atinaba a ser más elocuente. Tener a su reciente mujer y al hombre que amaba en la misma cama era demasiado para su mente.

Mito se apiadó y decidió vencer su vergüenza y pudor para sincerarse.

–Antes de nuestra boda, fui al despacho y os vi, estabais haciéndoos sexo oral…

–Lo siento, puedo explicarlo– Se afanó a responder preocupado Hashirama, pero ella le puso una mano encima de los labios de forma suave.

–Me gustó veros, nunca había sentido un cosquilleo igual recorrer mi cuerpo, me excite como jamás lo había hecho. –Los ojos del moreno se abrieron muchísimo y miró a Madara que le sonreía petulante. –Hay más…

Se pausó y se mordisqueó un dedo, era difícil hablar de sexo con dos varones ahí mirándola, pero era hora de dejar el recato atrás. Le gustaban ciertas actividades carnales y era hora de dejarse llevar por lo que realmente le gustaba.

–Te seguí en el encuentro anterior que tuvisteis en el bosque… Quería veros teniendo contacto sexual, pues si veros haciendo eso con vuestras bocas me… Me gustó, seguro que veros haciendo algo más sería más emocionante. Quería comprobar si eso era tan bueno como lo imaginé en mi mente.– Suspiro un par de segundos, se sentía nerviosa– Madara supo que os había visto y…

Hashirama para ese entonces tenía un furioso sonrojo en sus mejillas y no entendía porqué, pues también sentía su sangre acumularse más al sur de su cuerpo.

–La invité ayer noche a vernos.– Cortó la explicación de forma impaciente el azabache. No hacía falta contarle al Senju que había encarado a su mujer, ni esas tonterías.

–Espera… –Hashirama giraba su cara del Uchiha a la Uzumaki, sucesivamente. –¿Estaba metida…? ¿Estabas en ese…?

–En el armario– Dijimos con Madara, los dos a la vez.

Vio como su marido se quedaba quieto con la mirada perdida, sus ojos brillaban, pero ella no sabía si es que estaba molesto o que… Hacía tan poco que se conocían que aun eran unos desconocidos. Pero por el rabillo del ojo vio la sonrisa victoriosa y arrogante del Uchiha, de verdad… Ese hombre era muy guapo, pero cuando sonreía de esa forma daba un poquitín de miedo.

Realmente saber que su esposa, la elegante princesa Uzumaki disfrutaba de esos vicios lo dejó… Era una información algo chocante, pero tan erótica. Su pene estaba duro como una roca, y hasta pre-semen había liberado, intento disimular la manchita en sus pantalones de dormir, pero Madara ya se había dado cuenta y poco después notó como su mujer soltaba una pequeña exhalación. La miró queriendo disculparse, pero la sonrisa cómplice y el labio inferior capturado por sus dientes, le dijo que estaba disfrutando de que se sintiera excitado por saber que estaba observándoles.

–Hashirama… Es una estupidez separar tus dos relaciones. Tu eres mío y yo tuyo, lo mismo ocurre con Mito.

–¿Qué estas proponiendo, Maddy? –Estaba entendiendo bien lo que insinuaba el Uchiha…

–Que dejemos de estar separados. Mito disfruta viéndonos y creo que disfrutaría más pudiendo hacerlo sin tener que esconderse… También podría participar.

–Pero… No sería bien visto por la aldea, ni el consejo

Ella estaba entusiasmada por la propuesta del Uchiha, sentía fuego puro corriendo por su venas.

–¡A la mierda esos gilipollas! –Rodó los ojos, ese hombre siempre tan educado y conciliador.

–Hashirama, no creo que Madara-san esté tan desencaminado. Y nadie tiene porque curiosear en nuestras vidas, ni interferir en ellas. Bastante han hecho ya al obligar a dos desconocidos a casarse. Nuestro acuerdo sólo decía que teníamos que cumplir varios puntos –Miro levantó los dedos a medida que los fue nombrando – Casarnos, respetarnos, aportar frutos de esta relación y que los Uzumaki estarían bajo la protección de esta aldea. No decía nada de cómo teníamos que vivir, ni la manera que en la que llevaríamos este matrimonio, ni menos el como llevaríamos a cabo nuestra intimidad.

–Entonces… ¿Tu estas de acuerdo con vivir y mantener relaciones entre nosotros? ¿Los tres? –Realmente a él no le importaba, amaba a Madara más que a nada en su vida y compartiría con el Uchiha todo lo que tenía, si él lo deseaba. Y también estaba empezando a querer a la Uzumaki, y si ella quería formar parte del gran amor que se tenían con el otro varón… No le veía problema.

–Claro que esta de acuerdo, sólo se le ha de ver la cara de pervertida que tiene.

–No hace falta que lo digas así, Madara-san–Enrojeció por las descaradas palabras del Uchiha

–Deja de llamarme de esa forma, soy Madara a secas. Estoy a un tris de ponerte a cuatro y penetrarte esa boca educada que tienes si me sigues llamando con estúpidos formalismos.

Hashirama abrió grande los ojos y miró a Madara por la falta de respeto ante la fémina, pero le encantaría ver eso… Mientras él penetra al Uchiha.

–Madara Uchiha-san – Mientras miraba al azabache con una sonrisita y una mirada que le retaba.

El levantamiento de ceja por parte del poseedor del sharingan no se hace de esperar, lo observa desde su lugar, sabe que lo ha provocado y lo ha hecho adrede. El Uchiha agarra su pelo y tira hasta juntar sus labios de forma salvaje.

–Te voy a tener que enseñar a obedecer, princesita.– Se levanta y se baja los pantalones y los interiores. Masajea su pene ante ella y ella sólo puede juntar sus muslos, presionándolos con fuerza entre ellos. – Chúpalo y lubrícalo bien, pues se lo voy a enterrar a tu marido en ese culo duro que tiene.

La boca se la hizo agua y poniéndose de rodillas, lamió ese duro pene ante su cara. Pero el Uchiha tenía otro plan, la agarró del pelo y la apretó contra su erección, empezó a mover su cadera mientras le follaba la boca. Aunque en un principio se ahogó un poquito, enseguida aprendió a relajar la garganta y a respirar por la nariz, eso la estaba excitando demasiado. Sintió a su marido detrás suyo, colando la mano dentro de su kimono de dormir, obligándola a apoyar las manos en el suelo al inclinar su espalda. Dos dedos se metieron en su vagina, mientras el pene duro de su marido se frotaba contra sus nalgas. Sus gemidos morían contra el miembro enterrado en su boca. De pronto, el azabache se derrumbo contra ella, obligándola a tumbarse en la cama, mientras él se quedaba en cuatro. Alguien le pasó un cojín para ponérselo en las costillas y así no estar tan forzada.

–¡Hashirama!– Oyó el jadeo profundo y varonil, mezclado con queja, por obligarle a colocarse de esa forma de parte del arrogante Uchiha.

Eso la extrañó, hasta que sintió que el chakra de su marido estaba dividido en dos puntos… Uno detrás de ella donde seguía estimulándola y frotándose en su contra y el otro detrás de Madara, y por la nueva dureza contra su boca sabía que su marido había penetrado al azabache. Y pronto ella también estaba siendo embestida, aunque con una suavidad que con el varón azabache no empleaba.

–Atontado… No la trates como si fuera de cristal, a tu princesita le gusta rudo… –Soltó el Uchiha con voz socarrona. Ella le agradeció que le dijera eso al Senju.

–Pero…

–¡Hazlo!

–Maddy, que mandón eres.–Pero su marido obedeció al azabache.

Oh, kami-sama… Esto era otra cosa. Gimió y gritó contra el pene que invadía su boca, sus ojos medio cerrados de tanto placer. Y sus caderas corcoveaban sin poderlo evitar. Nunca había disfrutado tanto, chupó con mayor intensidad el pene de Madara en agradecimiento, oyéndole jadear ronco y agarrarla más fuerte de su rojo pelo.

Su marido cada vez la embestía más y más rápido, imaginaba que a Madara también se lo hacía así pues las caderas del Uchiha se movían contra ella de esa forma. Hasta que oyó jadear ronco al Senju detrás de Madara y como se detuvo, abruptamente, el movimiento en su boca. Se oyó un "plof", significaba que el moreno real era el que la estaba follando a ella.

Madara se apartó de su boca, y la miró desde las alturas, frotándole el labio con sus dedos.

–¿Lo quieres en tu boca, en el trasero de tu marido o que te hagamos una doble penetración? – Ante su cara le vio sonreír cínico – Imagino que el buenazo de Hashi no te ha dado bien en ese pálido trasero que tienes princesita.

–No hemos hecho sexo anal, si es eso lo que estás preguntando. Y respecto a tus opciones, las tres me parecen muy sugerentes y estoy deseosa de probarlo todo, Madara.– Su habla salía entrecortada a causa de los fuertes embistes de su marido– Pero ahora mismo me gustaría ver como lo haces con HashiIIII…

Y en ese momento, tuvo que detenerse por el agudo grito al llegar a un intenso orgasmo. Se quedó abrazada al cojín mientras las oleadas de placer la recorrían y su cadera se movía solas por los espasmos. Hashirama se había detenido, sólo quedándose ahí clavado, hasta que volvió a iniciar un fuerte movimiento, que la hizo gritar de nuevo al estar sensible y sufriendo las contracciones del potente orgasmo sufrido. Apartó a su marido, mientras se quedaba abrazada a ella misma, disfrutando de su fuerte clímax.

Se puso boca arriba y les miró a ambos, que a su vez la miraban a ella.

–Quiero veros antes de hacer cualquier otra cosa.– Se tumbó en la cama y les sonrió con inocencia.

Vio como Madara se colocaba detrás de su marido, le levantaba las caderas y poniéndose acuclillado y le penetraba. La brutalidad en las embestidas era mucha, y Hashirama fiel a ser más demostrativo en sus afectos y en otros aspectos de la vida, gemía en alto mientras su cara se congestionaba y de su boca entreabierta caía un poco de saliva. Sonrió con lasciva al apreciar como Madara agarraba esa larga melena morena y tiraba llevando la cabeza del moreno hacía atrás y le obligaba a estar de esa forma, con la espalda curvada y ofreciéndole el trasero al del sharingan. Madara gruñía de una forma muy masculina y sensual, parecía una fiera salvaje a punto de lanzarse a devorar a su victima, sus ojos brillando en rojo al haber activado su doujutsu.

Traviesa le abrió las piernas mostrando la humedad de su sexo por la reciente actividad con Hashirama y por estarse excitando al verlos. El Uchiha penetró con más brutalidad a su marido, al saberse observados y que calentaban de esa forma a esa mujer.

–Hashi… Tu mujer necesita tu boca en su coño…– Y le soltó el pelo, para apretarle la cabeza hacía la intimidad de la pelirroja.

Se apoyó en sus codos, para poder estar cómoda y a la vez seguir observando como Madara, de tan duro, balanceaba el cuerpo del otro de delante hacia atrás. Le abrió aun más las piernas a Hashirama y éste enterró la cara entre sus muslos. Gimió en alto cuando empezó a besar y usar la lengua en su hinchado clítoris, apretó la cadera en su contra para facilitarle el trabajo.

–Espera, Hashirama– Le dijo separándole la cabeza de su intimidad. Quería hacer lo que vio el primer día. Así que se giró para terminar debajo del cuerpo de su marido, dejando su sexo en la cara del Senju, mientras su cara quedaba justo ante el erecto miembro.

Se lo metió en la boca, mientras el moreno volvía a beber de su néctar y a chuparle su botoncito rosa.

Madara estaba disfrutando de ese espectáculo dado por el matrimonio, mientras él penetraba a Hashirama, definitivamente ese acuerdo entre ellos de vivir juntos y tener relaciones juntos iba a ser muy lucrativo. Sonrió imaginando las miles de posibilidades de haber incluido a la mujer pelirroja en su relación con el Senju.

(…)

Su mente volvió del recuerdo en el momento que le pusieron la comida delante.

–Tiene muy buena pinta. Gracias por la comida. –Mientras ellos se sentaban a cenar en esa mesa.

Observó a ambos hombres con cariño y amor. Los amaba a ambos y ellos a ella. Su vida desde ese día que Madara se presentó en casa de esa forma había sido increíble, la mejor vida que se podía imaginar. La relación con y entre ellos era muy buena, incluso las discusiones que tenían y las peleas, las noches (sobretodo) eran apasionadas, lujuriosas, indómitas, llenas de pruebas e innovando en nuevas formas de llegar a la cúspide del placer.

Acarició su crecido vientre de nuevo. Y pronto aumentarían la familia… ¿De quien era el niño? Eso no les importaba a ninguno de los tres, tanto Hashirama como Madara se consideraban ya padres de ese pequeño o pequeña que se estaba formando.

¿FIN?

Podría contener un pequeño epílogo...