La oscuridad reinaba en la habitación a esas altas horas de la noche pero Ozai no podía conciliar el sueño, en lugar de eso permanecía recostado en la cama con la mirada fija en la espalda descubierta de su esposa. Era la segunda noche que eran íntimos y esta vez se sentía mejor que la vez anterior, era extraño describir el tipo de sensaciones que estaba sintiendo en ese momento pero sin duda eran desconocidas para él hasta entonces, solo experimentándolas cuando estaba con ella.
Sus ojos ámbar recorrieron lentamente cada centímetro de piel expuesta deleitando su vista con lo blanca y perfecta de su anatomía, sus manos ardían ante el deseo de tocarla...de volver a sentir ese tacto suave y cálido bajo sus dedos...experimentar ese insólito calor que llenaba su pecho y lo hacia sentirse pleno cada vez que la tenía cerca. Con lentitud y hasta con temor acerco su mano hasta ella acariciando a penas un retazo de piel con la yema de sus dedos.
Aquello sobresalto a Ursa que sintió una corriente eléctrica atravesarla ante el inesperado contacto, apretó las sabanas contra su pecho con pudor cerrando los ojos fuertemente aparentando que dormía. Más él Maestro se percato del escalofrío que recorrió a su esposa y tentativamente deslizo sus dedos hacia abajo acariciando toda su espalda hasta posar la mano sobre su cintura acercándose a ella tanto como para apoyar la frente contra su cuello.
-¿Estas despierta?-Pregunto Ozai en voz baja. Ursa dudo un poco pero abrió los ojos y ladeo la cabeza para mirarlo.
-Si...-Susurro la castaña en respuesta -Yo...Mmm...-Murmuro algo incomoda la Princesa sin saber como decir lo que tenía en mente -Tu...¿Podrías...detener la mano?-Pregunto Ursa apenada.
Solo entonces Ozai se percato de como su extremidad había viajado de la cintura de ella hasta su vientre al cual le propinaba suaves caricias en un gesto algo descarado. Ante aquello sintió sus mejillas arder en un fuerte carmín de la pura vergüenza y se aparto de ella tan rápido como un rayo apartando las manos lo más que pudo. Ursa volteo su cuerpo para poder verlo mejor, aferrando la sabana a su pecho en todo momento.
-Yo sólo…ehm…estaba…-Balbuceo Ozai con nerviosismo sintiéndose peor al estar bajo su mirada dorada -¡No volverá a pasar!-Exclamo él azabache dándole la espalda mientras se sentía como un estúpido. Ursa sonrío divertida.
-No te he reclamado nada-Aseguro la castaña a lo que él giró el torso para mirarla interrogante, ella bajo la mirada apenada arrugando la sabana entre sus dedos -Solo que...aun...no me acostumbro a todo esto ¿Entiendes? Me hace sentir algo incomoda ¡Pero no me mal entiendas! No me desagrada estar cerca de ti ni nada por el estilo-Explico Ursa rápidamente.
Ozai se le quedó viendo incrédulo para luego volver a voltearse completamente en el colchón intercambiando miradas. Observando atentamente el hermoso rostro de Ursa quedándose inconscientemente observando los dulces labios de ella, de la misma forma la Princesa relajo la cabeza y su mirada cayó sobre los pectorales marcados de Ozai. Trago nerviosamente y cerró los parados como si tratara de conciliar el sueño nuevamente. Pero aún con los ojos cerrados sentía perfectamente la mirada de Ozai sobre ella.
Emitió un suspiro incomodo y reuniendo todo el valor que pudo acumular lo abrazó recostando la cabeza contra su pecho, el cuerpo del Maestro Fuego se tenso como una roca inmediatamente ella lo toco. Ursa lo sintió y embozó una pequeña sonrisa divertida, era obvio para ella que aunque su esposo fuera impulsivo en la mayoría de sus acciones la realidad era que este era en gran parte tímido. Fácilmente lo había podido ver en varias de sus reacciones, o simplemente podría ser que solo temiera hacer algo que la hiciera despreciarlo.
-Me gusta que me abraces...-Murmuro Ursa con las mejillas sonrojadas sin poder creer sus palabras.
E inmediatamente pudo escuchar el fuerte martillear del corazón de su marido seguido rápidamente por el suyo propio. Ozai la envolvió lentamente con sus brazos acercándola más a él en un abrazo, sintiéndose extrañamente satisfecho mientras cerraba los ojos y se concentraba en la sensación que esta le generaba. Ursa sonrío débilmente sintiendo el calor natural que emitía el cuerpo de Ozai el cual le resultaba extrañamente reconfortante, suspiro suavemente y cerró los parpados acurrucándose entre sus fuertes brazos.
-Eres muy cálido...-Murmuro Ursa algo adormilada disfrutando de la cercanía.
Ozai no dijo nada ante esto, limitándose solamente a mantenerla cerca con un brazo a la par que el otro se movilizaba para acariciar su sedoso cabello castaño mientras comenzaba a ser presa del cansancio. Aquella rutina se repitió durante los días posteriores en los que ambos comenzaron a sentirse cada vez más cómodos ante la compañía y cercanía del otro, especialmente al gozar de la ausencia de Azulon en el Palacio Real.
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Ursano podía estar más contenta con su situación actual, esta para su alivio y beneficio había mejorado mucho. Ya comenzaba a sentirse más cómoda entre los límites del Palacio Real y de a poco se adaptaba al estilo de vida de una Princesa de la Nación del Fuego, incluso la relación con su esposo avanzaba o al menos eso creía. Los últimos días lo había sentido diferente a como era al principio, Ozai se mostraba más abierto y comunicativo así como atento, le alegraba que este ya no la evitara.
Era lindo pensar lo mucho que se preocupaba su marido por su bienestar, lo había juzgado mal y se arrepentía por eso solo esperaba poder devolverle esa entrega. Cumplían con todos los requisitos de un matrimonio a excepción del amor, entre ambos no existían sentimientos que los ataran de aquella forma pero mentiría si dijera que no disfrutaba de la compañía de Ozai, incluso y le avergonzaba reconocerlo disfrutaba de las noches que compartían juntos aun si estas fueran con el único propósito de engendrar el poderoso linaje Real.
Paso una mano suavemente por su estomago de forma inconsciente preguntándose como se vería su futuro hijo o hija, la idea de ser Madre la emocionada sin importar en que clase de circunstancias se diera. Aunque aun no sabía si estaba embarazada no podía evitar plantearse ¿Se parecería a ella? O ¿Sería más como Ozai? Un niño de ambos, no pudo evitar sonreír mientras lo visualizaba en su mente, sin importar lo que dijera la Profecía o como fuera''ella'' o ''él'' ese pequeño sería perfecto para ella y lo amaría con todo su ser, aunque no podía afirmar lo mismo para Ozai.
Bajo la mirada sentada a la sombra de un gran árbol recargando la espalda contra su robusto tronco. Su esposo y ella eran muy diferentes, no necesitaba pasar toda una vida junto a Ozai para ser consciente de esto, sus personalidades y gustos diferían en muchos sentidos incluso sus edades eran muy disparejas. Él era mucho mayor con 30 era 11 años más grande que ella que solo contaba con 19 años a penas, y por si sola la edad era testimonio de todas las experiencias de vida que este había experimentado cuando ella nunca había salido de Hira'a antes de su matrimonio.
Aunque curiosamente pese a todas sus diferencias lograban sentirse cómodos uno junto al otro. Pero no sabía si en otras circunstancias ambos hubieran congeniado como pareja ¿De haber podido elegir se habrían casado? Probablemente no, especialmente por que ella se había imaginado una vida junto a Ikem. Aunque tampoco conocía si el caso de Ozai era el mismo, este bien pudo estar enamorado o querer una vida diferente a la que ahora tenían. Se sentía mal, no les habían dado opción al respecto.
-Ursa-La grave voz de su marido se escucho de repente haciéndola saltar en su sitio.
-¡Ozai! ¡Dios! Qué susto me diste-Exclamo la castaña llevando una mano a su pecho mientras embozaba una sonrisa nerviosa.
-No fue mi intención asustarte-Dijo Ozai seriamente acercándose lentamente quedando parado frente a ella.
-¿Qué haces aquí?-Pregunto Ursa curiosa.
-Yo...-Murmuro Ozai y ella pudo notar que se había puesto nervioso por lo que le sonrío amablemente.
-¿Me acompañas?-Dijo la Princesa palmeando el lugar a su lado. Él la observo en silencio como considerando la propuesta antes de tomar asiento junto a ella -Todo aquí es muy hermoso-Comento Ursa con la vista fija en el jardín, Ozai parpadeo posando sus ojos en la cuidada vegetación.
-La he visto toda la vida supongo que no es tan impresionante para mi-Dijo él azabache. A lo que ella asintió.
-Tiene sentido, en mi caso nunca poseí tantos lujos pero crecí en un lugar con bellos paisajes. Mis padres me inculcaron lo afortunados que eramos por poseer tanta belleza sin merecerla y que era nuestro deber en cambio cuidar de ella-Contó Ursa volviéndose hacía su esposo -Estar en este lugar me recuerda esos tiempos, amo estar al aire libre me da una sensación indescriptible de tranquilidad sin mencionar que me conmueve tanta hermosura-Dijo suavemente la castaña.
-Nunca he apreciado a tal punto la naturaleza, siempre me pareció molesta y sucia-Comento Ozai con la vista al frente alzando la mano para crear una pequeña llamarada de fuego en su palma -De hecho acostumbraba quemar los arbustos de este jardín cuando niño-Contó él Maestro como si nada.
-Oh...-Fue todo lo que Ursa pudo decir mientras desviaba los ojos hacia un lado impresionada ante el tono habitual que había empleado, como si se tratara de algo común. No lo juzgaba pero sinceramente no había esperado que le dijera algo como eso en ese momento.
Ozai inmediatamente apago el fuego de su mano al notar la expresión sorprendida y algo incomoda que portaba el rostro de su esposa ante las palabras que había dicho. Bajo la mirada un poco apenado reconociendo que pudo haber sonado algo piromaníaco, cosa que no había sido su intención, soltó un suspiro pesado sin querer que ella se hiciera una idea errónea de él imaginándolo como un loco trastornado.
-Yo...-Dijo Ozai buscando las palabras adecuadas captando nuevamente la atención de la Princesa quien se volteo hacia él, esto lo hizo acongojarse a la par que apartaba la mirada -No se como expresarme bien-Explico él azabache encogiéndose de hombros.
La única razón por la que había pasado por el jardín era para pasar algo de tiempo con su esposa pero no tenía idea de como actuar ni que decir en ese momento y no sabía si era a causa de sus nervios o por su aptitud reservada, aunque sinceramente se había esforzado por ser más receptivo y abierto. No deseaba hacer el ridículo frente a ella y si lo que había dicho la incomodaba tal vez era mejor que se fuera y la dejara tranquila.
Pero antes de que pudiera reincorporarse para irse abrió los ojos sorprendido al sentir la delicada y pequeña mano de Ursa posarse sobre la suya deteniéndolo en el acto, volteo a verla anonadado mientras esta le regalaba un suave apretón que le resulto reconfortante a la par que le dirigía una mirada comprensiva así como la más radiante de las sonrisas. Sin poder preverlo él Maestro Fuego se sonrojo ante el aura de dulzura que emanaba su esposa.
-Oh...Ozai esta bien-Aseguro Ursa en tono cariñoso -Pero no por eso te apene decir lo que piensas ni mucho menos lo que sientes-Dijo la castaña e inmediatamente él se tenso sintiendo que lo había leído sin esfuerzo y ella continuo.
-Adoro la naturaleza no obstante entiendo perfectamente que no la disfrutes como yo, de hecho el que estés aquí pese a eso me dice mucho. Gracias-Dijo Ursa sonriendo con cariño. Ozai sonrío levemente sintiéndose a gusto.
-Iroh solía reprenderme cada vez que quemaba algún arbusto, a él si le agradaba-Comento él Príncipe tranquilamente emitiendo una pequeña risa al recordar los regaños de su hermano -Si tanto te gusta puedo hacer que lo mejoren para ti-Propuso Ozai posando su mirada sobre ella.
-No es necesario-Dijo Ursa restándole importancia -Pero...No sigues quemándolo ¿Cierto?-Pregunto algo dudosa la castaña. Él sonrío y negó lentamente con la cabeza.
-Uffss...Qué bueno no quisiera que tan bonito lugar quedara hecho cenizas y mucho menos cuando pronto habrá un pequeño niño corriendo por estos lados que seguramente querrá copiar todo lo que ve-Dijo Ursa sin pensar e inmediatamente como las palabras dejaron sus labios cayo en cuenta de lo que había dicho.
Un repentino calor subió a sus mejillas sintiéndose un poco abochornada, había dicho aquello con tanta naturalidad que incluso ella misma fue tomada por sorpresa y aunque era una realidad la verdad era que aun no lo asimilaban del todo. Su corazón martillo con fuerza contra su pecho al sentir la penetrante mirada de Ozai sobre ella que en silencio observaba su rostro a detalle, fijándose en sus dulces labios que lucían más apetecibles que nunca.
Su pulso se acelero al reconocer que anhelaba volver a sentir los deliciosos besos de su esposa, se relamió los labios inconscientemente rememorando el recuerdo de la noche anterior. Ursa bajo la cabeza sintiéndose incapaz de sostenerle la mirada y él reparo en sus manos que aun continuaban unidas, con confianza cubrió la delgada muñeca con su palma siendo consciente de la gran diferencia de tamaño entre ambos mientras trazaba pequeños círculos con sus dedos.
-Tienes una hermosa piel...tersa y delicada...-Murmuro Ozai. Casi sin percatarse de lo que decía con la mirada fija en sus manos.
Las mejillas de Ursa estallaron rápidamente en un fuerte sonrojo carmesí mirándolo con sorpresa un momento notándolo absortó en lo que hacía, para después algo apenada apartar lentamente la mano de él llevándola hacia su pecho provocando que los ojos de su esposo volvieran a su rostro a lo que ella se encogió de hombros mientras desviaba la mirada hacia un costado, estando en desacuerdo con lo que este había dicho.
-Mientes. No puedo tenerla así cuando he dedicado la mayor parte de mi vida a trabajar-Contradijo Ursa.
-No miento. Es como si hubieras sido Princesa durante toda la vida, tu piel es tan suave como los mismos pétalos de las flores de este jardín-Dijo Ozai con seguridad llevando una mano para acunar suavemente la mejilla de su esposa propinándole una delicada caricia que la hizo sonrojar nuevamente.
-Eres muy dulce-Dijo la castaña emitiendo un pequeña risa divertida posando la mano sobre la de él dedicándole una linda sonrisa.
Ozai alzo las cejas algo sorprendido sonrojándose levemente para luego sonreír con genuina sinceridad, ambos se observaron fijamente durante un largo momento que se sintió más corto de lo que realmente fue...tiempo en el que él Príncipe apenas y había parpadeado disfrutando de la situación, más una molesta duda que lo había estado mortificando desde hace un tiempo vino a su mente por lo que alejo su mano cortando el momento.
-¿Puedo preguntarte algo?-Dijo él azabache desviando el tema repentinamente y ella hubiera jurado ver una chispa de celos en sus ojos ámbar.
-Por supuesto-Asintió Ursa automáticamente.
-¿Qué clase de relación mantenías con ese hombre que se interpuso en nuestro carruaje el día antes de que nos casáramos?-Cuestiono él Príncipe seriamente.
-¿Con Ikem?-Pregunto Ursa extrañada. Él asintió simplemente.
-Escuche que eran pareja ¿Es cierto?-Cuestiono Ozai. A lo que la Princesa dudo un momento en responder con sinceridad.
Para evitar incomodar a su esposo decidió amoldar la verdad, omitiendo un par de cosas que no considero importantes. Como el hecho de los sentimientos que había guardado hacia su viejo amigo o la propuesta de matrimonio que este le había hecho justo el día en que conoció a Ozai, y aunque aun albergaba afecto hacia Ikem la verdad era que ya había decidido dejarlo ir por lo que no veía malo evitar comunicarle esa detalle innecesario a su marido.
-Bueno...él y yo eramos muy buenos amigos desde la infancia. Es amable y muy juguetón, él hizo el papel del Poderoso Emperador Dragón héroe de la obra amor entre Dragones-Contó Ursa.
-¿Era la misma obra a la que ibas cuando nos conocimos?-Pregunto Ozai.
-Así es-Asintió la Princesa sorprendida de que lo recordara -¡Me fascinan las obras de teatro! Pero volviendo a lo que decía...Ikem solamente era un amigo cercano-Dijo Ursa.
-¿No eran pareja?-Cuestiono Ozai seriamente y ella se tenso al pensar de que él podría saber más de lo que decía, pero no se dejo intimidar por el interrogatorio.
-Bueno...Mi madre decía que él era demasiado inmaduro y joven para mi-Dijo Ursa sin responder la pregunta embozando una pequeña sonrisa.
-¿Te gustan mayores?-Pregunto él Maestro Fuego tomándola por sorpresa y un leve rubor cubrió sus mejillas para luego embozar una sonrisa divertida.
-Creo que todavía no lo decido-Contesto Ursa mirándolo pícaramente.
Y él azabache desvió la mirada a lo que ella cerró los ojos sonriendo con diversión reconociendo el sonrojo que irrumpió en las mejillas de su esposo. Ozai la observo de reojo tragando nerviosamente ante el impulso del que se veía presa. Cuando Ursa abrió los ojos dispuesta a continuar con su conversación noto como este se le había acercado a tal punto que solo escasos centímetros los separaban del otro.
Él Maestro quería hacerlo sin brusquedad y sin tal sorpresa de impacto por lo que se acercó a ella lentamente para besarla y aunque tomada desprevenida la Princesa no se opuso. Las manos de Ozai viajaron a sus mejillas acercándola a él uniendo sus labios, ella coloco las manos en sus hombros disfrutando de lo tierno del beso el cual era suave y delicado. Hojas cayeron a su alrededor movidas por el viento.
Casi sin sentirlo cayeron al suelo perdidos en la sensación, obligando a Ozai a apoyar los antebrazos a los costados de su cabeza para evitar aplastarla mientras Ursa se aferraba inconscientemente a su ropa. El beso se sintió eterno y solamente lo rompieron a causa de la falta del vital oxígeno, ambos se miraron con la respiración agitada y las mejillas fuertemente sonrojadas.
Ella le regalo una alegre sonrisa y aunque él por fuera parecía tranquilo y confiado, por dentro era un manojo de nervios ya que aunque no fuera la primera vez que la besaba, esta vez lo sintió diferente. Todos sus nervios daban vueltas por su pecho, jamás en su vida había sentido tal acumulación de sentimientos y ahora que veía a Ursa a los ojos, podía decir que realmente comenzaba a sentir amor por esa mujer.
Ya no era un simple justo por la hermosa belleza que esta poseía, después de convivir con ella su corazón no dejaba de palpitar más rápido cada vez que cruzaban miradas, una sola sonrisa de su parte bastaba para hacerlo suspirar, ya no podía pensar en otra cosa que no fuera estar con ella. El sincero amor que nacía en él era un amor indomable, feroz, ardiente...de esos que eran un arma de doble filo pero aun así no deseaba apartarse.
-Eres impulsivo...-Murmuro Ursa casi en un suspiro con una sonrisa pintando sus labios.
-Lo siento-Susurro Ozai con los ojos entrecerrados y tono soñador.
Y para sorpresa del Maestro Fuego su esposa colocó una mano por detrás de su cuello y lo atrajo nuevamente atrapándolo en un beso tan dulce como el anterior que por supuesto él correspondió. Siguieron durante algunos minutos y después solo juntaron sus frentes y comenzaron a reír sin razón aparente, Ursa lo abrazo contenta y este pudo percibir la deliciosa esencia de su perfume.
- . -
El tiempo pasaba y el ambiente del Palacio se sentía más ligero sin la presencia de Azulon. Era de madrugada muy temprano en la mañana cuando Ursa despertó en su habitación completamente sola y algo confundida ante la ausencia de su esposo en la cama, pasó la mano lentamente por la almohada sin poder evitar recordar la apasionada noche que había tenido en brazos de su marido sonrojándose fuertemente al recordar como hace unas horas había hecho el amor con Ozai.
El lugar que esta había ocupado anteriormente hasta hacía unos instantes aún se sentía tibio demostrando que no se había levantado hace mucho tiempo. Soltó un suave suspiro al lograr percibir perfectamente el varonil aroma impreso en la tela del lugar, lentamente se reincorporo en la cama dispuesta a comenzar su día. Después de asearse se vistió adecuadamente con un elegante vestido rojo con detalles dorados y sujeto parcialmente su corto cabello marrón adornándolo con una peineta con el símbolo del fuego.
Se observo a si misma en el espejo detallando las hebras de su cabellera las cuales peino con sus dedos llegando hasta sus hombros. En cierto modo le resultaba algo gracioso que su esposo tuviera el cabello más largo que ella, quizás debería dejarlo crecer un poco talvez así se parecería más a una Princesa de la Nación del Fuego ya que sinceramente aun no se veía como una. Paso las manos sobre la tela de su largo vestido alisando las inexistentes arrugas en el antes de salir por la ornamentado puerta.
Camino por los extensos pasillos del Palacio considerando nuevamente la idea que antes había declinado de salir a ver la Ciudad Capital, hace mucho que no salía de aquellas monumentales paredes que aunque hermosas la hacían sentir de cierta forma como en una prisión de cristal. A veces extrañaba la gran libertad que gozaba en Hira'a junto a los bastos lugares que podía visitar a voluntad.
Que al contrario de su situación actual, no tenía que lidiar con los constantes guardias ubicados en cada lugar irrumpiendo deliberadamente su privacidad en nombre de su seguridad o preocuparse por el gran control y expectativas que venía con ser una Princesa de Fuego. Sin embargo no pudo seguir pensando mucho en eso ya que unas voces captaron su atención topándose con Lin y Sun.
Ursa embozo una sonrisa reconociendo a las niñeras de su nuevo sobrino e inmediatamente camino en dirección hacia ellas quienes al verla inmediatamente detuvieron su charla e hicieron una respetuosa reverencia ante la Princesa quien con un simple gesto de mano les indico que podían erguirse nuevamente.
-Buenos días-Saludo Ursa.
-Buenos Días Princesa-Dijeron las niñeras al unisono.
-¿Y Lu ten?-Pregunto la castaña sonriendo ante la perspectiva de jugar con él tierno niño.
-Él aun se encuentra durmiendo su Alteza-Respondió Sun rápidamente.
-Oh...-La Princesa no pudo disimular la decepción en su voz y las mujeres lo notaron.
-Pero seguramente pronto despertara para sus clases matutinas-Aseguro Lin.
-Y a mi esposo...¿Lo han visto? Hoy se despertó muy temprano en la mañana-Pregunto Ursa curiosa ante su paradero.
-Él Príncipe Ozai se encuentra en una reunión muy importante en este momento, pero si lo desea podemos notificarle una vez se halla desocupado-Dijo Sun.
-Si, muchas gracias aunque no es necesario-Dijo Ursa con una sonrisa mientras le restaba importancia al asunto -Estaré en el jardín por si necesitan algo-Dijo la Princesa continuando su camino. Las niñeras parpadearon sorprendidas.
-Pero...se supone que nosotras debemos decir eso Princesa-Murmuro Lin confundida a lo que la castaña se encogió de hombros y volvió la cabeza.
-Lo siento, supongo que es la costumbre-Dijo Ursa dirigiéndoles una sonrisa tranquila antes de irse.
Tomo uno de los libros pertenecientes a la basta biblioteca del Palacio antes de dirigirse hacia la fuente del jardín sentándose a un costado procediendo a sumergirse en su lectura, era un texto bastante interesante relatando a detalle algunas costumbres y creencias del Reino Tierra. Fue tan entretenido que se mantuvo en su lugar durante un par de horas sumamente interesada en cada página que leía.
Sin embargo el estruendoso grito proveniente de uno de los pasillos que delimitaban el jardín desvió su atención del libro que yacía en su regazo. Alzo las cejas con algo de sorpresa al reconocer rápidamente la figura de Ozai e inmediatamente sonrío no obstante esta sonrisa fue reemplazada con una mueca de preocupación cuando lo escucho gritar en contra de un simple servidor doméstico.
-¡¿Qué quieres?! ¡Déjame en paz! ¡No volveré a esa habitación!-Exclamo él Príncipe molesto luego de salir airado del Cuarto de Guerra, donde una de sus ideas y opiniones fue cruelmente rechazada...otra vez.
-Y-Ya f-finalizó la reunión..é-él Príncipe Iroh a-así lo soli-cito pero...-Murmuro él hombre temeroso.
-¡Demonios! ¡¿Por qué tartamudeas tanto!? ¡Es desesperante!-Exclamo Ozai haciendo que él sirviente se encogiera en su lugar. No es que él Maestro estuviera enojado con él pero sin duda estaba descargando su ira contra el sirviente.
-Perdone Majestad...-Dijo él hombre con la mirada baja -Pe-ro él S-Señor del Fuego ordeno q-que...-Él criado no pudo terminar.
-¡Callate! ¡No quiero hablar más del tema! ¡Ahora largo de aquí! ¡Pedazo de escoria incompetente!-Exclamo él Maestro Fuego.
-¡Ozai! ¿Por qué le hablas de esa manera?-Cuestiono Ursa caminando hacia donde se encontraban los dos. Él Príncipe le dirigió una mirada sorprendida a su esposa sintiéndose algo avergonzado de que viera su estallido.
-Ursa..yo...-Murmuro Ozai, sin embargo las palabras pronunciadas por su Padre anteriormente en la reunión llegaron a su mente.
''Como siempre, tus opiniones demuestran lo débil que eres para ser un Príncipe de nuestra Nación ¡Demuestra carácter y orgullo por un vez en tu vida!''
Débil, como odiaba esa palabra que su Padre usaba con regularidad y la mirada apenada que siempre le dirigía Iroh no ayudaba en nada ¡Él también era un Príncipe de la Nación y debería respetarlo como tal! Pero aun peor que todos los insultos y menosprecios de parte de Azulon lo peor de todo era que aun deseaba la aprobación de aquel aborrecible Padre que tenía.
Entonces cuando se percato de que el sirviente estaba como observador no quiso seguir pareciendo débil, por que cualquier cosa que no fueran fuerza y poder era considerado débil por él Señor del Fuego. Su expresión rápidamente se endureció inflando su pecho con aires de superioridad mientras se dejaba llevar por su mal humor.
-Lo que pasa aquí no es de tu incumbencia-Espeto él Príncipe seriamente. Ella frunció el ceño.
-De cualquier manera no tienes por qué hablarle así-Concluyo Ursa.
-Deja que yo me encargue de eso y regresa a lo que hacías-Dijo Ozai en tono autoritario. La castaña arqueo las cejas.
-¿Me estas ordenando?-Cuestiono Ursa algo incrédula. Él observo por el rabillo del ojo al hombre que aun observaba todo frunciendo levemente el ceño.
-Soy él Príncipe de la Nación del Fuego y tengo la autoridad para hacerlo-Dijo Ozai seriamente. Ursa dejó escapar una risa.
-¿Hablas en cerio?-Pregunto alegremente creyéndolo alguna clase de broma pero su sonrisa se borro una vez que vio la veracidad de sus palabras en sus serias facciones -¿Autoridad?-Murmuro la castaña volviendo a tornarse seria -¿Dices que por ser Príncipe me puedes ordenar?...¡Yo también soy una Princesa por sino te acuerdas y jamás te he ordenado nada!-Exclamo Ursa mirándolo algo ofendida.
-No eres Princesa de nacimiento-Fue la seca respuesta de Ozai. Ella se abrazo a si misma.
-Antes no parecía importarte...-Murmuro Ursa desviando la mirada. Él Maestro sintió una punzada de arrepentimiento ante esto.
-Ursa no fue mi intención decir eso yo...-Decía Ozai acortando la distancia entre ambos a la par que alzaba una mano para alcanzarla más la atenta mirada del sirviente sobre ellos lo irrito de sobre manera -¡¿Y tu que rayos estas mirando?!-Exclamo rudamente él azabache.
-Eh..yo...yo...-Murmuro él hombre nerviosamente habiendo quedado inmóvil en su lugar desde que comenzó la disputa entre los esposos.
-Ozai tranquilo, él no esta haciendo nada-Dijo Ursa suavemente. Él Maestro apretó la mandíbula, no quería espectadores entremetidos cuando discutía con su esposa.
-¡Largate de aquí!-Exclamo él Príncipe sujetando violentamente la camisa del asustado hombre.
-¡Ozai!-Reprendió Ursa.
-¡Tu no te metas!-Grito Ozai mirándola duramente.
-¡No me grites!-Exclamo Ursa a lo que él azabache soltó al criado y se volvió hacia ella sin estar dispuesto a perder la discusión por muy irracional que esta fuera.
-¡Yo hago lo que quiero!-Aseguro Ozai.
-¡Pues aun así! ¡No te permitiré hablarme de esa manera ni tampoco a él!-Dijo Ursa defendiendo al sirviente doméstico.
-¡Soy tu esposo! ¡Tienes que hacer todo lo que yo te diga!-Exclamo Ozai.
-¡Así no funciona el matrimonio!-Grito Ursa encarándolo. Él gruño notando como él sirviente seguía fijo en su lugar.
-¡Te lo advierto! ¡Deja de mirar o no me haré responsable de mis acciones!-Grito Ozai señalando al hombre que prácticamente se había paralizado del miedo.
-¡Ya deja de meterlo en esto!-Exclamo Ursa haciendo que bajara la mano.
-¡Él es quien se niega a obedecer!-Acuso Ozai.
-¡¿Y cuando alguien no haga lo que dices?! ¡¿Lo amenazas?!-Cuestiono la castaña.
-...Yo..¡Esto no tiene nada que ver contigo!-Grito Ozai comenzando a exasperarse.
-Pensé que ya todo estaba bien entre nosotros y ahora...te enojas y me gritas sin razón...¿Qué es lo que te sucede?-Cuestiono Ursa bajando el tono de su voz a la par que sus ojos se cristalizaban.
Él experimento un fuerte malestar en su pecho ante esto, lo ultimo que quería era descargar su mal humor con su esposa y sin embargo lo había hecho. Sintió culpa y coraje entremezclados, miro al hombre que por alguna razón no había captado la privacidad que necesitaba ese momento, una gran rabia lo invadió a la par que elevaba la mano derecha.
-Todo esto es tu culpa...-Murmuro Ozai con veneno creando una llamarada de fuego en su palma.
-Si tanto quieres presenciar esto entonces me asegurare que no mires nada más-Dijo él Príncipe con la clara intención de lanzar una bola de fuego al rostro del pobre criado que ahora si que salió corriendo despavorido creyendo fervientemente la amenaza, pero la firme mano de Ursa sobre su muñeca detuvo su terrible acción.
-Ozai...¿Pero que haces?-Cuestiono la Princesa casi sin aliento.
-Necesita ser castigado-Respondió Ozai seriamente.
-Pero...¿Quemarlo?-Murmuro Ursa sorprendida.
-Es un simple sirviente-Dijo él Maestro con desprecio.
-¿Como puedes decir eso?...¡Es una persona! Y todas la personas merecen respeto-Exclamo Ursa indignada.
-No es lo mismo-Negó Ozai y ella frunció el ceño.
-Antes de casarme contigo era una simple pueblerina ¿Me quemarías también?-Cuestiono Ursa decepcionada. Él inmediatamente la miro alarmado.
-¡Claro que no! Yo nunca te lastimaría-Aseguro Ozai rápidamente.
-¿Y por que quieres herir tan deliberadamente a alguien más?-Pregunto la castaña mirándolo con tristeza más él Príncipe no respondió. Entonces ella soltó un suspiro a la par que liberaba su muñeca.
Ozai observo la mirada de gran decepción que le dirigía su esposa y sinceramente hubiera deseado que estuviera enojada a eso, la siguió con los ojos hasta que esta se sentó donde momentos antes había reposado. Algo dubitativo fue tras ella quedándose a un lado mientras la mirada de soslayo pero Ursa mantenía los ojos fijos en el agua mientras la agitaba distraídamente con la mano. Él Maestro Fuego suspiro.
-No debí actuar de la forma en la que me comporte-Reconoció Ozai rompiendo el silencio.
-Él Señor Azulon regreso ¿No es así?-Adivino Ursa sin mirarlo.
-Sí-Afirmo él azabache bajamente.
-No deberías dejar que te afecte tanto-Aconsejo la castaña mirando a su esposo.
-Lo sé-Asintió Ozai con la mirada baja.
-¿Por qué quieres tanto su aprobación?-Pregunto Ursa conociéndolo lo suficiente como para saber que la desagradable forma de actuar de su marido venía de la mano con satisfacer al Señor del Fuego.
-Es mi Padre-Fue la sencilla respuesta del Maestro Fuego mientras se encogía de hombros y la miraba.
-De cualquier forma. Si eso te lleva a actuar de una forma tan terrible no deberías buscar complacerlo-Discutió la Princesa.
-Tu no entiendes-Sentenció Ozai llevando una mano a su frente con estrés. Entonces sintió la suave mano de Ursa posarse sobre su brazo.
-Mi Amor...sino me lo dices jamás podré entenderlo-Dijo Ursa como toda explicación.
Él Maestro Fuego la observo parpadeando un par de veces para luego relajar su cuerpo visiblemente encogiéndose de hombros, entonces soltó un imperceptible suspiro mientras percibía un sentimiento cálido ante el apelativo de cariño que esta utilizo. Miro a su esposa por un momento considerándolo pero finalmente decidió que talvez era hora de sincerarse.
-Cuando él Príncipe Heredero de la Nación del Fuego llega al Trono es imprescindible que tenga hijos en caso de un deceso temprano, ya que siempre debe haber una línea ininterrumpida de descendientes para que él Linaje Real prevalezca en el tiempo-Explico Ozai y aunque Ursa no supo exactamente a que venía eso no se atrevió a interrumpir.
-Cuando mi Padre se volvió él Señor del Fuego ya tenía a Iroh, su Heredero perfecto, lo que en otras palabras se traduciría que no necesitaba más hijos. Pero por razones del azar mi Madre IIah quedo embarazada de mi y sino fuera suficiente ser un hijo no planeado ella falleció en el parto-Contó él Príncipe a lo que Ursa abrió los ojos con sorpresa.
-Jamás tuve una figura materna y Azulon me menospreciaba, no sé si es por que me guarda rencor por la muerte de mi Madre o por que no fui lo que esperaba. Y mientras crecía el único familiar que me mostró aprecio fue Iroh, sin embargo siempre desee su aceptación después de todo es él único Padre que conocí. Es algo infantil pero aun quiero que se enorgullezca de mi...aunque a veces eso signifique actuar como él-Dijo él Príncipe desviando la mirada.
-Hay Ozai...-Murmuro Ursa conmovida ante lo que acababa de escuchar -Como lo siento-Dijo la castaña sinceramente.
-No...yo soy el que...lo siente...no debí comportarme como lo hice-Dijo Ozai bajamente. Ella embozo una pequeña sonrisa, su esposo tenía un carácter fuerte y debía aprender a lidiar con el pero por lo menos ya comenzaba a entender por que él era como era.
-Bueno..ya quita esa cara larga. No ha pasado nada-Aseguro Ursa dejando el asunto olvidado.
Él Príncipe la miro incrédulo antes de que una salpicadura de agua mojara su rostro y algo de sus ropas. Enarco las cejas entre irritado y confundido mientras su esposa se cubría la boca para contener una risa ante su gracia, este intento fingir molestia pero lo cierto era que eso era lo que necesitaban para olvidar un poco la tensión de su primera gran discusión.
Y antes de que Ursa pudiera preverlo Ozai utilizo sus manos para salpicar una gran cantidad de agua sobre ella empapándola rápidamente. Ella chillo divertida gratamente sorprendida devolviéndole el ataque de agua sin embargo en el alboroto ambos terminaron dentro de la fuente terminando de mojar sus ropas completamente con Ursa sentada entre las piernas de Ozai.
Él Príncipe río divertido a pesar de golpear su cabeza contra la dura superficie de la fuente. Había abrazado a su esposa inconscientemente por la cintura mientras ella rodeaba su cuello con los brazos a la par que reían ante su juego infantil dejando atrás lo ocurrido anteriormente. Ambos intercambiaron miradas sonriéndose mutuamente. Los ojos de Ursa brillaban con una luz picara resaltando los hermoso de sus ojos dorados, que a su esposo no podían parecerle más preciosos.
Los labios de Ozai se curvaron en una genuina sonrisa contento ante la cercanía. Entonces Ursa paso suavemente la mano por su frente acomodando los largos mechones de su cabello azabache que se habían desacomodado a la par que llevaba la otra mano a la parte trasera de su cabeza frotando con delicadeza la zona que se había golpeado.
-¿Te duele?-Pregunto Ursa. Ozai simplemente cerró los ojos disfrutando de su preocupada caricia.
-Ya no-Aseguro él Príncipe sinceramente. Ella sonrío y lo abrazo acto que su esposo no tardo en devolverle ¿Como podría no amarla cuando era tan buena con él?
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Y muchas gracias a ''Et Daemonium'' y a ''Alas de tinta'' por comentar :-]
