Me adjudico todos los errores ortográficos y/o gramaticales que puedan encontrar en el capítulo.


Advertencia: En esta historia encontrarás escenas sexuales explícitas a lo largo de la historia. Leer bajo su responsabilidad.


Nota: Este capítulo es bajo el punto de vista de Edward y como él es un poco serio se me dificultó escribirlo. Como les dije desde un principio, esta historia la única intención es hacerlas reír sino lo logro hoy no sean tan crueles conmigo.


Disclaimer: la mayoría de los personajes mencionados son propiedad de Stephenie Meyer.

PAPÁ QUIERE HUIR

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Rechiné mis dientes cuando las llaves resbalaron de mis manos, me acuclillé a levantarlas y de mala gana abrí la puerta del apartamento.

Apenas entré en la pequeña estancia tropecé con la alfombra, pero no bajé mi dedo cuando apunté a mi cuñado Royce. Éste llevó el índice a su boca pidiéndome silencio al estar arrullando a mi pequeño sobrino Oliver de tres meses de nacido.

Vi como mi hermana Rosalie asomó la cabeza desde la puerta de la cocina y salió alarmada a encontrarme, sujetó mis brazos y empezó a escudriñar mi cuerpo deteniendo su vista en mi pantalón hecho trizas.

― ¿Qué le pasó a tu pantalón? ―inquirió.

No respondí, por el contrario evité su mirada cuando fijamente miró mi rostro.

― ¿En dónde estabas? ―cuestionó― ¿por qué no llegaste a dormir?

No pude evitar elevar mis cejas al ver a mi hermana con su delantal de cocina, despeinada y vestida en ropa de chándal, últimamente era su único vestuario de todos los días.

Rosalie era una mujer preciosa de treinta y cuatro años que se tomaba muy en serio su papel de hermana mayor.

— Edward —me instó a hablar.

Estaba a punto de articular palabra cuando el timbre me interrumpió. Por la hora, sabía quién era y todos en la casa también lo sabían.

― Pasa, Jazz. ―Invitó Rose sin elevar mucho su voz.

Jasper entró y se paralizó al verme. Fue momento de que él y Roy comenzaron a reír con fuerza. Mi hermana puso brevemente los ojos en blanco antes de quitar de los brazos de su esposo a Oliver que se estremeció ante las risotadas escandalosas.

En el momento que vi a Rose llevar a mi sobrino a su habitación, ¡al fin pude reclamar!

― Ustedes dos ―los señalé―, son unos inconscientes. ¿Cómo pudieron dejar que me fuera con una desconocida?

Mi mejor amigo se acercó y dejó una palmada en mi espalda.

― No te quejes, Ed. ―Comentó Jasper― al menos no podrás ocultar que tuviste una buena noche.

Sabía que se refería a los chupetones que la gritona me había hecho.

― Eso es verdad ―opinó Roy―. No es sano que pases tanto tiempo viendo series de Netflix los fines de semana, cuñado.

Ignorando sus ridículas opiniones me desparrame en el sofá y presioné mis sienes, mi cabeza dolía, me iba a estallar.

Rose regresó y se sentó al lado mío; con suma delicadeza sujetó mis manos, sus iris verdes tan iguales a los míos se mantenían herméticos.

― Hermano, no vamos a juzgarte si resultó que pasaste la noche con un travesti, estas cosas ya son comunes.

Sin sacar mi mano de entre las suyas, eché mi cabeza hacia atrás mientras escuchaba cómo se mofaban a mis costillas.

― No era un travesti ―aclaré― era una mujer, una muy hermosa.

― Yo grabé un poco sobre el inicio de tu noche ―reveló Jasper mostrando su móvil a mi hermana.

Me enderece y miré con horror:

No se distinguía bien por la oscuridad, pero lo poco que se miraba era claramente cómo mi mano estaba debajo de su vestido mientras mi boca no le daba tregua a sus labios, parecía que me la quería comer.

Digamos que sí lo hice.

― Borra eso, Jazz ―ordené hipócritamente cuando en realidad quería que me enviara el vídeo para así verlo con mayor calma.

Rose cubrió su rostro con sus manos completamente avergonzada.

― Hermano ―musitó― le metiste la lengua hasta la… garganta.

Y no solo la lengua quise decir, mas lo mejor que pude hacer fue arrebatar el móvil a Jasper y apagarlo. Tampoco era tan remilgado para borrar el vídeo, luego vería cómo pedirlo y justo recordé que tenía un buen recuerdo de la chica gritona.

Uno muy bueno en el bolsillo de mi pantalón.

― Fuera de broma ―dijo Roy en un tono serio―. ¿Cuéntanos de la chica? ¿a dónde fueron?

Me aclaré la garganta.

Erguí mi espalda abriendo mis piernas al mismo tiempo que descansaba las manos en mis rodillas. Entretanto ellos seguían mis movimientos con total hermetismo, eran unos chismosos, no había duda.

― No hay nada qué contar ―articulé, encogiendo mis hombros― fue solo un encuentro y ya.

― Tú no eres de sexo casual ―contradijo Rose―. Cuéntanos.

― Fuimos a su casa. ―Empecé a explicar. Por supuesto que no iba a entrar en detalles―. Pasamos la noche juntos y todo iba bien hasta que de pronto tocaron a la puerta y... eran sus hijos.

― ¿¡Qué!? ―chillaron todos al unísono, incluso Jasper se sentó en la mesa de centro para estar frente a mí y no perder ni un solo gesto mientras mi hermana mordía sus uñas con ansiedad y Roy parecía no parpadear.

Lo dije, son bien chismosos por esto mismo sabían la vida entera de cada uno de los vecinos del edificio.

Levanté mis palmas antes de que empezaran con sus preguntas.

― La chica tiene veinticinco años y es madre soltera ―revelé― era bastante loca, supongo que tenía tiempo sin ―moví mis manos evitando no decir la palabra que quería decir, la cual en realidad era hombre―. Nos despedimos y ya.

Me puse de pie caminando a mi habitación.

― Espera… ―ordenó Roy, no volteé. Conocía a mi cuñado y apostaba que no se quedaría con esta simple versión―. Aquí hubo algo más. Son las 15 horas, ¿qué ocurrió en todo este tiempo? No sé supone que los encontraron los hijos de ella ¿qué no? ¿dónde estabas?

Me giré lentamente.

Los tres mantenían sus ojos en mí.

El teléfono de la casa sonó haciéndome soltar un largo suspiro. Estaba salvado.

Roy solo respondió con monosílabos a quién estuviera al otro lado de la línea y luego finalizó la llamada.

— Era tu nueva casera —me dijo— dice que ya puedes mudarte, el apartamento está listo.

Rose de inmediato se puso de pie y corrió a abrazarme. La rodeé con mis brazos y froté su espalda, era la primera vez que nos íbamos a separar desde que llegamos a la ciudad, ya hace bastante tiempo.

Tenía que seguir mi camino. Rosalie ya tenía elegido el suyo, se había casado y formado una familia, yo estaba de más en su casa.

— ¿Quieres que le avise a mamá para que venga?

Negué rápidamente.

Entre mamá y Rose me trataban como un niño pequeño y no como un hombre de veintisiete años.

Cuando por fin mi hermana dejó de apretar mi torso como si quisiera romper mis costillas, di media vuelta y fui a mi habitación, necesitaba evitar más cuestionamientos sobre mi tiempo con la gritona.

Suspiré al ver mis pertenencias empaquetadas, me dejé caer en la diminuta cama individual.

Sonreí como un tonto.

Saqué las provocativas bragas de encaje color blanco que traía guardadas en mi bolsillo y las extendí con mis dedos frente a mí.

Cerré mis párpados.

— Edward… —Jasper abrió la puerta haciendo que las bragas cayeran en mi rostro— ¿¡Qué haces con unos calzones!?

Alarmado escondí la lencería de encaje debajo de mi almohada, me enderecé quedando sentado.

Jasper acomodó sus gafas de aumento por sobre el puente de su nariz al tiempo que lanzaba sobre mí mis propias gafas de armazón negro.

Apenas me las puse y distinguí todo con mayor claridad.

— A mí sí me contarás lo que verdaderamente ocurrió.

— No lo haré —negué, estaba por ir a darme una ducha—. Tengo que ir a ver mi nuevo apartamento.

— ¡Genial! —dijo éste, más animado que yo—. Iré contigo y en el camino me cuentas sin omitir nada.

Elevé mis cejas.

Por supuesto que no diría nada. ¿Por quién me tomaba?

.

Cuando la rentera parecida a Oprah Winfrey se acercó a nosotros al fin Jasper pudo dejar de reír, no lo había hecho desde que bajamos del auto y terminé por revelar hasta el último detalle de mi aventurero encuentro.

— Por $75 extras te puedo mantener informado de absolutamente todo lo que acontece en el edificio. —Zafrina me dio un guiño y Jasper un codazo.

¿Era en serio? ¡cobraban por contarte cada cotilleo! Mi hermana y mi cuñado lo hacían gratis.

— No, en realidad no estoy interesado —respondí convincente.

La imitadora oficial de Oprah entrecerró sus ojos oscuros, mirándome con detenimiento.

— Aaah —musitó, manoteando la mano frente a su rostro como si espantara moscas—. Por ser nuevo te contaré solo uno, es como una especie de bienvenida —dijo risueña— la rubia de enseguida —dio un guiño mientras torcía su boca— tiene su "papá de azúcar" ¡¿puedes creerlo?! Si Irina está por cumplir 39 años, es una ridícula que dice que tiene 29. Por cierto, mucho cuidado con ella, es una arpía facilona.

— ¿Los $75 son agregados al mes o cómo? —preguntó Jasper muy interesado.

Zafrina le repasó con la mirada y luego hizo lo mismo conmigo.

— ¿Ustedes dos…? —juntó sus dedos índices.

Ambos negamos y ella sonrió animada.

— Los $75 son en efectivo y es cuota semanal.

Jasper inmediatamente los sacó de su billetera y los puso en la palma extendida de Zafrina.

— ¿A quién de los dos mantendré informado? —indagó ella sin dejar de contar los billetes.

Di media vuelta y me alejé de los dos.

Admiré mi nuevo apartamento amueblado.

Era amplio, ordenado, limpio, con grandes gabinetes en la cocina, y de anchos ventanales.

Me acerqué al ventanal, con mi mano moví la cortina y me asomé; la vista era hacia un parque infantil y un área para perros, parpadeé. Asustado cerré de inmediato la cortina.

Llevé una mano a mi pecho, mi corazón latía con fuerza que tronaba en mis oídos.

No quería saber nada de niños y mucho menos de perros peludos.

Este era un día para celebrar mi independencia.

¡Claro que sí! Tener veintisiete años y vivir con tu hermana mayor no era muy orgulloso de contar en las reuniones. Ahora bien, ¿podría ser más afortunado? Había conseguido mi titulación como arquitecto, conseguí un ascenso en la constructora Vulturi y tenía mi nuevo apartamento ¿qué más puedo desear? Lo tenía todo… bueno, casi todo.

Mi siguiente paso será buscar una relación seria, una novia.

― Qué agradable es Zafrina ―reconoció Jasper mientras husmeaba en la nevera vacia―. Le di mi número de celular por si no puedo venir algún día. No quiero perderme nada de lo que suceda.

― Y bien, ¿irás a buscar a la gritona?

Negué.

― ¿Por qué? Ya aceptaste que te gustó, ¿qué esperas para pedirle una cita?

― Tiene hijos. Sabes muy bien que en mis planes no está ser papá.

Mi amigo de pelo rubio relamido a base de gel solo se quedó meditando sin decir una palabra.

― Eres un completo aburrido ―mencionó sin dejar de caminar a la puerta―. Te veré luego, semental.

Cerró la puerta tras de sí y aún así podía escuchar sus risas mientras se iba alejando por el pasillo.

Inspiré al sentir la soledad de mi nuevo hogar.

Se respiraba tranquilidad.

Un silencio agradable.

Justo lo que yo más amaba.

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.

Había pasado una semana que vivía en completa armonía y en la soledad de mi nueva morada, una semana de mi nuevo puesto en la constructora y una semana que había pasado una muy buena noche.

Todo parecía marchar en completo orden hoy martes por la mañana.

Aunque debía mencionar que el viernes casualmente pasé por el bar y llegué. Solo fue algo de improviso, yo necesitaba comprar mi cena y pensé: «tal vez, la gritona esté».

Por supuesto que no estaba. Y reconocer el desazón que me causó fue lo que más me preocupó. Así que desde el viernes estaba reacio a pensar en ella, sobre todo en sus bien torneadas piernas.

La condenada era bonita. Mucho.

― Edward ―Lizzie, la secretaria de Aro entró en mi oficina sin avisar. Me miró con arrogancia como siempre lo hacía― el jefe te quiere ver.

Con mi dedo índice empujé el puente de mis gafas mientras continuaba trazando.

― Voy en un momento.

La mujer amargada salió por la puerta sin decir palabra.

Observé el plano una vez más.

No podía creer que hubiese adelantado el trabajo de días. Me había costado horas de sueño y merecía la pena porque era uno de los trabajos más ambicionados en la constructora.

Satisfecho con el resultado dejé el lápiz sobre la mesa de dibujo y me dispuse en salir de la oficina. Mi codo golpeó con el marco de la puerta, me aguanté el dolor siguiendo mi camino por el pasillo derecho.

Estaba por tocar la puerta y escuché la voz de mi jefe:

― ¡Bienvenida, señorita Swan! Es un honor tener a tan distinguida mujer en nuestra empresa. Estoy honrado de que usted haya elegido trabajar para nosotros, antes que para mi viejo amigo Charlie.

― Papi… ―se aclaró la garganta―. Quise decir que el señor Swan no ha sabido darme mi lugar.

Me paralice.

¡Esa voz! Esa voz llena de jovialidad y entusiasmo yo la conocía.

― Comprendo ―respondió Aro― serás asistente de uno de mis mejores arquitectos.

― No entiendo porqué ―mencionó ella visiblemente molesta― me gradué con honores en una de las universidades más importantes del país.

Aro soltó una risita.

― Señorita Swan, usted no tiene experiencia. En mi empresa lo importante es la experiencia y es de lo que usted carece. Por el momento se quedará bajo las órdenes del señor…

― Buenos días ―me presenté al escuchar que mi jefe empezó a levantar la voz.

Empujé de nuevo el puente de mis gafas y ¡Santa madre!

Estaba frente a mí la mismísima diosa de la belleza enfundada en un vestido amarillo escandaloso muy ajustado a su cuerpo, yo no sabía nada de telas, pero eso parecía ser seda. Aquel vestido del demonio se sostenía sobre sus delicados hombros con dos delgadas tiras y mostrando un escote demasiado generoso para mis pobres ojos y luego sus piernas ¡Señor qué piernas! Podría caer postrado ante ella por el simple deseo de volver a tenerla.

Sacudí mi cabeza.

― ¡Edward!

Había corrido hacia mí y me tenía tan fuertemente abrazado que sus generosos y pecaminosos senos se presionaban contra mi torso.

«¡Piensa en algo feo, piensa en algo feo!» Ordené a mi cerebro antes de que mi otra cabeza pensara por mí.

Aro carraspeó llamando nuestra atención.

— Señorita Swan, nos podría dejar un par de minutos.

Bella no me soltó, seguía muy alegre pegada de mí. Tuve que tratar de poner distancia antes que notara que mi amigo la había reconocido. Con una sonrisa algo tensa en mis labios y con mis manos ejerciendo cero de fuerza, alejé su cuerpo del mío.

— Seremos compañeros de trabajo ¿puedes creerlo? —vociferó con entusiasmo.

Aro volvió a carraspear.

— Señor Cullen en esta empresa quedan prohibidas las muestras de afecto.

Inspiré.

— Me da gusto verte de nuevo —susurré avergonzado porque mi cabeza ya tenía todas nuestras imágenes juntos, enredados en su cama y en todas las posiciones—. Espera en el pasillo, por favor.

Su sonrisa se amplió y sus bellos ojos marrones vislumbraron un deje de emoción.

Era muy tierna.

— Señor Cullen, tome asiento —ofreció Aro cuando Bella abandonó la oficina, volteé a mirarlo.

No me había dado cuenta que mi cabeza, sin querer, había seguido los movimientos de Bella hasta que mi vista se perdió en su respingón trasero cuando iba caminando a la salida.

Cerré mi boca y recompuse mi gesto; me senté en la acojinable silla frente al escritorio.

— Tienes ocho horas para hacer que la señorita Swan abandone la constructora. —Ordenó mi jefe.

Erguí mi espalda lejos del respaldo de la silla y parpadeé, no comprendía.

— ¿Por qué? ¿qué ha hecho?

Aro entornó los ojos por un instante.

— Edward, mírate, te dejó casi hecho un blandengue a sus pies. Sin contar que tus ojos se agrandaron al ver... y no precisamente su rostro. Acaso quieres que todo el gremio masculino de esta empresa deje de trabajar por mirar el trasero de la señorita Swan.

Negué rápidamente.

— No dudo que el gordo de su padre la haya mandado aquí solo por estrategia. Sabes quién es su padre ¿no?

Volví a negar.

— Es Charlie Swan.

Tragué saliva.

¡Charlie Swan!

Ese hombre era implacable, era un completo erudito en la arquitectura. No por nada su constructora era la empresa más reconocida a nivel nacional e internacional. Charlie Swan no aceptaba a cualquier aprendiz, solo arquitectos que estuvieran a su mismo nivel.

Mierda.

Eso quiere decir que… Bella era la única hija de él, la niña de sus ojos y yo…

— No voy a arriesgar mi prestigio por una chica malcriada —prosiguió Aro sacándome de mis pensamientos—. Qué importa que haya graduado en Yale, ¿cómo sé, sino compró a los catedráticos que la titularon? ¡Es una Swan!, tienen el suficiente poder para tener lo que quiera a sus pies —llevó la mano bajo su barbilla, pensativo— si fuera tan buena como dice ser estaría ahora mismo trabajando para su padre ¿no crees?

Se irguió de golpe; acomodó su saco para luego pasar sus palmas por su oscuro pelo relamido.

— ¡La quiero fuera de Vulturi! —ordenó—, o se va ella, o te vas tú.

— ¿E-entonces para qué la contrató?

— No podía negarme, es hija de Charlie Swan —con paso elegante rodeó el escritorio— tienes ocho horas para inventar cualquier pretexto y dejarla fuera ¿quedó claro?

Moví mi cabeza, aún indeciso entre qué responder.

Inhalé hondo y exhalé lento al quedarme solo.

Abrí la puerta y ahí estaba viéndose tan hermosa con su vestido amarillo.

Volteó a verme y sonrió.

Y como el imbécil que soy automáticamente sonreí.

¿Ahora qué haría con ella?

Por qué tenía que aparecer Bella Swan en mi vida si yo era tan feliz.


¡Hola! Aquí vamos con otro capítulo donde conocimos un poco de Edward. Ya nos dimos cuenta que él estaba de lo más feliz con sus logros y justo Bella vuelve aparecer en su vida, ¿qué creen que haga Edward?

*Nos leemos el jueves con un nuevo capítulo de Peligrosamente, tú*

*Esta historia se actualiza los viernes*

Los martes adelanto en el grupo de Élite Fanfiction y también otro pequeño adelanto en mi grupo: Historias por Lau

De nuevo muchas gracias por sus favoritos, follows y reviews. Espero no me dejen sola con la historia.

Vamos a los agradecimientos: ANATXP: muchas gracias. Lore562: muchas gracias, espero te siga gustando. Vane: con calma, ahora actualizo una vez por semana. Cassandra Cantu: muchas gracias. solecitopucheta: muchas gracias a ti, por leerme. liduvina: me agrada leer que te gustó. Jane Bells: Hola, será el siguiente donde Bella seguirá narrando ella. cocoa blizzard: really? Flor Mcarty: ya la veremos, primero vamos a ver que hace Edward. ALBANIDIA: gracias por comentar. PaolaValencia: sí, es bastante loca. kasslpz: muchas gracias. Leah De Call: gracias. Diannita Robles: muchas gracias, me alegro. .5: gracias. Danny CullenMa: por lo pronto empezó a buscar trabajo, ya es un paso a su nueva vida. NaNYs SANZ: Hola, me alegro que te haga reír, ella por lo pronto ya empezó a buscar un trabajo, veremos cómo le va. Car Cullen Stewart Pattinson: muchas gracias, espero siga siendo de tu agrado. Marie: gracias a ti. solecitonublado: Bella las divertirá mucho, lo aseguro. Kony Greene: gracias por comentar. Torrespera172: Perita te robé tu frase "¡por los clavos de Cristo!", haha, Bella la repetirá mucho. Dulce Carolina: haha. sandy56: gracias a ti por comentar. Sther Evans: espero te siga gustando. ClaryFlynn98: me alegro, ojalá te siga gustando hoy que fue narrado por Edward. Lidia Hernández: pues ya se encontraron, qué te pareció? Jade HSos: y ella empezó a intentar su lucha por ser autosuficiente, veremos cómo le va. Ady: pues ya apareció, espero te haya gustado. Adriu: y aún no sé lo dice a Edward, lo hará el siguiente capítulo. Ximena: sí, si habla con ella. Andrea: muchísimas gracias, de verdad estoy tratando y esforzandome porque sea de su agrado. (Guest): gracias. Patty: no puedo, de verdad me siento mal no poder hacerlo. saraipineda44: y eso que sólo ha pasado una semana, veremos la vida de estos dos, gracias a ti por leer y comentar. jenni317: es bastante vaga, gracias por comentar. Elizabeth Marie Cullen: Bella será bastante ocurrente a lo largo de la trama, pero no es tonta. Ella solo es divertida y mira la vida de la manera más relajada, muchas gracias por tu apoyo. Lili Cullen-Swan: muchas gracias a ti por siempre apoyarme. Franciscab25: pues ya la vida los unió pero aún no sabemos si Edward la alejara de su vida. EmilyChase: así es, ella necesita su dosis de realidad. (Guest): lamento mucho por lo que estás pasando, te mando un gran abrazo y créeme que mi única intención es sacarles una sonrisa. Antonella Masen: muchas gracias por comentar. Estefanía Rivera: ella ya empezó y también exige un lugar y no cualquier lugar, muchas gracias por su apoyo. Rakelluvre: y sí! El problema es que parece que no durarán trabajando juntos. Pepita GY: me encanta que estés aquí mi medio limón, qué te recuerda ese vestido amarillo, eh? (Guest): muchas gracias. mrs puff: gracias a ti por leer. Ana: muchas gracias. Lizdayanna: aún no sabemos, y Bella está por decirle sobre la pastilla que no pudo tragar, gracias. Lidia: bastante si. rociolujan: haha, pero es inofensiva, te lo aseguro. Cinthyavillalobo: aún no sabemos, veremos que dice la encuesta. Isis Janet: nos estamos debatiendo en cuál será lo que pasará, gracias por comentar.

¡Gracias totales por leer!