Nota:
Como todos saben, se terminó Shingeki ... Y ahora solo me quedan estas historias para rellenar el nivel vacío que me quedó.
He aquí un fic que resulta entre los primeros que escribí, al cual le tengo aprecio porque ... ¡Vamos! ¡Es Star Wars con Shingeki! No hay nada más genial que Levi sosteniendo un bláster ...
⎯ Comandante Smith ...
El soldado se dirigió así hacia su superior. La nave seguía su curso entre el vacío del espacio con tranquilidad, olvidando las terribles y descomunales vueltas que has tenido que dar minutos antes de dar el salto al hiperespacio. Ahora todos parecían sumirse en un extraño sopor por no saber qué hacer, por esperar que el comandante supiera qué hacer.
⎯ ¿Cómo está él?
⎯ La… la líder del escuadrón 3, Hanji Zoe, dijo que estaba bien… ⎯ El soldado titubeó. ⎯ Pero que deberíamos detenernos a dejarle descansar. No son buenos los juegos de gravedad que hay por estas zonas remotas.
⎯ Entendido. ⎯ El hombre despegó su vista de la negrura abrasante y de los puntitos lejanos de luz. ⎯ Mike, dime el planeta más cercano entre los que yacen deshabitados por aquí.
El mencionado miró por un momento la pantalla azul enfrente de él; luego de presionar unos botones de algoritmos, se volvió a su comandante con severidad. ⎯ El planeta María, señor. Pero su escasa población se debe a sus pésimos recursos, no es recomendable.
⎯ ¿Existe en María algún centro interplanetario?
⎯ El mercado, señor, y el tráfico de… rarezas. Es lo único que mantiene al distrito principal.
⎯ Bien, ⎯ El hombre encargado volvió a acomodarse mirando hacia el espacio existencial exterior ⎯ entonces fija el curso hacia allí.
(…)
Nunca era fácil caminar por las tramposas dunas del planeta María. Había que llevar botas atadas con cuerda y cuero para que la arena no se colara y se pegara a la piel; no se podía andar al descubierto pero tampoco ponerse mucha ropa porque el calor lo hacía insoportable. A veces, cuando había viento, era necesario usar lentes o cascos; pero como era casi imposible conseguirlos a buen precio, hay varios que bromeaban diciéndote que te ataras un trozo de tela por la cabeza y cubrieras los ojos.
Eren y Mikasa no he hecho caso de aquella advertencia, pero cuando una repentina tormenta de arena los sorprendido una tarde en la que he ido a rebusca qué rescatar de la chatarra de un pueblito que ya no existía, no tuvieron más opción que tomar sus prendas y taparse la vista, dispuestas a andar a oscuras.
Lo que ellos nunca supieron fue cómo lograron llegar sanos y salvos hasta casa ese día, ni de qué manera supieron los dos que estaban cerca o lejos y el camino correcto. Tal vez, si el encuentro que se produciría esta mañana se sucedía un poco antes, ellos habrían sabido que había sido una energía mayor lo que los había conducido ese día fatídico.
Una fuerza que lo rodeaba todo.
Y de la cual nunca fueron conscientes, hasta este día; hasta el suceso que estaba a punto de ocurrir…
⎯ Erwin no podía elegir un planeta más deshecho que este… ⎯ la líder de escuadrón, Hanji Zoe, escondida en un traje completo y botas a prueba del suelo, elevó una mano para agrandar su vista del extremo paraje que se abría paso ante toda la tripulación. Ella había sido la primera en bajar de la nave y admirar el estado de María. Sus lentes brillaron con el sol y ella sonrió. ⎯ Me encanta.
A su lado, el soldado Moblit negó con la cabeza. ⎯ Dudo que haya aquí algo con vida.
Hanji comenzó a andar echando un vistazo al horizonte. ⎯ No te convenzas. ⎯ Señaló en una dirección al este. ⎯ Allá en el mercado es el mejor lugar para hacer amigos… María se caracteriza por el tráfico de todo tipo de excentricidades, principalmente y de lo que estoy seguro, de chatarra. Nada que llame la atención. Perfecto para nosotros.
Se giró hacia la nave, un modelo de las viejas guerras galácticas de no hacía más de unos años. ⎯ ¡Perímetro asegurado! ¡Díganle a ese monstruo del sable de luz que baje de una vez!
⎯ No estoy sordo, cuatro ojos. Tampoco tienes que gritar como un wookie, aunque te parezcas a uno.
Lento y pesado, se aproximaba un hombre de estatura… considerablemente baja para ser un soldado. Oh, pero el hecho es que no lo era. Levi Ackerman era un guerrero especial, un as bajo la manga.
Su origen se remonta a una leyenda que hoy en día era mito, pero que había contribuido a crear una poderosa comunidad: Cuando en el inicio del universo, el planeta Eldia sufrió las invasiones devastadoras, un pequeño grupo de ellos había surgido en rescate de su amada nación… Los "Kyojin" que supieron manejar la misma energía que fluía por el mundo, la fuerza de los albores del tiempo. Así, dominaron el cielo y la tierra, y con sus armas creadas a partir de cristales que crecían en el fondo de su planeta, lograron hacer frente a los invasores extraños. Eldia sobrevivió y premió a estos patriotas dejándoles gobernar y ofreciéndoles todo; pero estos se negaron y se confinaron en el punto más recóndito de su planeta alegando que volverían cada vez que su querido hogar estaba en problemas.
Con el tiempo no sólo los "Kyojin" tuvieron control de la fuerza. Algunos de ellos partieron de Eldia, en busca de discípulos, personas a quienes legarles los conocimientos sagrados de la galaxia y la verdad del mundo. Así, nacieron los Jedi; la figura perfeccionada de estos antiguos cuentos que sobrevivía hoy en día en apoyo de la República.
Levi era uno de ellos, pero era más especial todavía. Por eso fue que nadie le replicó por su habitual mal trato a la señorita Zoe.
⎯ Creí que Erwin dijo que me quedara en la nave.
⎯ Bueno, quizás no quiso que te perdieras de este lugar de cinco estrellas. ⎯ Hanji llamó a dos de sus compañeros. ⎯ Ayúdenle a caminar… Iremos por nuevo vendaje y provisiones al mercado.
Antes de que los dos sujetos agarraran a Levi, él se adelantó al mismo paso que la capitana. ⎯ No pienso ir a ese mercado de m… -
⎯ ¡Oh, una lástima! ⎯ La mujer se cruzó de brazos. Se detuvo enfrente de un trasportador bastante malgastado. Se notaba el color rojo desteñido y el humo saliendo del motor. ⎯ Mejor subes conmigo… A no ser que quieras quedarte a platicar con los droides de la nave. Erwin dijo que también serviría para despejar tu mente.
Su compañero hizo una mueca, molesto visiblemente. Antes de subir ajustó el vendaje en su mano izquierda y le posó una palma en su sable de luz, bien escondido entre sus túnicas. ⎯ Más vale que allí encontremos el ungüento del que hablas.
⎯ No hace ni falta que te preocupes. ⎯ Hanji sonrió y se acomodó los lentes. Luego, posó ambas manos sobre el volante del transporte. ⎯ Ahora… ¿cómo se usa esto…?
Un estruendoso ruido, un grito de victoria y un salto asustado de la mayoría de los que rodeaban la nave. Apenas alcanzaron a ver un punto rojo que iniciaba su recorrido hacia el este bajo el caliente sol de María.
(…)
⎯ Eren ...
El niño tenía la vista clavada en el horizonte, donde unas montañas de arena tapaban el resto del camino. Él se volteó cuando escuchó el tercer llamado que le hacía Mikasa en el día. Pero esta vez él sí había tenido motivos para desconcentrarse.
⎯ Mikasa… ¿no te pareció ver un carguero hace un momento?
Su amiga le dedicó una mirada al mismo punto que el otro dijo. Se apartó el pelo de la cara. ⎯ Me pareció oír uno… pero creo que es normal. Porque estamos cerca del distrito.
⎯ Quizá. ⎯ Eren solo soltó un murmullo. De alguna forma sintió que algo extraño estaba por pasar. No, se corrigió, no era extraño, sino más bien "determinante". Tal vez por eso Mikasa pensó que él estaba cansado.
⎯ Puedes darme tu bolsa, yo la cargaré hasta que lleguemos al Centro.
El niño negó. ⎯ Olvídalo, estoy bien.
Ellos continuaron con diligencia. Cargaban una bolsa cada uno, llena de objetos que podían ser intercambiados en el mercado del Centro; ese era el punto del distrito principal en el que la mayoría de la gente iba a realizar el trueque de tesoros encontrados por algo de valor para la supervivencia, así que mientras más extraño fuera del objeto dado, mayor el precio al intercambiarse. Esto a Eren le disgustaba más que nada; siendo criados como criaturas manipuladas por el pésimo manejo de los recursos en María. Pero así eran las cosas, y no podía hacer nada para cambiarlas.
Era por eso que deseaba con todo el corazón que algo nuevo viniera a sacarlos de este inútil sueño.
Entonces, agarró con más fuerza sus pertenencias. Habían llegado al mercado.
Era tan bullicioso como de costumbre. Un montón de casuchas de piedra que se abrían como tiendas para exhibir cualquier tipo de curiosidad, capaz de saciar al más ambicioso. La diversidad de adquisiciones era variada y se distribuía concéntricamente; mientras más al centro del suburbio te acercabas, los productos eran de mejor calidad. Por otro lado, la zona a la que Eren y Mikasa se dirigían ocupaba un punto intermedio, ni cerca ni lejos del centro, para garantizar su vivir diario. Inmediatamente al poner un pie dentro de la zona, ambos pusieron sus sentidos alerta, porque nunca faltaban los irritantes extraños que pensaban pasarse de listos.
⎯ Oye, pequeñín, ¿traes algo nuevo?
Sí, como este.
Eren echó una mirada de advertencia a su compañera antes de hablar al sujeto que se aproximó a ellos. No recordaba ni siquiera su nombre, pero sabía de sobra cómo le gustaba molestar a este tipo con los trueques. En más de una ocasión se aprovechó de la guardia baja de alguno de los transeúntes para quedarse con sus piezas de intercambio. Aun así, el niño estaba seguro de que no haría nada imprudente esta vez, porque Mikasa lo acompañaba.
Y eso tenía consideración para cualquiera.
⎯ ¿Qué te importa? ⎯ Así, respondió sólo lo más rápido que pudo y junto con su amiga caminó más rápido. Sin embargo, se detuvo cuando el mismo sujeto les bloqueó el paso. ⎯ ¡Sal del camino!
El otro les sonrió con sorna. ⎯ Creí que les gustaría saber qué le pasó a su amigo…
⎯ Armin… ⎯ Enseguida los dos niños bajaron la guardia. Eren se adelantó con los dientes apretados. ⎯ Dinos dónde está.
El sujeto puso una mano en su barbilla y dejó sus ojos por la bolsa de Mikasa. ⎯ Antes me deben una pieza.
⎯ Bastardo… ⎯ El niño de ojos verdes estuvo dispuesto a golpearlo, pero la del pelo negro le puso una mano tranquilizadora en el hombro.
⎯ Diez. ⎯ Mikasa le arrojó un pequeño lente de droide en perfecto estado. Era de los limitados de la unidad que se utilizaba en naves de combate. ⎯ Ahora dinos dónde está Armin.
El tipejo solo dijo hacia delante mientras acariciaba su adquisición.
⎯ Tres tiendas ya la derecha hasta el Centro. Lo seguían mucho más fuertes que él, ha de estar muerto.
Eren y Mikasa intercambiaron una mirada y comenzó a correr.
" Te ganaron, siempre perderás con ellos que son más fuertes que tú".
" Pero ... al menos no huí."
Ahora mismo, le hubiera gustado correr cuando pudo.
El niño Arlert se encogió en la esquina por la que estaba agazapado. Una mano descansaba en su estómago cubierto de moretones. El lugar de la escena era perfecto para que él terminara con su vida y nadie se diera cuenta; tirado como chatarra en el montón. Él se miraría disimuladamente en la mano que apretaba su abdomen: había estado sujetándolo todo este tiempo, lo más fuerte que pudo, para que no se le cayera.
Por desgracia, quizás ya era tiempo de soltarlo… El objeto que tenía era la piedra brillante más hermosa que él hubiera visto. Había leído de esto en un libro la vez pasada; un cristal, un tipo de mineral extraño que se encontraban a kilómetros bajo la tierra de un planeta y sólo las grandes naciones gozaban de su uso. El que Armin tenía ahora era uno pequeño, que entraba en su puño y ocupaba un palmo. Lo había encontrado en el suelo cerca de unos sujetos extraños que nunca en su vida había visto… Una mujer de lentes y un hombre de estatura baja, ambos discutiendo acaloradamente con dos comerciantes de una tienda del Centro.
Cuando lo recogió había pensado en devolverlo. Mas, apenas vio que los comerciantes dejaron de verse amistosos con los extranjeros y al mismo tiempo uno de los empleados le vio justo en el momento en el que se agachó a recoger el cristal, supo que lo mejor era guiar a estos sujetos a un lugar donde no causaran alboroto.
No tendrían problema en hablar con un niño, eso pensó. Por desgracia, no sería la primera vez que el mundo parecía mostrarle otra cara.
Tres hombres se alzaban enfrente de Armin. Su raza le era desconocida, pero sus cuernos y la piel rasposa no pasaban desapercibidos. Ahora que los veía con detenimiento, supo que no eran comerciantes, sino bandidos; unos simples matones. ¿Y todo por el cristal? No lo entendía.
Y quizás nunca lo haría, se dio cuenta al notar cómo su conciencia empezaba a fallarle.
⎯ ¡Armin…!
⎯ ¡Eren, espera!
Un segundo más tarde el chico de ojos verdes se lanzaba a un hombre que le sobrepasaba un cuerpo entero. Este lo evitó fácilmente y lo mandó a volar para caer al lado de su amigo rubio en el suelo. Por supuesto, no debió hacer eso…
Mikasa avanzó con su mirada oscura. Ella se haría cargo, para proteger a sus amigos. Pues bien, ella era diferente, especial; lo había sabido desde el día en que descubrió que podía sentir a dónde caminar para llegar a casa aun con los ojos cerrados, desde la vez en que levantó una piedra que medía la mitad de su cuerpo para ayudar a Eren a salir de unas ruinas de una nave que se encuentra. Sí, desde que supo que para siempre estaría en deuda con sus amigos ella pudo activar este extraño poder, el cual no entendía, pero sabía que servía. Sí, servía mucho.
Tiempo después, los tres niños descubrirían que estos "raros poderes" se debían a la presencia de midiclorias que posibilitaban ser uno con la fuerza. Y Mikasa había despertado esto de alguna manera u otra por alguna parte en su árbol genealógico. Después, por supuesto, no solo ella aprendería a usar y controlar este don; Eren y Armin también lo harían, a su debido tiempo ya su debido modo.
Muy pronto. Luego del encuentro que sucedería dentro de poco:
Como relatábamos, podría decirse que este fue un momento en el que la niña logró conectar con la fuerza, y hablamos de La Fuerza. Por esto, logró golpear al corpulento alienígena mandándolo a estrellarse por un montón de basura.
Pero no fue suficiente, porque otro de ellos la sorprendió por detrás y la levantó como si fuera una bolsa de comida.
⎯ ¡Mikasa…!
⎯ Eren… ⎯ Armin susurró con esfuerzo mientras miraba todavía el cristal, que resplandecía como mil soles dentro de su mano. ⎯ Apresúrate con Mikasa… y déjenme aquí…
Su amigo le miró con urgencia. Se levantó de a poco. ⎯ No voy a hacer eso. ¡Voy a acabar con estos tipos!
⎯ ¡Eren, no!
El puño del niño quedó al aire y el otro matón le propinó una patada al estómago. En brazos del otro sujeto, Mikasa gritó con horror. Esto era malo, pensó Armin, y sin embargo él no podía hacer nada… Quizás no había otra manera… Ni siquiera pudo proteger ni devolver el cristal.
Le echó una última mirada. Era tan hermoso, lo más precioso que él haya visto en su vida. Casi parecía que le llamaba, que se pegaba a su misma alma. Quizás por eso, una pequeña sonrisa triste se le formó en la cara sabiendo que se iría de este mundo sin soltar la joya.
Mikasa estaba desolada. Eren había caído al suelo. Armin cerró los ojos.
⎯ ¡Levi!
⎯ ¡Lo tengo bajo control!
Y en cuestión de segundos, momentos que pasaron más rápido de lo que esperaron, los tres matones de hacía unos minutos fueron desplomados en el suelo.
Hanji y Levi bajaron al mismo tiempo sus blásters.
Se encontró con una niña que abrasaba temblorosa una bufanda, un niño de pelo oscuro que miraba sin entender y otro rubio que intentaba incorporarse a grandes esfuerzos del suelo. La mujer de lentes miró a su compañero.
Levi asintió y se dirigió primero hacia Armin. En el proceso, Eren se levantó por completo y se interpuso con rabia. ⎯ ¡No lo toques!
El hombrecillo solo le miró de soslayo y lo ignoró.
⎯ Levántate. ⎯ Fue lo que dijo al niño de los ojos celestes. Se arrodilló a su altura y le clavó la mirada fría. ⎯ Creo que tienes algo que es mío.
Antes de cualquier cosa, el niño Jaeger volvió a gritarle. ⎯ ¡Aléjate de él o sino…!
⎯ O sino, ¿qué…?
Levi arrugó una de sus cejas, visiblemente cansado. Al verlo, Hanji pensó que todavía no se recuperaba del todo por las heridas.
⎯ No te preocupes, chico. ⎯ Ella se adelantó y le puso al pequeño Eren una mano en el hombro mientras sostenía el bláster con la otra. ⎯ No le haremos nada a tu amigo.
El hombre de baja estatura, por su parte, volvió a hablar con Armin. Mikasa, quieta entre este tumulto, notó que el recién llegado estaba cubierto de vendajes ocultos aparentemente por sus túnicas; su pierna izquierda se veía más afectada. Pensó entonces que ninguno de ellos sabía con qué clase de personas se estaban metiendo y temió por su amigo.
Levi entonces se rebuscó algo entre sus túnicas y sacó un objeto cilíndrico, similar a un bláster, porque parecía un arma, pero no daba la sensación de ser dañina; no tenía gatillo ni botones. Pero lo más resaltante, estaba roto.
⎯ Esto es un sable de luz. ⎯ Levi extendió un brazo, el que no tenía herido, y se lo mostró al niño rubio. Este abrió los ojos con sorpresa. El de pelo negro prosiguió. ⎯ Es un arma especial, poco común. Hace poco un maldito sujeto me lo dañó cuando peleaba contra cinco escorias como él… El sable solo funciona con el cristal proveniente de las tierras de Eldia, el cual tienes en la mano ahora mismo.
Y terminó con sus ojos más pacíficos, aunque sin quitar su tono demandante. ⎯ Dámelo.
Eren forcejeó, pero Hanji aún lo tenía sostenido del hombro. Armin, por su parte, miró el objeto que sostenía fuertemente. Titubeó.
⎯ Si se lo entrego… ¿qué hará con él…?
Levi resopló con impaciencia. ⎯ Lo que ha de ser.
Entonces, Arlert supo que esta piedra preciosa estaba en las manos correctas, porque al volver a mirar el sable de luz, entendió que una herramienta tan extraña como esa solo podía ser para usar un tesoro como este.
Le entregó el cristal, despacio, y Levi por un momento suspiró con alivio al tenerlo de vuelta entre sus manos. La líder de escuadrón no tardó en hacerle notarlo.
⎯ ¡Vaya, Levi! Perder la fuente de poder de un sable de luz es un poco descuidado de tu parte… ⎯ Hanji por fin soltó a Eren y se dispuso a ayudar a su compañero a levantarse del suelo. ⎯ ¿Erwin sabía de esto?
⎯ No hables como si entendieras a los Jedi, cuatro ojos.
Cuando los dos intrusos se alejaron un poco más de los niños, Eren y Mikasa corrieron hacia Armin. El de pelo marrón le ayudó a incorporarse completamente.
⎯ ¿Estás bien?
Su amigo miró a ambos con una sonrisa conciliadora. ⎯ Logramos aguantar hasta que ellos llegaran.
Y ninguno de ellos pudo contener el alivio, así que compartieron un abrazo. A unos pasos del trío, Levi y Hanji compartieron una mirada de complicidad; estaban por irse, hasta que las voces de esos niños los detuvieron.
⎯ Señor… ¡Muchas gracias! ⎯ Arlert fue el primero en dar una reverencia, seguido de Mikasa que echó al hombre más bajo una mirada silenciosa, ya que aún no perdonaba la forma en la que trató a Eren… Y hablando de este, él sólo permaneció en silencio unos segundos mientras veía intensamente a ambos extranjeros.
Entonces, tuvo que decirlo; caminó dos pasos enfrente de sus amigos y se encontró con los ojos de Levi. ⎯ Usted ... es un Jedi, ¿verdad?
El otro asintió secamente.
Eren tragó saliva, su entrecejo arrugado y los ojos brillantes. ⎯ Y su compañera… ¿Son viajeros?
De nuevo la misma respuesta. Por consiguiente, el niño se atrevió a dar unas palabras que debieron de haberle sido dictadas por la misma Fuerza. Era pura convicción, puro sentimiento; pareció algo que llevaba reteniendo en su cerebro durante todos estos tediosos años, en cada paso que daba cuidándose de la arena y del sol, se reafirmaba este deseo…
Él quería ser libre. Como ellos.
⎯ ¡Llévennos con ustedes!
La líder de escuadrón Hanji mostró sorpresa detrás de sus lentes y miró a Levi en busca de alguna respuesta. Él no hizo nada más que mirar fijamente al niño andrajoso que ahora tenía el descaro de decirle tal disparate; se aseguró de mirarlo bien a ese ya sus amiguitos. Entonces, cerró los ojos un momento, como si no pudiera concentrarse…
¿Qué fue lo que vio? Durante una fracción de segundo creyó figurar a los tres sin nada alrededor, solo con la Fuerza.
El rubio sostenía en una mano un sable de luz y en la otra un bláster, su túnica era la de un Maestro Jedi, gran futuro; sus ojos se parecían a los de Erwin, Levi pensó, llenos de inteligencia para vislumbrar el lado luminoso del camino correcto. La niña ahora era una adulta con negros cabellos que se balanceaban con el viento sobre el territorio en el cual se paraba… Era un planeta curioso, Levi supuso que era el escenario de alguna futura misión para ella. Y finalmente, el niño que gritaba también tenía la túnica de Maestro y sable enlistado, activado, con sus ojos verdes profundos y agitados, como si librara una batalla.
Era claro, La Fuerza los eligió. Sus rostros le parecieron entonces demasiado familiares y sus voluntades perfectas. Así supo la respuesta más rápido de lo que se esperaba.
Y pensar que habría algo de valor en este rincón de basura.
⎯ Si quieres saber lo que es ser un Jedi, ve al alba hacia la planicie de Shiganshina. Encontrarás nuestra nave y, quizás, haremos algo para cumplir lo que quieres.
No había nada más que decir. Erwin estaría complacido al ver lo que se encontraron y ambos se aseguraron de llevar a cabo correctamente las pruebas. Si todo salía bien llevarían nuevas personas al Consejo.
Pues bien, la gran energía del universo había propuesto este encuentro y había dictado que fuera así. Era cuestión de tiempo ver en lo que se convertían estos tres, porque, en verdad, parecía que sus destinos resplandecían tal como el cristal del sable de luz de Levi. No, se corrigió, de hecho resplandecían mucho más, porque su cristal estaba repleto de las estrellas de sus batallas y dolores que siempre le acompañarían. Los cristales de ellos aparecen nuevos y llenos de vida, bañados de la ilusión de ver un amplio mundo.
Lo único que Levi esperaba y por lo cual rezaba, era que no le asignaran a ninguno como padawan. Suficiente tenía con los escandalosos de la tripulación.
Por desgracia, tal vez la Fuerza ignoró esta última petición.
Pero eso ya era otra historia.
