—Si Sango, no te preocupes, tengo todo bajo control. Daré la mejor entrevista de mi vida. —La azabache hablaba por teléfono con su mejor amiga mientras buscaba estacionamiento.
—Eso espero Kagome. Le rezaré a todos los dioses necesarios, ya verás como mañana celebramos tu nuevo empleo con un gran espectáculo en el bar.
Kagome sonrió por las ocurrencias de su amiga, aunque muy en el fondo deseaba que algunos de esos dioses de los que ella hablaba realmente la ayudaran.
—Sanguito, tengo que dejarte. Te quiero, gracias por el apoyo. Nos vemos mañana.
—Yo también Kag. Luego cuéntame cómo te fue, cariño.— Y la llamada se cortó justo cuando ella apagaba el auto.
Kagome estaba nerviosa, tenía miedo de olvidar todo el discurso que preparó. Ella necesitaba este empleo para poder darle a Kyo todo lo que le hacía falta. Recibía ayuda de Hoyo, pero lamentablemente no era ni la mitad del dinero que le correspondía, así que debía arreglárselas prácticamente sola.
La azabache siempre había tenido empleos temporales, ahora cantaba en un bar de muy buena reputación los fines de semana, pero claramente con eso no llegaba a cubrir todos los gastos de su pequeña. Necesitaba encontrar un ingreso fijo.
La puerta se abrió dejando ver a un hombre pelinegro con un traje elegante y una cola de caballo.
—¿Higurashi Kagome?— Preguntó con voz autoritaria. Kagome se levantó y se dirigió a la oficina que el joven le había indicado.
—Muy bien. — dijo él acomodándose en su sillón tras el escritorio— Tome asiento.
Kagome se acomodó y el joven se dispuso a comenzar con la entrevista
—Bienvenida Higurashi. Mi nombre es Miroku Yoshida. Quisiera...— Un teléfono sonando lo interrumpió. Miroku suspiró cansado, hace semanas organizaba la fiesta de su amigo, y en el día de hoy también le tocó entrevistar a las aspirantes de trabajo. Realmente le iba a cobrar esto a Inuyasha, él debería estar entrevistando a las muchachas, después de todo estaba en busca de una secretaria para el joven Taisho— Disculpe, debo contestar, nadie interrumpiría una entrevista si no fuera urgente ¿Verdad?.
—No se preocupe, haga lo que tenga que hacer.
Miroku asintió y atendió el teléfono
—¿Diga?— Pasaron varios segundos hasta que el muchacho retomó la palabra —¿Cómo? No, usted debe estar bromeando, nosotros teníamos un trato...si, sé que son cosas inesperadas pero...— Kagome notó que el amable joven comenzaba a ponerse de los nervios —¿Pero qué hago ahora?¿Dónde consigo una cantante tan rápido?¿y un viernes a la tarde?...No, es que usted no me entiende esta fiesta es muy importante no puede —Suspiró pasándose una mano por el cabello —Está bien. Adiós.
Colgó el teléfono violentamente olvidando por completo la presencia de Kagome que se sobresaltó.
—Disculpa la interrupción. —Bufó.— inconvenientes...Ya sabes—Bajó la vista a la hoja con información de Kagome esperando concentrarse en la entrevista para no perder los nervios completamente. Pero de pronto sus ojos se cruzaron con algo que realmente consideró un milagro.
— ¿Higurashi?— Dijo apoyando los codos sobre la mesa mientras se inclinaba hacia ella— Cuénteme un poco sobre el lugar en el que trabaja los fines de semana.
Era estúpido prepararse para esa estúpida fiesta, al igual que lo era ir. Pero sabía que Miroku se había esforzado mucho en organizarla, y que su padre se enojaría, después de todo también se anunciaría su incorporación a la empresa.
Así que ahí estaba esforzándose para decidir entre los trajes que Kikyo había seleccionado, no tenía caso, eran todos iguales. Suspiró agotado, todavía le quedaba una noche entera de tortura
—Cariño — La voz de Kikyo interrumpió sus pensamientos. — Debo cambiarme, iré a mi departamento ¿Nos vemos en la fiesta?
— Si, Kikyo. Estaré ahí no te preocupes, nos vemos.
Se dieron un fugaz beso y la muchacha salió rápidamente de la habitación. A Kikyo le encantaban las fiestas, viviría en ellas si pudiera Era una muchacha elegante y amable, la envidia de muchas por estar con el gran heredero Taisho.
Se habían conocido hace varios años ya, su padre adoptivo y el padre de la muchacha eran grandes amigos y compañeros de negocio. Desde ese entonces Kikyo estaba perdidamente enamorada de él, pero con él...Bueno, a veces ni él entendía lo que realmente sentía.
Por eso, el día que su padre le dijo que sería bueno para los negocios que algo sucediera entre ellos dos el joven no dudó en comenzar a cortejarla ¿Que si la quería? Claro que si, después de todo ella formó parte de su vida por varios años ¿La amaba? Bueno, el amor a veces es complicado, no puede simplemente forzarse. Pero Inuyasha creció creyendo que la deuda con sus padres por adoptarlo era mucho más fuerte que cualquier sentimiento que podría albergar, así que solo se resignó a pasar el resto de sus días con esa muchacha. Después de todo hace años no existía mujer que le robe suspiros, y probablemente eso no volvería a repetirse.
—Espera, déjame ver si entendí.—Kagome suspiró derrotada, era la tercera vez que trataba de explicarle a su amiga lo que había sucedido en la entrevista —¿Tú estás diciendo que te darán el trabajo si cantas esta noche en una fiesta? Kagome...Sabía que te encontrabas mal con todo esto, pero lo de estar bebiendo tan temprano no es algo bueno sabes…
La azabache soltó una carcajada mientras se adentraba al baño de damas de la gran empresa Taisho para tener privacidad.
— Escucha Sango, no te preocupes, no estoy ebria. El entrevistador estaba muy desesperado, al parecer es una fiesta sumamente importante. Así que necesito que todo salga bien ¿Podrás ocuparte de mi traje? ¿si o no?
—Está bien. No te preocupes, estaré ahí en una hora.
La llamada colgó. Los nervios consumían a Kagome pero estaba segura de que iba a hacer todo lo posible para que esa sea la mejor presentación de Athenea.
Llevaba media hora recibiendo saludos de parte de amigos, clientes y trabajadores de la empresa. No sabía que conocía a tanta gente, realmente se encontraba agotado.
Mientras conversaba con Miroku sobre su incorporación a la empresa alguien lo abrazó por detrás, no tenía que ser un genio para descubrir quién era puesto que la muchacha prácticamente le gritó al oído si podía sacar a bailar.
— Miroku, sabrás disculparme pero tengo una bella dama pidiendo mi atención en este momento.
Miroku rió y asintió con la cabeza
— No te preocupes amigo, disfruta de tu fiesta que para eso estamos.
Inuyasha colocó su brazo alrededor de la cintura de Kikyo y con su mano sostuvo la de la muchacha. Bailaron así una canción lenta hasta que la presencia de su amigo en el escenario interrumpió a todos los presentes en la pista.
Mientras tanto, Kagome tras el escenario se colocaba el antifaz que cubría gran parte de su cara y combinaba perfectamente con su traje. Llevaba un vestido beige simple de cuello alto y largo, con la espalda descubierta, y adornado por lentejuelas en la parte superior. Definitivamente era su vestido favorito para ser Athenea...
—Buenas noches a todos los presentes. Espero que estén disfrutando de la fiesta.— Parpadeó, la voz de Miroku en el escenario la trajo a tierra de nuevo— Hoy tengo el gran honor de presentarles a una mujer que debutará en este escenario y, permítanme decirles, que creo que tiene un gran futuro por delante. — Kagome sonrió. Miroku la había escuchado cantar en esa entrevista, y si él creía eso, tal vez esto podría salir bien. —Sin más vueltas, porque sé que ustedes están tan ansiosos como yo... —el momento estaba cerca, Kagome respiró profundo y cerró los ojos. — ¡Les presento a la bellísima princesa Athenea!
Aplausos llegaron a los oídos de Kagome mientras se dirigía al centro del escenario y fly me to the moon comenzaba a sonar. Ya no tenía miedo, porque ahora era la princesa que siempre admiró. Athenea, la mujer fuerte y valiente que se enfrentaría a todo y a todos sin importar nada.
Un muchacho de pelo largo y negro se mantuvo embobado desde que la vio salir al escenario, apenas pudo percatarse de que su canción favorita fue la primera en sonar. Sólo podía mirar a esa hermosa mujer que inspiraba misterio y sensualidad y su voz...Esa voz estaba logrando que su corazón enloqueciera, y por alguna razón sintió nostalgia. Definitivamente todos estos sentimientos significaban que estaba dando un gran espectáculo, debía felicitar a Miroku por esa maravillosa elección.
Kikyo a su lado sin embargo no podía más que sentir rabia, jamás había visto a su novio mirar así a alguna mujer, ni siquiera a ella. ¿Quién demonios era esta tal Athenea? Aceptaba que cantaba bien, pero nunca vio que algo así le importase tanto a Inuyasha
Y la última canción terminó. El salón se llenó de aplausos y ovaciones para la misteriosa princesa. Había sido un éxito, Kagome estaba tan feliz agradeciendo que no pudo percatarse del hombre que se acercó a ella.
—Disculpa— Kagome se giró sobresaltada ante la presencia inesperada a su espalda.
Entonces su mirada chocó con unos ojos dorados y ella contuvo la respiración. Olvidó cómo hablar y cómo moverse. No estaba segura de si estaba soñando, sólo no podía despegar la vista de aquellos ojos hipnotizantes que inmediatamente llenaron los suyos de lágrimas que amenazaban con salir.
—Bueno, bueno...— Miroku habló posicionándose entre ambos— Querido Inuyasha, veo que te ha gustado mucho el espectáculo.—Él no habló, sólo mantuvo la vista pegada a aquellos ojos chocolates que estaban provocando sentimientos que no podía comprender—¿Verdad?—Insistió el muchacho
Kagome estaba petrificada ¡¿Inuyasha?! ¡¿Había dicho Inuyasha realmente?! entonces la muchacha tragó saliva.
aaaAA reencuentro
Espero que les guste el capítulo
