La puerta subió de nuevo y fue Bow quien apareció. El corazón de su coraza dorada desaparecía con la luz roja de la torreta.

—¿¡Qué está pasando!? —gritó, mientras se acomodaba junto a los demás. Soltó un chillido a la visión del enjambre.

La torreta se apagó y dejó un silencio ensordecedor. La rubia podía escuchar su pulso acelerado.

—Bow —llamó Adora, mientras lo miraba a los ojos—, ¿dónde está Glimmer?

—¿Qué? ¡Venía detrás de mí! —Bow se dio la vuelta y corrió en busca de la reina, pero se detuvo al ver que Glimmer cruzaba el marco. Caminaba descalza, con botas en mano. Se deslizaba encorvada, mientra se masajeaba los párpados.

—¿Qué pasa?, ¿ya llegamos? —preguntó con voz cansada, mientras se frotaba ambos ojos.

Una voz desconocida se escuchó en el interior de la sala de mandos:

—Habla el teniente de la sección espacial de Eternos. Solicito la identificación del capitán —sonaba distorsionada y agresiva.

—Hola, soy Glimmer —dijo desganada, antes de que Bow le tapara la boca.

—No pueden escucharnos —el tono de Hordak mostraba preocupación.

—Solicito la identificación antes de aterrizar en Eternia. Una disonancia podría ocasionar desde el arresto hasta la eliminación del vehículo —dijo la voz mientras que de los cañones de las naves de combate surgía una brillo verdoso.

«Entonces Eternia aún existe», pensó Adora. A pesar de la confirmación no se sentía para nada bien.

—Debemos hacer algo —Bow tomó a Glimmer de los hombros para llevarla con los demás.

—Preparar el desayuno —respondió Glimmer con voz cansada—, eso debemos hacer. ¿A quién le toca?

—Si me ven destruirán la nave —Hordak respiraba de forma acelerada mientras golpeaba el soporte de brazo.

—Entonces, —Bow se acercó al capitán— tendremos que ocultarte.

—Tarde o temprano me encontrarán y ni el perdón de Adora me salvaría de una ejecución.

—¿Perdón de adora?, ¿de qué hablas?

Un disparo surcó cerca de la nave, con la suficiente distancia como para suponer que era de advertencia.

—¡Activa el maldito comunicador! —chilló Catra mientras se jalaba mechones de cabello con fuerza.

El grito fue tan fuerte que terminó de despertar a Glimmer, quien al observar las naves, como luciérnagas, quedó petrificada.

—¡Maldición, no puedo hacer eso! —Golpeó con fuerza el soporte.

Adora comenzó a caminar con los brazos cruzados, volteando al suelo con el ceño fruncido. Tras unos segundos el rostro se le iluminó. Saltó entre Hordak y la cámara pequeña en centro de mandos y habló:

—Hordak, —Entrelazo los dedos— debemos hacer algo. Por favor, confía en mí y activa la cámara.

Hordak parecía en shock, pero volteó a verla. Adora le sonrió. El capitán, sudoroso, asintió mientras activaba el comunicador desde su controlador holográfico.

—¿Ya? —susurró Adora—, ¿estoy al aire?

Los cañones de las naves se apagaron.

—¿Me comunico con la capitana? —la voz sonaba menos agresiva.

—Sip, digo… eh, nop —respondió la rubia mientras que Catra, a sus espaldas, se golpeó el rostro con la palma abierta.

—Entonces solicito que me comunique con el capitán.

—¡No puede tomar la llamada! —exclamó Adora, guardó silencio un momento y continuó—. No puede porque… ¡Porque está en el retrete! La cocinera dejó algo… muy cruda la comida y le hizo daño a nuestro capitán, no sabe cuánto —Hordak, a sus espaldas, se sonrojó. Mientras que Catra parecía luchar por no soltar la carcajada.

—¡Hey! —gritó Glimmer en desaprobación.

—Me veo obligado a pedirle que se aleje del planeta o tendremos que derribar la nave.

—Bien. Dile que nos marcharemos —le susurró Hordak.

Adora estiró el brazo hacia él e hizo ademán de silencio. Hordak solo se limitó a hacer un leve gruñido.

—Le diré la verdad. —Meditó un momento y después habló con seriedad— Hace unos años, nos marchamos a vacacionar a otro planeta… la estancia se alargó, eh, ¡Muchos años! Pero ya estamos de vuelta. — Adora esbozó una sonrisa amplia, estática. Una gota gruesa de sudor descendía por la frente. De nuevo estiró el brazo al capitán, mostrándole el pulgar en señal de victoria.

—¿Esto es una broma? —Parecía escucharse una risa en el fondo.

Adora se tomó la barbilla mientras caminaba de un lado a otro, dejando libre la cámara a Hordak, quien estaba quieto, incrédulo por lo que acababa de presenciar. Bow y Glimmer quedaron boquiabiertos. La felina se limitó a dejar caer los hombros; al parecer, sabía que algo estúpido sucedería.

Un bip sonó en el silencio de la cabina. Hordak se apresuró a tomar el control mientras le gritaba a los tripulantes que se sujetaran. Una lluvia de orbes surgió de las naves enemigas. El capitán giró a la derecha, a la dirección de donde provenía la menor cantidad de disparos. A excepción del hordiano, todos rodaron a la izquierda, chocando con una de las mesas de control, quedando hechos bola. Bow terminó siendo al que peor le fue. Dio de espaldas contra la mesa, esperando, impotente, el impacto de Glimmer, sucedido por Catra, y rematándolo Adora.

—¡Hordak, aléjanos de este lugar! —gritó la felina, mientras trataba de quitarse a la rubia de encima.

—Cálmense todos —ordenó Glimmer—, ¡que no cunda el pánico! —Al terminar de hablar trató de quitarse de encima a Catra y Adora, entre gritos.

Los disparos pasaban muy cerca de la nave, desapareciendo a la distancia. Adora se levantó primero y ayudó a los demás. Al volver la mirada al ventanal observaron el planeta que asomaba por la izquierda. Ahora una franja lo dividía a la mitad. Por un lado aparentaba ser normal, con sus mares y continentes; Pero el que se encontraba tras la división mostraba algo aterrador: nubes obscuras trataban de ocultar la tierra gris y estéril.

—El hemisferio obscuro. —El rostro de Hordak se iluminó mientras observaba, atónito, por el ventanal.

La nave se tambaleo de forma brusca, la luz rojiza volvió a inundar la sala. La princesa soltó un grito de rabia. Adora, cansada de lo que ocurría, hizo aparecer la espada tras una aura de luz. La levantó y gritó:

—¡Por el honor de Grayskull! —Un flash venció por un momento a la luz de la torreta, mostrando tras su desaparición a She-ra.

Comenzó a caminar hacia la única puerta en la sala. Pero se detuvo de golpe, Catra la tenía tomada de la mano.

—¿¡Que estas haciendo!? —exclamó la gata con rostro preocupado.

—Debo defender la nave. —La miraba, decidida.

Catra quedó en silencio un momento, sosteniéndola con fuerza.

—Catra —la llamó Bow con una sonrisa —La última vez funcionó, ¿recuerdas?

Catra la soltó y se tomó la mano con fuerza. El terror le invadía el rostro.

—Adora —llamó el capitán—, este es un secreto que debe quedar entre nosotros —gruñó mientras movía los mandos—. Por ningún motivo nadie ahí abajo debe saber que eres She-ra ¿Entendido?

Adora asintió, a pesar de que Hordak, por la posición, no la podría mirar. Cruzó el umbral y avanzó por el corredor. Escuchó de nuevo el sonido que surgía desde abajo. Pensó en que hasta hace unos minutos todo se encontraba tranquilo, y en como en este momento estarían desayunando juntos. Salió del pensamiento al ser empujada por la nada hacia el costado derecho. En el momento en que estaba equilibrándose escuchó que alguien la llamaba a sus espaldas. Al voltear miró a Catra observándola mientras se sostenía de la pared. Se le notaba la preocupación en el rostro. Se observaron durante un momento hasta que Adora asintió y reanudó su camino.

Al acceder a la zona de carga, la trampa trasera comenzó a ascender hasta que pudo sentir el cambio de la presión. El frío le rozó la piel y no pudo evitar temblar por un escalofrío. Observó el torrente de disparos surcando el espacio. She-ra se colocó cerca del filo y comenzó a cargar la espada con energía. Pero no lo hizo a tiempo. Tres disparos, uno tras otro, acertaron a la nave e hicieron que Adora perdiera el equilibrio, adentrándose al vacío. Estiró el brazo hacia el filo de la rampa, pero ya era tarde. Observó cómo Darla caía hacia el planeta, soltando chispas y piezas de metal. En el momento en que la nave entró a la atmósfera, se volvió un punto luminoso que desapareció en el manto verdoso del continente.

No pudo escuchar a las naves enemigas acercándose a ella, pero las vio al cruzarla, sin tomarle la menor importancia a chica y su brillo estridente. Se lanzaron en picada por la misma dirección que sus amigos.

Adora duró un buen tiempo tratando de no perder la compostura mientras flotaba. Pero batallaba contra la idea de que sus amigos podrían necesitarla. Una sensación insoportable le atacó el pecho. Comenzó a mover los brazos a todas direcciones mientras pataleaba. Dejó de retorcerse al sentir que se movía en el espacio: al principio lento, y acelerando hasta que fue encandilada por el fuego que la rodeaba al cruzar la atmósfera del planeta.