El Frío Cielo Sin Luna
Los personajes de Bleach no me pertenecen. Son obra y creación de Tite Kubo.
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Capítulo 3: De Vuelta A La Paz… Por Ahora…
Había pasado menos de un día completamente desde el incidente creado por el Quincy, y en estos momentos, el rubio empezaba a despertar de aquella inconciencia en la que se había metido, producto de haber absorbido más Reiatsu de lo que tenía pensado.
Ya pasados unos pocos segundos, empezaba a abrir los ojos perezosamente, viendo por una ventana que se encontraba a su lado, viendo que apenas estaba empezando el día, debido a los pocos rayos de sol que empezaba a aparecer en el cielo…
Por un momento se quedó pensando en algo muy curioso… actualmente, no estaba en su casa.
Miro alrededor y dedujo que estaba en el hogar de aquel sombrerero… esto debido a que ya conocía las demás casas de sus amigos, y ninguna tenía una temática tan tradicional como en la que se encontraba… en el momento en que se iba a levantar de aquel futon en el que se encontraba, tuvo que detenerse al sentir una pequeña punzada de dolor en su brazo derecho… viendo como este estaba vendado hasta llegar al hombro…
- Parece que termine hecho una mierda… - decía con su típico tono sarcástico, un poco bajo, para luego proceder a levantarse… después de todo, tenía que ir a la escuela, y, según él, ya había descansado lo suficiente.
- Parece que te despertaste, Daisuke-san – decía una voz que provenía del otro lado de aquella puerta corrediza, a lo que el rubio solo giro su cabeza en aquella dirección.
- Supongo que tú y el otro hombre fueron los que me curaron – dijo, para que luego el hombre al otro lado abriese aquella puerta, dejándose ver por completo.
- Muy cierto, Daisuke-san.
- Gracias…
- No es necesario que lo agradezcas, yo soy quien te debería agradecerte.
- ¿Por qué?
- Tú fuiste quien salvo a la ciudad de aquel Menos… sin que tuviese que intervenir…
- Solo hacía lo que era necesario para proteger la ciudad…
- Bueno, bueno, venía a decirte que estas lo suficientemente en condición para ir a la secundaria, pero te recomendaría tomar unos cuantos días para que descanses…
- Descuide, Sombrerero-san, no es para tanto…
- Suponiendo que lograste aguantar todo el Reiatsu de Kurosaki-san sin que tu cuerpo explotase, es todo un logro.
- O hacia eso o dejaba que destruyesen la ciudad… o que la Sociedad De Almas se encarase, pero conociéndolos, seguro y primero dejan morir a unos cuantos civiles…
- Parece que ya estas familiarizado con ellos…
- Se podría decir que si… Pero creo que ya me estoy tardando demasiado.
- Cierto. Ya te puede ir en el momento en que lo desees, Daisuke-san.
- A todo esto… Ni siquiera sé cuál es tu nombre.
- Urahara Kisuke, espero volverte a ver, Daisuke-san.
- No es necesario que digas lo inevitable, Kisuke-san… - dijo, luego de colocarse su ropa… o lo que quedaba de esta… lo único raro de todo esto, es que su calentador no había sido dañado, en lo absoluto… cosa que era un poco extraña, pues debería estar, a lo menos, desintegrado, pero seguía igual… lo más extraño era que cuando se lo coloco, sintió un pequeño cosquilleo, no porque su brazo estaba hecho una mierda, según palabras de él, sino que se sentía un poco… extraño, pero hablaría con su compañero de esto en otro momento.
- Espero volver a ver pronto, Daisuke – dijo el hombre con trenzas, quien se despidió/saludo al rubio que ya estaba saliendo de la tienda.
- Yo también lo espero…
- Tsukabishi Tessai
- Tessai-san… - dijo, para luego retomar su camino de ida a su casa.
Al salir, se dio cuenta que apenas era como, aproximadamente, de 3:30 a 4:00 AM… tenía mucho tiempo para prepararse todo lo que necesitaba.
No tardo tanto tiempo en llegar, para luego quitarse aquella ropa que tenía puesta y colocarla a un lado… realmente era una desgracia que tuviese que descartar aquella camisa que tanto le gustaba… pero ya había llegado su momento.
No tardo tanto tiempo en el baño… no tenía ganas de ducharse, sobre todo por lo horrible que se sentía en el momento en el que caía agua en su brazo dañado, pero no tenia de otra, así que solo tardo unos 5 minutos en ese baño rápido.
Luego de eso, se colocó su ropa normal del instituto, para luego comer un desayuno ligero… tampoco es que tuviese tanta hambre, pero ni modo.
Luego de haber comido, se recostó en el sofá que estaba en la sala, para luego encender el televisor para ver cualquier programa… lástima que no pasaban nada bueno, así que decidió apagarlo e ir de nuevo a s habitación, para buscar unos auriculares para escuchar algo de música para pasar el tiempo.
Luego de varias horas recostado en aquel sofá, se levantó y vio la hora en el reloj que estaba colgado en una pared, viendo que marcaban las 6:23 AM – Puedo darme un corto paseo… - dijo, para luego salir, no sin antes quitarse el calentador de su muñeca derecha y colocárselo en la otra muñeca… solo para dejar que todos viesen su vendado brazo… seguramente para dejar que cierto azabache viese lo que causo su acción.
Luego de caminar un rato, encontró de camino a cierta mujer pelinegra, dándole una pequeña idea para poder sorprenderle…
- ¡Tatsuki-san! – dijo repentinamente el rubio, apareciendo detrás de la mujer, quien, de la sorpresa, lo había golpeado sin ni siquiera voltear a ver quién fue el que hablo, mandándolo a volar a un callejón, chocando con algunos botes de basura, que, para su suerte, estaban vacíos – Creo que fue una mala idea…
- ¡Daisuke! – dijo la mujer, un poco preocupada al ver al rubio que tenía su brazo vendado… pero lo peor de todo fue que ella lo había golpeado justo en aquel brazo.
- Descuida, Tatsuki-san. No es la gran cosa…
- ¡¿Cómo que no es la gran cosa?! ¡Tienes tu brazo…!
- Vaya, vaya; ¿Con que Tatsuki-san se preocupa por mí?
- No sigas molestando – decía la mujer mientras ayudaba al rubio a levantarse… cabe decir que estaba más adolorido que antes - ¿Y en que te metiste esta vez?
- ¿Yo? Solo estaba haciendo algunas cosas con Ichigo y Uryū-san… pero, como vez, las cosas se complicaron más de lo normal… No entiendo cómo fue que Ichigo salió prácticamente ileso.
- ¿Y ya?
- ¿Creíste que te iba a contar la historia de mi vida?
- Qué más da, mejor vayamos a la secundaria… así me aseguro que llegues a tiempo – dijo la mujer, ayudando a caminar al rubio como podía… ahora su pierna estaba fallando un poco.
- Vaya que me siento como un inútil…
- Lo dices como si fuese novedad.
- Pero esta vez es del todo y por completo…
- ¿No entiendo por qué lo dices?
- ¿A qué te refieres?
- Digo, mírate… - dijo, antes de recibir una risita sarcástica del rubio – Bueno, no ahora, pero como siempre eres, no eres para nada inútil… fuiste uno de los mejores peleadores del Dojo, eres el mejor arquero de la secundaria y de la ciudad… y ni hablar de que eres el único que ya se independizo de toda la secundaria, es decir, ya no dependes de nadie para que te cuide. Sin contar el hecho de que eres un idiota sabe lo todo…
- Vaya, pero que bien me siento….
- Todavía no he terminado – decía la mujer, notando el sarcasmo en el rubio – Lo que intento decir es… que eres un idiota al decirte a ti mismo que no sirves para nada… ninguno de nosotros podría hacer las cosas que tú haces todo el tiempo…
- … - el rubio se quedó mirando un momento a la mujer… solo tardo unos momentos antes de reírse a su manera, cosa que puso algo curiosa a la mujer.
- Gracias, Arisawa Tatsuki… – dijo, sorprendiendo a la mujer, por el hecho de no haber utilizado ningún prefijo, y de paso, dijo su nombre completo… cosa que era algo completamente raro en el… pero por un momento, en su rostro apareció una suave sonrisa.
- Bueno, ya dejémonos de estas cosas tan cursis…
- Tienes razón – dijo, para luego mover su pierna, notando que ya no estaba aquel dolor que tenía desde el principio – es mejor ir ya a la secundaria…
- No lo tienes que decir – dijo para retomar su camino hacia la secundaria… sino fuera por el hecho de que estaban prácticamente al lado.
- Creo que se no fue el tiempo…
- ¡Tatsuki-chan, Daisuke-san! – se pudo escuchar la voz de una mujer que estaba detrás de ellos… mirando mejor, no era otra más que la pelinaranja… después de todo, era la única que llamaba de esa forma a la mujer pelinegra.
- Orihime/Orihime-san.
- Daisuke-san ¿Estas bien? – fue la pregunta de aquella mujer al ver el brazo vendado del rubio… todavía seguía algo preocupada por los acontecimientos del día anterior…
- Descuida, Orihime-san. No es la gran cosa… probablemente, mañana ya no necesitare utilizar estas problemáticas vendas – decía el rubio, viendo como la tranquilidad volvía a la cara de la mujer, a lo que también había asentido en comprensión.
- Bueno, mejor voy a mi asiento… realmente tengo unas cuantas ganas de dormir hoy… - dijo, para luego dejar a las mujeres para que hablasen sus cosas… tampoco es que le interesasen las cosas que tuviesen que hablar ellas, esas eran sus cosas.
Ya llegando al salón de clases, sin dejar que nadie vise su brazo vendado, se dirigió a su asiento, luego de colocar su bolso en forma de almohada, tratando de tapar aquel brazo, comenzó a dormir hasta que llegase la hora de clases… fue una lástima que, para su desgracia, no pudo empezar su sueño, debido a que ciertos Shinigamis fueron en su dirección.
- Oye, Daisuke – empezó a hablar el pelinaranja con su eterno ceño fruncido… aunque se notaba algo de preocupación en su tano.
- Ichigo, Rukia-san – dijo sin más el rubio, levantado su brazo izquierdo en señal de saludo… actualmente, tenía su cabeza recostada en su bolso, ni siquiera se dignó a levantar su mirada para verlos.
- Con respecto a lo de ayer…
- Ninguno de ustedes tuvo la culpa por lo que paso – decía el rubio, levantando un poco su cabeza para verlos a ambos – Todo lo que hice fue porque quise hacerlo… no hay necesidad de sentirse culpables por esto… además, el único que tiene la culpa de todo esto es otra persona… - dijo, haciendo clara referencia a cierto azabache de lentes, a lo que ambos captaron.
- Pero aun así…
- No había nada que alguno de nosotros pudiese hacer, Rukia-san – corto el rubio a la pelinegra, quien solo se calló, porque claramente era cierta lo que el rubio decía – Ninguno de nosotros podía predecir el resultado de esto… si yo estoy hecho polvo es porque así lo quise.
- Supongo que siempre eres así… ¿No, Daisuke? – dijo el pelinaranja sacándole una pequeña sonrisa al mencionado.
- Puede ser… Así que, si ya terminaron, voy a seguir durmiendo… - dijo, para luego bostezar en voz alta – realmente, no dormí para nada bien.
- Muchas gracias, Daisuke-san – ahora, fue la pelinegra quien agradecida dijo aquellas palabras, a lo que el rubio solo asintió.
Iba a comenzar a dormir un poco… pero como si el destino le gustara burlarse de él, la voz de cierto castaño, solo hizo que diera un brinco de su asiento, para esquivar aquella tacleada de aquel adolescente.
- Oye, Keigo; ¿Al menos podrías dejarme dormir un poco?
- Como si no hicieras eso todo el tiempo, Daisuke… - decía el adolorido castaño, quien se dio tremendo golpe contra la mesa del rubio, sacándole una ladeada sonrisa… claro, hasta que se esfumo al notar que todos en el salón lo miraban sorprendidos por tener todo su brazo derecho vendado… - ¡Daisuke!
- ¿Puedo preguntar como paso eso? – dijo un pelinegro, a lo que el rubio había identificado como Mizuiro, quien estaba señalando su brazo vendado con un dedo.
- Pues…
- Me estaba ayudado a hacer una pequeña limpieza… pero todo termino mal – esa fue la explicación de un joven que venía entrado por la puerta, haciendo ver que no era nada más ni nada menos que Ishida Uryū, quien tenía vendados ambos brazos hasta sus codos.
- Suponiendo que fue tofo tu culpa… no diría que termino tan bien como lo estás diciendo, Uryū-san… - con un sarcasmo más que notorio, fueron las palabras que había dicho el rubio dirigidas al de lentes, quien no dijo nada al respecto, pues tenía toda la razón en esa parte, a lo cual solo se fue a sentar en su asiento.
- Bueno, sea como sea, agradecería que me dejaran dormir tranquilamente… - y así fue como el rubio volvió a sumirse en el profundo sueño… aunque, actualmente, no tenía nada de sueño, solo hacia esto para hablar con cierta persona en particular…
- Hitsujikai… - llamo el rubio a la persona que siempre estaba metida en su cabeza.
- ¿Necesita algo, Mi Señor? – y ahora, aquella voz profunda había contestado su llamado.
- Creo que ya sabes para que te estoy llamando…
- ¿Es por los nuevos poderes de tus compañeros?
- Si. Es realmente intrigante como fue que han obtenido aquellos poderes para luego empezar a eliminar a aquellos Hollows…
- Si le soy sincero, mi señor, no tengo una idea exacta de lo que pudo haberles pasado…
- Pero si sabes algo.
- Solo sé de donde proviene su poder… El de la mujer, proviene de aquellos accesorios que lleva en su cabello; el de aquel hombre, podría decir que sus poderes provienen de su brazo derecho…
- ¿Qué es lo que hace cada uno?
- No lo sé muy bien. Creo que pude ver como se manifestaron algunas hadas por parte de la mujer, y el hombre transformaba su brazo en un arma que concentraba su Reiatsu… aunque sentí algo familiar en su brazo izquierdo.
- ¿A qué se debe todo esto?
- Todavía no lo tengo muy claro… solo puedo decirte que sentí esa misma energía en su brazalete, mi señor…
- ¿Lo dices en serio?
- Estoy casi seguro de eso… aunque, actualmente, es mejor dejarlo de lado. De momento, debe centrarse en poder alcanzar el poder de Shinigami que duerme en lo más profundo de su ser.
- Entonces, ¿Qué sugieres que haga en el tiempo de espera?
- Sigue haciendo lo que siempre hace, mi señor. Presiento que, luego de obtener ese poder, las cosas no volverán a ser como lo fueron desde ahora…
- Eso no te lo puedo negar. Entonces, seguiré haciendo lo de siempre. Si surge algún imprevisto o duda, no la retengas y dímela de una vez.
- Por supuesto que lo hare, mi señor… - y aquella voz dejo de oírse en la mente del rubio, el cual abrió un poco los ojos, para ver como la clase había avanzado sin ningún imprevisto… hasta la profesora del rubio no le había dicho nada, seguramente porque vio su brazo vendado, así que agradecía mucho ese gesto.
Luego, sonó la campana de receso, a lo cual todos salieron, a excepción del rubio, quien solo se quedó ahí en su puesto, mirando nada en específico… hasta que su estómago rugió tanto, que, si alguien se hubiese quedado en aquel salón de clases, se hubiera asustado por el gran parecido que tenía con algún rugido de algún monstruo.
- Bien, lo que faltaba… - dijo, palmeándose la cabeza mentalmente… lo peor de todo era que no había traído algo para comer… por lo que tendría que ir a comprar algo en la cafetería de la secundaria… y eso era una de las peores cosas que podía hacer.
No porque la comida fuese de mala calidad o algo por el estilo, sino que la cantidad de personas que hacían cola para comprar sus desayunos… era ridículo.
Seguramente, si compraba ahí, no volvería a tiempo para el siguiente timbre… así que, vagando por lagunas de los pasillos, tuvo que conformarse con alguna bebida gaseosa de las tantas máquinas dispensadoras que estaban por ahí en la escuela.
Luego de tanto decidir cuál bebida quería, justo en el momento en que la iba a abrir… casualmente, no podía hacerlo… al parecer, estas bebidas salieron más apretadas de lo aparentemente normal… de verdad, ese día se estaba volviendo algo molesto para aquel rubio.
Pero ya dejando de lado eso, solo fue al último piso de aquel edificio para hablar con algunos de sus amigos y pasar el tiempo… pero claro, hoy no era su día.
Como si de una mala broma se tratase, no había nadie ahí, por lo que con curiosidad se asomó por uno de los bordes, para ver que en el patio trasero se encontraban los demás…
- Que mierda me está pasando hoy… - con ese pensamiento presente en su mente, dio un largo y pesado suspiro… no entendía el por qué las cosa el día de hoy iban tan raras… pero todos sus pensamientos se fueron cuando cierta pelinegra llego al lugar.
- ¡Tatsuki-san! – dijo el rubio, llamando la atención de la mujer, la cual lo vio y lo saludo por un momento antes de acercarse.
- Daisuke, te estaba buscando por toda la secundaria.
- ¿Buscándome a mí?
- Si. Un tipo raro con un sombrero muy loco me había dicho que habías olvidado tu desayuno en su tienda… - dijo la mujer, para dejar ver una bolsa con algo de comida dentro.
- Aunque es un poco raro de su parte… le debo una enorme a Kisuke-san… - dijo en su mente, para luego agarrar muy agradecido aquella bolsa llena de comida – No tenía por qué hacer esto, Tatsuki-san.
- Si no fuese porque me dio algo de dinero por traerte esto, no me hubiese molestado en hacer esto… - decía la mujer, para luego empezar a contar un manojo de billetes, sacándole una pequeña sonrisa al rubio.
- No sabía que eras tan avariciosa, Tatsuki-san
- Dinero es dinero… - dijo, para luego guardar los billetes – Bueno, creo que ya mejor me voy…
- Oye, espera un momento… - decía el rubio, a lo que la pelinegra se puso algo curiosa por el repentino llamado de su amigo, este tipo de cosas no era normal en él – Tengo que pedirte un favor, antes de que te vayas…
- ¿Qué paso?
- ¿Puedes abrir esto por mí? – decía un poco apenado el rubio extendiendo la bebida que no había podido abrir hace unos minutos, cosa que obtuvo una mirada incrédula por parte de la mujer – Es que… como sabes, mi brazo…
No tuvo que decir ninguna otra palabra, para que luego la pelinegra tomase aquella bebida y la abriese como si fuese un frasco de pepinillos, a lo que el rubio miro sorprendido lo que había pasado.
- Si necesitas algo más, no dudes en llamarnos, Daisuke… - dijo la pelinegra, quien se despidió y bajo aquellas escaleras, seguramente para volver con sus compañeros que estaban el patio.
Luego de que la mujer se haya ido, el rubio se quedó mirando el lugar por el que se fue… recordando cómo fue que la conoció por primera vez…
Flashback
Retrocediendo en el tiempo, se un pequeño rubio de 9 años… quien tenía la mirada completamente vacía… quien sabe por qué razón.
- No entiendo… Que fue lo que paso para que me tuvieran que dejar en aquel orfanato… - dijo mentalmente el rubio… hace unas pocas horas, había visto aquel video en donde aparecía aquella mujer, dejando al pequeño rubio de bebe en la entrada del orfanato…
- ¡¿Qué demonios es lo que estaba pasando?! – el rubio no podía dejar de darle vueltas y vueltas a aquel asunto, debido a que no tenía sentido nada de lo que había visto… ahí estaba, aquella mujer, que no sabían cómo es que había llegado a aquel lugar, debido al error de la cámara instantes antes, para luego ver como dejaba al pequeño rubio, además de una nota que parecía algo chamuscada con el… como también las grandes cantidades de sangre que brotaban de una herida que tenía la mujer en un costado de su cadera.
Tan sumergido estaba en su mente, que no se dio cuenta que había llegado a lo que parecía ser un establecimiento en donde había varios niños haciendo artes marciales…
- Supongo, que no hay nada de malo en ver lo que hacen… - pensó el rubio, para luego adentrarse a aquel lugar… solo para ver a varios niños de su edad, lanzando golpes torpes de aquí para allá… cosa que el rubio vio con gran atención.
Unos segundos después, apareció un señor que tenía puesto un Kimono blanco, atado con una cinta de color negro en su cadera.
- Vaya, vaya, hace mucho tiempo que no veía a un nuevo estudiante…
- No estoy interesado.
- ¿Qué? ¿Nunca te has puesto a pensar en ser un artista marcial talentoso?
- Realmente, es la primera vez que vengo a un lugar como este…
- No veo por qué no te puedas apuntar, muchacho.
- Ya se lo dije… no estoy interesado. Además, si llego a "practicar con alguno de ellos, seguramente saldrían llorando del lugar… - dijo el rubio, apuntando con un dedo como estaban los chicos de su edad lanzando golpes torpes al aire, sin ningún tipo de significado alguno – No me apetece patearles el trasero a todos ellos…
- ¡Retira tus palabras! – esa fue la voz que había sonado a un lado de las dos personas que estaban hablando, para ver a una niña pelinegra con el kimono normal de aquel Dōjō.
- ¿Y por qué lo haría? Todo lo que dije era verdad…
- ¡No puedo dejar que alguien como tú me subestimes! – dijo la mujer para luego embestir directo al rubio… solo para que la mujer se pasara de largo… al parecer, el rubio se había movido de ahí, y ella no se había dado cuenta.
- Te dije, que no era mentira… - dijo el serio rubio, mirando como la niña estaba un poco impactada por la actitud del rubio frete a ella, pero de un momento a otro, el hombre se colocó en medio de ambos, para calmarlos un poco y no hicieran algún desastre.
- Puedo notar que tienes mucho potencial, muchacho… - dijo el adulto, quien estaba viendo algo fascinado al chico rubio… si hacia las cosas bien, podría convertirse en el mejor artista marcial de Japón, hasta podría ir más alto que aquel sueño.
- ¿Quién sabe?… pero, todavía sigue sin llamarme la atención… - dijo, para luego ir en dirección a la salida del establecimiento… no tenía más que hacer en aquel lugar, y mucho menos quería hacer una escena ridícula en este momento.
- Te propongo un trato… - dijo el hombre, haciendo que el rubio dejase de andar, para ver un poco intrigado a aquel sujeto.
- Escucho…
- Un encuentro amistoso… contra ella – dijo apuntando en dirección a la niña que estaba sorprendida con la acción tomada por el adulto, pero al rubio no le parecía una buena oferta.
- No sería algo…
- No te estoy diciendo que le ganes ni nada de eso, no es una competencia lo que estoy proponiendo… - cayo al rubio abruptamente – lo que digo es que tengas una pelea con la chica, nada más…
- ¿A dónde quieres llegar? – el rubio, siempre siendo más inteligente que un niño de su edad, sabía que había algún propósito escondido en todo esto, cosa que saco una sonrisa del adulto, que le indicaba que estaba en lo cierto.
- Lo que intento decir, es que quiero que tomes una decisión de lo que quieres hacer cuando termines la pelea contra la niña…
- Ya entiendo… - dijo el rubio, el cual había sorprendido al hombre por darse cuenta tan rápido de lo que intentaba decir… prácticamente, utilizar esta pelea para sacar una conclusión de si convertirse o no en un artista marcial – No tengo nada mejor que hacer…
- ¡Perfecto! – dijo el hombre, lanzándole un kimono blanco al rubio, quien con una ceja levantada miro extrañado al adulto – Cámbiate, en 3 minutos empieza la pelea.
Cinco minutos después…
El rubio, quien ya se había cambiado, fue a aquella sala, en donde se encontraba todos los niños sentados contra la pared, dejando el espacio suficiente para que los dos chicos tuviesen su encuentro.
- ¿Están listos? – fue la pregunta hecho por el adulto, obteniendo un asentimiento por parte de la mujer, y del rubio… el solo lo miro, para luego volver a ver a la mujer, cosa que le dio a entender que esa era la señal - ¡Comiencen!
Sin perder tiempo, la pelinegra fue contra el rubio, quien esta vez, se quedó quieto, atrapando el golpe de la mujer con la palma abierta, sorprendiendo a todos por la acción, incluido el único adulto.
- Eres muy lenta… - fue la respuesta breve dada por el rubio, quien solo dio un golpe al cofre del estómago de la mujer, haciendo que esta fuese unos pocos metros hacia atrás.
- ¡Maldición! A parte de que es rápido, también es fuerte… - dijo mentalmente la mujer, quien se estaba sobando un poco la barriga por el golpe que le había dado el chico en frente de ella.
Pero lo más desconcertante de eso, fue ver como el rubio, levantaba su brazo a la altura de su cara… para luego hacer un gesto con su mano, que le decía que se acercara… claramente, una burla para provocar a la chica.
La acción tomada por el rubio, surgió el efecto que había esperado, siendo como la pelinegra ahora tenía un ceño fruncido que adornaba su expresión, arremetió con varios golpes y patadas que el rubio por un momento le costó esquivar un poco, pero lo más sorprendente, fue cuando la aquella chica hizo una finta con un supuesto gancho de derecha, para luego pasar a una patada con su pierna izquierda, dándole de lleno en la cara del rubio, quien estaba impactado por lo que había pasado.
- Me… Golpeo… - fue el pensamiento que paso por la cabeza del rubio, quien se había quedado en un pequeño shock por lo ocurrido… realmente, no había pensado que recibiría un golpe de la mujer… creyó que sería una batalla rápida, que terminaría con aquel golpe que le había dado en el estómago, para luego salir corriendo y gritar para llorar en brazos de sus progenitores… pero las cosas, nunca siempre eran como uno esperaba…
- ¿Qué pasa? ¿No esperaba que llegase a golpearte tan fácil? – la altanera voz de aquella chica resonó en los oídos del rubio una y otra vez, hasta que por fin salió de su momentáneo shock… solo para sorprender a la mujer por su reacción… estaba sonriendo.
- Parece que te he subestimado… mujer… - dijo el rubio, para luego colocarse en guardia – pero, no cometeré ese mismo error de nuevo…
La pelea había durado apenas unos tres minutos en total… además de que en cierto punto estaba algo pareja, hasta que aquel rubio con suma facilidad sometió a la pelinegra, dejándola inmóvil en el suelo, mientras doblaba su brazo un poco mientras pisaba su espalda.
- Esto se terminó… - dijo, para luego soltar a la mujer e ir en dirección al adulto, quien miraba sorprendido aquel pequeño encuentro del rubio – Supongo, que las clases en este lugar es de lunes a viernes a la misma hora en la que llegue…
- Si, eso es muy cierto joven… - dijo el adulto quien había salido de su shock momentáneo por lo ocurrido hace unos instantes.
- Entonces, nos veremos mañana a la misma hora… - esto le saco una pequeña sonrisa al adulto, quien sabía cuál era la decisión que había tomado el rubio, quien se había ido a cambiar para colocarse la ropa con la que había llegado al lugar.
- ¡Espera! – fue la voz de la misma mujer que había peleado con el rubio, deteniendo su marcha de salida - ¿Cuál es tu nombre?
- Daisuke… solo Daisuke – la respuesta dada por el rubio hizo que varios de los que oyeron sus palabras se quedasen intrigados por la falta del apellido de aquel chico.
- Arisawa Tatsuki… Y quiero mi revancha cuando vuelvas…
Fin Del Flashback.
- No fue tan malo, después de todo… - dijo a nadie en específico aquel rubio, para luego sentarse en el barandal y empezar a comer aquella comida que le había traído – Vaya, esto sabe muy bien…
Luego de haberse terminado de comer todo lo que le habían traído, volvió al salón de clases, para luego empezar a dormir nuevamente, pero antes, tuvo que tapar sus oídos tanto como pudo para evitar el molesto sonido de aquella campana.
- Que molesto… - pensó, un poco irritado por aquel sonido de esa campana… realmente era algo que sus oídos no podían soportar cuando estaba durmiendo.
El día transcurrió de manera normal… esta vez, no pasó nada de otro mundo.
Ya cuando habían acabado las clases por ese día, el rubio tuvo que irse al campo de entrenamiento del equipo de futbol de la secundaria… por lo visto, ya tenía un poco mejor aquel brazo… lo suficiente para poder entrenar un poco.
Ya en el lugar, pudo ver a sus compañeros de equipo, que no era más que algunos alumnos de último año de secundaria, y los nuevos, que recién acaban de ingresar de las inscripciones de hace unas semanas atrás.
- Lamento llegar tarde… - dijo el rubio, haciendo que los demás captasen su atención, solo para atosigarlo con un sin número de preguntas que ya se veían venir.
- ¡Capitán! – fue lo que dijeron todos, sin excepción alguna, pues era muy raro ver al rubio con algo como eso.
- No hay de qué preocuparse, no es nada grave, ya me revisaron y estoy lo suficientemente bien como para hacer un breve entrenamiento hoy…
- ¿Estás seguro? Es decir… el partido final de la copa nacional es el martes... – esta vez, fue un adulto de cabello negro, con una gorra negra puesta encima, ojos marrones y piel clara, una sudadera negra y un mono gris con zapatos deportivos de color negro.
- Descuide, Gojuma-san, estaré bien para cuando llegue la final… hoy, como dije, solo hare un entrenamiento ligero… - dijo, haciendo que todos se calmaran totalmente… nunca podían desconfiar de la palabra de la persona que les hizo ganar la copa 2 veces seguidas, y ahora iban por la tercera.
- ¡Bueno, que no se diga más! – grito aquel entrenador, entusiasmando y animando a los demás - ¡Empecemos haciendo un partido 11 contra 11!
- ¡Si, Gojuma-sensei! – eso fue lo que dijeron todos, a excepción del rubio, quien veía esto con una pequeña sonrisa… este era el momento en el que tenía que ver si estaba lo suficientemente bien.
Y como cosa rara, al rubio nadie logro hacerle ni un solo gol… eso, sin decir que su equipo eran los novatos que acababan de entrar, haciendo que los otros se sintiesen aliviados por ver como su capitán no había recibido ningún gol de su parte… aunque, por otro lado, algunos de ellos estaban decepcionados de sí mismos por todavía no haberle anotado ni un solo gol al rubio, pero, de todos modos, era uno de los mejore arqueros, no solo de la ciudad, sino del país.
El rubio, por otro lado, estaba sumido en sus pensamientos, con una pequeña sonrisa llena de nostalgia, recordando el día en que conoció, a lo que ahora se llaman, el mejor equipo del país…
Flashback
Era un día un normal y soleado en la ciudad Karakura, en una de las calles, se podía ver a cierto rubio, un poco menor de lo que es ahora, exactamente de 10 años de edad, caminando sin ninguna dirección aparente… era uno de esos días en los que no quería estar nuevamente en aquel orfanato, por lo que su compañero le había sugerido salir a caminar para despejar su mente…
Hace unos pocos días, el rubio había dejado el Dōjō de artes marciales… al parecer, porque ya no había nada interesante en ese lugar… ya que nadie, a excepción de cierta mujer, habían dejado de pelear con él, así que, sin más, se fue de ahí.
Ahora, no tenia en donde pasar el tiempo, por lo que solo iba a caminar de aquí para allá… buscando algo que lo pudiese distraer… hasta que termino en medio de un campo de fútbol.
Ya dándose cuenta de donde estaba parado el rubio, solo se sentó en una de las gradas con tantas sillas que había en aquel lugar.
Se quedó ahí, al parecer varias horas, tanto que empezaron a llegar algunas personas a jugar un partido de fútbol, unos niños que parecían tener la misma edad que el rubio… para luego ver a unos jóvenes, no muy mayores que ellos, para luego quitarles la cancha y la pelota, para ellos jugar, dejando a los niños ahí tirados como basura…
El rubio no pudo evitar enojarse un poco por cómo habían actuado los chicos mayores con los otros… era algo que no podía tolerar.
Así que decidió acercarse al lugar en donde se encontraban ellos, para luego con gran rapidez y quitarles la pelota que les había quitado, cosa que sorprendió a todos, a los más pequeños por la valentía del rubio, y los mayores por la velocidad en que se movió y les quito el balón con suma facilidad.
- Saben que está mal agarrar las cosas que no les pertenecen – dijo el rubio con voz seca llena de seriedad.
- ¿Y tú quién te crees para quitarnos lo que no te pertenece?
- A ustedes tampoco les pertenece esto… - fue la simple respuesta que dio el rubio, haciendo enfadar a los adolescentes.
- Maldito mocoso… - fue lo que dijo uno de ellos, para embestir al rubio, quien dejó caer el balón y, con mucha habilidad, hacer que el balón pasase entre las piernas del joven.
- Lamentable… - dijo, para que luego, los demás le rodearan con muy malas intenciones.
- Si no nos devuelves eso…
- ¿Qué harán? ¿Ustedes cinco golpearan a un simple e indefenso niño menor que ustedes? – decía el rubio con deje sarcástico, haciendo que los demás se parasen al entender lo que estaban a punto de hacer – Aunque… ahora que lo pienso… hace tiempo que no me divierto con unos patanes como ellos – esto lo dijo como un susurro para el mismo, cosa que ninguno llego a escuchar.
- ¿Qué estás diciendo, mocoso?
- ¿Qué tal si hacemos una apuesta? – dijo el rubio, llamando la atención de los presentes.
- ¿Qué clase de apuesta?
- Si alguno de ustedes, en 10 tiros, llegan a anotar un gol, los dejare en paz… pero si no llegan a hacerlo, les devolverán el balón a los niños de allá y no los volverán a fastidiar
- Me parece una buena apuesta… - dijo uno de ellos, a lo que los mayores habían empezado a reírse un poco malvados, diciendo que sería pan comido, o también que solo lo harían con el primer tiro.
- Bien… por cierto, déjenme decirle las reglas… - el rubio empezó a dirigirse a la arquería que estaba más cerca de él – no puede estar en mi área… - dijo, mientras señalaba todo el rectángulo, conocido como el área del arquero – y nada de juego sucio… ¿Están bien con eso?
- Por nosotros, no hay ningún problema… - dijo uno de ellos, quien, sin avisar, había pateado el balón directo a la cara del rubio, quien, en un segundo, solo había agarrado el balón con su mano izquierda, sorprendiendo a todos los demás.
- Uno… - dijo, devolviéndoles el balón con un pase raso, mientras terminaba de colocarse en el centro de la arquería.
- Serás un… - dijo otro de los mayores, quien había dado una patada muy fuerte, haciendo que el balón fuese directo a la arquería, solo para que el rubio lo agarrase mientras se había lanzado, dando una voltereta en el aire para caer de pie.
- Dos… - dijo, de nuevo posicionándose en el centro, y con un pase raso, darles el balo, haciendo que la ira en los mayores creciera.
Sin avisar, otro de ellos había dado una patada más fuerte al balón, haciendo que este diera un efecto algo raro, cosa de lo que se percató el rubio, saltando al lado contrario en donde se suponía que iría el balo, solo para ver como el balo iba directamente a las manos del rubio, como si utilizase algún tipo de magia para atraer el balón.
- Tres… - dijo nuevamente el rubio, para luego devolverles el balón a los mayores, quienes ahora estaban algo nerviosos por la habilidad del rubio…
Seis disparos más tarde…
Se podía ver como todos los presentes estaban impresionados por la habilidad del rubio, quien no había dejado entrar el balón en la arquería, sin importar lo fuerte que hayan sido cada uno de los disparos que había recibido.
- Bueno… solo les queda una oportunidad… - decía el rubio, mirando como esta vez, los mayores ya no seguían para nada enfadados… ya que la sorpresa y la frustración estaba dominando las reacciones en sus caras.
- Prepárate… porque lo que voy a hacer… no he conocido a ninguna persona que haya logrado parar mi tiro especial… - dijo uno de los mayores, quienes se habían sorprendido por las palabras de aquel chico, haciendo que el rubio pusiera una expresión de curiosidad.
- ¿Y que estas esperando? – decía el rubio, quien se había preparado para lo que fuese que haría el joven frente a él, sacándole una sonrisa retorcida.
- Tu lo pediste… - fue lo último que dijo el mayor, antes de lanzar el balón al aire, y cuando estuviese casi por llegar al suelo, dar un gran impulso hacia adelante, para luego, con la fuerza adicional de la caída y el impuso, hacer que aquel balón pareciera un misil.
- Ya veo… - fue lo único que dijo el rubio, para luego dar una pequeña sonrisa, y tirarse al lado en donde iría el balón, solo para que este fuese hacia el otro lado sin explicación alguna, haciendo que la sonrisa del joven mayor se ensanchara… pero luego se volvió una de completa incredulidad.
- Ya me lo esperaba… - fue lo último que dijo el rubio, para colocar una de sus manos como soporte y detener la trayectoria de su propio lanzamiento, para luego estirar uno de sus pies y llegar a tocar aquel balón, desviando su trayectoria…
¡Planck!
El sonido de aquel poste de la arquería… viendo como el balón se terminaba de ir hasta llegar al otro lado de donde se encontraban los demás.
- Yo gané… - dijo el rubio, notando como los mayores lo miraban con shock, y los más pequeños del lugar con fascinación.
- ¿Cómo fue que…?
- Primero que nada, déjame decirte que, si el balón llegaba a entrar, no iba a valer, debido a que rompiste una de las reglas que había puesto… - dijo el rubio, señalando en donde estaba parado el joven… viendo que estaba dentro del área del arquero – y segundo, no fue algo tan difícil de notar…
- Pe-pero…
- Es hora que cumplan su parte de la apuesta… - dijo el rubio, quien fue a buscar el balón que se encontraba al otro lado de la cancha, haciendo que los demás jóvenes mayores se fueran del lugar sin nada más que decir…
Justo cuando agarro el balón, los demás chicos se acercaron a donde el, para que luego, el rubio lanzase a las manos del chico del centro el balón.
- No tiene por qué agradecerme… simplemente fue algo que quise hacer… - decía el rubio, solo para ser atosigado por tantas palabras de fascinación por cada uno de ellos.
- Eres muy bueno jugando – decía un pelirrojo con ojos marrones, que iba vestido con una camisa roja con rayas blancas a los costados al igual que aquel short y medias blancas con zapatos negros.
- Es algo que aprendí a hacer hace algunos días…
- ¿Tu juegas fútbol? – decía otro de ellos, un pelinegro de ojos negros, que tenía la misma vestimenta que el otro… y que los demás.
- Profesionalmente hablando, no.
- ¿Alguna vez has pensado en jugar fútbol? – dijo un chico de cabello marrón con ojos azules.
- Pues claro, ¿Por qué creen que se cómo arquear?
- ¿Te gustaría formar parte de nuestro equipo de fútbol? – fue la pregunta de otro castaño de ojos marrones.
- Depende de donde sean…
- Formamos parte del equipo de futbol de ciudad Karakura – dijo otro pelinegro de ojos verdes.
- No veo cual sea el problema…
- ¡Genial! – fue lo que dijeron todos al unísono, mientras empezaban a vitorear, sacándole una pequeña gota de sudor al rubio.
- Bien. Yo soy Kirito Shin – dijo el pelinegro de ojos verdes, presentándose – Y ellos son mis compañeros: Miruki Kenji – dijo, señalando al pelirrojo – Sato Yamato – dijo, señalando al otro pelinegro – y ellos son los gemelos Ryūga, Ryūga Ken – dijo señalando al castaño con ojos marrones – y Ryūga Kai – dijo señalando al castaño de ojos azules.
- Mucho gusto. Mi nombre es Daisuke… solo Daisuke…
Fin Del Flashback.
El rubio, luego de recordar este pequeño fragmento de su pasado, volvió a la realidad y se dio cuenta de que el entrenamiento ya había terminado… realmente había pasado un largo tiempo desde que paso aquel suceso… pero no fue la gran cosa, por lo que ya se terminó de ir de aquel lugar, no sin antes ser bañado en adulaciones por parte de sus compañeros de equipo… pero eso sería una historia para otro día…
Al terminar aquel entrenamiento, el rubio siguió su camino a casa… tal vez tenga tiempo para visitar a la familia Kurosaki… después de todo, tenía que aprovechar que hoy era viernes, lo cual significaba que el día de mañana no había clases de ningún tipo… tal vez era un buen momento para planear una pequeña salida con sus amigos… hacía mucho tiempo que no hacían algo como eso… tal vez a uno de esos bares en donde permiten a menores de edad… y conocía el lugar perfecto para hacer dicha reunión…
Pero eso lo pensaría mejor, después de terminar de visitar a los Kurosaki, por lo que tenía que llegar a su casa lo antes posible.
Luego de una larga y rápida caminata, llego hasta su hogar, para luego quitarse su ropa de entrenamiento y echarla en una sesta donde estaba la ropa sucia y dirigirse al baño para darse una corta ducha… lo bueno de todo eso era que ya no le dolía tanto el brazo derecho como esta mañana, por lo cual no fue tan doloroso aquel baño como el de la mañana.
Ya completamente aseado, se colocó una camisa de tirantes de color rojo, unos pantalones y botines negro, además de su calentador, que esta vez, se lo había puesto en su brazo derecho que todavía seguía vendado hasta su hombro.
Luego de dejar todo ordenado, salió de su casa para dirigirse hacia la casa de la familia Kurosaki, no le tomo tanto tiempo, tal vez unos 4 minutos en llegar hasta la calle.
Ya parado en frente de la puerta, como siempre hacia, toco aquel timbre y espero unos segundos antes de que cierto pelinaranja abriese la puerta.
- ¿Quién…? – era algo normal que el pelinaranja fuese algo despistado para todo, como también estaba el hecho que ni siquiera vio quien estaba en la puerta antes de abrir, lo que saco un suspiro cansado del rubio.
- Tan despistado como siempre, ¿No Ichigo? – decía el rubio con su pequeña sonrisa, a lo cual el pelinaranja se sorprendió, pero al mismo tiempo, frunció su ceño como cosa rara.
- Si, si, lo que digas, Daisuke… - decía el pelinaranja tratando de evitar que el rubio siguiera hablando de eso… aunque se sentía un poco bien al ver de nuevo al rubio en su casa… hacía mucho tiempo que no lo veía en aquel lugar.
- ¡Daisuke-san! – detrás del pelinaranja, estaba la hermana menor del pelinaranja, quien había abrazado al rubio mientras este la miraba con una pequeña sonrisa… no era otra que la siempre animada Kurosaki Yuzu.
- Vaya, vaya, pero si es la pequeña Yuzu…
- ¡Oye, pero si ya no soy pequeña!
- Oye, oye, solo estoy jugando un poco, Yuzu – el rubio comenzó a revolverle el cabello, cosa que hizo que la joven hiciera un puchero, cosa que lo hacía ver un poco tierna a la Kurosaki menor – Bueno, dejando de lado eso, ¿Isshin-san está dentro?
- Si. Seguramente este vagando en la sala… - decía el pelinaranja de brazos cruzados, cosa que solo saco un suspiro de ambos oyentes… era muy normal que "la fresita" se refiriera de esa forma a su padre.
- Me alegra escucharlo, tenía unos asuntos pendientes que tengo que hacer con él – dijo el rubio, quien se había quitado sus botines y los había dejado en la entrada de la casa, para luego dirigirse a la sala de estar de aquella casa/clínica - ¡Isshin-san!
- ¿Eh? ¡Daisuke! – dijo el hombre, quien actualmente estaba vistiendo una camisa de tirantes blanca y un short azul con franjas rojas a los costados – No esperaba verte tan pronto por… - paro un segundo, luego de ver su brazo vendado - ¡¿Pero qué fue lo que te paso?!
- ¿Qué? ¿Esto? – decía dejando ver su brazo vendado – Solo fue que ayer, cuando me fui, recordé que tenía que ayudar a Uryū-san con algunas cosas… digamos que yo termine mejor que el…
- ¿Entonces eso no lo tienes puesto por moda? – pregunto la inocente joven, cosa que le saco una gota a los presentes.
- Descuiden, las cosas no pasaron a mayores… seguramente dejare de utilizar esto mañana – dijo aliviando a los preocupados en la sala – Por cierto, ¿Dónde está Karin?
- Todavía no ha llegado de jugar con sus amigos – dijo el pelinaranja, ganando un asentimiento del rubio.
- Bueno, conociendo a Karin, no tengo de que preocuparme. Bueno, Isshin-san, ahora tenemos que terminar lo que habíamos empezado ayer…
- Estaba preparado para que dijeras eso… - dijo, para luego apuntar con un dedo la mesa del comedor, a lo que todos voltearon a ver, y ahí estaban… todas y cada una de las botellas que había traído el rubio el día anterior.
- Ya decía yo de donde habías sacado todas esas botellas... – susurro para sí mismo cierto pelinaranja… no era la primera vez que su amigo rubio venía a beber con su padre cualquier bebida, sobre todo, bebidas alcohólicas.
- Ichigo – llamo el rubio al pelinaranja – Se me ocurrió que tal vez, mañana en la noche, podemos ir al bar de la esquina con los demás y pasar un tiempo ahí…
- No veo por qué no pueda ir… - dijo el pelinaranja sacándole una leve sonrisa al rubio.
- Ya les avisé a Tatsuki-san, Chad y Orihime-san, ¿Puedes decirle también a Keigo, Mizuiro y Rukia-san que puedan venir? No me dio tiempo para mandarles un mensaje a ellos… y diles que estén a las 7:00 PM.
- Si. Les mandare un mensaje de tu parte – dijo, mientras el pelinaranja empezaba a subir las escaleras – No dejes que el anciano termine desmayado por tanto alcohol.
- Tratare de que no pase nada raro con Isshin-san… - dijo, para luego ver como el pelinaranja subía las escaleras… con una pequeña sonrisa en su rostro, lo más raro de todo eso era el hecho de no ver su eterno ceño fruncido en su expresión, a lo que él sonrió levemente – Bueno, Isshin-san, creo que ya podemos comenzar – empezó el rubio, sentándose en una de las sillas de aquella mesa.
- Ya te estabas tardando mucho, Daisuke…
Y así fue como el rubio paso el resto del día, y gran parte de la noche… no hacía falta decir que ambos terminaron ambos hombres sumidos bajo los efectos de la bebida, haciendo alguna que otra locura en la casa, para luego el pelinaranja y sus dos hermanas, que una de ellas acababa de llegar al lugar, trataran de detenerlos en vano… en algún momento, el rubio recupero algo de su compostura, gracias a una voz que sonaba en su cabeza, para luego ver al hombre pelinegro, quien de repente, se había quedado dormido en el mueble.
El rubio, con ese maldito dolor de cabeza y su falta de equilibrio al caminar, no podía regresar a su hogar… no quería ser detenido por alguno de los policías de la ciudad y vieran como un menor de edad estaba borracho en medio de la noche… no quería ir a la estación de policías nunca en su vida, por lo cual, las dos hermanas habían preparado el cuarto de huéspedes para que pudiese dormir cómodamente, cosa que agradecía el rubio en silencio.
Lo único bueno que se puede sacar de todo esto, es que se habían acabado de tomar todas y cada una de las botellas que tenían… por lo cual, podría buscar nueva mercancía de aquel hombre que siempre le daba alguna que otra botella por sus servicios…
Luego de quedarse recostado de aquella cama en la habitación de huéspedes, volvió a recordar cómo fue que se involucró por primera vez que conoció al hombre pelinegro…
Flashback
Era un día soleado en la ciudad, pero, la única diferencia, es que el ambiente no se sentía tan bien como se suele sentir en aquella ciudad.
Ese día, se podía ver a cierto pelinaranja, 10 años de edad, justo a la orilla de aquel río que atraviesa la ciudad… pero, por alguna razón, este tenía la mirada perdida… pues no miraba a nada en específico.
- Es un buen lugar para mirar el atardecer en la ciudad, ¿No lo crees? – esa voz sonó detrás de aquel pelinaranja, quien se había sorprendido por no haber notado antes la presencia de un chico de su misma edad de cabello rubio…
- ¿Eh, Daisuke? – dijo el pelinaranja, quien todavía seguía sorprendido por la aparición repentina del chico que estaba con él en su clase de artes marciales.
- Me entere de lo que te paso, Ichigo – el pelinaranja no necesitaba que le dijese en otras palabras lo que quiso decir el rubio, porque lo entendió a la perfección lo que estaba diciendo - ¿Cómo te sientes?
- ¿Yo? Pues me siento bien… no puedo dejar que esto me afecte… - y ahí estaba sonriendo el pelinaranja… el rubio no le hizo falta entender lo que estaba pasando por la cabeza del pelinaranja.
- No me mientas, Ichigo… Puedo ver a través de esa sonrisa falsa… - dijo seriamente el rubio, cosa que hizo sorprender un poco al pelinaranja, quien había cambiado su expresión a una de tristeza…
- No puedo dejar que Karin, Yuzu… y Tou-san me vean así…
- ¿A qué te refieres?
- Es mi culpa que Ka-san haya muerto… ese día… sino me hubiese acercado… ella…
- ¿Y cómo ibas a saber que algo como eso iba a suceder?
- Pero…
- No tienes que cargar con este peso tu solo, Ichigo – dijo el rubio, interrumpiendo el triste monologo que estaba diciendo el pelinaranja – Siempre tendrás a tus amigos y familiares para que te ayuden a cargar con ese peso…
- ¡¿Cómo…?!
- ¿No te has puesto a pensar que con el simple hecho de que estés aquí, en este lugar, puedes estar preocupando a tus seres queridos? – dijo, esperando a que le pelinaranja respondiese… pero lo vio abrir y cerrar la boca, cosa que le decía que no podía refutar lo que había dicho – Ichigo, no es necesario que cargues con la culpa que te consume cada día desde ese día… nadie sabe si algo como esto puede pasar o no, pero si sigues haciendo las cosas de la forma en que las haces ahora, solo terminaras rompiendo y lastimando a tus seres queridos…
El rubio tuvo que detenerse, al escuchar unos pasos que venían hacia su dirección, a lo cual ambos niños decidieron voltearse, solo para ver a un hombre pelinegro y dos niñas más pequeñas.
- Ichi-nii/Nii-san – dijeron ambas niñas, con clara preocupación en su rostro.
Por unos segundos, el pelinaranja no dijo nada, solo para ver por un momento al rubio que estaba al lado de el – Tú decides que es lo que quieres hacer, Ichigo.
Esas fueron las palabras que activaron la cabeza del pelinaranja, quien había empezado a derramar algunas lágrimas, sorprendiendo a los recién llegados, para que luego, el pelinaranja fuera a abrazar a las dos niñas.
- Lo… siento… - dijo entrecortado por las respiraciones agitadas que estaba dando, producto de su incesable lloro – lamento mucho… haberles estado preocupando todo este tiempo…
Luego de esas palabras, las dos niñas empezaron a llorar junto con el pelinaranja, y un poco más atrás estaba el pelinegro, quien veía la escena sorprendido por el cambio en la actitud de su hijo mayor.
Por otra parte, el rubio estaba satisfecho con la decisión que había tomado el pelinaranja… estaba seguro de que la relación del pelinaranja con su familia cambiaria para bien desde este momento, por lo cual, opto por retirarse de manera silenciosa, sin molestar aquella escena que estaba pasando en frente de él.
- Oye, niño… - esa voz lo saco de sus pensamientos, a lo que vio al adulto pelinegro, quien le estaba mirando un poco serio… cosa que lo estaba poniendo un poco nervioso.
- ¿Puedo ayudarle, señor?
- Gracias…
- ¿Eh? – decía un poco sorprendido el rubio, quien no creía lo que estaba pasando.
- Tú fuiste quien cambio los pensamientos de mi hijo… por lo cual, te agradezco que lo hayas hecho.
- No fue nada, señor… Ichigo es mi amigo, no tengo que apartarme de el en un momento como este… pero ahora, ya lo que tenía que hacer, lo hice, por lo cual, tengo que dejar a Ichigo un tiempo a solas con ustedes para que recapacite por completo…
- Ya veo… - aunque no lo pareciera, el hombre estaba un poco impresionado por el razonamiento del rubio… no muchos niños de su edad pensaban de la misma forma que el… - Soy Kurosaki Isshin, el padre de Ichigo.
- Un gusto conocerle, Isshin-san. Yo soy Daisuke… solo y únicamente Daisuke.
Luego de decir aquellas palabras, el rubio se retiró del lugar, dejando un poco sorprendido al adulto… no era normal que un chico como el no tuviese apellido… a menos…
- Ya veo por qué ayudaste a Ichigo… - decía el hombre, quien no dejaba de mirar cómo se iba aquel rubio por el camino en el que él y sus hijas habían llegado…
Fin Del Flashback.
Ya había amanecido, y al rubio le punzaba la cabeza una y otra vez… los efectos de aquella bebida no estaban más en su cuerpo, ahora tenía que pasar por una de las consecuencias de dicha bebida… la resaca.
Ya tenía algo de experiencia con dicho efecto… pero, eso no era algo a lo que se podía acostumbrar fácilmente, de hecho, el rubio dudaba de que pudiera llegar a acostumbrarse.
Pero, en fin… el rubio se había levantado, para luego ir a la sala de estar de aquella casa… solo para ver al pelinegro Kurosaki bebiendo una gran taza de café, con algunas ojeras en su rostro mientras se sobaba la cabeza un poco.
- Veo que ya te despertaste, Isshin-san – dijo el rubio con una pequeña sonrisa por ver el estado en que se encontraba el adulto.
- Tu no pareces estar mucho mejor que yo, Daisuke – reprocho el pelinegro, solo para que el rubio asintiese, para luego sobarse la cabeza con una mano… al parecer, el dolor había vuelto.
- Yo ya me voy a mi casa… creo que me vendría bien ir a buscar alguna medicina para la resaca…
- ¿Se te olvida que estás hablando con un doctor?
- Todavía no olvido la vez en que confundiste las pastillas del dolor de cabeza con purgantes… - dijo el rubio, recordando el día en que el pelinegro confundió aquellas pastillas… digamos que ninguno de los dos pudo salir del retrete todo ese día…
- Hmp, ni lo menciones…
- Entonces, será hasta que me den el próximo lote de bebidas, Isshin-san – dijo el rubio, quien, sin decir alguna otra palabra, fue directo a la puerta de aquella casa para colocarse sus zapatos e irse del lugar.
No había pasado tanto tiempo caminando, para luego llegar a su casa, ir directo a la cocina y en uno de los gabinetes en donde tenía guardadas algunos medicamentos, encontró el que estaba buscando, solo para sacar una pastilla de aquella pequeña caja y tomarle con un poco de agua.
- Justo lo que necesitaba… - dijo, notando como la pastilla hacia efecto en su cuerpo… para luego ir a su habitación y recostarse unos momentos, pero no sin antes colocarse sus auriculares y conectarlos a un pequeño equipo de CD portable, y colocar alguna que otra canción para pasar el tiempo.
Se quedó así por unos minutos, solo para darse cuenta que no había visto la hora desde que se había levantado, por lo cual miro a un lado de su cama, justamente en donde estaba una mesa de noche, se encontraba su reloj de mesa, viendo que marcaban las 9:43 AM.
- Parece que me levante mucho antes de lo que tenía estipulado… - dijo en su mente el rubio… solo para recordar que ese día, exactamente en la noche, tendría que ir a reñirse con los demás, como él lo había planeado hace unos instantes… pero igualmente, lo quedaban un poco más de nueve horas para que llegase ese momento… hasta que recordó un hecho muy importante.
- Tengo que pedirle a Rukia-san que me enseñe a realizar todos los Kidō que pueda hasta que se valla de vuelta a la Sociedad De Almas… - dijo, recordando ese hecho, para luego ir al baño y darse una larga ducha… notando que su brazo estaba completamente recuperado, por lo que tiro las vendas en el cesto de basura que estaba en aquel baño.
Luego de salir, se colocó la misma ropa del día anterior, para luego comer hacer un buen desayuno bien cargado… por lo cual, se tardó un poco menos de media hora en cocinar.
Luego de terminar de comer, se tardó otros minutos lavando y acomodando cada cosa que había utilizado para cocinar aquella comida, para luego, buscar el reproductor de CD que utilizaba, para luego colocarse los auriculares y salir en busca de la pelinegra Shinigami… por lo cual, primero tenía que contactar a cierto pelinaranja, que estaba haciendo el trabajo de la mujer.
Fue demasiado conveniente ver a ambos en una esquina, viendo a aquel Hollow partido en dos, para luego acercarse al lugar en donde se encontraba el par.
- Ichigo, Rukia-san – llamo a ambos, haciendo que voltearan en su dirección para devolverle el saludo.
- Oye, Daisuke, te había dicho que no dejaras que Tou-san terminase hecho una mierda…
- Si, lo siento. Fue mi culpa por dejarme llevar… - dijo mientras se disculpaba con aquel pelinaranja por no darse cuenta de cuantas botellas se habían bebido ambos.
- ¿De qué están hablando? – fue la pregunta hecha por la mujer pelinegra, sacando una ladeada sonrisa del rubio y el típico ceño fruncido por parte del pelinaranja.
- Pues… ayer me puse a beber junto con el padre de Ichigo… pero, como ya te habrás dado cuenta, se nos fue de las manos…
- No entiendo cómo es que no terminan de destruir mi casa…
- ¿Quién sabe? Pero eso no es lo que importa en estos momentos… Te estaba buscando, Rukia-san.
- ¿A mí? – decía la sorprendida pelinegra quien había anunciado lo evidente, cosa que también había sorprendido un poco al pelinaranja.
- Si. Es que te quería pedir un favor…
- ¿De qué se trata?
- Quiero que me enseñes a realizar Kidō…– dijo el rubio, mientras se inclinaba hacia adelante en señal de reverencia, cosa que realmente sorprendió en sombre medida a los dos presentes en aquel lugar.
- Daisuke-san…
- Por favor… - fue lo último que le faltaba por decir al rubio, sabía que la pelinegra no tenía una verdadera razón para enseñarle, por lo que no se enfadaría para nada si esta se negaba a enseñarle…
- Esta bien… te enseñare a utilizar Kidō – fue la respuesta de la ahora sería pelinegra, cosa que no hizo reaccionar al pelinaranja… como si ya hubiera esperado esto de la mujer, pero, el rubio era todo lo contrario… no esperaba que la pelinegra aceptara así sin más, sin decirle si había alguna razón por querer aprender o algo por el estilo… pero bueno, no tenía que darle tantas vueltas al asunto, esto era lo mejor que podía pasar.
- ¿Cuándo empezamos?
- Ahora mismo – esta respuesta, si había sorprendido a ambos, ya que ninguno hubiese esperado que esto empezara tan pronto.
- ¿Ahora mismo? – la verdad, ninguno de los adolescentes pudo quedarse con la intrigante pregunta que tenían sobre el abrupto acontecimiento.
- Si, ahora – finalmente dijo la pelinegra, para empezar a caminar a quien sabe dónde, por lo que los otros dos solo la empezaron a seguir sin decir alguna palabra.
Luego de un rato estando caminando, llegaron a un claro, en donde no había ninguna persona en el lugar, para luego la pelinegra se pusiera en frente del rubio, mirándolo cara a cara.
- Ya me puedo hacer una idea de lo bueno que eres haciendo Kidō… realmente eres un prodigio en cuanto hablamos de los Hadō… - decía la mujer, mientras obtenía un asentimiento de parte del rubio – pero, ahora hay que probar que tan bien te van con los Bakudō (Vía De Atadura) …
- ¿Bakudō?
- ¿Sabes lo que es un Kidō? – dijo la pelinegra, quien se le había olvidado que el rubio solo era un humano, por lo que no debería saber nada de lo que estaba hablando.
- No tengo una definición clara, pero, según lo que aprendí, son hechizos producidos por a través de un fuerte Reiryoku, para luego, darle forma y utilizarlo de la forma en que desee la persona… - esta explicación dejo un poco confundido a cierto pelinaranja que no entendía nada y a una perpleja pelinegra, que no daba crédito a lo que había escuchado…
- Si… ¡Sí! Eso es el Kidō – decía la mujer, ya recompuesta de su asombro – y como ya te disté cuenta, hay diferentes formas de utilizar el Kidō. Los hechizos de Kidō que sirven para atacar, se les llama Hadō, uno de ellos, es como el que utilizaste contra aquel Menos… - dijo, a lo que el rubio recordó los sucesos de aquel día, por lo que asintió a lo dicho por la mujer – Los hechizos de Kidō que sirven para defender, se les llama Bakudō; uno de ellos, es como el que utilicé la primera vez que conocí a Ichigo… - esta vez, fue al pelinaranja a quien le toco recordar cómo fue que conoció a la mujer Shinigami…
- ¿Te refieres a la extraña cosa que utilizaste para paralizarme?
- Si, eso fue un Bakudō – dijo la pelinegra, a lo que el rubio asintió en comprensión… seguramente, estaban hablando el día del "accidente del camión" en la casa de la familia Kurosaki – Pero estos, a diferencia de los Hadō, tienen dos formas en que se utilizan… Kekkai (Barreras) y Fū (Sellos) …
- ¿Puedo suponer que el Fū es mucho más difícil que el Kekkai?
- Así es, Daisuke-san. Aunque una y otra pueden resultar ser algo similares, el tipo "Fū" son mucho más poderoso, y requiere mucha más preparación y precisión que las de tipo "Kekkai".
- Entiendo… - decía el pelinaranja, quien estaba había dicho esto solo para no verse como un idiota en frente de ambos… debido a que realmente no había entendido nada de lo que hablaron, cosa que lo noto el rubio, para luego dar una pequeña sonrisa.
- También existe otro tipo, llamado Kaidō (Vía Del Regreso) o Chiryōyō Kidō (Kidō Curativo), este tipo de hechizos no poseen nombres ni números, ya que todo lo que se refiere a este tipo…
- Sirven para curar al objetivo – completo el rubio, haciendo que la mujer asintiese… realmente estaba disfrutando explicar todo esto al rubio… lo raro de todo eso, era que no tuvo que utilizar ninguno de sus dibujos del conejo "Chappy" para hacer que entendiese… además de haber olvidado su cuaderno y lápices de colores para dar dicha explicación.
- Ahora, existen tres diferentes tipos de clases de encantamiento, y son: Eishōhaki (Abandono del Encantamiento), Nijū Eishō (Encantamiento de Dos Capas) y Kōjutsu Eishō (Encantamiento Hablado Después). Con "Eishōhaki", el usuario no tiene necesidad de hablar el encantamiento, pero, aunque reduce grandemente el tiempo de creación del encantamiento, también reduce drásticamente su fuerza, debido a que los encantamientos son potenciados al decirlos por completo; con "Nijū Eishō" en una clase en la que el usuario realiza dos tipos de encantamientos distintos a la vez, ya sea de cualquier tipo, para así confundir al rival al que se enfrenta, pero se tiene que haber practicado con anticipación los hechizos combinados que se vallan a usar, ya que requiero un gran nivel de maestría utilizar dos al mismo tiempo; con "Kōjutsu Eishō" el encantamiento se habla después de haber realizado el hechizo al oponente, esta es una buena forma de ahorrar tiempo, pero también, no es tan fuerte como el encantamiento recitado por completo, pero es un poco más fuerte que un Eishōhaki…
- Con todo esto, creo que ya tengo varias ideas de cómo hacer cada encantamiento que me enseñes, Rukia-san.
- Esa era mi idea desde el principio, Daisuke-san – dijo la mujer, mientras daba una pequeña sonrisa algo emocionada… realmente el rubio sería un gran Shinigami que se llevaría muy bien con su escuadrón…
- Bueno, creo que ya podemos empezar.
- Bien, lo primero que te enseñare será el Bakudō #1 Sai (Obstrucción) – dijo, para apuntar sus dedos hacia el pelinaranja, causando que sus brazos se colocasen detrás de su espalda, atándolos completamente.
- ¡Oye, por lo menos avisa! – decía el pelinaranja, quien con su fuerza bruta se había liberado de aquella atadura, como la primera vez.
- Este Bakudō no requiere recitar un encantamiento.
- Entiendo… - dijo, para luego hacer los mismo que había hecho la mujer… pero esta vez, primero había hecho el hechizo al rubio, quien le había vuelto a pasar lo mismo de hace unos instantes, sorprendiendo a la pelinegra - Bakudō #1 Sai – dijo al finalizar aquel encantamiento.
- Increíble… - decía la pelinegra… después de todo, el rubio había hecho el encantamiento en su primer intento, y no solo eso, sino que lo hizo de la clase "Kōjutsu Eishō", lo que era aún más impactante.
- ¿Qué es lo que sigue, Rukia-san? – fue lo que dijo el rubio con su sonrisa ladeada, inclinando su cabeza hacia un lado.
- Bakudō #9 Geki (Golpe) – dijo la mujer haciendo un Kanji en el aire, para que luego el pelinaranja fuese envuelto en una tenue luz rojo, haciendo que no se pudiese mover.
- ¡¿Qué es esto?! – decía el Shinigami sustituto, quien nuevamente, con su fuerza bruta, se liberó de aquella luz que rodeaba su cuerpo.
- Al igual que el anterior, tampoco se necesita recitar el hechizo, Daisuke-san… - tuvo que callarse un momento, al darse cuenta de lo que acababa de pasar… esta vez, el rubio había hecho lo mismo que ella, haciendo que el pelinaranja nuevamente fuese envuelto por aquella luz roja… pero, esta vez, el rubio no había dicho ni una sola palabra.
- ¡¿Qué?! – ahora sí, la pelinegra no podía creer lo que acababa de pasar… por si fuera poco, el rubio ahora había utilizado la clase "Eishōhaki" para aquel encantamiento… eso sí que era algo que no podía creer… estaba seguro de que su capitán lo buscaría personalmente para llevarlo a su escuadrón.
- ¿Qué sigue? – dijo nuevamente el rubio, mirando a la pelinegra que no entendía que estaba pasando… pero salió de su estupor al pensar en el siguiente encantamiento que le enseñaría, por lo que, con un asentimiento, volvió a apuntar hacia el pelinaranja, quien esta vez ya se había preparado para lo peor… después de todo, ahora entendía el por qué él estaba en ese lugar.
- Carruaje del trueno, puente de una rueda giratoria: ¡con luz, divide esto en seis! Bakudō #61Rikujōkōrō (Prisión Luminosa De Seis Barreras) – dijo, para luego ver al pelinaranja con seis flechas de luz clavadas en su abdomen… esta vez en Shinigami sustituto no se pudo salir de aquel hechizo como lo hizo con los anteriores.
- Vaya… este si se ve muy interesante… además de que tiene que recitarse su encantamiento… - dijo el curioso rubio… para luego ver como la pelinegra estaba jadeando un poco, seguramente había utilizado mucho del poco Reiryoku que tenía, para luego ver como el hechizo se deshacía por la falta de fuerza de la mujer - ¿Estas bien, Rukia-san?
- Descuida… solo estoy un poco agotada por utilizar el poco Reiryoku que poseo actualmente… - decía entrecortada entre cada jadeo que hacía por el cansancio.
- Si necesitas descansar, es mejor que lo digas ahora…
- Ya te dije que estoy bien, Daisuke-san… creo que puedo enseñarte un último Kidō… - dijo la mujer, antes de colocarse de pie… realmente le quería enseñar lo que sabía al rubio, por lo que este no tuvo más que aceptar.
- Entonces, es mejor que no hagas uno que pueda gastar tanto Reiryoku.
- Ya tengo pensado cual hacer… - decía la mujer, que volvió a apuntar hacia el pelinaranja, que se volvió a poner en guardia, esperando el golpe de la mujer.
- El siguiente hechizo es un Hadō, así que prepárate, Ichigo – dijo la pelinegra, mientras que el otro había asentido en señal de comprensión – Hadō #4 Byakurai (Rayo Blanco) – dijo, para luego apuntar un dedo hacia el pelinaranja y lanzó un rayo blanco a alta velocidad, cosa que rozo al pelinaranja decido a que este se había dado cuenta y se movió lo más rápido que pudo.
- Excelente… - dijo el rubio con una sonrisa… este era el momento en el que sorprendería a la mujer con lo que tenía pensado - ¿Todavía estas lo suficientemente bien como para ver lo que estoy a punto de hacer, Rukia-san?
- No soy una Shinigami por nada, Daisuke-san… - decía la mujer, quien paro de respirar entrecortadamente, viendo que estaba algo recuperada de aquel Bakudō que había lanzado.
- Bien… - decía el rubio quien había empezado a apuntar al pelinaranja - Bakudō #61Rikujōkōrō – dijo, mientras que con su mano izquierda apuntaba al pelinaranja para que este fuese travesado por seis barras de luz, para que luego un rayo blanco impactase en su pecho, lo cual lo hizo salir volando unos metros hacia atrás… haciendo que la pelinegra abriera los ojos de par en par por lo que acababa de hacer el rubio… - Hadō #4 Byakurai.
La pelinegra estaba en shock por lo que ocurrió en estos momentos… el rubio utilizo la última clase que le faltaba por utilizar, "Nijū Eishō", la clase de encantamiento que pocas personas en la sociedad e almas podían hacer… tanto que pocos capitanes eran capaces de hacer… se debía al menos ser un experto en el manejo de Kidō… pero, por lo visto, el rubio lo había hecho como si se tratase de un juego para alumnos de la academia.
- Bueno… eso fue todo por hoy… - dijo el rubio, quien fue en busca de su amigo pelinaranja, quien estaba estampado en unos árboles cercanos, todavía consiente de la realidad - ¿Estas bien, Rukia-san? Parece que hubieses visto un fantasma…
- No… es decir, ¡Sí! Si estoy bien… - dijo la mujer, quien no podía estar mintiendo de la peor manera al decir eso… físicamente, no estaba tan mal, pero no significaba que estaba del todo bien; mentalmente hablando… seguramente estaba revuelta en cosas como el hecho de que el rubio había hecho todo lo que hizo.
Esta reacción saco una pequeña sonrisa del rubio, quien sabía que la pelinegra se había quedado de piedra por ver como el rubio domino cada encantamiento al instante en el que se lo aprendió.
- Te debo una… Hitsujikai.
- Siempre estoy a su servicio, mi señor... – dijo aquella voz en la mente del joven rubio… seguramente, tuvo una gran ayuda por parte de aquel sujeto que el solo podía oír.
Pero dejando eso de lado, el rubio se despidió del par, seguramente tenían que seguir eliminando cualquier otro Hollow que anduviese en la ciudad, pero las caras de ambos Shinigamis todavía no quitaban la sorpresa de los acontecimientos anteriores.
Luego de llegar nuevamente a su hogar, vio la hora que aparecía en aquel reloj que colgaba de la pared, notando que apenas eran las 11:34 AM
- Parece que termine mucho antes de lo esperado… - pensó el rubio, notando que todavía le quedaba mucho tiempo, ates de llegar a reunirse con los demás, por lo que se le ocurrió visitar nuevamente a la familia Kurosaki… pero esta vez, para pasar algo de tiempo con ciertas gemelas.
No tardó mucho en llegar al hogar de aquella familia, solo para volver a tocar el timbre y ver como un pelinegro abrió la puerta, quien esta vez llevaba puesto una bata ordinaria, dejando ver que todavía tenía puesto la ropa del día anterior.
- ¡Daisuke! No esperaba que vinieses a visitarnos hoy…
- Lo sé, después de lo de anoche… - dijo, recordando algunos fragmentos borrosos en su mente de lo que había sucedido la noche anterior en aquella casa – pero, como sea; ¿Están Yuzu y Karin adentro?
- Si, ¿Qué es lo que pasa?
- Nada malo, solo las quería llevar al parque un tiempo…
- Vaya, vaya, ¿Conque al fin pasaras tiempo de caridad con mis hijas?
- Algo así…
- ¡Daisuke-san! – dijo una castaña animada, lanzándose a los brazos del rubio, quien solo dio una pequeña sonrisa por la acción de la chica, cosa que era algo normal en ellos.
- Hola, Yuzu. ¿Tienes algo planeado para hacer el día de hoy?
- No, ¿Por qué preguntas, Daisuke-san?
- Dile a Karin que las estaré esperando en el parque… yo me adelanto y las esperare a ambas ahí – dijo el rubio, quien pudo notar la emoción en la cara de la castaña, cosa que le saco una sonrisa a ambos hombres.
- Procura de que no les pase nada a ninguna.
- Descuida, Isshin-san. Se te olvida que soy mucho más responsable que Ichigo par estas cosas… - dijo el rubio, quien había dado un saludo con su mano mientras se iba de aquella casa, despidiéndose del pelinegro.
- Sé que no tengo que preocuparme… si tu estas ahí, será más que suficiente la seguridad de mis hijas, Daisuke… - dijo el hombre con una pequeña sonrisa en su cara, para luego volver a cerrar aquella puerta e irse a sentar en el sofá, para luego volver a ver algún programa de televisión…
Luego de volver a su casa para buscar algún balón de futbol para jugar con las jóvenes Kurosaki, sobre todo con la pelinegra, se dirigió al parque en el que iba de vez en cuando para jugar con las hermanas del pelinaranja.
Unos diez minutos habían pasado desde que llego al parque y se sentó en el pasto del suelo, justamente a un lado de una de los postes de una de las arquerías, para hacer dominadas con el balón mientras seguía sentado, para luego ver llegar a las dos gemelas que estaba esperando.
- ¡Daisuke-san! – dijeron ambas hermanas en coro, acercándose al lugar en donde estaba el rubio, ahora tirado en el pasto mientras seguía jugando con aquel balón.
- Llegan justo a tiempo – dijo el rubio dando una pequeña sonrisa, levantándose del suelo – bueno, ahora que están aquí, creo que podemos empezar.
- ¿No entiendo que está pasando?
- No es obvio, quiero que jueguen conmigo.
- ¿Pero…?
- ¡Genial! Al fin voy a enseñarte el nuevo tiro que puedo hacer, Daisuke-san – la castaña menor fue quien había interrumpido a la pelinegra, que estaba un poco impactada por la simple declaración del rubio… hacía mucho tiempo que no jugaban este deporte con el…
- Bueno, ¿Lo mismo de siempre?
- ¡Si! – la castaña dijo animadamente, haciendo que la pelinegra asintiera, saliendo ya de sus pensamientos…
En resumidas cuentas, hacía ya unos cuantos años, luego de que el rubio conoció a la familia del pelinaranja, al parecer se había llevado muy bien con las dos pequeñas, tanto que cada cierto tiempo, el rubio iba a buscar a las dos mujeres para pasar el rato, en ese entonces, el pelinaranja aparecía de vez en cuando en alguno de sus encuentros, por lo cual se sumaba al grupo y empezaban a jugar todos… aunque ahora, el pelinaranja se la pasaba más tiempo en su habitación que fuera, pero nadie le decía nada, solo era algo de la adolescencia, según palabras del pelinegro hombre.
Tanto tiempo había pasado, que seguramente le había pegado el gusto por el deporte a la castaña mujer, a la pelinegra no le hacia falta, ya que de por si le encantaba aquel deporte.
Pero, volviendo al presente, ahora se encontraban ambas mujeres, listas para comenzar su pequeño juego como solían hacerlo en antaño, a lo cual, el rubio dio un pequeño gesto de asentimiento con su mano, diciendo que ya estaba preparado, para lo cual las dos mujeres asentir y empezar a correr en su dirección.
- ¡Ahí va, Yuzu! – dijo la pelinegra, pasando el balón haciendo que rebotase un poco, para luego, la castaña patear aquel balón antes de que cayese de nuevo.
- ¡HA! – dijo en voz alta, para que el rubio viese aquel balón un poco sorprendido… al parecer, la castaña había practicado por su cuenta aquello, por lo que no tuvo oportunidad para agarrar el balo, por lo que opto con una mano desviar la trayectoria de aquel misil que había tirado la mujer, para que luego el balo pegase en el poste superior, haciendo que aquel balón rebotase alto…
Hasta que lo vio, la pelinegra estaba esperando a que el balón estuviese a la altura exacta, para luego empezar a caer, y gracias a la física aplicada en ese momento, la pelinegra pateo el balón, que fue en dirección al rubio a gran velocidad, cosa que lo desconcertó un poco… al igual que con el disparo de la castaña, no podía agarrar el balo, si es que no quería terminara con un gran dolor de barriga por la potencia que llevaba, por lo cual, cerro sus dos manos en forma de puño, para luego hacer que el balón rebotase, como si hubiese pegado con alguna pared, pero en ese momento, el rubio tuvo que alertarse al ver a la castaña, que había esperado que eso sucediera.
- ¡Ahora, te mostrare el nuevo tiro que invente! – dijo entusiasmada la castaña, que sin previo aviso, disparo aquel balón con su pierna derecha, dando una volea, para ver como aquel balón iba en dirección a la derecha del rubio, cosa que había tomado por sorpresa al rubio, quien entendía lo que estaba a punto de pasar, por lo que, contra todo pronóstico, fue al lado contrario de la arquería, para utilizar el poster de aquel lado para impulsarse justo en el momento en que el balón se desviase de su trayectoria.
Cosa que sucedió, el balón empezó a ir cambiando de dirección rápidamente, y justo en ese momento, el rubio se lanzó para atrapar el tiro de la mujer… solo para ver con mucha sorpresa como el balón cambiaba su dirección a la original…
El rubio, impactado por lo sucedido, trato de estirarse lo más que pudo para alcanzarlo, pero, para sorpresa de todos, no lo alcanzo…
Para que luego el balón diese con el poster, para que luego explotase por el impacto.
Esto había sorprendido en gran medida a todos los presentes, primero, a la pelinegra, que no entendía como fue eso físicamente posible; la castaña, un poco decepcionada de haber fallado el tiro… y el rubio, quien tenía los ojos bien abiertos al ver lo ocurrido… solo para empezar a reírse en voz alta.
- Vaya, sí que me tomaste con la guardia baja, Yuzu…
- ¿Qué? Pero si falle…
- No fallaste, Yuzu, en realidad, fue el balón el que fallo… - decía apuntando al balón que había explotado… solo para darse cuenta que, si no hubiese explotado… - Felicitaciones, chicas. Lograron hacerme gol.
- ¿Eh? – ninguna de las dos había dado crédito a lo que veían… aunque, ciertamente, si el balón no hubiese explotado… hubiesen logrado oficialmente anotarle al rubio…
- ¡Siiiiii! ¡Lo hicimos Karin! – dijo la castaña, quien había abrazado a la pelinegra, quien todavía seguía desconcertada por lo que acababa de ocurrir.
- ¿Lo logramos? – fue la pregunta hecha por la pelinegra, quien todavía no creía que aquello estuviese pasando…
- ¡Pero que rápido crecen, Karin-chan, Yuzu-chan! – decía el rubio, quien había abrazado a las dos mujeres por sorpresa, para luego revolver sus cabellos, como era costumbre de este, haciendo que la castaña riese y que la pelinegra se avergonzase para luego arreglarse su cabello.
- Oye, Daisuke-san, ¿Y qué hay del balón?
- Oh, eso. Sabía que algo como esto podría pasar, por lo cual, traje otro… - dijo, señalando justo al lado de donde había explotado el balón, para notar como había otro, haciendo que las gemelas se preguntasen por no haber visto el balón antes…
- Bueno. ¿Quieren continuar?
- ¡Si! – esta vez, fueron ambas mujeres las que habían dicho eso, para luego el rubio volver a colocarse debajo de aquella arquería, peor primero, buscar el balón que estaba a un lado… aunque su vista se centró en otra cosa… más exactamente, en un pelinaranja que ya no estaba haciendo sus labores de Shinigami sustituto.
- ¡Oye, Ichigo! – llamo el rubio, haciendo que las gemelas lo mirasen un momento, para luego centrar su atención en el pelinaranja que estaba caminando despreocupadamente por aquel lugar.
- ¡Nii-san/Ichi-nii! – esta vez, fueron las dos mujeres las que llamaron al pelinaranja, quien ya antes había notado la presencia de ellos debido al llamado del rubio, haciendo el pelinaranja fuese en su dirección.
- ¿Y ustedes que hacen aquí? – dijo, directo, como siempre solía ser el pelinaranja, quien se había acercado ellos.
- ¿No es algo obvio, Ichigo? – y así, fue como el rubio respondió al pelinaranja con aquella pregunta, haciendo que su ceño se frunciera.
- Si, si, lo que digas… - decía el joven Kurosaki, haciendo que le restaba importancia lo que había dicho el rubio – Oye, Daisuke, recuerda que a las 7:00 PM habíamos quedado con los demás…
- ¿Crees que se me había olvidado?
- Lo digo porque ya casi son las 6:00 PM… - esto sí que había tomado al rubio por sorpresa… no había pensado en todo el tiempo que se había quedado absorto jugando con las jóvenes.
- El tiempo sí que pasa rápido… - dijo el rubio, notando que el pelinaranja estaba en lo cierto – Bueno, chicas, parece que esto fue todo por hoy…
- ¿Qué? Esto no puede terminar así… además, todavía falta que yo anote mi gol…
- Lo siento, Karin. Tal vez sea la próxima vez… aunque, estoy sospechando mucho de que lo que te está pasando, es que estás celosa de que Yuzu lo logro y tú todavía no…
- Sí, claro. Yo estoy muy celosa de mi hermana… - dijo la pelinegra con claro sarcasmo, cosa que le saca una gran sonrisa.
- Parece que todavía sigues aprendiendo mucho de mi… - decía el rubio, secándose una falsa lagrima de orgullo por lo que acababa de hacer la pelinegra… había utilizado su sarcasmo, patentado por el mismo, y lo había utilizado en su contra.
- ¿Qué fue lo que paso aquí? – dijo el pelinaranja, quien estaba un poco sorprendido por lo que escucho, después de todo, sabía muy bien que el rubio era muy bueno arqueado en Fútbol… pero luego estaba esto de que su hermana le había logrado anotar… y que esa persona no haya sido Karin, sino que Yuzu, le hacía pensar que la pequeña mujer no era nada de lo que aparentaba…
- Entonces, esperare para que llegue la próxima vez que juguemos de nuevo, Daisuke-san – dijo la castaña, un poco decepcionada por lo rápido que había pasado el tiempo con el rubio.
- Descuiden, tratare que sea antes de lo que creen… Por cierto, que no se les olvide ir a animarme en el partido del martes… - dijo el rubio, quien había empezado a caminar en dirección a la casa de los Kurosaki, después de todo, tenía pensado acompañar a las gemelas hasta su casa.
- Lo dices como si hiciera falta eso para que ganasen… de nuevo – dijo la pelinegra, haciendo que el rubio sonriese por lo dicho.
- Tal vez y así por fin encuentran alguna debilidad que pueda tener, y así lograr que me anotes tu gol, Karin – decía el rubio con su sonrisa ladeada, solo para ver como la pelinegra miraba hacia otro lado con su ceño un poco fruncido.
- No solo aprendió de mí, sino que también de Ichigo… realmente pienso si, de verdad, somos buenas o malas influencias para ellas… - fue el pensamiento divertido que paso por la cabeza del rubio… realmente, no quería imaginar a la castaña con las actitudes de ambos.
Pero ya dejando de lado eso, ahora todos habían llegado a la casa en donde vivían, para luego el rubio empezar a despedirse de las gemelas.
- Bueno… entonces, será hasta la próxima, chicas – dijo el rubio, quien había revuelto nuevamente los cabellos de ambas, sacando las mismas reacciones de la última vez.
- Si, si, ni vemos luego.
- No vemos pronto, Daisuke-san.
Se terminaron de despedir ambas chicas, por lo que el rubio retomo su camino para ir a su casa… solo para recordar que había cierto pelinaranja a un lado de este.
- Ichigo, ¿Por qué no vas y te adelantas? Creo que tardare unos minutos cambiándome y eso…
- En realidad quería hablar contigo… - esta fue la declaración que hizo que el rubio suspirase, sabía que, en todo este tiempo, el pelinaranja estaría curioso por lo de aquella vez en el parque contra aquel ejercito de Hollows… además, de que fue a Rukia a quien le había explicado todo eso, no al Kurosaki.
- Supongo, que es por lo del otro día…
- ¿Cómo es que sabes de los Shinigamis y los Hollows?
- ¿No te diste cuenta que me llevo bien con Uryū-san? – esta había sido la misma respuesta que le había dado a la pelinegra Shinigami… así que se supone que tendría que decir el mismo dialogo de la vez anterior, por lo cual, no espero a que Ichigo conectara los puntos para proseguir hablando – El y su abuelo, Ishida Sōken fueron quienes me enseñaron todo lo que sé sobre los Shinigamis.
- ¿El abuelo de Ishida también era un Quincy?
- De hecho, toda su familia son Quincys, pero eso se lo tendrás que preguntar a Uryū-san, si es que quieres saber más.
- ¿Por qué no nos dijiste que lo sabías?
- Porque, realmente, no me agradan los Shinigamis…
- ¿A qué te refieres?
- Creo que a Uryū-san no le importara que también te diga esto… - dijo el rubio, quien había dicho eso en un susurro intrigando aún más al pelinaranja – Verás, hace ya unos años, yo estaba viendo entrenar a Uryū-san con el viejo Sōken, pero unos momentos después, aparecieron muchos Hollows, por lo cual el viejo dio su vida para acabar con todos ellos, protegiéndonos de todos ellos…
- ¿Qué?
- Y no solo eso, lo más frustrante de todo, fue ver como lo Shinigamis habían llegado luego de que aquel Hollow terminara con la vida de viejo Sōken, para luego hablar de algo como "un valioso sujeto de pruebas", y llevarse su cadáver… seguramente para analizarlo.
- ¿En serio, se atrevieron a hacer algo como eso?
- Eso fue lo que paso. Nunca supe que fue del cadáver del viejo, ni tampoco Uryū-san volvió a hablarme de ese tema…
- ¿Y Rukia sabía de esto?
- Probablemente, no. Cuando se lo dije, por lo visto también tuvo la misma reacción que tu… pero tampoco le conté cada detalle de lo que paso, solo le conté lo que podía con lo que estaba pasando en aquel momento… pero no la culpo a ella por lo que paso… en cambio, Uryū-san…
- Ya entiendo…
- ¿Eso fue todo?
- ¿Cómo fue que hiciste para vencer a aquel Hollow?
- ¿Recuerdas la vez en la que fueron a ayudar a Chad? Pues vi como Rukia-san hacia eso mismo, por lo que, calculando las probabilidades de éxito, tuve que hacer eso…
- ¿Pero no se supone que era la primera vez que hacías algo como eso?
- Muy cierto, Ichigo. Es por esa razón que absorbí en primera instancia todo el Reiryoku que desbordaste aquel día… además de salvarte el trasero, gracia a eso, pude desbloquear por completo mi propio Reiryoku…
- ¿Cómo que desbloquearlo?
- Eso es algo que va mucho antes de lo que estoy hablando… pero, en resumidas cuentas, los Ishida también me trataron de enseñar alguna que otra técnica de un Quincy, pero no podía por mi falta de energía espiritual, el Reiryoku. Pero, lo más raro de todo, es que, desde un principio, podía ver a cada Hollow y Shinigami que venía a la ciudad…
- ¿Cómo podías hacer eso?
- Eso es algo que ni siquiera yo tengo una respuesta clara… pero no es algo que importe ahora.
- Ya veo… - decía el pelinaranja, quien no le convencía la respuesta del rubio… pero si decía que no sabía, pues eso era así - ¿Es por tu entrenamiento con los Ishida que eres tan bueno en el Kidō?
- No. Realmente soy bueno porque, en mejores palabras, vendría siendo a lo que llaman "prodigio" en la Sociedad De Almas.
- No creo que sea del todo falso… después de ver la cara de Rukia…
- Por cierto, ¿Qué tanto te dolió?
- ¿Eh?
- El Byakurai, ¿Qué tanto te dolió?
- Seguramente estabas pensando en desquitarte conmigo por alguna razón…
- Entonces, si te dolió.
- Piensa lo que quieras… - dijo el pelinaranja, quien había fruncido su ceño, cosa que solo saco una risa notoria por parte del rubio.
- Bueno… mejor nos apuramos, porque si no, llegaremos tarde…
- Esa es mi línea… - dijo el pelinaranja, para volver a retomar su camino junto al rubio.
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Fin Del Capítulo.
¡Hola! Al parecer, las cosas fueron mejores de lo que pensaba, y pude publicar el capítulo mucho antes de lo estipulado… pero, para su desgracia, esto viene con una consecuencia…
Probablemente, estaré inactivo por unos meses, debido a la universidad, y no tendré nada de tiempo para escribir, pero ese momento todavía no ha llegado… pero llegara pronto, por lo cual tengo que prepararme para cuando llegue ese día.
Por esa razón, no actualizaré este mes, sino el próximo, para tener tantos capítulos terminados como pueda, y así, no tener tan abandonado el fic…
No sé qué día exactamente llegue a actualizar el fic, solo que será el próximo mes, si es a principios o a mediados, sería lo más indicado.
Pero dejando de lado esto, ahora me centro en el fic, y como ya habrán notado, el capítulo fue mucho más largo de lo que tenía previsto, y el siguiente, probablemente, también llegue a ser tan largo como este; todavía me faltan unos pequeños huecos que tengo que llenar con respecto a la historia, pero, si todo sale bien, muchas cosas pasaran antes de lo que se pueden esperar.
Ahora, le doy mil gracias por leer el fic, de verdad, aunque acabe de empezar y sean pocos lo que lo lean, me da gusto que haya personas que les parezca interesante el fic como para continuarlo leyendo.
También, como siempre digo, me gustaría saber que les está pareciendo el fic dejando su comentario de lo que opinan.
Ahora sin más, me despido. Cuídense mucho y, ¡Hasta el próximo capítulo!
Atte.: Yagel0601
