Capitulo. 3

A veces, cuando te pierdes en el camino te reencuentras a ti mismo.-

Mandy Hale.

Keith.

Keith era bueno ocultando sus emociones.

Antes de haber arremetido contra oficiales de la guarnición y de seguro del servicio militar llevado por el presentimiento, la planeación y la constante incertidumbre de que tal vez esta vez sí vaya a prisión. Keith que no se había rendido en la búsqueda de lo más cercano que ha tenido a un padre desde hace mucho tiempo. Había realizado investigaciones, acercamientos y espionajes a los movimientos que se habían llevado a cabo en la guarnición durante el último año. Cayendo en innumerables callejones sin salida, que generalmente eran acompañados con la mirada desaprobatoria y preocupada de Adam. Eso tal vez era lo más doloroso de la situación, encontrarse con los ojos llenos de esperanza reprimida que portaba el mayor, en busca de ser el adulto de los dos, pero siempre ayudaba en lo que podía a Keith, incluso siendo el que a veces les ayudaba con situaciones que no podía arreglar por sí mismo, como itinerarios de los oficiales o cuartadas plausibles.

Adam siempre dispuesto a escucharlo pero no apoyarlo en esto, que parecía estar recuperándose, siempre compuesto, más sensato que asertivo, había sido el blanco del odio y resentimiento de Keith por medio año antes del accidente que causo que mirara con nuevos ojos la aparente calma del Iraquí, un día, mientras Keith era curado y parchado después de haber sido atrapado espiando a uno de los altos mando en una cafetería, que solo se salvó por fingir ignorancia y un coqueteo previo con una chica que llego 20 minutos después asegurando que él era su cita, habían permitido que saliera airoso de aquel lugar. Adam estaba hecho un dragón dormido, obviamente fúrico, pero aun así hablo lentamente y sin gritar, mientras colocaba parches aquí y allá, comenzó diciendo que para el Shiro había sido víctima de la enfermedad o de un plan que venía de más arriba, un chivo expiatorio que por su récord académico podía ser puesto en una misión importante pero que por sus certificados médicos podía ser acusado y fácilmente descartado. En la gran rueda que es la burocracia, los héroes, los traidores y los mártires cambiaban roles según les convenia a los de arriba.

La visión cruda y fría que había propuesto Adam, más la promesa que no olvidaba ni olvidaría lo ocurrido, había sido sin duda la primera vez que sintió que Adam estaba tan dolido y enojado como el, tal vez más.

Y por primera vez, Adam le hablo con franqueza de lo que sentía, de lo que planeaba y lo que hacía aun en la institución que había dejado de lado al amor de su vida como un error y una plaga, mientras cerraban sus bocas con excusas. Le hablo de investigar por separado datos distintos y que si convergían Keith los buscaría mientras él se infiltraba aún más en los secretos de la guarnición.

Podrás hacer eso solo – susurro aun desconcertado Keith

Tengo amigos…. Muchos de los cuales también eran amigos de Takeshi- dijo sombríamente Adam aun con la ausencia de vida en su mirada que lo poseía cuando nombraba en pasado el nombre de su prometido.

Lo averiguare Keith, no cortare tus esfuerzos, tal vez estoy equivocado y tengas más suerte que yo, siempre y cuando tengas cuidado y me prometas que no morderás más de lo que puedas masticar…. Pero si creo que esto fue juego sucio y no los quitaron por capricho, sea la razón que sea, incluso si esto era necesario para impedir la maldita tercera guerra mundial, nos la pagaran. Eso te lo juro

Entonces había termino de parcharlo, Keith miraba con asombro el demonio de ojos fríos e insensibles que había dominado a Adam, lo tenso de su cuello y la vena que brillaba en él, como si apenas controlara el escupir fuego. Y supo con toda seguridad que el hombre frente a él podía nivelar montañas si quisiera y que la calma no era más que un manto que no dejaba ver el magma hirviendo del interior.

Adam lo miro a los ojos y agarro una de sus manos con fuerza, sus ojos brillaron con un sentimiento cálido y arrasador, aun furioso, pero menos conflictivo.

Takeshi se fue, no sé si volverá, pero aquí estoy, siempre lo estaré para ti. Nunca olvides eso Keith…. Eres tanto su familia como la mía

Keith solo pudo tragarse el sollozo ahogado y abrazar con fuerza al otro hombre.

Había cumplido su promesa, coordinado cosas desde la casa del desierto, recabando la información que no tenía salida y buscando las coincidencias, trazando planes y enviando información a Adam junto al grupo que lo respaldaba. Pero entonces llego una señal débil y que casi pierde por la frecuencia, sobre una base de emergencia de prueba, en un ejercicio de practica superior, libre de cadetes, su instinto había vibrado y tomado forma hasta convertirse en determinación.

Lo siento, Adam.

Así que se preparó con suministros y armas por si su escapada no podía ser realizada y debía volver a intentarlo, planifico vías de escape, se hizo pasar por enfermo para que tuviera tiempo de escuchar mediante el set de interferencias de comunicaciones que había instalado Adam en la casa y le aseguro que se iría a dormir con unos amigos del colegio que había hecho en el último mes, el rostro cansado de Adam se ilumino con júbilo con la palabra amigos y lo dejo ir sin dudar, el corazón de Keith vibro con cariño ante ese hecho.

Y así sucedió.

Aunque estaba desconcertado, realmente asustado y agradecido al ser superior que permitió que su hermano-padre-amigo volviera de una pieza – más o menos – de la maldita misión de mierda que parecía la sentencia de muerte del que ahora guindaba sin fuerzas a su costado.

Solo podía sentirse algo arrepentido de no haber traído a Adam.

Shiro esta vivo Adam, esta vivo.

El asombro aun le impedía creer en la situación.

- ¡No hay momento para explicar, venimos a ayudar! - Dijo una suave pero baja voz, que de alguna manera logro sonar firme en medio del caos del desierto.

Keith se paralizo porque reconocía esa voz, algo más gruesa y con un tono más compuesto, pero indudablemente la de él. Alzo la mirada y vio al tipo que deserto antes que el de la guarnición, más alto, con su tersa piel canela un poco más clara por la menor exposición al sol, suponía. Sus pecas aun adornando el grácil y masculino rostro, esculpido con la madurez y la delgadez no enfermiza, pero si relacionada con la pérdida de peso de un atleta activo. Sus ojos azules recorrieron la instancia con inteligencia buscando enemigos y evaluando todo.

No pudo evitar ver los piercings, eso era nuevo, ni tampoco ignoro el nuevo peinado, trenzas suaves y delgadas en un campo café claro alborotado que se unían en una cola de caballo trasera, con una base lisa. Leandro Mclain se veía aún más hermoso desde la última vez que lo vio y no puede creer que eso sea lo que piensa dada en cuenta la situación actual.

Aunque extasiado su rostro solo mostro signos de sorpresa y aunque emocionado, su paso atrás de nerviosismo seguro fue confundido por la cautela.

Mientras el peso de Shiro se hacía más liviano a su lado, retomo la consciencia.

Veníamos ayudar, también queremos saber que paso con esta misión, además que como sabrás no estoy afiliado con la guarnición. – una pausa- ¿Sabes quién soy? –

Keith casi se sintió ofendido.

Por supuesto que lo sé, Leandro. – La sorpresa ajena desconcertó a Keith, ¿Por qué no lo reconocería? Leandro Mclain sufría de insubordinación y un desinterés que resultaba refrescante en el hervidero adolescente, distante pero cercano, sonriente pero no burlón, frio, pero no cortante. Rodeado constantemente de chicas que le batían las pestañas y perfumaban todo el pasillo en su encuentro. – Fuimos emparejados continuamente en la simulación y a pesar de tus mejores intentos en fingir que no sabias como navegar la maldita cosa, siempre que te tocaba con alguien más inexperto tomabas el mando, me hacías enojar. -

Keith creía que si Shiro estuviera despierto le habría golpeado la cabeza por buscar pelea con la persona que le gusta.

Oh Dios Kogane, enserio.

Leandro le sonrió suavemente. Keith se olvidó de como respirar.

Me alegro, de que sigas igual que siempre Keith, siempre es un placer ver tu lado arisco aun en situaciones de vida o muerte, me resulta divertido…. ahora saquémoslo de aquí antes de que vengan más –

Justo en ese momento dos más, que obviamente venían con Leandro. Se agazaparon en su encuentro, el más pequeño lanzo un elemento no más grande que su mano que exploto en el aire y de inmediato las luces del lugar se apagaron con un sonido seco, el más grande saludo y se posiciono a Shiro en el hombro con la facilidad que hablaba de una construcción de músculos escondidos debajo de su robusta forma.

Conocía el más grande, Hunk fue emparejado junto a él varias veces durante una de sus clases de ingeniería, el chico amable, agradable y amable era la definición de una persona paciente, cuando Keith se distraía o se hastiaba continuamente de la gran cantidad de conceptos y teorías, el samoano con una calma y simpleza realmente maternales le explicaba todo de nuevo y lo alentaba a realizarle preguntas, sin gota de pretensión o malicia, lo saludaba en los pasillos siempre sin falta, a pesar de que lo máximo que recibía era un asentamiento brusco de cabeza de parte de Keith, siempre que esto pasaba Leandro alzaba una ceja en su dirección y sonreía divertido.

Keith se había partido la cabeza pensando la razón de ello.

-Hola Keith, no hay tiempos para saludos, dime que tienes una genial ruta de escape que pueda con todos y no eres como Lance que repentinamente ve a un conocido cargando una persona presuntamente perdida en acción y grita "¡Vamos, debemos ayudar!" – dijo entre nervioso y seco el samoano.

El pequeño resoplo y le pego en un brazo a Leandro, que se encogió de hombros.

Un tipo que no había visto en su vida, con una estructura ósea que revelaba un sexo de nacimiento que iba en contra del que mostraba y con el cual era nombrado, por lo que para no caer en más dilemas sociales, descartaría el tema, casi insufriblemente pequeño, con mirada astuta y el aura que deberían tener todos los duendes malvados y juguetones de los cuentos de hadas, sus ojos inteligentes y analíticos, miraban al mundo como si intentara desarmarlo solo por el placer de volver a armarlo pieza a pieza y descubrir sus secretos, el instinto de Keith vibro cauteloso y casi apostaba que era un insufrible, mandón y extremadamente inteligente sujeto.

Keith descartando al desconocido, miro a Hunk que parecía a dos pasos del desmayo y sonrió con todo y dientes.

Lo puedes apostar - proclamo.

Mientras saltaba por un precipicio, con los gritos desesperados de Hunk, los alaridos estridentes de un chico que no conocía, llamado Pidge, Su padre/hermano regresando del mundo de los muertos y el abrazo apretado de Lance en su cintura, mientras giraba los ojos ante la decisión que tomo cuando se vieron perseguidos.

Le hicieron a Keith tener el increíble deseo de reír como un loco y lo hizo. La voz que lo acompaño en su risa, solo hizo todo un poco mejor.


Shiro

Las cosas no salieron como esperaba Takeshi.

Como si alguna vez lo hicieran.

Takeshi llevaba una larga racha de entrar situaciones que se escapaban de su control, que generalmente salían con resultados inesperados.

Estudiar y entrenar para ser el mejor en su escuela militar, esto le gano una beca en la guarnición. Coquetear con el serio y estirado compañero de cuarto que le asigno el sorteo en la guarnición para así lograr que el chico pidiera un cambio de cuarto y tener el cuarto para sí mismo, cuando se encontró así mismo presionado contra el colchón, inmovilizado y siendo follado hasta el olvido. No le toco de otra que ver el resultado como una victoria. El aceptar entrar al simulador en vez de un compañero nervioso, lo que le llevo a ser uno de los pilotos jóvenes más prometedores. El acepar ser el novio del chico iraquí, super caliente que cogía como Dios griego, para terminar comprometido con el dulce y romántico ser que era el amor de su vida, que de serio o estirado solo tenía la fachada. El aceptar ir a una charla en un colegio público, ser robado por un infante y terminar casi adoptando a un pequeño y arisco joven brillante y apadrinarlo para que sea de lo mejor de la armada. El hermano que a veces parecía su hijo.

Generalmente las cosas no eran como parecían y para Takeshi la vida resultaba ser cada vez mejor.

Hasta que lo diagnosticaron y le dijeron que sus días estaban contados.

La reacción de muchos pudo haber sido tomarse su tiempo, admirar lo bello que le quedaba de vida y acurrucarse en el amor de sus seres queridos. También pudo haber entrado en desesperación y pasar lo que le quedaba de vida renegando y exclamando la injusticia de todo. Para Takeshi se trató del anuncio de una gran maratón.

De la última gran maratón de su vida.

La maratón que le había costado el rechazo de muchos compañeros pilotos al verse superados con una velocidad pecaminosa por un chiquillo genio, la incertidumbre y el miedo constante de Keith que entendía que estaba cerca un familiar más que se iría a un lugar imposible de alcanzar. La mirada consternada y resignada de su padre al verlo correr tan desesperadamente.

Su padre, oh su padre, que se lo había advertido.

"Hijo, la vida no es justa no lo niego y aunque me desconsuela lo que pasa, te pido que no corras, no sabes lo que dejas de lado por la velocidad a la que vas, hasta que miras atrás…. Y ya es tarde para entonces"

El miedo latente escondido en el apoyo incondicional de su prometido que se mostró compuesto ante la noticia pero que cada vez se veía más destruido por la misma.

"Takeshi, estará bien. Todo saldrá bien"

"Takeshi, por favor descansa piensa en tu salud"

"Takeshi y si adelantamos la boda, podemos irnos de luna de miel a Japón o casarnos de nuevo allá, siempre quise una boda sintoísta…. Bueno no siempre, pero desde que la conozco me calienta la bata…. no te rías, es enserio"

"Te amo, Takeshi… ¿lo sabes? ¿Sabes cuánto te amo, porque asumes que no quiero estar aquí? ¿Qué te da el derecho a decidir que puedo soportar o no?"

"Takeshi…. ¿tienes que ser tu?"

"Takeshi, quiero pasar todo el tiempo del mundo contigo ¡PERO NO PODEMOS! Así como tu corres en tus logros profesionales yo…. Solo, solo …. Quiero correr en hacerte lo más feliz posible, quiero ser lo mas feliz que se pueda junto a ti"

"Takeshi, cuando vuelvas tal vez no esté aquí"

Adam, Dios.

Cuanto tiempo le tomo aceptar esas palabras por lo que son, un aviso, que parece reclamo pero que ahora, ahora solo podía sonarle a ruego. Cuantas veces Adam le había rogado, le había suplicado. Pero Takeshi no quería oír. Dios, Takeshi no podía oír. Solo podía escuchar la frase que le cancelaban todos sus sueños y metas, que sellaba todo su destino y lo condenaba con la verdad.

"Lo siento, Sr. Shirogane"

Lo siento… ¿Lo siento? ¡¿LO SIENTO QUE?! Decirme que me voy a morir, que no veré crecer a Keith, que obligare a mi padre a enterrarme como enterró a mama, que hijo he sido. No podre cumplir con la promesa a Adam, ¿qué es un para siempre? si no tengo ni el mañana como seguro…. Mis metas, mis sueños, mi…. Dios mío, que hare.

Moriría.

Y si no podía ser un buen padre, si no podía ser un buen hijo…. Si no podía ser un buen esposo, sería un maldito buen piloto.

Corrió. Corrió y Corrió. No miro atrás

Lo logro, fue asignado a la misión Kerberos. Keith estaba histérico, pero lo dejo hacer lo que quisiera, porque él creía que no tenía derecho a decir nada…. Como pensaría lo contrario si Takeshi no le había dado esa seguridad. Su padre había tenido la mirada más imperturbable en la ceremonia, llena de un orgullo inamovible, severo como atemporal, la mirada más solemne de todos los que ahí estaban y la más triste.

"Corriste hijo mío, corriste con todo lo que podías… estoy y siempre estaré orgulloso de ti, pero mira a tu alrededor, mira que dejaste atrás y espero de todo corazón que haya valido la pena"

Takeshi Shirogane, recuerda perfectamente haber sentido a todo su cuerpo erizarse, la bilis subir por su garganta y entonces, entonces cuando la larga corrida había terminado, cuando tenía el premio y el reconocimiento. Miro a su alrededor, vio rostros conocidos, rostros amigos, rostros sorprendidos, ansiosos, emocionados y embelesados. Vio a todos y ninguno era importante porque ellos no estaban ahí.

Recuerda haber sentido su mundo hundirse, haber regresado la mirada para ver el rostro lleno de sabiduría milenaria de su padre y recuerda como si hubiera sido ayer la tristeza abrumadora que lleno las facciones de Ryosuke Shirogane, lo realmente derrotado de sus rasgos, lo devastado que debió estar para ver a su único hijo condenado a muerte, dejar de lado todo, para irse al espacio en busca del renombre para volver…. A la nada. Porque todo lo dejo atrás.

Recuerda haber sentido los impresionantes fuertes brazos de su padre en sus hombros, haber temblado y haber buscado en la multitud a Keith o Adam. Keith se había despedido un día antes, porque no quería verlo partir, después de un año y medio de no verlo porque no se podía llamar reuniones a los escasos momentos donde no estaba entrenando o en el medico, porque Takeshi estaba ocupado, en la guarnición solo y rodeado de desconocidos. Pero se había peleado con Adam, le había dicho que, para él, lo más importante en este momento era esta misión, el siempre compuesto hombre, lo había mirado con el dolor sordo de su declaración aun presente, había asentido y se había ido a la academia como nuevo profesor titular.

No recordaba haberlo felicitado por eso, ni haberlo besado al salir.

¿Se había despedido?

Ya tenía la misión, pero no tenía a su prometido ni a su protegido a su lado.

"Oh hijo mío, lo siento mucho. Lo siento mucho por tu perdida"

Habían sido las palabras de su padre, Shiro se embarcó en la nave con la nueva misión de regresar y pedir perdón de rodillas, a todas las personas que amaba en esta vida, porque el costo que pago no había valido la pena.

Ese era por supuesto el jodido plan.

Pero entonces nada resulto como quería, fue secuestrado, torturado, esclavizado, cercenando y obligado a pelear por su vida.

Fue el año más tortuoso y se había tatuado en sus huesos como un recordatorio, se había curado fruto de quien sabe que tecnología alienígena porque no podían perder a su "favorito". Había sangrado y matado. Pero nada era tan doloroso como el recuerdo latente que no debió ser así, que pudo haber tenido todo, pero él había elegido esto. Ahora tenía la vida y el tiempo a su disposición biológica, pero aun cada día era un misterio. Aun podía morir en cualquier momento incluso aún más, porque ni siquiera enfermo sintió el frio respirar de la muerte tan cerca y al fin entendió lo que le quiso decir Adam y su padre.

Yo me mate, antes de morir.

Cuando dio todo por perdido, cuando de verdad estaba listo para que la siguiente pelea que tuviera fuera la última, para la siguiente vez que su vida estuviera sobre la línea el pudiera decidir como morir, así como lo hizo hace tanto tiempo atrás, justo cuando la idea cruzo por su cabeza, lo habían ayudado a escapar. ¿Quién? No le importaba, corrió de nuevo, esta vez con esperanza, sin pensar en nada más que en volver a la tierra, advertir de una raza esclavizadora que podía dominar a la tierra, abrazar a Keith, pedir perdón a su padre y besar a Adam con todo la fuerza que le permitiera su cansado ser… de todo eso, estaba seguro que lo más difícil seria que Adam le permitiera respirar a veinte metros de su espacio personal, pero entonces después de llegar a la tierra, había sido otra vez amordazado, inmovilizado, arrancado de nuevo de la esperanza que tiene el logro y quiso llorar.

Cuando todo se puso oscuro, solo pudo desear ver una vez más a sus seres queridos, pero de inmediato se arrepintió, está realmente asustado de cerrar los ojos, cada vez que caía inconsciente fruto de los fuertes sedantes de sus captores, soñaba. Soñaba con campos de cultivos verdes, cuyo producto era alto casi tocando el sol y se bañaba con el sol de verano, un Adam adolescente trabajando sin camisa y con un overol de granjero junto a su familia, primos tal vez, tíos quizás, medios hermanos en su mayoría, siendo el menor de la última mujer del patriarca de la familia, Adam era tanto igual a todos en trato como diferente en apariencia, todos con botas y sombreros para evitar asarse bajo el cruel brillo sobre ellos, luciendo como hombres hechos y derechos a pesar de que el recuerdo es durante las vacaciones de su primer año en la academia, Adam todo costumbre y brazos fuertes moviendo heno y montando caballos. Piel canela que brillaba y un rostro marfil medio oriente, gracias a su madre. Le daban un extraño sentimiento fuera de lugar, pero apropiado. Se veía cómodo con el trabajo duro, adaptado hasta los huesos.

Cuando Takeshi estaba seguro que moriría atragantado con su propia saliva, Adam volvió el rostro como si siempre supiera que estaba ahí, con brazos en el aire y un desenfreno alegre, pero Takeshi solo podía ver el agradable y guapo rostro brillar por la sonrisa que lo partía.

Hermoso, Bello, Divino, Sublime, encantador.

Y cuando se le acaban los adjetivos calificativos para la belleza, piensa con el corazón acelerado.

Mio.

Y despierta en un mundo metálico y frio, con el sol mirando como un Dios impune de la dolencia mortal, siendo despiadado incluso cuando el clima no lo favorece, la arena bajo sus pies no tiene más vida que la sangre que la baña, el peso de la espada le hace mella en el corazón y besa el recuerdo en su memoria, llenándose con el calor abrasador y no dañino que es el amor.

Siempre sueña con sus seres queridos, recuerdos que le pesan en la consciencia, con sucesos que a veces alucina y que lo lastiman. Soñó con la graduación de Keith, con entregarle los papeles de adopción firmados por Adam y el, con la celebración que le sigue. Keith llamándolo para contarle que al fin decidió admitir para sí mismo que estaba teniendo un fuerte enamoramiento con el chico que no paraba de nombrar del Garrison, el cual se fue hace ya un año en su búsqueda de seguir su sueño de estudiar danza. -Takeshi aún recuerda el enojo y la rabieta soltada por ese hecho que le duro semanas, al adolescente, que soltaba frase y argumento de la falta total de limitadores y un ridículo impulso que parecía someter al chico cubano, siempre lleno de críticas a lo bajo que era y al aire infantil que rodeaba al chico, si el tono usado era menos duro del que creía Keith y sus ojos brillaban más de admiración que de furia era un asunto que Takeshi sacaba en cara del enfurruñado joven, que negaba toda acusación- Soñó con su boda. Con la boda tan esperada de Adam y el.

Nunca era un sueño feliz.

Adam sangrando soledad en el altar mirando un puesto que le pertenecía, pero no estaba ocupado.

Su padre negando la cabeza, mirando toda la perfecta decoración con la tristeza contemplativa que uno guarda ante el bello arreglo de un funeral.

Keith sentado al frente, quieto y disperso. Listo para abandonar todo. Enojado con aquel que había organizado todo y tuvo la osadía de no aparecer.

Mientras más lo drogaban, durante el año que duro su encierro, más aterradores eran los sueños, siempre con alguno de los tres, todos enojados, angustiados, a veces tristes, a veces aliviados de su falta y otras veces se mezcla la sarta de emociones que tenía alguien en el sueño, había ocasiones donde veía a su padre reñirlo como cuando era pequeño, con la severidad de un militar, con la decepción goteando de cada una de sus palabras. Soñaba con Keith toda desconfianza, arisco y asustado como cuando lo conoció, más alto y aún más receloso, reclamando por qué le dio un hogar para luego arrebatárselo y los peores eran los sueños con Adam, porque nunca hablaba, se quedaba en un silencio resignado y ensayado, atento a lo que Takeshi le gritaba, a todo lo que le dijo cuando Adam solo buscaba salvar lo que tenían.

Siempre que soñaba solo con Adam, su yo del sueño se paraba y se iba, a pesar de escuchar claramente su nombre ser gritado.

Soñaba todos sus temores junto a todos sus anhelos.

Takeshi casi resignado esperaba soñar con sus seres queridos, todos recriminándoles que no podía hacer nada bien, que se cansaron de esperarlo, que ya no era necesario, ni amado y tantas cosas que sabía que se merecía, pero todo fue oscuridad. Un silencio oscuro que rayaba lo escalofriante y mientras volvía a la consciencia estaba seguro que así debía sentirse la muerte para las almas oscuras y llenas de pecado.

Se siente como arrepentimiento.

Cuando al fin sus parpados se alzaron y la luz le impidió enfocar donde estaba, pensó ver a su madre mirándolo desaprobatoriamente y riñéndolo por llegar tan temprano o la parca realmente impaciente porque no apuraba, cuando la mirada esperanzada de Keith fue su recibimiento, solo pudo suspirar.

Sentía más presencias en la habitación, pero no podía apartar la mirada de este Keith, tan acostumbrado a verlo en su cabeza que algo en este, le apareció extraño.

Este sueño era incluso más cruel, Keith estaba menos delgado, más entrenado que subido de peso, media pulgada más alto y sus ojos en vez de brillar con furia, gritaban alivio junto con un brillo arrasador que casi parecía satisfacción.

…. ¿Shiro eres tú? – el susurro soltado con tal esperanza casi hace que Takeshi pierda el cambio de tono en el joven, casi dos octavas más bajo.

Un recordatorio, piensa. De lo que me he perdido, de lo que esperaba encontrar.

Estoy soñando, otra vez… ¡DIOS, ESTE ES MI CASTIGO, ¡SE QUE NO LO VOLVERE A VER! ¡Se que no merezco verlo! ….. – Grita porque no tiene como más expresar su desesperación, entonces mira al Keith en sus sueños que por primera vez no le grita ni escupe verdades dolorosas, sino que lo mira asustado, quieto con la expectación y el silencio de quien no entiende que sucede - Oh Keith lo siento, lo siento… solo era mi miedo a no dejar nada atrás, a ser olvidado y dejado de lado y en mi miedo los deje de lado a ti y a Adam y nunca me lo perdonare, por favor, por favor… por favor, perdóname, lo siento… no sabes cuánto lo siento– Takeshi se agarró la cabeza con la incertidumbre de que por más que pidiera perdón a este Keith, nunca vería al verdadero, balbuceando y susurrando en una cadencia insana su cansancio.

No sabe cuánto duro así, pudo ser un minuto o quizás una vida después, cuando unas fuertes y delgadas manos se posaron en sus antebrazos, Shiro aparto la cabeza del suelo para ver quien más venía a torturarlo, piel canela es lo que ve y está a punto de ponerse a llorar porque no está listo para ver a quien más teme, pero entonces, el chico es más bajo que Adam, más delgado también, así que enfoca su vista y el rostro que lo recibe no es marcado con los rasgos del medio oriente y el suave aire caucásico, un rostro entre duro, fuerte y suave.

No, el rostro frente a él, aunque con casi la misma forma, con rasgos obviamente extranjeros, no contaba con el aire de Europa oriental, el chico – no Adam- es de rasgos marcados pero afilados, de hecho, todo en él es afilado, sus marcadas cejas, su aguileña nariz, la apretada mandíbula y los ojos firmes. De un azul profundo y oscuro.

No avellana-verdoso.

No como las gemas color zafiro y oro en los ojos de su amor.

Hispano razona, o del caribe. Contempla.

Pero tienen algo que impide que Takeshi grite, se retuerza y pida saber quién es el obvio desconocido frente a él, algo poderoso como gentil, severo, pero no cruel. Los ojos del chico hablan de penurias y dolores no dichos, de golpes al vacío y derrotas diarias, hablan de ver amigos un día y al siguiente enterrar los pedazos que quedan. Takeshi ha visto esos ojos, los había tenía su abuelo, militar condecorado y dado de baja por la pérdida de su pierna derecha, siempre mirando con cierto peso el pasado, pero nunca con duda el ahora. Los había visto en su padre, juez honrado y sin pelos en la lengua que había sufrido un atentado que le había costado su esposa embarazada y lo había dejado como padre soltero, representante de un cambio de políticas y cansado como un día sin sol. Los ha visto a su alrededor durante un año, en la cara de los prisioneros que eran sus compañeros, que hablaban, comían, se contaban historias y reían juntos en voz baja del guardia que pasaba frente a sus celdas y al día siguiente se olvidaban de lo ocurrido por las noches y se preparaban para participar en el rito cruel y horrible que los obligaba matarse entre sí, había visto esos ojos cada vez que veía su reflejo en las gotas de agua o sangre en la arena de combate.

Los ojos de un soldado.

Capitán Takeshi Shirogane – dijo la voz del desconocido, con la firmeza de una tempestad, aunque no era más que un susurro- Shirogane, ¿me escucha? -

Takeshi tuvo que pestañear lentamente, pero asintió.

Soy Leandro Mclain, todos me dicen Lance, en este momento estamos 1x de enero del año 2xxx, usted fue declarado desaparecido durante un año, acabas de llegar en una nave obviamente no terrícola, no somos de la guarnición, te rescatamos de ellos, porque son unos estúpidos ignorantes, realmente bastardos que no saben de la gratitud – dijo con la fiereza y la tranquilidad de quien cree en sus palabras y si no fuera por su desconcierto hubiera reído, el desconocido soltó lentamente antebrazos, mostro las manos con las palmas hacia arriba y lentamente se alejó- Somos compañeros de quien efectuó la mayor parte del rescate y debo decirte que esta persona. – Dijo mientras agarraba la mano de un Keith que lo miraba boquiabierto y la colocaba sobre la mano de Takeshi- Es real, Este es Keith, me complace comunicarle Capitán Shirogane, que está en la tierra, lo ha logrado, ha vuelto…. todo está bien, al fin todo está bien…. estas bien. –

Takeshi boqueo lentamente, miro al llamado Lance, la mano de Keith. A Keith, agarro la mano del joven que al parecer no era parte de su sueño y según el calor de la extremidad no era una alucinación.

- ¿Eres real? - dijo con toda la esperanza que podía reunir con su adolorido ser, deseando de todo corazón que lo dicho y lo que ve, sean verdad, que no sea otro juego cruel de su cerebro como castigo a sus decisiones tomadas. Pidió, rezo, oro y rogo por este momento tanto que no sabrá qué hacer si es real. El Keith más alto, más formado y con la voz unas octavas más gruesa, choco contra el con la fuerza de un remolque en el abrazo más esperado de su vida.

Y Takeshi Shirogane por primera vez en un año, no lloro de tristeza.