Cuando abre sus ojos la habitación es apneas iluminada por los últimos rayos de sol. Al sentir su estómago rugir jadea y, sentándose en el futon un tanto adolorida, lleva sus manos a su vientre.
-Ahora si tu padre me ha dejado exhausta.
-Hime-sama… - de pie junto a las puertas se observa la silueta de Liang de pie sosteniendo una charola.
-Pasa Liang.
Ante el permiso, Liang desliza la puerta entrando a la habitación y, cerrándola tras de sí, camina hasta el futon acercando la charola a Rin, acomodándola sobre sus muslos.
-Ën-sama me pidió que le trajera de comer.
-¿Cómo supo que…? – Rin se contesta mentalmente dejando la pregunta al aire.
En ocasiones olvida que al haber sido marcada por Ën ahora cada una de las sensaciones que su cuerpo experimenta las experimenta él también: Frio, calor, hambre, excitación, nauseas…
Flashback
Se observa a Rin dormir en la habitación sobre el futon, sin embargo, un malestar la despierta, y emprendiendo la carrera hacia el cubo que se ubica a un costado de su mesita, regresa lo poco que ceno ayer.
Una vez calmada y con el cabello adherido a su sudorosa frente comienza a hacer memoria de lo que comió el día anterior.
-No pudo haber sido la cena, solo fue un té y un par de onigiris, y de haber sido la comida, ya la hubiera regresado desde la noche, entonces si no fue eso…
Un presentimiento surco su cabeza a la velocidad del rayo y, sacando cuentas con sus dedos, se queda mirándolos.
-¡Soy una torpe, una distraída! Tengo un retraso de casi diez lunas…
Estrella su mano contra su frente regañándose mentalmente y haciendo acopio de todas sus fuerzas, camina fuera de la habitación a paso rápido cruzando los pasillos y llamando la atención de la servidumbre.
-¿Qué pensara Ën? Cuando supo de mi primer embarazo reaccionó bien, incluso me marcó algunos meses después y tuvimos la ceremonia de nuestra unión, pero ¿Y ahora? ¿Se mostrará igual que en aquella ocasión?
Sus pensamientos se vieron interrumpidos al toparse de frente con las puertas del estudio. Sin duda está sudando aún más y jura que su apariencia no es la más adecuada, pero se arma de valor y desliza las puertas en un rápido movimiento, sorprendiéndose al no ver a Ën dentro.
-Qué extraño, quizás…
Rin no pudo terminar porque algo que se retuerce detrás del escritorio llama su atención. Acercándose más, distingue a su esposo pálido y sudoroso que se trata de arrastrar hacia el cubo en la esquina de la habitación con la respiración pesada.
-¡Amo Ën! – Rin corre hasta su esposo y ayudándolo le acerca el cubo en el cual el pesado hombre se apoya.
-Di-Diablos Rin, ¿Qué cenaste? ¿Te comiste la vaca entera a mordidas? – gruñe Ën provocando una risita en Rin –¡¿De qué demonios te ríes insolente humana?!
De no ser porque está débil le daría una lección a esa pequeña insolente, en la noche ya se vengará.
-Tsk… Mira que atentar de este modo contra la salud del Señor de los Dragones y legitimo Lord del Este…
-Estoy embarazada – susurra Rin interrumpiendo los pensamientos de Ën y, sonriendo nerviosa, baja la mirada un tanto apenada.
-E…Embarazada… Embarazada… Embarazada… Embarazada… Embarazada…
La palabra hace eco en su cabeza por un buen rato olvidando incluso el tema que discutía antes. Pasaron segundos y los segundos se volvieron minutos, minutos que para Rin resultaron interminables.
-¡Rin, estas embarazada! – grita Ën alarmado haciendo acopio de todas sus fuerzas, llevando sus manos a los hombros de Rin -¡Estamos… Estamos embarazados! – se corrige.
Rin al ver la reacción de su esposo derrama un par de lágrimas aun sonriente mientras asiente con la cabeza, crispando los nervios de Ën.
-¡¿Qué… Qué te pasa?! ¡¿Te sientes mal?! ¡Chiba, Liang, hablen a un médico! – grita Ën alterado haciendo resonar su voz por los pasillos – ¡Tra-Tranquila Rin, to-todo estará…
Ën no puede terminar la frase pues cae desmayado ante la mirada atónita de su mujer.
-¡¿Qué pasa!? – entran a la habitación Fai seguido de Chiba, Liang, Yuka y Ling, interrumpiendo el silencio.
-Se-Señor Ën… - susurrando, el miedo se apodera de Liang mientras Yuka, Chiba y Ling corren a asistirlo.
-¡¿Hime-sama!? – Fai corre hasta Rin e hincándose a su lado la toma de sus hombros agitándola sutilmente –¡¿Hime-sama se encuentra bien!?
Rin simplemente asiente aun incrédula.
-¡¿Qué ha ocurrido?! – Chiba se muestra impaciente fijando la mirada en Rin
-Ë-Ën… el Amo Ën se desmayó… - Rin no puede continuar porque rompe en llanto.
-¡Hime-sama! – Fai la abraza acurrucándola contra su pecho en un abrazo paternal mientras acaricia su cabeza tratando de calmarla –Todo estará bien, tranquila.
Rin continúa llorando a moco tendido como mocosa de cinco años y, agitando sus brazos como niña que hace berrinche, logra zafarse de Fai mientras señala hacia Ën.
-L-Le dije que estaba embarazada y así reaccionó, ¡Es un tonto!
Todos en la sala, a excepción de Rin y Ën, quien ya se encuentra contra el suelo, caen estilo anime.
-Y-Ya no lo quiero – emberrinchada Rin se cruza de brazos gimoteando.
-Ya veo… - Chiba incorporándose mientras se sostiene del escritorio observa a Ën –Reaccionó igual que su padre.
-Pero no reaccionó así con Shun – inflando sus mejillas, Rin continúa agitando sus brazos.
-Bu-Bueno, quizás porque ahora que está marcada y que él puede sentir lo que usted, se ha debilitado con los síntomas, y más la sorpresa, su cuerpo no lo pudo soportar- comenta Liang dejando caer una gotita de sudor por su nuca.
-Creo que tienes razón – Rin se calma un poco y fija la mirada en el rostro de Ën cubierto por algunos mechones de cabello, observando su frente perlada por el sudor.
-Chiba-sama – Ling susurra muy cerca de Chiba al notar un aura siniestra que va tomando fuerza dentro de la habitación con cada segundo.
-Lo sé – contesta Chiba susurrando y asintiendo –Prepárate…
-Si Chiba-sama – Ling se aparta un poco de donde se ubican los presentes, llevando sus manos al suelo.
-A mi señal – Ling asiente hacia Chiba mientras deja correr la energía hacia las palmas de sus manos –¡Liang, aparta a Rin, esto puede ser peligroso! – ordena Chiba exasperada en un potente grito.
Ante la advertencia de Chiba, Liang toma a Rin por los hombros y ayudándola a levantarse la aparta.
Las mujeres que habían ignorado a Fai en todo momento, ahora lo observan con su rostro ensombrecido y, expidiendo de su cuerpo una energía demoniaca palpable. El poderoso youkai gruñe mientras cierra sus puños con fuerza poniéndose de pie.
-Tu… - sin decir más se lanza contra Ën haciéndolo rodar provocando que quede sobre su espalda mientras el youkai mayor se sienta sobre su abdomen y lo toma de la túnica comenzando a azotarlo contra el suelo con fuerza.
-¡Chiba-sama haga algo! – pide Yuka alarmada, viendo la escena, mientras Rin observa sin entender lo que ocurre - ¡Fai-sama matara a Ën-sama!
-Aun no – ordena Chiba a Ling, quien permanece lista –Dejen que se desquite – agrega sin más encogiéndose de hombros y moviendo de lado a lado su palma frente a su rostro restándole importancia a la situación.
-Tu maldito bastardo… Embarazando con tu mala semilla a la inocente princesa – aun azotando a Ën contra el suelo, Fai levanta su rostro dejando ver a las mujeres sus mejillas surcadas por lagrimas mientras llora a moco tendido – Te matare…
A Liang, Yuka y Rin les resbala una gota de sudor por su nuca al entender lo que ocurre.
-Chiba-sama – Ling fija su mirada en los rastros de sangre sobre el suelo y la desvía hacia Chiba quien asiente dándole la señal, para luego regresar su mirada a Fai mientras el suelo se agrieta y de la profundidad sale una raíz atrapando al youkai agresor inmovilizándolo en el aire.
-¡Suéltenme! ¡Vengare la pureza de la princesa! – sin dejar de llorar patalea como mocoso mientras las mujeres observan a Ën, a quien se le sale el alma por la boca después de tremenda moquetiza.
Fin del Flashback
Una vez los hanyous están cenados, bañados y listos para dormir, cada uno recostado en su respectivo futon, Rin deposita un beso en la frente de su pequeño Len, quien permanece de pie en su cuna, regalo del Lord del Sur, asomándose con su conejo de tela bajo el brazo, disfrutando de los mimos de su madre.
-Tsk… mocoso mimado
Desde el marco de la puerta, Ën observa a sus diablillos.
-Tiene más cara de diablo que de niño, pero cuando esta con su madre le sale lo inocente de quien sabe dónde, si parece, pero no es tonto.
Rin deja a Len acostado en su cuna y luego se acerca al futon de Hao depositando un beso en su frente también mientras el niño sonríe angelical.
-Tsk… Otro hipocrita – Ën cierra los ojos –Entre el enano y este no se cual es peor.
Por último, Rin deposita un beso en la frente de Shun, quien tímido al sentir la mirada de su padre, se esconde debajo de la sabana una vez su madre se ha despedido.
-Descansen tesoros – Rin da media vuelta caminando hacia Ën, quien le sonríe socarrón mientras sopla la llama de la única vela que ilumina el lugar, dejándolo en completa oscuridad.
-Are, are… A divertirnos en la privacidad de nuestros aposentos… - una pervertida, sino es que enferma sonrisa, se dibuja en el rostro de Ën, pero sus calientes pensamientos se ven interrumpidos al sentir una poderosa mirada encima, y observando dos zafiros brillar intensamente en la oscuridad de la noche, su nuca comienza a sudar.
-No te atrevas mocoso del demonio…
Ahí, de pie en su cuna, observa al menor de sus dolores de cabeza mirándolo fijamente, como si supiera lo que piensa hacer con su mami. Como si todo transcurriera en cámara lenta, observa a Len sostener con sus bracitos su conejo de tela fuera de la cuna y en cuestión de cortos, pero largos y tortuosos segundos para Ën, el muñeco cae al suelo haciendo un sonidito infantil.
-3…2…1…
Len le dedica una sonrisa angelical a su padre para luego soltarse a llorar manteniéndose de pie en la cuna.
-Hijo de…
-Ën enciende la vela – suplica Rin exasperándose al escuchar a su bebe llorar, pero una fuerte mano rodea su muñeca tirando de ella hacia afuera de la habitación
-Déjalo, pronto se calmará – susurra Ën en algo que parece un gruñido.
-Me las pagaras enano del demonio manipulador, juro que me las…
El llanto se vuelve más fuerte y zafando su muñeca del agarre, Rin regresa a la cuna donde su bebé la espera con carita angelical y sus bracitos extendidos.
-Ya, ya, tranquilo tesoro – Rin lo levanta con cuidado –Ën la vela por favor.
-Ganaste esta, pero no la guerra.
Ën dirige sus ojos rubíes a su hijo menor en una mirada mortal quien al estar apoyado sobre el hombro de su mami sonríe angelical, respondiendo a la mirada de la misma manera.
-Si – sin ánimos Ën chasquea sus dedos y de la nada la vela se enciende y ahí, en uno de los futones, unos ojos idénticos a los suyos brillan con un desdén de sedienta necesidad de joder a alguien; pero definitivamente no es eso lo que le preocupa, no, eso es lo de menos; en ese rostro "angelical" distingue la misma sonrisa socarrona que él pone cuando sabe que se va a salir con la suya.
Ën dirige una mirada mortal a su hijo de en medio como diciéndole No te atrevas, misma que es respondida por su hijo con una mirada burlesca que dice ¿Y que si lo hago?, entonces su padre responde con una mirada que dice Me vengare y su hijo sin más se encoge de hombros aun debajo de la sabana y le dirige una mirada como diciendo Inténtalo viejo pervertido. Y sin más se destapa y se sienta sobre el futon frotando sus ojitos con un aire inocente.
-Mami…
-¿Si tesoro?
-¿Nos contarías un cuento?
-Claro que si tesoro – responde Rin con una amplia sonrisa.
A sus tesoros siempre les han gustado los cuentos y más cuando su padre está con ellos. Se nota que les agrada pasar tiempo en familia.
-Malditos hijos del demonio, les juro que un día de estos los sacare a patadas del palacio, lo juro – Ën se retuerce mentalmente ya que no quiere mostrar debilidad frente a sus diablillos –Bien dicen…. Cría cuervos y te sacaran los ojos.
Y ahí, entre las sabanas del otro futon se asoman unos ojos ambarinos que lo observan con pena. Ën suspira resignado y se acomoda contra el marco cruzándose de brazos mientras chasquea su lengua.
-Ya que, al menos tengo un aliado.
-¿Qué les parece si les cuento como conocí a su padre?
-¡Sí! – exclama Hao ansioso sonriendo angelical mientras Len agita sus manitas enérgico.
Ën exasperado se da una palmada en la frente, sabe de sobra que será una muy larga historia.
-No omitas ningún solo detalle mami.
-Muy bien cielo – Rin da media vuelta acercándose a una de las sillas mecedoras dándole la espalda por un segundo a Ën y Hao, quienes aprovechan para tirarse miradas mortales, de esas que lanzan chispas y que si pudieran mataran.
Shun por su parte se sienta en la cama puesto que la curiosidad lo ha invadido. Sería la primera vez que su madre habla de ese suceso. Sin embargo, algo capto su atención y es que, a pesar de que su padre se muestra estoico como siempre, sus hombros están algo tensos al igual que su quijada, algo muy poco común, más decide no darle importancia.
Una vez Rin se sienta en la mecedora acomoda a Len entre sus brazos.
-Bien, de niña yo vivía en el pueblo fuera del palacio, ahí nací y mis padres me criaron – hace una breve pausa y sonríe -Gracias a Kami y a que su padre siempre fue apiadado con el pueblo… – fijando la mirada por un instante en Ën quien chasquea su lengua haciéndose oídos sordos, la regresa a sus hijos quienes la observan curiosos ante la breve pausa en su relato –Durante mi infancia nunca me hizo falta nada. Tenía un hermoso, aunque sencillo hogar y sus abuelos eran dueños de una tienda de telas ahí mismo. Cuando crecí les ayudé a atenderlo, ahí fue donde conocí a su padre…
Flashback
Se observa a una Rin de aproximadamente doce años vistiendo un sencillo kimono de verano floreado. Ataviada va de un lado a otro dentro de la casa cuya parte frontal servía de local.
El lugar se encuentra atestado de rollos gruesos de tela. Ese día se había anunciado que el pueblo tendría importantes visitas del palacio, al parecer el Lord del Este había recibido al Lord del Sur y visitarían el pueblo, pues este último deseaba comprar obsequios, así que sus padres le pidieron que ella atendiera el lugar mientras ellos iban a recoger un encargo al pueblo contiguo.
Pasaba del mediodía y Rin había terminado de hacer la limpieza. Había quitado el polvo sobre las telas y las había acomodado con la finalidad de exponer cada una de ellas. Ciertamente todas son hermosas y de buena calidad, e incluso tienen alguna que otra exótica. Al terminar todos sus deberes solo le queda esperar, así que sin más sale de la choza y se sienta en el porche observando a humanos, hanyous y youkais ir y venir por el muy concurrido camino debido a los numerosos mercaderes que se ubican a sus costados.
Esta tan absorta en sus pensamientos que no nota cuando un joven, que aparenta los veintitantos años, se le acerca. Una vez capta su atención por completo, logra detallarlo mejor. Alto, de tez blanca y cabellos largos y lacios rojos como el fuego, porta un kimono sencillo y largo color rojo, ligeramente abierto, dejando ver parte de su amplio y fornido pecho al desnudo. Sobre su cuello porta un collar con una pluma dorada como colguije mientras que sus ojos son de un profundo carmesí.
-Are, are… Hola Koneko-chan – sonríe el joven hincándose sobre una de sus rodillas frente a Rin con su rostro muy cerca del de ella provocando que se sonroje –Sabes, me siento muy solo, ¿Te gustaría ser mi novia?
Rin nerviosa se levanta y da un par de pasos hacia atrás.
-¿Quién se cree que es? – molesta, escanea con su mirada al joven, indignada por la proposición.
-Tu futuro esposo – susurra el joven irguiéndose, manteniendo la distancia –Estoy enfermo y mi corazón no soportara mucho, acéptalo y cuida de él lo que le queda de vida Koneko-chan – melodramático lleva una mano a su frente cerrando sus ojos.
-M-Mi nombre es Rin, no Koneko-chan y le pido que se deje de juegos – cruzándose de brazos Rin se da media vuelta dispuesta a entrar a la choza.
-¿Are? – extrañado el joven abre los ojos observando a Rin alejarse. Eso siempre funciona con las chicas –Espera Koneko-chan – alza su mano dispuesto a detenerla.
-Que mi nombre es Rin, no Koneko-chan y no estoy interesada – vuelve a girarse hacia él haciendo que el joven se detenga y sonría desanimado.
-Ya veo, entiendo – suspira encogiéndose de hombros manteniendo su sonrisa mientras rasca su nuca con su mano ansioso –Es la primera vez que una chica me batea.
-¿Primera… - Rin no termina su frase cuando de la nada dos chicas humanas, dos hanyous y una youkai se acercan rodeando al chico. Todas igual de bellas, visten kimonos elegantes de seda y aparentan edades de entre los dieciocho y treinta años.
-¡Daishi-sama! – exclaman a la vez ignorando a Rin.
-Nee… no nos vuelva a dejar solas Daishi-sama, pensamos que nos había abandonado – comenta una hanyou con sus mejillas infladas mientras tira sutilmente del kimono del joven descubriendo un poco más su pecho haciendo que el resto de las chicas chillen emocionadas.
-Para nada mi capullo de sakura – Daishi acaricia la mejilla de la hanyou provocando su sonrojo mientras las demás suspiran como fangirls y despiden corazoncitos.
-Esto no puede estar pasando – absorta, Rin no hace más que mirar la ridícula escena que se forma frente a su choza, con una gota de sudor resbalando por su frente.
¿Qué les dirá a sus padres cuando se enteren que un loco y cinco mujeres aún más locas que el loco, estuvieron armando un alboroto frente al local? O peor aún, ¿Qué tal si el Lord del Sur y el Lord del Este llegan y ven ese alboroto? De seguro ni se acercarán a la tienda y el esfuerzo que hizo para tener todo en su lugar y limpio no habrá valido la pena.
-Nee Daishi-sama yo también quiero ser su capullo – comenta la otra hanyou.
-¡Yo también!
-¡Y yo!
-¡Y no se olvide de mi Daishi-sama!
-Mis bellos capullos de sakura, les presento a Koneko-chan, mi futura esposa – muy sacado de la pena, Daishi toma la mano de Rin provocando que las chicas reparen en la presencia de la chiquilla y la volteen a ver con miradas asesinas.
-Y…Yo no…
-Pero si apenas es una cría Daishi-sama – comenta la youkai con su lengua viperina, quien era la que más grande lucia, examinando a Rin de pies a cabeza –No sabía que Daishi-sama fuera un loli.
-Para nada – sonríe Daishi cerrando sus ojos mientras se inclina besando la muñeca de Rin provocando que las mujeres afilen la mirada –Llevaré al palacio a Koneko-chan, ahí la criare y después la desposare en unos años más, y con ella tendré a mis herederos.
-¡Daishi-sama! – las mujeres gritan mientras comienzan a llorar aferrándose al tal Daishi.
-Lo sé, lo sé mis bellos capullos, es difícil tenerme y luego perderme, pero hay que aceptarlo – sonriendo socarrón, suelta la mano de Rin abrazando a todas las chicas mientras la gota en la frente de Rin se hace más gruesa.
-¡Cállense ya!, asustan a los transeúntes – una imponente voz resuena detrás de Daishi y las mujeres, quienes al reconocerla le abren el paso, dejando ver a un Ën idéntico al actual vistiendo un kimono largo negro muy parecido al de Daishi, acompañado de dos bellas youkais aferradas a cada uno de sus brazos que usan atrevidos escotes y aparentan los veinte.
Ën, con su típico porte estoico, clava sus rubíes en Rin analizándola por un momento, como si quisiera comérsela. Con esos ojos bastaba para reconocer que el chico que tenía enfrente era un youkai y, por si las dudas, tenía esas marcas que, ante los ojos jóvenes de Rin, parecían lagrimas; sin embargo, ambos no pudieron continuar con el escrutinio del otro puesto que Daishi se cruza entre ambos y se inclina ligeramente hacia Rin cortando su contacto visual con Ën.
-Nee… Koneko-chan, escóndete detrás de mí, Ën-chan es un bastardo y no queremos que el dragón te coma – Daishi le dedica una amplia e inocente sonrisa, de esas que cierran los ojos y marca sus hoyuelos, y que de ser una humana normal provocaría que se desmayara.
-Maldita ave parlanchina – Ën toma de la parte trasera a Daishi a la altura del cuello por su kimono y lo jala hacia atrás –Eres un maldito enfermo, vámonos, tenemos cosas que hacer.
-¡Are, are! – Daishi forcejea y sacude sus brazos tratando de soltarse como mocoso de cinco años –¡Estoy ocupado con mi Koneko-chan!, Ën-chan llévate a mis capullos de sakura en lo que la convenzo para ser la Lady del Sur…
-¿A-Are? ¿Usted es el Lord del Sur? – una inmensa gota de sudor baja por la nuca de Rin.
Pensaba que los Lords serían personas imponentes y serias, no como ese tal Daishi que es todo un chiste ambulante.
-Así es Ko-ne-ko-chan – agrega esta última palabra de forma cantarina y soltándose del agarre del "bastardo" llamado Ën, se acerca a Rin arrodillándose sobre una de sus piernas mientras toma su mano –Koneko-chan, ¿Te casarías conmigo y tendrías a mis dieciocho herederos?
-Entonces… - Rin aparta la mirada de Daishi y la fija en Ën, quien se limita a observar la escena exasperado por el ridículo que hace su compañero -¿Usted es el Lord de estas tierras? ¿El Lord del Este?
Ën mira extrañado a Rin mientras que las mujeres la observan indignadas.
-Así es humana, soy Ën, el Señor de los Dragones y Lord de las tierras del Este.
A pesar del tono cortante y despectivo que utiliza Ën, una enorme sonrisa ilumina el rostro de Rin, y de no ser porque sabe controlarse, Ën hubiera mostrado sorpresa.
-A-Arigato Ën-sama – Rin hace una reverencia inclinando su espalda muy rígidamente, nerviosa –Gracias a usted mi familia y el pueblo no pasa hambre ni frio, ha sido muy generoso con nosotros.
-Tsk… Sólo cumplo con mis obligaciones como Lord – restándole importancia Ën se encoge de hombros y chasquea su lengua para luego girar su rostro hacia un costado provocando una sonrisa más amplia en Rin, misma que lo incomoda sin mostrar signos de ello.
Extrañada, nota que algo falta y desviando la mirada de Ën, observa a Daishi en cuclillas y abrazando sus rodillas en una de las esquinas del porche, rodeado de un aura deprimente.
-¡Daishi-sama! – todas las mujeres incluidas las que acompañaban a Ën corren hacia el joven mimándolo y abrazándolo.
-Koneko-chan me ignoro… - se balancea como niño traumatizado con lágrimas de cocodrilo en sus ojos.
-¡No este triste Daishi-sama! Yo seré su esposa.
-No, ¡Yo seré su esposa Daishi-sama!
-¡Yo lo seré!
-¡Y yo!
-¡Yo también!
Ën suspira apartando la mirada de la escandalosa escena, observando de nuevo a Rin, quien, de nuevo para su sorpresa, lo observa fascinada.
-¿Y a ti que te pico humana?
Rin niega con la cabeza riendo.
-Nada Ën-sama.
Ante la sonrisa de Rin y esas tiernas mejillas sonrojadas, Ën se tensa un poco de sus hombros mientras ambos se sostienen la mirada. A lo lejos se escuchan gruñidos y ruidos muy parecidos al que hacen los gatos al reñir.
-¡A-Ayuda! ¡TASUKETE KUDASAI! – ambos cortan el contacto visual viendo la cabeza de Daishi, con lágrimas de cocodrilo y algunos rasguños en su mejilla, asomarse entre una nube de polvo mientras a su alrededor se oyen más ruidos de gatos riñendo, y pedazos de tela y mechones de cabello salen volando de entre la nube de polvo.
-Tsk… - Ën chasquea su lengua y levantando por un momento la mirada al cielo pide la paciencia necesaria a Kami para soportar al pendejo de su amigo los dos días restantes de estadía que le quedan.
Fin del Flashback
-Después de ese día su padre visitaba por cualquier pretexto la tienda, sus abuelos se volvieron los proveedores de las telas del palacio y el negocio prospero – Rin les sonríe sonrojada a Shun y Hao que la observan atentos ya que su pequeño Len se ha quedado dormido en sus brazos.
Poniéndose de pie recuesta en su cuna al más pequeño de sus tesoros.
-Madre.
-¿Si Hao? – Rin gira su cuerpo hacia los futones una vez se asegura de que su pequeño este cómodo.
-No vuelvas a estar a más de tres metros del tío Daishi – su tono de voz suena dominante.
Los celos de su pequeño Hao provocan en Rin una risita mientras desde el marco de la puerta se observa a Ën asentir con los ojos cerrados y los brazos cruzados.
-Mi retoño tiene toda la razón, tal palo tal astilla.
En silencio, Shun observa a su padre y, como si leyera sus pensamientos, suspira pesadamente dejando caer una gruesa gota de sudor por su nuca.
-Ahora resulta que siempre si es su amado hijo.
-Tsk… Maldita mujer…
En la habitación principal se observa a Rin recostada de lado sobre el futon, abrazada a una almohada larga vistiendo ya su yukata, mientras Ën está de pie con una toalla atada a su cintura, su cabello húmedo y el pecho y abdomen desnudo.
-Solo me di un baño de diez minutos, mujer desvergonzada, no cumple con sus deberes conyugales.
Ën chasquea la lengua y, sacándose la toalla se pone su yukata para luego acostarse detrás de Rin y abrazarla de la cintura con un brazo mientras con su otra mano acaricia el vientre. Para su sorpresa vuelve a sentir otra pequeña patadita y tuerce sus labios en lo que parece una muy discreta sonrisa.
-Duérmete enano, mamá está cansada – susurra Ën mientras acomoda su rostro contra el cuello femenino y clavando sus colmillos donde siempre, inyecta el líquido verdoso por unos segundos, para luego sacarlos con cuidado, dejando dos pequeños orificios –Descansa mi humana.
No era aún el alba y un fuerte dolor la ha despertado. Se sienta sobre el futon y acaricia su vientre por varios minutos.
-Tranquilo pequeño – susurra más calmada al sentir el dolor pasar.
A su lado, Ën descansa, gracias a Kami él no ha sentido el dolor. Su esposo siempre ha tenido el sueño pesado y son raras las ocasiones en que por medio del lazo que tienen él se despierta.
Volviendo a recostarse, fija la mirada en el techo observando las vigas de madera. El sueño la está volviendo a alcanzar cuando un espasmo más fuerte la invade provocando que varias lágrimas se derramen y suelte un fuerte jadeo. Rápidamente lleva una mano a su vientre y al sentir su yukata humedecerse de un líquido caliente, los nervios se apoderan de ella.
-Ë-Ën… ¡Ën! – exasperada mueve a su compañero de los hombros provocando que éste abra los ojos, adormilado.
-¿Nanda? Y ahora que qui….
Ën abre los ojos por completo y se sienta en el futon.
-Ese olor…
Asustado observa a Rin al rostro, quien esta tumbada en el futon. Sus mejillas palidecidas están bañadas en lágrimas y su frente se encuentra perlada en sudor. Rápidamente desvía la mirada a la entrepierna de la humana y entre sus muslos divisa el futon impregnado de una mancha carmesí.
-¡Rin estas sangrando! – el miedo ha invadido su rostro y exasperado deja escapar un fuerte rugido que retumba en el palacio y, que más que enojo, expresa impotencia, frustración y dolor.
-Tra-Tranquila preciosa, todo estará bien – susurra dejando escapar un par de lágrimas y escondiendo su rostro contra el cuello de Rin hunde sus colmillos en este haciéndola dormir al instante mientras la aferra con fuerza a su pecho.
-No podrán tener más intimidad, la princesa tampoco podrá montar a caballo o a dragón, deberá pasar la mayor parte del tiempo en reposo y beber tres veces al día las infusiones que les he dejado, una al alba, una al mediodía y otra al anochecer – apunta un humano ya anciano, haciendo énfasis en las tomas – Y sobre todo, ya no más veneno hasta nuevo aviso.
Dentro de la habitación principal se observa a Rin dormida reposando en un futon limpio. Su ropa ha sido removida también. Ën por su parte está sentado en un cojín frente al futon y a su lado se observa a un anciano con un botiquín cerca. Detrás de Ën se encuentra Liang, quien es la que está tomando nota de las indicaciones del hombre.
Flashback,
Después de que Rin cayera profundamente dormida bajo el efecto del veneno suministrado por Ën; Liang, Fai acompañado de Mai y Chiba entran en la habitación corriendo. No necesitan preguntar lo que ocurre, la recamara completa está impregnada con el olor a sangre de la princesa.
-¡Rápido Liang! ¡Ordena que en el dragón más veloz traigan al médico del pueblo! – grita Chiba exasperada.
-¡Hai! – Liang se desvanece.
Chiba corre hacia Rin y a pesar de que trata de auxiliarla, Ën se mantiene aferrado. Sabe que Ën está asustado, al ser su nana aprendió que cuando se aferraba a algo era porque estaba aterrado, y ahora se aferra a Rin como si su vida y la de ella dependieran de ello.
-Joven Ën – susurra Chiba, como hacia cuando era niño –Necesito que suelte a Rin, todo estará bien, pero ocupo detener la hemorragia – usa un tono maternal.
Mai y Fai se limitan a observar a unos pocos pasos del futon hasta que en el marco de la puerta se asoman Shun cargando en brazos a un Len cubierto en lágrimas, mientras Hao está aferrado con sus manitas al yukata de su hermano mayor temblando.
-¿Qué pasa? – pregunta Shun adormilado captando la atención de los presentes junto con la de su padre que, al escucharlo, rápidamente reacciona soltando a Rin y limpiándose las lágrimas.
-Vaya con ellos - susurra Chiba –Deben estar asustado, yo me encargare de Rin.
Ën se muestra contradictorio. Por un lado, quiere permanecer al lado de su mujer, pero por otra quiere estar con sus crías y calmarlos. Sabe que el rugido los despertó y mientras Len llora y Hao tiembla, sabe de sobra que Shun se hace el valiente, pero por dentro también está asustado.
-Nee… Shun-chan, Hao-chan y Len-chan, ¿Que opinan si vamos por unas bayas dulces a la cocina? – pregunta con ánimo Fai acercándoseles.
-Tío Fai, ¿Qué hacen aquí? – Hao se asoma hacia el futon -¿Mami se siente mal?
-No Hao-chan – responde Mai quien se ha inclinado hacia el niño sonriente mientras toma de los brazos de Shun a Len, meciéndolo un poco tratando de calmarlo –Es solo que tu hermanito ha estado pateando mucho y su mamá le ha pedido a Chiba-sama un té.
-¿Entonces por qué otou-chan rugió tan fuerte?
-Pues porque tu madre le pegó para que se despertara – comenta Fai manteniendo una sonrisa falsa –Nee niños, ahora vamos para que su oka-chan descanse.
Ambos niños asienten tomando de la mano a Fai y juntos caminan hacia el pasillo acompañados de Mai con un Len en brazos más calmado.
-Ese era el aroma a sangre de mamá – preocupado, Shun baja la mirada haciendo una sutil presión con su manita sobre la mano de Fai, quien al notarlo fija la mirada en el niño.
-Lo ha notado… Sus sentidos se agudizan cada vez más.
Por su parte Ën permanece arrodillado junto al futon observando a Chiba hacer suaves palpaciones sobre el vientre de Rin, mientras Yuka, Ling y otras dos chicas hanyous ingresan a la habitación con toallas limpias y cubos de agua tibia haciendo una reverencia ha Ën.
-¡Chiba-sama! Liang-sama nos ha enviado a traerle esto – explica Yuka mientras depositan las toallas y cubos a un costado de la anciana.
-Ayúdenme a limpiarla, Yuka ve por sabanas limpias – ordena Chiba mientras las hanyous se acomodan a los costados del futon y Ën retrocede dejándolas actuar.
Al cabo de unos minutos Rin reposa desnuda en sabanas limpias. El sangrado ha cedido y han logrado limpiar los restos de sangre de sus piernas e intimidad con ayuda de las toallas.
-¡Ën-sama! ¡Chiba-sama! – respirando agitada se observa a Liang entrar a la habitación seguida por un humano anciano que carga con un botiquín –Tsutomu-sensei está aquí.
El anciano se adentra observando a la joven humana para luego observar a Chiba y arrodillarse al lado de ella.
-¿Cuánto lleva inconsciente?
-Quizás media hora, le suministre una dosis mínima de mi veneno para dormirla, estaba muy nerviosa – responde Ën poniéndose de pie –Temí que eso pudiera dañar al bebe.
El médico le dedica una mirada fugaz para luego comenzar a sacar su equipo apresurado.
-Si no me equivoco tiene sietes meses ¿Cierto?
-Aproximadamente – contesta Ën parcamente.
-¿Algo que pudiera ocasionar esto?
-No – Ën comienza a hacer memoria.
Sexo habían tenido siempre, incluso en los tres primeros embarazos, así que eso no podía haber sido.
-Muy bien, realizare un examen exhaustivo, Chiba-san quédese conmigo, sin embargo, ocupare que usted se retire Ën-sama.
-No – contesta secamente de nuevo fijando amenazadoramente su mirada en el anciano.
-Yo cuidare de Rin, Ën-sama, no se preocupe – corta Chiba llamando la atención de Ën –Vaya con sus hijos y cálmelos, cualquier cosa le mandare a avisar con Liang.
Resignado, Ën dedica una última mirada a Rin para luego salir de la habitación cerrando las puertas tras de sí.
-¿Cree que haya sido el veneno Tsutomu-san?
-Sospecho que el organismo de Rin ya no lo tolera como antes, Ën inició suministrando un par de gotas por día y a como veo el cuello de la joven sospecho que ha aumentado la dosis.
-Tiene miedo a perderla – susurra Liang bajando la mirada.
-Pues si sigue así la perderá antes de lo esperado…
Fin del Flashback
-Tsk… ¿Cómo que no mas veneno? – Ën alza la voz exasperado, sin embargo, su rostro no muestras sentimiento alguno –¡Sabe que pasara si no se lo administro! – fijando sus rubíes en el anciano con una mirada mortal su cuerpo comienza a convulsionar.
-A-Amo Ën – Liang posa sutilmente su mano en el hombro de Ën provocando que los espasmos cedan y con una fugaz mirada de los mortales rubíes, Liang aparta rápidamente su mano.
-Lo que ha escuchado, a menos que quiera perder a su cría – el anciano posa la mirada en Rin ignorando la amenaza en los ojos de Ën.
Liang por su parte se mantiene atenta ante las posibles acciones de Ën. Jamás le ha gustado que le digan lo que debe y no debe hacer, y aunque tolera bien a los humanos, el hecho de que sea uno el que lo limita puede provocarle un ataque de ira.
–Tomé una muestra de sangre de la princesa y estaba saturada en veneno, ha estado abusando – el anciano hace una breve pausa captando la mínima sorpresa que se asoma por los ojos de Ën -Lo que comenzó como el suministro de un par de gotas por día a aumentado, ¿A qué? ¿Veinte, treinta gotas en un día? El cuerpo de la princesa comienza a saturarse, ni siquiera un youkai podría soportarlo y considerando que el producto que acarrea también expide su propio veneno es probable que…
El anciano se vio interrumpido cuando Rin comienza a removerse debajo de las sabanas, captando la atención de los presentes.
-¿A-Amo Ën? – su voz suena débil pero para los oídos de Ën ha sido como si hubiera retumbado en la habitación.
Ya a su lado en un parpadear, Ën la acurruca contra su cuerpo
–Tuve un mal sueño – susurra débilmente contra el pecho de su esposo.
Ën fija su dura mirada en Liang haciendo una orden silente, y sin más la mujer se pone en pie ayudando al anciano, para luego ambos salir de la habitación dejando a la pareja en la privacidad de sus aposentos.
-Lo sé preciosa – una vez solos Ën puede derramar en silencio un par de lágrimas mientras comienza a deslizar sus dedos sobre los largos cabellos de su mujer –Ya todo está bien, vuelve a dormir, me quedare a tu lado hasta que despiertes.
Más calmada Rin asiente volviendo a caer dormida en brazos de Ën.
Cuando abre sus ojos la oscuridad ya inunda la habitación. Poco puede distinguir, pero algo llama su atención. Frente a ella, escondida entre las sombras, una silueta la observa y lo único que lograba distinguir son dos ojos ámbar que resplandecen y asimilan a dos pozos de oro líquido en constante ebullición.
-Shun…
El individuo dio un par de pasos hacia ella mientras Rin se sienta sobre el futon observando detenidamente la silueta.
-No, no es Shun-chan… - tan solo la altura y robustez de la figura despejan sus dudas poniéndola alerta.
Perdida en los ojos ámbar, inconscientemente comienza a compararlos con los de su cría. Los ojos de Shun al ver a su madre brillan con inocencia y amor; en cambio estos ojos muestran un deje de soledad, orgullo y mucho dolor.
-Esos ojos…
-o-
-¡Shun-chan! – Rin despierta sentándose de golpe en el futon.
Su respiración esta agitada y su corazón late desbocado. Enfrente de ella, aun a pesar de la oscuridad en la que se encuentra la habitación, dos rubíes la observan detenidamente desde una de las paredes. En un parpadear de ojos dos fuertes brazos la apresan protectoramente contra un fornido pecho.
-Tranquila preciosa, solo era un sueño – susurra Ën mientras acaricia sus cabellos.
-Y-yo… ¿Qué ha pasado?
Un vago recuerdo cruzo su cabeza como un rayo.
-¡Mi bebe! – rápidamente lleva sus manos a su vientre, relajándose al sentir vida aun dentro de él.
-Nos has dado un susto a todos humana descuidada, sin embargo, ya todo está bien – sonriendo socarrón, Ën trata de calmarla mientras aparenta tranquilidad –El bebe está bien, el medico dijo que el sangrado pudo ser causado por la falta de reposo y ahora deberás pasar en cama un largo tiempo.
Si eso aseguraba el bienestar de su bebe lo hará sin rechistar a pesar de que odia pasar el tiempo encerrada.
-Entiendo… - Rin asiente dedicándole una cálida sonrisa a su esposo -¿Cuánto llevo dormida?
-De luna a luna, un día entero – Ën lleva su mano al vientre de Rin acariciándolo –Debes tener hambre, vamos a la cocina a que comas algo, mandare a despertar a una de las cocineras.
-No es necesario, acompáñame – Rin hace el ademan de querer levantarse, pero los fuertes brazos de Ën la levantan en un abrir y cerrar de ojos.
-No esfuerzos, ¿Recuerdas?
-Pero ya reposé un día entero – infla sus mejillas haciendo un puchero, imitando a una mocosa de cinco años.
Ën se limita a suspirar profundamente y cierra los ojos caminando fuera de la habitación.
-Tsk… Dos meses y medio sin sexo y esta diablilla no coopera, cuando hace esa carita me dan ganas de metérsela hasta el fondo… Are, are…
Mientras cruzaban los pasillos, jardines internos y salones, Rin va sumida en sus pensamientos. Ese sueño ha sido tan real que más que sueño parece un vago recuerdo, pero en su vida había visto otros ojos ámbar así, solo en su pequeño Shun, y no eran los mismos, definitivamente no lo eran. Sin embargo, una muy fuerte corazonada embarga su pecho.
Una vez entran a la cocina, Ën baja a Rin de sus brazos dejándola cuidadosamente en el suelo.
-Te aseguro que no me romperé – dice burlesca Rin mientras Ën, mostrando sorpresa por un momento, afila su mirada fijándola en la espalda de Rin.
Ën se cruza de brazos y apoyándose en la puerta observa a su mujer ir y venir por varios minutos en silencio.
Cuando su mujer se quita el mandil y toma el cuenco colocándolo sobre la mesa con un vaso grande de leche, Ën vuelve a la vida caminando hasta la pequeña mesa dentro de la cocina.
Un extraño, por no decir repulsivo olor, atrae su atención y detallando el contenido del plato observa dos huevos revueltos servidos encima con algo de verdura cocida, un poco de mermelada de fresa y pequeñas tiras de pescado encima. Asqueado su piel se torna verdosa mientras se eriza, y una arcada se apodera de su estómago.
-No debí ver esto… No debí ver esto… Ahora tendré pesadillas… Definitivamente los raros antojitos de Rin son lo que más detesto de sus embarazos.
-Itadakimasu – ignorando al delicadito de su compañero, Rin hace una sutil inclinación una vez sentada y juntando sus palmas frente a su rostro, sonríe.
Desviando la mirada, Ën finge no escuchar a su pequeña mujer devorar todo lo que hay en el cuenco. En cuestión de unos cuantos minutos el cuenco reluce limpio y una enorme sonrisa adorna el rostro de Rin.
-¡O-i-shii! – agrega de forma cantarina mientras acaricia su vientre provocando otra potente arcada en Ën.
-¿Segura eso no te caerá mal? – al borde del desmayo Ën clava sus garras en la mesa tratando de recomponerse.
-¿Por qué habría de hacerlo? – sorprendida Rin ladea su rostro curiosa fijando la mirada en el rostro de Ën quien simplemente se limita a negar.
-Regresemos a la habitación.
-o-
Se observa a Ën vestirse frente al futon en el cual duerme Rin. Después de entrenar en el jardín privado que da a su habitación y darse un baño, era hora de regresar a sus deberes. El día anterior había dejado el papeleo de lado para cuidar de Rin y ahora que está mejor es necesario volver a ello.
-Buenos días – la voz de su mujer llama su atención mientras se abrocha la túnica.
Al levantar el rostro observa a Rin sentada sobre el futon aun adormilada. Como si los años no hubiesen pasado, Rin frota su muñeca contra sus parpados bostezando, provocando que recuerde la primera vez que la mocosa compartió su lecho.
-Buenos días – contesta secamente.
Algo común en Ën durante las mañanas es su mal humor. Rin sabe de sobra que a su esposo le pesa abandonar la cama durante las mañanas.
-¿Cómo te sientes? – pregunta Ën terminando de abrochar su túnica.
-Bien, como si nada hubiese pasado – se encoge de hombros Rin restándole importancia.
-Aun así, deberás quedarte en cama – Ën fija su mirada seria en Rin quien se limita a asentir –Ordenare que te traigan el desayuno y el medicamento – sin más Ën se encamina hacia las puertas y deslizándolas sale para dirigirle una última mirada a su mujer –Descansa.
Rin sonríe cálidamente asintiendo.
-o-
Dentro del estudio se observa a Ën sentado sobre uno de los cojines acompañado de Fai. Ambos revisan el papeleo que se juntó sumergidos en un profundo silencio, mismo que se ve interrumpido cuando Niza, la criada de Ën, ingresa al estudio con una charola donde descansa una tetera y dos pequeños contenedores de té en forma de platos hondos.
A pesar de la intrusa, los hombres siguen sumergidos en la lectura. No parpadean y ni siquiera expanden su diafragma para respirar. La humana se limita a hincarse, servir el té y dejar a un costado de ambos varones su respectivo contenedor. Sabe de sobra que de interrumpirlos recibiría una mirada gélida del Lord.
Una vez cumplida su tarea, deja la tetera sobre la charola en el escritorio y poniéndose de pie se encamina hacia la salida. Antes de siquiera poder permitirle gritar, una sombra se materializa delante de ella y tomándola por la fuerza la hace girar quedando de frente hacia la habitación con un sable contra el cuello. Al lograr asimilar las cosas, Ën y Fai ya están de pie a un par de metros con sus katanas desenvainadas.
-Traigo un mensaje de Lord Osamu - el hombre cubierto por ropajes negros de pies a cabeza solo permite ver un par de esmeraldas como ojos y una tez pálida que los contrasta.
-¡¿Cómo osan irrumpir así en mi palacio?! – gruñe Ën despidiendo un aura negra casi palpable que comienza a cernirse en la habitación -¿Cómo has podido pasar sobre mis guardias?
-Tranquilo Ën-sama, solo estoy aquí para entregar el mensaje, una vez lo acepte me retirare.
Sin embargo, haciendo demostración de su mala fama en torno a su poca tolerancia, Ën hace amago de querer lanzarse sobre el intruso quien al verse amenazado presiona más el sable sobre el cuello de la chica, provocando un corte superficial, y que de no ser por Fai que tomo uno de los hombros de Ën frenándolo, hubiera podido llegar a ser mortal. La humana no para de llorar y temblar aterrada, soltando un desgarrador grito al sentir el filo hundirse en su piel.
-¿A qué se debe la irrupción de esta manera? – Fai es quien alza la voz ahora, tratando de calmar el ambiente.
-Lord Osamu se ha sentido rechazado por parte de Lord Ën al no prestar atención a su petición y ha creído conveniente ejercer presión – sin inmutarse, el intruso analiza los movimientos de los youkais presentes.
-Entonces dame el mensaje y desaparece, pero aclárale al Lord que esto traerá repercusiones políticas – amenaza Fai manteniendo un aspecto calmo, pero con un tono de voz severo.
El susodicho asiente y de entre sus ropas saca un pergamino lanzándoselo a Fai para luego sacar de su manga un par de bombas de humo y, estrellándolas con fuerza en el suelo, las hace explotar aprovechando la distracción y desvaneciéndose, dejando a la chica caer sobre sus rodillas ya libre y salva.
-Tsk… - enfurecido Ën corre hacia los pasillos buscando al sujeto y lanzando un fuerte rugido alerta al palacio del intruso -¡Rin!
¿Cómo se había permitido estar tan distraído? La situación del día anterior y lo que el médico le había dicho no paraba de rondar su cabeza y eso había puesto a Rin en peligro.
Sin más desaparece en el pasillo dejando a Fai atrás.
-¡Chiba!, !Liang! – grita Fai mientras socorre a la humana cortando un trozo de tela de la manga de su túnica para hacer presión sobre el pequeño corte que, aunque ha sido superficial, por la zona donde se realizó no para de sangrar –Estarás bien, no es nada grave, procura tranquilizarte, ¿Puedes continuar haciendo presión?
La humana solo asiente y llevando sus manos a donde Fai tiene la suya, ejerce presión con la tela mientras Fai toma el pergamino guardándolo en su túnica.
-¡¿Fai-sama que ha ocurrido?! – la primera en aparecer por el pasillo es Liang, que al ver a la chica se acerca a revisarla –Todos en el palacio están alertados, los guardias han ingresado y están buscando a cualquier sospechoso.
-Un espía de Lord Osamu ha irrumpido, trajo un mensaje, pero no paso a mayores – observando a la humana por un momento fija su mirada en Liang –Busquen posibles heridos y has que traigan al médico del pueblo en la brevedad posible.
Sin más Fai desaparece.
-o-
Desde su habitación Rin ha escuchado la explosión y el rugido, y para empeorar la situación cuatro guardias han irrumpido en la habitación rodeando el futon donde descansaba.
-¡Lo…Los niños! – Rin alterada hace el intento de ponerse de pie cuando de la nada Ën aparece en la habitación dejando las puertas abiertas tras de sí.
Rin al observar a su compañero se tranquiliza, deteniendo sus esfuerzos.
-¡Largo! – Ën ruge y no necesita decirlo dos veces pues en cuanto escupe la orden con rabia los soldados desaparecen cerrando las puertas tras de sí.
-¡A-Amo Ën! ¿Qué fue eso? ¿Qué sucede? ¡¿Los niños están bien?! – Rin empieza a agitarse, pero en un parpadear unos cálidos y fornidos brazos la rodean.
-Todo está bien, tranquila – Ën lleva una mano al vientre de su esposa –Debes calmarte o al niño le hará mal.
Rin asiente y tomando aire como Liang le había enseñado, se relaja en los brazos de su esposo.
-Fue un intruso, un mensajero de Lord Osamu, pero ya se ha ido así que tranquila – sin dejar de acariciar el vientre de su mujer, Ën acurruca su rostro contra el pecho de esta, calmándose ante los delicados latidos y la calidez que desprende el pequeño cuerpo.
Rin sonríe llevando una de sus manos a la nuca de Ën mientras con otra acaricia su espalda. No necesita preguntar para saber que le ocurre. Debió temer que algo le ocurriese, y es que no paso ni un segundo después de la explosión cuando ya estaba ingresando a la habitación.
Deseaba enserio quedarse así un poco más, adora la calidez de su mujer, pero unos pasos en el pasillo resuenan con fuerza acercándose y sin más se aparta, manteniéndose sentado a un costado del futon junto a su mujer.
-¡Oto-san! ¡Oka-san! – Hao corre las puertas de golpe observando a sus padres asustado y con su respiración agitada.
Mientras su madre le dedica una cálida sonrisa, su padre se muestra estoico como siempre ante su presencia.
Un par de segundos después aparecen ante las puertas Shun y Mai con Len en brazos. La última hace una breve reverencia a la pareja.
-Tranquilos niños, todo está bien – Rin palmea el futon a su lado –Vengan.
Sin dudarlo Hao entra a la habitación mientras Shun dirige una mirada a su padre quien se limite a asentir brevemente dando permiso a su hijo mayor de entrar. Ambos se recuestan sobre el futon junto a su madre mientras Mai ingresa tras estos y deposita a Len junto a su madre, para luego abandonar la habitación cerrando las puertas tras de sí.
-Oka-san, ¿Estás bien? – Hao fija sus ojos en el rostro de su madre quien le dedica una sonrisa cálida y acaricia sus cabellos castaño oscuro.
-Si Hao-chan, discúlpenme los tres, pero no me sentía bien y por eso no pude ir a darles sus besos de buenas noches ayer, su hermanito es muy inquieto y por ello tengo que quedarme en cama.
-No te preocupes Oka-san – Shun fija su mirada en su madre, quien lleva su mano libre a su mejilla acariciándola –Ayer les conté un cuento para que durmieran, Oto-san me lo dio de la biblioteca.
Sorprendida, Rin desvía la mirada a Ën, quien simplemente suelta un bufido y cruzándose de brazos cierra los ojos. Aunque era normal que Ën no mostrara afecto a los hanyous, siempre se preocupaba por ellos y tenía detalles de ese tipo.
-Ya veo – susurra Rin regresando su mirada a sus hijos sin dejar de darles mimos –Espero se hayan portado bien y no ocasionaran problemas.
Shun y Hao asintieron, este último con un toque de solemnidad fingida, a lo que Len imita a sus hermanos, fingiendo incluso mejor que Hao.
-Tsk… Malditos bribones – Ën chasquea la lengua manteniéndose en la misma posición.
-o-
El resto del día la pequeña familia permaneció dentro de los aposentos. Comieron el almuerzo y bebieron el té de la tarde juntos. Cuando Ën decidió que era hora de regresar a sus labores ya era tardenoche y había dejado a su mujer y crías acurrucados en el futon tomando una siesta. Había mandado a reforzar la seguridad añadiendo dos soldados fuera de las puertas que dan hacia el pasillo y otros dos fuera de las que dan hacia el jardín privado. No quería llevarse otra desagradable sorpresa.
Dentro del estudio se observa a Ën sentado detrás de su escritorio y a Fai delante de este sosteniendo en sus manos el pergamino extendido.
-Lord Osamu quiere que nos unamos a su causa – Fai suspira pesadamente dejando el pergamino sobre el escritorio.
Como General de las tropas de las tierras del Este debe de estar consciente de lo que ocurre entre las relaciones diplomáticas de las tierras, y si algo admira del antiguo y actual Lord del Este es que han logrado mantenerse al margen de las guerras entre las tierras por su capacidad de tomar decisiones, favoreciendo así a dar una vida tranquila y pacífica al Este.
-¿Y el prisionero? – Ën luce fastidiado, poco le interesa lo que esa vieja serpiente tiene para pedirle, ahora lo que le interesa es tomar venganza.
-En el calabozo.
-Responde al mensaje con un no rotundo y que me traigan la sangre de esa sabandija para usarla como tinta para el sello y la firma – sin más Ën da por terminada la plática continuando con el papeleo.
-Ën, aunque trates de ignorarlo, las pretensiones de Lord Osamu son las de regresar al clan Byakko las tierras del Oeste derrocando al Lord y poniendo en su lugar al hijo del difunto Lord Kazama.
-Tsk…- Ën sorprende a Fai al golpear el pequeño escritorio haciéndolo añicos -¡No lo menciones en mi presencia! – escupe con repugnancia.
-Daishi-sama ha elegido ya luchar al lado de Lord del Oeste – los ojos de Ën flamean y en un parpadear apunta con su katana desenfundada al cuello de Fai ejerciendo una mayor presión sobre la piel provocando que derrame una gota carmesí a lo largo.
Por su parte Fai se mantiene estoico. No permitirá que Ën lo intimide, como Lord puede amenazarle, pero no por ello intimidarle.
-Ese traidor… – susurra Ën entre dientes rodeándose de un aura oscura.
-No es un traidor – en un rápido movimiento Fai toma la katana firmemente con su mano derramando gruesas gotas de sangre sobre el pergamino mientras se pone de pie quedando a la altura de Ën – Si estas así por lo ocurrido con su abuelo, ellos solo liberaron a su abuelo del espíritu que lo poseyó, ahora que si lo que te tiene así es…
Fai no puede terminar la frase puesto que Ën estampa su puño en su mejilla tirándolo contra el suelo.
-¡No te refieras así a mi ancestro! Pero, ante todo, no oses mencionarla, ¡No tiene nada que ver con él! – encolerizado Ën apunta con su katana al rostro de Fai quien derrama por sus labios un hilillo de sangre hacia su mentón –Eso es cosa del pasado.
-Por lo que hicieron por Ryokotsusei se los debes, además Lord Osamu y Lord Kazama solo han traído desgracias a estas tierras, no toleran a los humanos y solo se aprovechan de tu aversión hacia el Lord para hacerse de nuestro ejército…
-No me involucrare en una guerra absurda – soltando un profundo y leve gruñido vuelve a envainar su espada dejándola en el taburete donde descansaba y sin más pasa a un costado de Fai con intenciones de salir de la habitación –Además, ese imbécil no tolera a los humanos tampoco.
-Si no lo hace por él, lo terminara haciendo por Daishi-sama, al final, de alguna manera tiene que saldar su cuenta – Ën se detiene al escuchar esas últimas palabras –No todos los días se rescata a la mujer de un Lord.
Encolerizado, Ën suelta un profundo rugido para desaparecer en el pasillo dejando las puertas abiertas tras de sí.
-o-
Al día siguiente la relación entre Fai y Ën continua tensa, ninguno de los dos se dirige la palabra a menos de que sea sumamente necesario. Así transcurre un mes. Rin se limita a apoyar a Ën y llenarlo de mimos. Sabe que una vez que esté más tranquilo le dirá lo que pasa.
Mientras Ën cumple con sus deberes como Lord a lo largo del día, la rutina de Rin se ha limitado a quedarse recostada y de vez en cuando, salir al jardín a tomar baños de sol.
Durante la mañana, después de tomar el desayuno, se observa a Rin sentada sobre el porche del jardín privado de los aposentos.
El sol está en su máximo esplendor provocando que la temperatura resulte bochornosa a pesar de que están en otoño. Rin viste un kimono sencillo que deja al descubierto sus piernas y brazos, así como un discreto escote. Mientras se abanica con un abanico de papel y madera, observa a Ën entrenar con su katana.
Ën lleva su torso desnudo y viste únicamente sus pantalones. Su cabello lo lleva recogido en una cola alta, dejando escapar un par de mechones rebeldes.
A pesar de la distancia, Rin logra detallar como del pecho y abdomen de su esposo caen gotas de sudor trazando seductivos caminos en su cuerpo bien formado. Además, por llevar el pantalón en las caderas pueden observarse perfectamente sus oblicuos y, en ocasiones cuando le da la espalda, la visión de esos hoyuelos en su espalda baja junto con lo ancho de su espalda alta la hacen delirar.
Debe admitir que el embarazo la pone más caliente de lo normal, sobre todo en los últimos meses y, mientras sigue abanicándose de una manera un tanto frenética, se come con la mirada al bombón que tiene por amante mientras sus mejillas se sonrojan.
-¡Rin! – la potente voz de Ën en un grito la hace salir de su ensoñación, provocando un sonrojo más intenso.
-¿S-Si Amo? – fija la mirada en la de él, quien a su vez la mira serio y un tanto irritado mientras enfunda la katana y la deja contra el tronco de un árbol cercano.
-Llevo minutos llamándote – gruñe Ën fastidiado con un tic sobre una de sus cejas –Deja de pensar en cosas sucias.
-¿A-Are? – sorprendida Rin agita más rápido el abanico. Es tal el frenesí que pareciera que su mano se va a zafar de su muñeca en cualquier momento.
-No te hagas la inocente – escupe Ën de malhumor.
-Y-Yo no…
Rin se ve interrumpida pues en un parpadear Ën está frente a ella.
-Te puedo oler a kilómetros Rin – su nombre lo dice con algo de burla –Me distraes con ese aroma a cachondez que desprendes pervertida – sonríe socarrón al ver como las mejillas de su mujer se sonrojan violentamente.
Rin desvía la mirada avergonzada y sin poder evitarlo, Ën baja su mirada observando por el escote como gotas de sudor surcan en delgados caminos hacia los pechos de su mujer.
-A la mierda la abstinencia – soltando un profundo y suave gruñido Ën tira de una de las mangas de Rin dejando uno de sus pechos al desnudo provocando en ella un leve gemido.
Está por devorarla cuando la presencia de un youkai lo detiene, activando sus sentidos de alerta mientras vuelve a cubrir el pecho de su mujer.
-Ën-sama – detrás de Ën hace acto de presencia una joven youkai de cabellos negros largos, recogido en una alta coleta con un listón largo de seda color rojo. Debajo de sus ojos se observan marcas similares a las de Ën, pero más delgadas aún. La mujer esta hincada sobre una de sus rodillas con la mirada en el suelo y poco se logra apreciar de su rostro.
Viste un pien-fu de manga corta, que se ciñe sobre sus delgados brazos, y cuello alto color negro. Sobre las mangas lleva puestas hombreras de pesada armadura negra. Sobre su cintura se ciñe una faja con decorados carmesí que se ajusta en un moño de listón de seda a su espalda del mismo color que el decorado. De la faja se desprenden dos hojas de armadura a juego con las hombreras, que protegen sus muslos. Bajo la túnica viste un pantalón estilo sashinuki negro y sus manos están enfundadas con guantes holgados de las muñecas, atados con los mismos listones que los de su cabello y faja.
-¿Tao? – Ën ensancha sus ojos al reconocer la voz, llamando la atención de Rin.
Es la primera vez que Ën reacciona así frente a ella. En la casi década que llevan juntos, muy pocas cosas lo han tomado por sorpresa; incluso su rostro se ha descompuesto ante la presencia de aquella youkai.
–Tsk, ¡Rin rápido!, entra a la habitación y toma lo indispensable, debemos huir.
-¿Qué ocurre? – Rin lo mira impresionada al ver su quijada tensa.
En un parpadear Ën ya la tiene en sus brazos y, cargándola de forma sobreprotectora con toda la delicadeza que se puede, ingresa a la habitación rápidamente.
-¡E-Espera Amo! ¡¿Y los niños?!
-Ellos estarán bien, por lo pronto hay que sacarte a ti de aquí, en la noche vendré por ellos – susurra alterado.
Está por bajar a Rin cuando dos siluetas femeninas aparecen de la nada hincadas sobre una rodilla en medio de la habitación vistiendo ropajes similares a los de la youkai, aunque más simples, de color negro.
-Ën-sama le pedimos coopere por favor – dicen a la par las dos youkais mientras la que responde al nombre de "Tao" ingresa a la habitación detrás de ellos sosteniendo la katana de Ën en una de sus manos.
-Tsk.. – una gruesa gota de sudor resbala por la sien de Ën y fijando sus rubíes en los pozos chocolate de su mujer se hinca rendido bajando la cabeza mientras mantiene a una muy preocupada Rin en sus brazos –Mi padre está de visita…
