Ezeiza, Buenos Aires.
Aeropuerto Internacional Ezeiza.
Debido a la sorpresa del momento no había podido pronunciar palabra alguna. Sentía que cuatro pares de ojos estaban posados en ella esperando alguna reacción, además de los muchos más que veían curiosos la escena. La simpática Yuki resultó no ser otra que Yukiko Aoi, la hermana mayor del mediocampista japonés, el dichoso Príncipe del Sol.
-Este...- Musitó, mirando a su amiga con su cara completamente roja de la pena. -¿Shingo Aoi es tu hermano?
Yuki asintió, sonriente.
-No quise decírtelo porque quise darte una sorpresa.- Dijo entonces, apenada.
-¡Y vaya que me la diste!
-No parece muy feliz de vernos, ¿acaso alguno de ustedes la conoce?- Preguntó Tomeya a sus compañeros, en su idioma madre. Los otros dos negaron y la japonesa, quién oyó esto, atinó a responder sus dudas.
-Shingo...- Inició Yuki, ganando su atención. -En realidad yo te mentí sobre lo que realmente ocurrió.
-¿Me mentiste?- Enarcó una ceja, lanzándole una curiosa mirada a la aún perpleja chica. -Y... ¿por qué?
-Una mujer que se hizo pasar por una empleada del lugar me robó todas mis cosas, también mis documentos, efectivo y tarjetas.
-Oh, y... ¿cómo hiciste?- Su mirada confusa cambió a una preocupada, cosa que Azula notó y le provocó una leve sonrisa, pese a no comprender su charla en japonés. -¿Dónde dormiste? ¿Has comido algo? ¿Tienes hambre?
-Ahí es donde esta linda chica entra en escena.- Dijo Yuki tomando del brazo a Azula, quien volvió a ruborizarse. -Ella es Azula, me acogió en su casa, me alimentó, me permitió ducharme, me prestó su ropa y cuidó de mi.
Shingo cambió otra vez su expresión preocupada por una sonrisa de alivio y agradecimiento, la cual le ofreció a la chica junto con una leve inclinación propia de los japoneses.
-A propósito...- Yuki soltó a Azula para tomar del brazo a su hermano menor, sonriéndole. -Ella me ha mencionado que es una gran fan del Príncipe del Sol.
-¿De verdad?- Sonrió él, ante la curiosa mirada de sus compatriotas futbolistas. -Bueno, deberemos pensar en algo para agradecerle por la ayuda, ¿no?
-Esto se está poniendo interesante.- Comentó Hyuga, con mofa.
-Yuki... ¿qué es lo que estás haciendo?- Preguntó Azula en baja voz, al notar las insistentes miradas tanto del chico de Albese como las de la Reggiana y La Sampdoria.
-Solo intento devolverte el favor.- Le sonrió ella. -Shingo dijo que te agradecerá la ayuda con una cena.
-¡Yo no quiero una cena sola con él!- Chilló, roja.
-Yo no dije que ibas a estar sola con él.- La japonesa enarcó una ceja, juguetona. -Me caes bien y también estoy muy agradecida contigo, pero deberás hacer más que eso para que te entregue a mi hermanito.- Se rió. -Me refería a que nos acompañes a almorzar.
-Bueno...- La argentina dudó un poco, rascando su sien. -Yo estoy esperando a...
-¿Qué es lo que pasa, Yuki?- Quiso saber Aoi.
-Le pregunté si quería venir a almorzar con nosotros.
-¡Es una gran idea! Yo pagaré.- Sonrió el chico de Gifu. -Después de todo tengo que retribuírle algo de lo que hizo por nosotros.
-Es un hecho entonces.- Asintió Yukiko, volteando a su amiga. -En un rato iremos a almorzar y vendrás con nosotros.
-Eh.. está bien. Solo no quiero que nadie pague mi cuenta, no me gusta que paguen por mi.
-Bien.
-Disculpen, Hyuga, Aoi, Akai...- Un hombre apareció con un pequeño, hablándoles en italiano. -¿Podrían regalarnos una foto?
-Claro.- Sonrió el Tigre, siendo el primero en saludar y fotografiarse junto al niño, Tomeya el segundo y Shingo el tercero. Entonces el hombre y su hijo, muy agradecidos, continuaron y ellos regresaron a su asunto.
-Por cierto, Yuki...- Tomeya habló, escapándosele el idioma recién empleado, sonriéndole con pena. -¿No crees que fuiste muy dejada al entregarle tus cosas a una desconocida sin siquiera cuestionar?
-Es cierto.- Shingo frunció el seño, continuando con el italiano, listo para el regaño que tantas veces había padecido de su parte y que ahora le tocaba dar a él. -¿Cómo se te ocurre hacer algo tan tonto?
-Están hablando en italiano...- Yuki sonrió nerviosa. Por suerte el italiano era el otro idioma que había aprendido por despecho. -Yo...
-No te vayas a morder la lengua, eh.- Murmuró Azula, mirando de reojo al número veinte japonés, con quien tuvo una breve mirada cruzada. Aoi se sonrojó ante eso.
-¿Sabes hablar italiano? ¿Por qué no lo dijiste desde un principio?- Cuestionó el Red Stopper, intentando salvar a su amigo. -Seguramente no comprendiste nada de lo que dijimos anteriormente.
-Deja que Shingo le responda.- Se rió Hyuga.
-¿De qué están hablando?- La de cabello negro miró a su amiga, luego a su hermano y después a los compañeros de este. Shingo suplicó con la mirada a la argentina que dejaran el asunto ahí, pues de enterarse Yukiko sobre aquella estafa, sobre todo habiendo pasado tantos años, seguramente pondría el grito en el cielo.
-Nada, Yuki.- Sonrió, guiñándole el ojo al joven mediocampista. -Si ustedes tienen hambre, pueden ir a comer. Yo voy a esperar a Tsubasa.
-Cierto, Tsubasa y Sanae arribarán en un rato.- Recordó Aoi. -En fin, podríamos esperarlos y comer todos juntos. Entre el parloteo italiano y español podríamos entendernos.
-Yo quisiera ir al baño.- Dijo Yuki, mirando a Azula con curiosidad.
-¿Querés que te acompañe?
-No, no quisiera que perdieras tu lugar. La gente ya está comenzando a llenar la zona.
-Anda, te acompañaré.- Le dijo Akai, comenzando a caminar junto a ella. -De seguro el baño de hombres también queda allí.
-Yo también quiero ir.- Kojiro los siguió.
-¡Ni siquiera saben a dónde van!- Soltó Azula en voz alta, logrando que los tres volteasen. Entonces señaló un letrero que indicaba el sector de baños, el cual estaba al lado contrario al que ellos iban.
-Gracias, guía de toilette.- Dijo Hyuga, al pasar junto a ellos de nuevo.
-De nada, Gojira Hyuga.- Le sonrió la chica. Aoi soltó la carcajada al igual que Yuki y Tomeya.
-Nunca se me habría ocurrido.- Dijo Shingo al estar finalmente solos, mientras le enseñaba una sonrisa.
-¿Yuki no sabe de tu altercado en Italia?- Preguntó ella, enarcando una ceja. -Hasta yo lo sé.
-No lo sabe nadie, no sé cómo es que tú lo sabes.- Hizo un mohín. -¿Cómo lo sabes?
-Se dice el pecado pero no el pecador.
-¿Y eso significa...?
-No te lo voy a decir, pero tu secreto está a salvo conmigo.- Sonrió. -¿Vas a poder con Yuki? Si no, podría tenerla en casa unos días más o los días que necesiten.
-No será necesario, por suerte cuento con el dinero suficiente.- Respondió, amable.
-¿Seguro? No es como si cobraras el sueldo de un futbolista de primera categoría.- Preguntó, enrojeciendo al instante al notar la mirada de él en ella. -¡Perdón! ¡No quise menospreciarte!
Aoi se rió.
-No te preocupes.- Le dijo, mientras la analizaba detenidamente.
Era notorio que la chica se encontraba un poco nerviosa, su rubor y el movimiento de sus manos así lo demostraba. Observó un poco su rostro o lo poco que alcanzaba a ver a su lado, viendo inmediatamente un pequeño lunar que ella tenía junto a la boca. Notó sus facciones latinas, su nariz, sus pestañas... Entonces, ella volteó a él.
-¿Qué?- Quiso saber, pues su mirada era insistente pero casi indiferente. Aoi negó y ella hizo una mueca, rogando porque el trío apareciese ya.
En aquel momento, Azula tuvo una especie de acto reflejo.
-¿Qué pasa?- Preguntó Aoi, pues la chica sin decir palabra alguna lo miró y acercó su mano a su pecho. -¿Qué? ¿Tengo algo?- Se miró, pero no encontró nada extraño más que el comportamiento de esa joven.
Entonces la castaña, sonrojada hasta las orejas, comenzó a tantear el trabajado pecho del futbolista con la yema de sus dedos. Tal tacto resultaba encantador, el avergonzado chico tenía lo suyo, pero su propósito estaba muy lejos de ese. Azula sonrió levemente al sentir algo allí.
-Ya veo...- Aoi suspiró internamente al percatarse de lo que ocurría, procediendo a sacarse la pequeña bolsita que colgaba de su cuello, la cual contenía sus adoradas monedas. Tomó su mano, le sonrió y la colocó en ella.
-Oh.- Azula las contempló como si de un verdadero tesoro se tratase, mirándolo después con sorpresa. -¿Me las estás...
-...prestando.- Terminó él. Ella hizo un mohín. -¡Oye! ¿Cómo crees que te las regalaría?- El futbolista soltó una carcajada. -Apenas y te conozco, y esto es demasiado valioso para mi como para ponerlo como recompensa por mi hermana.
-Yuki vale más de tres monedas.- Comentó la argentina, con una sonrisa divertida pero manteniendo el rubor en su rostro.
-Eh.- Shingo hizo una mueca, recibiendo de nuevo sus monedas y regresándolas a su lugar.
Aoi le sonrió e inconscientemente un pensamiento sobre lo linda que se veía estando sonrojada se le cruzó por la mente. Desvió su mirada y tranquilizó su cerebro. ¡No podía andar pensando en cosas así, mucho menos con la nueva amiga de su hermana! ¿Qué es lo que Yuki pensaría si lo viese de baboso con ella?
(Bueno... Aunque resultase que contemos con ella el resto de nuestra estadía, ya al volverme a Italia todo esto se me pasará.)
Volvió a lanzarle una rápida mirada, la cual causó que una leve duda de lo que acababa de pensar se le apareciera.
(¿Cierto?)
