Capítulo sin corregir. Escrito por FabyVece.
(no lo he corregido por problemas de tiempo, pero lo haré pronto. Tampoco quería dejaros sin capítulo ^^)
Escuchó estrépitos con la vieja cerradura de la puerta, continuamente la cerraron y pasos arrastrados por toda la pequeña habitación. Luego se lanzaron y un quejido se escuchó junto con un fuerte golpe al piso.
—¡Diosas! —. Dijo Link, mientras intentó encender un candil para proyectar mejor entre la oscuridad. Lo alzó viendo a un Raiden tirado en el suelo riéndose —. Estás ebrio, mide como llegas —. Se quejó.
—¡Me encanta! —. Gritó el pelinegro.
Link ensambló una expresión de fastidio en su rostro, con la poca claridad de la habitación y el estado de su compañero, era técnicamente imposible que se diera cuenta sobre su acción. Se limitó en ayudarlo a colocarle en su cama, quitándole las botas para que tuviera un descanso más cómodo. No era la primera vez que cuidaba del sueño de sus compañeros, muchos se las arreglaban para conseguir bebidas estando en una zona de guerra y vigía constante.
—Si te da náuseas, ahí está un balde. No arruines el piso —. Decía, mientras se arreglaba nuevamente en su cama.
—Estoy lleno de vómito, ¿hay que limpiar la calle de la ciudadela? —. Link rió.
—Duérmete, y deja dormir a otros.
Habían pasado un lapso de tiempo que ni él mismo había contado, luego los ronquidos continuos de su amigo hicieron contraste con el sonido sepulcral de la recámara. Ni siquiera había pegado el ojo desde entonces, lastimosamente las noches se volvían momentos en el cuál a su mente llegaban recuerdos de cada cosa de su infancia.
Instintivamente miró a su costado, donde el candil dejaba una luz tenue sobre las cosas que habían en una pequeña cómoda vieja. Había un papel rectangular debajo del candil, el cual, él ni siquiera se había molestado en abrir o al menos sentir curiosidad por lo que había escrito adentro.
Su mente estaba ocupada en cosas mucho más importantes para estar respondiendo o leyendo cartas, además que ésta sólo ayudó que recuerdos de su padre y de su corta infancia, aparecieran una tras otra, simplemente ocasionando un dolor indescriptible alojado en su pecho.
Pero, a la vez pensaba que estaba actuando egoísta. Sólo estaba pensando en él mismo, en su sufrimiento y que nadie más lo entendería. Ella no tenía la culpa de nada de eso, ni siquiera sabía por el montón de cosas espeluznantes que él pasó durante su crecimiento, nadie más que él mismo comprendía su eterno dolor y sólo él podía juzgarse y reprocharse miles de veces.
Estiró su brazo tomando el sobre con delicadeza, la abrió mientras sacó el trozo de papel doblado que yacía adentro. Lo desdobló levantándose para tener un poco más de claridad y leer lo que su antigua amiga, quería decirle.
...
Ése corto fin de semana pasó rápidamente para desdicha de los jóvenes soldados. Nuevamente se encontraban con el sol saliendo desde el horizonte y ellos en su respectiva formación, tal cuál le enseñaron en la Academia.
Por otro lado, Link se encontraba reacio en formación, observando de reojo a un Raiden somnoliento y bostezando en lapsos cortos.
—Te dije que duermieras temprano —. Recalcó Link a su compañero.
—Estoy perfectamente bien. Sólo que con un poco de sueño, no es para tanto —. Dijo irónico.
—Ryota te llega a ver en esas condiciones, tendrás un castigo de seguro —. Dijo él.
—¿Ryota? ¿Desde cuándo lo llamas por su nombre? —. Dijo Raiden en un tono confuso.
Link quitó la vista sobre su amigo concentrándose en un punto específico. Había mantenido en bajo perfil la crianza que Ryota le había dado después de que su padre falleciera, todo el tiempo que se había dedicado a él y se convirtiera en el joven que era actualmente. No quería causar revuelos con los demás soldados, y pensaran que él era un protegido del capitán del ejército. Al contrario, él mismo quería valerse, quería ganarse sus puestos y sus medallas por méritos, y no siendo comprado o por ser el favorito del capitán Ryota.
Aunque el mencionado no parecía entender eso.
Link prefirió morderse la lengua ante tener que responder a eso, no es que no confiaba en Raiden, lo hacía, e incluso el mencionado le contó muchos secretos de su vida en el lapso que se conocieron. Link le había ocultado muchas bajezas que había cometido el pelinegro a sus superiores, evitando que lo castigaran o inmediatamente lo mandaran de baja.
¿Estaba bien qué él ocultara eso? ¿O nuevamente estaba siendo egoísta pensando en su propio bien?
—¡Atención!
El llamado hizo que los presentes se colocarán firme ante su capitán, el hombre de tez pálida apareció mostrando la hilera perlada de sus dientes, cuya sonrisa siempre le caracterizaba.
—Hoy tendremos un arduo entrenamiento alrededor de las murallas, también saldremos a campo abierto para refrescar y ejercitar esos cuerpos que se han mantenido rígidos después de estar afuera por todo un año —. Habló en voz alta —. En un par de días, tendrán una nueva misión. Aún no sabemos los detalles, pero tengan por seguro que será algo grande. ¡A entrenar!
Link dejó salir un largo suspiro, Ryota había llegado en el momento justo para interrumpir la pregunta que le había hecho Raiden. Podría pensar mejor en una mentira un poco más convincente, que fuera creíble y la mantuviera tanto como pudiese. Aunque muy en el fondo seguía reprochándose que no estaba actuando de la forma correcta, y más que la mentira, tiene patas cortas.
...
Las horas tempranas pasaron, con ello el entrenamiento arduo que llevaban en medio de la llanura, cerca a las altas murallas del Palacio.
Link seguía muy concentrando en su entrenamiento cuerpo a cuerpo con un recluta más, contrarrestando los golpes que esté le proporcionaba con la hoja de su espada, los bloqueaba alzando su escudo y en el acto, escuchándose el choque metálico de ambos. Se echó un paso hacia atrás para devolverle un golpe un poco más fuerte que su contrincante le había propinado, éste sin darle tiempo volvió a golpearlo con su espada, Link seguía bloqueándolo con su escudo esperando el momento perfecto para atacarlo.
En un momento se sintió incómodo, aquella incomodidad se trataba de alguien que lo observaba en su entrenamiento, cuya mirada él fácilmente reconoció que era su superior. El capitán observaba fascinado el combate, o al menos Link dedujo por la forma tan impactante de su rostro.
En el fondo, sentía la necesidad de no defraudarlo, que viera por el mismo que todos esos años de duro entrenamiento que él mismo le propinó, fueron los mejores de su vida. Y creó, al mejor caballero de toda su familia; o al menos, él lo pensaba así.
Bloqueó otro golpe y éste hizo que el recluta se echara hacia atrás por su mismo impulso. Link tomó provecho de esto para ir más atrás y tomar una buena base, estiró su espada hacia atrás y el escudo así frente, fijando su objetivo cómo se acercaba lentamente a él. Link en un momento justo, corrió e impulsó con sus piernas flexionadas, un salto que giró sobre el recluta, donde Link posó la punta de su espada en la nuca del muchacho. Si fuera una batalla real, su contrincante hubiera desfallecido por la herida fatal. Link cayó agachado a espaldas de su amigo, un poco impresionado por el ataque que había hecho, incluso sintió que en algún momento de su vida lo había ejecutado.
A si alrededor empezaron a escucharse aplausos, y eso hizo que saliera de su trance.
—Vaya Link, ¡eso fue genial! —. Comentó ensimismado el recluta con quién luchaba.
Link volteó a verlo apenado, y el resto de sus compañeros aplaudiendo.
—Gracias, Ethan —. Dijo él con las orejas sumamente calientes.
Por curiosidad, buscó sobre todos los presentes al capitán, a quién vio que se adentraba en una carpa que él mismo mandó a levantar mientras los soldados entrenaban a campo abierto. Tuvo impulsos de querer entrar, pero eso, sólo haría levantar más sospechas con Raiden. Aunque el mencionado, estaba entrenando al otro extremo de la llanura, en vista que su especialidad era la arquería.
Link agradeció a sus compañeros por los halagos, se vio presionado y quiso huir rápidamente de ése lugar. Odiaba ser el centro de atención, por el simple hecho que le incomodaba. Él pensaba que era alguien inexistente en el mundo, alguien que no ha aportado nada más que su presencia, y odiaba que fuera reconocido sólo "por sus ataques", cuando las hazañas en un combate real y los sacrificios deberían ser más reconocidos. Cómo lo fue su padre, y nadie habla de él por su heroica hazaña.
Caminó hasta la carpa donde se encontraba el superior, Link entró sin pedir algún permiso, estaba acostumbrado a eso.
Ryota alzó la mirada y sonrió al verlo.
—Excelente lo que hiciste allá afuera —. Dijo con la sonrisa ensanchada —. ¿Cuándo entenderás que éste ya no es tu lugar?
Link dejó salir un suspiro frustrado.
—No venía a hablar de eso, sólo quería ofrecerte disculpas por lo mal que actué —. Dijo él, sereno.
Ryota rió.
—Pues, creo que me ofrecerás disculpas cada vez. Porque no dejaré de preguntarte si lo has pensando.
—Y seguiré respondiendo que no iré, hasta que mis compañeros también lo hagan —. Empezaba a enfadarse nuevamente.
Ryota dejó a un lado su pluma, alzando las manos al nivel de su barbilla entrelazándolas.
—Lo dices por ése amigo tuyo Raiden, ¿no? —. Intuyó.
Link se sorprendió con la facilidad y lo tan controlada que era su vida en manos de Ryota. Seguramente él siempre sabía cada movimiento que él hacía en cualquier parte y con quién andaba. En parte, tenía razón, sabía lo tanto que Raiden se esforzaba y lo tan importante que era para el pelinegro cumplir su sueño. No sólo Raiden, si no todos.
—No, habló por todos, Ryota —. Siguió sereno —. Es injusto, ¿por qué sólo yo?
—Link, no soy yo quién está haciendo todo esto. Es una decisión que pasa sobre mí, y los apoyo porque sé que te lo mereces —. Ryota se levantó —. Tú capacidad sobrepasa a todos esos reclutas que están ahí afuera. Una vez más me lo demostraste en ése combate, sabes de lo que eres capaz y no lo quieres aceptar.
Link no sabía que responder, se encontró entre la espada y la pared sin mísera palabra. Internamente reconocía lo que él le estaba diciendo, de cierta forma no lo aceptaba por no querer ser el centro de atención, por no querer pasar sobre los demás a sabiendas que todos se esforzaron. Sólo porque él es sumamente experto y con suficiente capacidad para optar por un puesto mayor. Simplemente, no, no aceptaba ser quién era, quería ganárselo por su propio mérito.
—La decisión no es una orden...
—¿De esa manera? Excelente —. Dijo Ryota —. Cómo tú capitán, te ordeno que aceptes tu nuevo puesto en el ejército, tomes tus cosas y te vayas —. Sacó una llave de su bolsillo y la rodó por la mesa hasta Link —. A tu nueva recámara en la parte baja del castillo. ¿Entendido?
Link apretó la mandíbula y cerró sus puños con fuerza.
—Cómo ordene, capitán.
Link tomó la llave de mala gana, se giró para salir de la carpa.
—Y te retiras del entrenamiento, ésta ya no es tu área.
...
Link salió de la carpa cegado por el enojo, había aceptado lo que tanto evitó. Por el simple hecho de ser una orden. Una maldita orden.
Bajó el rastro cuando pasó en frente de sus compañeros, sentía vergüenza por no luchar por ellos, en que los altos mandos le dieran su respectivo puesto a todos ellos por su sacrificio, su lucha constante y el como todos arriesgan su vida a diario protegiendo de todos en cada parte de la ciudadela y de Hyrule entera.
Se prometió, en cuanto estuviera en el puesto más alto, reconocería a cada uno. No los dejaría de lado, no tampoco por ser el favorito o el más capacitado.
—La grandeza sólo piensa en lo mejor, para que les cuiden sus espaldas. Y después cuando te mueres, sacrificándolo todo por ellos... Te dejan botado cómo si nunca hubieras servido —. Masculla Link, mientras se adentraba a la ciudadela.
Apretó más sus puños sin importar al menos si se lastimaba, estaba enojado, hundido en su furia y frustración.
Escuchó una algarabía mucho más fuerte que lo normal en la ciudadela, apenas se había fijado que estaba tan adentro, llegando a su centro. Todos aplaudían y clamaban a unos seres en especial, veía a caballeros de la Guardia Real del Rey apartando a los súbditos que sonreían ante la heredera al trono; la Princesa Zelda. Sólo vio su larga cabellera rubia, y el pliego de su vestido zafiro.
—Tsk, tengo mejores cosas en qué concentrarme —. Se reprochó así mismo, mientras apartaba a quiénes se cruzaban en su camino.
Cómo pudo, llegó a la entrada del castillo, sin importar que su alteza venía a sus espaldas. Los soldados que custodiaban en ésta lo observaron extrañado, seguramente pensaban que él era un mensajero del capitán, cuando realmente venía furioso por haber acatado una orden que él quería ignorar de parte de su superior.
—Sólo quiero relajarme... —Se dijo, exhalando todo el aire acumulado.
