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Capítulo 4
Interés
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Todos en el edificio de JJK estaban trabajando con prisa, se podía ver el cansancio y estrés en las facciones de los empleados. Cada área tenía su propia preocupación, desde el trabajador con el cargo aparentemente insignificante, hasta los gerentes que supervisaban que todo se desarrollara correctamente. El ambiente en JJK siempre se transformaba cuando los lanzamientos de nuevos modelos de automóviles se aproximaban. JJK, una de las marcas más reconocidas por todo Japón, vehículos con lo último en tecnología, diseños sofisticados y de buena calidad, se habían posicionado como la mejor marca de automóviles, ganando el premio nacional por tercer año consecutivo y el CEO Yaga Masamishi pretendía volver a ganarlo este año. Para ello, el nuevo plan de acción desarrollado por el gerente comercial, consistía en aumentar la producción realizando 2 lanzamientos al año. Cada lanzamiento debía incluir un evento para exhibir el prototipo, para luego hacer la exhibición definitiva abriendo la sala de ventas. Era un desafío importante para todos, pasar de un modelo con todas sus variedades, a dos al año y con 4 eventos a desarrollar, se estaba volviendo una pesadilla para todos menos para quien hizo el plan de acción, Satoru Gojou.
Kasumi oía a su jefe cantar risueño desde su escritorio, a pesar de estar atareada organizando los nombres de los invitados, no podía evitar sonreír mientras lo escuchaba. Sí, el señor Gojou podía ser un poco demandante, con el trabajo a última hora que le encargaba, o por sus mandados imprevistos, o porque se le escapaba sin firmar los documentos, y en esos momentos se repetía constantemente "amo mi trabajo", pero también le hacía reír mucho. Su jefe era un hombre divertido, a veces se encontraba sola riéndose de sus ocurrencias, mientras cocinaba la cena para sus hermanos o cuando iba en la locomoción colectiva.
Revisó su bandeja de correo electrónico, corroboró que no hubiera nada importante y tomó las carpetas que tenía bien organizadas en el mesón. Caminó hacia la oficina del gerente y dio golpecitos suaves, esperó por una respuesta, e insistió a los minutos cuando solo oía los cantos del señor Gojou.
—¿Señor Gojou? —preguntó, esperó por unos minutos más y giró el picaporte. Asomó solo la cabeza, no tardó en encontrar a su jefe, que movía con entusiasmo su cabeza al ritmo de la canción que sonaba de sus parlantes—señor Gojou, iré a dejar la lista de los invitados a la recepción y con eso termino por hoy —dijo levantando un poco el tono de voz. Satoru miró en su dirección y borró su sonrisa habitual, Kasumi tragó saliva, al mismo tiempo que sus labios se fruncen hacia el lado—¿Pasa algo?
—¿Cómo que terminas por hoy? —preguntó mirando la hora en su móvil—van a ser las 6 recién.
—Hoy es el evento —explicó confundida, con las cejas encorvadas mirándolo con extrañeza—¿Se le había olvidado? Hemos trabajado toda la semana en esto señor Gojou —dijo en tono de reproche. Satoru soltó una risita que a la joven le pareció más como una burla. Se encogió en su sitio, sus ojos azules brillaban con inquietud, desviaba la mirada como si esperara por un regaño que no merecía.
Satoru disfrutaba momentos como ese, donde podía jugarle alguna broma a su linda asistente, más cuando parecía que no le entendía pues era más sencillo burlarse de su inocencia. Apartó su mano derecha del mouse y le hizo un gesto con esta para que se acercara. Contuvo la risa cuando la vio entrar, abrazándose mientras pegaba las carpetas a su pecho. Su coleta se meneaba lentamente, parecía dar pasitos cortos, como si no quisiera acercarse.
—Oye, oye —dijo alargando las palabras—¿Acaso piensas dejarme solo? —Kasumi abrió ligeramente la boca para formular una pregunta, sin embargo, se quedó en silencio por unos segundos al ver su amplia sonrisa que exhibía su perfecta dentadura, pero fue su mirada lo que la dejó pasmada como cada vez que conseguía ver detrás de los cristales oscuros. Los lentes de su jefe estaban a mitad de su cincelada nariz, incluso desde su sitio-que estaba a un metro y medio de distancia-podía ver sus perfectos ojos color cielo.
Porque lo eran. No había otra palabra para describir sus ojos, debían tener algún tipo de magia, algo que le atraía como si estuviera cayendo en una trampa difícil de escapar si la tocaba, y aún sabiéndolo, caminaba hacia ellos para poder verlos de cerca. No fue consciente de sus pasos, cuando se dio cuenta ya estaba frente al escritorio observando fijamente sus iris.
—¿Kasumi? —la voz del gerente le hizo volver a la realidad, parpadeó algo confundida, mientras recordaba rápidamente de qué estaban hablando. —¡Kasumi! —insistió alargando su nombren en un tono juguetón—Satoru llamando a Kasumi, repito, Satoru llamando a Kasumi. Cambio –dijo y levantó las cejas sonriéndole.
—Lo siento… —murmuró con las mejillas sonrosadas y soltó una risita nerviosa—creí que el evento era para la gerencia.
—Eres parte de la gerencia —respondió medio sonriéndole—de mi gerencia, la segunda al mando. Debes asistir a todos los eventos, eres mi sombra. Mi Kasumi —y la joven se ruborizó, asintió desviando la mirada, apretando la carpeta contra sí misma y Satoru mordió su labio inferior ante la escena.
Ella le cautivaba en cierta manera. Era una adorable jovencita que parecía atrapada en la década pasada. Un poco estructurada y era lo que le motivaba a querer desordenarla, según su parecer, a su asistente le faltaba diversión en su vida y él era perfecto para ayudarle. Quería que se soltara, que se mostrara como era realmente, ya había presenciado destellos de una Kasumi directa que no temía decir lo que pensaba, con un poco más de tiempo, estaba seguro de que se ganaría su confianza.
—No avisé que llegaría tarde… —comenzó diciendo, intentando buscar una salida a su favor. Entendía el punto de su jefe, pero no se había organizado como para asistir. El gerente la miraba, aunque no pudiera ver sus ojos directamente, podía sentir su penetrante mirada, sabiendo que era objeto de su escrutinio, los nervios afloraron. Sus dedos daban golpecitos suaves a la superficie de su carpeta, relamió su labio inferior, podía sentir como su rostro se acaloraba y rogaba mentalmente no estar muy ruborizada, pero lo estaba, para deleite de su jefe. Satoru no podía borrar la sonrisa socarrona, apoyó su barbilla en su mano derecha y habló con relajo.
—¿A tu esposo? —preguntó, estrechó los ojos como si con eso pudiera ver a través de ella, buscando cualquier señal o situación de la cual podría sacar ventaja cuando fuese necesario. Ella levantó la mirada abruptamente cuando le oyó, sus cejas se alzaron y negó rápido meciendo su flequillo en el proceso. —¿No estás casada? —ella volvió a negar—¡Qué suerte! —dijo sonriéndole y Kasumi quedó en blanco por unos segundos, cuando logró salir de su trance, se apresuró en explicarle, tenía la necesidad de dejarle en claro que no salía con nadie, no pensó con claridad el porqué, prefirió ignorarlo.
—No le avisé a mis hermanos —dijo, y al ver que no consiguió un poco de empatía de su parte, hizo una mueca con los labios y murmuró derrotada—los llamaré. Iré a dejar las invitaciones, ya vengo.
No esperó por una respuesta, necesitaba salir de la oficina, necesitaba huir de su jefe y respirar al aire libre. Respirar lejos de Satoru Gojou. Caminaba rápido, las suelas de sus zapatos resonaban en el azulejo, sentía su pulso acelerado, casi podía oír los latidos de su corazón en su oído. El señor Gojou la ponía mal, cada sonrisa, gesto o palabra que salía de su boca, le confundía y se encontraba pensando más de la cuenta en él y sabía que era peligroso hacerlo. Sin embargo, era inevitable ¿Cómo ignorarlo si ya era la segunda vez que le preguntaba por su vida amorosa? Kasumi no quería llegar a la apresurada conclusión de que le interesaba como mujer al gerente comercial, pero era difícil no ilusionarse. En su ingenuidad, no encontraba otra explicación a sus repentinas preguntas, no lograba encontrar la conexión.
Suspiró profundamente, debería estar concentrada en su trabajo no pensando en todo lo que le decía su jefe. Era curioso como unas simples preguntas se le podían meter de ese modo en la cabeza, era culpa suya, pensó, parecía estar de forma inconsciente buscando señales que no le harían bien a nadie, por el contrario, ella sería la más perjudicada si dejaba salir a flote lo que estaba empezando a sentir por su jefe.
—Esto está mal… —murmuró en voz alta. Aún sentía su rostro acalorado, tocó su mejilla con su mano derecha, la palma se sintió fría por el choque de temperatura—tonta —susurró avergonzada, sus latidos seguían acelerados, aunque intentaba calmarse no lo conseguía, la sonrisa del señor Gojou venía a su memoria y el rubor de sus mejillas se intensificaban. No recordaba haberse sentido así antes, sus romances pasajeros del colegio y universidad no le provocaron ni un ápice de lo que su jefe le hacía sentir por una breve cercanía o mirada fugaz ¿Qué estaba mal con ella? No era una adolescente, no podía caer rendida a los pies en una fantasía. Porque eso era, Satoru Gojou, el verdadero Satoru Gojou gerente comercial de JJK, era un hombre no conocía realmente, no podía hacerse una idea de él con solo lo que veía en la oficina, y hasta el momento, lo único que sabía de él era que le gustaban los dulces, bromear y se aburría rápido, no tenía muy buena relación con su abuela y le gustaba holgazanear. Volvió a suspirar, después de todo, parecía que no había superado su atracción por el gerente comercial, quizá simplemente la ignoró porque no tenía posibilidades y ahora que lo veía a diario e interactuaban, las cosas se estaban volviendo complicadas para Kasumi.
Una vez que dejó las invitaciones en recepción, regresó al ascensor, oyó una voz femenina que le pedía parar el cierre de puertas, se apresuró en hacerlo y presionó el botón indicado. Se hizo a un lado cuando la mujer se asomó por la puerta, sonrió alegre al ver a Momo.
—Ah, Kasumi —saludó la joven—¿Muy cansada con todo esto del evento?
—Un poco —reconoció, la puerta se cerró y el elevador comenzó lentamente su ascenso—al menos salimos hoy de esto.
—Si, pero luego del evento tenemos la celebración en el edificio principal. Como es viernes, suelen ser hasta tarde ¿Te quedarás ,verdad?
—¿Fiesta? —preguntó alzando ambas cejas—¿Es obligatorio ir? —vio a su amiga fruncir las cejas, puso sus manos en su pequeña cintura y se inclinó hacia delante, Kasumi se encogió en su sitio, preparándose para el regaño.
—¡Debes ir! Es una fiesta de agradecimiento por nuestra labor, te corresponde asistir. Además, habrá comida cara —sonrió maliciosa—y nos atenderán.
—Supongo que me puedo quedar un ratito —murmuró insegura —tengo que avisarle a mis hermanos —recordó, sacó su móvil de su bolsillo y buscó el contacto del mayor—no sabía que debía ir hoy.
—Todos los asistentes vamos a la presentación del prototipo ¿Por eso no viniste vestida para la ocasión? —Kasumi hizo una mueca al oírla, dejó de teclear y miró su blazer y pantalón.
—¿Es muy inapropiado? ¿Me veo mal?—preguntó con angustia en su voz. Momo la miró de pies a cabeza y negó moviendo su cabello rubio claro.
—Luces igual que siempre —se encogió de hombros—prepárate para la próxima, nos vemos —dijo cuando el ascensor se detuvo en su piso.
Kasumi volvió a mirarse la ropa, frunció el entrecejo y negó. A su parecer, no había nada de malo con su vestuario, era recatado y formal, como lo era el evento.
(...)
Estaba incómoda, todos a su alrededor parecían sacados de una revista de moda y ella desentonaba, podía pasar perfectamente como una mesera o un guardia de seguridad. Miró desde cierta distancia como su jefe era entrevistado por varios periodistas, él se reía con naturalidad frente a la cámara, contestaba las preguntas sin titubear y hasta tenía tiempo para coquetearle a la periodista. Para Kasumi era difícil de ver, con ella no era así y se repetía constantemente de que era lo que correspondía, sin embargo, verlo actuar de ese modo, ver que las sonrisas y miradas eran diferentes, le hizo entender que toda su confusión se la había inventado sola. No usaba sus lentes oscuros, miraba los ojos y labios de la profesional y a menudo colocaba su mano en la espalda de ella. Sonreía y deslumbraba a todos los presentes, Kasumi desviaba la mirada constantemente, quería evitar seguir cayendo en su embrujo. Realmente se sentía como una boba adolescente, que su humor dependía de la atención que le daba su enamorado del momento, y aquello la hacía sentir más estúpida. No estaba enamorada de su jefe, pero estaba pendiente de él y de cómo la trataba, buscando inconscientemente alguna señal para permitirse sentir algo más cuando sabía que bajo ningún concepto podía dejar que eso sucediera.
Suspiró, buscó su móvil y miró la hora, iban a ser las 20:35 pm. Ya habían mostrado los prototipos del nuevo modelo de auto, ahora contestaban preguntas de la prensa, pronto el evento daría por terminado y tendrían que regresar a JJK para la fiesta de la que Momo le habló. Movió su pie derecho para calmar su ansiedad, quería irse y no pasar a la fiesta, pero sería de muy mal gusto. Era una celebración por parte de la gerencia hacia sus trabajadores, no ir era despreciar a los jefes.
—No recuerdo tu bello rostro ¿Eres nueva en JJK? Seguramente, te recordaría —la voz masculina le provocó un espasmo, pero uno que le disgustó, se sintió intimidada solo por su tono y con ello se encendió una alerta en su interior. Volteó a ver al sujeto que le buscaba plática, evitó mostrarse asombrada, era un hombre joven y alto. Era atractivo si lo miraba sin ponerle mucha atención, pero si se quedaba viendo sus ojos afilados eso pasaba a segundo plano. No solo su voz era amenazante, algo en él, su esencia tal vez, le hacía intuir que no era una buena persona.
—Trabajo hace tiempo en JJK —respondió cortés—pero hace poco soy asistente del gerente comercial.
—Ya veo —asintió volteando a ver a Satoru que se despedía de los invitados y periodistas—tiene sentido, a Gojou le gustan las mujeres guapas —Kasumi ignoró su comentario, pudo una vez más ilusionarse al pensar que su jefe la encontraba bonita, pero no era tonta ni tan ingenua. El hombre que le hablaba buscaba seducirla o incomodarla, y no le gustaba ninguna de las dos opciones. —¿Cómo te llamas?
—Kasumi Miwa —respondió y fingió una sonrisa dulce, trataba de no mostrar su incomodidad. Podía notar que era un hombre importante, vestía un kimono japonés muy fino—¿Usted es…?
—Oh, que descortés de mi parte —dijo sonriéndole, pero su sonrisa carecía de genuinidad. No era agradable y natural como la de su jefe, él se estaba esforzando por mostrarse de esa manera—soy Naoya Zenin —dijo y tomó su mano derecha. Kasumi se sobresaltó cuando la tocó, no estaba acostumbrada a que se le acercaran tanto y creía que por lo mismo reaccionaba como una tonta cuando el señor Gojou cruzaba su metro cuadrado. Pero ahora era diferente, no quería la atención de ese hombre y que la tocara cuando ni siquiera lo conocía le provocó un profundo rechazo. Se puso tensa, miró atenta lo que él haría por si debía intervenir en algún momento. Naoya movió su mano en un saludo cordial, entonces Kasumi bajó la guardia «quizá lo estoy juzgando mal» pensó e intentó sonreír—te invito una copa.
Kasumi abrió los ojos de par en par y la sonrisa que había intentado regalarle se borró por completo. Abrió la boca para poder decirle algo, pero en ese momento su mente hizo un corte circuito ¿Cuándo fue la última vez que la invitó a salir un hombre? Quizás en la universidad, no lograba recordar. Sus mejillas se sonrojaron débilmente, un tono rosáceo que le hacía ver más adorable.
—N-no puedo ir hoy —se excusó, tragó saliva y miró a su alrededor, avergonzada por la situación que alguien podría malinterpretar. Entonces se molestó, la invitación de Naoya delante de todos no era bien vista, se podía hacer fama con facilidad y no podía permitirlo. Intentó romper el saludo de mano, pero el agarre del hombre se volvió firme de repente, como si no quisiera soltarla. Kasumi se encogió, algo en su interior se rompió al verse en desventaja, él era fuerte y ella no podía siquiera romper el contacto. La incomodidad creció, miró a su alrededor nuevamente, esta vez buscando ayuda, la estaban acosando.
—Entonces otro día, dame tu número —exigió y Kasumi le frunció el ceño. Naoya Zenin no le dejaba pensar en lo que quería, no le daba espacio para eso, asumió que ella quería salir con él e imponía lo que él decidía.
—Déjala en paz —ambos voltearon al escuchar a Maki. La asistente de servicios administrativos lo miraba seria, se veía imponente con una mano en su cintura y con una copa en la otra. —No se acostara contigo, busca en otro lado.
—Largo de aquí, Maki —dijo sonriéndole arrogante, la miró de pies a cabeza quedándose segundos demás en su delantera—ese carácter de mierda que tienes no te llevará a ningún lado —Kasumi frunció el ceño, algo confundida, ellos parecían conocerse entonces recordó el apellido de las gemelas. Miró hacia el otro extremo de la sala, Mai miraba atenta la situación, pero no parecía con ánimos de intervenir, es más, se veía incómoda, quizá más que ella.
—No es asunto tuyo —dijo Megumi llegando detrás de Maki y Kasumi se sintió aliviada. Sus compañeros eran unidos y se apoyaban bajo cualquier circunstancia, y ahora ella era parte de eso. Sonrió agradecida, por un momento olvidó que Naoya aún no la soltaba—que seas socio minoritario no te da derecho de acosar a las empleadas.
—Y se te puede denunciar igual —continúo Maki, sonriéndole alzando la barbilla, bebió un sorbo de su copa y alzó una ceja esperando por su respuesta.
Kasumi tragó saliva con dificultad, el ambiente se volvió tenso con la llegada de sus colegas, iba a hablar para calmar los ánimos pero el agarre de Naoya se hizo más fuerte, desconcertada le miró ¿No se daba cuenta de la escena que estaban dando? Miró a los invitados, gracias a la música y conversaciones, pasaban desapercibidos. Intentó quitarle su mano otra vez, él volteó hacia ella sonriéndole abrió la boca para hablar, pero un par de manotazos en su mano los interrumpieron. Kasumi levantó las cejas al sentir como sus manos se sacudían, ambos voltearon hacia su izquierda para ver a su jefe mirándolos con el ceño arrugado y los labios curvados hacia abajo.
—Suelta a mi Kasumi, Naoya pervertido —la ilusión que brilló en los ojos azules de Kasumi cuando vio al señor Gojou venir a su rescate se borró al instante al oírlo. Quedó tensa y sonrojada, avergonzada miró el suelo, sintiendo como sus latidos volvían a acelerarse por el mismo hombre.
—Gojou —le saludó entre dientes Naoya, pero le obedeció. Kasumi contuvo el suspiro al ver su mano libre de las garras del hombre más desagradable que había conocido hasta ahora—No tiene nada de malo que salga conmigo.
—Claro, cuando quiera salir contigo —habló Maki—no sabes entender a las mujeres.
—¿Y tú sí? —preguntó con ironía. La joven iba a responder, pero Gojou aplaudió al aire como si fueran unos niños en una guardería, entonces prefirió guardar silencio y beber otro sorbo de vino.
—Muy bien, es bueno que discutamos para llevarnos bien. Pero no es el lugar, y preferiría que nos dejen a Kasumi y a mi fuera de sus problemas familiares ¿Bueno?
—¿A ti quién te incluyó? —preguntó Megumi alzando una ceja—no eres un sol. No todo se trata de ti.
—Si tiene que ver con mi Kasumi, se trata de mí también —dijo sonriente, ignorando el disgusto en las facciones del joven asistente de Yaga.
—Bien, consiguieron arruinar nuestra velada. Será para otra ocasión —dijo Naoya mirando a Kasumi, levantó la mano derecha y se despidió sonriendo, como si nada hubiera pasado. La joven asintió una vez, apenas sonriendo por cortesía. Suspiró profundamente aliviada cuando Naoya se alejó.
—Gracias —murmuró apenada, los reverenció ligeramente y habló aún nerviosa—estaba empezando a asustarme.
—Se notaba —dijo Maki—estabas horrorizada. —Soltó una risa breve y le ofreció su copa. Kasumi la miró por unos segundos y negó rápido meciendo su flequillo—es para que te relajes.
—No la contamines —le regañó Satoru—te prohíbo las juntas con Maki, jovencita —dijo mirando a Kasumi, ella le respondió con una dulce sonrisa y el gerente medio sonrió conforme. La vio tan afligida con Naoya, que pensó estaría muy afectada. Kasumi era una chica humilde y amable, no parecía ser de las que estuviera acostumbrada o fuera consciente de que no todos eran buenas personas y que ahora le sonriera era una preocupación menos.
—Pero es mi amiga, señor Gojou —dijo siguiéndole la broma. Maki negó sonriendo y se alejó de la pareja, Megumi le siguió detrás.
—¿Por qué hablabas con Naoya? —preguntó interesado, ignorando a propósito el comentario de la joven—no es de tu tipo ¿O sí? ¿Te gustan los rubios? —Kasumi abrió los ojos de par en par y negó rápidamente, al mismo tiempo que movía sus manos para hacer énfasis en su negación.
—¡Él se me acercó! —se apuró en explicarle—solo le respondí por cortesía… —murmuró pensativa. De pronto, el pensar en lo sucedido le hizo dudar de su rol en la situación ¿Había provocado sin darse cuenta a Naoya Zenin?
—Algunos hombres confunden cortesía con coquetería —dijo casi adivinando sus pensamientos al ver como su sonrisa se borraba y lucía seria—y no es tu culpa. Nunca lo será, para la próxima vez, si un idiota se pone pesado, solo golpealo en los testículos —le aconsejó orgulloso levantando su puño en señal de victoria. Kasumi soltó una carcajada agradable de oír, se quedó admirándola por unos segundos, sus mejillas tenían un leve rubor, reía con naturalidad y pronto se contagió de su humor, riendo con ella.
—Estaré más alerta la próxima vez —dijo sin dejar de sonreír. Satoru asintió y puso su brazo en sus hombros acercándola a su cuerpo. La joven se tensó por unos segundos por la sorpresa, pero su toque no le producía ningún rechazo, por el contrario, sentir su aroma varonil impregnado en su camisa fina, el calor que transmitía su torso, todo en él le calmaba. Claro, se puso un poco nerviosa, pero no estaba incómoda.
—A mi no me golpees —dijo mientras la guiaba hacia la salida del recinto—pero no me contestaste ¿Te gustan los rubios?
—¿Por qué quiere saber? —preguntó en voz alta, cuando lo notó, evitó mirarlo, el calor se volvió insoportable ¿Y si pensaba que le coqueteaba? La vergüenza se le subió al rostro de solo imaginarlo.
—Pensé que era de tu tipo y me asusté por tu mal gusto —respondió sin tapujos—¿Cuál es tu tipo de hombres?
—¿Eh? —solo pudo decir. Volteó a verlo, tuvo que levantar la barbilla para poder observar sus ojos por la diferencia de altura. Él la miraba, estaba poniéndole atención solo a ella y no podía borrar la sonrisa llena de ilusión que se formó en sus labios rosados. Desvío la mirada incapaz de seguir manteniendo la mirada de sus hermosos ojos color cielo—n-no lo sé. Como a la mayoría, supongo. Que sea guapo, divertido y… que me haga sentir que soy la única en su vida —soltó y se tocó ambas mejillas para calmar un poco su rubor—¡Que vergüenza!
—¿Por qué? Es normal —dijo encogiéndose de hombros—no parece ser difícil de complacerte ¿Por qué no tienes novio? ¿O te gustan las mujeres y Maki vino a marcar su territorio? —preguntó sorprendido por su análisis, volteó a ver a su asistente y murmuró bajito—dime que no te gustan las mujeres…
—¡Señor Gojou! —exclamó avergonzada—¿Qué clase de preguntas son esas? No me gustan las mujeres como pareja… por dios, qué ocurrencias —desvió la mirada justo cuando estaban por salir, vio a algunos compañeros en el camino, ninguno les prestaba atención, supuso entonces que no estaba mal ir caminando juntos de esa forma. O tal vez estaban acostumbrados a las locuras de su jefe y ya nada les sorprendía, supuso que era eso último.
—Que alivio… —dijo y resopló—pero me alegra que no tengas pareja —Kasumi volteó al oírlo, la brisa nocturna le chocó en el rostro, moviéndole algunas hebras sueltas de cabello, se estremeció y abrazó a si misma, pero no apartó la vista de su rostro. Necesitaba escuchar y ver lo que iba a decir, sentía los latidos de su joven corazón cada vez más rápido y si no fuera por el aire fresquito que calmaba su rubor, para ése momento ya estaría completamente sonrojada. Pero él no dijo nada más y la ansiedad le dominó el cuerpo, tragó saliva nerviosa e intentando no titubear, habló.
—¿P-por qué le alegra? —preguntó mirando a todos lados, asegurándose de que nadie los oía por si la plática se volvía muy íntima.
—Porque así tienes tiempo solo para mí —dijo sin pudor. Kasumi se tensó ¿A qué se refería? Cada palabra o acción de su jefe le inquietaba, no lograba seguirle el ritmo. Una parte de ella le insistía que no debía buscarle explicación a nada, que Satoru Gojou era un hombre único en su clase, pero su lado emocional le obligaba a dudar, que no era normal todas esas preguntas si no hubiera un interés en la respuesta, y si estaba interesado en su vida amorosa se debía a algo más. —Bien, ve a jugar con tus amigos —dijo quitando su brazo de su hombro. Kasumi prefirió ignorar el hecho de que la trataba como a una niña, tenía la cabeza demasiado ocupada como para pensar en algo más. Vio a Mai con Momo cerca del vehículo de la primera, volteó hacia el gerente y lo vio caminar hacia los otros gerentes. Volteó nuevamente hacia sus compañeras y decidió hacerle caso e ir con ellas.
(...)
Satoru no dejaba de mirarla, no se daba cuenta. Mientras fingía escuchar a Ijichi, comía pastel y le daba miradas furtivas. Ella estaba al otro extremo del salón, rodeada de sus colegas, riendo y disfrutando de la velada, algo dijo Yuuji que hizo reír a todos en la mesa y por un momento pensó en cambiar a sus aburridos compañeros e ir a la mesa de los asistentes, parecían pasarlo mejor. No dejaba de pensar en qué clase de chica era su asistente, le causaba curiosidad que una mujer como ella todavía existiera. Estaba seguro de que Naoya la incomodó desde el principio y aún así ella fue educada y amable con el arrogante miembro de los Zenin, no dejaba de preguntarse ¿Era Kasumi una chica cínica o demasiado ingenua para pensar mal de los demás? Incluso con él, sabía que no estaba acostumbrada a que la tocaran, pero a él se lo permitía a pesar de que no le gustaba que invadiera su espacio personal como a la mayoría. Hasta el momento, lo único en que lo había confrontado había sido por el dinero que le debía de todos sus encargos.
Iba a servirse una tercera porción de pastel cuando la vio despedirse de todos y ponerse de pie. Frunció el ceño, recién había pasado una hora desde que habían llegado. Se levantó casi sin pensar, dejó su plato en la mesa y miró a Ijichi.
—Cuida que Nanami no se coma mi pastel y que no lo escupa —dijo serio, como si le estuviera encargando una misión importante al gerente de servicios administrativos.
—Solo tú serías capaz de hacer esas estupideces —dijo Nanami, Satoru lo ignoró y se apresuró en seguir a su asistente.
La alcanzó en la salida de JJK, la joven bajaba rápido por la escalera. Iba a hablarle cuando la vio soltarse el cabello. Su pelo largo llegaba hasta su cintura, tuvo que obligarse a borrar las ideas que pasaron por su cabeza cuando pensó en sujetarlo. Caminó rápido para alcanzarla y levantó la voz un para detenerla.
—¿Por qué te vas tan temprano? ¿Te está esperando alguien? —preguntó sonriéndole. La joven se detuvo y volteó a verlo cuando le oyó, y con ello, su cabello se sacudió por el movimiento y la brisa. Tragó con disimulo, ella ordenó unos mechones detrás de su oreja derecha y Satoru relamió su labio inferior inconscientemente, como si se estuviera preparando para algo más que no había premeditado.
—No quiero dejar mucho rato solos a mis hermanos —dijo y miró la pantalla de su móvil—el Uber está por llegar.
—¿No tienes auto? —preguntó alzando ambas cejas—eres asistente de gerencia de una empresa que hace autos ¿Cómo es posible que no tengas uno? —Kasumi sonrió nerviosa y volteó hacia la calle cuando vio llegar el vehículo con la matrícula que salía en su aplicación.
—No es mi prioridad, son muy caros. Debo irme, nos vemos el lunes —se despidió levantando la mano. Satoru la acompañó hasta el auto y murmuró mirando desconfiado al chófer.
—Hay convenios para los empleados y te descuentan por planilla —dijo pensativo—si no quieres pagar por uno, podría prestarte alguno. Tengo modelos de los años anteriores. —Soltó despreocupado, Kasumi volteó hacia él y negó rápidamente, avergonzada habló.
—¡No es necesario! Estoy bien, gracias. Ya me voy, descanse. —Satoru no respondió.
Se quedó solo, mirando las luces del vehículo que se llevaba a su asistente. Definitivamente, Kasumi era extraña, cualquiera se habría emocionado con su propuesta y hubiera terminado aceptando el trato. La curiosidad despertó el interés en el gerente comercial, Kasumi era un conjunto de dudas y peculiaridades, era demasiado normal al punto que le extrañaba. Quizás estaba pensando más de la cuenta porque la joven no reaccionaba como él esperaba y no estaba acostumbrado a equivocarse bajo ningún concepto. Bostezó y estiró sus largos brazos hacia el cielo, la noche era joven aún, había muchas posibilidades para volverla interesante, sonrió confiado y volvió al edificio de JJK.
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N/A: holiii, cómo están? Yo inquieta, quiero escribir cositas para mayores de edad hahaha pero es muy pronto... Escribí el capítulo desde una tablet, es probable que tenga más errores que de lo habitual, lamento eso.
Bueno, espero actualizar pronto, gracias por leer y dejar rw!
Ah, hice un grupo en Facebook de gojoxmiwa, por ahora soy la única hahaha pero por si se animan a unirse, la idea es compartir fanart y material de la ship uwu
Bueno, nos leemos! Bye bye
