En los últimos años, Harry había logrado establecer un pequeña industria de negocios, en la cual vendía objetos de lujo de uso diario para la aristocracia mágica. En poco tiempo había doblado su fortuna. Uno de sus primeros fue invertirla en convertir una antigua mansión en una institución para niños sin hogar.
Era un lugar que no solo los cuidaba, sino que también los instruía. Los hombres-lobo aún tenían un fuerte problema para ser empleados, por lo cual gran parte de los profesores eran de la comunidad. El primero en ser convocado, por supuesto, había sido Remus Lupin.
Al principio, la gente consideraba el lugar como un simple orfanato. Hasta que empezaron a ingresar a Hogwarts y la calidad de instrucción se destacaba por encima de los demás niños.
Como Ministro tuvo que escuchar horas y horas de discusión del Wizzengamot sobre si debería de hacerse una institución pre escolar. Tom estuvo tentado a sugerir que simplemente murieran y Harry se haría cargo de sus hijos, pero supuso que no sería una sugerencia especialmente apreciada.
Harry pasaba horas enseñando a los niños lo que él llamaba "asombrosos experimentos de ciencia mágica". Tom no tenía tiempo para esas cosas, pero cuando podía se escapaba a ver unos momentos a Harry rodeado de niños, jugando con ellos.
Sospechaba fuertemente que Harry deseaba que expandieran su pequeña familia… pero los dos estaban tan ocupados con sus carreras que no habían hecho nada al respecto.
Esta vez no lo encontró dando una clase a los niños, ni jugando con ellos, así que caminó por los terrenos hasta que vio a su esposo agachado frente a un árbol. Cuando se acercó, pudo notar que estaba hablando con alguien.
—Nuestra identidad visual es un constructo basado en lo que queremos reflejar, y con la magia no hay límites. La única diferencia es que cuando somos niños, suele depender de los adultos a tu alrededor. Tú simplemente accedes a ello de manera más natural que los demás. Eso no te hace un monstruo.
Se congeló al notar que estaba hablándole a un niño pequeño que lucía exactamente igual a Harry, pero su cuerpo estaba lleno de magulladuras. Entonces, los ojos verdes se giraron a mirarlo y cambiaron de inmediato a rojo.
Metamorfomago.
La realización de qué es lo que estaba diciendo Harry cayó en perfecto lugar. El niño, sin embargo, pareció encogerse sobre sí mismo del miedo. Su esposo se giró y le dedicó una fugaz sonrisa.
—No tengas miedo, Michael. Ese es el Ministro de Magia. ¿Has escuchado hablar de él, verdad?
—Susta.
—¿Qué es lo que asusta?
—Jojos.
—¿En serio? Yo creo que son hermosos, como rubíes.
Su pecho se sintió cálido con el halago. Amaba escucharlo declarar su amor abiertamente. Y parecía funcionar en el niño también. Se agachó a la altura de Michael para bajar el nivel de amenaza.
—Cuando era niño también crecí en un orfanato. Y los otros niños tampoco me querían mucho. No les gustaba que yo pudiera hablar con serpientes y ellos no. Ser diferente no es malo.
Las facciones del niño cambiaron a ser muy parecidas a las suyas. Tom adivinaba que tenía cero control sobre ello, e imitaba como un espejo a todo aquel en el que centrara su atención. Algunas personas lo encontrarían desagradable. Tom lo encontraba fascinante. No solo era como ver el poder reflejado en su cuerpo, sino que además, ver a un niño idéntico a Harry le generaba una enorme codicia.
—No creo que esta institución tenga lo necesario para criar a un niño con estas características.
Su esposo giró la cabeza tan rápido para mirarlo, que estaba seguro estaba sufriendo un intenso dolor. Aún así sus ojos tenían un brillo vulnerable.
—¿Crees que… debería de contratar personal especializado? —Harry preguntó con cuidado.
—Creo que tú estás más que equipado para lidiar con esto —respondió usando la sonrisa que normalmente hacía suspirar a la mitad de su público.
—Tom… nosotros… no tenemos el tiempo...
Pero podía ver lo mucho que su esposo quería esto. Harry siempre se dejaba la piel para poder ayudarlo en sus ambiciones. ¿Cómo podría no darle algo que él deseaba?
—El año que viene son las elecciones. Esta vez no me presentaré. Estaremos algo ajustados al principio, pero si tú te puedes tomar un tiempo aho… —fue interrumpido por un fuerte beso contra sus labios.
—Sí. Sí. Hagamos eso —accedió tomándolo de las manos, con una sonrisa brillante.
—Yo me encargaré del trámite. Tú habla con él. Probablemente la idea de vivir conmigo lo asuste al principio. Será bueno que inicialmente no tenga tanto tiempo.
Lo que no esperaba ese día, era que la primera facción que Michael pudo controlar y mantener el resto de su vida, fueran los ojos rojos.
