Notas de TL: Originalmente esta iba a ser la parte en la que Millie, Moxxie y Loona van a buscar a ese otro diablillo mercenario, pero luego se me ocurrió la idea de mostrar a Blitzø a través de flashbacks y describir cómo los demás lo perciben a él. Esta primera parte se centra en Moxxie y Millie. La segunda parte contará con Loona y Stolas.
IV
Los recuerdos, primera parte
Dormir no iba a ser fácil. ¿Cómo podía siquiera intentar dormir sabiendo que su jefe estaba pasando por una décima noche de sufrimiento? ¿Con nada más que una prisión oscura sin comida, agua o calor...? Era irónico: Para los demonios nacidos del infierno, como los diablillos, ese sufrimiento era generalmente para los condenados, mientras que los nacidos en el infierno considerarían que todo lo que pasaba era totalmente normal. Se preguntó si este sentimiento que tenía, y lo que sea que Blitzø estuviera pasando, era lo que los condenados enfrentaban todos los días en este agujero de mierda como existencia tras la muerte.
No era de extrañar que los humanos intentaran tan desesperadamente llegar al cielo.
Moxxie abrió los ojos, medio esperando que Blitzø estuviera viendo la televisión en su sala de estar o dibujando garabatos en su cara, como una polla dirigida a su boca... Pero todo lo que vio fue la vacía oscuridad de la habitación de invitados que el príncipe Stolas le había proporcionado a él y a Millie. Se sentó, mirando la débil luz del candelabro en el techo y pensando en todas las veces que tuvo que lidiar con Blitzø entrando a su apartamento sin previo aviso. El diablillo mayor no conocía la palabra privacidad en absoluto, ya fuera en el trabajo o fuera de él. Honestamente, Moxxie también odiaba ser el blanco de las bromas de su jefe, quien le hacía de todo, desde hacer que Moxxie se sintiera inseguro acerca de sus habilidades como amante, hasta culparlo por todo lo que saliera mal... Todo fue una broma para él: Parecía que, a pesar de que Blitzø dejó el circo, el circo nunca dejó a Blitzø.
Era tan payaso que nunca se tomaba nada en serio. Sin embargo... había más en su jefe que solo un mercenario codicioso y malhablado.
Hubo momentos, pocos y distantes entre sí, en los que Blitzø actuó como un jefe o una persona decente. Fueron esas raras ocasiones en las que Moxxie descubrió que le agradaba su jefe. Como ese trabajo, en el hospital...
(Hace unos meses)
―...Todavía no sé por qué el cliente quiere a esta enfermera muerta. ¡Ella no tuvo nada que ver con su muerte! ―susurraba Moxxie cuando los tres diablillos se apretaron contra una pared dentro de ese hospital de humanos. ―, quiero decir, no es como si ella lo hubiera obligado o engañado para que se diera una sobredosis con morfina.
―Aparentemente, él la quiere muerta porque ella rechazó salir en una cita con él o algo así―respondió Millie encogiéndose de hombros.
― ¿...Es en serio? ¿Tenemos siquiera algún estándar cuando se trata de aceptar trabajos? ―preguntó Moxxie con dándose una bofetada en la frente con frustración.
―Por supuesto que no, Moxxie―replicó Blitzø con una sonrisa burlona ―. Los estándares son para aquellos que siguen las reglas y viven una vida aburrida y sin entretenimiento, y para cuando llegan a la mitad de su vida, se dan cuenta de que perdieron el tiempo tratando de jugar limpio en un mundo que simplemente apesta. ¿Por qué? Porque solo salen adelante los tramposos y las personas ambiciosas que no tienen moral y están dispuestas a pisotear a cualquiera en el camino para conseguir lo que quieren. ¿Por qué crees que los políticos, banqueros y empresarios nunca van a la cárcel por sus crímenes mientras el resto del mundo se caga la vida a causa de deudas y la depresión?
Moxxie estaba a punto de contestarle cuando sonó el teléfono de Blitzø. Con un gesto, su jefe abrió su teléfono y sonrió. ― ¿Sí, Loony? ―Escuchó un momento y luego los ojos de Blitzø se agrandaron y finalmente asintió. ― Ah, no me jodas, ¿de verdad? Eh, bueno, está bien, entonces.
― ¿Qué pasó? ―preguntó Millie.
―El cliente canceló el atentado―contestó Blitzø apagando su teléfono. Millie hizo un puchero de decepción mientras que Moxxie suspiraba de alivio. ―. Aparentemente se dio cuenta de que era una estupidez culpar de su muerte a una chica que no quiso hacerle una paja con sus tetas y llamó a Loona para cancelar todo.
―...Se lo está tomando bastante bien, señor. ―señaló Moxxie.
―Por favor Moxxie, ¿quién crees que soy? ―replicó Blitzø con suficiencia mientras regresaba por el mismo camino por donde entraron. ―. Siempre me aseguro de que todas nuestras ofertas de negocios no sean reembolsables de ser posible. El imbécil ya nos pagó, así que, a mi modo de ver, a nadie le importa una mierda ahora si esa perra está muerta o no.
―Imagínese tal cosa como esa. ―replicó Moxxie en un murmullo mientras seguían a su jefe.
Estaban a punto de dirigirse a la sala de exámenes médicos donde Loona les abriría el portal cuando de pronto una voz gritó en su dirección: ― ¡Hola!
Los tres diablillos se quedaron congelados en su sitio antes de girarse lentamente, para ver a una doctora cuyos lentes hacían juego con su cabello rubio acercándose a ellos. Moxxie rápidamente deslizó su mano en su bolsillo trasero donde estaba su pistola mientras estaba asegurándose de que los demás también se estuvieran preparando para sacar sus armas... Cuando la humana estaba a unos sesenta centímetros de distancia, se cruzó de brazos y sonrió: ―Ya era hora de que ustedes tres llegaran aquí. Los niños se estaban impacientando.
― ¿Disculpa? ―preguntó Blitzø arqueando las cejas.
―Ustedes son los payasos que contratamos para entretener a los niños, ¿verdad? Su recepcionista había dicho que tuvieron que cancelar en el último minuto, pero supongo que ya están aquí, así que eso es todo lo que importa―contestó la médica con una sonrisa. ―, supongo que se perdieron, ¿eh? Hehe, suele suceder. Vamos, el ala de los niños es por aquí.
Los tres diablillos se miraron el uno al otro antes de seguir lentamente a la dama. Millie se acercó a Blitzø y le preguntó en un susurro —Ella cree que somos payasos... ¿Qué hacemos?
—Síganme la corriente—replicó Blitzø con un tono feliz. Moxxie miró a los ojos de su jefe y encontró un cierto brillo en ellos... Como anticipación y emoción, lo que hizo que el diablillo más pequeño se cuestionara en que estaba pensando.
—Por cierto, ¿cuál es el nombre de su grupo? —Les preguntó la doctora.
— ¡Oh, somos los Inmediatos Mimos Profesionales! —proclamó Blitzø con un guiño. —, también conocido como I.M.P
— ¿I.M.P.? ¡Ah, ya entendí, "Yo soy pipí" en inglés! Es muy bueno, eso hará que los niños se rían—replicó la doctora riéndose entre dientes mientras Blitzø reía junto a ella.
—Lo sé, ¡suena genial! Moxxie aquí pensó que el nombre era estúpido, pero le dije que sonaba memorable—dijo Blitzø, dándole un codazo al mencionado en el hombro. —¿Verdad, Mox?
—Uh... ¿seguro? —masculló Moxxie, todavía tratando de averiguar el plan de su jefe.
Continuaron siguiendo a la médica humana, y mientras ocasionalmente obtenían una o dos miradas extrañas, la mayoría de los humanos simplemente los ignoraban. Fue un poco agradable el notar que no les gritaran, les dispararan ni les intentaran arrojar crucifijos... Aunque eso no les haría nada, por supuesto. Eran demonios, no vampiros.
Pronto llegaron a un gran escenario en una especie de auditorio donde la doctora se dio la vuelta y sonrió. —Volveré pronto con los niños. Por lo tanto, deben prepararse para todo lo que necesite hacer para la presentación.
—¡Oh, no se preocupe, señora! —dijo Blitzø con una reverencia. —, nos aseguraremos de que estos pequeños diablillos se rían tanto que pensará que usamos gas hilarante en la ventilación.
Ella asintió y se dirigió a la salida. Moxxie suspiró antes de volverse hacia los demás. —Está bien, ya se fue, ahora salgamos de aquí y...
— ¡¿Salir?! ¡No podemos salir! ¡Tenemos un show que hacer! —gritó Blitzø con los brazos en alto. —. Tenemos sólo unos minutos para preparar el acto, ¡pero no te preocupes! ¡He manejado situaciones peores!
— ¡Señor, no puede estar hablando en serio! ¡No somos payasos, somos sicarios! —replicó Moxxie.
—Ay relájate Moxxie, he hecho esto durante años antes de entrar en el negocio del dinero sangriento—contestó Blitzø mientras rodeaba a Moxxie con el brazo. —, ¡además, quiero ver si todavía no he perdido mi toque! Y si hay una regla que tú siempre escuchas como artista, ¡es que el show siempre debe continuar!
—…Usted solo quiere que sea su blanco de burlas para esto, ¿no es así? —preguntó Moxxie, inexpresivo.
— ¡No! Por supuesto que no...—le aseguró Blitzø antes de toser en su mano que sonó como un 'principalmente', para Mox. —, de todos modos, ¡comencemos!
No pasó mucho tiempo para que una multitud de niños llegara para ver el show, cada uno emocionado por ver el entretenimiento de este mes. Una vez que se llenó el último asiento, las luces se apagaron y las charlas emocionadas entre los niños humanos se convirtieron en susurros. Un redoble de tambores y trompetas se escucharon mientras la luz del escenario se enfocaba hacia el centro de una cortina roja.
— ¡Damas y caballos! ¡Niños de todas las edades! ¡Perritos y gatitos por igual! ¡Den un caluroso aplauso para los Inmediatos Mimos Profesionales!
Una pequeña explosión de fuegos artificiales y humo estalló en el escenario, para el deleite de los niños. Blitzø saltó desde detrás de la cortina con una voltereta y un giro antes de mostrar sus manos en el aire. Una brillante sonrisa decoraba su rostro mientras los niños aplaudían emocionados. Millie y Moxxie luego se deslizaron desde lados opuestos del escenario de rodillas y se presentan con los brazos extendidos y grandes sonrisas por igual.
—¡Gracias! ¡Gracias! ¡Hola niños! Soy el fabuloso, asombroso y también soltero, señoritas, a la orden~—Y les guiñó el ojo a algunas de las risueñas enfermeras humanas— ¡El único e irrepetible, Blitzo!
Moxxie estuvo a punto de partirse el cuello al girar la cabeza con excesiva brusquedad hacia su jefe al escucharlo usar la "o" en su nombre... Nunca había escuchado a su jefe usar su nombre completo y siempre insistía en que la "o" era muda. Miró a Millie, que parecía tan sorprendida como él. Los dos no tuvieron la oportunidad de comprender más cuando los dos fueron arrastrados hacia los brazos de Blitzø. —, ¡y estos son mis adorables asistentes, la bella Millie y el tonto Moxxie! ¡Y juntos somos I.M.P!
Naturalmente, todos los pequeños se rieron al escuchar las iniciales, a lo que Blitzø se limitó a encogerse de hombros antes de señalar a los niños. — ¡Y tenemos un gran show para ustedes hoy, niños! ¡Tendremos risas! ¡Jadeos! ¡Emociones y derrames! ¡Así que pongamos este show en marcha!
Moxxie sabía que Blitzø alguna vez fue parte de un circo, pero realmente había subestimado lo bueno que había sido su jefe en esto: A lo largo de todo el show, tuvo a la audiencia comiendo de su mano con una actuación tras otra. Hizo todo tipo de actos, con Millie y él ayudando de diversas formas. Desde hacer malabares con una motosierra, un bate con púas, una katana, un globo de agua, una bola de boliche y un hacha en llamas (todas las armas que habían traído para el trabajo original) hasta contar chistes de los que ni siquiera Moxxie pudo evitar echarse a reír.
No es que lo excluyera a él y a su esposa: Millie había usado sus habilidades como lanzadora de cuchillos contra un aterrorizado Moxxie acurrucado contra la pared y con una manzana sobre su cabeza, clavándole las cuchillas en varias partes de su cuerpo, pero la multitud vitoreó cuando ella dio en el blanco. Luego usó a Moxxie como objetivo para que los niños le lanzaran globos de agua a cambio de un premio (algunos de esos cabezones de los tres que su jefe parecía hacer siempre). Y luego estaba el acto de caminar con cuerdas en el que Blitzø usó una cuerda larga a través de la habitación y un monociclo para equilibrarse mientras Moxxie se sentaba sobre sus hombros. Incluso él no pudo creer el giro que Blitzo hizo con él aferrándose a los cuernos de su jefe para evitar caerse.
Cuando terminó el espectáculo, todos aplaudieron mientras los tres diablillos se inclinaban ante su público con sonrisas genuinas. Luego, los niños se acercaron a ellos pidiendo autógrafos mientras les decían a los tres lo increíbles que eran. Moxxie sintió que su corazón se calentaba al ver a los pequeños tan felices mientras Millie abrazaba a cada uno de ellos entre risas. Nunca había tenido tanta gente, humana o demonio, que lo felicitara de manera genuina y con tanta alegría que casi se le llenaron los ojos de lágrimas.
Por supuesto, Blitzø recibió la mayor atención ya que todos los niños le pidieron autógrafos o le hicieron dibujos dedicados a él. Su jefe lo manejó todo con una sonrisa y un comportamiento positivo, como un verdadero animador. A muchos de los niños les gustó tanto que todos dijeron que querían ser tan graciosos como él algún día. Blitzo parecía tener lágrimas genuinas saliendo de sus ojos cuando se despidió de los niños.
Fingiendo que se dirigían hacia las puertas de entrada, los tres rápidamente se apresuraron a su salida real y le enviaron un mensaje de texto a Loona para que usara el libro para traerlos de regreso.
Habiendo regresado hace unos momentos, Moxxie se acercó a su escritorio y se desplomó en su silla con un gemido. Le dolía todo el cuerpo por el show y no quería nada más que volver a casa y darse una buena y larga ducha. Millie se acercó a él y lo besó en la mejilla. — ¿Sabes? Creo que fue lo más divertido que hemos tenido en un trabajo.
— Sí— replicó Moxxie en un susurro y con una sonrisa. —. fue agradable ver la alegría en los rostros de esos niños.
—Creo que el único que sonreía más que todos era el propio jefe—señaló Millie antes de salir de la oficina. —. Voy a tomar un café. ¿Quieres un poco?
—Crema y azúcar. — Le pidió Moxxie antes de salir de la oficina también. Quería saber qué estaba haciendo Blitzo después de un resultado tan... interesante para su objetivo.
Caminando hacia la oficina de Blitzø, vio que la puerta estaba abierta y entró. El antiguo diablillo cirquero estaba mirando uno de los dibujos de los niños, que mostraba a Blitzø bailando con los niños mientras él lanzaba confeti al aire. Una gran sonrisa adornaba el rostro de Blitzø mientras lo miraba con melancolía en sus ojos.
—¿Señor? —preguntó Moxxie, llamando la atención de Blitzø. —, solo quería decirle... que estuvo sobresaliente hoy.
—Gracias, me alegra saber que no he perdido el toque. Uf, mi papá se hubiera cagado de risa en su tumba si me hubiera visto incapaz de entretener a un grupo de mocosos con cáncer terminal. —replicó Blitzø sonriendo. Se volvió hacia uno de los carteles de carnaval que Moxxie veía a menudo en la oficina mientras suspiraba. —… ¿Sabes? Echaba un poco de menos esa vida; Supongo que me había concentrado en matar gente durante tanto tiempo que olvidé lo que era el matar de la risa a la gente.
—Señor, si no le importa, ¿por qué lo dejó? —le preguntó Moxxie, lo que hizo que Blitzø se congelara. —, No lo sé, parecía que usted se veía feliz haciendo shows como esos. Entonces, ¿por qué dejó de ser uno y se volvió en un asesino a sueldo?
…Blitzø se volvió lentamente hacia Moxxie, y mostró algo que el diablillo más pequeño nunca había visto antes en su jefe: genuina tristeza. Oh claro, hubo lágrimas de cocodrilo aquí o allá. Incluso trataba de engañar haciéndoles pensar que estaba triste con las cebollas que tenía bajo la manga... Pero esta vez, Moxxie pudo ver una sombra de dolor real en la expresión de su jefe. Suspirando, Blitzø se apoyó en su silla y le dio la espalda a Moxxie. —…Digamos que sucedió algo que ya no lo hizo divertido. Ahora tú y Millie, piérdanse.
—¿Señor? —preguntó Moxxie inclinando la cabeza.
—Dije tómense el resto del día libre. Sé que ustedes dos deben estar cansados, así que consideren esto como medio día laboral debido a mi buen humor. —replicó Blitzø mientras agitaba su mano.
Moxxie pensó en insistir más en el tema, pero se contuvo y se fue para contarle a su esposa las buenas noticias.
...
Había sido tan raro ver a Blitzøen un estado tan vulnerable que hizo que Moxxie se preguntara si su jefe estaba escondiendo su verdadero yo detrás de alguna máscara. Que el imbécil ruidoso y desagradable que mostraba ante todos era solo una tapadera para hacer frente a algo que había dentro de él.
Algo que estaba roto. Después de todo, esto era el Infierno.
Y el Infierno estaba lleno de gente rota.
— ¿No puedes dormir, mi amor? —Moxxie volvió la cabeza hacia el otro lado de la cama: Millie le miraba con ojos cansados y le sonrió. —. Normalmente no respiras tan fuerte cuando estás dormido.
—Estaba pensando en cómo se estaría sintiendo Blitzø—respondió Moxxie con un profundo suspiro. —. Aquí estoy, durmiendo en una cama caliente mientras él está solo, cubierto de heridas y moretones...
Millie se levantó de su lado de la cama y le puso la mano en el hombro. —Blitzøes más duro de lo que parece, cariño. Lo encontraremos y lo sacaremos de ese infierno.
Moxxie asintió y se quedó en silencio un momento. —¿Sabes? Estaba pensando en esa vez en el hospital donde montamos ese programa para esos niños... Esa fue una de las pocas veces que puedo pensar en Blitzøactuando bien en lugar de su egoísta habitual.
—Creo que es mucho más bueno de lo que piensas, cielo —contestó Millie envolviendo sus brazos alrededor de su esposo. —, especialmente con lo que pasó al día siguiente.
Moxxie, extrañado, levantó una ceja a su mujer— ¿Qué quieres decir?
—Ese día saliste a almorzar y no lo viste, pero...
(Hace meses, un día después del incidente en el hospital)
Millie había escuchado a menudo gritos desde la oficina de su jefe antes. Él no era exactamente la persona más sutil y le gustaba irritar a los demás para divertirse. Las numerosas veces donde su querido Moxxie se la pasaba discutiendo con Blitzo eran prueba de ello... Sin embargo, este tipo de gritos eran un poco diferentes: Esta vez era Blitzø quien le estaba gritando al cliente, quienquiera que fuera, y eso estaba poniendo nerviosa a Millie, ya que quería disfrutar de su almuerzo en paz.
Levantándose de la mesa de la cocina, regresó al vestíbulo principal donde Loona estaba masticando un poco de carne seca mientras leía el último ejemplar de Hellhound Monthly. —¿Qué está pasando ahí? —le preguntó Millie a la recepcionista.
Encogiéndose de hombros, Loona no levantó la vista de su revista antes de responder. —No sé. Supongo que Blitzo simplemente está enojado con el cliente.
—Debe ser algún cliente de esos que lo haría vomitar gritos así—repuso Millie, al escuchar algunas palabras que eran demasiado groseras, incluso para ella. —. ¿De todos modos, quién es el cliente?
—Es el mismo tipo de ayer.
— ¿No que había cancelado el encargo? —señaló Millie.
—Sí, pero aparentemente se le ocurrió una nueva idea de venganza— dijo Loona nuevamente encogiéndose de hombros. —, No estoy segura de qué...
¡BANG! ¡BANG! ¡BANG! ¡BANG!
Al escuchar los disparos, Millie sacó su cuchillo y corrió a la oficina. Estaba preparada para lo peor, pero se relajó al ver a su jefe parado sobre el demonoide azulado, al que le faltaba la mitad de la cara. Blitzø lo echó una mirada de desprecio al cadáver mientras disparaba tres rondas más antes de tirar el arma hacia un lado — ¡Loona!
— ¿Sí? —preguntó Loona, entrando sin preocuparse ni mudar en absoluto su expresión.
—Tira este saco de mierda en el lugar habitual. —ordenó Blitzø antes de regresar a su escritorio.
—Ajá, como sea. —resopló Loona mientras arrastraba el cuerpo afuera dejando un rastro de sangre detrás.
Millie arqueó una ceja antes de volverse hacia Blitzø, que estaba escribiendo en su computadora. —...Um, ¿qué pasó?
—El imbécil quería quemar el hospital. Dijo que quería vengarse matando a todo el personal y a los pacientes en lugar de solo a la enfermera de ayer. —respondió Blitzø antes de tomar un sorbo de su café. —. Discutimos sobre el precio ya que había tanta gente que necesitaba morir. Era un imbécil intenso que quería que cobráramos barato. Le disparé. Fin de la historia.
Millie volvió lentamente la mirada hacia algunas de las imágenes que los niños de ayer hicieron de Blitzø después de su show. Enmarcados allí mismo, escondidos para que nadie más que los ojos más agudos pudieran verlos. Una pequeña sonrisa de complicidad decoró el rostro de Millie antes de preguntar con malicia: —¿...Está seguro de que eso es todo?
Blitzø hizo una pausa en su tecleo y arqueó una ceja. — ¿Estás insinuando algo, Millie?
Riendo, el diablilla negó con la cabeza y se dio la vuelta. — ¡Nop! ¡Para nada!
...
—…Él no quería matar a los niños. —susurró Moxxie al darse cuenta.
—Sep—dijo Millie con una risita. —, quiero decir, hemos matado niños antes, pero creo que Blitzøno se atrevió a matar a los que realmente le hicieron sonreír ese día.
—…Creo que hay más bondad en él de lo que creí—terció Moxxie con una sonrisa mientras los dos se tomaban de la mano. —…Por eso lo vamos a rescatar.
Y tras eso la pareja se besó tierna y lentamente antes de apoyar nuevamente la cabeza sobre las almohadas.
