Holaaa, aquí tienen el capítulo 4!
"Esta historia no es mía, es una adaptación de un libro de la colección Harlequin "Julia" cuya autora es Sarah Holland. Asimismo, los personajes de Naruto no me pertenecen sino que al gran Masashi Kishimoto"
Deseo Peligroso
Capitulo 4:
Sasuke extendió los brazos y ella luchó para que él no la condujera a la culminación de ese peligroso deseo. Gritó furiosa, lo empujó por los hombros, forcejeó, pero él era demasiado fuerte para ella y estaba muy decidido. Pero la tentación de ella de permitir que él hiciera lo que deseara también era fuerte, cualquier cosa siempre que fuera algo físico… siempre y cuando calmara la necesidad que él había desencadenado en Sakura desde que ella vio su rostro poderoso y apuesto y su cuerpo sensual.
— ¡No me toques!
— ¡Dime lo que quiero saber! —repuso él con severidad.
— ¡Vete al infierno!
— ¡Dímelo!
— ¡No!
— Muy bien —sus ojos ardían de deseo cuando bajó la cabeza—. ¡Esto es lo que recibirás hasta que contestes a mis preguntas!
El ardiente ataque del beso la hizo contener el aliento. Sintió que se mareaba al echar la cabeza hacia atrás, se agarró a los anchos hombros y entreabrió los labios gimiendo de placer.
Sin embargo, siguió luchando, a pesar de emitir gemidos de excitación mientras el corazón le latía con violencia y su cuerpo se movía junto al de él, hasta que finalmente la oscuridad del mundo privado de los dos se abrió por una llamarada de placer que dominó las últimas protestas de su mente.
Él le acariciaba el cuerpo y emitía sonidos de excitación desde el fondo de su garganta ante la reacción de ella.
— Mon Dieu! —murmuró él antes de levantarla en brazos y llevarla a la cama.
La besó mientras la apoyaba en las almohadas, le extendía el cuerpo debajo de él y le entreabría las piernas con un muslo. No dejó de besarla y sus fuertes manos le acariciaron los senos mientras la dureza de su cuerpo la quemaba.
Sasuke llevó una de sus manos a la cremallera del vestido negro. Éste se deslizó y cayó con suavidad de su torso. Al quedar expuesto los senos, le incitó los pezones y la hizo gemir de deseo, tal como imaginó que sucedería.
El cuerpo de Sakura se arqueó y llenó las manos de él con sus senos doloridos. Su piel ardía de insoportable excitación. El contacto de las fuertes manos en su piel descubierta hacía que la sangre fluyera por sus venas como mercurio caliente a punto de explotar… era la primera vez que un hombre le tocaba la piel desnuda en mucho tiempo… Luego su mente explotó por el deseo que sentía del cuerpo masculino.
Se dijo que no lo soportaría mucho tiempo más y empezó a desabrocharle la camisa.
Él estaba acalorado, se quitaba la chaqueta y la corbata con una prisa febril para que ella pudiera acariciarle el cuerpo. Sakura le quitó la camisa gimiendo de frustración y deseo. Luego lo tocó y sintió los fuertes latidos del corazón masculino, debajo del musculoso pecho.
— Chérie…! —gimió él—. Acaríciame…
Las manos de Sakura se movían por todo el cuerpo masculino con una pasión temblorosa. Hizo que Sasuke se estremeciera y contuviera el aliento con los ojos cerrados, disfrutando del delicioso placer.
Sus bocas se encontraron. Él le acarició los muslos, sin dejar de besarla, luego deslizó las manos hacia la parte interior de los muslos, mientras ella se contorsionaba debajo de él, delirante y también con los ojos cerrados.
— Tu cuerpo me atormenta —Sasuke parecía febril—. Te necesito, chérie.
Ella casi no lo oyó porque la sangre le hervía en las venas y su aliento se mezclaba con el de él. Sólo podía pensar en que le necesitaba porque era el único hombre que la había hecho sentir así.
— Je te veux! —murmuró tembloroso y comenzó a deslizarle el vestido de la cintura—. Ah, oui..., ¡te deseo!
— Non… —murmuró ella sin dejar de besarlo con los labios hinchados—. Non!
— Permite que te ame físicamente —respiraba con dificultad—. Déjame que acabe con tu frustración, chérie…
— ¡No! —exclamó presa del pánico y odiándose. Le sujetó las manos que él deslizaba por sus caderas. Abrió los ojos con un temor confuso porque acababa de darse cuenta del peligro que corría—. ¡He dicho que no!
— Sakura, es lo que necesitas —su voz fue grave, ronca y temblorosa—. Permite que te lo dé.
— Dijiste que me dejarías en paz si aceptaba hablar —dijo desesperada.
— Ya no quiero escucharte —Sasuke tenía el cuerpo rígido por la excitación, junto al de ella—. Lo único que quiero escucharte decir es sí, sí, sí mientras hacemos el amor.
— ¡Nunca en tu vida me escucharás decir eso! —le tembló la voz porque comprendió que había estado cerca de perder el control—. ¡Y no creas que no conozco el motivo real de tu repentina fascinación por mí! Acabas de rebelarlo, Sasuke.
Él se tensó y la observó.
— Ignoro lo que dije en sueños anoche, pero eres despreciable por tratar de aprovecharte de ello —murmuró Sakura con lágrimas en los ojos—. Es posible que sea célibe. Es posible que esté frustrada, y que pueda haberte dado una impresión falsa hace unos momentos, pero eso no significa que te vaya a dar algo más —le temblaron los labios—. ¡No permitiré que me poseas!
— Entonces, ¿por qué me has permitido llegar tan lejos? —respiró hondo.
— ¡Soy humana! A veces cedo a la tentación.
— ¿A veces? —su voz cobró fuerza al tratar de controlar su respiración—. ¿Qué quieres decir? ¿Ha habido otros hombres con quienes reaccionaste así? ¿Lo has hecho antes, es decir, llegar al punto al que hemos llegado y luego…?
— ¡No! —repuso furiosa—. Nunca me había comportado de esa manera con un hombre más. Y te odio por haberme obligado a hacerlo. También me odio a mí misma porque sé que tipo de hombre eres y que sólo te aprovechas de mí —las lágrimas le irritaron los ojos—. ¡Les haces el amor a las mujeres para luego descartarlas! Pues bien, a mí no me lo harás. Ningún hombre me lo hará.
— Me gané esa reputación cuando tenía veinte años, Sakura —dijo serio—. Ahora tengo treinta y seis. La gente cambia.
— ¡No trates de decirme que has cambiado! —se rió nerviosa—. Desde que llegué aquí no has dejado de intentar llevarme a la cama.
— ¿No se te ha ocurrido que para mí eres tan especial como es evidente que lo soy para ti?
Los ojos verdes lo miraron detenidamente durante un segundo al comprender que eso sería un milagro. Le cambiaría la vida para siempre. Haría que desaparecieran los malos días para que la vibrante excitación de la vida volviera a su existencia. Recordó su sueño donde vio el baúl cerrado con su personalidad bella y confiada y que Sasuke le decía con ternura y comprensión: "Lo abriré para ti…"
Pero se dio cuenta de que él sólo la halagaba para levantarle el frágil y destrozado ego y se despreció por desear creer que un hombre tan maravilloso como Sasuke podría considerarla algo más que una diversión.
— ¡Quítate de encima de mí! —lo empujó por los hombros.
— Chérie, quiero ayudarte…
— No es cierto —lo interrumpió—. ¡Sé lo que quieres realmente y no lo obtendrás!
— Pude haberlo logrado hace unos minutos —apretó los labios—. Aún podría hacerlo. ¿Eso no te indica algo respecto a mí o respecto al interés real que siento por ti?
— ¡Me indica que eres muy listo! —le espetó odiándolo—. ¡Y antes de que trates de engañarme diciendo que no eres el hombre que sé que eres, permite que te recuerde algunas evidencias importantes!
— ¡No estamos en los tribunales!
— Vives aquí en Montecarlo justo como se supone que debe hacerlo un hombre de tu reputación. Coches deportivos rápidos, helicópteros y rubias despampanantes que se ocultan en cada rincón en espera de que le des un beso. Salta a la vista que eres…
— Que vivo así —la interrumpió—. ¿Qué tiene de malo? Me gusta conducir un Ferrari, vivir en un ambiente internacional y que las mujeres me observen dondequiera que vaya. ¿Por qué no habría de hacerlo? Me siento bien sabiendo que me consideran deseable.
— Eres un cerdo presumido… —la indignación la hizo callar.
— No soy presumido, simplemente confío en mí mismo.
— Eso es presunción —murmuró ella titubeante.
— Es seguridad en sí mismo, Sakura y es evidente que tú no la tienes, porque de lo contrario no estarías tan convencida de que sólo busco aprovecharme de ti —la observó—. Eres una mujer muy deseable. ¿Por qué tienes tan poca confianza cuando se trata del sexo opuesto? ¿Cómo puedes creer que sólo quiero divertirme contigo cuando salta a la vista que te deseo y que no puedo mantener las manos alejadas de ti?
Ella se limitó a mirarlo, pero el corazón le latía con fuerza, tenía miedo de dar crédito a lo que él acababa de decir.
— Vamos —Sasuke la observó en la habitación levemente iluminada—. Quiero que hables y deseo escucharte. Dime qué te paso para que seas así.
— No —le resultaba difícil hablar—. No… quiero decirte…
— Me lo dirás, Sakura... ¡Es posible que tú estés acostumbrada a vivir con frustraciones, pero yo no lo estoy! —la observó con intensidad—. ¿Quién fue el hombre y qué…?
— Mi marido —Sakura cerró los ojos al contestar—. Itachi era mi marido.
Hubo un breve y tenso silencio. Sasuke se la quedó mirando con el rostro lívido.
— ¿Tu marido? —preguntó con incredulidad—. ¿Tu marido te hizo eso? ¿No eres viuda? Es decir, ¿él no está…?
— Sí, murió hace tres años. Dio la vuelta en una esquina con demasiada rapidez y chocó contra una oficina. Estaba borracho. Murió en el acto.
— Bueno… —él asintió despacio y se pasó una mano por el pelo—. De modo que lleva tres años muerto. ¿Cuánto tiempo estuviste casada con él?
— Un año —sintió que una lágrima se deslizaba por sus pestañas y rodaba hacia su mejilla y lamentó con amargura tener que hablarle de eso, porque sabía que él la menospreciaría, igual que todos lo habían hecho.
— ¿Qué hizo él para destrozar tu autoestima?
— Él… —respiró hondo—. Él se casó conmigo porque yo era la mejor chica disponible en Tokio. Fui una reina de belleza —murmuró y esbozó una sonrisa—. Miss Tokio, la chica dorada, me llamaban. Mi foto estaba en los escaparates y en los periódicos locales.
Él la escuchaba sonriendo.
— Y por supuesto, Itachi era el chico dorado —continuó ella, y su sonrisa se convirtió en un gesto de dolor—. Todos decían que éramos la pareja perfecta. Él me propuso matrimonio después de habernos frecuentado un mes.
— ¿Qué edad tenías cuando te casaste con él? —preguntó Sasuke serio.
— Veintidós años. Ahora tengo veintisiete.
— ¿Cuánto tardó en derrumbarse el matrimonio?
— Pasado un mes —repuso ella con dolor—. Me enteré de que tenía dos amantes en Tokio y de que las mantenía con el máximo lujo. También acostumbraba a acostarse con otras que conocía en sus viajes.
— ¿Qué hiciste cuando te enteraste de su relación con esas mujeres?
— Hablé con él —respondió enfadada y cerró los ojos—. Y él dijo… dijo… —la agonía la hizo taparse la cara con las manos.
— Dilo rápido, sé breve y trata de no ser muy emocional —sugirió Sasuke acariciándole la mejilla.
Sakura tragó en seco y gimió.
— ¡Se rió de mí! Dijo que yo era imposible en la cama, que no tenía idea de lo que debía hacer y que no podía satisfacer a ningún hombre, y menos a él.
— ¿Y fuiste lo bastante ingenua como para creer que era cierto? —Sasuke suspiró.
— Desde luego él tenía razón —dijo ronca—. Yo era virgen cuando me casé y no sabía qué hacer. Me sentí muy cohibida la noche de bodas y… y la estropeé. No pude culparlo por acudir a esas otras mujeres. Yo era tan mala como amante que…
— Sakura, no digas eso —replicó él, molesto—. No es cierto.
— ¿Crees que no sé que sólo tratas de que me sienta mejor?
— Por supuesto que hago eso. Eres una mujer bella a quien destrozaron la confianza en sí misma. Pero si eres tan inadecuada, ¿qué hago aquí en la cama después de que me quitaste la camisa con tanta sensualidad? —bromeó con ella—. Contesta —jugueteó con el pelo rosado—. ¿Y por qué sigo aquí haciendo todo lo posible para asegurarme de que algún día te haré el amor como es debido?
— ¡No permitiré que eso suceda! —exclamó sonrojada—. ¡Jamás!
— De acuerdo —murmuró él—. Ya hablaremos después de eso. ¿Cuándo te diste cuenta de que tu matrimonio era una pesadilla?
— No antes de que él muriera. Me quedé conmocionada cuando me dieron la noticia. Caminaba como una autónoma creyendo que mi vida se había acabado. Luego, una tarde, vi a una chiquilla que corría riendo en la casa vecina. Yo… —se ruborizó y sintió lágrimas en los ojos—. Sé que lo que voy a decirte puede parecerte tonto, pero de pronto recordé cómo había sido yo, lo feliz que fui de niña al creer que yo era bella, que todos me querían y que maduraría para casarme con un apuesto príncipe.
— Ah, chérie… —la observó con sus ojos oscuros llenos de dolor y con el ceño fruncido por la compasión.
— Fue entonces cuando supe que mi matrimonio había sido una pesadilla —otra lágrima se deslizó por su mejilla—. Desde la muerte de Itachi era la primera vez que lloraba. Para entonces yo estaba destrozada. En la ciudad…
— ¿Todos conocían las aventuras sentimentales de Itachi?
— ¡Él se había asegurado de que todos lo supieran! —repuso con amargura—. Y les dijo que se debía a que yo no podía satisfacerlo. Yo era la broma de la ciudad. Miss Tokio, la chica dorada que ni siquiera podía satisfacer a su marido.
— ¿Trataste de decirle la verdad a alguien? ¿Que era él el responsable del problema?
— ¿Él…? —se lo quedó mirando antes de hablar titubeante—. Era un amante estupendo, debía serlo… tantas mujeres…
— Creo que con toda seguridad podemos decir que él era un inmaduro que engañó a sus compañeras y trató mal a su bella y encantadora esposa.
Sakura se sobresaltó, casi temerosa de creerle.
— Hmp —él sonrió levemente, la besó con suavidad y la observó detenidamente—. De acuerdo… él murió… y tú decidiste irte a París.
— Sí —asintió—. Yo sabía que no podía seguir viviendo siendo una fracasada en todo. Vendí todo lo que pude para comprar el billete de avión y establecerme en París para no tener que regresar con otro fracaso más en la larga lista de fracasos.
— Hiciste muy bien.
— Nunca me he arrepentido —lo miró—. Desde el momento en que llegué a París, sentí que me había quitado un gran peso de encima.
— Y así fue.
— Enseguida conseguí un puesto de ayudante personal. Me ayudó saber bien el francés y mi formación como secretaria. Pero me mantuve bastante aislada durante el primer año, nunca salía, ignoraba a los hombres.
— Estoy seguro de que en París hay muchos hombres decepcionados —Sasuke esbozó una sonrisa divertida.
— No deseaba tener ninguna relación con un hombre —dijo ella en tono seco.
— Pero eso ha empezado a cambiar —repuso enternecido—. ¿No es cierto? Supongo que tardaste unos dos años en sentirte lo bastante segura para comenzar a hacerle caso a las exigencias de tu cuerpo.
— ¡No hablaré de eso contigo! —Sakura se sonrojó.
— Lo harás porque de lo contrario comenzaré a encargarme de ellas.
— Ésa es tu respuesta para todo, ¿no? —repuso con el corazón acelerado—. Eres un… obseso sexual.
— Es la única respuesta para ti, chérie —dijo él tranquilo—. Supongo que te das cuenta de que la única manera de recuperarte del todo en haciendo el amor con libertad.
— ¡Que conveniente para ti! —le espetó ella.
— En efecto, pero también es muy emocionante —Sasuke rió—. Tres años de frustración contenida… ¡Estoy impaciente!
— Ése es el único motivo de tu interés por mí, ¿verdad? —le preguntó furiosa.
— Me interesas porque sin la menor duda eres la mujer más sensual que he conocido y he conocido a muchas de las mujeres más sensuales del mundo.
El cumplido la dejó pasmada. Luego se sintió muy tonta por haberle creído siquiera un segundo.
— Lo dices para que me sienta mejor. Pero conozco tus motivos. Crees que te lo agradeceré y me iré a la cama contigo —echó chispas por los ojos—. ¡Puedes llevarte tus cumplidos para meterlos en el tubo de escape de tu maldito Ferrari, yo no los quiero!
— ¡Qué mente más ocurrente tienes! —se rió—. Es casi tan fascinante como tu cuerpo increíblemente sensual. Y créeme, es tan sensual que embriaga.
— ¡Eres muy listo, monsieur! Pero sé que quieres de mí.
— ¡Apuesto a que sí! —volvió a reírse.
Sakura desvió la mirada porque el deseo le recorría el cuerpo y el corazón le retumbaba al sentir que él le deslizaba los dedos por un seno hasta la esbelta cadera.
— Chérie —dijo en voz baja al acariciarle un muslo—. Los dos sabemos que terminarás cediendo para tomar lo que necesitas.
— No —alejó la mano de él—. ¡No cometeré la misma equivocación otra vez, teniendo relaciones con un hombre que se parece a mi difundo marido!
— No me compares con esa imitación de hombre —masculló y su voz dejó sin aliento a Sakura—. ¡Nunca en mi vida he tratado mal a una mujer! ¡Ni le he mentido a ninguna! ¡Tampoco he destruido a ninguna para ocultarme de mis propias deficiencias! No necesito hacerlo. Es evidente que él sí tuvo que hacerlo, pero eso no es culpa mía, aunque parece que se está convirtiendo en mi problema.
Sakura estaba tensa porque admitió que él decía la verdad respecto a Itachi. Era lo que ella pensaba en secreto desde hacía bastante tiempo.
— Él te hizo mucho daño —dijo Sasuke—. Pero el daño no es irreparable. Todo lo que has hecho desde su muerte lo has hecho con valor y dignidad.
Ella sintió que le ardían los ojos por las lágrimas y parpadeó para desalojarlas.
— Sin embargo, él último obstáculo exige que pierdas el control.
Dirigió la vista al rostro masculino.
— Piérdelo conmigo —dijo ronco.
— ¿Para que puedas cosechar el fruto de mi frustración? —preguntó ella con voz temblorosa—. ¡Prefiero ver que ardes en el infierno!
— Y yo creo, chérie, que preferirías verme desnudo.
Los ojos de Sakura se dirigieron al pecho musculoso y al pantalón negro que cubría las fuertes piernas que yacían al lado de ella y sintió un fuerte deseo.
— Siento lo mismo que tú —agregó Sasuke muy serio. Deslizó una mano por el seno de ella para acariciarle el pezón e incitárselo al mismo tiempo que deslizaba un muslo entre los de ella. Sakura gimió de placer cuando la boca de él tocó su cuello.
De pronto oyeron risas y gritos provenientes del pasillo.
— ¿Qué diablos…? —preguntó él al levantar la cabeza.
— Pon música, Ino —dijo una voz.
— ¡James Brown! —dijo otra.
— Invadamos el bar de mi hermano —se rió Ino—. ¡Siempre tiene una buena provisión de champán!
— ¡Lo que nos faltaba! —masculló Sasuke—. Ino y su grupo han vuelto de Jimmy'z —consultó su Rolex—. Medianoche. No la esperaba en casa antes de las dos.
— Será mejor que nos levantemos… —murmuró Sakura decepcionada.
— ¡No lo creo, chérie! —se deslizó de la cama y caminó al otro lado de la habitación—. Le echaré el cerrojo a la puerta y…
Pero la puerta se abrió antes de que él llegara a ella.
— ¡Ah, estás en casa! —Ino se detuvo en el umbral—. Lo siento, pensé…
Él trató de cerrar la puerta, pero fue demasiado tarde, porque su hermana miraba sorprendida a Sakura que se cubría los senos desnudos con el edredón.
— ¡Ah! —Ino se quedó pasmada.
— ¡No vuelvas a entrar en mi habitación sin llamar antes! —masculló Sasuke, furioso—. ¡Mira lo que has hecho!
— Lo siento —murmuró mirándolo.
— No lo sientas, ¡sólo sal! —tronó y ella dio unos pasos atrás cuando vio que él pensaba dar un portazo.
— Dios mío, ay, no… —mortificada, Sakura levantó su vestido.
— Ella tenía que enterarse tarde o temprano y el destino ha querido que lo averiguara en este momento… —Sasuke regresó a la cama.
— ¿Cómo puedes estar tan tranquilo? ¿Cómo puedes echarle la culpa al destino?
— Porque no puedo cambiarlo —arrodilló una pierna sobre la cama para subirle la cremallera del vestido—. Tendremos que vestirnos para reunirnos con ellos —se puso la camisa y se la abrochó.
Sakura lo observó perpleja.
— Una cosa es que ella sepa lo que ha ocurrido entre nosotros y otra que hagamos gala del asunto quedándonos en la cama —se agachó para recoger su chaqueta negra y se la puso. Luego miró a su alrededor—. ¿Qué hiciste con mi corbata, chérie?
— No recuerdo —murmuró ella con el rostro encendido y tanteó la cama con los dedos hasta que la encontró y se la ofreció.
Él la aceptó, divertido como un chiquillo malicioso, y se la puso en el cuello para hacerse el nudo con habilidad.
— Los dos tenemos ya un aspecto digno y formal. No permitas que ella te vea cohibida porque será peor.
Sakura se levantó de la cama, se puso los zapatos negros de tacón y caminó al lado de Sasuke hasta la puerta. Oyeron música suave y voces bajas.
— ¡Ay, no! Están muy callados. ¡Ha debido decirles que nos ha encontrado juntos!
— A Ino no se le ocurriría decirle a nadie lo que ha visto —opinó él.
— Entonces, ¿por qué están tan callados?
— Porque saben que estoy en casa —respondió sonriendo burlón—. Ya te he dicho, chérie, que impongo bastante respeto —abrió la puerta del salón y caminó al lado de ella con el rostro duro y severo.
La habitación quedó en silencio. Un grupo grande estaba reunido junto a la terraza y todos dejaron de hablar al ver a Sasuke.
— Buenas noches —dijo Sasuke tranquilo—. A mademoiselle Haruno y a mí nos encantaría tomar una copa de mi champán.
Todos comenzaron a hablar al darse prisa por obedecer.
— Te tienen miedo —murmuró Sakura mirándolo a la cara.
— Sólo porque así lo deseo —le dio un beso en la mejilla—. La situación sería diferente si yo los hubiera invitado porque les sonreiría. Todos tenemos muchas facetas en nuestra personalidad, ¿no te parece?
Sakura agitó las pestañas.
— Disfruta de la fiesta, chérie, pero vete a la cama pronto para dormir. Mañana necesitarás todas tus energías.
— ¿Para qué? —preguntó sorprendida.
— Para mí, chérie —respondió burlón—. Te devolveré la confianza sexual y no puedo expresarte lo grato que será para mí —se alejó y la dejó furiosa.
"Está muy equivocado si cree que permitiré que me lleve a la cama", pensó Sakura con decisión.
Hasta aquí el capítulo 4!
Nos leemos mañana!
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