Bebió hasta que comenzó a sentir su cuerpo pesado, Katsuki no estaba acostumbrado a beber en aquellas cantidades, mucho menos cuando debía preparar su cuerpo para futuros enfrentamientos y la resaca no funcionaba como un gran aliado por las mañanas.
Pero había hecho una leve excepción, a fin de cuentas había sido ascendido a caballero real y no podía negar una copa de vino que le ofrecía su Rey, ni tampoco la segunda, ni la tercera; ya en la cuarta se entregó al festejo en aquel castillo y brindó por sus logros.
Tampoco es que sea mal bebedor, claro que no, no había nada que Katsuki hiciera mal, pero cada vez que se excedía de sus límites, fomentados con el vino por supuesto, comenzaban a aquejarlo fuertes y punzantes dolores de cabeza, sumado a un leve hormigueo recorriendo sus brazos los cuales comenzaban a sudar de forma excesiva.
Cuando le comentó aquel descubrimiento a su padre, este le dijo que eran tonterías a causa de su poca costumbre bebiendo, pero ya habían pasado más de cinco años desde que esos dolores lo acechaban y seguían sin alguna explicación.
Más ahora que aquel dolor persistente comenzaba a invadir su cabeza, específicamente en su sien, trató de ignorarlo entre el ruido y desvió su mirada hasta ver como Izuku reía junto a Eijiro.
Luego sintió una mirada sobre su nuca y, con cuidado sin dejarse en evidencia, observó a través del reflejo de uno de los espejos del gran salón.
Junto a Tomura, unos ojos turquesa lo observaban, con una sonrisa sarcástica adornando el levemente bronceado rostro de Dabi.
Apretó su puño y camino hasta donde se encontraban sus compañeros riendo por estupideces. Ese muchacho siempre le había provocado asco; con sus miradas cargadas de burla por llegar a ser un caballero real antes que él y matar a quien tuviera a su paso.
Katsuki lo había visto combatir un par de veces, incluso le parecía extraño que Dabi estuviera en el castillo, él generalmente salía a explorar territorios en solitario volviendo con sus brazos y carretas cargados de oro y riquezas para el rey. Muchos lo idolatraban pero Katsuki lo encontraba un completo estúpido.
Avanzo con dificultad hasta que una fuerte punzada lo hizo detenerse y fruncir su ceño.
—¿Estas bien? — la voz de preocupación de Eijiro lo recibió— ¿Katsuki? — volvió a preguntar el joven guerrero.
—Solo es el vino. — trató de quitarle importancia mientras respiraba.
—El ruido es agobiante. — murmuró Izuku a su lado, quitando la copa que Katsuki traía en sus manos. —Podemos ir a tomar aire al balcón.— sugirió con nerviosismo.
Katsuki se encogió de hombros tratando de aparentar que no le importaban las palabras de Izuku, pero en el fondo de su corazón se lo agradecía, sentía como si se estuviera asfixiando en aquel lugar.
—¿Volvieron los dolores de cabeza? — pegunto Eijiro mientras el cielo estrellado les daba la bienvenida al balcón del castillo.
—Son una puta molestia. — se quejó el rubio observando las antorchas que iluminaban las lúgubres calles de Wessex.
—Espero que te sientas mejor de aquí a que zarpemos, Kacchan.
Katsuki gruñó al escuchar aquel molesto apodo.
—Dicen que Dabi guiará al ejército. — comentó Eijiro mientras sus cabellos se movían con el viento de la noche.
—¿Y por qué ese bastardo? —gruñó el rubio con molestia.
—Ya que tiene experiencia, según dijo mi hermano. — Deku se encogió de hombros.
—Es extraño. — murmuró nuevamente Eijiro, esta vez girándose para observar a sus compañeros a los ojos. — Él nunca realiza expediciones acompañado, pensé que sería Twice quien comandaría esta misión, incluso tú, Katsuki.
Y el rubio compartía aquel inquietante pensamiento, a pesar del molesto dolor de cabeza y el picor en sus manos, aquella duda lo había albergado desde que sintió la mirada de aquel guerrero en su espalda.
—Quizás sea por la experiencia, ya saben la importancia que se le está dando a esta misión, y él ha sido uno de los mejores guerreros de Padre, además es mayor que nosotros.
—Calla, Deku, ese bastardo me da mala espina.
Luego de un silencio, el muchacho de cabellos negros tomó la palabra.
—Ustedes son mis amigos. — comenzó a hablar Eijiro con seriedad, tomando por sorpresa a Deku y Katsuki. — Son mis hermanos, le confiaría mi vida a ustedes.
—¿Que mierda estás hablando?.
—Siento que hay algo más en este viaje—continuó el muchacho—, sé que a veces soy muy confiado de las personas y trato de ver el lado positivo, pero desde que se anunció esta misión he tenido un sentimiento extraño.
Y era cierto, Eijiro sentía como su estómago se revolvía al ver como los días avanzaban para dar inicio a tal misión, no quería ir, se había sincerado consigo mismo y estaba seguro de que ocurriría un baño de sangre y él estaba harto de matar a inocentes peleando por ideologías y territorios.
Además, muy para sus adentros, quería que todas esas leyendas sobre las personas más allá del mar fueran reales, personas buenas con quienes se pudiera dialogar y mantener una buena convivencia, pero sabía de lo que era capaz su reino por un poco de grandeza, en especial el rey Shigaraki.
—Deben ser los nervios, Eijiro. — Deku trató de calmar a su amigo con leve incomodidad, él tampoco era partidario de los baños de sangre, sólo lo hacía por la presión de su padre y hermano quienes constantemente verificaban sus logros y avances.
Katsuki observó a sus compañeros y mantuvo silencio, recordando la conversación que tuvo con Eijiro días atrás.
—¿Quieres quedarte en el castillo? —preguntó con voz dura.
—No dije eso— el muchacho de cabellos azabache frunció sus labios—, siento que se viene un gran cambio.
Los tres mantuvieron silencio mientras el guerrero desviaba sus ojos carmesís hasta el cielo, disfrutando de las estrellas en lo alto para luego suspirar.
Ochako sintió un tirón en su abdomen bajo y las náuseas la invadieron de forma abrupta. Sin medir la caída, su cuerpo chocó sin reparos contra la tierra y vomitó lo poco que quedaba en su estómago.
Ya llevaba tres días practicando con su don y sus alas, y la verdad había sido una tarea completamente difícil, necesitaba de mucha concentración para poder mantener el movimiento de sus alas junto a su don activo mientras hacía flotar las rocas a su paso.
—Ten.
La castaña escuchó la suave voz de Momo a su lado y recibió con vergüenza la fina tela que esta le tendía. No pudo evitar desviar la mirad avergonzada mientras la chica le dedicaba una sonrisa de comprensión.
—Gracias, Momo.
—Ha sido complicado para todas. — La chica de cabellos azabaches se sentó a su lado, evitando el vómito de Ochako.
—Mantener el control de las alas es todo un desafío. — Ochako trató de cubrir su vómito con un poco de tierra suelta, pero sus intenciones quedaron en nada cuando vio como su amiga comenzaba a formar una sencilla pala con la piel de su cuerpo. — Eres asombrosa, Momo.
La chica se sonrojó ante las palabras de Ochako y le entregó la pala a su amiga. Ella tenía el don de la creación, Odín le entregó a facilidad de poder crear cualquier elemento desde su cuerpo, siempre y cuando supiera la composición de estos.
Había sido difícil para ella poder manejar tal don y que había demasiado desconocimiento respecto a la formación de las cosas, pero ella era inteligente y amaba leer los antiguos libros que se encontraban en su casa, además de las enseñanzas de su madre en aquel camino de Valkiria.
—Ha sido duro. — comentó la chica mientras observaba como las demás jóvenes se elevaban en los aires bajo la supervisión de Merumi. — Pero a la vez es asombroso ver como todas logramos nuestro objetivo.
Ochako vaciló un par de segundos recordando la conversación que tuvo con Shoto el día de la elección.
—Quizás Odín tiene grandes planes para todos. — murmuró luego de ver como Tsuyu caía fuertemente sobre la tierra.
—Es por eso que hay que seguir entrenando, Ochako. — la hermosa joven de largos cabellos azabaches le sonrió con confianza.
La castaña a su vez trató de imitar su sonrisa y de una vez por todas alejarse de aquellos pensamientos negativos que la acechaban, además tampoco había tenido tiempo ni valor para conversar con su padre respecto a todas sus inquietudes y nuevas revelaciones por parte de su amigo.
—Siento que si sigo entrenando volveré a vomitar. — rió avergonzada la muchacha de ojos color avellana.
—Ten. — Momo confeccionó un pequeño cuenco de madera y lo llenó con un poco del agua de su cantimplora. —Recupera tus energías, te ves pálida.
Ochako agradeció con una sonrisa y bebió del líquido refrescante, no se dio cuenta de lo sedienta que estaba hasta que Momo rió por un suave gemido de satisfacción que salió de sus labios.
—Gracias, Momo.
La mencionada le sonrió de vuelta, para luego encaminarse a entrenar junto a Jiro, quien estaba teniendo dificultades con abrir sus propias alas.
Ochako se mantuvo en completo silencio, observando a sus compañeras caer para luego volver a levantase a pesar del polvo y los duros golpes, sus pieles expuestas gracias al traje de Valkiria que le permitía mayor movilidad se encontraban rasguñadas y heridas, pero no era impedimento para que aquellas jóvenes guerreras desistieran de sus objetivos.
Estaba elevando el cuenco que Momo le dio cuando sintió una mano completamente helada sobre su hombro, se sobresaltó y el objeto salió volando por los aires bajo el control del su don.
—Un poco más y llega hasta Freya.
Ochako rió ante las palabras de Shoto y juntó las yemas de sus dedos para desactivar su don sobre el objeto, este cayó fuertemente un par de metros del área de entrenamiento.
—¿Cómo va el entrenamiento? — preguntó la chica con curiosidad.
Shoto observó el cielo por unos segundos para luego dar un suspiro; Ochako lo comprendió todo. Si bien el muchacho de cabellos bicolores era bastante introvertido y solo hablaba lo necesario, para Ochako no fue difícil comprender su lenguaje corporal, ambos venían siendo amigos desde pequeños, específicamente cuando ella jugaba junto a Mina y Tsuyu quienes recién estaban aprendiendo a usar sus dones, fue en ese momento en donde ella corrió tan fuerte arrancando de las pequeñas descargas de ácido de las manos de Mina que chocó contra un pequeño Shoto y accidentalmente lo elevó por los aires.
Shoto estuvo enredado entre un par de ramas por varios minutos mientras Ochako lloraba a los pies del árbol sin saber qué hacer, hasta que apareció su padre por un llamado de Mina y se subió para rescatar al muchacho quien veía anonadado todo lo que estaba ocurriendo.
Fue también en ese momento en donde la castaña descubrió como desactivar su don y que la compañía del pequeño muchacho delas ramas no era para nada desagradable, estableciendo una amistad que perduraría con el paso de los años.
—En dos días será la ceremonia de los Hensir.
El joven se sentó a su lado luego de mencionar aquellas palabras.
—No sé si felicitarte o acompañarte en tu dolor. — rió la chica tratando de aliviar la tensión en los hombros de su amigo.
—Cualquiera de los dos esta bien.
—Supongo que tu padre a estado insistiendo con tu entrenamiento.
—Sí. — confesó. — Pero no quiero ser como él, no quiero ser un Hensir por obligación, ¿sabes? — relató el muchacho mientras la leve escarcha de su brazo derecho iba desapareciendo. — Quiero yo decidir mi propio futuro, quiero poder elegirla mejor forma de servir a Odín.
Shoto fue completamente bendecido por los dioses, como se encargaba de mencionarlo Enji Todoroki, al heredar dos dones, el poder del hielo y del fuego.
—Además — retomó el joven con seriedad. —, tendremos que estar preparados para todo lo que se avecina.
—¿Pudiste averiguar algo más?
—No.
—Aún no encuentro el valor para hablar con mi padre respecto a lo que pasó en la ceremonia— Ochako mordió su labio con nerviosismo—, y se lo pasa en reuniones con el resto de los condes, eso solo nos confirma que no se viene cosas buenas para Inguz.
—Mi hermano, Natsuo, ha estado discutiendo bastante con mi padre.
—Pero eso ocurre siempre.
—Esta vez ha sido diferente. — desvió su mirada para ver como Merumi ayudaba a Mina a levantarse del suelo. — Ha mencionado muchas cosas del pasado, sobretodo en su incapacidad para proteger a su familia de aquel ataque años atrás.
—¿Crees que existen muchos secretos? —
—Eso es lo que me preocupa, mis padres y hermanos son bastante cuidadosos al hablar de la historia de la familia, sólo sé que en aquella época Enji estaba en el frente de batalla y mi madre cuidando a mis hermanos y a mí, ahí es cuando Natsuo se molestó al recordar la gran pérdida de la familia, pero no sé a qué se refiere. — habló con frustración el futuro Hensir, la cual se demostraba en sus ojos y en la forma de hablar.
Shoto no era un gran conversador y por eso Ochako sabía que era algo importante lo que estaba ocurriendo en la cabeza de su amigo, ya que se lo estaba confiando a ella y por la forma en cómo se estaba expresando en aquel momento.
—¿Quizás…quizás debamos hacer un par de averiguaciones, no crees? — preguntó la castaña con comprensión.
—Tendremos que ser precavidos.
—Esta noche, quizás podamos ir con el vidente de Inguz, no creo que Aizawa nos niegue una conversación.
Shoto meditó las palabras de su amiga y asintió en silencio, si había alguien en Inguz que tenía todas las respuestas ese era Shota Aizawa, pero a su vez sus palabras podían ser un acertijo sin salida.
La castaña tomó su abrigo de piel y envolvió su pequeño cuerpo con el calor de la prenda, vistió sus zapatos y esperó pacientemente a que su padre traspasara la puerta de entrada. Contó los minutos y, al no ver el cuerpo de su padre bajo el umbral, supuso que este nuevamente no llegaría a dormir.
Apagó el fogón en medio de su hogar y salió a paso veloz para reunirse con el menor de los Todoroki, camino mientras la luna iluminaba sus pasos y el humo de las casas de Inguz se colaba en su respiración.
Bajo el árbol donde pasó a elevar a su amigo de pequeño, comenzó a esperar pacientemente mientras el ruido de la corriente del rió llegaba a sus oídos. Shoto no tardó demasiado y venía abrigado igual que ella, dándole un porte fuerte mezclado con cierta elegancia innata del joven.
—La choza de Aizawa está al final del pueblo. — mencionó el joven.
Ochako asintió y se dedicó a seguir a su amigo quien caminaba sigilosamente por las pequeñas aristas que funcionaban como calle en Inguz, tratando de evitar encontrarse con algún conocido y desviando su mirada cuando divisaban alguna figura a lo lejos.
Y es que acudir donde el vidente sin ser llamados o guiados por Odín era casi un sacrilegio, además quienes eran considerados Valkirias o Hensir tenían el derecho a conversar con el hombre, pero sólo Ochako cumplía con ese título; y era Shoto quien tenía más dudas respecto al pasado.
El humo de la pequeña y oscura choza les saludo a lo lejos. Ambos jóvenes caminaron lleno de dudas y temor, Aizawa era conocido por ser el vidente de Inguz, guiando al pueblo con su sabiduría y a su vez entregando profecías que Odín y los dioses le enviaban al pueblo.
Pocas veces se veía en el pueblo, siempre estaba en su choza en contacto con los dioses, aunque muchas veces Mina insistía en que el vidente prefería dormir a conversar con las deidades.
Ochako solo lo había visto un par de veces en algunas ceremonias, recordaba su cabello largo y aspecto desaliñado, con sus ropas largas y cubierto de abrigo de piel negro como los cuervos; dejando siempre un rastro de humo al pasar.
También dicen los rumores del pueblo que hace cientos de años se enfureció con Odín a causa de su propio don. Aizawa tenía la capacidad de anular el don de cualquier vikingo al cual él mirara directamente a los ojos por un par de segundos o minutos, pero no servía para combatir frente a las personas que no poseían don alguno y que osaban con invadir los asentamientos nórdicos. Es por eso que los dioses lo castigaron a la eternidad en la tierra, anunciando malos augurios y a la vez quitándole uno de sus ojos a causa de su revelación, el cual fue comido por un cuervo.
Nadie nunca ha mencionado esa historia frente al vidente, a pesar de todo, junto a Yagi Toshinori es una de las personas con mayor autoridad y respeto en Inguz.
—Shoto. —Llamó Ochako con los vellos de su cuerpo completamente erizado.
La energía que envolvía la choza de Aizawa era completamente diferente a la del pueblo, era una energía pesada, absorbente y a la vez desesperante. Ochako sintió miedo a lo que estaba a punto de pasar, tenía un nudo en su estómago y sentía que en cualquier momento sus piernas se desvanecerían.
Sin pensarlo tomó el brazo de su amigo y se dio valor para seguir caminando, el muchacho comprendió la acción y se acercó un poco más a la joven, a fin de cuentas el también percibió el cambio de ambiente en el lugar.
Un par de pasos más y se encontraron frente a la puerta de madera, con un aspecto semi podrido y sobrepuesta sobre la estructura.
—¿Estás bien? —preguntó el chico entre murmullos.
—Hagamos esto rápido. — respondió la castaña.
Shoto dudó en golpear aquella puerta, pero sus inquietudes dominaron sus acciones y terminó empujando suavemente aquel trozo de madera.
Entre el humo de las velas, mantas por doquier y un pequeño fogón en medio, se encontraba Shota Aizawa, quien los miraba con su único mientras sus figuras entraban al lugar.
—Pensé que tardarían menos.
La voz gruesa y rasposa de Shota inundó el lugar y provocó escalofríos en ambos jóvenes, quienes quedaron inmóviles frente al hombre de las profecías.
—Shoto Todoroki, Ochako Uraraka. —nombró el hombre mientras se levantaba.
El contraste de las llamas le otorgaban un aspecto misterioso, con la palidez de su rostro resaltando y el vació en el lugar en donde debería haber estado su ojo izquierdo.
—Yo…—el joven de ojos bicolor quedó en blanco al ver como varios cuervos descansaban sobre el hombro del vidente.
—Han estado aquí desde antes de la ceremonia. —confirmó el hombre, serio, imponente.
Ochako se mantuvo en silencio, los cuervos no eran un buen augurio.
—Puedes ver el pasado. — habló el chico con seriedad, ignorando como se movían aquellas aves por el estrecho lugar.
—Y el presente y el futuro.
—Tengo dudas.
—No tengo tus respuestas. — dijo en tono tajante—Es un sacrilegio el que hayas venido hasta acá en busca de respuestas, espero que los dioses sean compasivos contigo y perdonen tu atrevimiento.
Ochako sintió la tensión en los hombros de su amigo y pasó la lengua por sus labios resecos, sentía que debía hacer algo y ayudar a su amigo con las dudas de su pasado, y por qué no, también estaba interesada en conocer un poco más de su incierto futuro..
—Yo soy una valkiria.
En el momento en que Ochako terminó de decir aquellas palabras, Aizawa centró su mirada en ella y su único ojo comenzó a tornarse blanco mientras las llamas del fogón se encendían con avidez.
Ochako quiso arrancar de aquel lugar en el momento en que los cuervos comenzaron a mover sus alas con velocidad y rodeaban el fuego que se avivaba cada vez más, la bilis se acumuló en su boca y su cuerpo comenzó a temblar a causa del miedo.
—Vas a arder.
Fueron las palabras que mencionó Shota Aizawa con voz desgarradora antes de que Shoto la sacara de aquel lugar.
El movimiento constante de las olas golpeando el pequeño barco en donde se movilizaban lo mantenía despierto. No había podido pegar un ojo ni conciliar el sueño desde que puso un pie en aquella embarcación. Era su primera vez explorando el mar, nunca en su vida había dejado de pisar tierra firme y la sensación de aventura y reconocimiento lo llenaban a más no poder.
Sentía el murmullo de algunos caballeros a lo lejos, mientras los leves ronquidos de Eijiro y Deku se incrementaban a medida que su sueño se profundizaba.
Estaba ansioso de conocer más allá del mar y que su nombre se enalteciera en lo más alto del castillo y del reino de Wessex, quería ser un caballero intachable, experto en batalla y el mejor en su historia.
Quería y anhelaba que se escribieran canciones y poemas respecto a sus batallas y victorias, que el futuro conociera de él y no quedar en el anonimato y pasar sin pena ni gloria, no, él, Katsuki Toga estaba para grande cosas.
Otro choque de las olas y sintió las náuseas de algún débil caballero sobre la cubierta, así había sido la experiencia para varios, el movimiento constante y la sensación de mareo había sido una tortura para muchos, Deku incluido quien pudo calmarse gracias al sueño que lo gobernó.
Se obligó a dormir con el sonido del viento y se aferró a su espada, se abrigó con su capa real y se acomodó entre los colchones de lana que el mismo rey les facilitó.
Volvió a abrir sus ojos cuando sintió un leve temblor en el barco y el sonido de varias pisadas subiendo a la cubierta.
Sin pensarlo, se puso de pie, seguido de sus compañeros de infancia y corrió hasta donde la mayoría de los navegantes se dirigian.
Pudo observar a Dabi, quien sonreía con autosuficiencia a los navegantes, y quedó anonadado ante lo que sus ojos venían frente al mar.
—¡Tierra a la vista! — gritó Himiko, su hermana melliza.
El resto de los caballeros comenzó a festejar de júbilo ante el anuncio de la única mujer en aquel barco.
Katsuki quedó atónito ante la cantidad de espeso bosque, verde, imponente, que se lograba divisar desde aquella distancia, sumado a grandes montañas y el cielo celeste que se imponía sobre sus cabezas; un nudo se formó en su garganta.
Sintió una mano sobre su hombro y de inmediato se giró para ver al osado que se atrevió a tocarlo, más el olor a humo y ojos color zafiro de Dabi fueron suficientes para saber lo que se avecinaba.
—Ya sabes que hacer, Katsuki Toga.
Nota de autora:
Muchisimas gracias por su paciencia a quienes leen esta historia, de verdad espero que esté siendo de su agrado!
Un abrazo a todxs y gracias por leer.
