Los temas médicos tratados en esta historia no son verídicos ni reales, solo hice una muy superficial investigación de lo que la paraplejia se trata y en especial la situación en esta parte con respecto a Satoru y su vida sexual. Esto es ficción y tomenlo como tal.
se que dije que este sería el último capítulo pero no, e subestimado mi propio fic así que aún tengo unas cosas más que escribir.
que lo disfruten y recuerden que los iloveo un montón.
—¡Por fin hemos llegado! — Yuuji salto de la camioneta estirando todo su cuerpo, echando sus manos al aire para sentir el chasquido de su espalda reacomodandose, aspiró el aire fresco del bosque que estaba cerca y el leve aroma a río. Bajo sus brazos y las posó en su cintura viendo el puente en el que estaban, complacido consigo mismo de haber llegado por fin. A sus espaldas escuchó un leve jadeo seguido de un refunfuño y que fue el aviso de que su acompañante por fin había despertado.
Satoru estaba indignado, molesto, entumecido del cuello y quería morir. El viaje desde el centro de senda hasta Urami en Saitama había sido de seis tortuosas y largas horas. Agradecido de ya no sentir el cuerpo por qué estaba seguro que el entumecimiento de los músculos le habría hecho arrancarlos. Bueno, eso hubiera sido la idea, pero ya estaban ahí y qué más podía hacer si absolutamente nadie lo escuchó un día antes, esa misma mañana y durante todo el viaje de que él no quería ir y menos a hacer algo que en términos simples él no podía hacer; salto en boggie
Parecía más una broma de mal gusto de Fushiguro y se habría reído si el azabache se lo hubiera dicho, pero fue Yuuji quien lo hizo y quién propuso la salida, objetando que era tiempo de que salieran a hacer más cosas en otros lugares y que desde hace tiempo quería viajar a este hermoso lugar lleno de vegetación, cascadas, ríos y que en el puente Yasohachi se practicaba este deporte extremo de alto riesgo.
Lo había hecho infinidad de veces en varios lugares en el mundo y puede decir que el salto que más le había gustado -y había salido un poco caro- fue en el puente de Manhattan en Nueva York. Tuvo problemas legales por hacerlo en un lugar en el que estaba prohibido pero nada que el dinero no solucionará y una reprimenda del comisionado de la ciudad pero la experiencia había sido sublime.
Esto se sentía como una gran cachetada en la cara de mano de quién hacía latir su corazón desenfrenadamente las últimas semanas. Se sentía traicionado.
Pero ¿Qué podía hacer? si simplemente tomaron su cuerpo y la silla de ruedas, lo subieron en una camioneta con Fushiguro -otro traidor- como segundo acompañante. meriendas hechas por Utahime para el camino y no compraran cualquier cosa por el camino - otra traidora- y Nitta-san al volante -una traidora más y a quien pareciera si le afectaba su mirada glacial, pero la sonrisa de Yuuji la tranquilizaba-.
Satoru no les dirigió la palabra y en los descansos para comer no honro a ninguno con su mirada, estuvo tentado al sentir los dedos de Yuuji acariciar su mejilla para llamar su atención pero ver el paisaje lleno de árboles, campos de cosecha y montañas de fondo era mil veces más interesante.
—Satoru, se que sigues molesto, pero ya estamos aquí y si sigues así, te perderás de toda la experiencia.— Yuuji le hablo de forma tranquila, tratando de reprimir su propia emoción pero fallando un poco por qué incluso se le podía ver casi vibrar por la espectásion.
Satoru lo vio de reojo con expresión muy seria, ni siquiera se asomaba su adorable puchero en los labios, señal que ahora Yuuji sabía significaba que Satoru estaba verdaderamente enojado. Le hubiera gustado convencerlo como con el museo, pero desde entonces y aún después de su regreso del viaje escolar, Satoru trataba de pasar el mayor tiempo posible en casa y tampoco había caído en la curiosidad del porque Yuuji estaba "entrenando".
Fushiguro le platico que esos tres días de ausencia, Satoru se la paso preguntando que hacía y tras no recibir una respuesta se había rendido por saber. algo que no hubiera hecho antes. Satoru era simple en ese aspecto si lo movía la curiosidad hubiera llegado hasta las últimas instancias para saber qué pasaba y eso lo hubiera llevado al grupo de rehabilitación. No había funcionado y Satoru empezaba otra vez a retraerse.
Nuevamente Yuuji se vio en una situación extrema, así que tomaría soluciones extremas, así tuviera que secuestras a Satoru para salir.
—Quiero ir a casa Yuuji...por favor.
El azul cielo frío volteo a ver al café caramelo cálido y Yuuji sintió unas inmensas ganas de acercarse y borrar de alguna forma esa expresión, dar marcha atrás con todo y hacer lo que Satoru quería pero la puerta de la camioneta de lado de Satoru se abrió dejando ver a Fushiguro, éste les dió a ambos una mirada en blanco y un silencio pesado dejándose sentir por unos instantes.
—En media hora es nuestro turno Itadori, vamos.
Yuuji asintió sin despegar la mirada de Satoru y quién había volteado su cara nuevamente lejos de la suya.
Fushiguro montó la rampa antiderrapante portátil que iba del coche al piso haciendo el descenso de Satoru más fácil por su cuenta. Esa camioneta había sido adaptada para que en la parte de enmedio quedará un hueco para la silla de ruedas; en el piso había cuatro seguros para fijarla junto al freno de la propia silla.
Satoru bajo a regañadientes y prefirió ocupar su atención en el puente; estaba cerrado a los vehículos por ambos lados, solo permitiéndoles la entrada por uno, justo a unos metros de ellos había otro coche y dos camionetas más.
En el medio había un grupo de personas, todos reían y platicaban entre ellas. Conforme se acercó y dejó atrás a Yuuji y Fushiguro, vio que una de las personas; un chico con gorra y lentes de sol se encargaba de poner el equipo y los arneses en una de las chicas que estaban ahí. Detrás de ellos otro chico con gorra con un arnés ya puesto en su cintura esperaba con una cuerda gruesa en su mano. Aún que la chica reía podía verse en sus ojos el miedo, pero también la emoción por el salto, por hacer algo tan descabellado y sentir de primera mano la descarga de adrenalina que estas cosas dan. Algo a lo que fácilmente se podía hacer uno adicto, Satoru sabía de ello, la prueba eran las tantas veces que practico deportes extremos y dónde hubiera tenido más logica haber acabado como estaba, pero no, su mala suerte solo fue un accidente de tránsito.
Antes de llegar más cerca se detuvo dándose cuenta que no quería acercarse más por qué en realidad no tenía nada que hacer ahí. Yuuji se colocó a su lado y pasó sus dedos nuevamente por su mejilla llamando su atención, Satoru no volteo pero Yuuji lo tomo como si estuviera prestando atención.
—Satoru se que piensas que esto es una locura y debes de creer que soy la peor persona al traerte aquí, pero solo te pido que confíes en mí y que esto será una gran experiencia—Yuuji se acercó más hasta estar en frente de Satoru, se agacho para quedar mirada con mirada y fue que Satoru vio la sonrisa de Yuuji, algo moderada y con ojos esperanzados.
Ahora Satoru no sabía con quién estaba más molesto, si con Yuuji por ser tan malditamente adorable o con sigo mismo al no tener más resistencia ante este chico.
—¿Cuál es tu plan Yuuji?
Yuuji se animó en seguida al ver cómo Satoru había suavizado un poco la aspereza de su semblante. Se puso de pie y volteo a ver hacia el grupo de personas, levantó su mano moviéndola de un lado a otro para llamar la atención de alguien. Otro chico que también tenía una gorra y lentes de sol salió de detrás de todos con varios arneses y cintas en su hombro, igualmente levantó su mano para saludar de lejos.
—De hecho es muy simple lo que haremos. Vamos a saltar. — la sonrisa confiada de Yuuji era lo único que podía ver satoru desde su lugar. Antes de hacer cualquier otra pregunta, el chico de los arneses ya estaba con ellos.
—Buenas tardes, tú debes ser Itadori-kun, me alegra que llegarán con tiempo. Empecemos a ponerles los arneses, Fishiguro-san me dijo que ya tenías experiencia con esto Itadori-kun así que sabes las medidas de prevención y las de tu compañero, ¿cierto?.
—Así es Kusakabe-san. ¿Satoru quieres ir en mi espalda o abrazarme como un koala?. — Yuuji preguntó al peliblanco quien seguía fuera de la órbita. ¿Cómo...que él también saltaría? Y ¿Con Yuuji?. No, definitivamente eso no estaba pasando por qué Yuuji no iba a aguantar...
Satoru comprendió una cosa en ese momento al ver cómo Yuuji le sonreía y veía de forma expectante, esperando una simple respuesta para hacerla realidad. Maldita sea el que no pudiera en ese momento ponerse de pie y abrazar a este chico testarudo y optimista y besarlo.
Satoru comprendió que lo que sea que Yuuji estuviera haciendo, era con el fin de esto; de tener la fuerza física y prestarsela a él.
Satoru quiso llorar, pero solo esbozó una gran sonrisa que llegaba a sus ojos.
—Quiero que me abraces Yuuji.
Satoru no recordaba cómo se sintió la primera vez que salto del boggie, pero sin duda hubo emoción y nervios, pero en ese momento estando abrazado de Yuuji sentía que el corazón se le iba a salir por la garganta. Una parte era por el salto en sí, otra, era por tener a Yuuji respirando constantemente en su oreja y darse cuenta que era malditamente sensible en ella. Aparte de que solo bastaba que voltear un poco para llegar a la boca de Yuuji como aquella vez en el parque, o besarlo en su mejilla, o hundir su cara en el hueco entre su hombro y su cuello y aspirar su olor natural mezclado con su colonia afrutada y sentir la suave piel ahí. ¿Que haría Yuuji si lo provocaba con un beso?, ¿O con una pequeña mordida?.
El abrazo de koala que había usado Yuuji para ejemplificar la postura en la que iban a saltar era literal; lo habían sujetado con las bandas y los arneses a modo de que sus dos piernas quedarán cruzadas a la altura de la cintura de Yuuji y con una banda quedaran pegadas en sus espalda -y de tener sensibilidad en los talones estaba seguro que sentiría la firmeza de su trasero-, sus brazos quedaron encima de sus hombros y cruzados en su nuca con otra cinta y sus torsos quedaron uno contra otro con tres cintas más aseguradas. En retrospectiva era como el shibari pero sin el toque sensual y la cuerdas siendo más un seguro de vida que de placer. Satoru lo hubiera sacado a colación de no ser por los nervios que lo tenían más serio que de costumbre.
Estaban esperando a que subieran a la chica que había saltado primero cuando llegaron. Satoru no supo en qué momento se aventó pues estaba demasiado concentrado en cómo iban amarrando su cuerpo al de Yuuji y reprimiendo un poco la vergüenza de tenerlo tan cerca. Quizá la mirada divertida de Fushiguro que le era dirigida, le decía que estaba fallando olímpicamente en eso.
—¿Estas bien Satoru?— Yuuji susurro en su oreja lo que hizo que Satoru se estremeciera y casi gimiera de la impresión, pero alcanzó a morderse el labio. Ignoro la risa baja de Fushiguro y volteo sin pensarlo hacia Yuuji, arrepintiéndose en el instante pues quedaron nariz con nariz. Yuuji parecía imperturbable.
—Si, estoy de maravilla Yuuji, ¿Tú, estás bien? ¿Tu espalda...
—También estoy de maravilla y no te preocupes, en comparación eres más liviano.
—¿En comparación con quién Yuuji?— Satoru levantó una de sus cejas extrañado y sin despegar la mirada de la caramelo y que se había desviado un poco al notar lo que dijo.
—En nada, nada, no me hagas caso, creo que sí estoy un poco nerviosa por saltar. — oh Yuuji era tan transparente como un libro cuya portada te dice de que trata con solo leer el título.
—¿Me estás siendo infiel con otro cuadraplejico Yuuji?.
A Yuuji se le atoro la saliva, desvió más su cara para poder toser y quitarse la presión de los ojos mordaces del peliblanco. Antes de que las réplicas continuaran, el chico que los había preparado se acerca diciéndoles que todo estaba listo. Yuuji se puso en marcha aún desviando la mirada pero volviendo a sonreír de la emoción.
Una vez amarrados a la cuerda elástica y haber repasado cada arnés y cuerda y cerciorarse que estuvieran en su lugar y bien atadas Yuuji se precipitó hacia la orilla abrazando la cintura y espalda de Satoru. Satoru podía sentir ahora más presente las respiraciones de Yuuji en su oreja, cada vez más largas y hondas.
—¿Estás listo Satoru?— Yuuji volvió a susurrar en su oído, escuchando a la perfección por sobre el ruido de las ráfagas de aire. Satoru se permitió descansar su cara en el hueco que tanto anhelaba y aspirar la colonia y la esencia natural de Yuuji. Cerró los ojos por un segundo sintiendo el pulso en esa parte del cuello e imaginando que su propio pecho sentía el tamborileo de su corazón similar al suyo.
—Si Yuuji.
—Entonces vamos juntos.
Satoru abrió los ojos y vio como los rostros frente a él iban desapareciendo y como el puente empezaba a alejarse y como iba entrando el cielo azul con varias nubes blancas en su campo de visión, enseguida vio puntas de árboles que se iban difuminando, lo que parecía eran los troncos en un café borroso y piedras o el suelo, no estaba seguro, hasta que vio el riachuelo tan de cerca que pensó que terminaría hundiéndose en el, pero este nuevamente se fue alejando y volvía nuevamente a acercarse.
Satoru se dió cuenta que estaba riendo a carcajadas por el dolor de sus mejillas y no por el ruido de esa risa que se oía lejana y ajena, pareciera que no era la suya, pero podía oír la de Yuuji, esa era inconfundible, también oía aullidos eufóricos y gritos sin sentido del pelirosa. Todo era tan confuso pero a la vez tan claro.
Yuuji abrazaba con fuerza a Satoru sintiendo la adrenalina fluir en su torrente sanguíneo, sentía que podía hacer lo que fuera en ese momento. Habían saltado y la sensación fue como si una parte de sí mismo se le fuera a salir del cuerpo y al llegar al fondo regresará con tanta fuerza que era imposible no reír y gritar.
Satoru notó que su visión se nublaba y que sus mejillas se empezaban a sentir húmedas y frías. Estaba llorando y riendo y todo le daba vueltas pero de una forma tan buena. Por qué esa sensación de poder volar la había sentido por cada parte de su cuerpo, aunque médicamente era imposible. Se sentía tan vivo y capaz de todo, como hace dos años que se comía al mundo y disfrutaba de todo.
Eso era lo que lo estaba haciendo llorar por qué pensó que jamás volvería a sentirse así, pero ahí estaba entre los brazos de Yuuji sintiendo plenitud nuevamente.
Dicen que cuando te enfrentas a esas experiencias y la adrenalina sube e invade tu torrente sanguíneo las endorfinas, la dopamina y todos los químicos buenos que segrega tu cerebro, se estimulan al grado de sentir valor para hacer lo que quieras. Tienes una especie de lapso de claridad en el que todo es tan fácil que se toman decisiones que en otras circunstancias no se harían, poniendo peros y obstáculos por el miedo. Satoru y Yuuji deciden besarse mientras son subidos nuevamente al puente, están de cabeza y se sienten borrachos de felicidad y sus labios unidos se sienten bien y correctos. Saben a felicidad y libertad.
Fushiguro no dice nada al verlos devorarse con la mirada mientras se les retiran las cintas y los arneses, tampoco cuando dentro de la camioneta revisa el estado general de Salud de Satoru y ve que Yuuji no a soltado su mano y que Satoru acaricia sus nudillos con el pulgar que si puede mover. Tampoco se opone a que Yuuji sea el que duerma en el cuarto de hotel con Satoru después de haberlo bañado y sale junto con Nitta para pedir cuartos individuales para ellos, pues alguien debe cuidar que Satoru descanse después del largo camino y la increíble experiencia.
Yuuji y Satoru no duermen esa noche en camas separadas, se acomodan muy bien en la individual, pues Yuuji encaja muy bien sobre el cuerpo de Satoru y ahora es él quien duerme como un koala abrazado a Satoru y Satoru solo disfruta del aroma a recién bañado del cabello de Yuuji, de la respiración acompasada que siente en su cuello y el toque de la mano de Yuuji en su quijada y parte de su mejilla conectandose de alguna forma. En ese momento todo es calma y Satoru se permite verdaderamente descansar.
—¿No te incomoda esto Yuuji?
—No.
—Pero...Yuuji espe...Yuuji deja...
—Satoru no me molesta en lo absoluto, me gusta...me-me encanta de hecho.
—Curioso pensé que eras, ya sabes, un chico heterosexual con gustos exigente en las mujeres.
—...Bueno quizás y esto deja claro que soy ¿bi?.
—¿Como así?, ¿de repente y de la nada? o ¿mi encanto te ha cambiado?. —Satoru esboza una sonrisa confiada y coqueta.
Yuuji se endereza y antes de bajarse del regazo de Satoru dónde estaba sentado a horcajadas desde hace media hora le da un pequeño beso; Satoru estaba acostado en su cama con el respaldo levantado para mayor comodidad de lo que hacían que era besarse.
Yuuji ya no podía ignorar que sentía algo muy fuerte por Satoru y le daba miedo...terror en realidad, pero no podía, o mejor dicho, no quería alejarse. Pensó que su sentido natural de supervivencia y autoconservación estaba dañado o no servía por qué él sabía cómo terminaría esto y era con su corazón roto y completamente solo.
Satoru trato de ser el adulto responsable y maduro pidiéndole una disculpa a Yuuji por sus atrevimientos y jurando que no pasarían más. Solo basto que Yuuji se acercará nuevamente buscando sus labios para que él cediera, basto que Yuuji suspira en su beso y se aferrara a sus hombros para derretirlo por completo. Bastó ver la mirada codiciosa de Yuuji para saber que no quería alejarlo, que lo quería ahí devorando sus labios aún si ya sabía cómo terminaría esto; con el corazón roto de Yuuji y él en el infierno por ser un hijo de puta.
—Satoru realmente me gustas, jamás me había pasado esto con otro hombre los sabes, y si, quizás fueron tus encantos, no lo sé. Solo sé que quiero esto... tu y yo.
Satoru mira a Yuuji como queriendo grabar en piedra sus mejillas sonrojadas, sus labios rojos y algo hinchados por los besos, sus ojos brillantes y su sinceridad.
—Yuuji te das cuenta que eres menor de edad, yo ya soy considerado un adulto en todos los sentidos y que esto es ilegal y peligroso. Sin contar que trabajas para mí.
—No es como si te fuera a denunciar o tuviera familia que lo hiciera y en siete meses seré mayor de edad, no te estás aprovechando de un adolecente ignorante Satoru y trabajo para tu padre en realidad.
Satoru desvío su mirada azul sintiendo su estómago revolverse ante las palabras sin malicia. Él ya no estaría para cuando Yuuji cumpliera dieciocho años.
—Yuuji hay algo que debes saber.
Yuuji tenso su cuerpo al recordar lo de Suiza y que Satoru ya no estaría para su cumpleaños. Esa pequeña grieta que se había abierto el día que Fushiguro le contó por primera vez de la decisión de Satoru con respecto a su vida, en ese momento se sintió como un abismo.
Yuuji se recordó que eso no era algo de su incumbencia y que debía respetar las decisiones de Satoru.
—Suficuente Satoru, es hora de nuestra serie de la tarde, iré por bocadillos con Utahime, dijo que estaba probando unas nuevas recetas, así que voy rápido.
Yuuji salió de la habitación tan rápido como pudo gritando sus palabras. Al cerrar la puerta del acceso se recargo en ella y se dejó caer hasta estar sentado, escondió su cabeza en sus rodillas y sus manos las llevó a su cabello rosado tratando de tranquilizarse para no llorar y no tener que dar excusas tontas del por qué de sus ojos hinchados y rojos.
A finales de Julio hicieron un viaje a Osaka para saltar de paracaídas.
Yaga estaba inquieto por la actividad y decidió sumarse, aún que no saltaría como el par de intrépidos hijo y cuidador, esperaría en suelo firme junto a Ijichi, pues contra todo pronóstico Fushiguro, Utahime y hasta Nitta también iban a saltar.
Satoru estaba por decir lo menos emocionado. Ciertamente después de su accidente no investigó o se informó sobre si las personas en su condición podían hacer aún deportes extremos. Si, debía de hacer actividades físicas como fisioterapia, salir al aire libre, natación y ¿senderismo? -algo así le había dicho Fushiguro-, claro que todo con ayuda y supervisión especializada, pero ese era el problema en sí: la "ayuda". Confiar en que un completo extraño manipulara su cuerpo para dichas actividades, le era demasiado.
Cuando le dijeron lo del grupo de rehabilitación sintió aún más repulsión pues otro grupo de personas verían su vulnerabilidad y eso no estaba pasando en lo absoluto, él no dejaría que nadie más viera su miseria.
Las cosas cambiaron cuando el que le ayudaba era Yuuji por qué en él podía confiar ciegamente, y no solo por los sentimientos románticos que le tenía, era por qué se lo había ganado, Yuuji era un pilar confiable en el cual apoyarse, por qué Yuuji había aceptado a Satoru con todo y su lado malo. Por qué Yuuji era el único que podía aceptarlo enteramente por como era ahora.
—¡¿Entonces ya has hecho esto Yuuji?!— Satoru grito para que su voz se oyera por sobre el ruido del motor del avión y Yuuji lo escuchará, pues a diferencia del salto del puentes esta vez él estaba sujetado con la cara hacia el frente. Sus brazos habían sido cruzados en X en su pecho y contenidas con arneses, su torso y cintura amarradas a las de Yuuji y sus piernas quedaron en posición de seiza suspendida pues no tocaban el suelo, esto para que al momento de aterrizar Yuuji tuviera el espacio suficiente para mover sus piernas y las de Satoru no quedarán enredadas o se arrastrarán en la tierra pudiéndose lastimar.
Aunque no podía ver el rostro de Yuuji podía imaginar lo emocionado que estaba pues oía su respiración acelerada chocar nuevamente en su oído pero ahora desde atrás y maldita sea el calor que empezaba a hacer aún que estuvieran a cientos de kilómetros de altura. Estaba seguro que el rápido palpitar de su corazón era por la adrenalina y la emoción y no por que Yuuji estuviera respirando en un punto erógeno en él.
El avión perteneciente a la compañía de paracaidismo era pequeño, lo normal en estos saltos con pocos participantes en comparación a los que llegó a ir, dónde era casi un avión normal pues en ese entonces todos sus "amigos" se había apuntado a ir, sin embargo ahora podía sentirse igual o hasta más emocionado por qué estaban los que durante los últimos dos años se habían acercarse más a una clase de familia, incluso Nitta era bastante agradable, un poco nerviosa pero muy amable.
En la parte trasera donde estaban ellos, solo tenían unas bancas a los lados para sentarse mientras el avión ascendía, dejando toda la parte del medio para poner las mochilas con los paracaídas. Sus cascos con las cámaras pro grabando la emocionante experiencia ya estaban puestas en sus cabezas al igual que el equipo de seguridad; rodilleras, coderas, guantes y lentes especiales para proteger sus ojos del aire al caer.
—¡Realmente no, pero he estado practicando como aterrizar!.
Satoru frunció el ceño recordando los de su entrenamiento misterioso, la duda y la curiosidad carcomiendo su mente, sobre todo saber si había estado practicando con alguien más montado como él estaba o cómo era que Yuuji ahora podía pararse sin problema alguno con él a cuestas.
—¡Estamos llegando a la altura ideal para su salto así que empiecen a colocar sus mochilas a su espalda y los que saltarán acompañados por favor acérquense a sus instructores!. — el Instructor gritó señalando las mochilas y a los otros dos instructores a bordo y como en la plática en tierra de los pasos a seguir.
Fushiguro es el primero en saltar sin instructor y siendo esta la primera vez que lo hacía sin ayuda y puede decir que es liberador, como si su cansancio y estrés se quedarán en el avión que abandona a gran velocidad y solo se concentra en la fuerte rafagada de aire que ensancha aún más su sonrisa. Le siguen Utahime y Nitta aferradas con sus instructores y que a pesar de los nervios y el miedo logran disfrutar al máximo de la experiencia y en las que están seguras que en las cámaras pro quedarán grabadas para la posteridad sus graciosas muecas.
Satoru mira hacia afuera y ve la extensión de tierra y dónde todo se ve diminuto; los árboles y sembradios, algunos arbustos muy frondosos se alcanzan también a ver.
Alcanza a oír la voz de Yuuji decirle algo al oído pero no lo capta pues ahí arriba el viento es más ruidoso y honestamente la emoción lo tiene con la sangre bombeando por todos lados tapando aún más su audición.
Yuuji salta extendiendo solo un brazo pues con el otro abraza a Satoru y nuevamente el choque de adrenalina inunda ambos cuerpos y los conecta, sienten en cada parte de piel expuesta los piquetes del viento; están volando y Satoru se permite gritar todas las emociones que recorren su maltrecho cuerpo y nuevamente siente plenitud y que puede comerse al mundo junto a Yuuji, en ese momento son solo ellos dos surcando lo cielos.
De repente Satoru siente el tirón en seco cuando Yuuji jala la cuerda para abrir su paracaídas y todo se ralentiza, el aire sigue pegando fuerte en sus caras pero ahora pueden apreciar con mayor detalle el paisaje y la extensión de tierra que poco a poco se acerca y ven a mayor detalle lo que hay ahí, alcanzan a vislumbrar un río, un claro rodeado de altos árboles y aves volando a su altura. Satoru no sabe de qué tipo son pues nunca se había detenido a pensar cuántas especies había y que las diferenciaba pero piensa en que poder volar siempre a dónde quisieran, sería increíble.
Así como alguna vez él pudo.
Aterrizan sin complicaciones y Yuuji maniobra de maravilla con él pegado a su cuerpo y es cuando lo decide, decide saber que tanto hace Yuuji para poder tener esta fuerza y dársela, lo siente por la persona con la que ha estado "entrenando" pero no permitirá que siga disfrutándolo.
Deciden regresar al departamento después del almuerzo. Itadori es obvio ante la impresión del jet de la familia Gojo y empieza dimensionar un poco su riqueza, y piensa distraídamente que a veces el tenerlo todo económicamente hablando no garantiza la felicidad ni tampoco le compraría un cuerpo nuevo a Satoru
Está vez Yuuji no se queda a dormir en el sofá mullido en la sala de Yaga sino con Satoru en su habitación, nadie lo ve inadecuado pues Utahime y Nitta pasarán la noche ahí también y ya se adueñaron de los mullidos sofás, e Ijichi y Fushiguro de el resto del piso en la sala.
Nuevamente Yuuji está sobre el regazo de Satoru comiéndose a besos, sintiendo los remanentes de éxtasis por la aventura del día. Ambos tienen las mejillas encendidas como cerezas y lo notan el uno en el otro pues aunque está oscuro dejaron las persianas abiertas para que la luz de la luna y las estrellas les hiciera compañía.
Las orbes azules de Satoru brillan y no sabe Yuuji si es efecto natural o por qué quiere llorar, pero no sé le ve señales de tristeza, piensa en si es por qué acaricia su rostro con reverencia; sintiendo el calor subir de sus mejillas y su frente. Sus orejas son ahora hipersensibles pues cada que las acaricia, Satoru se tensa y suelta suspiros y pequeños jadeos en medio de los besos.
Yuuji nota que se está poniendo duro así que corta el beso y Satoru gruñe por la pérdida del calor de su lengua sobre la suya.
—¿Que pasa Yuuji?. —Satoru murmura entre jadeos un poco exasperado.
—Yo...yo creo que es mejor que nos detengamos, me estoy...
Yuuji mira algo mortificado al albino y Satoru entiende enseguida y maldita sea quiere llevar su mano hacia la entrepierna de Yuuji y sentirla.
—Si, paremos…
Pero en vez de hacerlo Yuuji vuelve a besarlo con desespero y Satoru solo se deja derretir dentro de la boca húmeda y deliciosa de Yuuji. Sintiendo como su lengua se vuelve a encontrar con la suya y danzan en armonía. Siente las manos de Yuuji nuevamente en sus mejillas acariciandolas como un vicio del que no puede salir y poco a poco van nuevamente a sus orejas y acaricia el lóbulo sensible, lleva sus dos dedo índices por el contorno del hueso flexible y lo hace jadear más, las manos de Yuuji empiezan a ir hacia atrás a su nuca y sus dedos se extienden abarcando toda esta y lo fijan, dejándolo también inmóvil del cuello y profundiza aún más el beso. Satoru puede sentir ahora como Yuuji pasea toda la lengua por sus encías y dientes y jade sonoramente cuando siente su lengua presionar su paladar. Satoru piensa lascivamente que Yuuji le está jodiendo la boca con su lengua y joder eso lo está llevando al límite.
Tenía tanto tiempo de no sentirse tan excitado y fuera de sí por placer que cuando Yuuji respinga en su lugar se asusta, pues enseguida el pelirosa se endereza y lo ve extrañado.
—¿Q..que? ¿Te mordi? los siento.
—No es eso, es…
Yuuji quita una de sus manos de la nuca de Satoru y la lleva hacia abajo y toca, Satoru se crispa y siente; puede sentir tan claro como el agua donde está tocando Yuuji y quiere reír y llorar y no sabe qué hacer por qué está sintiendo la mano de Yuuji en su entrepierna dura. Satoru está sintiendo la mano de Yuuji en su maldita entrepierna dura.
No se detiene ninguno de los dos a pensar en nada por qué Satoru está en este momento preguntándose cómo es posible que esté erecto y sintiendo y Yuuji solo puede pensar en que es grande y gruesa y está demasiado excitado así que continúa tocando y escuchar el quejido erótico de Satoru salir de su boca, lo inihibe más.
—Satoru, ¿puedo?.
-- Sí, por favor~.
Yuuji baja la otra mano y se recarga bien en sus piernas para dar más espacio y con una mano baja el elástico de los chándales de Satoru junto a sus boxers y su dura polla sale de ahí, Yuuji la toma y se siente cálida y aún que no la ve bien puede sentir claramente la vena gruesa que la atraviesa y palpita. Empieza a masturbar a Satoru y no sabe lo que está haciendo realmente, solo lo hace como dios le dió a entender a él cuando se masturbo por primera vez.
No duró más que unos dos minutos cuando Satoru es un lío de jadeos y balbuceos de —Aprietalo más~— y —Más rápido Yuuji— cuando se corre, no es el típico chorro disparado alcanzando hasta su barbilla, solo se derrama como si hubiera apretado con fuerza un tubo de crema. Yuuji se siente sedado, siente la situación irreal pues acaba de masturbar a Satoru y tiene su caliente semilla en su mano y no sabe qué hacer, para su fortuna o desgracia, aún no sabe cómo catalogarlo, Satoru lo ve y aún en la penumbra atrapa su mirada azul.
—Yuuji ahora vas tú, déjame guiarte. — la voz de Satoru sale baja y suave, seduciendolo.
Yuuji traga en seco pero hace lo que le pide y saca su polla de dentro de su chándal. Satoru tampoco puede verla bien pero Yuuji lo sorprende tomando su mano que si puede sentir con tres de sus dedos y la acerca. Satoru puede sentir la humedad de su corrida pero es lo ideal para lo que también tiene en mente.
—Entrelaza nuestras manos y usa mi semen para lubricante.
Yuuji jadea y se le entrecorta la respiración al sentir el toque de sus manos unidas en su necesitada e hinchada polla que ya gotea con presemen.
—Masaje la cabeza primero, humedecela, después llévala hasta la base.
Yuuji sigue las instrucciones y siente el apretón del dedo pulgar e índice de Satoru y es suficiente para hacerlo jadear y sentir más real ese momento; Satoru lo está marsturbando y se siente increíble.
Yuuji dura un poco más antes de que se derrame y utilice sus dos manos para no hacer un lío en la ropa de cama de Satoru y el mismo, así que ahueca su polla y Satoru siente la calidez de la semilla de Yuuji mezclarse con la suya y está tan jodido por qué esto amenaza con levantarlo de nuevo, pero se siente drenado totalmente tanto de energía como semen y quiere reír pues esto es otra cosa que Yuuji le muestra que puede ser normal y que puede hacerlo en su condición y siente una extraña mezcla de satisfacción con miedo.
Satoru no supo en qué momento se quedó dormido solo supo que cuando se despertó la luz del día ya se colaba por su ventana ahora con las persianas cerradas, pensó en que Yuuji debió bajarlas antes de irse.
—Buenos días Gojo-san ¿Cómo dormiste?— entra Megumi directo a hacer sus labores con él.
—De maravilla.
Fushiguro sonríe casi imperceptiblemente al ver la sonrisa sincera en la boca de Satoru, pero no dice más y lo saca de la cama para empezar el día.
—Oye Megumi, llévame a dónde Yuuji ha estado yendo a entrenar.
—Entonces aquí es donde has estado viniendo todos tus descansos, a apoyar en el grupo de Fushiguro ¿eh?.
Yuuji se quedó congelado al escuchar la voz de Satoru, voltea incrédulo hacia la entrada y ve que viene acompañado de Megumi y Nitta.
—¡Sa-Satoru¡ !¿Qué-qué haces aquí?!.
—La versión oficial es que e decidido venir a la famosa terapia de la que tanto me habló Megumi, la otra es que tenía mucha curiosidad por saber en dónde se estaba metiendo mi querido Yuuji-kun todos sus descansos— La sonrisa traviesa que le dirigió Satoru solo avivó el rojo de sus mejillas y el recuerdo de la noche anterior surgió tan viva en su mente, pero decidió guardarla antes de que en sus pantalones se notará, pues por fin aquí estaba la oportunidad que necesitaba, que Satoru viniera por su propia voluntad a estas terapias.
—Bueno ahora lo sabes, solo estoy ayudando aquí. Ven te presentaré a todos.
—No es necesario yo solo…
—¡Vamos vamos!—Yuuji ignoró por completo la exclamación de Satoru y tomó su silla por detrás llevándolo más adentro del salón de usos múltiples en el hospital donde Satoru se había estado tratando.
Decir que se impresionó era algo, pues el lugar era enorme y dividido en secciones, en una había equipos de gimnasio normal y otra con aparatos especializados como barras para sostenerse y caminar, pelotas enormes, tapetes y camas para masajes musculares.
En el fondo hacia dónde se dirigían y dónde una enorme pared de cristal grueso templado divide del resto del lugar, se podía ver una piscina y justo aun lado un grupo de personas.
Yuuji se adelantó para abrir la puerta y mantenerla así para que Satoru pasara, cuando Fushiguro también pasó por esta ambos chocaron el puño por lo bajo y sonrieron en complicidad. Nitta decidió quedarse del otro lado sentada en una bancas para ver cómo se desarrollaba todo y no quedar en el fuego cruzado si el caos se desataba.
Al acercarse al grupo Satoru se sentía un poco cohibido, hacía mucho que no se enfrentaba a multitudes y menos relacionarse con ellos, pero su media sonrisa y actitud relajada no abandonó sus facciones. Cualquiera que lo viera y no lo conociera pensaría que Satoru era tan social como siempre, pero Yuuji de alguna forma supo que Satoru estaba nervioso, así que al llegar frente al grupo se mantuvo a su lado y de forma sutil colocó su mano detrás de su cuello, dónde aún podía sentir el toque.
—¡Ey chicos quisiera presentarles a alguien!, él es Gojo Satoru y ha venido a vernos hoy...
—Vine a verte a ti Yuuji— Satoru dijo por lo bajo ganándose un apretón en el cuello en advertencia y si alguien preguntaba el apretón le había encantado.
Ignorando lo dicho Itadori continuo.
—Y desde hoy se unirá a nosotros así que denle la bienvenida.
Satoru se atraganto con sus saliva por qué por supuesto eso no estaba pasando, él solo había ido a descubrir todo el misterio y ahora que lo sabía podía regresar a su casa y continuar como si nada.
Los ahí presentes lo vieron en diferentes grados de duda al principio, pero enseguida sonrisas y manos alzadas los saludaban. Por supuesto empezó a notar el por qué estaban ahí.
—Satoru el es Todou Aoi. —Yuuji presentó al alto y fornido hombre y a quien visiblemente le hacía falta el antebrazo izquierdo, estaba vistiendo unos pantalones cortos delgados de natación y con un guiño y pequeño saludo con sus dedos de la mano derecha saludo descaradamente.
—Así que tú eres el famoso Gojo Satoru del que tanto he oído hablar a mi mejor amigo.
"¿Mejor amigo?, ¿De Yuuji?" Satoru volvió a sentir un apretón en su cuello y que enseguida se convirtió en una caricia con el pulgar de Yuuji y maldita sea ¿Por qué eso lo había relajado tanto?.
—Ella es su esposa Mei Mei Aoi-san. — La mujer de larga cabellera albina hizo una corta reverencia con una pequeña sonrisa.
La de allá es Míwa Kasumi y su novio Kokishi-san
La mencionada que en silla de ruedas giró con sus manos para verlos de frente al escuchar su nombre, la peli azul lo saludo animada y con una gran sonrisa, el chico parado a su lado de cabello azabache recogido en una coleta solo asintió serio.
—Y aún falta que lleguen más, pero en la piscina ya están Choso-san con Okkotsu-san.
Satoru volteó su silla para ver hacia la piscina donde dos hombres de cabello negro andaban, o mejor dicho el de cabello largo también atado a un moño llevaba pegado a su pecho al otro y con uno de sus brazos braceaba hacia atrás y con la otra sujetaba por la cintura al chico.
—Llegaron temprano así que empezaron antes, vamos Kokichi quiero presumirles el bonito traje de baño que escogiste para mí. — Míwa dijo mientras se dirigía hacia unas puertas dobles manejando sin problemas su silla y dónde se leía vestidores en la parte de arriba, el mencionado sonrió afectuosamente hacia la chica y la siguió.
Satoru miró con más atención a los dos hombres en el agua tratando de descubrir a simple vista lo que al parecer al de cabello corto lo aquejaba, cual era su peculiaridad.
—Okkotsu-san también tiene cuadriplejia, tiene apenas un año con nosotros y ha avanzado bastante, puede mover todos los dedos de su mano derecha y dos de la izquierda, aunque está paralizado hasta el cuello. — Fushiguro comentó como algo casual mientras se paraba a su lado. Satoru regresó en sí dándose cuenta lo concentrado que había estado, de alguna forma sintiéndose expuesto ante el comentario de Megumi sin saber por qué, también noto que el toque de Yuuji en su cuello había desaparecido y al girar con su silla vio que solo estaban ellos dos, supuso que su cara dijo lo que pensaba pues Fushiguro le señalo otras puertas dobles más hacia el fondo.
—Itadori se fue a cambiar no tardan en llegar las gemelas.
—¿Gemelas?
Y como si las invocaran dos chicas entraron por la puerta de cristal;una de cabellera negra y otra rubia, básicamente tenían la misma cara una más engreída que la otra y fue fácil saber por qué estaban ahí. La de cabello oscuro caminaba desigual mientras se sostenía con una andadera de acero con sus manos y la rubia tenía bastones en cada brazo que se sostenían de sus axilas y manos e igual caminaba irregular. Ambas al ver a Fushiguro se animaron visiblemente.
—Fushiguro senpai ¿Dónde está Yuuji-chan?.
Ambas caminaron hasta donde estaban ambos ignorando por completo a Satoru y esperando una respuesta.
—Está en los vestidores, vayan a cambiarse por favor y buenas tardes a ustedes también. Él es Gojo Satoru y estará hoy con nosotros.
Las gemelas dirigieron su par de ojos en sincronía y levantaron una de sus cejas a la par, pero no dijeron nada al presentado, sin más se dieron vuelta y dirigieron al vestidor de dónde Míwa ya salía con su novio vistiendo el mencionado traje de baño de una pieza en azul cobalto.
—Agradables. — Comentó Satoru con sarcasmo y Fushiguro solo resoplo
—Ellas son Mimiko y Nanako tardan en relacionarse pero una vez lo hacen no se te despegan.
—¿Por qué preguntaron por..
—¿Es eso lo que creo que escucho? La voz del gran Gojo Satoru, así que por fin has decidido salir de tu cueva y venir a engalanar el lugar con tu asquerosa presencia eh.
Satoru no necesitaba voltear a ver quién había dicho aquello pues la voz inconfundible de Maki la prima de Fushiguro se había quedado grabada en su memoria quizás a largo plazo tras solo haberla tratado unas cuantas veces.
—Hola a ti también Maki-chan y si, era hora de darle un poco de clase al lugar.
Maki era una chica de presencia fuerte, haciéndose notar al instante cuando llegaba a algún lugar y casi haciendo que ignoras a su molesta hermana melliza y el bastón en sus manos para sentir por dónde iba. Maki no había nacido ciega, fue perdiendo la visión gradualmente hasta que a los dieciséis dejó de ver por completo, sin embargo, eso jamás supuso un obstáculo en su vida pues rápidamente se adaptó y resignó, todo lo contrario a su mellizas quien la sobreprotegia al grado de parecer su sombra, así que a Satoru realmente le extrañó que su mellizas no la estabiera acompañando, en su lugar había otra chica un poco más baja y de cabello castaño claro al igual que sus ojos y que a él lo veía de forma extraña, casi evaluativa.
—Entonces nos empezaremos a divertir aún más.
La sonrisa astuta que le dió Maki a Satoru le dió mala espina y quiso regresar a su casa a su cama y no haberse levantado de ahí y de paso llevarse a Yuuji para que volviera a estar acostado sobre él. Por qué algo le decía que esta había sido una mala idea, la peor de todas.
