Durante los próximos dos meses de su luto Hal empezó a salir cada vez menos, no a sus jardines y no a sus reuniones matutinas con las Concubinas desde que todos los príncipes y princesas de Bruce decidieron que era una buena idea acudir a la última que dirigió. Se entregó de lleno a los libros de cuentas del Harem y la Ciudad Imperial, cubriendo el presupuesto de cada concubina, príncipe y banquete en un periodo comprendido de seis temporadas, después de eso se había recluido en su Castillo en solitario, expulsando lentamente a los sirvientes que lo hubieran habitado, no sus cocineros, no sus criadas, John y Guy habían abandonado Gotham hace un mes para buscar cualquier pista de lo que pudiera haberle pasado a su pobre hijo

Para Hal no fue algo bueno, la vida en solitario le estaba enloqueciendo, al fin habiendo asimilado lo que era su vida ahora ella se negó a probar bocado por casi una semana y fue solo ante la firme advertencia de su marido de que le daría la comida a la fuerza de ser necesario fue que ella accedió a comer unos cuantos bocados al día y beber pequeños sorbos cada tanto, sin embargo ya nada era como antes en su castillo; las semanas consiguientes había deambulado por su palacio día y noche sin descanso, recordando su vida en estos muros, a Kyle llegando al mundo uno de los extraños días soleados en el Reino, su primer palabra medio balbuceada, sus primeros pasos tambaleantes, la primera vez que sostuvo una espada, la primera vez que floto bajo la influencia del espectro emocional verde, la primera vez que le juro haría pagar a su padre por la manera desdichada en que la ponía siempre que había un banquete o celebración en el Palacio Obsidiana y era Selina sentada en el trono de Hal

Con el paso del tiempo se negó a abandonar sus recamaras y las flores en su jardín, esas flores raras y extranjeras en las que había invertido buena parte de su vida aquí manteniéndolas sanas y vivas en el árido Gotham se marchitaron y murieron lentamente bajo su ventana. Hoy en día, casi seis meses después de la horrible noticia Hal apenas encontraba fuerza en sí misma para mantenerse despierta y mucho menos contemplar el salir de la cama, pasaba sus días ataviada en uno de sus modestos camisones inferiores recostada en el amplio alfeizar de su ventana, donde había arrojado y acomodado las tres cuartas partes de los cojines y mantas de su palacio en un nido acogedor cubierto por los exquisitos dibujos que su hijo le había regalado alguna vez

Su cuarto estaba mayormente en penumbras, con una imagen similar al día en que se enteró de la muerte de Kyle, colchón volcado, vestidos desperdigados por el suelo ante el armario abierto como un libro, sus joyas reposaban esparcidas en el suelo alrededor del banco frente al enorme espejo quebrado al costado del tocador, cada vela en el lugar estaba gastada hasta los porta velas de oro bruñido y todo empezaba a cubrirse por una delgada capa de polvo. Alfred venia periódicamente, ofreciéndose a limpiar el lugar o traerle algo más sustancioso que unos sorbos del té y los pequeños sándwiches de pepino que mordisqueaba regularmente; generalmente no recibía más que silencio de su parte

Bruce venía cada par de días a monitorearla, aunque no estaba segura de que eso rindiera frutos cuando ella no se mueve un ápice de su posición bajo las sabanas de cara a la ventana con las cortinas a medio cerrar, tal vez documente como su apariencia ha decaído a medida que avanza el tiempo; como su cabello antes grueso y abundante ahora era delgado y quebradizo, el cómo su tersa piel bronceada se había resecado mientras adquiría un tono amarillento enfermizo y sus ojos de venado que ahora estaban hundidos empezaban a tener una tonalidad rosácea en las comisuras de manera permanente, a juego con las ojeras profundas bien marcadas, la forma en que sus labios antes regordetes y jugosos ahora pálidos estaban quebrados la mitad del tiempo, el cómo su figura voluptuosa había adelgazado notoriamente y su personalidad recatada había desaparecido para dejar paso a la cascara vacía de lo que alguna vez fue llamado Hallie Wayne née Jordan

Hal a menudo pensaba en el cómo tal vez ya debería haber partido para su retiro anual en dirección a su templo, a menos que quisiera que hubiera repercusiones severas sobre las poblaciones aledañas pero ella estaba siendo terca y solo alargaba lo inevitable, porque tras perder a su ultimo hijo que era su razón para existir ella se sentía perdida, no tenía familia que se interesara en ella desde hace un largo tiempo, atrapada en este Reino que le era ajeno donde no era apreciada más allá de las personas cercanas que habían llegado con ella y sin nada más que vivir sabía que cuando regresara ante los Guardianes ella abandonaría este mundo que no tenía más que ofrecerle