Capítulo 4

Hermione caminó enfadada aún hasta la banda del equipaje, tratando de dejar a Severus atrás. ¿Qué había hecho? Era capaz de tolerar esa aspereza de él y vivir con el hombre por un tiempo. Cuando estaban solos, podía tolerar lo que le dijera o cómo la tratara, ya que solo lo ignoraría, pero no podía tratarla así frente a otras personas, gente que pensaba, o debía pensar, que eran pareja. Peor si era en frente de su propia familia.

No quería ser vista como la pobrecita niña que tenía que someterse a esa clase de trato… que tenía que conformarse con eso porque no podía encontrar algo mejor. Esa era una de las razones por las cuales no había querido aceptar quedarse pegada, de por vida, con el esposo que le asignaran.

Tomó su equipaje de la banda y se alejó, arrastrando la maleta tras de sí, llevando la otra colgada de su hombro, junto con su bolso.

Snape tomó su propia maleta, la única que llevó, y siguió a la castaña, sonriendo, como si estuviera complacido con el efecto que tenía sobre ella.

Mientras ella caminaba entre la gente, más llena de pesar que de enfado, al pensar en lo que pensaría su familia, lo que le dirían, lo patética que se vería, vio a su madre y su abuela a la distancia, que miraban alrededor, sin duda buscándola.

La chica se detuvo, tomó aire y trató de juntar coraje. Entonces sintió una mano en su hombro y se sobresaltó.

"¡Qué sensible!" Dijo Snape, con esa sonrisa burlona. Tomó la cinta de la maleta que llevaba colgando en el hombro.

"¿Qué estás haciendo?"

"Creo que las damas que nos sonríen y saludan con tanta excitación, son parte de tu familia, ¿correcto?"

Ella miró de nuevo y vio que su mamá y su abuela ya los habían visto.

"Sí." Dijo ella, saludando con la mano. Se volvió para ver a Snape. "¿Y?"

"Bueno, deja que yo lleve esto entonces… gatita." Dijo con esa sonrisa otra vez, jalando de la correa que no había soltado. Ella se mostró pasmada por un instante, pero soltó la correa y lo dejó tomarla, para que él colgara el bolso de su propio hombro.

"No te sorprendas tanto. Soy un tipo encantador." Dijo él, sonriendo con burla. "¿Qué pensaría tu familia si actúas tan sorprendida cuando hago algo lindo por ti?"

Hermione se recompuso. "Bueno, gracias. Pero le diremos a mi familia que estamos comprometidos cuando a mí me parezca el momento correcto." Se volvió y continuó su camino hacia su familia, con pasos largos y ansiosos, tirando de la maleta con ruedas. Severus la seguía cargando el resto del equipaje, con pasos más lentos y mesurados, nervioso por lo que estaba a punto de vivir.

Las damas abrazaron a la joven, gimoteando lo mucho que la habían extrañado, y otras cosas ininteligibles para Severus. Una de las señoras era bastante mayor, con cabello corto como de algodón y una hermosa sonrisa que parecía no desaparecer nunca. La otra dama no era mucho mayor que Severus mismo, y llevaba el cabello más largo, color avellana, justo como el de Hermione. Las dos mujeres tenían los ojos del mismo color whiskey. Finalmente, las dos voltearon para ver a Severus.

"Mamá, Nana," Comenzó a decir Hermione. "Este es Severus." Las dos señoras sonrieron, y sorprendentemente, también la castaña. "Severus, esta es mi mamá, Jane, y esta es su mamá, mi nana, Judith."

Snape estiró una mano con una sonrisa apenas perceptible, pero no se veía brusco y estoico como solía ser. Se veía encantador y tímido.

"Damas," dijo él, tomando la mano de Jane y luego la de Judith. "Es un placer conocerlas."

Jane se veía un poco sorprendida, ambas en realidad, porque seguían mirándolo en silencio, todavía sonriendo cálidamente.

El nerviosismo de Severus aumentó y tuvo la intensión de encerrarse en esas paredes tan gruesas que solían mantenerlo a salvo, pero no podía hacer eso.

"Así que… ¿fuiste profesor de Hermione?" Preguntó Jane.

Severus inhaló. "Estoy seguro que esto es una gran sorpresa, considerando todas las cosas horribles que seguramente escucharon de mí… de cuando Hermione estaba en la escuela…"

"¡Oh, no! ¡Nunca cosas malas! No, no." Sonrió Jane. De verdad que esa mujer era feliz y animada. Su hija debió heredar esas molestas características de ella. Bueno, la jovencita había sido así por un tiempo, cuando estaba en la escuela.

"Solo se quejaba que eras muy difícil de complacer. El único profesor que nunca le brindaba halagos, y del que siempre los estaba buscando. Siempre la frustraba muchísimo nunca poder obtener tu aprobación."

"¡Mamá!" Hermione estaba roja como tomate.

"¿En serio?" Severus estaba sonriendo ahora, con ambas manos metidas en los bolsillos. Hermione se sonrojó aún más.

"Bueno… aparentemente, ahora la tiene, ¿no es así?"

De nuevo, el comentario lo hizo ver encantador, y su mamá y su abuela se rieron.

"Incluso ahora, que trabajan juntos, ella solo tiene elogios para ti, sobre lo muy brillantemente y bien que haces las cosas que te pide. ¡Incluso estaba preocupada que la odiaras!" Jane estaba riendo abiertamente y Hermione sentía llamaradas en las mejillas.

Mientras tanto, Severus seguía sonriendo. "Estoy haciendo unos muy interesantes descubrimientos por aquí."

Hermione revoleó los ojos, exasperada. Él seguía con esa sonrisita y se atrevió a pellizcarle suavemente la mejilla, algo que las damas mayores vieron como adorable, pero que enfureció a Hermione, y él lo sabía.

"¿Cómo es que terminó trabajando para nuestra pequeña Hermione?" Preguntó Judith.

La sonrisita de Severus se desvaneció un poco, y comenzó a relatar la historia con un poco más de timidez, para tratar de ocultar su decepción y su pena.

"Bueno, supongo que es una muestra de lo muy buena que es Hermione. Cuando se le mete algo en la cabeza, siempre obtiene lo que quiere."

Hermione entendió el ataque oculto en sus palabras. Sus familiares, sin embargo, sonrieron con orgullo.

"Bueno, ¿nos vamos?" Dijo la joven antes que pudiera avergonzarla más.

"Claro. El coche está por aquí." Señaló Jane, y la castaña caminó en medio de su madre y su abuela, dejando atrás a Severus.

"Por la forma en la que los describiste siempre, pensé que sería más estoico, más taciturno, pero la verdad es que es muy encantador." Dijo Jane, pensando que solo su hija podía escucharla en medio del ruido del aeropuerto.

"Me gusta. Parece buena gente." Añadió Judith. "Y es mayor que tú, eso significa que sabe cosas. Te puede enseñar. Y se ve como que puede complacerte muy bien."

"¡Nana!" Exclamó la joven, mortificada. Su madre y su abuela solo se rieron.

"¿Te ha dado placer oral? He escuchado que los hombres sí lo hacen ahora." Siguió Judith.

"Ay dios mío… ¡Nana!" Las risas continuaron, menos Hermione. Ella no se reía.

"¿Lo hace bien? Tal vez pueda hablar con tu abuelo y convencerlo de tratar alguna vez."

"Nana… por favor, detente, ¡te lo suplico!"

Aunque Severus iba varios pasos más atrás, sus oídos entrenados de espía podían escucharlo todo. Se rio por lo bajo por los comentarios, preguntándose si todas las familias eran tan amorosas, aunque tal vez no tan abiertas y peculiares, y si solo él había sido maldecido con una familia de mierda.

Severus comenzó a notar que esta familia también estaba bastante acomodada cuando llegaron al coche.

Era uno muy lindo. Gente rica, con una sola hija. Por supuesto que Hermione era mandona y molesta. Era una niña mimada.

Severus rio para sí mismo mientras guardaba el equipaje en el maletero.

Seguramente su madre y su padre la dejaban salirse siempre con la suya, desde la cuna. Por eso era tan increíblemente autoritaria.

Mientras se dirigían a la Casa Granger, él se sentía incómodo en el asiento posterior, junto a Hermione, y miraba el paisaje campestre. ¿Acaso esta gente era obscenamente rica? Había tenido que lidiar con gente así cuando había sido Mortífago y siempre se había sentido incómodo, además de dolorosamente consciente de lo muy poco, o nada, que encajaba allí, aunque había hecho un muy buen trabajo disimulando.

No le agradaba la idea de tener que volver a actuar por las próximas dos semanas, y dependiendo de lo que durara esa relación forzada con ella, y lo mucho que tuviera que ver a su familia…

"Te extrañamos Hermione. Severus, ¿tienes tú algo que ver con que no haya venido a vernos por más de un año?" Preguntó Jane, sonriendo como si insinuara algo.

Severus dejó de mirar el paisaje para ver al frente, mirando a la señora a través del espejo retrovisor.

"No Madame, supongo que no le hago la vida más fácil en el trabajo si no ha podido venir." Miró a Hermione, alzando una ceja.

"Ya estoy aquí, mamá. Deja de acusar a Severus." Dijo la chica con una sonrisa pícara.

"Tendremos una fiesta sorpresa." Farfulló Judith con excitación.

"¿Qué?" Preguntó la castaña.

"¡Mamá!" Acusó Jane. "¡Se suponía que era una sorpresa!"

Severus suspiró. Maldición.

"Lo sé, lo sé, pero, ¡es que no pude contenerme!"

"¿Quiénes irán, mamá?"

"Solo la gente que ya ha venido por el aniversario. Algunos vecinos… amigos…" Dijo Jane.

Severus revoleó los ojos.

"Te estoy viendo, Severus. ¿Qué sucede?" Preguntó Judith. "Todos están igual de ansiosos por verte a ti como lo están por ver a Hermione."

Severus trató de poner una expresión más amigable. "Es solo que…"

"A Sev no le gustan mucho las fiestas… o ser el centro de atención." Explicó Hermione. "¡Justamente por eso debiste decirme mamá! Pude haberte avisado que no era una buena idea."

"Tonterías." Intervino Judith. "Ya eres un niño grande, Severus, ¿verdad? Lo harás bien."

"Sí, Madame." Contestó Severus, después de una profunda inhalación. "Haré mi mejor esfuerzo por ser agradable." Sonrió un poco forzado.

"Ya lo eres, querido. Lo eres. Y llámame Judith, por favor." La abuela de Hermione estaba mirando hacia atrás, con una sonrisa cálida.

Severus asintió una vez. "Judith."

Se sentía un poco confundido porque, de verdad parecía que le caía bien a esas señoras. Eso ayudó a que no se sintiera tan incómodo o fuera de lugar como solía sentirse. "Gracias por… recibirme en su hogar." Dijo él, tratando de seguir siendo amable.

Aparcaron el vehículo cerca de la casa, después de casi una hora de viaje.

Era un lugar alejado del pueblo, y estaba rodeado de árboles y verdor. Se podía ver un camino de grava al frente, completamente cubierto por la sombra de los árboles. El frente de la casa estaba hecho de una piedra de tono pastel, que se veía más hermosa por la puesta del sol. Las puertas y ventanas estaban hechas de madera rústica, pero no como si fuera madera vieja o mal cuidada, sino porque ese era el efecto deseado.

Habían macetas llenas de flores por todas partes, sobre todo al frente de la casa, algunas colgadas o en los alfeizares de las ventanas, a través de las cuales, y de las puertas de cristal, se podía ver a la gente que bebía y conversaba dentro.

Algunas macetas pendían de los árboles. Habían setos bien recortados. Era un hogar bien mantenido.

Al ver a la gente dentro de la casa, Severus exhaló.

"Llevaré las maletas…" Comenzó a decir, casi con frialdad, sintiendo esa imperiosa necesidad de cerrarse.

"¡Oh, no! ¡Déjalo para más tarde! ¡Los están esperando!" Dijo Jane mientras escoltaba a su madre por el camino de grava, hacia la casa.

Él alzó los hombros y bufó, mirando hacia la casa como si estuviera contemplando su perdición.

"Lo siento Severus… no sabía…"

"Solo terminemos con esto, ¿quieres?" Contestó él, molesto, y comenzó a caminar. Ella lo siguió de cerca.

A medida que se acercaba a la casa, Severus comenzó a aminorar la marcha. No quería entrar primero. No quería entrar solo. Tenían que verse como una pareja que estaba enamorada. El tipo del ministerio podía aparecer en cualquier momento para vigilarlos, y podía preguntarle cualquier cosa a cualquiera, así que tenían que dar la impresión correcta, y era que estaban enamorados. No estaba dispuesto a terminar en Azkaban por una tontería de ese tamaño. Debió anticiparse y pensar en esa alternativa antes de acceder a esta farsa. Pero estaba tan ansioso por trabajar en un laboratorio, de obtener el trabajo que se merecía después de tantos años y por mérito propio. Pero cuando se dio cuenta que no iba a conseguir nada de esa forma, tomó la oportunidad que se le presentaba.

¿A qué carajo ha llegado mi vida? Siempre injusta. Y ahora, para obtener un empleo para el que estoy mucho más que calificado, y para que pueda vivir con un poco de dignidad, tengo que someterme a los caprichos de una mocosa malcriada a la que solía enseñar.

Hermione pasó a su lado e ingresó en la amplia e iluminada sala, que no estaba tan concurrida, pero que aún tenía suficiente gente como para que él se sintiera intimidado. La gente vio a la castaña y comenzó a exclamar su nombre y a rodearla. La joven miró hacia atrás antes que lograran llegar a ella.

"¿Severus?" Preguntó ella, sonriendo solo porque había estado sonriéndole a la gente en el lugar, pero él podía ver la inseguridad y el miedo que reflejaban sus ojos. Eso era raro, verla así. ¿Por qué se sentiría así? Ella no era así, nunca. Siempre era mandona y orgullosa, dando vueltas por ahí, en el departamento que dirigía, haciendo lo que fuera que tuviera ganas, ordenándole hacer todo y complaciéndose de poder hacerlo.

Pero esta era una cara desconocida de ella. ¿A qué le temía? La Granger para la que trabajaba había sido capaz de imponerse, sobornarlo y asegurarse que no se retractara.

Severus tomó aire y se acercó a ella, justo cuando los miembros de la familia los rodeaban para saludarlos. Él permanecía un poco más atrás, con las manos en su espalda, haciendo todo lo posible que los muros que siempre construía a su alrededor, no lo hicieran ver como el bastardo que en realidad era.

Nadie se enamoraría de un bastardo sarcástico. Y él lo sabía muy bien.

Deben creer que estamos enamorados. Que ella puede amarte.

Ella miró hacia atrás, para asegurarse que él estaba allí, luego que hubiera abrazado a todos. A Severus le pareció ver que había algo de alivio en sus ojos al verlo.

"Gente, este es Severus, mi… compañero."

Decir novio, por alguna razón, no parecía correcto, pero llamarlo compañero, tenía más sentido. Si. Era su compañero en esa farsa. Así ella no estaría mintiendo.

Severus se acercó y, como un caballero, extendió su mano hacia el primer hombre a su alcance. Mientras se saludaban, ella presentó al hombre como su tío Mark. Algunas manos más, y Hermione le presentó a las tías Kate y Laura, algunos primos y parejas de otros familiares. Dos abuelos, Edward y Nigel. Severus iba a tener que aprenderse lo nombres y recordarlos. Qué bueno que nunca había perdido su agudeza de espía.

La gente se dispersó después de algunos saludos más, y solo dos primas se quedaron, conversando con Hermione. Severus se quedó allí, tratando de ir a la zaga, con esa sonrisita que lo hacía ver más accesible, ocultando el hecho de estar de verdad molesto.

Las mujeres hablaban entre ellas, sobre lo geniales que eran sus vidas, sobre lo felices y bendecidas que eran con sus respectivas parejas, y una de ellas era un poco más pesada que la otra, porque añadió a la charla el hecho de haber tenido un bebé, y que ser madre era una gran bendición.

Hermione se estaba forzando a mantener la sonrisa de cartón, la cual Severus reconocía de las miles de veces en la que alguien hacía alguna estupidez en el laboratorio y ella no quería ser la mala de la película. Luego gritaba su frustración a él, para que fuera Severus Snape, pusiera orden y llamara a cuentas al idiota del problema. Severus no pudo evitar reír por lo bajo al verla sonreír y asentir.

Desde donde estaba, y mientras Andrea y Karen, las primas, seguían parloteando, pudo ver a un hombre que vio a Hermione y le clavó los ojos, para luego abandonar el grupo con el que estaba hablando y comenzó a caminar directo hacia ella. El mocoso tenía unos penetrantes ojos azules y se veía bastante plástico, como un muñeco Ken. Su cabello, rubio cenizo, incluso estaba peinado como el jodido muñeco. Y era de esos idiotas musculosos, con unos bíceps grandotes que iban con el paquete, los cuales, por supuesto, exhibía usando una camiseta dos tallas más pequeñas, o eso parecía.

"¡'Ermioonee!" Exclamó con un pesado acento francés e inclinándose para abrazarla.

Ella pareció ser tomada por sorpresa, y parecía nerviosa y sin saber cómo actuar. "Oh… uhm… hola." Pero ella ni siquiera lo tocó.

Cuando se separaron, la castaña se quedó mirándolo un poco atónita.

Y yo aquí pensando que deberíamos vernos enamorados… Pensó Severus con una sonrisa burlona.

"¿Cómo has estado?" Preguntó el mocoso emulador de Ken, sin siquiera mirar a Severus, sonriendo y mostrando esos dientes perfectos.

"Oh… uhm… bien… muy bien."

Severus decidió tomar cartas en el asunto, antes que ella arruinara todo con esa expresión de niñita enamorada. Aclaró la garganta y abrazó a la castaña por la cintura. Ella se sobresaltó y un poco, sorprendida, pero afortunadamente salió del acto de ojos de perrito.

"Oh, este es Severus, mi compañero." Dijo ella con prontitud, presentándolo, y él extendió la mano, pero sin la sonrisita encantadora que había tenido plasmada en el rostro. No quería ser accesible y encantador para ese cretino. No le gustaba el tipo. No podía explicar por qué, pero había algo que de inmediato le causó molestia. Tal vez eran sus sentidos de espía.

"Severus, este es… mi ex…"

Pero por supuesto. Pensó Severus, revoleando los ojos para sí mismo.

"Jacques." Se presentó el idiota, con esa molesta sonrisa todavía puesta en su lugar.

"¿Qué diablos haces aquí, Jacques? ¿Por qué no te arrastras de regreso al agujero del que saliste, maldito gusano?" Dijo Karen entre dientes, tratando de no hacer una escena.

El cretino sonrió con suficiencia. "¿Cómo dices? No te entiendo." Replicó con ese pesado acento.

Mientras el tarado discutía con Karen, Hermione se disculpó diciendo que deseaba buscar algo de comer, pero en lugar de ir hacia la mesa en la sala más grande, que estaba dividida en tres partes, donde habían canapés y toda clase de comida apta para comer con las manos, se fue a la cocina.

Los ojos de Jacques la siguieron, todavía con esa expresión presumida, aunque aparentemente irritado con Karen, pero seguía observando a Hermione, quien se detuvo en la isla de la cocina y tomar un sándwich, dándoles la espalda.

Severus también estaba observando.

"Disculpen." Dijo y se alejó de las dos primas molestas y al cretino de su ex.

Apoyó la cadera en la isla, junto a la joven castaña. "Parece encantador." Comentó sardónicamente.

Pero ella siguió mordisqueando su sándwich sin contestar.

"¿Qué tal si te casas con él y lo presentas al ministerio, así me dejas afuera de esta estupidez, ya que tanto te gusta ese cretino?" Dijo él con desdén.

"Oh, dios, no digas eso ni en broma." Contestó ella, con un amargo y triste sabor en la boca, o al menos eso le pareció a Severus, quien alzó una ceja.

"¿Qué pasó con él?"

Ella achicó los ojos y lo miró, furiosa así de repente.

"Nada que sea de tu incumbencia. Todo lo que necesitas saber, es que es muggle y que el ministerio no aceptará tal cosa, así que no puedes salirte del acuerdo."

Severus alzó una ceja. "Es justo. Pero para que esto funcione, tienes que dejar de mirarlo como si se te cayeran las bragas." Retrucó él bastante molesto, pero manteniendo el control. "No voy a permitir que me dejes en ridículo frente a toda esta gente, y encima de eso, que termine en Azkaban. Así que, CON TRO LA TE."

Hermione suspiró. "Tienes razón. Tienes razón. Tenemos que vernos como si estuviéramos enamorados." Dijo ella con más calma.

Fue entonces cuando Severus le puso una mano en el trasero. Ella no le quitó la mano ni lo abofeteó, pero lo miró de soslayo, frunciendo el ceño. "¿Qué mierda estás haciendo?" Preguntó la castaña entre dientes.

"Está mirando hacia acá. Tengo que ganar terreno de nuevo. Debo actuar como si estuviera enamorado de ti y fueras mía." Ahora Severus estaba sonriendo con sorna, claramente divirtiéndose.

"Sonríe."

Y ella sonrió, pero masculló. "Si no quitas tu mano de mi trasero, ahora mismo, te la corto, Severus." Todo eso sonriendo con los dientes apretados.

Severus rio y quitó la mano del trasero de la joven, pero luego deslizó un dedo sobre la mejilla de la chica y sostuvo el mentón entre sus dedos. "Ahí está mi gatita." Dijo él moviéndole suavemente la cabeza sosteniéndola del mentón, y ella sabía que esa encantadora sonrisa que adornaba los labios de Severus no era más que un gesto sarcástico.

Regresaron a la sala principal en donde se llevaba a cabo la reunión, y Andrea y Karen habían logrado mandar a Jacques a pasear, o tal vez, la retirada del idiota se debió a la mano de Severus en el trasero de Hermione, lo que lo desanimó.

Severus no pudo evitar sonreír con sorna.

"Así que…" Una de las mellizas molestas, que no eran mellizas en realidad, pero eran tan huecas y parecidas entre ellas, que Severus pensó que bien podrían serlo, comenzó a hablar de nuevo. "¿Qué es, exactamente, lo que haces en Inglaterra?"

"Siempre le preguntamos a la tía Jane y al tío Charles, pero nunca nos dan una respuesta directa." Complementó la otra.

"Sí, por favor, cuéntanos, porque no estoy muy seguro, la verdad." Un hombre mayor, que aún no había sido presentado a Severus, se acercó al corro. El tono que usó no era el más amigable, a diferencia del de la mayoría de la gente con la que se había cruzado hasta ahora. Ese hombre no era mucho mayor que Severus mismo.

Hermione miró al hombre con nerviosismo, tomando aire antes de responder a sus primas.

"Trabajo en el área química. Estoy a cargo de algunos laboratorios… experimentos… es una especie de compañía farmacéutica." Contestó la chica con una sonrisa nerviosa.

"Oh, qué interesante. ¿Y tú, Severus?"

Severus abrió la boca para contestar, pero el otro hombre lo cortó. "Severus solía ser el profesor de mi hija. Ahora… bueno, ahora es su asistente, ¿no?" El tono seguía conteniendo veneno, pero solo era perceptible para expertos como Severus. La gente que escuchaba por casualidad no se daba cuenta, y hasta podría llegar a pensar que estaba siendo amigable.

"Bueno, ¿qué dice eso de tus habilidades, Severus? Me siento un poco conflictuado al respecto."

A Snape no le gustaba este tipo. Su mano se acercó suavemente a su varita, escondida en el bolsillo de su pantalón.

No puedes atacar a su padre, y menos frente a todas estas personas.

Inhaló profundamente. "Creo que dice mucho más sobre lo perseverante y brillante que es su hija, señor." Se las arregló para decir con gracia, aunque admitir que Hermione, la mujer que había hecho su vida un poco más amarga los últimos años, era brillante y muy buena en su trabajo, le dejó un sabor amargo en la boca.

"¿Señor? ¡Pero si casi tenemos la misma edad! Por favor, llámame Charles, Severus." El aludido aun no sentía que ese hombre estuviera siendo amable, pero inclinó la cabeza, asintiendo. "Charles." Estaba siendo más áspero que nunca, sin tratar ni un poco de ser amigable.

"Severus no es mi asistente, papá." Hermione sintió gratitud hacia Severus por haber expresado esa opinión sobre ella frente a su padre, así que juntó coraje para tratar de ayudarlo con el ataque de su padre. "Él maneja el laboratorio y los experimentos. Está mucho más que capacitado para ser mi jefe, pero ocurre que me entiendo mejor con el papeleo y la burocracia, mientras que él prefiere hacer el trabajo práctico." Retrucó ella con la barbilla en alto.

Severus notó que la chica estaba un poco desbalanceada al confrontar a su padre. Notó que decía las cosas sin la misma confianza y descaro que solía utilizar cuando confrontaba a otras personas. El fuego del que solía hacer gala, no estaba allí, tampoco el espíritu combativo.

Charles Granger solo rio con sorna. "Claro." Y se alejó. Hermione bufó.

"Encantador." Dijo Severus a Hermione con absoluto sarcasmo. Ella lo miró brevemente, como si quisiera disculparse, y luego fue tras su padre.

"¡Papá! ¡No puedes tratar a mi pareja de esa forma!"

"¿Pareja? Por favor. Seguro te está usando para ascender… en lo que sea que hagas para ganarte la vida."

Severus se había alejado de las mellizas molestas con la excusa de ir por una bebida. Por fortuna, el bar no estaba lejos de donde su 'prometida' y su padre estaban discutiendo, pero tratando de ser discretos al respecto. Gracias a los dioses por la agudeza de sus oídos de espía, porque podía escuchar la discusión, aun en medio del ruido de la fiesta, y aunque padre e hija trataban de mantener la voz baja.

"Solo te está usando. Siempre supe que no serías capaz de conseguirte un hombre que te aguantara, ni siquiera uno de… tu tipo." Dijo Charles con desprecio.

Severus estaba estupefacto. Estaba comenzando a entender por qué viajaron en avión, como muggles. Al parecer, habían algunos sentimientos hostiles con respecto a ser una bruja, y se comenzó a preguntar si había sido justo cuando pensó que había sido una niña mimada.

"¿Y después de lo que nos dijiste sobre lo que pasó ese año en el que estuvimos lejos, traes a uno de… esos a la casa, y pones a tu madre en peligro? ¿A tu familia?"

"¡Severus no es uno de ellos! ¡Es un maldito héroe de guerra!" Respondió la castaña, con apenas contenida pasión.

Charles se burló. "No sé si puedo confiar en ti o en tu gente, o lo que puedas llegar a decir. Nunca estuve muy entusiasmado con la idea antes, pero luego que tuvieras el atrevimiento de borrarle la memoria a tus padres, separándolos de sus vidas, de sus familias… no creo que sea algo bueno. Nada de lo que digas."

"¡Te salvé la vida! Y para que te enteres, ¡también Severus lo hizo! ¡Te salvamos de la esclavitud! ¡De la muerte!"

"Cuida tu tono conmigo, jovencita. Aun soy tu padre."

"Bueno, tendrás que aceptar que Severus y yo estamos juntos." La lastimaba mucho saber que su padre siempre estaba listo para señalar que nunca sería capaz de encontrar alguien que la amara. Y le había gustado Jacques, pero…

"Por ahora. Mientras no haya conseguido lo que quiere. Solo eres su boleto para obtener su objetivo. No es serio contigo."

Algo crecía dentro de la chica, tan rápido que no pudo contener lo que se le escapó de la boca. "¡Claro que lo es! ¡Estamos comprometidos!"

Severus casi escupe lo que estaba bebiendo.

¡Mierda, mierda, mierda!

Había servido un trago para ella y estaba aguardando el momento apropiado para acercarse de nuevo y entregárselo. La interacción con su padre había escalado al punto en el que era más que probable que de verdad lo necesitara. Y ahora sí que era el momento apropiado. Tenía que acercarse lo más rápido posible, antes que dijera algo más estúpido todavía.

Caminó hasta su lado y le entregó una copa mientras bebía un sorbo de la suya.

"Gracias Sev." Dijo ella con una amplia sonrisa, obviamente actuando para que lo viera su padre.

Severus sonrió con esa pose medio tímida que lo hacía ver tan encantador. "Te ves como si lo necesitaras." Dijo él, medio entre dientes, con la sonrisa de lado en su lugar.

"¿Es verdad?" Preguntó Charles.

"¿Qué cosa es verdad, Charles?" Retrucó Severus en medio de una controlada exhalación. No quería que el sujeto supiera que había estado escuchando.

"Que están comprometidos."

Severus se volvió hacia Hermione con una sonrisa. Una amplia sonrisa, aunque ella podía ver que era forzada, pero aun así… era la primera vez que lo veía sonreír de esa manera. Era… se veía bien.

"Gatita… pensé que íbamos a esperar por el momento apropiado para divulgar esa información." Puso una mano en la espalda de la joven y se acercó más a ella.

"Sí, bueno… se me escapó. Oops." Contestó ella, actuando dulce y juguetona, lo que era impropio de ella, pero evidentemente copiando a sus primas o a alguna tontita genérica.

"Bueno, ¿tienes, al menos, medios como para darle una sortija a mi hija?" Preguntó Charles con puro sarcasmo. Con veneno.

Hermione se quedó petrificada. ¡Carajo! No importaba lo que hiciera, nunca era suficiente para complacer a ese hombre.

"Oh, sí, claro." Dijo Severus, y rebuscó algo en su bolsillo. Sacó una hermosa sortija de oro blanco, con una esmeralda ovalada, adornada con diamantes en forma de hojas de vid, con un patrón que seguía hasta formar un nudo celta a cada lado. Ella se quedó mirándola, analizándola, cuando él se la entregó.

"Lo estaba guardando por ella. Ahora es inútil ocultarla cuando le diremos a todos… cariño."

Hermione sostenía la sortija entre los dedos, todavía observando el objeto, como hipnotizada. ¿Cómo era posible? Era hermosa.

"Es que no queríamos interrumpir la fiesta de aniversario de los abuelos, o la boda." Continuó Severus, explicando a Charles, que, por una vez, estaba enmudecido.

Qué bueno. Bastardo. Pensó Severus.

Severus se inclinó y movió el cabello de Hermione a un lado, para poder acercar su rostro a la mejilla de la joven, como si fuera a besarla dulcemente, como si de verdad fueran amantes, con la mano aún en la espalda de la chica. "Deja de mirar la sortija como si nunca la hubieras visto antes." Susurró él apretando los dientes y muy cerca del oído de ella, y Hermione pareció salir del trance… un poco.

Sentir su nariz en la mejilla, su aliento en el oído… provocó que se estremeciera y riera inadvertidamente.

Él se alejó un poco, todavía sonriendo. "¿Quieres que te lo ponga de nuevo?" Preguntó.

"Sí." Contestó ella. Eso causaría un mejor efecto. Así que Severus tomó el anillo y con toda gentileza lo colocó en el dedo correspondiente. Hermione pudo sentir las cosquillas del hechizo no verbal que puso Severus para que calzara perfectamente en su dedo, pero si tenía que ser absolutamente honesta consigo misma, esas no eran las únicas cosquillas que sentía.

"Gente." Dijo Charles, dando golpecitos en su copa con una cuchara.

De alguna manera, se las había arreglado para llegar hasta el centro de la sala principal, en donde todo el mundo podía verlo. Severus tomó su copa, que había dejado sobre una mesita para poner el anillo en el dedo de Hermione, y bebió un gran trago. Presentía que iba a necesitarlo.

"Al parecer, cierta información importante ha sido ocultada de nosotros. Severus y nuestra pequeña Hermie están comprometidos."

Todo el mundo vitoreó y aplaudió mientras Severus permanecía de pie junto a Hermione, con una mano en la cintura de la chica, quien sonreía tímidamente. Él alzó su copa e inclinó la cabeza, odiando al padre de la joven.

El tipo no era más que una versión pasiva – agresiva de su propio padre, y aunque no era todo lo bruto que había sido el viejo Tobías, igual suscitaba feos sentimientos en Severus.

El desgraciado lo había anunciado sin su permiso, solo para avergonzarlos, tratar de atraparlos en la mentira que él pensaba que estaban diciendo. Tal vez no estaba tan errado, pero su motivo era lo que estaba equivocado.

En lugar de preocuparse por la felicidad y el bienestar de su hija, solo le importaba tener la razón y humillar a su hija. Eso le revolvió el estómago a Severus.

Ahora entendía un poco más a la pequeña mandona que estaba a su lado, y sentía un poco de simpatía por ella.

Jane, Judith y algunas de las tías de Hermione se acercaron para abrazarla. Cuando la abuela terminó de abrazarla, miró a Severus con expresión complacida y una sonrisa cálida, con las manos juntas frente a ella. Él no supo qué hacer. No le gustaba ser observado. Cuando vio que la dama separaba las manos, intentó tomar la mano derecha para estrecharla. Bueno, era justo, después de todo, él también merecía una felicitación, porque era el novio.

"¡Tonterías!" Exclamó la señora, apartando suavemente la mano del hombre y abriendo los brazos. "¡Vas a ser familia!"

Severus quería escapar del abrazo, pero no podía. La anciana pasó sus brazos por el cuello de él y era sorprendentemente fuerte para su edad, así que se vio obligado a aceptar el apretado abrazo. Nunca había estado en una situación así, y no era todo lo terrible que había imaginado que sería. Y luego, Jane lo abrazó también. ¿Serían así todo el tiempo?

Severus no recordaba haber sido abrazado. Ni siquiera de niño.

"¡Ay, dios! ¡Tienen que contarnos la historia de cómo lo propuso!" Dijo Andrea con excitación, para que todo el mundo oyera.

Ah, sí. El nuevo pasatiempo favorito de Severus era imaginar las múltiples formas en las que podía matar a esas terribles mellizas y deshacerse de los cadáveres. Tantas formas… Definitivamente comenzaría con arrancar esa enorme lengua que tienen.

"¿Qué?" Preguntó Hermione, aterrorizada.

"¡Que cuenten cómo lo propuso! ¡Tenemos que saber!" Repitió Andrea.

"Así es. La forma en la que un hombre propone matrimonio habla mucho de su carácter." Comentó una de las tías.

"¡Sí!"

"¡Que cuenten!"

Otra vez los vítores.

Hermione estaba petrificada. Debió pensar en esos detalles. Debió pensar en un plan a prueba de fallas… tendrían que haberse puesto de acuerdo sobre esas cosas, en el avión, porque debió pensar en que preguntarían esas cosas. Era una idiota. No podía hacer nada bien. ¡Mierda! Ahora todo se iba a ir al garete, y Severus terminaría en prisión.

Soy una persona horrible. Tengo que pensar en algo. ¡Rápido!

"En realidad… fue bastante simple." Comenzó a decir Severus.

Todo el mundo los miraba, expectantes, pero Hermione parecía congelada a su lado.

Ay, no… es muy tarde… ya está hablando… Oh, dios. Es Severus Snape. Va a ser una historia horrible. No es un tipo romántico, ni de lejos. ¡Es Snape! Oh, dios, oh, dios, oh, dios…

"Era nuestro… aniversario. Ya habíamos estado juntos por un tiempo, lo suficiente como para estar seguro que lo que quería, era pasar el resto de mi vida con ella."

Una gran parte de la gente exclamaba 'aaaahhhhh' al mismo tiempo.

Él estaba hablando bastante bien. Ella podía ver que no estaba cómodo. Sabía que odiaba esa clase de atención, sobre todo tener que mentir así, pero lo cierto era que tenía a toda la audiencia, ella incluida.

Por supuesto, Hermione. Era profesor. Claro que sabe cómo mantener la atención en una habitación, pedazo de idiota. Has pasado tanto tiempo escuchando lo que los cretinos del mundo mágico decían y pensando que él estaba por debajo de ti, que se te pudrió el cerebro. Puede hacerlo. ¡El tipo es brillante! ¡Hasta tenía un anillo!

Volvió a mirar la sortija. Sacudió un poquito los dedos. Era hermosa. Y verde.

"Ese día fingí estar enfermo, para no tener que ir a trabajar. Ella estaba muy molesta, no solo porque eso significaba que no habría cena de aniversario o celebración de algún tipo, sino también porque tendría que lidiar ella sola con los idiotas del trabajo." Sonrió, dando a entender que estaba bromeando y que no pensaba que fueran idiotas de verdad. Se escucharon las risas de la audiencia. Por supuesto, Severus pensaba que trabajaba con un hato de imbéciles.

"Así que, cuando llegó a casa, exhausta y molesta, esperando encontrar a un tipo enfermo que la pusiera de peor humor." Todos rieron de nuevo. "las luces estaban apagadas. Había puesto velas en el suelo, que marcaban un camino, junto a los pétalos de rosas, hacia el dormitorio. Allí puse docenas de floreros llenos de lirios rosados y blancos. Y allí estaba yo, en medio de todo eso, de rodillas, con el anillo en la mano y el corazón en un puño, para decirle que no podría vivir ni un solo día más sin la certeza de saber que sería mía. Para siempre."

Otra vez se oyó el 'aaaaaahhhhh', mientras las damas se llevaban una mano hacia el corazón y lo miraban como si se tratara del hombre más maravilloso del mundo.

Severus sonrió con suficiencia. Y lo hizo en especial como una burla hacia Jacques, porque lo vio poner cara de desagrado, viéndose derrotado, justo antes de salir de allí. El imbécil también parecía consternado.

Severus se sintió más que complacido.

Hermione lo miró con admiración.

Oh, wow… ¡mierda! Eso estuvo genial. Me hubiera encantado que me propusieran matrimonio así… ¿Cómo sabía él que tus flores favoritas eran los lirios? ¿O es que…? No, él solo ha elegido esas flores por… por otra cosa.

El solo pensar en eso, le causó un extraño dolor en el pecho que no pudo explicar.

"¡Que se besen!" Arengó Karen a viva voz.

Mataría a Karen primero, sí. Tal vez podía echarla a los tiburones. ¿Vivían tiburones en la costa francesa? Bueno, también podía arrojar el cuerpo al Mediterráneo. Si volaba, estaba a tiro de piedra.

Todo el mundo vitoreó, apoyando la propuesta, y Hermione se puso más roja que la tercera parte de la bandera francesa. Severus la tomó de la mano y se la llevó hasta los labios, depositando un suave beso en el dorso. Ahora todo el mundo se quejó ruidosamente.

"¡Bésala en los labios!" Gritó un sujeto en alguna parte, a sus espaldas, y los vítores se reanudaron.

Mierda.

Miró a Hermione y arqueó una ceja, como preguntando ¿Y ahora? Ella inclinó la cabeza como si le diera a entender que no había nada más que hacer, que no había escape. Aparentemente, Severus entendió y se inclinó hacia ella para apenas rozar sus labios con los suyos por un instante. Ella sabía por qué se sentía ella tan incómodo, pero sospechaba que él nunca había hecho eso. El pensamiento que había pasado toda su vida enamorado de Lily que nunca había estado con nadie, pasó por la mente de Hermione otra vez.

"¡Bésala con sentimiento!" Añadió otro tipo. Esta gente iba a matarlo.

"¡Sí! ¡Vamos!"

¡Carajo! Se acercó de nuevo, hasta que sus labios volvieron a estar en contacto. "Carajo." Susurró él y el griterío arreció.

"Solo hazlo." Respondió ella con los dientes apretados.

Y entonces, Severus tomó el labio inferior de Hermione con los suyos. Ella tomó el control y comenzó a succionar el labio superior de él, con suavidad, con lentitud. Severus llevó una mano hacia la cabeza de ella para sostenerla en su lugar y deslizó sus dedos entre el salvaje cabello, inclinando su cabeza a un lado, colocando sus labios perfectamente uno con el otro, y la besó despacio, animándola a responder, lo que ella hizo.

No duró mucho y sus lenguas no llegaron a interactuar, pero, aun así, Hermione sintió que se le erizaba la piel.

La sala se llenó de aplausos de repente y se podían escuchar algunos silbidos y más gritos.

Severus terminó con un suave beso en los labios de ella y se alejó un poco de su rostro, y ella pudo ver algo que parecía… inusual en sus ojos… pero de inmediato, Severus desvió la mirada. Hermione trató de moverse, pero le fallaron las piernas.

Oh, cielos… ay, mierda…

N/T: Primer contacto, pero van a tener que seguir teniendo paciencia, por favor. Veremos cómo sigue la cosa con el papi adorable y el cretino de Jacques.