Después del accidente todos habían sido evacuados, las autoridades, así como sus padres, se habían hecho presentes; Tawashi y otros oficiales les estaban tomando declaración a los clientes, mientras Astro le explicaba lo ocurrido al Dr. Elefun y a su papá, quien parecía estar haciendo un esfuerzo por no explotar, estaba muy arrepentido de haberlo dejado asistir.

En eso sintió una mano en el hombro, Ken colocó su brazo alrededor de su cuello y se acercó a él:

—¡Cielos! Gracias a los Dioses que Astro estuvo aquí, quien sabe todos los daños que pudo haber si él no nos hubiera salvado a todos —miró a Tawashi—, de nuevo.

El inspector frunció el ceño, pero inmediatamente la multitud empezó a aplaudir y vitorear el nombre de Astro, lo que provocó que el pequeño se azulara un poco, Ken lo miró y le guiño el ojo.

Eso no evitó que Tawashi se acercara.

—Así que… otra desgracia evitada gracias a Astro.

—Así es, gracias a los Dioses que él siempre está ahí para protegernos —agregó Tamao, poniéndose en frente de Astro—. ¿Quién sabe qué haríamos sin él?

—Es como un ángel guardián —dijo Shibugaki uniéndose a Tao.

—Un protector silencioso —se unió Zane.

—Un héroe sin capa —y luego los gemelos.

Cora solo se quedó mirando la escena, sabía que si se unía solo avergonzaría a Astro todavía más, además, el apoyo de la multitud sería suficiente para que Tawashi no pudiera arrestarlo; miró por encima de su hombro y notó que Reno estaba con los demás artistas, al parecer reparaba a uno.

«Que curioso» pensó, algo sobre ese chico le llamaba mucho la atención, pero no sabía que.

Tawashi se quedó viendo con extrañeza al grupo de amigos, y ellos regresaron la mirada con seguridad, aún había tensión entre ellos por su último encuentro, y aunque el inspector no había tomado represalias contra ellos, todavía no era tiempo de bajar la guardia. Pero Tawashi solo apartó la mirada.

—Lo importante es que no se perdieron vidas por este accidente.

—No fue un accidente —interrumpió Elefun—, Astro dice que alguien quemó el soporte del pilar.

Uno de los drones seguía sobrevolando el circo, por órdenes de su maestro.

«¡Demonios! Acércate pero no demasiado, quiero saber qué es lo que han descubierto, graba si es necesario».

El dron asintió con un ruido y voló hacia abajo, manteniendo una distancia en la cual los demás no le verían.

Tawashi se dirigió a Elefun.

—¿Está seguro que podemos confiar en la palabra de un r…? — Se fijó que los Sky Riders y Recolectores lo estaban viendo con mala cara—, ¿…de Astro?

Tenma cerró un puño, pero Elefun le puso una mano en el hombro.

—A Astro le confiaría mi vida.

Astro sabía que tenía el apoyo incondicional del doctor, pero su corazón siempre se emocionaba cuando Elefun tenía esos gestos con él. Tawashi seguía sin verse muy convencido, pero miró a Astro de todas formas, lo que hizo que sus amigosvolvieran a ponerse a la defensiva.

—¿Por qué piensas eso? —preguntó.

Astro sonrió, sonaba como una pregunta verdadera, no un reclamo o humillación.

—El metal fue cortado como solo un láser puede.

Tawashi levantó una ceja.

—¿Un robot?

Elefun respondió antes que Astro.

—No necesariamente, hay drones que son equipados con láser, así como los hay portátiles, bien pudo ser obra de un humano.

—Eso solo nos deja más sospechosos —Tawashi miró de nuevo a Astro—, tengo que tomarte declaración.

Todo el mundo iba a protestar, pero antes de que pudieran Astro se les había adelantado:

—Claro, lo que sea para ayudar a la investigación.

La entrevista fue bien, Astro fue honesto y le dijo todo lo que sabía, sin omitir ningún detalle, Tawashi se mostró profesional, aunque el chico pudo notar cierta incomodidad en él, tras terminar le dio un gracias muy seco, y procedió a preguntarle a sus amigos, tras eso Tawashi dijo que iniciarían una investigación para ver quién podría tener algo en contra del circo, tras eso paso a retirarse y se pudo sentir un alivio colectivo.

—Gracias por la ayuda chicos.

—No hay de que Astro, pero será mejor que me vaya, mi tío ya ha esperado mucho —dijo Ken, además le iban dar un aventón a Shibugaki.

—Sí, antes de que mis padres me regañen —agregó Tamao.

—Debemos volver al orfanato antes de que se haga más tarde —informó Zane.

—La verdad es que quiero llevarlos, mis padres aceptaron pero dicen que tiene que ser ahora —explicó Cora.

Astro asintió con la cabeza.

—Vayan, ya me han ayudado bastante, merecen descansar también.

Cora miró al suelo algo triste.

—Lamento que la salida haya terminado… con la policía, de nuevo.

Pero Astro solo sonrió.

—Oye, no hay nada que disfrute más que ayudar a los demás.

Nuevamente, Cora no sabía si abrazarlo o cachetearlo.

Así sus amigos se despidieron de él y se dirigieron a sus casas, dejándolo solo con Elefun y Tenma.

—Sera mejor que nosotros también nos vayamos —dijo su padre, con obvio cansancio.

—Espera papá, hay algo que tengo que ver.

Y fue con Reno, quería saber porque un humano se estaría disfrazando de robot en un circo, además, debía comprobar que los artistas estuvieran bien, no estaba muy seguro de que Tawashi les hubiera preguntado por su bienestar.

Reno estaba sentado con las rodillas cruzadas en el suelo, en una mano sostenía una herramienta con la que reparaba la rueda del robot, quien en realidad se llamaba Cookie.

—¡Estás listo, ya te arreglé! —Dijo Reno con alegría, y una pizca de orgullo, giraba la herramienta en sus dedos, la detuvo y miró a su amigo—, vamos a ver como quedaste.

Cookie movió sus pies de arriba hacia abajo sin ningún problema.

—No, pues muy bien, quedé muy bien, ¡que buen trabajo, eh! —le dijo Cookie levantando el pulgar.

Si Tenma estaba ansioso por irse, aquello cambió por completo su actitud, miró a Elefun y él lo miró también, ambos habían quedado impresionados por la velocidad con que Reno lo reparó, así que ambos se acercaron junto con Astro.

—¿Cómo dijiste que se llamaba?

—Reno papá, se llama Reno.

—Joven Reno… ¿lo reparó tan rápido? — le preguntó Tenma, señalando a Cookie.

Reno sonrió y lo volteó a ver, con una sonrisa y un tono muy alegre respondió:

—¡Claro!

Entonces se fijaron que tenía una pequeña maleta con sus instrumentos a un lado, también había un pedazo de tela donde Reno tenía acomodadas sus herramientas, eso sorprendió gratamente a Tenma, admiraba el orden y la limpieza.

«Nada como una buena primera impresión» pensó.

Elefun se fijó en el maletín.

—Reno, ¿me permites?

—¡Adelante! —respondió entusiasmado.

Elefun se agachó y empezó a revisar el contenido, sacó un objeto blanco.

—¡Mira esto Tenma! ¡Uso solamente un sensor de flexación!

A Tenma se le abrieron los ojos como platos.

—¡Increíble! —Tenma se apoyó en el hombro de su amigo para ver el instrumento.

Astro sonrió, era muy raro ver a su padre ser impresionado por algo, Reno sí que era sobresaliente.

—Bueno, debo trabajar con lo que tengo —dijo Reno, ahora con cierta modestia.

Pero Cookie señaló el sensor y dijo con bastante orgullo:

—¡Miren ustedes, ese aparato lo hizo Reno!

El chico cerró los ojos y sonrió ante el cumplido.

—¡Es más listo que un barril de… de… cosas listas! —agregó el espantapájaros, cuyo nombre era Jellybean.

—Estoy de acuerdo, puedo ver que tienes un talento para la robótica —dijo Elefun mientras levantaba el aparato para verlo mejor.

—¡Es talentoso y fuerte como yo! —exclamó, nuevamente con orgullo, el robot rubio llamado Bonbon.

Reno parecía un poco apenado, como un niño que se avergüenza cuando sus familiares lo presumen.

—Si tuviera la educación adecuada podría llegar a ser un gran científico —agregó Tenma.

Todos se mostraban muy entusiasmados, menos Reno, quien al oír esas palabras pareció sentirse incómodo, así que se apresuró a hablar:

—¡Ai vamos, no es para tanto! —Todos lo voltearon a ver y él se cruzó de brazos—, creo que es totalmente normal que un robot, como yo, sepa de las robóticas y cosas así, no hay nada de sorprendente.

Eso le hizo levantar una ceja a Astro, ¿por qué Reno negaría de su talento de esa forma? ¿Y por qué seguía diciendo que era un robot? ¿Qué estaba pasando en realidad?

—Reno —dijo, lo que provocó que el mencionado lo volteara a ver—. ¿Por qué finges ser un robot si en realidad eres un humano?

La expresión amable y amistosa que Reno había mostrado hasta el momento cambió por completo, apretó las cejas y los dientes en enojo, los demás artistas también se sorprendieron; Bonbon escupió fuego por la boca, Cookie y Cupcake, la robot rosa, se llevaron ambas manos a los cachetes y abrieron mucho la boca; a Jellybean se le cayó la cabeza y tuvo que volver a ponérsela, mientras que Marshmallow, la robot con el afro, se jaló los pendientes y le salieron burbujas.

De todos ellos solo el señor Pannacotta, el maestro de ceremonias, se mostró calmado, nervioso pero contenido.

Se hizo un silencio muy incómodo, en el que Reno no dejó de mirar a Astro, y eso lo hizo sentir muy incómodo, así que rápidamente intentó arreglar las cosas.

—Bueno… tú eres humano —dijo extendiendo ambos brazos.

—¡¿De qué estás hablando?! ¡Soy un robot! —Exclamó Reno golpeando el suelo—, debes tener un corto circuito en una parte.

La respuesta de Reno pareció darles valor a sus amigos, pues rápidamente todos pasaron a una posición más defensiva:

—¡Claro que él es un robot! ¡Estás diciendo puras tonterías, ya vete de aquí! —le gritó Cookie.

—¡Sí! —replicó Cupcake.

—¡Largo! —ladró Bonbon agitando su brazo.

Tenma estaba a punto de defender a su hijo, pero el señor Pannacotta se le adelantó, gritando tan fuerte que provocó que todos sus compañeros se asustaran, y algunos taparán sus orejas, o sistemas de audio en su caso.

—¡SE ME CALMAN TODOS USTEDES PERO YA! ¡¿PERO QUÉ LES PASA?! ¡Por si ya lo olvidaron, Astro salvó nuestro circo! —luego miró a Tenma, Elefun y a Astro—. Les pido disculpas, mis amigos son algo entusiastas, y todos estamos algo agitados por el accidente.

El regaño había sido suficiente para Tenma, se acomodó su saco y miró al maestro.

—Disculpas aceptadas.

—Ahora si nos disculpan, tenemos mucho trabajo que hacer, con su permiso.

Reno solo bajo la mirada, negándose a ver a Astro de nuevo, todo el equipo se retiró de nuevo a la carpa y esa fue su señal para irse.

Astro miraba por la ventana del coche, él sabía que sus ojos no lo habían engañado, había visto la mano humana de Reno, y por las reacciones, sabía que era verdad, Reno era un humano, pero seguía un obtener una respuesta clara, ¿qué es lo que estaba pasando en ese circo?

Tenma miraba al frente sin decir ni una palabra, mientras que Elefun miraba nervioso el retrovisor, temiendo que en cualquier momento su amigo estallará contra el pobre de Astro.

—Sabía que era una mala idea —lo soltó de golpe.

Elefun rodó los ojos, pero se preparó para el combate.

—Yo sabía que…

—Por favor Tenma, hasta Kenichi lo dijo, si Astro no hubiera estado presente muchas personas hubieran resultado heridas, o peor aún, muertas, tu hijo ha vuelto a salvar a todos, deberías sentirte orgulloso.

Tenma suspiró y miró el volante, se calmó un poco y miró a Astro por el retrovisor.

—Elefun tiene razón, estoy orgulloso de ti Astro.

Pero el chico no respondió, estaba muy concentrado en sus pensamientos.

—¿Astro?

—Eh… o si papá, gracias.

Eso provocó que ambos científicos intercambiaran miradas.

—Astro, ¿está todo bien? —le preguntó Elefun.

—Si doctor, todo está bien, solo estaba pensando en algo…

Mañana regresaría al circo, debía averiguar la verdad detrás de todo ese asunto, y más importante aún, debía pedirle disculpas a Reno por el alboroto.

—¡Es increíble! ¡¿Cómo se atreve a decir una cosa así enfrente de todos?! ¡Alguien pudo haberlo oído! —exclamaba Reno.

Él y Pannacotta estaban en su oficina, un viejo cuarto cubierto con terciopelo de color verde para el suelo, y rojo para las paredes, junto a la pared había un escritorio con una lámpara y unos papeles, además de dos sillas; había un gran ventanal de cristal pero estaba tapado por unas enormes cortinas color vino.

—Reno, entiendo que estés enojado, pero debes calmarte, Astro no tenía ninguna intención de causar problemas.

Reno cerró los ojos, tomó aire y lo dejó salir poco a poco, ya más calmado levantó la vista y vio al hombre que admiraba como a un padre.

—Tiene razón señor, gracias.

Pannacotta rodó los ojos.

—Sabes que el señor está de más.

Reno le guiñó un ojo.

—Lo sé papá.

Pannacotta no pudo evitar reírse, Reno se le unió y ambos se rieron por un buen rato, cuando terminaron Pannacotta abrió un cajón y sacó un bote de toallas humeadas, se acercó al chico con una y empezó a limpiarle la cara con ella.

—Tal vez… deberías considerar la oferta de los doctores hijo, digo, estudiar con el mismísimo Umataro Tenma…

—No —lo interrumpió Reno levantando la mirada, la mitad de su rostro había sido limpiado, revelando en efecto, un rostro humano—, me quiero quedar con ustedes; tú, Cupcake, Cookie, Bonbon, Jellybean, Marshmallow, son mi familia, mi vida está aquí con ustedes, soy un acróbata de circo igual que todos… pertenezco aquí.

A Pannacotta se le hizo un nudo en la garganta, Reno lo miraba con ojos llorosos, no era la primera vez que tenían esta conversación, desde que Ciudad Metro regresó a la tierra, muchos niños de la Superficie habían encontrado buenas oportunidades de estudio, pero Reno se había negado rotundamente, él quería quedarse con ellos, alegaba que ya sabía todo lo que enseñaban en las escuelas y no necesitaba más.

Más que a su familia.

Pannacotta cerró los ojos, ya era muy tarde, y habían pasado muchas cosas como para discutir, no creía que fuera la mejor opción, pero si esa era la decisión de su hijo respetaría sus deseos.

—Está bien Reno, pero por favor piénsalo, has eso por mí.

Reno se recostó en el asiento y se cruzó de brazos.

—Ahora usas chantaje —se quejó.

Pannacotta se rió y le revolvió juguetonamente el cabello.

—Criar a un humano te enseña algunos trucos.

Reno se rió ante el cariño.

—Por favor quítate esa cosa, me gusta ver tu rostro, el verdadero.

Pannacotta asintió con la cabeza, Reno odiaba que su padre tuviera que disfrazarse para que pudieran trabajar, a él le gustaría que pudiera mostrarse como realmente era al mundo sin temor, que todos lo vieran por el valor de su corazón, no por el de lo que estaba hecho.

El maestro se llevó una mano a la cara, se escuchó un click y luego salió un poco de humo mientras el rostro se separaba del cráneo, se quitó la máscara por completo y la dejó sobre el escritorio, revelando una cara robótica de color gris, con un bigote mecánico café.

Reno sonrió.

—Así me gusta más.

Pannacotta terminó de quitarle la pintura, luego con un aerosol le despintó el cabello, revelando una cabellera rojiza.

—A mí también me gusta más así —le dijo.

Sin que ninguno de los dos tuviera que ocultar quienes eran en realidad, robot y humano siendo padre e hijo, Reno no pudo aguantar las ganas y abrazó a Pannacotta.

—Prométeme que estaremos juntos para siempre.

«Esa es una promesa que no se si pueda cumplir» pensó, Reno cada vez crecía más, lo que dificultaba el ocultarlo, y ahora el Inspector Tawashi sabía de su existencia, si llegaba a enterarse…

Pero no, no le diría nada de eso a su hijo, no necesitaba oír la dura verdad.

«No esta noche».

—Te lo prometo hijo, siempre estaremos juntos —y le abrazó.

Reno estaba consciente de las dificultades, pero no le importa, iba a creer en su padre, todo estaría bien.

Excepto que nada estaba bien.

Oculto detrás de un cofre, el dron que se había quedado a espirar los estaba grabando, al escuchar las declaraciones de Astro, su amo le ordenó que siguiera a Reno hasta la oficina, y tenía en video toda la conversación y el desenmascaramiento, los cuales le estaban llegando en tiempo real a su amo, había visto y escuchado todo, y ahora tenía las pruebas que necesitaba.

Del otro lado del monitor, sentado en su silla mirando las pantallas, juntó sus manos y se rió.

«¡No puedo creer que un intento fallido por destruir a ese robot fuera tan productivo! ¡Ahora tengo más de lo que podría desear! ».

Lo que más satisfacción le daba era lo ridículo del asunto, Astro le había dado las llaves para su regreso a la gloria.

«Gracias por esta oportunidad Astro, y créeme cuando te digo que… voy a aprovecharla al máximo».